Como lo he prometido, iniciamos hoy una serie de notas acerca de la teología del pecado original, a partir, naturalmente, del dogma católico; pero deteniéndonos con especial atención en las concepciones heterodoxas que lamentablemente se han venido difundiendo en la Iglesia en las últimas décadas.
No planteamos aquí debates que pongan en duda el dogma
----------No busque el lector en la serie de notas que aquí iniciamos la repetición de un falso debate que no tiene sentido en el ámbito católico. Ponernos a debatir aquí, como ocurrió en el 2012 en un congreso organizado en Roma en conmemoración del cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, si el pecado original es un hecho histórico o si es un mito, no tiene ningún sentido entre católicos. Basta recordar la solemnidad litúrgica que celebraremos mañana, o basta con citar la antiquísima jaculatoria que exclama: Virgen concebida sin pecado original, o basta con repetir el tradicional saludo tan presente también en nuestro folklore popular de raigambre cristiana: Ave María purísima, sin pecado concebida, para que sepamos discernir donde está la fe católica. Como lo recordábamos en el artículo de ayer, el dogma del pecado original, tal como desde hace dos mil años lo viene enseñando y esclareciendo cada vez más el infalible Magisterio de la Iglesia, es la doctrina stantis et cadentis christianismi; vale decir, la doctrina católica del pecado original es el punto o artículo que hace que la fe cristiana se mantenga en pie o caiga, el punto que hace que la fe católica permanezca o desaparezca. No plantearemos debates que no pueden darse en ámbito católico, sólo intentaremos explicar la doctrina auténtica e individuar las concepciones hetetodoxas del pecado original.
----------En el mencionado congreso en Roma de hace casi una década atrás, participó entre otros el conocido periodista, político e intelectual italiano Raniero La Valle [n.1931], quien durante el Concilio dirigió el periódico L'Avvenire d'Italia. En su intervención, La Valle dijo que "en su narración de la fe, el Concilio no ha propuesto de nuevo la doctrina punitiva del pecado original, en la forma como se presenta en los catecismos; esta doctrina estaba en el esquema preparatorio de la comisión doctrinal, pero el Concilio la soslayó"; y esto "no es un olvido, es una hermenéutica". Por lo tanto, a La Valle le resulta "evidente cómo el Concilio, obviando el mito del paraíso terrenal, se ha puesto a la escucha del 'sensus fidei' del pueblo de Dios". Según el "católico progresista" La Valle (habría que decir mejor: modernista), haciéndose eco de las ideas de la escuela de Bolonia, desde los años del Concilio el pueblo cristiano le habría dado la espalda al dogma sobre la realidad del pecado original, cosa que en cambio no habría hecho "el sucesivo Catecismo de la Iglesia Católica de 1992", el cual "vuelve a exhumar esa doctrina, signo de una jerarquía resistente al Vaticano II".
----------Por su parte, Vito Mancuso [n.1962], de quien ya hemos hecho referencia repetidamente en este blog, rechaza abierta y drásticamente la doctrina del Magisterio acerca del pecado original, en cuanto sería, según él, "un auténtico monstruo especulativo y espiritual, el cáncer que Agustín ha dejado en herencia a Occidente". El sólo hecho de que personajes como Mancuso (y hay muchos) sigan teniendo renombre en los ambientes intelectuales y académicos católicos, y puedan difundir sus herejías con total impunidad, sostenidos desde las cimas de la estructura eclesial, pone de manifiesto el núcleo de la crisis que desde hace décadas aqueja a la Iglesia, y vuelve urgente la necesidad de repristinar la fe en el pecado original.
----------Particular atención merecerá en esta serie de notas el ex prior de la comunidad de Bosè, el hermano Enzo Bianchi [n.1943], para el cual "el pecado original no consiste en un acto de Adán y Eva que ha causado la ruina de todos nosotros, sino en el hecho que cada uno de nosotros, llegando a la vida, descubre que el mal está ya presente en la escena de la vida, en sus relaciones con las cosas y los otros". Bianchi no vacilla en llamar "mito" al pecado original, y afirma que "hoy ninguna Iglesia cristiana ve en la historia de Adán y Eva el motor de un mecanismo perverso por el cual el pecado se hereda sin culpa ninguna".
----------Pero, como ya he adelantado que haríamos en las primeras notas de esta serie, detengámonos un poco más serenamente en las ideas de Enzo Bianchi acerca del pecado original...
Enzo Bianchi y el pecado original en el cuadro de una disolución
----------Respecto al prior emérito de la comunidad de Bosè, ya hemos publicado varias notas en este blog, particularmente a raíz de las medidas disciplinarias que la Santa Sede ha irrogado sobre él. Por cierto, las recientes medidas del Santo Padre hacia Enzo Bianchi, implican un mea culpa de evidentes errores pastorales cometidos en años recientes por la Santa Sede respecto al ex prior de Bosè. ¿Hace falta recordar que hace apenas tres años Bianchi era figura destacada en el Sínodo de la Juventud, y que arribaba al Sínodo habiendo apenas terminado la predicación de los ejercicios espirituales al clero en Ars?
----------El vértigo de las noticias a que nos someten hoy los modernos medios y redes de comunicación, a poco que no estemos atentos para liberarnos de su esclavitud, nos hacen pasar por alto muchas cosas graves, y esta habitual "distracción" nuestra debe ser indudablemente obra del demonio. Por eso es útil recordar aquí que inmediatamente de predicar al clero mundial en Asís, el hoy sancionado y expulsado de su comunidad Enzo Bianchi, llegaba al Sínodo del 2018 para repartir perlas preciosas de su propia cosecha en plena era de la así llamada "revolución epocal", explicando en primer lugar a los periodistas que en aquel Sínodo existía "una gran libertad de intervención que no he experimentado en los sínodos anteriores".
----------En aquellas primeras declaraciones periodísticas al llegar al sínodo en Roma, Bianchi omitía, obviamente, precisar que esa "libertad" de la que él alardeaba, recordaba mucho a la "libertad" del período del terror de Maximilien Robespierre [1758-1794] durante la Revolución Francesa, dado que todos aquellos que durante el actual pontificado han planteado de diversas formas y libremente objeciones, o han sido destituidos de sus oficinas de la curia, o despedidos sin motivo, o dejados en su puesto pero totalmente privados del ejercicio de sus funciones, o bien han muerto de grave aflicción, como el fallecido cardenal Carlo Caffarra [1938-2017]; y son claroscuros signos de un pontificado que no ha podido mantener el equilibrio de un prudente gobierno que pueda servirse, en recta justicia, tanto de la misericordia como de la severidad.
----------Esperemos que el saludable castigo disciplinar que ahora viene recibiendo Bianchi lo esté haciendo recapacitar, pero todo hace suponer que hace tres o cuatro años atrás, quizás el prior de Bosè ignoraba que en el mundo los crímenes y las peores injusticias, paradójicamente se han llevado a cabo precisamente en nombre de los pretextos de libertad. Su permanente emblema sigue siendo la noble Marie-Jeanne Roland de la Platière [1754-1783], quien subiendo las escaleras hacia la guillotina dijo: "¡Oh Liberté, que de crimes on commet en ton nom!" (¡Oh, libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!).
----------A diferencia de quien le hablaba de esa "libertad" a los jóvenes en el Sínodo de 2018, quien hoy quiera hablar a los jóvenes en modo creíble, pero sobre todo quien pretenda protegerlos de la obra del demonio que entre el siglo XX y el Nuevo Milenio parece haberse desatado en todos los ámbitos y niveles, debería ante todo invitarlos a huir de las insidias del pecado, no ciertamente a insertar el acrónimo LGBT en el Instrumentum Laboris de aquel Sínodo, para ver cómo sistematizar ciertas nuevas "edificantes" tendencias.
----------Es evidente que nada de todo esto puede ser realizado cuando, para hablar a los jóvenes en 2018, era invitado precisamente Enzo Bianchi, que no solo ha estado especializado en pasar por alto el pecado, sino que, yendo aún más fondo y partiendo de la raíz, Enzo Bianchi termina negando, a través de sus nebulosas interpretaciones, el propio pecado original. En ese punto, todo deviene más o menos lícito más allá del bien y del mal. ¿Y luego se pretende hablar a los jóvenes? Porque a los jóvenes no se les debe ofrecer un Evangelio aguado, diluido, ni un camino fácil, si nos atenemos al menos a cuanto ha dicho muy claro Nuestro Señor Jesucristo: "Entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran" (Mt 7,13-14).
----------Veamos ahora cuál es el concepto de pecado original en este sujeto que era invitado al Sínodo de la Juventud del 2018 apenas habiendo terminado de predicar a los sacerdotes...
Las ideas de Enzo Bianchi ante el espejo del dogma católico
----------Todo el sentido del cristianismo se apoya en la doctrina del pecado original. Si esta doctrina es falsificada, todo el cristianismo colapsa. En efecto, el cristianismo es fuerza divina de salvación del pecado original y de sus consecuencias y retorno de la humanidad a la condición feliz precedente al pecado, con la adición de una muy superior e inimaginable condición, la condición de "hijos de Dios", "hombres espirituales", a imagen del divino Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.
----------La obra redentora de Cristo consiste esencialmente en el liberar a la humanidad de la culpa original y de sus consecuencias: en sanar las heridas, quitar la condena del pecado, la concupiscencia, el sufrimiento, la muerte y la esclavitud a Satanás, dando satisfacción con el sacrificio de la cruz al Padre por nuestros pecados, reconciliándonos entre nosotros y con el Padre y obteniéndonos su misericordia y su perdón, y donándonos la ley y la gracia del Espíritu Santo, que nos vuelve hijos de Dios, herederos de la vida eterna.
----------Está claro, por consiguiente, que es imposible comprender y apreciar la grandeza de la misericordia de Dios Padre, quien por misericordia nos envía a su Hijo inocente a morir en la cruz propter nos et propter nostram salutem, por nosotros pecadores, deudores insolventes, si no se comprende la inmensa gravedad del pecado original y su permanente y actual omnipresencia, origen de todos nuestros pecados y de la miseria, en la cual, por justo juicio del Padre, ese pecado ha arrojado a toda la humanidad.
----------Cristo es el Médico divino, que conoce bien nuestros males, sabe interpretar nuestro desorden, nos muestra las causas y las consecuencias y nos enseña cómo cuidarnos, así como nos enseña el modo y los medios para alcanzar la curación. Jesús ha venido precisamente con el propósito de enseñarnos y revelarnos, a través de la Iglesia, mejor y más allá de cualquier filosofía, cuál es el origen del mal que aflige a la entera humanidad ab immemorabili, mal del cual por si sola la humanidad no solamente es incapaz de liberarse, sino del cual ni siquiera es capaz de comprender plenamente su naturaleza y hacer la diagnosis.
----------Por lo tanto, es falsísimo lo que dice Enzo Bianchi, que la Iglesia no sabe cuál es el origen y el por qué del mal, porque, si así fuera, no tendría modo de eliminarlo, lo cual es absolutamente falso, porque vendria a anular y a hacer vana la obra de la Redención, y convertiría en nulo a todo el cristianismo, o como mucho lo convertiría en un filantropismo al nivel de la masonería o del gnosticismo, donde Jesucristo no es más que un profeta o un gran benefactor de la humanidad, un premio Nobel, que, para sostener la causa de la justicia y de los oprimidos, se mantiene firme contra los oponentes hasta la muerte.
----------La máxima manifestación de la misericordia divina es ciertamente el perdón gratuito de los pecados, pero, según el plan del Padre, explicado por el dogma de la Iglesia, este plan prevé que nosotros colaboremos con nuestros sufrimientos, penitencias y buenas obras en gracia, a la obra sacerdotal y cultual reparadora y expiatoria de Jesucristo crucificado, don precisamente de la misericordia del Padre gracias al cual expiamos nuestros pecados y damos satisfacción al Padre, ofendido por el pecado, reconciliándonos con Él en Cristo y en la Iglesia mediante los sacramentos. Así, la salvación no es sólo don de la gracia, sino también nuestra conquista y premio gracias al mérito sobrenatural de las buenas obras. Negando el valor de los méritos, Bianchi cae en la misma herejía de Lutero. La doctrina del mérito, negada por Bianchi en las mismas huellas de Lutero, es dogmáticamente enseñada por el Concilio de Trento (Denz.1545-1550).
----------Bianchi no comprende que la doctrina, enseñada por el Concilio de Trento (Denz.1511, 1522, 1529), según la cual Dios Padre, indignado y ofendido por el pecado del hombre, exige reparación, y a tal fin envía a su Hijo a ofrecerse en sacrificio sobre la cruz para el rescate por nuestros pecados, no es para nada una falsa interpretación, ya superada, de la obra del Padre y del Hijo, como si se tratara de un Padre cruel y de un Hijo dominado por el padre-dominador, sino que es un dogma inmutable de la fe (véase, sin ir más lejos y sencillamente, el Catecismo de la Iglesia Católica, nn.166-172). Por el contrario, se trata de doctrina bíblica y dogmática, que nos hace comprender la inmensa misericordia y admirable justicia del Padre, que nos dona al Hijo para salvarnos a nosotros, pecadores, glorificando al Hijo junto con nosotros, los cuales a nuestra vez, en el Espíritu Santo, glorificamos en Cristo al Padre (Jn 17). Y en esta sagrada y divina circularidad de una recíproca glorificación se resume todo el misterio de la liturgia cristiana, fons et culmen totius vitae christianae, misterio que, en cambio, se disuelve en la concepción de Bianchi.
----------La doctrina del pecado original, como todas las verdades reveladas, no es fácil de interpretar, y presenta fuertes dificultades a nuestra razón. Además, ella emerge solo de una sabia conexión de pasajes de la Escritura, que van desde el famoso relato genesíaco, al libro de Job, a san Pablo y al Apocalipsis, pasajes que están muy distantes entre sí, cuyo nexo no es inmediatamente visible. Además, esta doctrina, precisamente por ser fundamental, stantis et cadentis christianismi, se diversifica y tiene vínculos con todas las demás verdades morales de la divina Revelación, incluso con las teoréticas, de modo que quien quiera exponer esta doctrina en todas sus relaciones con las otras verdades de fe, debería tomar en consideración todo el conjunto del Credo cristiano. En efecto, también la percepción y la contemplación de una verdad tan puramente especulativa como es el dogma trinitario, se vuelve posible, al fin de cuentas, por el hecho de que nosotros hemos sido liberados de la culpa original, aceptando la gracia de la redención que nos ofrece Cristo.
----------Esta doctrina no es el resultado de una simple exégesis bíblica, sino que ha ido madurando lentamente en la historia y ha sido explicitada y precisada a lo largo de los siglos con el aporte de los Padres, de los Doctores y de los Santos, bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, sobre todo en el Concilio de Orange del 529 (Denz.371-372), y en los grandes Concilios Lateranense IV y de Trento, en los cuales ha asumido una forma dogmática definitiva, que desde entonces no ha sido ya ulteriormente profundizada, ni siquiera por el Concilio Vaticano II, que se limita a asumir la doctrina tradicional. Esta doctrina está hoy consignada en el Catecismo de la Iglesia Católica (nn.396-406). Al mismo tiempo, el dato revelado que ella expresa impulsa a los teólogos a nuevas aclaraciones y profundizaciones, y los empuja a plantearse preguntas siempre nuevas, que conducen a un conocimiento cada vez mejor de la Palabra de Dios.
----------Los progresos de la exégesis histórico-crítica, sobre todo a partir del siglo XIX, han sido de gran ayuda a la Iglesia para corregir ciertas ingenuidades populares, aclarar el género literario del relato genesíaco, la historia de su redacción, las relaciones del hagiógrafo con culturas contemporáneas extra-bíblicas, para separar el núcleo histórico y teológico del revestimiento simbólico y mitológico, para ir más allá de una visión cosmológica evidentemente superada por el progreso científico moderno, sobre todo en relación con los datos de la teoría de la evolución. Han ayudado a la comprensión del dogma del pecado original también los progresos filosófico-teológicos realizados a partir del siglo XIX, sobre todo con el renacimiento tomista promovido por León XIII, los progresos de la metafísica concernientes a la naturaleza del bien y del mal, de la teología natural referentes a la creación del mundo, los progresos de la antropología acerca de la naturaleza del hombre y de la mujer, los progresos de la psicología y de la teología moral sobre la naturaleza del libre albedrío, de la responsabilidad, de la conciencia, del pecado, de la culpa y de la gracia.
----------La oscuridad del dato bíblico, la aparente (sólo aparente) ingenuidad del relato genesíaco (una pareja puesta en un jardín de delicias, tentada por una serpiente a comer un fruto prohibido), su aparente contraste (sólo aparente) con los datos de la ciencia sobre el origen del hombre y su aparente absurdidad, una culpa que se transmite por generación biológica, o de un Dios bueno, que sin embargo permite el mal, todas estas dificultades han sido ocasión para que desde siempre la doctrina del pecado original haya sido mal entendida, burlada, menospreciada, falsificada o rechazada de diversos modos.
----------Pues bien, en el párrafo inmediatamente anterior planteamos una serie de cuestiones, interrogantes, aparentes contradicciones y contrastes con la ciencia; se trata de preguntas que necesitan respuestas. Si el lector me acompaña, en las próximas notas de esta serie intentaré dar razonable respuesta a todas ellas.
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