sábado, 7 de agosto de 2021

Traditionis custodes (8/9) Sus justificadas motivaciones

Continuemos nuestra reflexión profundizando acerca de los motivos de la promulgación del motu proprio Traditionis custodes, declarados explícitamente por el papa Francisco. En relación a este tema, hoy digamos algo acerca de los abusos del novus ordo por parte de los progresistas inspirados por el modernismo, para seguir luego con los abusos del vetus ordo por parte de los tradicionalistas inspirados en el lefebvrismo.

Los muy justificados motivos del motu proprio Traditionis custodes
   
----------El análisis de la estructura del Misal que la Iglesia pone en manos de todos sus sacerdotes para celebrar la sagrada liturgia, el análisis de sus textos, e incluso las eventuales propuestas de corrección, no son tareas que competan a laicos que se auto-eligen, de modo arrogante a veces, como defensores de la verdadera "tradición", cuando la misma experiencia indica que en la generalidad de los casos, los sedicentes tradicionalistas ni siquiera cuentan con una comprensión correcta de la Tradición. Esas tareas competen a especialistas en la materia, de los cuales se ha valido el papa san Paulo VI y sus sucesores para dar a la Iglesia la Misa tal cual hoy se celebra según el novus ordo, vale decir, según "los libros litúrgicos promulgados por los santos pontífices Paulo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II", que según acaba de decretar el papa Francisco "son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano".
----------Ningún sacerdote en cabal y normal uso de sus facultades mentales, por supuesto ayudado por la gracia de Dios, nunca jamás osaría decir arrogantemente a la Iglesia: "Y si no me agrada el misal del novus ordo ¿qué?". Pero el caso es que ciertos sacerdotes, con frecuencia parapetándose cobardemente detrás de laicos, a partir del 2007 han dado lugar a verdaderas batallas ideológicas en torno al misal de san Paulo VI, promoviendo la celebración de la Misa del vetus ordo muy lejos de las finalidades del permiso que tan generosamente había concedido el papa Benedicto XVI con su motu proprio Summorum pontificum.
----------En efecto, según declara Benedicto XVI en la Carta que acompañaba a la ley aprobada, el objetivo de Summorum pontificum fue "llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia", y cita expresamente al "movimiento guiado por el arzobispo Lefebvre, [en el que] la fidelidad al Misal antiguo llegó a ser un signo distintivo externo". Aún más, el Papa recuerda que "mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse".
----------Tanto los abusos de los extremos progresistas como los abusos de los extremos tradicionalistas en estos cincuenta años de postconcilio, dan razón de los justificados motivos que han llevado al papa Francisco a decretar el presente motu proprio Traditionis custodes: "Me duelen por igual los abusos de una parte y de otra en la celebración de la liturgia. Al igual que Benedicto XVI, yo también deploro que 'en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad'. Pero también me entristece el uso instrumental del Missale Romanum de 1962, que se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la 'verdadera Iglesia'... Es cada vez más evidente en las palabras y actitudes de muchos que existe una estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y sus instituciones en nombre de lo que consideran la 'verdadera Iglesia'... Es para defender la unidad del Cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad concedida por mis predecesores. El uso distorsionado que se ha hecho de ella es contrario a las razones que les llevaron a conceder la libertad de celebrar la misa con el Missale Romanum de 1962".
   
Los abusos de los progresistas y la débil reacción de los Papas y Obispos
   
----------Detengámonos primero, por un momento, en los abusos de los progresistas. Transcurridos algunos decenios de implementación de la reforma litúrgica, después de habernos encontrado con misas transformadas en conciertos de rock, con laicos que invadían el presbiterio a fin de unir su propio egocéntrico deseo de protagonismo al egocentrismo del sacerdote celebrante, después de que en la reforma litúrgica girando por el mundo confluyeran, bajo pretexto de inculturación mal entendida, formas de peligroso sincretismo con elementos de animismo mágico, panteísmo y superstición pagana en lo que debía ser el sagrado ámbito de la liturgia, y entre danzas tribales variopintas en que de improviso solían escucharse exclamaciones del celebrante gritando fuera de sí: "¡Hermanos, la Iglesia es ésta!", por fin, la Jerarquía reaccionó. ¿Pero de qué modo?
----------Siguiendo aquella pauta pastoral del papa san Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio, cuando dijo que "en nuestro tiempo la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad", frase que tantos malentendieron, y fueron incapaces de comprender que el Papa no podía negar la ley de Cristo que es ley de caridad, y que la caridad nunca prescinde, cuando es necesario, ni de la misericordia ni de la severidad, la Jerarquía se excedió en la primera y olvidó la segunda.
----------Las consecuencias de tales errores pastorales fueron muy dañosas. Lo que la Iglesia hizo, aún guiada por un Santo Pontífice como Juan Pablo II, no logró contener el aluvión progresista en la liturgia. ¿Qué hizo la Jerarquía, Papas y Obispos, en estas décadas? La Iglesia que dialoga pero no rearguye en modo decidido y, si es oportuno, en modo severo, la Iglesia que sugiere pero no impone, la Iglesia que aconseja pero que no da directivas taxativas, la Iglesia que amonesta pero que no condena a los culpables, frente a una liturgia salida de todo control, ¿qué fue lo que hizo? A mi entender, poco y nada, tan solo una muy débil reacción: instruir y exhortar, exhortar e instruir. Por ejemplo, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, bajo expresa voluntad y con la aprobación del papa san Juan Pablo II emana el 25 de marzo de 2004, con la firma de su prefecto, el cardenal Francis Arinze, la Instrucción Redemptionis Sacramentum, cuyo subtitulo rezaba: "Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía". Esta instrucción había sido precedida unos años antes, el 6 de agosto de 2000, por la doctrinalmente importantísima declaración Dominus Iesus, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmada por su prefecto, el cardenal Joseph Ratzinger, donde se confirma el concepto teológico del carácter absoluto de la fe y de la centralidad de Cristo y de la Iglesia en el misterio de la salvación.
----------A la vista de estos dos documentos, del 2000 y del 2004, formulemos una pregunta. Si a la distancia de cuatro décadas de un Concilio ecuménico, la Iglesia se ve constreñida a confirmar algunos de los fundamentos de la fe y de la sagrada liturgia, es evidente que algo no ha andado bien. Y es precisamente de aquí que nace el problema interpretativo de cuantos acusan al Concilio Vaticano II (es decir, a sus documentos, porque en definitiva el Concilio cristaliza en sus documentos) de estar en el origen de ciertos males que hoy vivimos en la Iglesia. Por supuesto, para nosotros no hay posibilidad de que nadie nos confunda con equívocos y malos entendidos: no se ha equivocado el Concilio Vaticano II, ni en el interior de sus documentos se contienen errores doctrinales, y esto es así porque los Padres del Concilio, sucesores de los Apóstoles, reunidos con y bajo el Romano Pontífice, Sucesor de Pedro no podían sancionar errores en materia de fe y moral.
----------No puede haber en los documentos del Concilio errores contra la virtud de la fe. Lo que sí sabemos que muy bien puede haber en los documentos del Concilio son errores pastorales, posturas o enfoques pastorales que pueden haber faltado a la virtud de la prudencia, de la justicia y de la caridad. En mi modesta opinión esos errores pastorales se podrían reducir a dos: una tendencia al buenismo y una excesiva valoración positiva del mundo moderno. Recordemos que el papa Benedicto XVI les dijo años atrás a los lefebvrianos que si querían estar en plena comunión con la Iglesia debían aceptar todas las doctrinas del Concilio Vaticano II. Pero que, en cambio, algunas de sus directrices pastorales pueden ser discutidas. Repito, a mi entender ciertamente se refería a la tendencia buenista y a la excesiva estima por el mundo moderno.
   
Lo divino y lo humano en la Iglesia, lo doctrinal y lo pastoral, lo sagrado y lo profano
   
----------Haciendo un análisis del todo lícito, en base a la anterior distinción entre lo doctrinal y lo pastoral en los documentos del Concilio, es decir, entre aquello en lo que gravita lo divino y sagrado, y aquello en lo que gravita lo humano y profano, o sea entre aquello en lo que el Concilio cum et sub Petro no puede equivocarse, porque está garantizado por el carisma de infalibilidad, y aquello en lo que el Papa y el Concilio son falibles, podría quizás expresarse que el Concilio Vaticano II, en gran medida caldeado en las décadas sobreoptimistas de la inmediata postguerra, nació pastoralmente viejo, precisamente por buenista y excesivamente optimista hacia el mundo moderno, habiendo llegado al presente con un pie ya orientado en el pasado, preocupado y condicionado por los problemas de la contemporaneidad sin una mirada vuelta al futuro. Sin embargo, nunca pondré en discusión sus documentos, sus directivas de fondo y su disciplina.
----------En la Iglesia cambian y deben cambiar los accidentes del lenguaje o formas externas, de los usos y costumbres, de las tradiciones humanas, por antiguo que fuere todo ello; ese es precisamente el caso de la liturgia de la Iglesia, inmutable como lex orandi divina, instituida por Cristo, mutable como lex orandi humana, establecida por ley eclesiástica. No cambia en la Iglesia, sin embargo, la esencia, la sustancia, lo que subyace al lenguaje, a las formas externas, a los usos y a las costumbres, a las tradiciones humanas, que sí cambian, por antiguas que fueren todas esas cosas. Porque la estructura esencial de la Iglesia, sus instituciones substanciales, están fundadas sobre lo eterno e inmutable. Decir "hoc est enim corpus meum" o decir "esto es mi cuerpo", es lo mismo, con buena paz de aquellos que adoran más los accidentes externos y cambiantes del lenguaje de los latinos, antes que la sustancia de la Eucaristía, que es el Cristo eterno, presente, vivo y verdadero, prescindiendo de los accidentes externos, que son por sí mismos mutables
----------No olvidemos que la divina lex orandi, siempre sagrada, inmutable, la centralidad del rito litúrgico y del sagrado misterio son las palabras pronunciadas por Nuestro Señor Jesucristo al instituir la Santísima Eucaristía como memorial perenne de su propio Cuerpo y de su propia Sangre. Todo el resto es forma exterior, accidental, la humana lex orandi eclesiástica, mutable a través de los tiempos y de los lugares, que constituye el marco accidental profano, que revela y al mismo tiempo esconde lo esencial del sagrado misterio.
   
La Misa es a un tiempo obra divina y humana
   
----------Hay tradicionalistas que, como los lefebvrianos, para resaltar o evidenciar lo divino, sacralizan lo humano. Hay progresistas que, como los modernistas, para resaltar o evidenciar lo humano, profanan lo divino. Los primeros hacen rígido o endurecen tambien lo que puede cambiar; los segundos relativizan también lo que debe ser conservado. Los primeros se han fijado en la Misa de san Pío V, se han detenido en ella maniáticamente, incluso rechazando la modernización realizada por san Juan XXIII en 1962. Para ellos, la Misa de san Pío V es la única verdadera Misa "de siempre", como si la Misa de san Juan Crisóstomo, la de Gregorio VII o la de Inocencio III no fueran la Misa de siempre, es decir, la Misa instituida por Jesucristo.
----------Los lefebvrianos no tienen en cuenta que la Misa es a un tiempo obra de Cristo (lex orandi divina) y elaboración o artefacto humano (lex orandi humana). Si la comparación no pareciera irreverente, se puede decir que sus diferentes formas a lo largo de los siglos se pueden parangonar con la evolución de un producto de la técnica, como por ejemplo el reloj o el automóvil. ¿Quién es el que hoy preferiría usar un reloj del siglo XVIII o un auto del 1920, y no en cambio un reloj o un automóvil del 2021? Ciertamente, nadie podría impedírselo, pero ¿cuál es el punto a favor? En efecto, así como existe un progreso en los productos de la técnica, de modo similar existe un progreso en la formación o estructuración de las modalidades del rito de la Misa, aunque la Misa sigue siendo esencialmente la misma. En tal sentido se puede decir que la lex orandi divina de la Misa novus ordo es la misma de la del vetus ordo, porque es la misma e idéntica Misa.
----------Y así como existe un progreso en la técnica, también así existe un progreso en la estructuración del rito de la Misa. Así como existe una lex orandi que determina en modo inmutable la esencia de la Misa, en cuanto instituida por Cristo, así también existe una lex orandi, una ley de la Misa, que depende de la autoridad humana, a la cual Cristo ha confiado el modificar el rito de Misa según los tiempos y los lugares y en orden a un siempre mejor ejercicio del culto divino, es decir, un culto cada vez más capaz de ofrecer el sacrificio de Cristo y de unir siempre mejor al hombre a Dios mediante la ofrenda de este sacrificio.
----------En tal sentido el papa Francisco puede decir, en el artículo 1 de Traditionis custodes, que hoy la única lex orandi es la Misa novus ordo, es decir, en relación con esa lex orandi, que le corresponde a él, en cuanto poseedor del poder de las llaves, establecer y cambiar a lo largo del curso de la historia. En este sentido se puede decir que hoy la lex orandi ya no es la del vetus ordo, sino la del novus ordo. Vemos, entonces, lo importante que es distinguir estos dos sentidos de la expresión lex orandi.
----------Por otra parte, cabe precisar que es sólo en el primer sentido que la lex orandi es lex credendi, en cuanto ley de Cristo: mientras que en el segundo sentido la lex orandi, siendo sólo ley de la Iglesia, puede cambiar sin dejar de ser la misma lex orandi como lex credendi fundada por Jesucristo.
   
No conviene pasarse de vivos
   
----------El papa Benedicto con Summorum Pontificum había permitido a cualquier sacerdote (con generosidad, pero acaso con imprudente confianza) celebrar libremente en el vetus ordo, aboliendo la disposición precedente de san Juan Pablo II, que prescribía que el sacerdote debía pedir el permiso al obispo.
----------Fue un acto generoso de Benedicto, confiando en que los devotos del vetus ordo harían buen uso de tal permiso. Pero en cambio, lamentablemente ha sucedido, como denuncia el papa Francisco en Traditionis custodes, que los lefebvrianos y los cismáticos han utilizado el vetus ordo como pretexto para acusar al novus ordo de filo-protestantismo y para acusar de modernismo las doctrinas del Concilio Vaticano II.
----------El papa Francisco se ha percatado de esto, no desea que el cisma avance, y los ha castigado volviendo a ordenar que los sacerdotes que quieran celebrar en el vetus ordo pidan el permiso al obispo, restringiendo y haciendo más difícil la posibilidad de la celebración de la Misa vetus ordo.
----------El Papa, sin embargo, parece no haber tenido en cuenta el hecho de que no todos los devotos del vetus ordo son cismáticos o lefebvrianos, sino que también hay muchos que no ven ninguna contradicción entre el aprecio por el vetus ordo y la sumisión leal y total a las doctrinas del Concilio y tienen cuidado de no considerar el novus ordo como filo-protestante, como han hecho durante años varios sacerdotes que conozco, que celebraban regularmente en ambos ritos, como yo mismo lo he hecho.
----------Por lo tanto, en mi opinión, el Papa debería mantener las facultades concedidas por Benedicto XVI a aquellos sacerdotes que declaren formalmente que se adhieren a las doctrinas del Vaticano II y tienen pleno respeto por la Misa novus ordo. En cualquier caso, estos sacerdotes ahora pueden obtener tal facultad de su obispo, siempre que el obispo sea comprensivo, como lo esperamos, con estos sacerdotes y con aquellos grupos de fieles que desean la Misa vetus ordo. Si ya no pueden ser alojados en templos parroquiales, quizás pueden acudir a los santuarios marianos o a los institutos religiosos o a los administradores de oratorios o capillas privadas. Si ven buena disposición y lealtad católica, seguramente el obispo concederá el permiso.
----------Supongo que un modo pastoralmente adecuado de ir concediendo este permiso de celebración del usus antiquior por parte del Obispo diocesano es el de la gradualidad. Si por ejemplo un grupo de jóvenes acompañados por un sacerdote solicitan a su Obispo el permiso para poder celebrar la Misa según el vetus ordo, entonces el Obispo, con los debidos recaudos, podría conceder a tal comunidad la celebración de una misa mensual o quincenal, en día de feria, por supuesto no en domingo ni fiesta. Es decir, a mi entender, una prudente medida sería conceder el permiso en un grado mínimo, para luego, con el paso del tiempo, a la vista de la experiencia y la comprobada lealtad católica, ir dando mayor libertad al grupo.
----------Por otra parte, es necesario sobre todo que se siga creando un clima de mutuo y fraterno respeto entre los devotos del novus ordo y los del vetus ordo, tal como lo deseaba el papa Benedicto. Es necesario en particular que los unos y los otros eviten en modo absoluto cualquier valoración despectiva hacia el rito que no es el que prefieren. Es inconcebible y escandaloso que haya división entre católicos precisamente donde los corazones deberían estar más unidos entre sí y en comunión con el Sumo Pontífice.
----------Cuando el Papa expresa su voluntad de que todos acepten el novus ordo como única lex orandi, no excluye en absoluto, como aparece evidente en el Motu proprio, la legitimidad de la celebración con el vetus ordo. Sin embargo, el Papa tiene todos los derechos y también el deber de ordenar a todos, devotos o no devotos del vetus ordo, que acepten el novus ordo como única lex orandi de hoy, lex orandi que debe entenderse aquí no en el sentido de la ley esencial de la Misa, que es la misma para el novus ordo como para el vetus ordo, sino en el sentido de la ley que regula la celebración de la Misa, que es competencia del Papa.

8 comentarios:

  1. Católico conciliar7 de agosto de 2021, 20:10

    Querido Padre:
    Ud plantea un ejemplo que perecería ser contundente. "Si la comparación no pareciera irreverente, se puede decir que sus diferentes formas a lo largo de los siglos se pueden parangonar con la evolución de un producto de la técnica, como por ejemplo el reloj o el automóvil. ¿Quién es el que hoy preferiría usar un reloj del siglo XVIII o un auto del 1920, y no en cambio un reloj o un automóvil del 2021?"
    Le cuento que, por ejemplo, quien viva en el campo tal vez no prefiera un auto de 1920, pero sí uno de 1970 a uno del 2000. Los autos nuevos tienen un sistema que implica pasar el auto por la computadora y si tienen ciertas fallas, suelen bloquearse. Hay que llamar el auxilio porque de otro modo no pueden ponerse en marcha. En cambio un Renault 12 puede arrancarlo con una pinza en el burro y manejarlo sin frenos. Ergo, para el campo en ciertas emergencias es preferible al moderno.
    Reloj: si me tengo que ir por unos días lejos de la civilización, prefiero un viejo reloj a cuerda que uno a pilas que si se gastan me quedo sin reloj. Con el viejo reloj a cuerda, voy a saber siempre la hora (por ejemplo para un encuentro en el que tengan que relevarme).
    Y antes que lo diga Ud, se lo digo yo. El GPS todo bien, pero yo llevaría una además una "vieja brújula", por si hay algún inconveniente.
    Por ellos, no siempre la evolución es "buena".
    Sabrá que el submarino inglés que lanzó el torpedo contra el Crucero General Belgrano además del sistema electrónico, hizo los cálculos manuales para mayor seguridad.
    Hay gente que cree que SIEMPRE el progreso es para algo mejor. No en todos los casos resulta así.

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    1. Estimado Católico conciliar,
      te agradezco los datos, que son, por supuesto, ciertos. Yo mismo uso muchos artefactos antiguos, y no sólo porque no he podido comprarme de los nuevos, sino porque me gustan, o me siguen sirviendo, y porque mi superior no puede obligarme en estos casos a usar nuevos.
      1) Pero lo que dices confirman lo que quiero decir con el ejemplo que he puesto. Sin embargo, no des valor a mi ejemplo más de aquel valor para lo cual sirve, como ejemplo de algo que pretendo explicar, que es el tema general del que trato, y del que quisiera que se debata (no sobre estos ejemplos, que pueden servir o no).
      2) Me interesa tu conclusión, porque quizás puedas a partir de ella entender de qué se trata el nudo de la cuestión. Tú dices: "Por ellos [los casos que mencionaste], no siempre la evolución es 'buena'. ... Hay gente que cree que SIEMPRE el progreso es para algo mejor. No en todos los casos resulta así".
      Pues bien, trata de razonar sobre esto: en el tema que expongo en esta serie sobre el novus ordo y el vetus ordo, quienes SIEMPRE dicen que lo MODERNO es lo mejor, son los modernistas, y quienes dicen que SIEMPRE lo MODERNO es lo peor, son los lefebvrianos o pasadistas. Los primeros son historicistas y evolucionistas y no creen en verdades absolutas ni en dogmas inmutables; por lo tanto son veletas que cambian su "verdad" por las modas de los tiempos, son en el fondo hegelianos. Los segundos, se quedan maniáticamente arraigados en un pasado que ya no existe, fijados a un modo de conocer y vivir la realidad, sin admitir que se puede crecer en el conocimiento y en la forma de vivir la realidad, la cual cambia. Claro que para que algo cambie, siempre tiene que haber "algo" que cambia.
      Si has seguido mi explicación, lo que no cambia es la "lex orandi" divina, instituida por Cristo, que es la única lex credendi; lo que ha cambiado en estos dos mil años y seguirá cambiando es la lex orandi humana, instituida por la Iglesia.
      Los modernistas aceptan la modernidad como un todo. Los lefebvrianos rechazan la modernidad como un todo. La Iglesia (por ejemplo el Concilio Vaticano II) se propone valerse de todo lo bueno y rechazar lo malo que hay en la modernidad. La Iglesia es criba del mundo y de la humanidad, como siempre lo ha sido.
      Sé que eres capaz de comprenderme.

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  2. Sergio Villaflores8 de agosto de 2021, 8:04

    Estimado padre Filemón:
    Tengo algunas dudas sobre algunos puntos, que enumero a continuación. Me gustaría tener su respuesta.

    1) Si hoy en día hay muchos sacerdotes que no conocen adecuadamente el latín y que no tienen una adecuada preparación teológica, ¿no cree que quienes deben guiar su formación también tengan alguna responsabilidad?

    2) Hace años recuerdo el caso de un sacerdote católico que, al final de una misa celebrada con el Novus Ordo, comunicó a sus fieles que quería dejar la Iglesia Católica para unirse a la iglesia evangélica. ¿Habría hecho lo mismo con una misa celebrada con el antiguo rito?
    Lo que intento decir es que tengo la impresión de que los protestantes no tienen problemas para usar el nuevo rito, porque lamentablemente lo consideran adecuado para darle una interpretación en la que se excluye la presencia real, mientras que nunca aceptarían celebrar su "santa cena" con el rito tridentino.

    3) Es cierto que hay quienes utilizan el antiguo Misal para fines distintos a la salvación de las almas, pero ¿por qué generalizar como parece hacer el papa Francisco, y como parece hacerlo también usted? Los abusos litúrgicos cometidos dentro del propio Novus Ordo han sido tolerados desde hace mucho tiempo, los neocatecumenales practican libremente sus extravagancias en las iglesias, cada vez menos bautizados se declaran creyentes, las iglesias parece que están cada vez más vacías y los que asisten a Misa los domingos se mueven cada vez más hacia posturas y doctrinas protestantes y ¿el problema para la unidad de la Iglesia sería ese pequeño porcentaje de fieles que se beneficiaron del Summorum Pontificum de Benedicto XVI? A mí no me lo parece.

    Agradeciendo su atención, lo saludo cordialmente.

    Sergio Villaflores, Valencia

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    1. Estimado Sergio:
      Responderé a sus preguntas en orden,
      1) que la formación en los seminarios y, peor aún, en las cátedras de teología en las universidades eclesiásticas, sea hoy casi un desastre, en lo que a mí respecta lo llevo diciendo, escribiendo, explicando y demostrando desde hace años;
      2) siempre han existido casos de sacerdotes que (objetivamente) han traicionado su vocación, por distintos motivos (subjetivamente) más o menos comprensibles, o peor aún, apostatando, es decir, rechazando la misma fe de la Iglesia Católica. Pues bien, estos casos no implican una cuestión de rito, ni dependen en absoluto del Vetus Ordo o del Novus Ordo Missae. No es cierto que el antiguo rito exalta la presencia real y el nuevo rito la haya disminuido o incluso la haya "abolido", como dicen algunos, los cuales están gravemente equivocados y afirmando cosas falsas e incluso blasfemas y heréticas, porque, al fin de cuentas, están negando la validez del novus ordo, que es precisamente una de las razones por las que el papa Francisco ha emanado su motu proprio. Bastaría con leer el Misal de san Paulo VI, para advertir claramente que hay referencias al elemento sacrificial en todas las Plegarias Eucarísticas;
      3) todos los problemas que mencionas en este último punto no tienen relación con el Novus Ordo Missae. Ciertamente no es el Misal de san Paulo VI lo que ha producido una crisis de fe y un alejamiento de las personas de la vida de la Iglesia. Y le diré más: muchos (y me refiero a muchos y no a pocos) de los que hoy se rasgan las vestiduras por las justas restricciones dadas al uso del Vetus Ordo Missae, son los mismos que en los años setenta eran parte de las marchas por la liberación sexual, y los primeros en votar a favor del aborto. Y digo esto porque los conozco, y además de conocerlos también sé que nunca se han arrepentido de ello, sino que solo han dado vuelta la página sin mayores preocupaciones ni penitencia, pasando, tras la caída del Muro de Berlín, con extrema facilidad, desde el del fundamentalismo de la izquierda radical al fundamentalismo católico, permaneciendo igual. Sólo han cambiado de bandera y de válvula de escape de sus ínfulas integristas.

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  3. Lo que en realidad debió hacerse en el Concilio Vaticano II no era reformular el rito de la Misa, sino corregir los abusos de los malos sacerdotes que celebraban la Misa tridentina sin piedad, mecánicamente, sin devoción, con total carencia de sentido de lo sagrado.

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    1. Estimado Anónimo,
      el viejo rito, hoy tan reclamado por los nacidos veinte años después de caer en desuso, en una sociedad ya completamente cambiada y con necesidades pastorales completamente nuevas, como era la de finales de los sesenta, había creado un fuerte y distante desinterés por lo sagrado, especialmente entre los jóvenes, algo de lo que tenía plena percepción el venerable papa Pío XII, quien por su parte propuso toda una serie de primeras reformas litúrgicas en la década de 1950, dando vida a comisiones que estudiaran una adecuada reforma litúrgica. Precisamente, si el primer documento en ser promulgado por el Concilio Vaticano II fue el de la reforma litúrgica, eso sucedió porque ese documento ya estaba listo en la misma apertura del Concilio.
      Permítame decirle que simplemente no entiendo el deseo que tienen ciertas personas de volver a los tiempos en que el celebrante susurraba palabras incomprensibles en voz baja y anunciaba el Evangelio leyéndolo en latín mientras las abuelas y las madres rezaban sus rosario durante la celebración de la Misa, y los hombres se quedaban en la parte trasera de la iglesia y entraban y salían a fumar su puro, sobre todo cuando el sacerdote iniciaba su sermón.
      ¿De verdad quiere Ud. volver a esos tiempos, a esos "años formidables"? ¿Está Ud. realmente convencido de que la Iglesia ha "destruido" algo que estaba perfectamente bien para reemplazarlo con una Misa "mala" y que, para algunos tradicionalistas, sería la fuente de todos los problemas de la Iglesia?
      ¿Por casualidad, no será Ud. también uno de aquellos que piensa que ciertas degeneraciones del 68, de la liberación sexual, del terrorismo y los "Años de Plomo", de la posterior descristianización, etc., son culpa del Misal de Paulo VI? ¿O cree Ud. que todo eso nunca hubiera sucedido con el Misal de Pío V?
      Reflexione, por favor.

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  4. Sergio Villaflores8 de agosto de 2021, 17:22

    Estimado padre Filemón,
    gracias por su respuesta, que para mí representa una útil fuente de reflexión. Sin embargo, me gustaría aclarar algunas cuestiones.
    Nunca he sostenido que el fenómeno de los sacerdotes apóstatas se deba al Novus Ordo. Solo señalé que el presbítero aquel que cité (de modo anónimo) había anunciado su intención de dejar la Iglesia Católica después de haber celebrado una Misa con el novus ordo. Este hecho debe hacernos reflexionar, ciertamente no para cuestionar la vigencia y catolicidad del rito, sino para tomar nota de que puede estar sujeto a una doble interpretación, o sea, que es ambiguo, tanto que muchas comunidades protestantes lo utilizan sin problemas (obviamente omitiendo para pronunciar las palabras "en unión con nuestro Papa...").
    ¿No sería deseable eliminar esta ambigüedad? Para lograr esto, no es necesario volver al vetus ordo, sino que bastaría simplemente con tener uno nuevo que, sin embargo, teológicamente hablando, fastidiara a los protestantes. El problema ha sido durante mucho tiempo que muchos sacerdotes y obispos, formalmente católicos, de hecho profesan de una u otra manera, la herejía protestante y es por eso que muchos fieles, aunque no forman parte de grupos vinculados a la celebración de la Misa Tridentina, la ven como desproporcionada, y ven como poco creíble esta batalla contra el Summorum pontificum. De hecho, no parece que contra otros abusos se hayan establecido medidas con el mismo rigor. ¿O acaso se ha impedido a los neocatecumenales formar nuevos grupos y nuevos seminarios?
    Mis cordiales saludos.

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    1. Estimado Sergio,
      cuando hay que empezar a "cortar" o "poner en vereda", nunca faltarán los que afirmen (en modo más o menos legítimo) que se ha empezado por el lado equivocado y que teníamos que empezar por otro.
      Por cuanto respecta a, por ejemplo, los neo-catecumenales, conviene recordar que el Santo Padre, antes de promulgar Traditionis custodes, dio un duro golpe a ciertos movimientos laicales al establecer que sus dirigentes laicos no pueden permanecer en su cargo por más de 10 años y que los fundadores, para poder permanecer en el cargo por más tiempo, deben contar con la autorización de la Santa Sede. Pienso que esto no se aplicará a Kiko Argüello que durante medio siglo ha dicho y repetido con la difunta Carmen que no era un "fundador" sino un "iniciador". Ya veremos lo que pasa…
      Ahora bien, que el Misal de Paulo VI sea similar al protestante es una leyenda urbana moribunda, pues de ninguna manera es cierto. En primer lugar, no existe un denominado "rito protestante" porque el protestantismo no es en modo alguno un fenómeno unitario sino fragmentado en la organización interna de las comunidades, en doctrina, moral y liturgia. Entonces, la gente habla de un "rito protestante" que no existe, ya que hay muchos ritos.
      Otra leyenda urbana, aunque difícil o quizás imposible de morir, pero que sigue siendo repetida, de blog en blog, por gente completamente incompetente en teología y liturgia, que la que llaman "nueva misa" es una copia de la "misa protestante". Y esto es falso también porque una "misa protestante" no existe en absoluto. Los textos litúrgicos católicos y protestantes son totalmente diferentes en su estructura teológica y litúrgica.
      Si de verdad quieres ver una celebración más acorde con el rito tridentino respecto al Misal del papa san Paulo VI, incluyendo vestimentas, accesorios y estilo celebrativo, en tal caso debes asistir a una celebración de los anglicanos de Inglaterra, o algunas de sus comunidades en América del Norte, donde son conocidos con el nombre de Comunidad Episcopaliana.
      Otra comunidad que ha celebrado hasta fines de los años ochenta un rito mucho más parecido al Misal de san Pío V, en comparación con el Misal de san Paulo VI, fueron los Vétero-católicos, un segmento cismático nacido en rechazo de la dogma sobre la infalibilidad pontificia en materia de fe, dogma sancionado por el Concilio Vaticano I. Luego, a finales de los noventa sufrieron un cambio radical, y hoy tienen "obispos" abiertamente homosexuales que ordenan incluso sacerdotisas abiertamente lesbianas.
      Con la más amable de mis sugerencias, me inclino a aconsejarte que no te preocupes por lo que escriben ciertos blogueros, pues son totalmente inatendibles desde el punto de vista histórico, teológico, litúrgico y socio-eclesial, pero sobre todo porque son venenosamente nocivos para la fe y para la unidad en la Iglesia.

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