jueves, 30 de diciembre de 2021

La oración en la actual pandemia: ¿plegaria o blasfemia?

El concepto de oración también se ha visto confundido en estos años de prolongada pandemia. Pero, si por una parte esto, en casos extremos, da testimonio de la impresionante degradación cultural de nuestro tiempo, lamentablemente incluso entre los católicos, es sin embargo, al fin de cuentas, y esto nos puede consolar, la ocasión para sacar a relucir ciertas importantes instancias, para corregir ciertos equívocos, y para eliminar malentendidos muy peligrosos para nuestra vida espiritual y moral.

----------Cierta modalidad de predicación católica de nuestros tiempos lleva a pensar que, en la vida del cristiano "todo debe ser oración". Hay predicadores que, impulsados vaya a saber uno por qué ideas de la espiritualidad laical y de la "contemplación en la acción", en una segunda instancia, llegan a decir que, en la vida del cristiano, "todo es oración". Sin embargo, el sofisma está a la vista: si en la vida de un determinado cristiano "todo es oración", entonces, en la vida de ese determinado cristiano, en realidad, "nada es oración".
----------En semejante predicación (que a propósito he descripto quizás de un modo exagerado) se advierte la actual protestantización que sufre buena parte del catolicismo. Sabemos que para Martín Lutero, Cristo se había convertido en su "justicia" sin que fuera ya necesario que se la procurase él mismo, después de haber sido justificado por la fe-confianza: una justicia mediante las buenas obras ya no era necesaria para él, con lo cual concluyó en su "pecca fortiter et crede firmius". ¡Incluso el pecado es oración!
----------Mis artículos de días atrás acerca del teatro de Castellucci (véanse mis publicaciones: aquí, aquí y aquí), plantean la cuestión de fondo, el debate, el interrogante crucial, del sufrimiento del hombre y de la oración del sufriente, oración que aparentemente Dios no responde. Se trata de una cuestión vuelta a plantear de modo dramático en la actual prolongada pandemia. Cuestión que, lamentablemente, no ha sabido ser solucionada por la predicación de muchos pastores, obispos y sacerdotes.
----------En última instancia, el fondo ideológico del arte de Romeo Castellucci y, sobre todo, aquella blasfema representación teatral de hace diez años, "Il concetto del volto nel Figlio di Dio" (el concepto del rostro en el Hijo de Dios), nos echa en cara, con la inescrupulosidad típica del arte denominado "de vanguardia", la perenne dramática cuestión de la oración que sale de los labios del hombre que sufre, que es incapaz de liberarse por sí mismo del sufrimiento, y que se vuelve a Dios en la esperanza de ser liberado.
----------Los actores, padre e hijo, se vuelven a Dios, representado por una enorme y estupenda imagen del rostro de Cristo permanentemente resaltada, como para significar de tal modo la majestad inmutable y la trascendencia divina, imagen (ya bien conocida por todos, la del Cristo Buen Pastor de Antonello da Messina) que permanece silenciosa e inmóvil en el escenario hasta el final de la obra. Del rostro de Cristo emana una dulce mirada, apenas insinuada, que parecería de ternura o quizás incluso levemente triste.
----------La insistencia con la cual los actores se dirigen a la imagen gigante de Cristo en el escenario, implorando piedad, no sirve de nada: la oración no es escuchada. El padre permanece irremediablemente en su humillante situación. Y he aquí que, al final del espectáculo, un grupo de niños lanza contra aquella imagen una serie de objetos muy similares, en el color, a excrementos. Sobre este punto, en dos diferentes entrevistas, Castellucci primero ha afirmado tratarse de excrementos y luego lo ha desmentido (algunos cronistas se han divertido al cazar al director italiano en estas incoherencias). Quizás hayan sido todos elementos de utilería, lo cual no interesa, porque lo importante es lo que se quería significar con aquello.
----------Aparece luego en la escena una inscripción: "Tú eres mi pastor", a la que sigue: "Tú no eres mi pastor". De hecho, parece suponerse un razonamiento: si Cristo es el divino pastor, el pastor bueno y omnipotente, como corresponde a un Dios, pero el caso es que este "pastor" no responde a la plegaria del hombre sufriente, que pide ser liberado de su propia miseria y de la misma muerte, entonces este "pastor" no es ni bueno ni omnipotente. No es pastor. Por lo tanto, la conclusión es que este pastor no existe.
----------En efecto, si la bondad y la omnipotencia son atributos divinos, Dios no existe, porque en tal caso debería ser un Dios no bueno y no omnipotente, por lo tanto no-Dios, y el hombre se queda solo con su sufrimiento y con su miseria. De hecho, al final del espectáculo la imagen, tras haber sido recubierta de heces y aguas residuales, es desgarrada y desaparece del escenario. Queda la oscuridad, es decir, la nada.
----------Hay quien ha querido ver en el propio gesto de los niños la continuación de la plegaria de los actores, que incluso pretende ser continuada con la de los espectadores. De ahí la negación de que ese gesto sea blasfemo y se ha pretendido compararlo con las imprecaciones de Job oprimido por mil desgracias o con el grito de Cristo en la cruz "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?".
----------Pero tal interpretación de la oración es absolutamente inaceptable, y Castellucci, aunque niegue una y otra vez que su espectáculo sea blasfemo, sin embargo no se atreve a afirmar que en su obra haya oración, ya que como se desprende de la conclusión, no es solo el hombre el que fracasa ante el sufrimiento y la muerte, sino que es Dios mismo, un Dios "kenótico", el que fracasa junto con el hombre.
----------Por lo tanto, no hay ningún Dios a quien rezar, porque Dios mismo comparte el fracaso del hombre, sin ninguna esperanza de rescate o de liberación o de resurrección. La conclusión es que ni siquiera Dios puede hacer nada para resolver la situación. O Dios no existe, o el sufrimiento y la muerte pertenecen a Dios. En todo caso se trata de un Dios fracasado, desgraciado y sin esperanza.
----------El caso es que, si en el espectáculo de Castellucci, existe plegaria, esta es errónea desde el inicio. Ahora bien, es lógico que una plegaria equivocada no pueda ser respondida. Por lo tanto, el orar sin respuesta no demuestra en absoluto, como tal, que Dios no existe o que no es bueno ni omnipotente. Necesitamos ver cómo se ora, con qué propósito se ora y qué se pide en la oración.
----------Si Dios no responde a la oración, o no escucha, no quiere decir necesariamente que no es Dios o que es un Dios impotente, es decir, que no existe, sino que puede ser que la oración esté equivocada o mal hecha. Ahora bien, este es precisamente el modo de rezar de los actores. Por lo tanto, no es de extrañar que Dios permanezca indiferente e insensible. Ciertamente, tal Dios sería un falso dios, sería una nulidad.
----------Ya la Sagrada Biblia señala con fuerza que lo que caracteriza a los ídolos respecto del Dios de Israel es precisamente el hecho de que mientras Dios habla y escucha la plegaria, las deidades de los paganos son "mudas" y "sordas" a la oración, son ineptas, inertes e impotentes, son dioses que no salvan y que por eso es inútil rezarles. Por ora parte, esas deidades no son dioses que hayan creado al hombre, sino que es el hombre el que ha hecho a esos dioses. ¡Con tales dioses conviene ser ateos!
----------Por lo tanto, es comprensible que un modo incorrecto de rezar, aunque parece un modo bueno y necesario, pero que no obtiene lo que pide, sea algo que termine acabando en blasfemia. De hecho, la oración pagana, que es vecina de la magia, no es muy diferente de la blasfemia. Sin embargo, incluso el blasfemo pagano sigue creyendo en sus dioses, precisamente porque los insulta y blasfema.
----------Hay que tener en cuenta que el verdadero ateo no blasfema, porque niega que Dios exista, y por lo tanto no se desquita con un dios que no existe. Debería tomársela con la nada. En cambio, el Dios de Castellucci es un Dios que parece existir, pero que implosiona sobre sí mismo, un Dios que pasa del ser al no-ser, un Dios que se desinfla, se derrumba, desaparece y es anulado tras las imprecaciones que le llegan en forma de abyectos proyectiles. Dijo Castellucci a la prensa: "La mierda ilumina a Dios" y bajo esta "luz" Dios desaparece. El hombre, tal como ocurre en Nietzsche, maldiciendo a Dios, lo destruye, lo mata.
----------Es interesante, al respecto, notar cómo el sacrum de la antigua religión romana significa a la vez tanto sagrado como maldito, mientras que el francés sacrer significa tanto consagrar como maldecir. El Precor latino es la oración, e imprecor es, además de oración, imprecación. De hecho, la relación del pagano con su dios se configura como petición de ayuda, pero si este dios no escucha, es maldecido o constreñido a obedecer: de ahí la práctica mágica, que supone en el hombre un poder divino tal como para obligar a Dios a hacer la voluntad del hombre. Si el dios no interviene, interviene el hombre y castiga al dios.
----------Entonces, en el paganismo no es el hombre quien pide a Dios el poder hacer la voluntad divina -este es el Dios cristiano-; sino que es el hombre quien presenta a la divinidad sus exigencias y necesidades que deben ser absolutamente satisfechas, por lo cual es Dios quien debe hacer la voluntad del hombre. Así como en un bar el cliente le pide la coca-cola al cantinero y si esta no llega, le protesta y lo insulta.
----------El hecho es que en el paganismo, tanto antiguo como moderno, el dios pagano es amenazado de que si no responde, entonces será abandonado y maldecido, y la oración en sí misma es una forma de amenaza. De hecho, si este dios no escuchara, entonces es blasfemado y rechazado y eventualmente se recurre a otros dioses, más eficaces y competentes, que puedan otorgar o satisfacer o se busca el modo de forzar al dios, recurriendo a fuerzas demoníacas, a hacer lo que se desea.
----------En efecto, existe en las creencias generales del paganismo, como es bien sabido, una divinidad suprema y tenebrosa, contra la cual nada podemos, ni los hombres ni las deidades pueden hacer nada, y se trata del fatum, poder infinito, ciego, insuprimible, arbitrario e inescrutable, que ha fijado para cada uno (no se sabe cómo y no se sabe por qué) un destino inexorable, el cual, si es destino feliz, es conseguido aún cuando uno sea un gran pecador, mientras que, si es destino infeliz, de él nadie puede escapar. Allí no vale ni la oración ni el conjuro ni la práctica mágica destinada a constreñir a la divinidad a hacer el propio querer. Ante el fatum es necesario resignarse: no hay nada que hacer. Tarde o temprano te alcanza.
----------Ahora bien, ¿cuál es el fatum en Castellucci? En el fondo, en las obras de Castellucci, el fatum es la no existencia de Dios y la desesperada soledad del hombre, por lo cual la conclusión es desconsoladora y trágicamente nihilista. El fatum de Castellucci es que todo se convierte en nada. El único rayo o pequeña claridad que queda, es la pietas por el padre, la piedad hacia el progenitor, que es una virtud muy de la Romaña, incluso de sus mayores blasfemadores. Pero sin Dios, ¿a dónde va a terminar esa pietas?
----------Por lo tanto, en estas obras "vanguardistas", no aparece ni siquiera el arrogante y prometeico super-homismo de Nietzsche, sino quizás viene en mente el ser-para-la-muerte (sein zum Tode) de Heidegger o el existencialismo sartriano. Ninguna presuntuosa fanfarronería, sino solo amargura o acaso el gusto nietzschiano por "danzar en el infierno". También en Hegel la nada niega el ser, pero luego de lo negativo surge lo positivo. Lo negativo está en lo positivo y viceversa. En cambio, en la dialéctica de Castellucci, lo negativo niega lo positivo sin ninguna recuperación ni retorno. Castellucci dice que él es de izquierda, por lo que debería surgir el fiero y orgulloso antropocentrismo marxista. Pero aquí tenemos una "izquierda" desvanecida y desesperada. El hijo del león marxista es un leoncito desmelenado, tembloroso y desconcertado.
----------Saquemos, entonces, las conclusiones de todo esto. ¿Por qué es errónea la plegaria de Castellucci? Porque supone un Dios del cual se pretende ser escuchados forzosamente y ​​sin condiciones, para obtener un bien, que ciertamente es un bien (la curación del padre); pero que en la vida presente no podemos pretender que se nos conceda incondicionadamente, siempre y en todos los casos.
----------En el fondo metafísico de toda esta ideología pagana, lo que sucede es que el Dios de Castellucci no es otra Persona, sublime, providente y misericordiosa, con la cual entrar en una relación de amor y de confianza, sino una especie de máquina expendedora de bebidas, como las que se encuentran en las estaciones ferroviarias o en las terminales de ómnibus o en los aeropuertos, máquinas a las cuales, si no conseguimos que nos de la botella pedida, cuando hemos metido la monedita, le damos un golpe indignados y "nos largamos" maldiciendo. Pero si Dios no existe, ¿adónde "se larga" el hombre?
----------En la visión cristiana, por el contrario, tenemos un exacto conocimiento de aquellos bienes acerca de los cuales podemos estar seguros y ciertos de ser inmediatamente escuchados, y estos bienes no son tanto aquellos que a nosotros nos gustaría, bienes sobre todo los materiales, sino que son aquellos que Dios mismo quiere darnos, bienes sobre todo espirituales y sobrenaturales, bienes que conocemos por la fe: su perdón, su verdad, su gracia, su misericordia, la virtud, la conversión, la salvación.
----------En cambio, los otros bienes, como por ejemplo la salud, el trabajo, el pan, el techo, la casa, la curación de la enfermedad, el bienestar, el placer, el éxito, la riqueza y otras cosas de este mundo, Dios nos las concede, claro que sí, pero nos las concede a su modo, cuándo y cómo Él quiere, y solo si las usamos para la salvación o si de ellas estamos desapegados. En cambio, puede negárnoslas en determinadas situaciones, en cuanto que su renuncia o la falta de ellas debe ser vivida como ejercicio ascético en unión con la cruz de Cristo en espíritu de expiación y para la remisión de nuestros pecados y la salvación de nuestro prójimo.
----------La verdadera plegaria, por lo tanto, que en un primer momento, ante la desventura presente o inminente, ante el sufrimiento prolongado y la muerte, puede ser una oración que esté ligada al desconcierto y casi a la indignación, debe ser oración humilde, dócil, confiada, paciente, debe estar ligada al sacrificio litúrgico, debe saber esperar y buscar lo que verdaderamente cuenta, según el plan divino de la salvación.
----------La verdadera plegaria, entonces, supone la confianza de que si Dios por el momento no nos concede lo que pedimos, más tarde nos dará por su iniciativa más de lo que pedimos. En la oración se pide soportar la ausencia de lo que nos falta y Dios invariablemente nos da esta fuerza para soportar eso.
----------La plegaria puede ser, en casos dramáticos, agitada, angustiada, atormentada, turbada, sin aliento, pero no debe terminar nunca en la ira, en la rebelión, en la imprecación, en la maldición o en la blasfemia, la cual, según la correcta definición de santo Tomás de Aquino, supone propiamente la negación de algún atributo divino, y en esto concuerda con la herejía, pero agrega a la palabra herética (Summa Theologiae, II-II, q.13, a.1) un impulso de odio hacia Dios que se manifiesta con signos externos (a.2).
----------Castellucci dice que su drama refleja el Cuarto Mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre". No discuto sobre eso. Pero como buen anticlerical y blasfemador de la Romaña, que lo es, se ha olvidado que también está el Segundo: "No tomar el Nombre de Dios en vano". Y Dios, como enseña la Biblia, es purísimo Ser (el Ser perfectísimo, como decía el Catecismo de San Pío X) y no ese absurdo cruce de ser y no ser del cual habla Castellucci, citando a despropósito a Shakespeare. Y si quería una cita erudita, podía referirse al Dios kenótico de Hegel. Y aquí habría encontrado una estupenda blasfemia, erudita e irresistible.
----------Castellucci apela entonces a la kènosis, es decir al "vaciamiento" de Dios, del cual habla san Pablo (Fil 2,7), metiéndose torpemente en las huellas de una interpretación falsa del pasaje paulino, una falsa exégesis de origen protestante, la cual interpretación le atribuye la kènosis a la naturaleza divina de Cristo, mientras que en realidad, como explica santo Tomás de Aquino, kènosis es una expresión metafórica que significa la humildad y el "abatimiento" de Cristo hombre obediente absolutamente al Padre.
----------La plegaria es un acto digno, recogido y compuesto del espíritu, pleno de veneración por la majestad divina, acto movido por el temor de Dios. Por lo tanto, no tiene nada que ver con un acto agresivo, explosión o escandescencia o agitación emotiva, cosa que recuerda sobre todo la excitación psíquica de los drogadictos o de los endemoniados, antes que la elevación espiritual de la verdadera plegaria.
----------La verdadera plegaria está dictada por el amor y fundada en la recta fe. Aquí, por lo tanto, encontramos la discriminación o distinción clarísima entre oración y blasfemia. La oración supone la verdad sobre Dios, la blasfemia, lo falso. La plegaria surge de la humildad y de la confianza; la blasfemia surge de la soberbia y de la rabia, que pretende dominar a Dios en lugar de dejarse guiar por Él. Pretende casi vengarse de Él, el cual, a nuestro juicio, podía escucharnos pero no ha querido hacerlo.
----------Es fácil encontrar en la predicación católica actual un concepto de plegaria que evita el problema planteado por Castellucci, problema que, por el contrario, no debe ser eludido o gambeteado: se concibe la oración exclusivamente como piadoso agradecimiento, elevación del espíritu, entusiasta alabanza, dulce e íntimo coloquio con Dios, mientras que en realidad la plegaria, como explica bien santo Tomás de Aquino siguiendo a los Padres y a la misma Sagrada Escritura, es fundamentalmente y sobre todo una petición de ayuda, de gracia, de perdón, de un favor, de un beneficio, de salvación, material o espiritual.
----------La plegaria es esencialmente tres cosas, a saber: imploración (imploratio), invocación (invocatio) y súplica (suplicatio). De esto tenía ya consciencia la antigua religión romana. Aquellos que agradecen a Dios cuando ocurre una desgracia son solo los santos o los dementes. El modelo de oración lo descubrimos al contemplar a Nuestro Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní, al iniciar su Pasión.
----------La oración puede expresarse en el llanto y en el lamento. La oración debe ser comparada al grito de auxilio del náufrago que ve llegar la chalupa de rescate, pero no al idílico tête à tête de dos enamorados que se besuquean. Esta, en todo caso, rectamente entendida, es la oración mística, que es otra cosa; es la cúspide de la vida espiritual que supone la plegaria-petición y que no la sustituye.
----------Por eso, la cuestión de la plegaria sin respuesta, cuestión planteada por Castellucci, ¡y cuestión planteada también en toda vida humana y sobre todo planteada de un modo dramáticamente evidente en la actual pandemia!, no puede ser absolutamente ignorada con nebulosos y edulcorados discursos místicos y mistificadores: el discurso del "Dios que perdona y no castiga", o el del "Señor presente en nuestro dolor que sufre a nuestro lado", etc., sino que debe ser una cuestión afrontada y resuelta virilmente, en el modo que he intentado explicar, y que no hace más que reflejar la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la tradicional piedad católica, de la cual todos los Santos nos dan estupendo ejemplo.
----------Se ha querido sostener por algunos, como he dicho, que la blasfemia de Castellucci en sus obras de teatro, es oración. Se la ha querido comparar a la oración de Job. Enorme equívoco. Es cierto que Job, en su momento, golpeado por tantas desgracias, tiene un movimiento impulsivo de rebelión, pero escuchando la palabra de Dios, se serena y concluye con un acto de confianza y de abandono en Dios.
----------En cambio, los personajes del teatro de Romeo Castellucci concluyen con la rebelión y el rechazo, el vacío y la oscuridad. El Dios de Castellucci no habla, no consuela, no ilumina. "Ilumina la mierda", dice el autor. Sí, pero no ilumina la mente, no ilumina el corazón del hombre. ¿Qué Dios es?
----------Por consiguiente, debemos concluir que en Castellucci no existe ninguna plegaria, sino una repugnante falsificación de la oración, aunque se puede entender que a veces, en nuestra propia vida, nos sentimos tentados a "rezar" de ese modo. Por lo tanto, es necesario decir que la "plegaria" de Castellucci (si de plegaria se trata) es en realidad blasfemia, o al menos conduce a la blasfemia.
----------Esta confusión entre plegaria y blasfemia la hacen algunos que tratan de encontrar algún valor en la obra de Castellucci, confusión causada por un deseo no iluminado, aunque quizás sincero, de encontrar un punto de contacto con Castellucci. Tal confusión, si por una parte da testimonio de la impresionante degradación cultural de nuestro tiempo, lamentablemente, incluso entre nosotros los católicos, es sin embargo, al fin de cuentas, y esto nos puede consolar, la ocasión para sacar a relucir ciertas importantes instancias, corregir ciertos equívocos y para eliminar malentendidos muy peligrosos para nuestra vida espiritual y moral.

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