viernes, 10 de diciembre de 2021

El pecado original (4): ¿Por qué motivos se lo niega?

Todavía nos queda camino por recorrer en esta reseña que venimos haciendo sobre la teología del pecado original según el dogma católico. En la presente nota y en las siguientes nos preguntamos en general por los motivos en razón de los cuales hoy se niega y hasta se ridiculiza el dogma católico acerca del pecado original. Por supuesto, como lo vengo repitiendo, el análisis que hacemos de los errores filosóficos y las herejías que existen sobre este punto crucial de nuestra fe, es al único efecto de hacer, paralelamente, una exposición que nos resulte siempre más esclarecedora, en la medida de lo posible, del dogma católico.

Se necesita repristinar la fe de los fieles en el pecado original
   
----------La cuestión del pecado original es de tal importancia para la concepción cristiana de la salvación, que la falta de respuesta a las preguntas que los fieles se hacen sobre este tema, o el abandono de esta cuestión en el ámbito teológico o en la predicación corriente, o su falsificación, o la reducción o degradación del concepto de pecado original conducen como lógica consecuencia a la incomprensión de la esencia profunda y última del pecado y, por ello mismo, a la ignorancia del origen del mal de culpa y del mal de pena, y por consecuencia a la ignorancia o a un inadecuado e ilusorio simplismo o simplificación acerca de los caminos, de los medios y de los métodos para nuestra victoria sobre el mal o para nuestra liberación del mal, que es precisamente el don fundamental de la Redención obrada por Nuestro Señor Jesucristo.
----------Por el contrario, la Revelación cristiana tiene entre sus principales finalidades la de revelar a la humanidad el primer origen del mal de culpa y del mal de pena, y por lo tanto la de revelar los medios y los caminos para liberar a la humanidad del mal. Llamarse cristianos y no saber qué es el mal, de dónde viene y cómo se cura, es como quien se considera médico y no sabe curar enfermedades.
----------Todas las religiones, por su propia naturaleza, afrontan el problema del mal y de la liberación del mal y se esfuerzan por ponerle eficaz remedio. Todas las religiones hacen al hombre consciente de ser pecador y de ser castigado por la divinidad por haberle desobedecido. Cuando las religiones no están basadas sobre el politeísmo o sobre la idolatría, o no están estropeadas por la superstición, o no han decaído miserablemente al nivel de la magia, que pretende temerariamente, a sugerencia del demonio, plegar la voluntad divina a la del hombre, los sacrificios cultuales y expiatorios propios de las religiones sirven precisamente para aplacar la ira divina y para obtener de la divinidad el perdón, las gracias y los divinos favores.
----------Algunas religiones más profundas, monoteístas, pero que tienden al monismo y al panteísmo, como el orfismo, el platonismo, el zoroastrismo, el maniqueísmo, el neoplatonismo, el hermetismo, el catarismo, el gnosticismo, el hinduismo y el budismo, tienen una cierta oscura percepción de que el hombre ha caído desde un estado originario de felicidad celestial y se ha precipitado a las miserias de la tierra.
----------Sin embargo, es necesario decir que esas religiones consideran al hombre no como una ente mundano creado de la nada, sino como una emanación divina, una pequeñísima partícula o una chispa o un rayo surgido de la divinidad, una divinidad inferior separada de la divinidad suprema, una divinidad caída, pero aún así siempre divinidad, por lo cual el pecado de los orígenes no es un verdadero y propio mal, es decir, no es una verdadera y propia negación u ofensa a la divinidad, sino que es en el fondo efecto de la misma esencia divina, la cual, por un movimiento interno a ella misma, se escinde y se opone a sí misma, descendiendo a la materia de por sí opuesta a la divinidad, materia que es, por tanto, el verdadero y propio mal opuesto a Dios, quien, por consiguiente, no es el creador de la materia, sino su enemigo, porque de Dios tiene origen sólo el espíritu. Y, por tanto, la materia es el mal opuesto a Dios, que es el bien.
----------En estas religiones, entonces, la salvación y la liberación del mal consisten en el hecho de que el hombre, que es puro espíritu, cuya profunda esencia es ese mismo Dios, del cual se ha separado, cayendo en la materia, es decir, en el mal y en la esclavitud, retorne a ese estado originario divino, del cual se ha separado, abandonando el cuerpo, que es principio de pecado y de infelicidad.
   
El concepto de pecado original en el culto gnóstico
   
----------La concepción de la caída original que está presente en el culto gnóstico, parecería tener alguna semejanza con el dogma del pecado original, pero en realidad entre ellos existe un contraste profundo y es que en el gnosticismo (por eso es importantísima la reciente condena del gnosticismo hecha por el papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et exultate), que es la forma más docta de esas religiones y en cierta manera las resume a todas, Dios no es el creador de la materia y por ende del cuerpo humano y de la naturaleza física, mientras que para él, si de pecado original se puede hablar, no ha sido una desobediencia a Dios por parte del hombre, compuesto de alma y cuerpo, como lo concibe la Biblia, sino que ha sido una escisión interna de la divinidad, un separarse necesario, en tanto divino, de la divinidad en sí y de sí misma: por una parte Dios bueno y por otra el hombre pecador, inmerso en la materia; pero el origen del pecado no está en la libre voluntad rebelde del hombre, sino en la primordial, eterna y necesaria escisión interna de la divinidad (ser-no-ser, bien-mal), que se ha dividido en sí misma y de sí misma.
----------El pecado, entonces, con el consiguiente castigo, para el gnosticismo, no es la transgresión de las leyes que Dios pone en el cuerpo humano y en la naturaleza, porque este mundo es extraño a Dios y pertenece al mundo del mal; aquí, entonces, en el mundo material, el hombre puede hacer lo que quiera; y por lo tanto, para el gnosticismo, el pecado es el simple hecho de haber entrado en contacto con este mundo malvado y peligroso y haber sido contaminado e infectado por él, al haber permanecido prisionero de él.
----------Entonces, ¿en qué consistirá para el gnosticismo el culto religioso? En el comenzar por el reconocer habernos alejado de Dios con el pecado y padecer las consecuencias. Y hasta aquí está bien. Pero, ¿qué quiere decir para el gnóstico "habernos alejado de Dios"? Para el gnóstico, quiere decir que el hombre ha olvidado su verdadero ser y su origen divino, su verdadero yo, que es un ser divino, un yo divino, puro espíritu. El hombre es un dios inferior, que debe retornar al Dios supremo, del cual se ha desprendido o del cual el mismo Dios supremo lo ha desprendido de Sí, oponiéndose al mal, que es el mundo. Y así como el bien no se concilia con el mal, así, para el gnóstico el espíritu no se concilia con la materia.
----------En el culto gnóstico, en definitiva, el hombre no ofrece a Dios, como encontramos en el cristianismo, un sacrificio expiatorio para obtener el perdón de los pecados y la salvación del alma y del cuerpo, sino que cumple un rito de liberación del cuerpo y del mundo, para permitir al espíritu que se reúna con Dios, recuperando su verdadera y originaria naturaleza divina, deviniendo un solo ser con Él.
   
El valor único y el mérito único del cristianismo
   
----------Por lo antes dicho, es necesario afirmar, más allá de todas estas aberraciones gnósticas, las cuales sin embargo están mezcladas con verdades, que el valor o mérito único de la religión cristiana, heredera y perfeccionadora de la religión mosaica, valor de la religión cristiana que la sitúa por encima de todas las demás religiones, depende precisamente del hecho de ser la única en ser fundada por el Hijo de Dios, omnipotente, sabiduría y bondad infinitas, justo y misericordioso. Por su parte, la religión islámica recopila algunos elementos de la religión mosaica mezclándolos con creencias maniqueas y fatalistas.
----------Pero si no se tiene en cuenta el hecho de esta caída original, que parpadea, aunque sea entre graves errores, en la mente misma de los sabios de diversas religiones, se llegará a la inevitable y trágica, así como lógica consecuencia, de ignorar o degradar o envilecer o negar el motivo, la razón de ser, las modalidades y el fin de la obra salvífica de Nuestro Señor Jesucristo, venido precisamente para liberarnos del mal y de todo mal, y por lo tanto a la ignorancia o a la relativización de la entera ética cristiana y por consecuencia al colapso total de todo el cristianismo, puesto al mismo nivel de las otras religiones, cristianismo que en tal caso se derrumba como se derrumba un edificio, del cual han sido minados los cimientos.
----------En efecto, un cristianismo que cometa la aberración de ignorar o minimizar el pecado original o no lo considere un hecho histórico, sino solo un mito o un símbolo, aunque se salven todos los otros dogmas, así como la concepción exacta del hombre y la ética natural enseñada por el Evangelio, aunque se enseñe la filiación divina y la esperanza de la vida eterna, un cristianismo de tal tipo queda privado de su esencial dimensión histórica, no comprende que la salvación sucede en la historia.
----------Llegaría a ser un cristianismo que se vacía racionalistamente desde su interior, como un huevo del que se ha chupado todo el contenido; de hecho, tal cristianismo se reduce a ser nada más que un código de urbanidad o de buena educación o de buenas relaciones sociales o un programa político, reducido al presente, sin futuro y sin raíces históricas y ontológicas, un sedante contra las perturbaciones psicológicas, un humanismo utópico, gnóstico y buenista, un hermoso castillo de naipes, pronto a derrumbarse al impacto de la malicia humana, al mínimo soplo de los poderes mundanos y de los asaltos del demonio, que lo tratan como el gato al ratón. Se vuelve una sal insípida, digna de ser "pisoteada por los hombres" (Mt 5,13), un cristianismo que no inspira respeto a nadie y se vuelve merecedor de ser befado y desdeñado.
   
¿Por qué motivo a surgido un "cristianismo" sin pecado original?
   
----------¿Por qué motivo esta búsqueda arrogante, todavía en la actualidad, de un cristianismo sin pecado original? El motivo es, en mi opinión, porque, impresionados por la nobleza de la figura de Cristo y por su comunión con Dios, digamos, en fin, por su divinidad, se quisiera un cristianismo que no partiera de un reconocimiento de las propias culpas ante Dios, culpas que nos han merecido ser castigados, por lo cual es necesario expiar para obtener el perdón y la benevolencia divinos, sino que se entiende la vida humana como ya desde sus albores aprioricamente habitada por Dios (Lutero, Kant, Rousseau), por lo cual el iter de la conducta cristiana debería ser una contínua ascensión, una "autotrascendencia" (como decía Rahner), sin contratiempos o a lo máximo con algún inevitable y normal incidente de tránsito, que sería el pecado, hasta el vértice máximo de la humanidad, que sería el "punto Omega", Cristo mismo (como decía Teilhard de Chardin).
----------El caso es que, hay que reconocer con total franqueza, que durante demasiado tiempo la autoridad eclesiástica ha tolerado, en el interior de la Iglesia, sobre todo en estos últimos cincuenta años, interpretaciones erróneas del pecado y del pecado original, sin escuchar las voces de los defensores de la fe, hasta que hemos llegado a la dramática situación actual, en la cual la Iglesia es invadida por tales tinieblas, que parecen prevalecer las fuerzas de la mentira, lo cual, sin embargo, como es cierto, no sucederá jamás gracias a las promesas hechas por Cristo a Pedro. Sin embargo, si la Iglesia en sí misma permanecerá inmune, esto no impide que los fieles individualmente se pierdan. De ahí el imperioso llamado al deber que hace el Evangelio hacia los pastores, para impedir que las ovejas sean devoradas por los lobos, y el deber de las ovejas de no escuchar a los lobos travestidos de corderos, sino a la voz del buen Pastor.
   
La cuestión fundamental: ¿qué es el pecado original y de dónde deriva?
   
----------El pecado original es presentado por el relato genesíaco, aunque sea entre símbolos ocasionales, como un hecho histórico, realmente acaecido, en el origen de la creación del hombre, el pecado cometido por la primera pareja, desde la cual tiene origen toda la humanidad. Está claro que los nombres Adán y Eva son simbólicos, pero el hagiógrafo, evidentemente iluminado por Dios y no en base a una información histórica, claramente pretende referirse a dos personas humanas que realmente han existido, porque se trata de un "mega-pecado", un pecado gigantesco, por decir poco, realmente cometido por los dos, pecado por la carga destructiva que supera todas nuestras imaginaciones, por las consecuencias letales extremadamente concretas, que afectan y afectarán a toda la humanidad hasta el fin de los siglos.
----------Está claro también que cuando la Iglesia habla al respecto de hecho histórico, no pretende referirse a la miserable historia de la presente vida terrena y mortal, de naturaleza caída, marcada por las consecuencias del pecado original, sino a un hecho que, aunque perteneciendo a un lejanísimo pasado, ha sucedido sobre esta tierra en condiciones supraterrenas, de una perfecta armonía del hombre con la naturaleza, armonía que con el pecado original ha venido a menos, para ser sustituida por condiciones de existencia, por las cuales la naturaleza se ha vuelto hostil al hombre y el hombre ha devenido destructor de la naturaleza.
----------Así, el Concilio de Trento define el pecado original de esta manera: "El primer hombre Adán, habiendo en el paraíso transgredido el mandato divino, inmediatamente perdió la santidad y justicia, en la cual había sido constituido e incurrió por la ofensa de tal prevaricación en la ira y en la indignación divina y por lo tanto en la muerte, que en precedencia Dios lo había amenazado, y con la muerte incurrió en la esclavitud bajo el poder de 'aquel que tiene el dominio de la muerte' (Heb 2,14), es decir, el diablo, y el entero Adán a causa de la ofensa de esa prevaricación fue cambiado para peor en el alma y en el cuerpo" (Denz.1511).
----------El pecado original ha consistido en la pretensión de "llegar a ser como Dios conociendo el bien y el mal" (Gen 3,6), vale decir, ha consistido en ponerse en el lugar de Dios en el establecer el principio o la ley del bien y del mal. Como resultado del pecado original, todo hombre viene al mundo con esta tendencia a la soberbia, que contrasta con la natural inclinación a someterse a Dios.
----------San Pablo, por su parte, en su doctrina sobre el pecado original, retoma los hilos del relato del Libro del Génesis, y esclarece qué cosa ha sucedido, y lo hace también aquí obviamente no gracias a una información histórica, sino por revelación divina, y desarrolla el discurso al continuar hablando de Adán y de Eva como dos personajes históricos, entonces perfectamente conocidos por todos.
----------Refiriéndose a Adán, san Pablo enuncia lo esencial de la doctrina del pecado original, que luego es retomada por el Concilio de Trento (Denz.1512): "por causa de un solo hombre el pecado ha entrado en el mundo, y así también la muerte ha alcanzado a todos los hombres, porque todos han pecado" (Rom 5,12). Este "porque" (del griego ef'o) se puede traducir también, según la Biblia Vulgata de San Jerónimo, por "in quo", como ha hecho el Concilio de Trento, es decir, "en el cual Adán".
----------Debemos decir que, en realidad, no hay una gran diferencia entre las dos traducciones. Lo esencial, común a entrambas, es que en uno y otro caso está claro que el pecado de Adán está en el origen de los pecados de todos los hombres. La primera traducción razona así: "puesto que todos han pecado, esto quiere decir que a causa de un solo hombre el pecado ha entrado en el mundo". En la segunda, en cambio, se dice que "todos han pecado en Adán". Todos han pecado en el pecado de Adán.
----------El Concilio de Trento explica que la culpa de Adán se ha transmitido (transfusum) a todos "no por imitación (imitatione), sino por propagación (propagatione)". Esta precisa aclaración del Concilio tridentino esclarece el significado de la primera traducción, que podría dar lugar a significar "imitación". Aquí reside el misterio de la esencia del pecado original, esencia que es reafirmada por el papa Pío XII en la famosa encíclica Humani Generis, donde el venerable Romano Pontífice afirma que "el pecado original proviene de un pecado verdaderamente cometido por Adán individualmente y personalmente y que, transmitido a todos por generación es inherente a cada hombre como suyo propio".
   
La vexata quaestio: ¿cómo puede una culpa propagarse por generación?
   
----------Entremos ahora en la cuestión más problemática y candente. El hecho de la propagación por generación está relacionado con el hecho de que el pecado original, según el dogma, es un pecado singular de la primera pareja humana, desde el cual precisamente por generación la culpa se propaga a todos los otros individuos de la especie. Por eso Pío XII en la encíclica Humani Generis excluye la hipótesis del poligenismo, porque haría imposible la propagación por generación de la única pareja inicial.
----------Pero incluso admitida (y no concedida) la hipótesis, la sola idea de que la ciencia pueda demostrarla, es ya el signo de una pretensión exorbitante de la ciencia de pronunciarse sobre un tema (el origen del hombre) sobre el cual la ciencia no puede tener competencia, porque va más allá de su horizonte empírico y limita en la metafísica, es decir, en el origen ontológico del ser humano, origen acerca del cual sólo la divina Revelación nos puede informar, precisamente con la narración de la creación del hombre.
----------Descubrir el origen del hombre no es como descubrir el origen de una tradición vinícola o del cultivo del olivo, cosas que caen bajo los sentidos, mientras que el ser humano puede ser comprendido solo a la luz del ser, que supera el objeto empírico de la ciencia y es objeto de la ciencia del ser, que es la metafísica.
----------Ahora bien, vengamos a la pregunta crucial: ¿Cómo puede una culpa propagarse? En nuestra forma común de entender la culpa, la culpa pertenece exclusivamente al culpable, a aquel que ha cometido esa determinada culpa. El profeta Ezequiel enuncia claramente este principio: "La persona que peca, esa morirá; el hijo no cargará con las culpas del padre, ni el padre cargará con las culpas del hijo. Sobre el justo recaerá su justicia, y sobre el malvado, su maldad" (Ez 18,20), "el malvado morirá por la iniquidad que ha cometido" (Ez 33,14). Ezequiel corrige una visión fisicista de la culpa, que hasta su época prevalecía, y era la de considerar la culpa como una enfermedad hereditaria, que se transmite de padre a hijo.
----------Y es así que la Sagrada Escritura narra cómo el rey David fue castigado en su hijo, y se creía que los hijos pagaban por las culpas de los padres (Ez 18,2). Pero la culpa del pecado original, como aparecerá claro por san Pablo, es de un tipo completamente diferente, porque no se trata de un pecado personal (salvo en Adán y Eva) y tampoco de un pecado colectivo, que es una suma de actos personales que tienen el mismo objeto, por ejemplo un grupo de conspiradores que matan a un gobernante inocente.
----------Ciertamente Adán y Eva, la primera histórica pareja humana, han tenido su responsabilidad personal al haber transgredido el mandato divino, pero, al mismo tiempo, hay que decir que ese pecado no ha sido solo el pecado de dos individuos, sino que, como ha observado claramente santo Tomás de Aquino, ha sido un pecado de la naturaleza humana (peccatum naturae), como si hubiera sido un único sujeto agente.
----------Se comprende, entonces, cómo todos los individuos de la especie humana, estando sujetos a la especie, participan de la culpa de la especie. Tengamos presente que estamos aquí frente a un dato de fe, por lo cual sería vano y engañoso pretender de esta doctrina una demostrabilidad racional, que ella no tiene ni puede tener, haciendo referencie a una realidad moral, que trasciende la comprensión de la razón humana.
----------Hemos puesto, hasta aquí, amabla lector, sólo los presupuestos de nuestra reflexión teológica, la cual continuaremos desarrollando, Dios mediante, en las notas de los próximos días.

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