Desde que todos leímos por vez primera en el libro de los Números lo sucedido con la burra de Balaam, sabemos que Dios puede valerse de medios insólitos para mostrarnos signos que expresen su Palabra, incluso sirviéndose de las cosas y los acontecimientos que le pueden ser más contrarios a sus planes.
Después de diez años, Castellucci vuelve a ser portada en Milán
----------El director teatral italiano Romeo Castellucci [n.1960] es desde hace años uno de los exponentes del denominado arte vanguardista, no ciertamente para beneplácito y alegría de la Iglesia ni de la fe cristiana. Después de una década, ha vuelto a ser noticia en la ciudad de Milán, con un macabro desfile de esqueletos, que no solo los cristianos, sino todos los ciudadanos de la ciudad de San Ambrosio, no se merecían. Lo menos que puede decirse es que su nueva puesta en escena en el contexto de la Triennale Milano, es un verdadero atentado a la salud espiritual e incluso psíquica de los milaneses, ya bastante tentados a la depresión durante la actual pandemia, que vuelve a golpear estos días dramáticamente a Italia.
----------El evento tuvo lugar en la noche del 20-21 de noviembre pasado. Los ciudadanos de Milán asistieron (algunos a voluntad, otros por fuerza y desprevenidos) a una marcha nocturna de esqueletos y banderas negras que comenzaron a caminar silenciosamente desde el foso del Castillo de Galeazzo II Visconti (o Castello Sforzesco), se dirigieron a paso lento y tétrico a la Piazza del Duomo, pasando por la populosa y comercial via Dante, desviándose hasta el entresuelo de la Estación del Metro Cordusio, arrodillándose frente a la Piazza Mercanti y la Loggia degli Osii, acostándose en el cementerio de la catedral, antes de tomar la ruta de regreso al sitio que había sido punto de partida de esta representación "artística".
----------¿Acaso ha sido una estimulante inyección de confianza y optimismo que las autoridades civiles sintieron la necesidad de darle a la ciudad por obra y gracia del arte vanguardista de Castellucci? Madrid ha recibido también hace poco la visita del director italiano, con otra de sus obras; pero es posible que estas avanzadas esqueléticas no lleguen a nuestras latitudes, y nos libremos de ellas, es de suponer que no porque nuestras autoridades civiles no lo deseen, pues nuestros gobernantes, de un color o de otro, siempre han sido proclives a promover cuanto arte atentatorio a la razón natural y a la fe circule por el mundo.
¿Cuál es el significado de esta representación?
----------Es natural suponer que el director de esta presentación intente que en los espectadores surja la pregunta: ¿qué sentido tiene esto? ¿Cuál es el significado de la actuación de actores enfundados en negro que debieron hacer que otros tantos esqueletos de PVC parecieran vivos? El comunicado de la Fondazione la Triennale di Milano dice: "Un centenar de manifestantes silenciosos marchan en la noche, en el centro de Milán. Son la humanidad del Pasado, han decidido hacer sentir su peso. Estos esqueletos no quieren asustar ni inspirar temor ni, por otra parte, divertir. No quieren nada, en efecto".
----------Ante lo sucedido en la noche del pasado 20 al 21 de noviembre en Milán, no puedo menos que recordar la representación que el mismo Castellucci dirigió en el Teatro Franco Parenti en enero de 2012, van a ser pronto diez años. La pieza se llamaba "Sul concetto di volto nel figlio di Dio" (sobre el concepto del rostro en el hijo de Dios), obra totalmente desprovista de tensión dramática, aunque no ciertamente "una auténtica pistola descargada" como escribió un crítico teatral días atrás, "pero consignada a memoria eterna por la mierda que fue arrojada contra la imagen del Buen Pastor (Jesús) de Antonello da Messina".
----------Nada de eso. En realidad, aquello sucedido hace diez años, no fue en absoluto una "pistola descargada", sino cargada de las peores blasfemias, y fueron muy pocos los católicos que reaccionaron ante la ofensa a Nuestro Señor Jesucristo por parte de Castellucci: sólo algunos jóvenes de movimientos laicales católicos, la voz de algún meritorio teólogo, un par de obispos, el cardenal Cafarra, y pocos más. Pero la mayoría de los obispos italianos permanecieron callados. Aunque no así la Santa Sede, que a través de la Secretaría de Estado del papa Benedicto XVI habló oportunamente, llamando a la serena y firme resistencia.
Aquellas heces sobre el rostro de Jesús
----------Esta nueva representación dirigida por Romeo Castellucci, y el recuerdo de la que dirigió hace una década, y también, casualmente, lo que hace poco escribió monseñor Bruno Forte acerca del lugar de Dios en la presente pandemia: "¿Y el rostro de Dios? ¿Cómo se presenta frente a tanto dolor el Dios que Jesucristo reveló como amor personal?", me llevan a relacionar todo esto con lo que estamos viviendo con la epidemia del Covid. Confieso que lo sucedido en 2012 se me presenta hoy como un símbolo profético de lo que iba a acontecer pocos años después y está sucediendo ahora, en el curso de la actual pandemia, en la que tantos reprochan o se burlan del Dios, y hasta los Pastores atinan solamente a balbucear con voz vacilante y ambigua: "confiemos, ante el dolor, el sufrimiento y la muerte, Cristo está junto a nosotros".
----------Sí, claro que sí, Nuestro Señor Jesucristo está, pero ¿cómo está? ¿Está sólo como aquel gran cuadro del rostro de Jesús de Antonello da Messina hace diez años en el escenario del Teatro Parenti en Milán? ¿Está para terminar recibiendo lo que recibió aquella vez?
----------En aquella obra de hace una década, "Sobre el concepto del rostro en el hijo de Dios" (de la cual, la obra actual no es más que un lógico y previsible corolario), Castellucci fue no solo capaz de esos excesos y de esa audacia que, bien lo sabemos, son habituales en el actual teatro llamado "de vanguardia", sino que llegó a combinar la arrogante impiedad con la obscenidad del "libre pensador", que se considera a sí mismo absolutamente impune, exento de cumplir toda norma, y más allá del bien y del mal.
----------Todo lo cual me motiva para dedicar algunas notas a recordar aquella obra de hace una década, pues quizás el lector alcance a verla como ahora la veo yo, un símbolo de lo que está sucediendo en gran medida hoy con gran parte de la humanidad: esa humanidad que se ha creído lo que en realidad no es, y que le hecha en cara a Dios su equivocación por crear al mundo tal como lo ha creado, olvidándose de que estamos viviendo sólo las consecuencias del pecado original y de nuestros pecados personales.
----------En realidad no sé cuando podré escribir y publicar sobre estos temas, porque ahora se vienen los días previos a la Navidad y deseaba hablar de otras cosas y otros temas más urgentes. Pero ya veremos. Por lo pronto, adelanto ahora algunos breves puntos para la reflexión.
Los esqueletos de la equivocada creación de Dios
----------Castellucci, con esta nueva representación en Milán, el 20-21 de noviembre, ha pasado de las heces de hace una década (aparentemente falsas, de utilería) a esqueletos (falsos, también): o sea que acerca del ser humano, él siempre y solo parece querer hablar del residuo repelente, a fin de dar rienda suelta a su repugnancia por las criaturas y para poder blasfemar contra Dios, quien, según Castellucci, no ha podido montar una creación decente e inmarcesible. La ideología gnóstica del teatro vanguardista de Castellucci requiere un mínimo de indagación, pero el comunicado de la Triennale la vuelve transparente: los esqueletos que deambulan en la noche agitando banderas negras "son la humanidad del Pasado"; vale decir, son los seres humanos de todas las épocas, los cuales, para Castellucci, no son más que el preludio del montón de huesos que dejarán, la verdadera cifra de su ser. Sin embargo, esto es doblemente falso.
----------En primer lugar, el sentido literal de la frase no se corresponde con la verdad: no hay coincidencia entre la humanidad del pasado y la macabra representación de la noche milanesa de fines de noviembre; esta forma de crear confusión entre representación y realidad es muy televisiva, es muy social y mediática; los intelectualoides de la Triennale hubieran podido intentar evitarlo. Y no es cierto ni siquiera en sentido metafórico: la humanidad del pasado es un conjunto de esqueletos todos iguales y todos obviamente privados de rostro por Castellucci y por sus mentores (los responsables de la Triennale); pero en la realidad, solo para permanecer en la condición terrena, la humanidad del pasado vive en nuestras almas a través de sus obras, a través de cada realización material y espiritual (bastaría decir: cultural) que ha hecho habitable la tierra y nos la ha transmitido a nosotros, sus herederos, y vive en nuestra carne porque nuestras células son hijas de sus células, nuestro sistema inmunitario es hijo de todas las pruebas que forjaron el sistema inmunitario de nuestros antepasados (incluida la incorporación de virus en el de ellos y, por lo tanto, en nuestro ADN).
----------En cambio, para la Triennale y para Castellucci, los antepasados "no quieren nada", porque el pasado es nada, es huesos y tinieblas (igual que en las escenas finales de la obra de hace una década). El pasado es: huesos, el presente es: mierda, solo el futuro promete plenitud. En una entrevista del año pasado, Castellucci, en obvia referencia al actual contexto de pandemia, declaraba: "El teatro no desaparecerá nunca, es invencible, está grávido de futuro, no tiene nada que ver con el pasado. Este es el momento de suspensión en el cual se tenza el arco. Pronto llegará una nueva dimensión en la cual la urgencia de los artistas se manifestará con fuerza y claridad". Mientras tanto, los artistas, nos dice Castellucci, están martilleando de todos los modos posibles lo fea y sin esperanzas que es la humanidad equivocada de la creación equivocada de Dios.
La reincidente blasfemia como negocio
----------Quienes han venido siguiendo sus creaciones, saben bien que Castellucci es reincidente en estas puestas en escena que aniquilan el contenido presupuesto. Así, en su obra de 1999, "Genesi, from the museum of sleep", en lugar del conocido relato genesíaco, la historia de Dios que crea amorosamente el universo, tras la cual el hombre comete el pecado original y, por lo tanto, es expulsado del Jardín del Edén, Castellucci opta por otra versión, que es pariente de la versión que encontramos en el gnosticismo, en la cábala, en el esoterismo, o en la filosofía rosacruz, por ejemplo. Precisamente esta es la versión que presentaba Castellucci en 1999, mediante sonidos, performances físicas y espectaculares efectos visuales.
----------Castellucci se basaba allí en las mismas tradiciones gnósticas que inspiraron a artistas como Baudelaire, Antonin Artaud, Peter Brook, etc. Y hay que saber que en aquella versión más tenebrosa del Génesis, el acto creativo no es fruto del amor de Dios, sino de un terrible error divino. El acto de la creación ha sido, por lo tanto, una violenta transgresión contra las leyes del universo. En esta óptica, toda la Creación contiene en sí misma el caos agitado de un proto-universo precedente al acto creativo. No es el Amor lo que reina en el universo, según la visión de Castellucci, sino la Crueldad. No es el hombre quien ha pecado, sino Dios. Todo el arte y el teatro de Castellucci constituyen una historia que narra este acto inicial de violencia primordial.
----------En el teatro de Castelluci, toda la coreografía, la puesta en escena, los sonidos ensordecedores y las luces enceguecedoras, las vocalizaciones azarosas y las combinaciones aleatorias de sílabas sin sentido, abruman y casi aniquilan el contenido literario: vale decir, aniquilan la trama, los personajes, la historia, la palabra portadora de sentido. Los actores profesionales frecuentemente no se distinguen de los sacados de la calle, o de los extras, pues todos llevan idénticas máscaras o uniformes, que los convierten en puros especímenes, como los policías del montaje "Bros" (también representado hace poco en Milán, en Madrid, y en otras ciudades europeas) o los hombres en burkas negros de la noche milanesa de los esqueletos.
----------Sin embargo, a esto se lo llama "teatro de vanguardia": efectivamente, está en la vanguardia del proceso de des-literarización que caracteriza, como han dicho algunos, a la cultura contemporánea, volcada a la generalización, a la de-construcción, a la transformación de las personas en abstracciones filosóficas o políticas. La pasión de Castellucci parece ser el hacer anónimos incluso a quienes tienen nombre.
----------Hace casi diez años, cuando en Milán nos encontramos involuntarios asistentes a "Sul concetto di volto nel figlio di Dio", hubo apasionados manifestantes, jóvenes y adultos, cerca del Teatro Franco Parenti, que pedían a las autoridades cancelar la obra que involucraba la profanación de aquella gigantesca imagen del Cristo de Antonello da Messina. Y hubo también quienes opinaron que aquellos reclamantes solo jugaban el juego del autor, que así podía hacerse pasar por mártir de las pulsiones censuradoras.
----------Pero una vez más, recordando lo que presenciamos en Milán hace diez años, y lo que ha sucedido semanas atrás allí mismo, cabe preguntarse si se deben prestar las calles y monumentos públicos de la ciudad a una actuación que tiene todas las probabilidades de terminar dañando, aún más, la salud mental de sus habitantes. En la actual pandemia, el temor al contagio, el aislamiento producido por el confinamiento, las paranoias sobre el origen del virus, las dudas sobre la seguridad de las vacunas, etc. han hecho todavía más frágil la ya precaria salud mental de decenas de miles de personas afligidas por el estrés de la vida cotidiana en Milán y en infinidad de ciudades, grandes y pequeñas, de Europa y del mundo.
----------Sumar el peso de la lúgubre teatralización nocturna y de todos los tenebrosos elementos que cualquier persona con sentido común puede encontrar en un oscuro fondo depresivo como es el de la personalidad de Romeo Castellucci, sumar todo eso -digo- al incierto equilibrio psíquico de muchos ciudadanos, tiene el sabor de una crueldad gratuita. Típicamente demoníaca.
Estimado Fr. Filemón:
ResponderEliminarcuando se refiere a Baudelaire como inspirado en tradiciones gnósticas, ¿no contrasta con lo que dice el P. Castellani?. En Jauja núm. 10, en la breve nota titulada precisamente "Baudelaire", afirma que
"La Nación publicó el día de la muerte un artículo anónimo que decía murió profi-riendo blasfemias: solemne falsedad, pues el poeta, de Las Flores del mal murió en paz con Dios y los hombres." (...) La verdad es que LAS FLORES DEL MAL son como una Divina Comedia moderna, pero reducida al "Infierno" con atisbos de Purgatorio y relámpagos del Paraíso; un Infierno "interiorizado" (el alma del réprobo) contemplado desde afuera, como el del florentino. "Dante del Boulevard" lo llama Antero de Quental. Es el retratador (no el cantor) del "Universal Pecado", como él decía."
Le agradecería si pudiera abundar en la cuestión, o en todo caso indicarme textos católicos en que se estudie al poeta francés como heterodoxo gnóstico; gracias desde ya.
Aurelio
Estimado Aurelio,
Eliminarle agradezco la referencia de Jauja. Pero no veo por qué lo mio contrasta con lo dicho por Castellani.
No soy especialista en la literatura del padre Castellani (solo he leído todo lo suyo que he encontrado), ni soy especialista en Baudelaire (he leído algunas de sus poesías).
Mi interés siempre ha sido la teología (y por ende, la filosofía); de modo que lo poco que manejo en literatura es funcional a la teología. Si mal no recuerdo, el don Benjamín Benavidez de Castellani dijo algo así: como que a él no le interesaba relatar, sino la inteligencia de la fe, y que la erudición es provinciana.
Pongámonos entonces a salvo de esta última maldición de Castellani: tratemos de que a los mendocinos no nos acusen de eruditos! (a menos que quiera ganarse Ud. una beca en el Conicet allí son casi todos provincianos).
Ahora bien, lo importante es aquí saber lo que es el gnosticismo.
Es importante lo que ha hecho este Papa, al condenar explicitamente al gnosticismo moderno, que básicamente es el idealismo, es Hegel, y todo lo que de él se deriva.
Fíjese que cuando en el artículo yo nombro a Baudelaire, no he dicho que él blasfemara. Para blasfemar de Dios, antes se debe creer en Dios. De modo que no tiene nada que ver con esto el supuesto hecho (no lo discuto) de que Baudelaire "murió en paz con Dios y los hombres". Si se habla del gnosticismo de Baudelaire es porque eso brota de sus escritos, más allá de su fin personal y su relación con Dios.
1) Sobre el gnosticismo (en el fondo identidad del ser y del pensar) escribiré pronto algo, porque considero que es un reconocimiento que hay que hacerle a este Papa. Tal vez, con mis artículos, me pueda explicar mejor sobre esto.
2) Sobre Castellani: lea todo lo suyo (pero no lea a quienes han escrito sobre él). Trate de entenderlo por usted mismo y, sobre todo, individue sus incoherencias, exageraciones y contradicciones. Allí, precisamente donde se ve oscuro, hay miga.
3) Sobre Baudelaire: no soy quien para aconsejarle (de todos modos, leyendo a Castellani encontrará muchas referencias a él en varios de sus libros).
Sobre Castellani: lea todo lo suyo (pero no lea a quienes han escrito sobre él).
ResponderEliminarMedice, cura teipsum!
Entonces no lea a fr Filemón que escribe sobre Castellani.
Estimado anónimo,
Eliminaral responder a Aurelio que debía leer directamente los textos del padre Castellani, y no leer a quienes han escrito sobre él, estoy dando por supuesto que Aurelio me había pedido humildemente un consejo sobre los textos de Castellani (acerca de Charles Baudelaire) y sobre cómo interpretarlos. De ahí que mi primer consejo fue: lea directamente los textos de Castellani. Y no sus intérpretes.
Con ello quiero decir que en razón de lo profusa que ha sido la obra escrita del padre Castellani, y en razón también de su temperamento y de su estilo literario, afectado frecuentemente de énfasis y extremismos, ironías (dobles sentidos) y muchas veces carentes de los necesarios matices, cae literalmente en contradicciones con otros textos suyos; contrastes que (como se lo dije a Aurelio) pueden ser superados por un entendimiento más cabal del sentido de lo que dice Castellani en su a veces tempestuosa forma expresiva.
Leyendo directamente los textos de Castellani, uno puede tener una visión de conjunto y más objetiva de su pensamiento. Una vez lograda esa visión de conjunto, puede quizas recurrirse a intérpretes, también argentinos (aunque algunos de éstos son los que, lamentablemente, han interpretado más fanáticamente a Castellani y han perdido objetividad y respeto por la verdad).
Por supuesto, tiene usted razón: "Medice, cura teipsum! Entonces no lea a fr Filemón que escribe sobre Castellani". Si alguna vez yo escribiera sobre Castellani (cosa que no he hecho nunca, y sólo cito a veces sus frases), lo mismo recomiendo: no me lea a mí, sin antes conocer bien a Castellani.
"Pongámonos entonces a salvo de esta última maldición de Castellani: tratemos de que a los mendocinos no nos acusen de eruditos! (a menos que quiera ganarse Ud. una beca en el Conicet, allí son casi todos provincianos)."
ResponderEliminarPadre Filemon: ¿es mala la erudición? ¿Y, si así fuera, por qué ese desprecio por los investigadores argentinos del Conicet?
Estimado Carlos,
Eliminarla frase a la que me referí como la maldición de Castellani hacia los eruditos, es la siguiente, tomada de Los Papeles de Benjamín Benavídez (Parte 1, capítulo 5): "Lo que me interesa no es relatar, sino interpretar. No soy un profesor de Escritura sino una fe que busca inteligencia. La erudición es provinciana".
Por lo tanto, a su pregunta: ¿es mala la erudición?, respondo: la erudición es solo trabajo de campo, mera recolección de datos, cosa útil como instrumento, y funcional a la tarea ulterior, que es la investigación y captación de la verdad (filosófica o teológica). Pero si la erudición no pasa de ser erudición (aunque sea de crítica bíblica o de crítica histórica), es enciclopedismo banal y está al mismo nivel que el coleccionista de plantas para un herbario o el coleccionista de insectos o de piedras.
Respecto a su segunda pregunta: confirmo lo dicho, es un dato fáctico que la trayectoria histórica de la llamada investigación oficial subvencionada por el Estado argentino, particularmente en el ámbito filosófico (algo que, en mi opinión, jamás debió haber ocurrido en la historia del Conicet), no pasa de ser trabajo de erudición banal, que en muy contados casos es funcional a un ulterior trabajo realmente investigativo, especulativo y sapiencial.
Por supuesto, no es banal para los bolsillos de los contribuyentes, que deben dar de comer con sus impuestos a estos supuestos "investigadores" que nunca lo han sido ni lo serán, si sólo se quedan en erudición.