sábado, 11 de diciembre de 2021

El pecado original (5): Intentemos su esclarecimiento teológico

Que algunos ángeles pecaron, es dogma de fe; que todos los hombres descienden de nuestros primeros padres, es doctrina unánimemente cierta; que nuestros primeros padres vivieron en un estado de justicia y santidad, es dogma de fe; que los primeros hombres pecaron gravemente conculcando un precepto impuesto por Dios, es dogma de fe; que todos los hombres que, por vía de generación natural descienden de Adán (excepto la Madre de Dios) vienen al mundo manchados por la culpa del pecado original, es dogma de fe; que el pecado original tiene como consecuencia la privación de la gracia santificante, es dogma de fe; que quien muere con el pecado original no puede ser admitido a la visión de Dios, es dogma de fe. Todos estos son sólo algunos de los artículos de nuestra doctrina de fe que se relacionan con la temática que en esta serie estamos considerando. Pero, con la ayuda de la reflexión teológica, tratemos de lograr un mayor esclarecimiento.

¿Cómo se produce la transmisión de la culpa original?
   
----------El dogma del pecado original hace entender que los hombres están unidos y son corresponsables en el actuar moral en la unidad de la naturaleza humana mucho más que en la más estrecha colaboración entre los individuos. A esta doctrina paulina de la solidaridad de los hombres en el pecado corresponde la otra profunda doctrina paulina de la unión de los fieles como miembros del Cuerpo místico de Cristo.
----------Ciertamente no es fácil comprender cómo un estado del espíritu, cual es el estado de culpa, pueda pasar de padre a hijo sobre la base de la generación biológica, que es un hecho material. Parecería una dependencia del espíritu respecto de la materia y por lo tanto del tiempo.
----------Tratemos, entonces, de esclarecer lo que sucede. Ante todo, digamos que el alma de los genitores, aunque purificada por el Bautismo, sigue siendo capaz de transmitir a la prole la mancha de la culpa original. En efecto, la culpa ha sido cancelada en la persona de los padres o genitores, pero permanece en ellos en cuanto miembros de la naturaleza humana caída, porque recordemos que la culpa afecta a la naturaleza antes que al individuo. Pues bien, cuando el hijo ha sido concebido, Dios crea su alma, de por sí incontaminada, porque ha salido de las manos de Dios. Por la otra parte, el cigoto, la primera célula del nuevo individuo, está formado por los padres o genitores contaminados por la mancha original.
----------En este punto, el alma del hijo, animando el cigoto contaminado, se contamina por la culpa original, la cual, aunque cancelada en la persona de los genitores bautizados, permanece en la naturaleza humana que viene transmitida al hijo, y de esta manera, el hijo viene contaminado en su persona a través de la naturaleza. Recibiendo el Bautismo, la culpa viene cancelada en la persona, pero permanece en la naturaleza, de modo que la culpa puede ser transmitida a la prole. Y el ciclo recomienza.
----------Ahora bien, cabría preguntarse, con toda lógica, lo siguiente: ¿cómo hace un accidente espiritual como lo es la culpa, accidente hecho de por sí para subsistir en una sustancia espiritual, es decir, en el alma, para contaminar una sustancia material, aunque sea viviente, como el cigoto? A eso se responde diciendo que: la culpa original no contamina el cigoto en cuanto sustancia material, sino en cuanto animado por el alma espiritual, que acaba de ser creada buena por Dios, e infundida en el cigoto.
----------En cuanto a la culpa, siendo, como se ha dicho, un accidente espiritual, está claro que no viene a subsistir en el cigoto, en cuanto sustancia material, sino que subsiste desde el alma de los genitores, a causa del acto generativo por ellos cumplido (per genarationem, dice el papa Pío XII en Humani generis), pasa o traspasa o, para usar el término del Concilio de Trento, viene "transfundida" en el alma del hijo. De tal modo este contrae la culpa, por lo cual, para liberarse de ella, tiene necesidad del Bautismo.
----------Otra pregunta que tiene sentido hacerse en teología: ¿cómo hace un acto generativo, que es un acto material, para transmitir un accidente espiritual como la culpa original? ¿Acaso no es cierto que se necesita el espíritu para causar algo espiritual? A esto se responde diciendo que: el acto generativo no contiene la culpa, porque, siendo un acto material, no puede ser sujeto de un accidente espiritual.
----------Por este motivo, no es ese acto físico, propiamente, el que viene a comunicar la culpa al alma del hijo, sino que es el acto generativo en cuanto causa instrumental del acto voluntario, con el cual los padres han cumplido el acto generativo. La causa propia y per se de la transmisión de la culpa originaria no es el acto generativo como tal, sino que es el acto generativo en cuanto causado y querido por la voluntad de los genitores, por lo cual aquí queda a salvo el principio de que sólo un acto del espíritu puede causar un efecto espiritual, en este caso específico la culpa original en el alma del hijo.
----------Una última pregunta que habría que plantear acerca de este tema específico de la transmisión de la culpa original: si la presencia de la culpa original depende, sí, inmediatamente de un acto físico, pero al fin de cuentas de la voluntad de los padres, y si es cierto que la voluntad puede querer o no querer un efecto dependiente de ella, los genitores ¿no podrían negarse a transmitir al hijo la culpa original?
----------A tal pregunta, respondo diciendo que: la transmisión de la culpa original depende, claro que sí, de la voluntad de los genitores, pero no de su voluntad personal, sino de su voluntad como voluntas naturae, siendo la culpa original un peccatum naturae (como dice santo Tomás de Aquino). La voluntad personal de los padres, por lo tanto, no puede hacer nada contra esta transmisión, porque la transmisión de la culpa no es efecto de su voluntad personal, sino de la voluntas naturae que es la voluntad de la naturaleza caída, común a todos los hijos de Adán, que actúa independientemente de la voluntad del individuo.
   
¿Cómo Nuestra Señora ha podido estar exenta de la culpa original?
   
----------Si Nuestra Señora, la Santísima María, ha sido concebida sin mancha original, esto, como lo expresa claramente el dogma de la Inmaculada (Pío IX, 1854), no ha sido debido al hecho de que sus padres no han querido transmitirle la culpa original, sino que se ha debido a la iniciativa gratuita divina (privilegio único de María entre todos los hijos de Adán necesitados de salvación) para salvar a María en previsión a los méritos de su Hijo, dejándola inmune de la mancha maldita, a fin de que, cuando Dios creó el alma de María, esta alma permaneciera pura e inmaculada así como Dios la había creado, sin que el acto generativo de sus genitores hubiera podido mancharla transmitiéndole la culpa original.
----------Por ello, María tuvo el privilegio de poder disfrutar de la misma perfección moral, del mismo estado de inocencia y de la misma santidad y justicia de Adán antes del pecado. Ella, por lo tanto, también estaba exenta de las consecuencias morales y penales del pecado original.
----------Desde el punto de vista de la conducta moral, María fue exenta de la inclinación a pecar (la "concupiscencia"), que implica una tendencia de la voluntad a desobedecer a Dios y la sujeción del espíritu a la carne, al mundo y al demonio. Por eso Nuestra Señora no cometió nunca ningún pecado, ni siquiera venial. Por ello no tuvo nunca necesidad de hacer penitencia o de ejercitar una vida ascética de corrección de los vicios o para domar los impulsos de la carne, porque todo en ella era armonía, unidad, orden y paz. Por voluntad del Padre y para participar en la obra redentora del Hijo, Ella sin embargo asumió, sin haberlas merecido, sino sólo por amor a nosotros y para darnos ejemplo, algunas consecuencias penales del pecado original, como el sufrimiento, la ignorancia y la muerte, sin que su cuerpo sufriera corrupción.
   
La expulsión del paraíso terrenal
   
----------He aquí, para recordarlo una vez más, el relato del Génesis acerca de la expulsión del Edén: "Entonces Dios expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado. Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida" (Gén 3,23-24).
----------No debemos dejarnos engañar por la ingenuidad de la narración, que nos hace pensar en la parodia de comedia de un cuidador de un jardín señorial, que ahuyenta a dos mocosos, que se han colado furtivamente para pisotear los parterres. Se trata aquí de algo mucho más serio y que escapa a nuestra comprensión actual como hijos de Adán, aunque estemos iluminados por la Revelación.
----------La expulsión de los progenitores del Edén, aunque sea representada por el hagiógrafo como cualquier historia de este mundo, en realidad representa un episodio, sí, histórico, pero de esa historia preternatural, en la cual es necesario insertar el mismo hecho del pecado original. Ser expulsados del Edén, para Adán y Eva, ha significado ni más ni menos que decaer del estado de inocencia al estado de naturaleza caída, para ellos y para toda la humanidad, con la pérdida de la gracia y de los dones preternaturales correspondientes de "santidad y justicia", de los cuales habla el Concilio de Trento (Denz.1511).
   
El espacio. ¿Dónde estaba el Edén?
   
----------Por cuanto respecta a la difícil pero ineludible cuestión de la ubicación del paraíso del Edén, la Sagrada Escritura lo presenta como un "jardín" (Gén 2,8.15; 3,23-24), por lo cual, en una primera consideración, parecería un lugar bastante limitado. Pero evidentemente se trata de una imagen simbólica para representar la tierra y el universo armonizados con el hombre y bajo el pleno dominio del hombre.
----------Por lo tanto, se trata de este mismo universo, pero en una condición de sujeción al hombre y de armonía con el hombre, que ahora, después del pecado, ha venido a menos para ser sustituida por una condición existencial, por la cual el hombre se advierte como infinitamente distante de la perdida posibilidad edénica de dominar el universo, a causa de las incalculables distancias entre los cuerpos celestes y las incalculables energías existentes en los infinitos espacios, energías que, muy lejos de presentarse como utilizables, aparecen más bien sobre todo amenazantes, aunque hay que reconocer con gratitud a Dios que la relación de la tierra con el sol y la luna es satisfactoria, así como es vivible la vida sobre la tierra, residuo éste, modesto pero significativo y alentador, de las condiciones felices del antiguo estado edénico.
   
El tiempo. ¿Cuándo ha ocurrido el pecado original?
   
----------Análogamente a la cuestión del espacio, no debe homologarse la historia de la tierra en la cual vivimos como hijos de Adán con la historia de la creación y del ordenamiento de la tierra, tal como es narrada por el relato del Libro del Génesis: los famosos "siete días" (c.1 y 2,1-14), que termina narrando cómo Dios, después de haber creado al hombre, lo "coloca" (Gn 2,8.15), en el jardín del Edén.
----------La imagen del "jardín", en el caso que no sea rectamente entendida, puede resultar engañosa, porque da la impresión de un lugar delicioso que puede encontrarse en esta tierra, por lo cual ha sucedido que algunos se han preguntado dónde podría estar este maravilloso jardín. ¿Estará en Persia? ¿O acaso en India? ¿O quizás en el Tíbet? Son todas preguntas completamente fuera de lugar, porque el Edén no es lo creado como lo experimentamos en esta vida mortal, consecuente al pecado original, sino que es lo creado tal como era en su integridad original, antes de que fuera corrompido por el pecado.
----------Siendo así las cosas, la aparición empírica del hombre sobre esta tierra contaminada por el pecado, aparición verificada o hipotetizada por la ciencia, no debe ser confundida con la aparición ontológica del hombre en cuanto creado por Dios en el Edén, de la cual narra el Libro del Génesis. En efecto, la aparición empírica es la del hombre ya existente y en el estado de naturaleza caída, mientras que la aparición ontológica del hombre en cuanto creado por Dios en el Edén, es un dato revelado, que escapa a las constataciones, a las pruebas, a los controles y a las verificaciones de la ciencia.
----------En cuanto a la antropología filosófica, ella puede demostrar que el hombre es creado por Dios; la filosofía constata el hecho de la corrupción de la naturaleza humana, pero no está en grado, no es capaz, de explicar el por qué originario y las causas primeras de tal corrupción de la naturaleza. La respuesta viene de la divina Revelación, con la doctrina del pecado original y de sus consecuencias.
   
Una cosa es la aparición del hombre caído y otra cosa es la creación del hombre edénico
   
----------Por otro lado, es necesario distinguir muy bien, cuando nos interrogamos sobre el origen del hombre, el punto de vista de la ciencia del de la fe. Una cosa es si se trata del hombre edénico, objeto de la fe, el hombre en el estado de inocencia, dotado de los dones preternaturales de la sujeción a Dios, de la inmortalidad, de la impasibilidad, de la justicia original, y del pleno dominio sobre la naturaleza.
----------Y otra cosa es la aparición empírica del hombre en el pasado, que es la aparición del hombre pecador, objeto de la ciencia, hombre caído del estado edénico y privado de los dones preternaturales. Se trata de ese origen empírico del hombre, que es establecido o hipotetizado por la paleoantropología en base a los registros fósiles, que demuestran una cierta semejanza del hombre con el simio.
----------Mientras que la aparición ontológica del hombre narrada por la Sagrada Escritura ocurre en el "sexto día", es decir, al término de la obra creadora del universo y de una larga evolución cósmica, que prepara la creación del hombre, la aparición empírica del hombre ocurre también al término de una larguísima evolución similar a la precedente, estudiada por la ciencia, con la diferencia de que, mientras la historia natural investigada por el científico es la historia de la naturaleza corrompida por el pecado, la historia del la tierra narrada por el Libro del Génesis es objeto de fe y es la actuación en el tiempo pasado del plan divino original de la creación del mundo, que culmina en la creación del hombre.
----------La evolución de los vivientes estudiada por la paleontología se asemeja al relato bíblico de los "seis días" de la creación, con la diferencia de que mientras la ciencia estudia la evolución de una naturaleza caída después del pecado o a causa del pecado, la Biblia nos narra una evolución incontaminada por el pecado. En entrambos se nota una evolución ascendente desde el simio al hombre.
----------La ciencia, indagando sobre los estratos geológicos a partir de los que pertenecen a hace millones de años, se ha dado cuenta de que efectivamente existen rastros fósiles de simios, que con el pasar a los estratos más recientes, tienen morfologías, que se avecinan gradualmente a la forma empírica de la especie humana. Se ha constatado por otra parte que en los estratos sucesivos, incluso más recientes, comienzan a aparecer rastros de vivientes, pero acerca de los cuales, dada la escasez de los datos, siempre con aspectos simiescos, no es fácil, o es frecuentemente imposible, saber si se trata de simios o de hombres.
   
Crítica sumaria del evolucionismo darwiniano
   
----------Llegados a este punto, se impone la necesidad de dar una valoración a la famosa teoría darwiniana del origen de la especie humana por evolución desde especies simiescas precedentes. Como es bien sabido, el naturalista inglés Charles Darwin [1809-1882] sostenía que el hombre deriva del simio. Y hasta aquí la cosa no es metafísicamente imposible, a condición de que, sin embargo, entre la especie simia y la especie humana no se quiera sostener, como sí en cambio hace Darwin, la posibilidad de un animal que no sea ya mono, pero que no sea todavía hombre, un animal intermedio entre el simio y el hombre. Sería aquello que ha sido llamado popularmente el "eslabón perdido", o sea, el "enlace de conexión" o "eslabón de conjunción". Pues bien, esto es algo metafísicamente imposible, o sea: absolutamente imposible.
----------En efecto, el alma humana no puede ser el término de una precedente evolución, en cuanto que dicho término supone un sujeto que, desarrollándose o progresando, ha dejado una forma empírica inferior para adquirir una forma empírica superior, como sucede con el niño, que se convierte en hombre adulto. Pero aquí tenemos un sujeto el cual, manteniendo la misma identidad sustancial, se perfecciona al llegar al término de su desarrollo específico. Por otra parte, son hoy bien conocidos los cambios de especies empíricas naturales o artificiales en el campo tanto de la vida vegetativa como de la vida animal.
----------Pero el caso del hombre es absolutamente diferente al de los vivientes no humanos. La especie humana no es una especie empírica, sujeta a mutaciones. En el caso de los seres vivientes inferiores al ser humano, existe verdaderamente una evolución de las especies, de una especie a otra especie, porque evolucionan sobre la base de una especie ontológica, que permanece desconocida para nuestro conocimiento experimental, y subyacente al grupo de especies empíricas en las cuales se manifiesta.
----------La especie humana, por el contrario, es una especie ontológica, absolutamente inmutable, porque la forma que la pone en esta determinada especie, que es la especie humana, es una forma sustancial, que toca el ser, más allá del devenir. El alma humana, no es producida por generación, como las almas inferiores, que emergen de la materia, sino por creación, directamente de Dios. Es creación que no puede ser a medias o imperfectamente. O está toda entera de inmediato y para siempre o no está.
----------Es evidente, sin embargo, que el hombre, en cuanto compuesto de un cuerpo material, tiene también un aspecto empírico, como si fuera un animal cualquiera, es decir, un cuerpo similar al de un animal. Pero su alma espiritual no puede ser el resultado último de la evolución de un precedente sujeto material, porque el alma humana no es un compuesto de materia y forma, sino que es una pura forma sustancial simple, subsistente por sí e inmaterial, es decir, espiritual e inmortal.
----------Del alma del animal al alma humana, por consiguiente, no puede darse una continuidad evolutiva sin solución de continuidad ontológica, como para las almas inferiores, sino que hay un pasaje discontinuo, un neto desnivel, un desprendimiento o salto ontológico, como del no-ser al ser. En ninguna especie de simios se puede dar un alma que tienda a superarse a sí misma o trascender ontológicamente para ascender o desarrollarse hacia un alma humana, como si fuera el vértice o la cúspide de la escalada. El alma inferior no puede devenir superior y el alma superior no puede provenir de la inferior, sino solo de Dios.

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