lunes, 6 de diciembre de 2021

Cuando un Obispo propone infaliblemente la doctrina de Cristo

Mucho venimos reflexionando en este blog acerca de la autoridad del Romano Pontífice, como Vicario de Cristo, sucesor de san Pedro, Maestro infalible de la Fe, y supremo Pastor de la Iglesia universal, y acerca de la actitud que le compete a cada fiel respecto al Papa. Hoy, sin embargo, nos preguntamos por la autoridad magisterial del Obispo, como maestro de la Fe para su grey diocesana. ¿Cuando es infalible el Obispo?

¿Qué valor de infalibilidad tiene la voz individual de un Obispo?
   
----------Desde hace cincuenta años viene hablándose de crisis en la Iglesia, y ello ni bien se advirtieron los claroscuros de la interpretación y aplicación del Concilio Vaticano II, bajo las manipulaciones de un renacido modernismo, peor que el modernismo de los tiempos de san Pío X, lo cual dió origen a la amarga confrontación entre progresistas y tradicionalistas que todavía perdura. Pero los propios obispos Padres conciliares, autores con y bajo el Romano Pontífice, cum et sub Petro, de las enseñanzas doctrinales y las directrices pastorales del Concilio, han asumido de variado modo su responsabilidad de hacer frente a la crisis.
----------Es cierto que, para cualquier individual Obispo diocesano, la actual crisis y angustia de la Iglesia es una cuestión macroscópica que excede los límites de su diócesis. Pero eso no quiere decir que la crisis, con sus variadas problemáticas, y su mayor o menor grado de gravedad y complejidad de elementos, inhiera también en su diócesis, sometida como está a la influencia de un mundo católico cada vez más globalizado en los últimos decenios. De modo que, en efecto, cada Obispo, en comunión con el Romano Pontífice, en cierta medida es corresponsable de toda la grey de Nuestro Señor Jesucristo, sintiéndose también obligado a la solicitud por todas las iglesias. Al fin de cuentas, la crisis por la que puede estar pasando su diócesis es, sí, de su diócesis, pero también de las demás diócesis, en recíproca y compleja influencia mutua.
----------Por otra parte, debemos tener presente que, cada Obispo, a través de su consagración episcopal, e incluso en razón del mismo nombre que lleva (episcopus, epi = arriba, scopus = observador), ha sido hecho un hombre que debe mirar (scopus) desde lo alto (epi) aquello que ocurre en toda "la familia de Dios" como dice san Pablo (Ef 2,19), indagando su interpretación, para formular un juicio, siendo dócil a la especial gracia de estado por la que es asistido, en servicio de su diócesis y también de la Iglesia universal.
----------Observadores demasiado humanos de la actual situación de la Iglesia, a la cual observan y juzgan más bien solo en su crudo rostro carnal, olvidándose con frecuencia de su rostro sobrenatural, se quejan, con razón o sin razón, de las limitaciones o carencias formativas de tal o cual Obispo que dicen conocer. Tales quejas pueden ser, en muchos casos, justificadas. Sin embargo, se debe tener presente que, aunque un Obispo no posea títulos académicos, es, ex-officio, guardián y maestro de la sagrada doctrina católica, pues el sacramento del Orden episcopal le ha conferido el carisma de la autenticidad. Claro que, para no caer en horribles confusiones, la esencia y el ejercicio de este carisma deben ser rectamente entendidos. Ciertamente, no debe entenderse ese carisma de la autenticidad episcopal en sentido burdamente mágico, pensando ingenuamente que cualquier cosa que diga un Obispo, incluso predicando desde su cátedra de maestro en la iglesia catedral de su diócesis, tenga valor auténticamente católico y deba ser creído por su rebaño diocesano.
----------Ciertamente, cada Obispo, incluso el de la más pequeña diócesis del planeta, y aún incluso el más aislado geográficamente del resto de las diócesis de la Iglesia católica, si está (y se preocupa por estar) en comunión jerárquica con el Papa y con los otros colegas en materia de Fe, entonces concurre a formar el magisterio siempre vivo de la Iglesia. Por lo tanto, cada Obispo es corresponsable de un sagrado "depósito" (1 Tim 6,20, 2 Tim 1,14), es decir, un patrimonio doctrinal común que, tanto si es custodiado fielmente en una diócesis, como si es vulnerado en otra diócesis, es custodiado o vulnerado por todos.
----------Al respecto de esa misión magisterial del Obispo, de custodiar y enseñar ese sagrado depósito que le ha sido confiado, hoy no son pocos los fieles que suplican que la voz de los Obispos se haga sentir con mayor frecuencia, sin dejarse intimidar o confundir o engañar o manipular por el clamor de otras voces no auténticas. Y no me refiero tan sólo a las voces externas a la Iglesia, las voces del mundo, sino que me refiero a voces que surgen del mismo seno de la Iglesia, por ejemplo, de ciertos profesionales de las ciencias sagradas, pseudo-teólogos católicos o pseudo-biblistas católicos, que desde hace décadas vienen pretendiendo construir, como decía san Paulo VI, un "magisterio paralelo" al de los Obispos, cuando no reducirles al rango de simples notarios de sus elucubraciones gnósticas. Lamentablemente, con el paso de los últimos decenios, aquellos verdaderos lobos depredadores del rebaño, han llegado también a ser Obispos e incluso Cardenales, llegando a ocupar los más altos puestos de la estructura eclesial, como netamente se advirtió en los últimos años del pontificado del papa Benedicto XVI, y hoy constituye indudable realidad.
----------Como saben bien los buenos católicos, frente a ese "magisterio paralelo", frente a la crisis de la Iglesia, la voz aislada de un obispo, vale poquísimo; si esa voz hace coro con la de otros, hace mucho; pero si esa misma voz resulta en sintonía con la voz del Romano Pontífice, a quien Jesús ha constituído vicario de su caridad pastoral y maestro universal de su verdad, esa voz vale muchísimo.
----------Dice el Concilio Vaticano II: "Aunque cada uno de los Prelados no goce por si de la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo, cuando, aun estando dispersos por el orbe, pero manteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el sucesor de Pedro, enseñando auténticamente en materia de fe y costumbres, convienen en que una doctrina ha de ser tenida como definitiva, en ese caso proponen infaliblemente la doctrina de Cristo. Pero todo esto se realiza con mayor claridad cuando, reunidos en concilio ecuménico, son para la Iglesia universal los maestros y jueces de la fe y costumbres, a cuyas definiciones hay que adherirse con la sumisión de la fe" (Constitución dogmática Lumen gentium n.25,2).
----------A la vez, de cuanto se desprende de la carta apostólica Ad Tuendam Fidem del papa san Juan Pablo II, y de la Nota doctrinal adjunta, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Magisterio de segundo grado no es sic et simpliciter solo aquel de los obispos esparcidos por el mundo, sino que también puede ser el de cada uno de los obispos en su diócesis, en cuanto, después de un Concilio, aunque dispersos en todo el mundo, enseñan aquello que es doctrina de Fe y de moral según siempre lo ha creído la Iglesia, y también aquello que un Concilio en forma extraordinaria, pero no necesariamente con voluntad de definir, ha enseñado en materia de fe, sumando nuevas visiones a cuanto ya se sabía.
   
La doctrina del Pecado original: doctrina stantis et cadentis christianismi
   
----------Días atrás hablábamos de la doctrina del Pecado original, en ocasión de considerar lo que el cardenal Gianfranco Ravasi enseña sobre tal tema en uno de sus libros (véase mi artículo El pecado original según el cardenal Ravasi). Pues bien, el tema no es de poca monta, ya que debe saberse que el dogma del pecado original es lo que en teología se llama, parafraseando una famosa expresión de Martín Lutero, doctrina stantis et cadentis christianismi; vale decir, la doctrina católica del pecado original es el punto o artículo que hace que la fe cristiana se mantenga en pie o caiga, permanezca o desaparezca.
----------En tal sentido, el luteranismo fiel a Lutero considera que la doctrina luterana de la justificación por la sola fe es el punto stantis et cadentis. En una visión algo más fiel al luteranismo, habría que hablar de las "cinco solas": sola scriptura (solo por medio de la Escritura), sola fide (solo por la fe Dios salva), sola gratia (solo por la gracia), solus Christus o solo Christo (solo Cristo o solo a través de Cristo) y soli Deo gloria (la gloria solo para Dios). Sucedió que durante el período de la reforma, los teólogos protestantes criticaban la teoría tradicional católica de la salvación.​ Lutero llegó a decir que el tema de la justificación era el punto que "hace que la Iglesia se mantenga en pie o caiga" (articulus stantis vel cadentis Ecclesiae) y es la razón por la que el reformador alemán arremetió contra las indulgencias. Quítesele al luteranismo su doctrina de la justificación por la sola fe, por la sola gracia, sin los méritos, y cae todo lo demás.
----------El parangón podría darse con otros cismáticos y herejes, por ejemplo los lefebvrianos. El articulus stantis vel cadentis del lefebvrismo es la fe lefebvriana acerca del carácter diabólico del Concilio Vaticano II y de lo que ellos llaman la "iglesia conciliar", fe que se ramifica en la triple convicción lefebvriana acerca de la invalidez de la Misa de Paulo VI, del modernismo del Concilio Vaticano II, y del modernismo de los Papas del postconcilio. Quítesele al lefebvrismo esos articuli, y cae su andamiaje desde su base, perderían los lefebvrianos su razón de ser, salvo conversión y milagro del Espíritu Santo, divino Agente de la obra ecuménica, en cuya asistencia se sustenta toda la esperanza ecuménica, sea con los protestantes, los ortodoxos y todos los hermanos separados de la plena comunión con la Iglesia católica.
----------Dicho eso, se puede entender mejor que la doctrina del pecado original, precisamente por ser fundamental, es para la Iglesia católica el articulus stantis et cadentis christianismi, y esto es así porque la doctrina del pecado original se diversifica y tiene vínculos con todas las demás verdades de la divina Revelación, y no sólo con las verdades morales reveladas, sino incluso con las teoréticas, de modo que quien quiera exponer la doctrina del pecado original en todas sus relaciones con las otras verdades de fe, debería tomar en consideración todo el conjunto del Credo cristiano. En efecto, y para poner un ejemplo, también la percepción y la contemplación de una verdad tan puramente especulativa como es el dogma trinitario, se vuelve posible, al fin de cuentas, por el hecho de que nosotros hemos sido liberados de la culpa original, aceptando la gracia de la redención que nos ofrece Nuestro Señor Jesucristo.
----------Y si quisiéramos poner otro ejemplo, éste ya de muchísima más actualidad, y punto doctrinal con candente necesidad de ser proclamado hoy "desde los tejados", como decía el padre Héctor Oglietti, la visión cristiana del mal y de los sufrimientos del hombre en el mundo, el sentido de la muerte y, si queremos ser más concretos y actuales, el sentido o las causas o el último significado de la actual pandemia, tiene su explicación radical, su explicación de raíz más profunda, en el dogma del pecado original.
----------Por aquí se entiende, por ejemplo, que los Obispos argentinos (y no sólo los argentinos) vienen haciendo tan poco y nada desde hace casi dos años, por esclarecer a la grey del Señor, el real sentido de la actual pandemia: precisamente porque no predican acerca del pecado original y de sus consecuencias. No es ésta una opinión personal, sino un rotundo dato fáctico. Si el lector lo duda, tómese el tiempo para buscar pacientemente en las webs de las distintas diócesis argentinas, o en la web de la agencia AICA, cuántas referencias existen al tema del pecado original en las homilías y mensajes de los Obispos argentinos, y se llevará no pocas sorpresas: poquísimas referencias a la doctrina de fe definida del pecado original y de sus consecuencias, por no decir ninguna, en la mayoría de la casi totalidad de los Obispos de nuestro país. Pero hay excepciones, y una es la de monseñor Han Lim Moon [n.1955], obispo de Venado Tuerto.
----------En el primer domingo de la Cuaresma, el 21 de febrero del corriente año, predicando mons. Moon sobre las tentaciones de Nuestro Señor en el desierto, además de mencionar repetidas veces la realidad, la acción, la influencia y el poder del demonio durante la vida de Jesús, durante nuestra vida y en el curso de la historia (un tema que también suele evitarse en la actual predicación), comentó que el evangelio de san Marcos 1,12-15, "de manera sintética, presenta a Jesús como el Nuevo Adán que triunfa sobre Satanás, el gran tentador, recuperando la armonía que el primer Adán había perdido por el pecado original".
----------El domingo 22° durante el año, el pasado 29 de agosto, recordando aquello de san Agustín: "¡Señor, nos creaste para Tí, por eso nuestro corazón está inquieto hasta que te encontremos a Tí!", expresó que "en el fondo de nuestro corazón necesitamos encontrar a nuestro padre Dios... Pero para encontrar a Dios el hombre se siente indigno, impuro, justamente por el pecado original y el pecado personal".
----------Y para citar un tercer ejemplo, en la homilía del domingo 27° durante el año, el pasado 3 de octubre, al hablar de un modo muy claro acerca de la herida que causa ese atentado al matrimonio y la familia, además de rebelión a la ley de Dios, que es el divorcio (y hablando de ello, repito, de un modo muy claro, como pocas veces hoy suele hacerse en la predicación corriente) recordó que "en el evangelio Jesús dice, en el principio de la creación, en el plan original de Dios, ‘voy a hacer al hombre y a la mujer para que al unirse sean una sola carne’, no dos. Esta voluntad de Dios, este plan de Dios, no se rompió a pesar del pecado original y del pecado personal, aunque sí dejó muy herida la relación de la pareja el pecado original y el pecado personal, pero la voluntad de Dios para el bien de los dos sigue vigente".
----------Tengo la intención de profundizar en los próximas días acerca de la doctrina del pecado original, articulus stantis vel cadentis christianismi, pero por el momento lo dejo aquí. No sin antes sugerir que, como ya se habrá dado cuenta el atento lector, relacionando esto último que hemos dicho con lo expresado al comienzo de este artículo, monseñor Han Lim Moon, obispo de una pequeña diócesis argentina, se manifiesta aquí como verdadero guardián y maestro de la sagrada doctrina católica, en pleno ejercicio del carisma episcopal de la autenticidad, mientras que no se puede decir lo mismo del cardenal Gianfranco Ravasi, aunque publicara sus ideas gnósticas sobre el pecado original con la más lujosa edición de la tipográfica vaticana.
----------Y permítame el lector terminar este artículo, a modo de avance con lo que vendrá en próximos artículos, con dos luminosas referencias a la doctrina católica auténtica acerca del pecado original:
   
Enseñanzas del papa san Paulo VI
   
----------A continuación extraigo algunos de los pasajes más importantes del discurso del papa san Paulo VI a los participantes al Simposio sobre el misterio del Pecado original, del lunes 11 de julio de 1966:
----------"El misterio del pecado original tiene nexos estrechísimos con el misterio del Verbo Encarnado, salvador del género humano, con su pasión, muerte y gloriosa resurrección, y por tanto, también con el mensaje de salvación confiado a la Iglesia Católica. En realidad, ¿a qué más apunta la acción pastoral de la Iglesia sino a la redención de la humana naturaleza, que, admirablemente creada por Dios todopoderoso en Adán y en él míseramente caída, ha sido por el misericordioso Dios, por la gracia del único Mediador Jesucristo, aún más admirablemente recreada y regenerada a la vida divina?
----------El Concilio Vaticano II no ha pretendido profundizar y completar la doctrina católica sobre el pecado original, ya suficientemente declarada y definida en los Concilios de Cartago (en el año 418), de Orange (en el año 529) y de Trento (en el año1546). Solo ha querido confirmarla y aplicarla de acuerdo con lo que exigían sus fines, prevalentemente pastorales.
----------Convencidos, por tanto, de que la doctrina del pecado original, tanto en lo que se refiere a su existencia y universalidad, como a su índole de verdadero pecado en los descendientes de Adán y a sus tristes consecuencias para el alma y para el cuerpo, es una verdad revelada por Dios en varios pasajes de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, pero especialmente en los textos para vosotros conocidísimos del Génesis 3,1-20 y de la Carta a los Romanos 5,12-19, tened pues sumo cuidado, en el profundizar y precisar el sentido de los textos bíblicos, para ateneros a las normas imprescriptibles, que surgen de la analogia fidei, de las declaraciones y definiciones de los Concilios antes recordados, de los documentos emanados por la Sede Apostólica. De tal modo vostros estaréis seguros de respetar: 'id quod Ecclesia Catholica ubique diffusa semper intellexit', es decir, el sentido de la Iglesia universal, docente y discente, que los Padres del II Concilio de Cartago, que se ocupó del pecado original, contra los pelagianos, consideraban 'regulam fidei' (can.2).
----------Es evidente, por lo tanto, que os parecerán irreconciliables con la genuina doctrina católica las explicaciones que del pecado original dan algunos autores modernos, los cuales, partiendo del supuesto, que no ha sido demostrado, del poligenismo, niegan, más o menos claramente, que el pecado, de donde es derivada tanta coluvie de males en la humanidad, ha sido ante todo la desobediencia de Adán 'primer hombre', figura de aquel futuro (Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, n.22; cf. también n.13) cometido al inicio de la historia. Por consecuencia, tales explicaciones ni siquiera concuerdan con la enseñanza de la Sagrada Escritura, de la Sagrada Tradición y del Magisterio de la Iglesia, según el cual el pecado del primer hombre es transmitido a todos sus descendientes no por vía de imitación sino por propagación, 'inest unicuique proprium', y es 'mors animae', es decir, privación y no simple carencia de santidad y de justicia incluso en los recién nacidos (cf. Concilio Tridentino, Ses. V, can.2-3).
----------Pero también la teoría del evolucionismo no os parecerá aceptable en el caso que no concuerde decididamente con la creación inmediata de todas y cada una de las individuales almas humanas por Dios, y no considere decisiva la importancia de que para el destino de la humanidad ha tenido la desobediencia de Adán, protoparente universal (cf. Conc. Trid., sess. V, can.2). La cual desobediencia no deberá pensarse como si no hubiera hecho perder a Adán la santidad y la justicia en las cuales fue constituido (cf. Conc. Trid., Ses. V, can.1).
----------Estas son, Hijos queridísimos, las reflexiones y las exhortaciones que hemos creído oportuno dirigiros al inicio de vuestro Simposio. En la luz del universal Salvador, prometido para consuelo y esperanza a los primeros progenitores inmediatamente después de su falta, vosotros indagaréis el abismo de la humana malicia cavada por el pecado original, que ha tenido en Jesucristo su triunfal reparador, ya que: ubi abundavit delictum, superabundavit gratia per Iesum Christum Dominum nostrum (Rom 5,20-21)".
   
Enseñanzas del papa Francisco I
   
----------A continuación, algunos pasajes de la reflexión del Santo Padre antes del Ángelus en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, el martes 8 de diciembre de 2020:
----------"La fiesta litúrgica de hoy celebra una de las maravillas de la historia de la salvación: la Inmaculada Concepción de la Virgen María. También ella fue salvada por Cristo, pero de una forma extraordinaria, porque Dios quiso que desde el instante de la concepción la madre de su Hijo no fuera tocada por la miseria del pecado. Y por tanto María, durante toda su vida terrena, estuvo libre de cualquier mancha de pecado, ha sido la 'llena de gracia' (Lc 1,28), como la llamó el ángel, y disfrutó de una singular acción del Espíritu Santo, para poder mantenerse siempre en su relación perfecta con su hijo Jesús; es más, era la discípula de Jesús: la Madre y la discípula. Pero el pecado no estaba en Ella.
----------En el magnífico himno que abre la Carta a los Efesios (cfr. 1,3-6.11-12), San Pablo nos hace comprender que cada ser humano es creado por Dios para esa plenitud de santidad, para esa belleza de la que la Virgen fue revestida desde el principio. La meta a la cual estamos llamados es también para nosotros don de Dios, el cual -dice el apóstol- nos ha 'elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados' (v.4); eligiéndonos de antemano (cfr. v.5), en Cristo, para estar un día totalmente libres del pecado. Y esta es la gracia, es gratis, es un don de Dios.
----------Y lo que para María fue al inicio, para nosotros será al final, después de haber atravesado el 'baño' purificador de la gracia de Dios. Lo que nos abre la puerta del paraíso es la gracia de Dios, recibida por nosotros con fidelidad. Todos los santos y las santas han recorrido este camino. También los más inocentes estaban marcados por el pecado original y lucharon con todas las fuerzas contra sus consecuencias.
----------La belleza incontaminada de nuestra Madre es inimitable, pero al mismo tiempo nos atrae. A Ella encomendémonos, y digamos una vez para siempre 'no' al pecado y 'sí' a la Gracia".

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