miércoles, 1 de diciembre de 2021

El pecado original según el cardenal Ravasi

Como tema de fondo de muchas de las cuestiones consideradas en este blog, está el dogma del pecado original. Precisamente los errores que se han difundido sobre todo en estas últimas décadas respecto a este dogma, particularmente las herejías del rahnerismo, impiden hoy a muchos Pastores (obispos y sacerdotes) comprender rectamente y anunciar fielmente las verdades de nuestra fe que iluminan situaciones como por ejemplo las que vivimos en la actual pandemia, con sus prolongados sufrimientos y constantes amenazas.

----------El cardenal Gianfranco Ravasi [n.1942], acerca de quien ya hablamos en otro artículo de este blog, es hoy uno de los miembros más destacados del Sacro Colegio, hombre de vasta cultura, brillante escritor y orador, particularmente comprometido, como sabemos, en el diálogo con los no-católicos, no-cristianos y no-creyentes, sensible a los temas de fondo de la razón y de la fe, temperamento de poeta que sin embargo no olvida las exigencias del rigor científico que corresponde a la teología.
----------Entre su centenar de libros conocidos, quiero hacer aquí especial referencia al que ha publicado hace unos diez años atrás, en la editorial Mondadori, bajo el título Guida ai naviganti. Le risposte della fede (Milano, 2012): una guía, escrita con estilo suelto y convincente, para abordar con seriedad las cuestiones más profundas de la existencia y de la vida. Me viene a la mente la famosa Guía de los perplejos, del gran filósofo judío medieval Moisés Maimónides [1138-1204], admirado por santo Tomás de Aquino.
----------No intento en el presente artículo hacer una reseña del mencionado libro, que leí hace ya varios años. Sólo quiero detenerme en un punto doctrinal de capital importancia tratado por el ilustre y dinámico Purpurado: la cuestión del relato bíblico de la creación del hombre y del pecado original, punto dogmático que ha adquirido estos años particular actualidad, dadas las cuestiones doctrinales que para los católicos están ligadas a la actual pandemia del Covid: la existencia del mal y del sufrimiento en la vida humana.
----------Debo referir, con toda franqueza, lo grande que fue mi sorpresa, lo digo con todo el debido respeto a un Príncipe de la Iglesia, cuando leí hace hace ocho o nueve años, a propósito del famosísimo relato del libro del Génesis, que "es una aparente narración histórica, con hechos y un trama, que sin embargo tiene un valor simbólico, filosófico-teológico, por lo tanto 'sapiencial' y existencial" (p.45).
----------Se trataría, como dice también Karl Rahner [1904-1984], de una "etiología metahistórica", es decir, de un género literario antiguo, que por medio del relato de un mito referente al pasado, pretende instruirnos sobre una condición del hombre que concierne al presente, de hecho, se trata de una condición "metahistórica", por lo tanto, algo relativo al hombre como tal, independientemente de los tiempos o de los lugares o del curso que siga la historia. En definitiva, el relato del libro del Génesis sobre la creación del hombre y del pecado original sería sólo un modo de hacer filosofía recurriendo a la narración, más que a conceptos especulativos. Esto es lo que aparentemente surge de la lectura del texto del cardenal Ravasi.
----------Después del pasaje antes citado, el escrito del Cardenal prosigue su explicación del Génesis en el mismo tono y en base a los anteriores presupuestos: "el propósito" (del relato bíblico) "no es tanto el de explicar lo que ha sucedido en los orígenes, sino de identificar quién es el hombre en el contexto de la creación: es, entonces, una 'meta-historia', es decir, es el hilo conductor constante que subyace a los acontecimientos, los tiempos y los sucesos históricos humanos. Se vuelve al arquetipo... no para narrar lo que ha sucedido en el proceso de hominización en sentido científico o para descubrir los actos de un singular individuo primordial, sino para identificar en su raíz inicial el estatuto permanente de toda criatura humana" (ibíd.).
----------Recuerdo que quedé muy sorprendido ante estas afirmaciones, sorpresa que vuelvo a tener al retornar a estos textos y traducirlos al español. Pero no piensen que soy ingenuo respecto a este tema, ya que estoy perfectamente consciente de que hoy estas afirmaciones del cardenal Ravasi son compartidas por muchos. Pero, como bien sabemos, la verdad de fe no depende del consenso de la mayoría, sino de la recta interpretación de la Palabra de Dios que nos es garantizada por el Magisterio de la Iglesia.
----------Pero hagamos las debidas distinciones. No hay ninguna duda de que el relato genesíaco hace referencia a una condición del hombre que abarca todo el curso de la historia, así como tampoco cabe duda de que algunos elementos del relato genesíaco son con evidencia ingenuamente mitológicos, como es de esperarse de una cultura primitiva como la del hagiógrafo. Pero la Iglesia siempre ha enseñado que en este cúmulo de hechos, de imágenes, de cuadros y de elementos, es necesario saber discernir con máxima sabiduría, bajo la guía del mismo Magisterio, lo que es mítico de lo que es histórico, lo que es inventado de lo que realmente ha sucedido, lo que es simbólico de lo que debe tomarse literalmente.
----------Ahora bien, no es difícil llegar a saber, para quien quiera informarse, que el citado relato, en su sustancia, no es en modo alguno un mito inventado para explicar una situación actual, aunque de hecho el relato explique óptimamente tal situación; sino que, como dice el propio Catecismo de la Iglesia Católica, heredero de una bimilenaria tradición dogmática, "el relato de la caída (Gn 3)... afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre" (n.390) (lo señalado en negrita está en cursiva en el propio texto del Catecismo, como para subrayar la importancia de la afirmación), es decir, un hecho que es objeto de la divina Revelación, por lo tanto, como tal, verdad de fe indispensable para la salvación.
----------Además, el Catecismo, en varias ocasiones, en los párrafos 6 y 7 del cap.1, en perfecta línea con la Tradición y la Escritura, retoma fuentes de la divina Revelación, la cual nos es mediada por la Iglesia, sobre todo a partir del Concilio de Trento hasta el mismo Concilio Vaticano II, y recuerda cómo la humanidad ha tenido inicio de una pareja (Pío XII en la Humani Generis rechaza el poligenismo) la cual, habiendo caído en el pecado por instigación del demonio, ha transmitido esta culpa (la culpa original) a toda la humanidad por vía de generación, culpa de la cual somos liberados por la gracia del Bautismo.
----------Por lo tanto, en el actual Catecismo de la Iglesia (que es el resumen oficial donde los católicos encontramos la doctrina de la Iglesia) se hace neta distinción entre el pecado personal (el "pecado" en el sentido corriente de la palabra), cuya culpa queda en el culpable, y el pecado original, cuya culpa es transmitida a los descendientes. El pecado de los progenitores ha sido un pecado personal, pero al mismo tiempo ha tenido el carácter de una culpa que se es transmitida a los descendientes: pecado original (originante).
----------Indudablemente la Biblia no es un tratado de paleoantropología, por lo cual de ella no podemos esperar ninguna información sobre cuál ha sido la evolución del hombre desde los orígenes hasta hoy, y no hay ni siquiea la sombra de una derivación del hombre desde los simios. En efecto, el cuadro de la pareja edénica, nobilísima, sapientísima, bellísima, sanísima, inmortal, perfecta en la virtud, señora de la creación, feliz, en comunión con Dios, nos hace pensar que haya sido dotada por Dios de un cuerpo nobilísimo, muy superior al de los simios, aunque Pío XII en la misma Humani Generis no excluye la hipótesis de que en cuanto al cuerpo los progenitores pueden haber provenido de un viviente precedente inferior (ex iam exsistenti ac viventi materia, Denz.3896), siempre a salvo la verdad de fe de que, de cualquier modo, el alma espiritual debe ser considerada como creada inmediatamente por Dios, dicho con respeto por Vito Mancuso, pero no por lo que enseña.
----------En cambio, en la interpretación del cardenal Ravasi, el pecado parece ser explicado simplemente con el libre albedrío del hombre capaz de obrar tanto el bien como el mal, pero parece totalmente ausente la enseñanza de fe, enseñanza salvífica, de la verdadera condición de miseria en la cual todos y cada uno de nosotros, los seres humanos, venimos al mundo, es decir, ese estado de culpa, que se llama culpa original o pecado original originado, derivado por generación de nuestros progenitores. 
----------En la visión del cardenal Ravasi, por lo tanto, queda sin explicar la existencia de las penas de la vida presente en sus múltiples y trágicas formas, y la innata, a veces irresistible, tendencia al pecado existente en cada uno de nosotros, incluso en los más buenos, tendencia de la cual, como enseña nuestra fe, sólo han sido exentos Jesucristo y la Santísima Virgen María, el primero en cuanto Hijo de Dios, la segunda en cuanto preservada, como es bien sabido, por especialísimo privilegio, de la mancha de la culpa original. Si todos nacemos buenos, ¿dónde va a parar el privilegio de Nuestro Señor Jesucristo y de Nuestra Señora? Si todos estamos originariamente, necesariamente, siempre e inevitablemente en gracia, ¿dónde va a parar el privilegio de María? ¿Y qué pasa con el pecado como ausencia o pérdida de la gracia?
----------Por el contrario, la Sagrada Escritura es clarísima al relatar cómo el pecado de los primeros progenitores del género humano, los ha excluido del paraíso terrenal privándolos de aquellos preciosos bienes que poseían en el estado de inocencia, y también es clarísima la Escritura en el hacernos comprender cómo la serie infinita de penas que desde entonces aflige a la humanidad sea causada, en su primera raíz, por el cumplimiento de ese castigo con el que Dios había amenazado a los progenitores y a su progenie en caso de que hubieran desobedecido al mandato divino de no "comer del árbol del bien y del mal".
----------Está claro que muchísimos males son luego causados por los pecados personales de los individuos, eventualmente aún bajo la instigación de Satanás, pero incluso estos pecados siguen siendo posibles por el hecho histórico del pecado original de nuestros progenitores ​​en el origen de la historia del hombre. "La muerte -como dice san Pablo- ha entrado en el mundo a causa del pecado".
----------En la concepción del cardenal Ravasi parece en cambio que cada uno de nosotros sea creado naturalmente bueno e inocente, como en la concepción de Jean-Jacques Rousseau [1712-1778], y que el hombre pueda corromperse solamente por su voluntaria malicia o por el influjo negativo de la sociedad. Pero, entonces, en este punto, nos debemos preguntar: ¿de qué sirve en tal caso la gracia cristiana de la remisión de los pecados, para qué sirve el sacramento del Bautismo, si cada uno de nosotros tiene en sí la fuerza y la posibilidad de observar la ley divina y de conseguir la virtud, siempre que lo quiera?
----------¿O acaso será tal vez que cada uno tiene la gracia desde el nacimiento sin perderla nunca, como cree Rahner? ¿O será tal vez que la gracia es Dios, de modo que el hombre en gracia al fin de cuentas es Dios? ¿O bien será que el hombre, al ser sustancialmente divino, como enseña la filosofía de la India, toma consciencia de tal divinidad suya al término de un apropiado camino sapiencial de auto-purificación (yoga)? Pero, entonces, ¿en qué se diferencia todo hombre de Jesucristo? ¿Acaso el hombre deviene idéntico a Cristo, como precisamente pensaba Meister Eckhart [1260-1328], que concebía así la vida de la gracia?
----------Por consiguiente, y a modo de conclusión de esta breve reflexión, es necesario decir, con toda franqueza, que esta concepción manifestada en su libro por el cardenal Ravasi, está en contraste con la visión cristiana y coincide en cambio con las concepciones racionalistas o naturalistas o gnósticas, como por ejemplo la de la masonería, el laicismo, el liberalismo, el idealismo, el esoterismo, el marxismo o el positivismo, donde el problema del mal no es resuelto mediante una intervención sanadora de la gracia de un Dios trascendente, sino por el hecho de que el hombre es un ser originariamente divino o por el simple movimiento dialéctico de la razón o por la fuerza de la voluntad o los recursos de la ciencia, de la técnica y de la política.
----------Pero si el hombre nace ya bueno y vuelto hacia Dios, y el pecado es un simple accidente de camino o es siempre y en todo caso perdonado o puede convivir muy bien con la gracia o es el polo dialéctico de la dinámica de la historia, ¿para qué sirve la predicación del Evangelio? ¿Para qué la exhortación a la penitencia y a la conversión? ¿Qué sentido tiene la redención de Cristo? ¿Y la oración? ¿Y la Iglesia? ¿Y los sacramentos? ¿Y cómo y por qué alcanzar la resurrección y la vida eterna? ¿En qué se convierte la santidad? ¿No es suficiente para cualquier eventualidad el "diálogo" y la buena voluntad?
----------Desde aquí vemos que la negación o la deformación o la reducción de la doctrina católica de la creación de la pareja primitiva y la doctrina del pecado original, crea un proceso en cadena de negaciones, para las cuales al final del cristianismo no queda ya nada más que una ilusoria autodivinización del hombre o un vago humanismo, utópico, relativista e incapaz de conducir a los hombres a la justicia y a la felicidad.

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