martes, 28 de diciembre de 2021

Charla de domingo con respuestas a objeciones lefebvrianas

El Concilio Vaticano II, como ha dicho el papa san Paulo VI, es un desarrollo de la Sagrada Tradición, porque la Tradición conciliar, que es Tradición más avanzada, ilumina la Tradición precedente y permite un mejor conocimiento de la divina Revelación.

----------Esta Navidad ha sido también para mí la ocasión de un reencuentro familiar, que ha sido motivo para dar renovadas gracias a Dios, "que dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman" (Rom 8,28): la visita de un sobrino (de fugaz y no muy feliz intervención en este blog en sus inicios), el saber de su conversión y retorno a la fe católica desde patologías de extremo tradicionalismo, y la promesa de poder contarlo en adelante para alguna ayuda en las tareas administrativas complementarias de este sitio.
----------Hemos pasado algunas horas, conversando de todo esto. Además la charla le sirvió a él para exponer sus dudas, varias de ellas surgidas con sus amigos del ámbito de la comunidad lefebvriana en Mendoza, y algunas otras tomadas del mundillo lefebvriano y filo-lefebvriano en internet. Pues bien, tratando de ordenar un poco algunas de las ideas intercambiadas en la charla del pasado domingo, he elaborado la presente nota, algo desordenada, pero que puede servirle al lector respecto al tema en cuestión. Sin seguir ningún orden, enumero un elenco de las objeciones planteadas, brindando las respectivas respuestas.
----------Objeción 1: Refiero seguidamente, en modo resumido y en una sola frase, lo que dicen algunos lefebvrianos, en tono irónico, pensando que están repitiendo las más absurdas creencias de aquellos a quienes ellos llaman "católicos de la nueva Iglesia conciliar": "El Concilio Vaticano II no ha podido equivocarse porque estuvo asistido por el Espíritu Santo, el Magisterio no puede equivocarse porque está asistido por el Papa, el Papa no puede equivocarse porque es el Papa. Ergo, todos los que hablan de los errores del Concilio, de los errores del Magisterio y de los errores del Papa son protestantes".
----------Respuesta: Suscribo plenamente estas afirmaciones y las considero verdad católica, pero con la precisa aclaración de que la materia de este juicio, ya que estamos hablando de las doctrinas del Concilio Vaticano II, es materia o de fe o próxima a la fe. Invito a quienquiera opine lo contrario, a demostrar que me equivoco.
----------Objeción 2: Se me ha hecho notar que existen en el ámbito lefebvriano quienes malentienden mi insistente referencia a Karl Rahner [1904-1984] como líder del modernismo que ha resurgido en el inmediato post-concilio. En tal sentido se me ha hecho referencia a la objeción que plantean algunos respecto a mi postura, atribuyéndome la supuesta afirmación de haber dicho lo siguiente: "El único que ha interpretado mal el Concilio es Karl Rahner, mientras que todos los demás lo habrían interpretado bien".
----------Respuesta: Nunca he dicho eso, sino que desde hace tiempo he venido repitiendo, y en cada ocasión que he tenido, que en el postconcilio ha surgido un fuerte movimiento neo-modernista que se ha arraigado en todos los ambientes, incluso el de los teólogos y de los obispos, un movimiento de falsificación de las doctrinas del Concilio. Además, en mis artículos también he criticado a muchos otros, como por ejemplo: Schillebeeckx, Kasper, Ravasi, Küng, Forte, Bordoni, Mancuso, Grillo, Teilhard de Chardin, Barzaghi, etc. La recta interpretación del Vaticano II obviamente está dada por el Magisterio, ya sea el magisterio pontificio como el de los órganos de la Santa Sede, sobre todo la Congregación para la Doctrina de la Fe. Asimismo, comparto todas las condenas pronunciadas por esta última desde que finalizó el Concilio hasta hoy. También son importantes el Catecismo de la Iglesia Católica (¡no el holandés!) y el Código de Derecho Canónico.
----------Objeción 3: Otra afirmación muy usual en ambientes lefebvrianos y filo-lefebvrianos, puede ser formulada así: El mismo Concilio Vaticano II y los Papas del postconcilio, en concreto el papa Benedicto XVI, han seguido repitiendo y poniendo por escrito que es lícito expresar reservas sobre muchos puntos del Concilio, además pretendiendo que ellos sean leídos y comprendidos solo a la luz de la Tradición. Pero precisamente esto es una prueba de que los documentos del Concilio, de por sí, no convencen de la continuidad doctrinal con cuanto la Iglesia siempre ha enseñado, lo cual es muy grave para un Concilio de la Iglesia.
----------Respuesta: Acerca de lo expresado por el Concilio Vaticano II, se puede plantear reservas sobre puntos de carácter pastoral o disciplinario o jurídico, no sobre materias doctrinales que están ligadas al dogma o a los datos de la Escritura o de la Tradición. Mientras que en el primer campo la Iglesia puede cambiar o errar, en el segundo, aunque no se trate de dogmas solemnemente definidos, la doctrina es inmutable e infalible. Pero también es la Tradición (la cual es una Tradición viva), la que debe ser leída a la luz del Concilio, porque el Concilio, como ha dicho el papa san Paulo VI, es un desarrollo de la Tradición, porque la Tradición conciliar, que es más avanzada, ilumina la Tradición precedente. En cuanto a los documentos del Concilio, no convencen de la "continuidad" a quienes no están dispuestos (por diversos motivos) a convencerse.
----------Objeción 4: Un importante punto doctrinal del magisterio pontificio de años recientes, llamado por el papa Benedicto XVI "hermenéutica de la continuidad", ha sido objeto no sólo de críticas desde el ámbito lefebvriano, sino incluso ha sido motivo de burlas y de desprecio. Sin embargo, es doctrina auténtica del magisterio, repetidamente enseñada por el papa Benedicto, pero doctrina enraizada en el magisterio precedente. Al respecto, una habitual objeción lefebvriana se puede formular en los siguientes términos: La continuidad no es manifiesta y quizás ni siquiera realmente presente: los documentos del Concilio se ven constreñidos a ser explicados a posteriori como si estuvieran en continuidad, porque a priori no lo están, de hecho se prestan fácilmente a ser leídos y asimilados según una lógica de la ruptura.
----------Respuesta: El Magisterio ha afirmado que existe continuidad entre las doctrinas del Concilio Vaticano II y el magisterio preconciliar. Por lo tanto, como buenos católicos debemos creer en las palabras del Romano Pontífice. Es cierto que esta continuidad no siempre es perspicua, sino que en algunos casos debe ser demostrada. Este es el deber de los teólogos, pero el Papa mismo, si así lo considera, en los casos dudosos, puede mostrar esta continuidad con referencia a la doctrina de la Iglesia precedente.
----------Objeción 5: He tomado conocimiento que hay quienes en el ámbito lefebvriano dicen, en base a lo que vengo expresando en mis artículos, que yo afirmo lo siguiente: "Quien no crea en las doctrinas del Concilio Vaticano II como en un dogma, cae en la herejía. Y los lefebvrianos han caído en la herejía".
----------Respuesta: Las doctrinas del Vaticano II no contienen dogmas definidos, sino solamente implícitos, que en todo caso siguen siendo dogmas. Para que un dogma sea dogma, no hay necesidad de que la Iglesia lo defina como tal, sino que es suficiente con que sea una proposición que determina una verdad de fe, como interpretación eclesial de la divina Revelación, basada en la Escritura y en la Tradición. Ahora bien, el dogma, definido o no definido, se opone a la herejía. En tal sentido, quien rechaza la dogmática del Concilio (aunque no esté definida), especialmente aquella de las Constituciones Dogmáticas, indudablemente cae en la herejía o al menos en el error próximo a la herejía o en la sospecha de herejía.
----------Objeción 6: Otra afirmación que se me atribuye en ámbitos lefebvrianos: "O se cree en las doctrinas del Concilio Vaticano II como si fueran un dogma o no se es católico; quienquiera se permite disentir de este enunciado, no ha entendido lo que Roma nos enseña, es decir, es un cretino".
----------Respuesta: Probablemente lo que ha causado molestia es el uso hecho de la expresión "cretino". Ahora bien, dejando de lado el significado médico del término (persona que padece cretinismo), el significado general y usual de "cretino" es: individuo estúpido, necio. Si bien el término puede sentirse insultante en ciertos ambientes argentinos, en realidad su semántica precisa se ubica en el ámbito del conocimiento. Pero yo no he usado el término "cretino" en el modo insultante, sino en su sentido básico y general. De modo que confirmo lo dicho: o se cree en las doctrinas del Concilio Vaticano II (en el sentido ya explicado) o no se es católico; quienquiera se permite disentir de este enunciado, no ha entendido lo que Roma nos enseña, es decir, es un cretino en el ámbito de la fe. Puede ser una persona inteligente y culta en el plano racional, pero es objetivamente (aunque quizás no subjetivamente) un hereje o un necio en el plano de la fe.
----------Objeción 7: Se me ha hecho saber que hay quien ha citado mis palabras acerca de que "es en el hoy de la Tradición donde la sagrada Tradición se presenta con su máxima actual explicitación". Y se ha dicho lo siguiente: La "sagrada Tradición encuentra su máxima actual explicitación en el hoy de la Tradición", ya que, decimos nosotros, es bien sabido que existe un hoy de la Tradición, un ayer de la Tradición y un mañana de la Tradición, tales que la Tradición no es nunca siempre y sólo la "sagrada Tradición", sino una Tradición que es de hoy, de ayer o de mañana. Parece un juego de palabras, y en cambio no lo es, aquí el padre Filemón afirma que cuanto más tiempo pasa, más la "sagrada Tradición" encuentra una "máxima actual explicitación", que será cada vez más máxima y cada vez más actual en directa correspondencia con el fluir del tiempo.
----------Respuesta: La Sagrada Tradición no es diferente ayer, hoy y mañana, como creen los modernistas, sino que es la misma de ayer, de hoy y de siempre como Cristo: heri, hodie et semper, por cuanto respecta al significado de las proposiciones tradicionales, que sigue siendo siempre el mismo; en cambio (como dice san Vicente de Lerins) cambia y progresa con el tiempo nuestra comprensión de este mismo significado; y en tal sentido se da un desarrollo de la Tradición y, por tanto, del mismo dogma, lo cual no tiene nada que ver con la concepción modernista del progreso dogmático, inspirada no por el Lerinense, sino por Hegel. Hay que decir además que tal comprensión no mejora de modo automático con el simple pasar del tiempo, como las manzanas que maduran a la luz del sol o como las uvas maduran estos meses de verano, sino gracias a la oración, al estudio perseverante y al esfuerzo mental de todos los fieles, con la asistencia del Espíritu Santo, en particular gracias a las indagaciones de los teólogos aprobadas por el Magisterio de la Iglesia.
----------Objeción 8: Otra objeción lefebvriana: Este concepto (=la evolución de la Tradición, ver n.6) es uno de aquellos directamente tomados prestados del mundo moderno, según la enseñanza del Vaticano II: cada tiempo tiene su verdad. Una verdad que de algún modo tiene sus raíces en la oscuridad precedente y que encuentra su "máxima actual explicitación" sólo en el hoy de esta misma verdad. De hecho, un concepto un tanto críptico, pero que en última instancia explica que la "sagrada Tradición", que es la transmisión de la única enseñanza de Jesús, evoluciona con el tiempo, de modo tal que el "hoy de la Tradición" puede diferir continuamente del ayer de la Tradición en espera de que difiera ulteriormente en el mañana de la Tradición.
----------Respuesta: No sostengo en absoluto que la verdad de fe de hoy surja de una no mejor definida precedente "oscuridad", sino de un precedente menos perfecto conocimiento de la misma verdad. Por otra parte, está claro que la primera iluminación surge históricamente de la oscuridad, pero ahora la Iglesia desde hace dos mil años está en la luz de la fe. Quienes sostienen el origen del dogma desde la "oscuridad" o desde el "preconsciente" o desde una fantasmática "experiencia atemática preconceptual" son en cambio Rahner, Schillebeeckx y los modernistas, con los cuales yo no tengo nada que ver.
----------Por ende, lo que afirmo es, en cambio, que cada tiempo tiene su verdad en el sentido de que la verdad de fe que percibimos hoy es más clara y más cierta y más precisa que la que percibíamos ayer, no en el sentido de que lo que en materia de fe era verdad ayer sea falso hoy o sea diferente de hoy o viceversa. Esto último sería el evolucionismo modernista condenado por san Pío X en la encíclica Pascendi. El otro modo de cambiar de la verdad corresponde, sin embargo, al proceso normal de la inteligencia humana que progresa en el conocimiento de la verdad. Como he dicho anteriormente, la Tradición de hoy difiere de la de ayer no en relación a los contenidos, sino en relación a nuestra comprensión de la Tradición, por lo cual el estadio al cual ha llegado nuestro conocimiento de la Tradición hoy es más avanzado o superior que el de ayer. En palabras simples: nosotros hoy conocemos mejor y con mayor precisión los mismos datos de la Tradición que ya conocíamos ayer. No existe ninguna ruptura, sino continuidad en el progreso.
----------Objeción 9: Una última objeción que se me formula: Tenemos la impresión de que el crescendo expresado por el padre Filemón, delata la sospecha, suya y de otros que razonan como él, de que Roma pueda realmente cortar la hierba bajo los pies y regularizar unilateralmente la Fraternidad "tal cual es", enviando al traste todas sus profundas consideraciones y destrozando todos los artículos de su blog.
----------Respuesta: Francamente, no creo en absoluto que la Sede Apostólica tenga similares intenciones hacia la FSSPX. Roma es una Madre sabia, paciente, caritativa, justa, y que sabe esperar. Indudablemente, a los hijos obstinados les hace presente su terquedad. Si algunos de estos pretenden corregirla a Ella en lugar de corregirse ellos, no puede evidentemente consentirlo, porque traicionaría el mandato que le ha confiado Nuestro Señor Jesucristo y se haría daño. La Santa Sede, como se ha expresado en varias ocasiones, tiene estima por los grandes valores humanos, morales y doctrinales (piénsese en los dogmas tradicionales y el sacerdocio, conservados en la FSSPX); pero precisamente por eso mismo sufre por la rebelión de estos hijos pertinaces en el error, y por la injustificada obstinación con la cual rechazan las doctrinas del Concilio.
----------Dado que las doctrinas del Concilio Vaticano II no son en absoluto herejías modernistas, como los lefebvrianos suponen, sino desarrollos de la tradicional doctrina de la fe, y dado que la plena comunión con Roma está condicionada por la plena adhesión a la doctrina de la fe, no puedo sino recordar aquí, por enésima vez, las palabras del papa Benedicto XVI: "Queridos hijos, si queréis estar en plena comunión con la Iglesia católica, debéis aceptar las doctrinas del Concilio". No son las doctrinas del Concilio las que tienen necesidad de ser corregidas, sino que el deber de corregirse respecto de estas doctrinas compete a los lefebvrianos, una vez que logren estar convencidos, incluso por los mismos argumentos que les han sido repetidamente ofrecidos por los teólogos fieles al Magisterio, de que Roma tiene razón.
----------En fin, estas son algunas de las cuestiones que pusimos en claro en la tarde del domingo con mi sobrino, quien ahora volverá a darme una mano, al menos para administrar los comentarios y preguntas de los lectores en el foro, que si bien seguiré respondiendo yo personalmente, al menos él hará la moderación inicial, con lo cual me aliviará de un trabajo que ciertamente no es el más agradable de todos.

2 comentarios:

  1. En la misma línea que lo aquí se dice se pronunció con prudencia el P. Iraburu

    https://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/2112271204-668-traditionis-custodes-obed

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  2. Estimado Anónimo,
    le agradezco su referencia. Efectivamente, existen algunos puntos de contacto. Sin embargo, debe usted tener en cuenta la diferente temática: mientras que el artículo por Ud. citado se refiere sólo a traditionis custodes y documentos conexos, mi artículo es, por un lado, más general, pues se refiere a errores generales del tradicionalismo, y, por otro lado, más específico, pues se refiere a las herejías lefebvrianas.

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