jueves, 19 de agosto de 2021

Desmontando el pensamiento de Hans Küng (3)

Para comprender el neo-modernismo y no hablar sólo en base a clichés, se necesita estudio, tiempo, análisis, confrontación con las fuentes de la divina Revelación a través del Magisterio y, sobre todo, oración. Lo que aquí hemos presentado acerca de Hans Küng, es sólo un resumen, que podría ser útil quizás al lector interesado en profundizar más en la refutación de los errores de quien, junto a otros modernistas como Rahner y Schillebeeckx, vienen causando más daño a la fe y a la vida de la Iglesia en estas últimas décadas.

San Juan Pablo II visto por un modernista
   
----------Para hacerse idea de cómo en realidad Küng vivía en la Iglesia como un cuerpo extraño, es suficiente leer estos juicios injustos y calumniosos, como perfecto modernista, sobre un Santo Pontífice del calibre de Juan Pablo II. Los tomo de un muy conocido artículo de Küng.
----------Se trata de un artículo publicado en el masónico Corriere della Sera, que Küng ofreció precisamente en ocasión de la muerte de Juan Pablo II, una intervención sesgada y facciosa, en la cual no se admite una sola cosa buena hecha por el Santo Pontífice, sino que lo bombardea con una andanada de clichés, frases hechas y acusaciones estereotipadas propias de los modernistas, revelando así un alma impía y corroída por la envidia, mientras las multitudes de fieles de todo el mundo invocaban al Papa "¡Santo subito!".
----------Vale la pena reproducir por entero el texto (tal como viene incluso reportado por la popular Wikipedia), para que el lector pueda darse cuenta de la figura modernista típicamente ejemplar de Küng, que es el estilo propio de estos herejes. Dice el periodista del citado recurso telemático: "En 2005 ha sido publicado en Italia y en Alemania un artículo de Küng extremadamente crítico hacia Juan Pablo II (Wojtyła, il papa che ha fallito, Corriere della Sera)". E informa acerca del pensamiento de Küng:
----------"En la política exterior..." -palabras de Küng reportada por el periodista- "...[Juan Pablo II] ha pretendido para todo el mundo conversión, reforma, diálogo. Sin embargo, en toda contradicción, su 'política interna' ha apuntado a la restauración del statu quo ante Concilium, a impedir las reformas, al rechazo del diálogo intra-eclesial y al dominio absoluto de Roma. Este Pontífice ha declarado reiteradamente su fidelidad al Concilio, para luego traicionarlo en los hechos a través de su política interna. Los términos conciliares como 'aggiornamento, diálogo, colegialidad y apertura ecuménica' han sido sustituidos por palabras como restauración, magisterio, obediencia, re-romanización".
----------"El criterio para la nómina de los obispos no es en absoluto el espíritu del Evangelio y la apertura mental pastoral, sino la fidelidad absoluta hacia la conducta romana. Los partidarios del Papa entre los obispos de habla alemana como Meisner, Dyba, Haas, Groer y Krenn, son solo los errores más flagrantes de esta política pastoral devastadora, la cual hace peligrosamente rebajar el nivel moral e intelectual del episcopado. Un episcopado vuelto aún más mediocre, rígido, conservador y servil, es quizás la hipoteca más pesada de este larguísimo pontificado. Juan Pablo II predica los derechos de los hombres hacia el exterior pero los niega en el interior, es decir, a los obispos, a los teólogos y sobre todo a las mujeres. El Vaticano, un tiempo enemigo acérrimo de los derechos del hombre pero ahora bien dispuesto a inmiscuirse en la política europea, sigue sin poder suscribir la Declaración de Derechos del Hombre del Consejo de Europa: demasiados cánones del derecho eclesiástico romano, absolutista y medieval, deberían antes ser modificados".
----------Küng cuestiona el elevado número de canonizaciones de santos durante el pontificado del papa san Juan Pablo II, y sobre todo las beatificaciones y las canonizaciones de algunas personalidades (por caso, Pío IX y Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei).
----------Siempre refiriéndonos a este artículo, Küng retorna sobre el estado de la teología en la Iglesia católica: "Así como Pío XII hizo perseguir a los más importantes teólogos de su tiempo, del mismo modo se comportan Juan Pablo II y su Gran Inquisidor Ratzinger con Schillebeeckx, Balasuriya, Boff, Bulanyi, Curran, Fox, Drewermann y también el obispo de Evreux Gaillot y el Arzobispo de Seattle Hunthausen. En la vida pública faltan hoy intelectuales y teólogos católicos de la talla de la generación del Concilio. Este es el resultado de un clima de sospecha, que circunda a los pensadores críticos de este Pontificado. Los obispos se sienten a sí mismos como gobernadores romanos más que como servidores del pueblo de la Iglesia. Y demasiados teólogos escriben en modo conformista o bien callan".
----------"[Juan Pablo II] elogia a menudo y de buena gana a los ecuménicos, pero al mismo tiempo ha comprometido fuertemente las relaciones con las Iglesias ortodoxa y las reformistas y evita el reconocimiento de sus funcionarios y de la eucaristía. El Papa habría debido permitir -como sugirieron de muchos modos las comisiones de estudio ecuménicas y como es practicado directamente por tantos párrocos- las misas y la comunión eucarística en las Iglesias no católicas y la hospitalidad eucarística. También habría debido reducir el excesivo poder ejercido por la Iglesia sobre las Iglesias Orientales y las Iglesias reformistas y habría debido renunciar al establecimiento de Obispos romano-católicos en las zonas de las Iglesias ruso-ortodoxas.
----------Habría podido, pero nunca ha querido. En cambio, ha querido mantener y ampliar el sistema de poder romano. La política de poder y de prestigio del Vaticano ha sido enmascarada por discursos ecuménicos pronunciados desde la ventana de la Plaza de San Pedro, por gestos vacíos y por una jovialidad del Papa y de sus cardenales que en realidad oculta el deseo de 'sumisión' de la Iglesia Oriental bajo el primado romano y el 'retorno' de los protestantes a la casa paterna romano-católica".
----------Küng, por otra parte, sostiene que el papa san Juan Pablo II "ha buscado el diálogo con las religiones del mundo, pero contemporáneamente ha despreciado las religiones no cristianas, definiéndolas como formas deficitarias de fe". En este pasaje hay una crítica a la Declaración Dominus Iesus, inspirada por el cardenal Joseph Ratzinger. Una de las cuestiones debatidas en esta declaración es de capital importancia y se refiere a la naturaleza y la relación de la Iglesia católica con las demás religiones.
----------La teología desarrollada en la segunda mitad del pasado siglo XX ha reflexionado sobre la relación entre el cristianismo y las demás religiones. Ya Küng y otros autores (como es el caso de Ratzinger, Rahner, Schlette, Danielou, Congar) habían comenzado a ocuparse del tema. Rahner, Küng, Congar están entre los críticos de la verdad de fe "extra ecclesiam nulla salus" ("Fuera de la iglesia no hay salvación") considerándola un principio exclusivista. Rahner ha elaborado la teoría del cristianismo anónimo en la cual se reconocen en las religiones no cristianas valores de verdad y funciones salvíficas, aunque permaneciendo Cristo la vía de salvación principal para el hombre. Pero el caso es que Küng ha ido más allá, considerando las religiones no cristianas como vías ordinarias de salvación, y el cristianismo como vía extraordinaria.
----------El documento doctrinal Dominus Jesus, emitido en 2000 por el cardenal Joseph Ratzinger en su calidad de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, busca aclarar esta delicada cuestión reafirmando la unicidad salvífica de Nuestro Señor Jesucristo y de la Iglesia, y el valor no salvífico de las religiones no cristianas. Pues bien, para Küng y para otros autores, la Dominus Iesus traiciona el auténtico espíritu del Concilio Vaticano II y del documento sobre el diálogo interreligioso y el valor de las religiones no cristianas Nostra Aetate, además de ser un paso atrás en el camino del ecumenismo.
----------Hans Küng por otra parte ha reprochado al Papa no respetar la separación entre Estado e Iglesia. Ha acusado al Vaticano de ejercer presiones sobre el Parlamento europeo, especialmente en temas sensibles (como aborto, embarazo, fecundación artificial, eutanasia, etc.), critica los escándalos financieros y la corrupción interna de la iglesia, y ha expresado también muchas críticas hacia la espectacularización de la figura papal. La figura de Juan Pablo II ha sido indudablemente muy apreciada, incluso por los jóvenes movilizados por los movimientos (Opus Dei, Legionarios de Cristo); sin embargo, según el teólogo, los jóvenes son acríticos: aman la estrella, pero a menudo ignoran los reales contenidos de su mensaje.
----------Sigue diciendo Küng: "Para la Iglesia católica, este Pontificado se revela [...] un desastre [...] Contra todas las intenciones del Concilio Vaticano II, el sistema romano medieval -un aparato de poder caracterizado por rasgos totalitarios- ha sido restaurado gracias a una política personal y doctrinal tan astuta como despiadada: los obispos han sido estandarizados, los padres espirituales sobrecargados, los teólogos amordazados con bozal, los laicos privados de sus derechos, las mujeres discriminadas, las iniciativas populares de los sínodos nacionales y de las iglesias ignorados".
----------"Y luego otra vez los escándalos sexuales, las prohibiciones de discusión, la dominación litúrgica, la prohibición de la predicación a los teólogos laicos, la exhortación a la denuncia, el impedimento de la Eucaristía... La gran credibilidad de la Iglesia Católica, es decir, aquella obtenida por Juan XXIII y por el Concilio Vaticano II, ha dejado el puesto a una verdadera y propia crisis de la esperanza. Este es el resultado de la profunda tragedia personal de este Papa: su idea católica de tipo polaco (medieval, contrarreformista y antimoderno), en calidad de Pontífice, Karol Wojtyła la ha querido llevar también al resto del mundo católico".
----------Este largo pasaje, además de hacernos entender quién ha sido Küng, nos hace comprender cómo uno de los mayores representantes del actual modernismo ha visto a un Pontífice que ha desenmascarado la falsificación modernista de las enseñanzas conciliares, aclarando su recta interpretación y haciéndola aplicar en veinte años de iluminado y sabio gobierno de la Iglesia, que le ha procurado el honor de los altares y que ofrece al actual Papa un verdadero modelo de Pontífice para su servicio pastoral.
----------Continuando con nuestro análisis de la eclesiología de Küng, añadimos que, en lo que respecta a la relación del Espíritu Santo con la Iglesia, el espíritu, ya sea el humano, ya sea el Espíritu Santo (y más aún tratándose de Este), no está necesariamente en la historia, como sostiene hegelianamente Küng, sino que de por sí está por encima de la historia y pertenece al ámbito de lo eterno.
----------El Espíritu Santo está ciertamente en la Iglesia como alma de la Iglesia; pero Dios hubiera seguido siendo Dios aunque no hubiera creado a la Iglesia. Dios sigue siendo Dios incluso antes e independientemente de la Encarnación. Dios seguía siendo Dios si no hubiera creado el mundo. Dios no tiene ningún fin que alcanzar, no está ordenado a nada, porque se basta a sí mismo. El Verbo ciertamente viene al mundo, pero no tiene necesidad del mundo. Al encarnarse, el Verbo se propone como fin no el mejorarse o completarse, sino la salvación del hombre. La Encarnación no es una necesidad lógica y ontológica de la esencia de Dios, como creía Hegel, sino un acto libre y gratuito de su amor misericordioso.
   
La crítica a la infalibilidad pontificia
   
----------Küng se ha empantanado en este modo de pensar doble, resbaladizo, historicista y materialista. De ahí la reanudación de la idea modernista, ya condenada por san Pío X, de la mutabilidad de los dogmas, del devenir, de la pasibilidad de Dios y de la falibilidad del magisterio pontificio.
----------Lo que Küng reprocha a los Papas es el absolutismo, el dogmatismo, la rigidez, la falta de modestia y de humildad, que nos impiden reconocer la evolución de la realidad, el acoger lo nuevo, la apertura al diálogo y a la escucha del otro, esa pretensión de definir para siempre verdades irreformables, solo para darse cuenta después de un cierto tiempo que se han equivocado y por lo tanto estar obligados a cambiar de opinión, cosas que, según Küng, los Papas han debido hacer varias veces en la historia.
----------También la enseñanza de los Papas, según el pensamiento de Küng, no obstante haber proclamado lo contrario, está sujeta a esta mutabilidad y falibilidad. Küng no es como Lutero, que rechaza la institución del Papado; admite el Papa, pero socava la autoridad magisterial al negar, como es sabido, su infalibilidad, es decir, no poder equivocarse en el enseñar la verdad de fe.
----------En su volumen sobre la infalibilidad pontificia, Küng, aunque produciendo una enorme erudición histórica, llega a conclusiones erróneas por sus razonamientos engañosos y falta de adecuado criterio de juicio, confundiendo el verdadero magisterio doctrinal con contingentes decisiones pastorales, estas sí falibles, mutables, revisables, abrogables y rectificables, pero no ciertamente el magisterio doctrinal, el cual, una vez que se ha expresado, ya nunca se retracta. Los casos más pertinentes, como el del papa Liberio, el del papa Honorio y el del papa Juan XXII, siempre los habituales que son citados por los negadores de la infalibilidad, han sido resueltos hace mucho tiempo por los historiadores.
----------Küng se pregunta luego si no es el caso de reconocer que Lutero tenía razón y, por lo tanto, el Concilio de Trento se ha equivocado al condenar sus ideas. ¿No es el caso de reconocer que es Hegel quien ha entendido al Dios bíblico y que es necesario acabar de una vez por todas con un santo Tomás dominado por el dualismo griego? ¿No es el caso de anular la condena al modernismo hecha por san Pío X y agradecer al Concilio Vaticano II, que ha aceptado las instancias de los modernistas?
----------Sin embargo, gracias a la Carta Apostólica Ad tuendam fidem de 1998 se hizo más fácil refutar la tesis anti-infalibilista de Küng, porque este importante documento aclara que la infalibilidad o inerrancia pontificia no está sujeta solo a las condiciones especialísimas, extraordinarias y muy raras contempladas por el dogma de la infalibilidad del Concilio Vaticano I, de 1870, sino que esta sentencia dogmática se extiende más allá y concierne, aunque en niveles inferiores de certeza y de autoridad, también a otros dos grados inferiores de autoridad, que pertenecen al mucho más frecuente magisterio pontificio ordinario.
----------Si la veracidad doctrinal se debiera encontrar solo en el nivel definido por el dogma de 1870, como pretenden los lefebvrianos, es claro que se debería concluir en la falibilidad de los grados inferiores, que constituyen el 99% de las enseñanzas magisteriales pontificias desde el siglo XIX hasta hoy. ¡Un buen negocio para aquellos que quieran evadir elegantemente de la obligación de aceptar el magisterio pontificio!
----------De esta forma se verifica hoy sobre esta cuestión de la autoridad de los documentos doctrinales pontificios una interesante convergencia entre los modernistas, seguidores de Küng, y los lefebvrianos, los cuales pueden encontrar por ejemplo en las tesis del profesor Roberto de Mattei un buen abanderado. A los unos y a los otros les puede venir cómoda la tesis de Küng: para los modernistas y para los lefebvrianos, Küng ha vuelto cómoda la tarea cuando se trata de impugnar respectivamente desde la derecha y desde la izquierda la enseñanza de los Papas desde san Paulo VI hasta el papa Benedicto; a los lefebvrianos les hace cómodo el trabajo de impugnar la enseñanza del papa Francisco. A los modernistas, en cambio, les es embarazoso, y se sienten ligeramente avergonzados, porque, por conveniencia, se hacen pasar por los paladines del Papa, instrumentalizándolo para sus inconfesables fines.
   
Una estafa de Rahner
   
----------Pero, como es bien sabido, una obra maestra de hipocresía de Rahner surgió precisamente en ocasión de la polémica sobre la cuestión de la infalibilidad pontificia: Rahner interpreta la figura del defensor fidei, es decir, se hace pasar por el defensor del dogma de la infalibilidad, limitándose a decir que Küng es un "arrogante" (Rahner, Lehmann e Löhrer rispondono all’"Infallibile?" di Küng, ediciones Paulinas, Roma 1971, p.13); pero luego, tomando bajo examen la distinción künghiana entre infalibilidad e "indefectibilidad" de la Iglesia, por la cual la Iglesia cada tanto puede equivocarse, pero luego, en suma, al final se sale con la suya, se declara de acuerdo con la distinción de Küng y aprovecha para interpretarla a la luz de su distinción entre "estar en la verdad" (Ibid., pp.34-39), que corresponde a la indefectibilidad, y "poseer proposiciones verdaderas", que corresponde a la falibilidad de la Iglesia, en cuanto que, según Rahner, la Iglesia, en su magisterio, puede equivocarse sin darse cuenta, pero su estar en la verdad nunca falla, nunca viene a menos.
----------Este "estar en la verdad" distinto del conocer la verdad en proposiciones sería, como explica Rahner, la opción fundamental atemática de la Iglesia por la verdad. De esta manera Rahner hace apelación a su famosa experiencia trascendental de la verdad sin el ejercicio de la conceptualidad, experiencia que, como la teología hace rato ha demostrado, no existe, porque o el intelecto ejerce el juicio y entonces conoce la verdad. O no ejerce el juicio y entonces no hay experiencia trascendental que valga: el intelecto no llega a la verdad. Hablar de un "existir en la verdad" separado del conocer la verdad en el juicio no tiene sentido, porque yo estoy en la verdad precisamente cuando formulo una proposición verdadera.
----------Con esta astuta intervención, Rahner ha matado dos pájaros de un tiro: hacerse pasar por el defensor fidei y aprovechar la ocasión para publicitar su "experiencia trascendental" a expensas de su dilecto discípulo, que tenía necesidad de que el profesor le diera por una parte una palmadita y por otra reconducir su tesis a las bases trascendentales de la teología de su amado maestro.
   
La Iglesia, ¿asociación en vía de disolución?
   
----------Para algunos hoy, incluso sedicentes católicos o que creen o quieren ser católicos, la Iglesia, 1) para los optimistas, o no tiene necesidad de un principio unitario porque es concebida como simple "pueblo de Dios" o asamblea sinodal o un conjunto de creyentes, que se mantiene unido por sí mismo, o en la cual la conflictualidad es cosa normal, o bien, 2) para los pesimistas, es un organismo en proceso de disolución, como ocurre cuando en un organismo viviente se acerca la muerte.
----------El organismo vivo pierde gradualmente su unidad vital asegurada por el alma, porque las fuerzas fisico-químicas que la componen entran en conflicto cada vez más entre sí, de modo tal que en cierto punto la tensión es tal que el alma ya no puede hacer más para dominarlas y conciliarlas entre sí, y sucede que, destruyéndose recíprocamente, empujan al alma a renunciar a su oficio de principio unificador, por lo cual ella se retira y ocurre el colapso y la disolución de todo el organismo, que se dispersa en los componentes químicos individuales, cada uno de los cuales recupera la autonomía de su propia naturaleza particular: el oxígeno actúa como oxígeno, el carbono como carbono, el hierro como hierro, el fósforo como fósforo, el yodo como yodo y así sucesivamente. No hay un pluralismo unificado desde el principio vital del organismo, sino simplemente una pluralidad dispersa de sustancias, cada una de las cuales va por su cuenta.
----------Pues bien, hoy a algunos les parece que la Iglesia esté transcurriendo su vida en la tierra sujeta a un proceso similar. El Papa, que debería ser el principio coordinador y organizador de la unidad y de la armonía interna de los órganos de la Iglesia entre sí, ya no llega a mantener esta unidad orgánica, también por la presencia inédita de dos Papas, pero la Iglesia, similar a un organismo infectado, lleno de virus y dividido entre fuerzas en conflicto, parece estar en camino a la muerte.
----------La disciplina eclesiástica también está cayendo: sacerdotes, religiosos, párrocos, teólogos, moralistas, obispos, cardenales, no obedecen al Magisterio de la Iglesia ni al Romano Pontífice, sino que forman iglesias por cuenta propia. Se dan, por consiguiente, preocupantes signos externos, que nos hacen pensar en los presagios de la muerte: la vitalidad de la Iglesia parece venir a menos, disminuir día a día. La caridad se está enfriando y la apostasía se está extendiendo por todas partes, los anticristos se están multiplicando. ¿Estamos en el final previsto por el Nuevo Testamento? Algunos así lo piensan.
----------Los signos que se ven son que las iglesias se vacían, las vocaciones van en declive progresivo, los pastores no hacen oír su voz o se ocupan de política o de asuntos terrenales, no advierten y no corrigen, las herejías pululan, los conflictos y los extremismos aumentan, las deserciones sacerdotales y religiosas continúan, los cismas se multiplican, la administración de los sacramentos está disminuyendo, el ecumenismo vacila y no concluye en nada, la ética católica es despreciada, las misiones languidecen.
----------Existe, claro, un notable aparato institucional de diócesis, parroquias e institutos religiosos: ¿pero cuál es su vitalidad? Existe sí un notable aparato de instituciones escolares, formativas, educativas y culturales, una gran industria y producción de publicaciones católicas: ¿pero en qué medida estas instituciones funcionan en el respeto de la doctrina y de la disciplina de la Iglesia?
----------El Concilio ha venido para remediar esta situación y para restaurar la unidad y la vitalidad de la Iglesia. Pero es evidente que tal unidad debe ser realizada en torno al Papa y en la sujeción de todos al Papa. Si se le ocurre a un tipo como Küng, que sostiene con la pretensión de interpretar el Concilio, que el Papa no es infalible en su oficio de declarar y custodiar esas verdades, es decir, los dogmas, que forman la base inconcusa e indiscutible de la unidad y comunión eclesiales, ¿qué sucederá si seguimos sus ideas? Que la disgregación de la Iglesia, en lugar de disminuir, aumentará.
----------Por lo tanto, es necesario oponerse netamente a la tesis de Küng, la cual no solo no es conforme a la doctrina del Concilio Vaticano II, sino que es exactamente la negación, mientras que tal doctrina confirma la del Vaticano I, y en todo caso la precisa al presentar al Papa como promotor y moderador de la sinodalidad de la Iglesia, así como del ecumenismo y del diálogo interreligioso y con los no-creyentes a fin de convocar a todos los hombres de buena voluntad a la adhesión a los valores de la fraternidad humana universal como base común de encuentro entre los hombres, lo que justificará un ulterior llamamiento a la conversión porque el reino de los cielos está cerca (Mt 3,2) y es necesario hacerse abrir la puerta por el portero (Mt 16,19).

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