martes, 31 de agosto de 2021

¿Qué quiere decir estar en comunión con el Romano Pontífice?

Las más recientes expresiones autoritativas del Romano Pontífice han vuelto a proponer a todos los fieles categorías teológicas y canónicas que estaban en desuso y que muchos acaso pudieron haber considerado virtualmente eliminadas del vocabulario del supremo magisterio doctrinal y disciplinar. Tras venir al conocimiento de los últimos documentos pontificios, probablemente no pocos fieles, que quizás vivían tranquilamente en la ignorancia de términos como "cismático" o "hereje", han vuelto a preguntarse e indagar sobre ellos.

----------Precisamente cuando desde algunas voces católicas, incluyendo este blog, desde hace años se venía reclamando al Santo Padre, no sólo al papa Francisco sino también a sus inmediatos predecesores, el volver a usar expresiones como "herejía" o "hereje" o "cisma" o "cismático", a fin de dar algo de claridad doctrinal y hacer algo de luz respecto a la auténtica pertenencia a la Iglesia católica, lo hemos escuchado de quien probablemente muchos menos se lo esperaban. Hace poco el papa Francisco ha vuelto a usar la categoría teológico-canónica de "cismáticos", y la ha fundamentado refiriéndose a quienes, sedicentes católicos, sin embargo viven alejados de la enseñanza del Magisterio de la Iglesia, que es regla de fe para todos los católicos y, por ende, separados de la plena comunión en la única Iglesia de Cristo, la católica.
----------Entonces, vengamos a la pregunta que da argumento a la nota de hoy: ¿qué quiere decir estar en comunión con el Romano Pontífice? Para responder, comenzaremos nuestra reflexión recordando a modo de ejemplo un hecho conocido por todos los que han seguido estos últimos años la actualidad eclesial.
----------Hace unos tres años, en una carta abierta fechada el 7 de octubre de 2018, el cardenal Marc Ouellet [n.1944], prefecto de la Congregación para los Obispos, se dirigía al arzobispo Carlo Maria Viganò [n.1941], ex nuncio apostólico en los Estados Unidos de América, para recordarle que era su deber "estar en comunión con el Sumo Pontífice". Cuando leí aquella carta, contrariamente a la opinión del Prefecto, yo consideré, en cambio, que mons. Viganò estaba todavía en comunión con el Sumo Pontífice (algo que indudablemente no podría repetir hoy, en 2021). Sin embargo de algún modo puedo entender aquella opinión del cardenal Marc Ouellet. En efecto, comunión con el Sumo Pontífice, no quiere decir ciertamente que no sea lícito desaprobar eventualmente los comportamientos del Papa lesivos para la virtud, o al buen gobierno de la Iglesia.
----------El simple hecho de señalar o hacer notar al Romano Pontífice, como hizo a mediados de 2018 el arzobispo Carlo Maria Viganò, de haber omitido actos de su oficio, por grave que fuera la materia en la cual el Santo Padre hubiera fallado (si es que falló), y por lo tanto reprocharle filialmente y respetuosamente, llamándolo a su deber, si todo está hecho en los debidos modos y movidos por recta intención, nada tiene que ver con una ruptura de la comunión de fe o de disciplina con el Sumo Pontífice.
----------Una simple nota de reproche al Papa, si este reproche es justo y motivado, es decir, justificado, y si es hecho con filial respeto, no debe confundirse con aquella desobediencia o rebelión al Jefe y Cabeza visible de la Iglesia Católica en su enseñanza de fe y en su voluntad pastoral, desobediencia que, por el contrario, constituye la ruptura de la comunión con él. El reproche, en efecto, hace referencia a la norma quebrantada por el reprochado y reconoce la norma como fundamento de la comunión con el reprochado, en este caso el propio Romano Pontífice, responsable de haber incumplido su deber pastoral.
----------Ruptura de la comunión fue, en cambio, aquella de Martín Lutero [1483-1546] que acusó de herejía al Supremo Jefe de la Iglesia por no haber aceptado su tesis herética de la justificación sin las obras, mostrando así socavar el principio mismo de comunión con el Romano Pontífice y con la Iglesia, principio que reconoce al Sucesor del apóstol Pedro como el maestro de la fe. Los ejemplos de ruptura de la comunión con el Romano Pontífice han sido muchísimos a lo largo de la historia de la Iglesia, y para citar solamente dos de los ejemplos más recientes, dolorosos y paradigmáticos, precisamente ubicados en los polos opuestos de la herida que hoy es signo de la actual pasión por la que atraviesa la Iglesia, señalaría los casos de Karl Rahner [1904-1984] y de mons. Marcel Lefebvre [1905-1991] y sus respectivos seguidores.
----------Es necesario recordar que la verdadera comunión católica con el Romano Pontífice, que implica también la comunión con la Iglesia, no es, como creen muchos que se consideran a sí mismos católicos obedientes al Papa, una simple simpatía o empatía psico-emotiva, o un simple vínculo afectivo o una admiración humana o terrena o política para con él, menos que menos lo es un apego subjetivo al hombre individual Jorge Mario Bergoglio, con sus particulares gustos y sus opiniones personales; por lo cual, con un término más apropiado para los actores de teatro o para los campeones del deporte, se consideran tontamente "fanáticos" del Santo Padre o, con una expresión exageradamente confianzuda, sus "amigos", por no hablar de sus idólatras. Por supuesto, desde esta postura, todos aquellos que de algún modo expresaran una cualquier crítica al Romano Pontífice, por más razonable, respetuosa y motivada o justificada que fuere, serían sus "enemigos" y quienes le "odian", o peor aún: serían quienes no estarían en "comunión" con él.
----------Con razón estos tales se consideran a sí mismos "fanáticos", precisamente porque son fanáticos, porque a ellos les parece que el Romano Pontífice los satisface en sus vicios y en sus herejías. El problema es que, efectivamente, el papa Francisco, aunque en cuanto Romano Pontífice sea ortodoxo, no se preocupa, sin embargo, por tener un lenguaje claro y apropiado que evite el equívoco o el doble sentido, y además omite negar las malas interpretaciones o las instrumentalizaciones. Y esto, digámoslo sinceramente, es una deshonestidad, que si es denunciada en los debidos modos, o sea de la manera correcta, no rompe en absoluto la comunión católica con el Santo Padre, al contrario, la confirma, porque de este modo se le rinde un servicio, a fin de que pueda corregirse; por lo tanto, no podríamos estar en mejor comunión con él.
----------El papa Francisco, junto con sus así llamados "amigos", no debería en absoluto ofenderse y contraatacar; no debería encerrarse en un despectivo silencio, o incluso responder con resentimiento y calumnias, de hecho haría bien en cambio en tomar en consideración las críticas, en aceptar los llamamientos y las súplicas, en escuchar los consejos, en aceptar las propuestas de reforma, en deshacer los dubia (incluso aquellos que, de hecho, hayan sido formulados de modo inapropiado), en reconocer las propias faltas, en tener piedad de la Iglesia sufriente y traicionada, pidiendo si es necesario perdón a Dios, ya que la misericordia de Dios también existe para el Romano Pontífice, junto con la remisión de los pecados.
----------La auténtica y verdadera comunión con el Romano Pontífice no es una mera relación afectiva, ubicada en el plano simplemente humano, psicológico o de la amistad social, lo cual por otra parte no está en absoluto excluido. Por el contrario, es esencialmente una firme y constante voluntad de amor y de obediencia al Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro; voluntad que está fundada en la convicción de fe teologal y efecto de la gracia divina de que Nuestro Señor Jesucristo ha querido fundar su Iglesia sobre la roca de Pedro, sin que nunca jamás los poderes de las tinieblas puedan llegar a destruirla (Mt 16,13-20).
----------En particular, tal comunión con el Romano Pontífice, que es unidad de ideas y de voluntad con el Santo Padre, implica una base teorética y una ejecución práctica. La base teorética es el conocimiento de fe, propio del católico, de que el Sumo Pontífice, gracias a una asistencia especial garantizada por Cristo a Pedro y sus sucesores ("confirma fratres tuos", Lc 22,32), es doctor verídico y veraz de las inmutables verdades de la fe, por lo cual no puede equivocarse en el aprender y en el enseñar el dato revelado, en particular los dogmas de la fe, no sólo en aquellas circunstancias solemnes y extraordinarias de las definiciones de los nuevos dogmas ("ex cathedra Petri"), sino también en las circunstancias ordinarias y cotidianas.
----------La actuación, implementación o puesta en práctica de la comunión con el Romano Pontífice, de la cual deriva la comunión eclesial concreta, consiste en la obediencia a su guía pastoral, a sus mandatos y a sus disposiciones administrativas, jurídicas y legislativas. Pero tal obediencia no falla ni viene a menos si detectamos en el Sumo Pontífice, después de un ponderado y maduro juicio, una falta contra la justicia o contra la prudencia o contra las otras virtudes (no respecto a la virtud de la fe). Por eso viene oportuno hacer en estas líneas una importante distinción, en lo que se refiere al ministerio petrino, que toca la cuestión de la comunión con el Santo Padre en el obsequio o respeto debido a tal ministerio.
----------Recordemos, por ende, que el Romano Pontífice recibe de Nuestro Señor Jesucristo (como lo ha recibido por primera vez san Pedro), en cuanto Papa, o sea como Vicario de Cristo y como Cabeza visible de la Iglesia, un especial don del Espíritu Santo, un carisma propio y único, que le sirve tanto como maestro de la fe como para el gobierno de la Iglesia, así como para disponer de la gracia santificante, común a todo cristiano en gracia, para el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas. Evidentemente, la gracia del Espíritu Santo actúa o entra en función para las tres tareas mencionadas: la enseñanza de la verdad evangélica, el gobierno de la Iglesia y el personal ejercicio de las virtudes cristianas.
----------Por cuanto respecta a la asistencia del Espíritu Santo, ella es infalible en el ejercicio del magisterio doctrinal ordinario y extraordinario del Sumo Pontífice, en cuanto que la gracia mueve infaliblemente su voluntad a anunciar la verdad acerca de los datos salvíficos de la fe. Si así no fuera, si ese no fuere el caso, eso querría decir que ya no sería válida la promesa hecha por Cristo a Pedro y sus sucesores de asistirlos como maestros de la fe. Lo cual es evidentemente impensable. En este acto, por lo tanto, la voluntad del Romano Pontífice, sin dejar de ser libre, está infaliblemente movida por el Espíritu Santo para identificar y expresar la verdad; por consiguiente, el Papa no puede pecar consciente y deliberadamente de herejía. Quienquiera que, en este punto, no esté en comunión con el Sumo Pontífice, es a su vez un hereje.
----------Esta asistencia infalible del Espíritu Santo, que el Papa posee en el conocer, anunciar, explicar, defender y difundir el Evangelio, es similar a aquella asistencia más importante que ha ejercido el Espíritu Santo para inspirar a los hagiógrafos bíblicos todo y solo aquello que a través de ellos el Espíritu Santo ha querido revelar a la humanidad, todo lo demás es sólo el fruto de su falible inteligencia.
----------De modo similar, lo que el Sumo Pontífice piensa o dice por fuera de su magisterio apostólico, lo piensa y dice bajo su propio personal riesgo y peligro. La diferencia entre la inspiración bíblica y la asistencia al Papa radica en el hecho de que en el primer caso está en juego el contenido revelado, mientras que en el segundo se trata de la adquisición, de la comprensión y de la interpretación de este contenido.
----------Lo que acabo de decir sintéticamente, por mi parte lo he venido explicando desde hace muchos años, primero en los tiempos en que se me ha confiado la cátedra teológica en seminarios y facultades, y luego en diversidad de publicaciones impresas y telemáticas. Desde que vengo difundiendo esto en el presente blog he sido objeto de variadas críticas, por supuesto no siempre respetuosas, sobre todo por aquellos que no comprenden ni tienen experiencia de lo que significa el diálogo teológico entre quienes son especialistas. Incluso no ha faltado el Sofanor Sanabria de turno que, como en aquellos cuentos del padre Leonardo Castellani, me acusara de que estoy interpretando la infalibilidad pontificia como si el Papa fuera un robot movido a control remoto por el Espíritu Santo. Quienes así piensan nunca han entendido no solo la asistencia divina en la infalibilidad pontificia, sino tampoco la asistencia divina en la inspiración bíblica.
----------La persecución desaforada y la crítica canallesca, cuando llegan, deben ser recibidas siempre de buen grado y, en todo caso, se hacen más soportables e incluso llegan a ser innocuas y para nada dañinas cuando se advierte a las claras, como en este caso, que parten de una absoluta ignorancia o de gigantescas carencias tanto en filosofía como en teología. Si los autores de estas críticas son sacerdotes, en tal caso les digo que repasen el tratado De Revelatione o la introducción al De Sacrae Scripturae, y se esfuercen por comprender lo que son la inspiración al hagiógrafo y la inerrancia bíblica. Mientras que si los autores de estas críticas son simples laicos, no formados en teología, les aconsejo que opten por dedicarse a otra cosa, porque hablar de aquello para lo cual no se han formado es temerario y pone en riesgo su propia salvación.
----------Diferente es el caso de la gracia que el Romano Pontífice tiene a su disposición para su conducta moral y para el gobierno de la Iglesia. El Papa puede rechazar esta gracia y de este modo caer en el pecado. Se trata, por lo tanto, del plano de ese comportamiento del Papa donde él puede ser reprochado y corregido, sin romper la comunión con él. En efecto, es claro que la comunión legítima se extiende a todo el campo de los actos legítimos y loables del Sumo Pontífice, pero que en la medida en la cual él transgrediera la ley de Dios y de la Iglesia, en esa misma medida la comunión con él no podría subsistir.
----------También aquí se da una comunión con el Sumo Pontífice, la cual sin embargo no es, como en el caso precedente, comunión de fe, sino comunión de disciplina. Así como se puede romper la anterior comunión mediante la herejía, aquí se puede romper la comunión con el cisma, que es desobediencia al Sumo Pontífice en su voluntad de legislador y guía pastoral y jurídica de la Iglesia.
----------Los modernistas, por el contrario, quienes se jactan de ser los "amigos" del Papa actualmente reinante y disfrutan efectivamente de sus favores, en realidad no saben qué es la verdadera comunión con el Romano Pontífice. Por lo cual, no obstante las apariencias en contrario, son en realidad herejescismáticos. En efecto, para ellos la comunión con el Sumo Pontífice no es la unión de su voluntad con el papa Francisco en cuanto custodio infalible de una verdad absoluta e inmutable, en la cual no creen, propiedad de la doctrina del Evangelio; sino que es la concordia y la colaboración con la subjetiva y discutible, de hecho a veces dañina, línea político-pastoral de Jorge Mario Bergoglio, que hacen pasar como un punto de inflexión o giro epocal y revolucionario, gran profecía y reforma, plena implementación del Concilio Vaticano II.
----------Claro que hay que reconocer que el papa Francisco da margen para esta falsa comunión, porque en ocasiones ha parecido preocuparse más por la afirmación de su prestigio personal que por cuidar la pureza y defensa de la doctrina de la fe. Es aquí donde viene a propósito la severa advertencia agustiniana: "Quienes apacientan las ovejas de Cristo con la intención de condicionarlas a sí mismos y no considerarlas de Cristo, demuestran amar no a Cristo sino a sí mismos, impulsados como están por la codicia de gloria o el poder o la ganancia, no por el amor de obedecer, de ayudar, de agradar a Dios" (Sermón 46).
----------No debemos sorprendernos, por consiguiente, del hecho de que, en general, los modernistas no hayan hecho críticas al papa Francisco durante la mayor parte de su pontificado hasta ahora (aunque esta situación ha cambiado bastante estos últimos meses, con la actitud del Santo Padre hacia el sínodo alemán y otras cuestiones candentes), mientras que han atacado duramente a los últimos Papas, como san Paulo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. El motivo es que ellos entendieron que, mientras estos Papas eran antimodernistas, hoy, operando un gran forzamiento de lo real, están convencidos de que el papa Francisco es uno de ellos, por lo cual, si por una parte han sido ocultamente cismáticos (cripto-cismáticos) con los Papas anteriores, ahora se han vuelto hipócritamente obedientísimos, incluso fanáticos, del Pontífice reinante, quien, lamentablemente, no se ha esforzado ni se esfuerza mucho por disipar este equívoco y tomar distancia de ellos.
----------Quien está verdaderamente en comunión con el Romano Pontífice y le habla con franqueza, hoy es acusado por los modernistas de no estar en comunión con el Papa. Quienes, en cambio, por causa de sus errores en la fe, son en realidad herejes y cismáticos, se hacen pasar por los "amigos" del Papa, quien debería ser más cauto en darles confianza, ya que lo instrumentalizan a su favor.
----------Quien no esté en comunión con el Romano Pontífice merece ser excomulgado. Pero es necesario decir que el Sumo Pontífice en esta materia puede equivocarse, es decir, puede excomulgar a quien no lo merece, mientras que puede no excomulgar a quien lo merece. Entonces, ¿qué puede hacer un excomulgado injustamente? Según santo Tomás de Aquino, debe soportar humilde y pacientemente. Por mi parte, agregaría que debe orar y ofrecer sus sufrimientos por la salvación de las almas de sus perseguidores.

6 comentarios:

  1. Una pregunta para el teólogo. Dado que Benedicto XVI sigue siendo Papa, ¿podría un sacerdote celebrar Misa una cum Papa Benedicto? ¿Cuáles serían las consecuencias? ¿Podría alguna vez ser considerado cismático por tal conducta? Gracias.

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    1. Estimado Carlos,
      está permitido al sacerdote celebrante mencionar en la Misa al papa Benedicto como Papa emérito junto al papa Francisco.
      Sería un acto cismático el del celebrante que mencionara solo al papa Benedicto.
      No importa que el emérito no siga ejerciendo su oficio de Papa, porque Benedicto XVI conserva el oficio pontificio, aunque no lo ejerce. Quien lo ejerce es el papa Francisco. Por lo tanto, es erróneo y cismático incluso el solo decir, como hacen algunos, que hoy "tenemos dos Papas".
      Cristo ha establecido una sola Cabeza operante y esta Cabeza hoy es Francisco, porque para ser Papa en la plenitud de su poder, es decir, eficazmente operativo, no basta el oficio, sino que también es necesario el ejercicio del oficio petrino.
      Benedicto ha seguido siendo Papa en un sentido disminuido, no jurídicamente operativo, sino solamente espiritual, sin el derecho y el deber de gobernar la Iglesia, aunque, dada la altura de su personalidad teológica y espiritual, con la oración, el sacrificio y su consejo al papa Francisco puede dar y de hecho da una contribución preciosa, única e insustituible al bien de la Iglesia.

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  2. "Que el Sumo Pontífice, gracias a una asistencia especial garantizada por Cristo a Pedro y sus sucesores... es doctor verídico y veraz de las inmutables verdades de la fe, por lo cual no puede equivocarse... no sólo en aquellas circunstancias solemnes y extraordinarias... sino también en las circunstancias ordinarias y cotidianas".
    y que "que el Romano Pontífice recibe de Nuestro Señor Jesucristo... un especial don del Espíritu Santo, un carisma propio y único, que le sirve tanto como maestro de la fe",
    no creo que signifique en absoluto que las palabras del Papa, tomadas literalmente, deban siempre ajustarse a la fe milenaria de la Iglesia.
    A veces incluso los maestros de la verdad usan palabras en contraste con la verdad misma con el objetivo de enseñar mejor la verdad a sus propios discípulos.
    Recordando entonces que el verdadero maestro es el Espíritu Santo y que el Santo Padre sigue siendo un instrumento de sus inescrutables designios, considero que afirmaciones del tipo: la absoluta ilicitud de la pena de muerte, el Padre que nunca prueba a sus hijos, María y José prófugos en Belén, el pecador que permanece en el pecado es agradable a Dios..., pueden ser un incentivo para profundizar la Escritura y la Tradición para algunos, y signo de contradicción y un escandaloso velo para otros muchos...

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    1. Estimado fabián,
      por encargo de Cristo, el Papa, cualquier Papa, es doctor y maestro de la verdad evangélica, que no se engaña y no engaña. Esto es un dogma de fe.
      Por consiguiente, ciertas frases del papa Francisco que parecerían heréticas, deben ser interpretadas en sentido ortodoxo.
      Entonces, decir, como usted dice, que "a veces incluso los maestros de la verdad usan palabras en contraste con la verdad misma con el objetivo de enseñar mejor la verdad a sus propios discípulos", significaría proponer un procedimiento maquiavélico y deshonesto, al cual sin embargo ningún Papa se podrá atener jamás, por más que el Papa actual cause a muchos fieles numerosos problemas y también escándalo por la ambigüedad y la imprudencia de algunas de sus expresiones, ajenas al lenguaje propio de la Iglesia.

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    2. Disculpe, padre, pero creo que usted traspasa los límites del dogma de la infalibilidad. Malinterpreta ese dogma.
      Por mi parte, rechazo firmemente la afirmación de una absoluta infalibilidad papal, no limitada ni por la intención explícita de enseñar, ni por la coherencia de la enseñanza propuesta con la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición.

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    3. Estimado Fabián,
      el Papa expresa su intención de definir solo cuando proclama un nuevo dogma.
      Ahora bien, si la veracidad pontificia, que usted llama "infalibilidad", debiera valer sólo cuando se define un nuevo dogma, entonces esto podría constituir una escapatoria para sustraerse al deber de escuchar el magisterio pontificio y para sostener que el Papa, cuando no tiene la intención de definir, se puede equivocar y nos puede engañar en materia de fe o de moral en su magisterio ordinario y cotidiano, en el cual enseña verdades ya definidas. Entonces, ¿qué sería del mandato de Cristo hecho a Pedro y a sus sucesores "confirma fratres tuos"? ¿Cristo habría engañado a su Iglesia con esas promesas? ¿Queremos terminar con Lutero?

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