jueves, 2 de diciembre de 2021

Emblemas del post-concilio

¿Cuáles han sido los frutos del Concilio Vaticano II y, sobre todo, de una de sus prioridades: la labor ecuménica? Una pregunta de no fácil respuesta, la cual, para intentar alcanzar objetividad necesita no sólo de la colecta de muchos datos fácticos, sino sobre todo de serenos y desapasionados análisis objetivos, junto a muy precisas distinciones. ¿Cuáles pueden ser tomados como emblemas del ecumenismo post-conciliar?

Ante todo, un recuerdo de Monseñor Antonio Livi
   
----------Uno de los más importantes libros de monseñor Antonio Livi [1938-2020] ha sido su obra epistemológica de madurez: Vera e falsa teologia. Come distinguere l’autentica 'scienza della fede' da un’equivoca 'filosofia religiosa' (editorial Leonardo da Vinci, Roma, 2012), que ya ha tenido varias ediciones. Leí aquel texto del ilustre teólogo de la Pontificia Universidad Lateranense, ni bien se publicó, y pocas veces me he sentido tan poco arrepentido de consentir a mi incorregible avidez de lector. Desde entonces, aquel libro de uno de los grandes pensadores tomistas de nuestro tiempo es de los que más consulto.
----------Hace un par de meses escribí un artículo sobre Verdadera teología y falsa teología, en el que buena parte de las ideas están tomadas de Verdadera y falsa teología. Cómo distinguir la auténtica ciencia de la fe de una equívoca filosofía religiosa. Mons. Livi desarrolla en esa obra un poderoso ataque contra los errores de la teología contemporánea. Con verdadera parresía evangélica el ilustre teólogo romano da nombres y apellidos sabiendo bien lo que dice y cuáles podían ser las consecuencias: la de la condena y la del desprecio por parte de la contemporánea inquisición modernista, diferente de la inquisición medieval por el hecho de que mientras la medieval se apoyaba en la verdad, la contemporánea se apoya en el error.
----------El puntual y detallado examen de mons. Livi sobre lo que en la actualidad se denomina "teología", y la mayoría de las veces descriteriadamente, está contenido en ese libro, que es un análisis fundado en rigurosos fundamentos teóricos y plenamente fiel al Magisterio de la Iglesia. Creo que el libro debería ser obra de cabecera para todo profesor o alumno de la cátedra de Introducción a la Teología en cualquier seminario católico, porque brinda un criterio más que útil para distinguir los hongos sanos de los venenosos.
----------Pues bien, en el cuadro de aquella valiente acción contra los ídolos de nuestro tiempo, como parte de esa batalla iniciada con el mencionado libro, mons. Livi también llevó adelante en la última década de su vida una severa crítica hacia la famosa Comunidad de Bosè, y en particular hacia quien fuera su Prior, el "monje" Enzo Bianchi, acusando a dicha comunidad y a su líder de realizar un "catolicismo", que en realidad, con el pretexto del ecumenismo, se ha dejado corromper por los errores protestantes, hasta el punto de asumir incluso tendencias "gnósticas" o al menos relativistas y secularistas. No puedo sino ver una señal confirmativa de la corrección de estas críticas de mons. Livi a la Comunidad de Bosè en la sanción que el papa Francisco impusiera a Enzo Bianchi el año pasado, y a la cual me referí en una serie de notas.
   
Dos emblemas del post-concilio
   
----------Aquella "buena batalla" de mons. Livi me da la pista para intentar una comparación que me parece significativa entre Bosè y el movimiento de Medjugorje, ambos nacidos indudablemente en el clima del ecumenismo conciliar, pero con un enfoque o impostación muy diferente: Bosè, con la permanente insinuación en torno al equívoco y al compromiso, en la alardeada convicción de ser la línea de avanzada o vanguardia del progreso posconciliar, Medjugorje, en la humilde y plena fidelidad a la Iglesia Católica, Medjugorje, fuente copiosísima de frutos espirituales en la línea del verdadero ecumenismo enseñado por el Concilio Vaticano II, cuyo famoso decreto Unitatis Redintegratio se expresa en cierto momento con estas palabras: "Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios" (n.3).
----------En este pasaje fundamental del Concilio radica el factor discriminante decisivo, introducido por el significativo "creemos" que es el signo de las definiciones dogmáticas, discriminante por el cual se puede distinguir el verdadero del falso ecumenismo. Sobre la base de este criterio, se deduce, basándonos en los hechos y en las declaraciones programáticas, que el ecumenismo de Medjugorje es correcto, bien hecho y en línea con el Concilio, mientras que el de Bosè es desordenada mescolanza, inconcluso y, en última instancia, dañoso para las almas, ya sea de los católicos como de los protestantes.
----------El ecumenismo de la Comunidad de Bosè se basa en la falsa eclesiología de Hans Küng [1928-2021]. El defecto del ecumenismo künghiano no es solo el de relativizar los puntos de contraste entre las confesiones cristianas, como si se trataran de simples opiniones que cada uno debe mantener para sí mismo sin proponerlas a los demás, sino que también afecta a las verdades cristianas fundamentales, como por ejemplo los dogmas de la Encarnación y de la Redención, los cuales están concebidos por Küng no según las enseñanzas de los Concilios, especialmente el de Calcedonia (unidad de la "persona", dualidad de las "naturalezas") y el de Trento (redención y sacramentos), reafirmados por el Concilio Vaticano II, sino según el esquema de un protestantismo liberal que, como he dicho repetidamente, se remonta al panteísmo historicista hegeliano, por ende un protestantismo que ni siquiera los protestantes fieles a Lutero están dispuestos a aceptar.
----------Además de esto, existe en Küng y en los ecumenistas que lo siguen, un defecto de método. En efecto, su ecumenismo no comprende (o no quiere comprender) que la enseñanza conciliar, como se desprende claramente del pasaje citado, no pretende en absoluto sustituir o negar la tradicional obra de apostolado, de testimonio y de persuasión encaminada a convertir a los no-católicos a la Iglesia Romana, sino al contrario, enseña un camino para conducirlos a Roma, ciertamente un camino más largo y complejo (precisamente el ecumenismo) pero precisamente por eso más seguro y eficaz, porque está más fundado en la exhibición de pruebas de credibilidad, en gestos de caridad y tolerancia, así como en un mayor respeto por la dignidad personal, por la diversidad, por los valores, por la libertad y por la responsabilidad del no-católico.
   
El falso ecumenismo cuyo emblema es Bosè
   
----------En realidad, el ecumenismo modernista, como el de Bianchi y Bosè, es una trampera para conducir a los católicos, con operación desleal e indolora, y casi que sin que se den cuenta, a convertirse en protestantes, y de la peor especie, hasta el punto del "gnosticismo" o incluso del escepticismo o del nihilismo, manteniendo la etiqueta puramente de católico, como esa botella que conserva la etiqueta con el nombre del mejor de los vinos mendocinos, pero que contiene un crudo y malsano vino de pobre factura.
----------Por otro lado, el ecumenismo modernista, al no creer en verdades objetivas, universales e inmutables, no se propone en absoluto (y esto lo dicen expresamente) convencer o corregir a nadie, sino que quiere dejar a todos, en nombre de la "libertad de conciencia", ortodoxos y herejes, en su convicción, limitándose a un simple -dicen ellos- "encuentro", tal como se hace un encuentro entre Franciscanos y Dominicos o se juntan en un ramo rosas y violetas, para constituir una nueva "Iglesia" donde el Papa es caritativamente soportado como un cristiano cualquiera (un tanto atrasado), a la par de los demás, y todas las confesiones cristianas están fraternalmente federadas entre sí, por más contradictorias que sean las creencias de cada una.
----------Los propulsores del ecumenismo modernista no quieren hablar de "herejes" sino sólo de "diversos" o "diferentes", los cuales evidentemente, en cuanto diferentes, deben ser respetados, porque constituyen la "variedad" y la "riqueza" de los "carismas" eclesiales. Todo un ejército de eruditos historiadores sofistas está empeñado en demostrar sistemáticamente que todos aquellos a quienes la Iglesia en el pasado ha juzgado "herejes", eran en realidad profetas víctimas del autoritarismo romano y, por lo tanto, deben ser rehabilitados como campeones de lo que ellos llaman la nueva Iglesia postconciliar y escatológica. Incluso Bianchi se encuentra hoy entre estos profetas incomprendidos de la Iglesia futura.
----------En todo caso, los verdaderos "marginados" y los realmente "rechazados" (términos con los que suelen llenarse la boca demagógicamente los modernistas), hoy en día vienen a ser más bien esos pocos católicos, no importa que sean santos, teólogos, obispos o Papas, que se atreven a recordar la infalibilidad del bimilenario Magisterio de la Iglesia en la enseñanza de la verdad y en la condena de las herejías. Para estos ecumenistas de la nueva Iglesia, el diálogo es con todos, excepto con estos ​​miopes atrasados, estancados en el Concilio de Trento o de Calcedonia o incluso estancados en el mismísimo Concilio Vaticano II.
   
El ecumenismo bien encaminado, cuyo emblema es Medjugorje
   
----------En cuanto a Medjugorje (fenómeno sobre el cual ya me he referido en otro artículo de este blog, procurando distinguir aspectos positivos y negativos), si bien por una parte es conocido el encuentro que desde hace décadas allí se viene celebrando en nombre de la devoción mariana entre católicos, protestantes, ortodoxos, judíos e incluso no-creyentes en un territorio dividido durante siglos entre confesiones religiosas y en el pasado devastado por el comunismo, por otra parte, todos conocen el clima de caridad y de auténtica religiosidad que domina, estimulado por una cantidad impresionante de hechos prodigiosos y signos celestiales, que confirmarían (in primis) las apariciones de la Virgen y sus mensajes.
----------La historia del Santuario de Medjugorje se remonta al 24 de junio de 1981, y son por todos nosotros bien conocidos esos hechos de iluminación, de confortación, de consuelo, de aliento, de esperanza y, en definitiva, de conversión, para las muchedumbres de millones de personas que desde hace exactamente cuarenta años confluyen en ese bendito lugar tanto sea para la búsqueda de la verdad, de la paz y de la justicia, como sea también necesitados de conversión, de arrepentimiento, de reconciliación y de reparación, en búsqueda de una nueva y más intensa vida cristiana y de comunión plena con la Iglesia.
----------Ahora bien, ¿dónde está todo esto en la Comunidad de Bosè? No digo que allí no haya valores. ¡Pero qué diferencia! Entonces, ¿acaso no estamos ante dos referentes emblemáticos del ecumenismo conciliar? Tanto Bosè como Medjugorje son indudablemente frutos del Concilio Vaticano II, antes del cual sabemos cuán dura, fría y despectiva fue la actitud de los católicos hacia los no-católicos. Desde este punto de vista, tanto Bosè como Medjugorje reflejan el clima del post-concilio, un clima de diálogo y de mutuo respeto. ¡Pero al mismo tiempo con qué diferencia y, digamos también, con qué contraste!
----------En Medjugorje tenemos el ejemplo del camino correcto, en Bosè, salvado el respeto por los lados buenos que siempre existen en toda realidad humana, tenemos el ejemplo que no se debe seguir.

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