lunes, 23 de agosto de 2021

Cabos sueltos sobre liturgia, novus ordo y vetus ordo (2/8)

Sigo respondiendo a las preguntas, dudas y objeciones que me han sido planteadas, tratando de hacerlo del modo más breve posible. Si fuera necesario, responderé también a los lectores necesitados de mayores detalles y explicaciones. Mi impresión es que en estas cuestiones litúrgicas los tradicionalistas se suelen quedar enredados y perdidos en detalles jurídicos o históricos o rubricísticos, lo cual evitarían si contaran con una mayor claridad de conceptos en cuanto a la teología de los Sacramentos.

----------Si bien parece que en abstracto a los tradicionalistas les es posible admitir que la Iglesia de Rito Romano pueda expresar su voz cultual en dos "formas", ordinaria y extraordinaria, de un único rito, según lo explicado por el papa Benedicto XVI en el motu proprio Summorum pontificum, y que, por consiguiente, le es posible a la Iglesia (siempre en abstracto) conceder facultad a los fieles para cumplir legítimamente el precepto dominical, asistiendo a la Misa celebrada en una forma o en otra; sin embargo, cuando esos mismos tradicionalistas comienzan a considerar, ya no abstracta sino concretamente, los aspectos característicos del Novus Ordo y del Vetus Ordo, entonces aparecen sus dificultades y objeciones.
----------En efecto, otra objeción que me ha llegado, referida al mismo tema, me expresaba lo siguiente: "Los fieles son libres de elegir o la Misa Vetus Ordo o la Misa Novus Ordo, si ambas formas son idénticas en cuanto a la sustancia. Esto presupone que la forma ordinaria -Novus Ordo- y la extraordinaria -Vetus Ordo- cumplen perfectamente las finalidades propias y al mismo tiempo expresan la misma fe, tanto en modo próximo como remoto. Si esto es muy cierto para la Misa antigua, de institución apostólica, no puede ser dicho para la Misa reformada, que respecto a la primera es gravemente deficiente".
----------Presuponer que no haya identidad de substancia o esencia no solo en el Novus Ordo (Misa de san Paulo VI) y el Vetus Ordo (Misa de san Pío V según la reforma de san Juan XXIII), sino en todas las múltiples y variadas formas que el Rito Romano ha tenido a lo largo de la bimilenaria historia de la Iglesia, implica un grave error doctrinal en algunos tradicionalistas. De hecho, conlleva el desconocimiento de la distinción, que ya hemos explicado largamente, entre el rito de institución divina, o lex orandi de institución divina e inmutable, y el rito de institución humana, o lex orandi de institución eclesiástica y cambiante. Novus Ordo y Vetus Ordo son idénticos en su substancia o esencia: la lex orandi instituida por Cristo.
----------Semejante error de ciertos confundidos tradicionalistas lleva, en consecuencia, a recurrir a expresiones que profundizan aún más la confusión doctrinal que padecen. Eso se nota en la intervención de mi interlocutor, señalada líneas arriba, cuando habla de que la antigua Misa es "de institución apostólica" y es la que "cumple perfectamente" los fines de la Misa, mientras que eso mismo no podría decirse de la nueva Misa, que sería "gravemente deficiente" o "lacunosa" como dicen otros abusivos tradicionalistas.
----------Lo que sencillamente hay que responder a todo esto, por un lado, es que la Iglesia católica es siempre apostólica. Por eso, si decide una reforma del rito de la Misa, lo hace siempre con su autoridad apostólica. Afirmar, como se ha escuchado estas semanas posteriores a la promulgación de Traditionis custodes, que la Misa de san Pío V es "la única Misa apostólica", demuestra crasa ignorancia doctrinal. Y, por otro lado, que si un Concilio ecuménico decide una reforma de la Misa, no lo hará evidentemente para hacer dar a la Iglesia un paso atrás, sino un paso adelante, a mayor perfección. ¿De lo contrario, qué sentido tiene una reforma? Naturalmente, no está dicho que la lex orandi eclesiástica, en cuanto producto humano, goce de perfección. De hecho ninguna cristalización de la voz cultual de la Iglesia en dos mil años de historia de la Misa ha sido perfecta, y nunca lo será, pues no existe un rito perfecto, humanamente hablando.
----------Al respecto de ese supuesto carácter "deficiente" o "lacunoso" con el que algunos tradicionalistas equivocadamente califican al Novus Ordo, uno de mis interlocutores se explayó en detalles acerca del art.7 de la primera redacción de la Institutio Generalis Missalis Romani, del papa san Paulo VI en 1969, modificado en 1970, reconociendo errores, pero si bien -sigue diciendo mi interlocutor- se modificó la definición de la Misa en el mencionado artículo, no se pensó en modificar el rito, que permaneció intacto.
----------Para explicarlo, mi interlocutor argumenta: "...es como si se preparara una torta siguiendo una receta, en la que los ingredientes son los equivocados, y una vez que la torta es incomible, se piensa volverla buena simplemente cambiando la receta a posteriori. Del mismo modo quien ha inventado el Novus Ordo, ha querido mantener el rito limitándose a corregir el elemento causal (la definición de la Misa en el art. 7 de la Instrucción), sin meter mano al resultado final. Una operación que suena una torpe tentativa de mantener en vida un monstrum liturgicum con una especie de sanatio in radice más que cuestionable".
----------Respondo: No se trata de ninguna sanatio in radice, porque la raíz está sana. Dejando de lado la metáfora: la reforma litúrgica conciliar simplemente se ha referido, o se ha remontado, a la raíz, es decir, a la causa eficiente de la Misa, que no es otra cosa sino la acción cultual celestial de Nuestro Señor Jesucristo Sumo Sacerdote. De esta causa evidentemente fluyen los efectos, que constituyen lo que mi interlocutor llama "resultado final", es decir, los abundantísimos frutos de gracia de la acción litúrgica, "fons et culmen totius vitae christianae" (Concilio Vaticano II, constitución Lumen gentium n.11).
----------Como se ve, se comprueba lo que dije antes: si bien hay tradicionalistas que no parecen tener dificultad en admitir en abstracto, o como un principio general compartible, la existencia de dos formas del Rito Romano, sin embargo, no pueden admitirlas cuando descienden a lo concreto, equivocadamente fanatizados como están con el Vetus Ordo (por supuesto, no es el caso de todos los tradicionalistas).
----------El mismo interlocutor da pruebas de lo que digo cuando se expresa en estos lamentables términos: "la Autoridad Eclesiástica debería tener como su finalidad principal la salus animarum, para lo cual debe dotar a los fieles de la plenitud de los instrumentos para alcanzar la Gracia y así santificarse. Habiendo abolido un rito venerable que expresa perfectamente la fe católica, para sustituirlo por un rito que, si no es herético, al menos es gravemente omisivo, es una operación ya de por sí censurable y reprobable".
----------Como dije en la primera nota, no es fácil dialogar en un contexto donde prima la ideología y donde no hay voluntad de abandonar el fanatismo sectario, hacia una sincera búsqueda de la verdad bajo la indispensable guía del Magisterio. Respecto a los desafortunados términos de la objeción anterior, ante todo hay que recordar que el Vetus Ordo, si bien ya no es el rito ordinario, no ha sido en absoluto abolido en su sublime belleza, sino que permanece como monumento inmortal de la piedad de la Iglesia, fruto de una progresiva evolución ideada y realizada por pastores santos en el curso de los siglos pasados.
----------El Novus Ordo, sin embargo, no es en modo alguno "gravemente omisivo", sino que en él están ausentes elementos o partes que, en consideración de la más sobria religiosidad moderna y de las exigencias ecuménicas, podrían constituir factores perturbadores, mientras que se han añadido otros aspectos más consonantes a la simbología y a la sensibilidad modernas, a la mentalidad comunitaria (por citar solamente un ejemplo el saludo o intercambio de la paz) y a la participación de los fieles, incluidas las mujeres, así como a una más rica presencia de la Palabra de Dios. Naturalmente, es necesario reconocer que la renovación de la arquitectura sagrada, o de los muebles sacros, o del arte y de la música sacros, no siempre ha sido feliz; a veces sí, a veces no. Pero la culpa no es del Concilio, sino de las infiltraciones y abusos modernistas.
----------Otro ejemplo de saludable novedad es el sacro silencio, que ya no ha sido reservado para la recitación del Canon, el cual en cambio ha sido visto como Palabra para escuchar juntos. En cambio, el silencio ha sido reservado para algunos momentos significativos: para después de la lectura del Evangelio, en ausencia de la homilía, para rumiar la Palabra, y para después de la Comunión, para asimilar el Pan Eucarístico. Además, el Tabernáculo del Santísimo Sacramento ha sido trasladado a un lugar digno, adecuado para la adoración, a fin de hacer comprender mejor que el altar no es la sede del Santísimo Sacramento, sino que el altar sobre el cual se celebra el Sacrificio es la mesa por la cual se nos nutre del Cuerpo de Cristo.
----------Sobran los argumentos justificativos de la mayor cantidad de lecturas bíblicas en el Novus Ordo, la variedad de los cánones, de los prefacios, de las bendiciones solemnes y de las Misas votivas o para diversas circunstancias, o el hecho indudable de que las Misas en lengua vernácula representan una enorme riqueza litúrgica, que atestigua el hecho de que el formulario de la Misa puede variar sin que cambie la sustancia de la Misa. Es obvio que quedan las palabras esenciales ad validitatem de la Consagración.
----------No menos desafortunadas son las expresiones del mismo interlocutor cuando sigue tratando de justificar su abusivo apego al Vetus Ordo con estas palabras: "incluso suponiendo que la Autoridad Eclesiástica pueda sustituir un bien mayor por un bien menor, es derecho inalienable del fiel, de hecho su preciso deber moral, preferir el bien mayor al bien menor y, a fortiori, preferir el bien al mal. Esto es aún más cierto para los sacerdotes, que han aceptado un rito compromisorio que rinde menos honor a Dios y que santifica menos a las almas, cuando había un rito perfecto y no había razón alguna para abrogarlo".
----------Respondo: También los ritos de la Iglesia son perfectibles, en cuanto son producidos por la sabiduría y por el arte humanos. Sabemos bien cómo la Misa tridentina es el resultado de una larga evolución precedente. Hablar por lo tanto de un rito "perfecto", elaborado por el hombre, no parece ser en absoluto el caso. Rito perfecto es sólo aquel instituido por Nuestro Señor Jesucristo, en este caso específico la fórmula de la Consagración, que el Concilio Vaticano II se cuidó mucho de no modificar.
----------En cuanto al cambio del rito de la Misa introducido por el Concilio, no creo que haya habido la pretensión de elaborar un rito más perfecto, sino uno simplemente adaptado a las exigencias y a las características de la Iglesia de hoy, tal como han sido delineadas por el Concilio.
----------Por lo tanto, no se ha tratado de un rito "compromisorio", casi a mitad de camino entre la ortodoxia y la herejía, y ni siquiera defectuoso con respecto al Vetus, sino que se ha tratado de un nuevo rito, un Novus Ordo, con su propia originalidad y su propia perfección. El Novus Ordo ha sustituido al Vetus Ordo, el cual parecía la expresión de un clima eclesial superado por las nuevas exigencias litúrgicas y pastorales, así como por la nueva eclesiología y sacramentaria elaboradas por el Concilio Vaticano II.
----------Esto no quiere decir que los aspectos del Vetus que han desaparecido en el Novus no mantengan su derecho de ciudadanía en la Iglesia. En tal sentido podemos decir que Vetus y Novus se complementan, se integran entre sí (como expresaba en 2007 el papa Benedicto). Por lo tanto, no tiene sentido preferir de modo abusivo y sectario solo el Novus, ni acoger solo el Vetus, de similar modo sectario y abusivo. Sino que cada fiel, en la medida que pueda, elija como prefiera. De lo contrario, si no puede, debe adaptarse, y esto, porque al fin de cuentas la lex orandi eclesiástica universal es una sola: el Novus Ordo, como lo era también con Benedicto. Es normal, por otra parte, que las Misas de horario parroquial sean del Novus Ordo. Los institutos religiosos pueden gozar de mayor libertad, por no hablar de las asociaciones laicales.
----------Dicho de paso: hoy existen también quienes proponen que la Iglesia elabore un tercer rito, que sea la síntesis de las virtudes del Vetus y del Novus. Pero personalmente me parece una utopía. Tenemos necesidad de estabilidad y no de cambios. Cada uno de los dos ritos tiene su propia integridad, su propio orden interno, su propia coherencia, su propia belleza, que representa el efecto de un plan larga y sabiamente estudiado, de modo que está bien dejarlos como están. Sería como querer modificar una obra de Tiziano con una de Rafael: ¿qué sentido tendría? ¿Acaso es sensato mezclar una pintura del uno con una pintura del otro?
----------Una crítica típicamente lefebvriana al Novus ordo se arraiga en los abusos litúrgicos que se han producido durante estas cinco décadas de postconcilio. Naturalmente, tal como ocurre con otros sofismas de los cismáticos, que luego copian los tradicionalistas católicos, la mencionada crítica cae por su propio peso. Basta con referir el viejo adagio: abusus non tollit usum, que indica que el daño que puede producir el abuso de una cosa no es suficiente para justificar que ésta sea buena o mala en sí misma. De ese modo, lo que creen como un dogma los lefebvrianos y filolefebvrianos, es que los abusos litúrgicos durante el postconcilio son una prueba del carácter "intrínsecamente satánico" (así llegan a decir algunos) del Novus Ordo.
----------No ha sido precisamente esa la expresión de mi interlocutor, pero me parece que no le ha faltado mucho. Dijo él en cambio: "Del Novus Ordo hoy son vistos los amargos frutos. Por lo tanto, colocar el Vetus Ordo y el Novus en el mismo plano puede ser tolerable, si la intención es la de sustituir progresivamente el Novus por el Vetus, actuando con prudencia de gobierno; pero es inaceptable si la operación apunta al objetivo contrario, contentando a los críticos del rito reformado pero al mismo tiempo pidiéndoles que lo acepten como legítimo. Como si se pidiera a los movimientos pro-vida que reconocieran a la vez como legítimo el derecho al aborto, a cambio de su libertad de acción. Y aquí estamos hablando de vidas humanas, en tanto que con la Misa se trata de almas que la Iglesia tiene el deber de salvar".
----------Respondo: No es pensable que la Iglesia, después de haber decidido el Novus Ordo por orden de un Concilio Ecuménico, pueda tener en mente retornar al Vetus. Es absolutamente ridículo. Los amargos frutos no han venido en absoluto de una diligente y regular celebración del Novus Ordo, que de hecho ha dado abundantes frutos de santidad (bastaría pensar en las celebraciones de san Pablo VI o de san Juan Pablo II) sino de su distorsión o corrupción por obra de descriteriados celebrantes modernistas, si es que se puede hablar de "celebraciones litúrgicas", y no más bien de payasadas carnavalescas.
----------Por otra parte, hay que decir con franqueza que si en general hoy los amantes del Vetus Ordo cuidan la celebración con diligencia, el recuerdo que personalmente tengo de ciertas Misas a las que fui de niño antes del Concilio Vaticano II, es un recuerdo bastante penoso. El problema, por lo tanto, no es el del rito mejor o peor. El problema es el del celebrante, que hoy lamentablemente es indisciplinado, por no decir hereje. Por lo cual la culpa de esto no es del Novus Ordo, sino de los Obispos, que no vigilan sobre la corrección de las celebraciones, cuando no son ellos mismos los que causan el escándalo.
----------Dejo para mañana la tarea de seguir respondiendo a otras preguntas, dudas y objeciones que he recibido de los lectores. Termino volviendo a lo afirmado algunas líneas atrás, en referencia a lo que decía mi interlocutor, con la necedad de que la Iglesia pueda querer "sustituir progresivamente el Novus Ordo por el Vetus Ordo". Sí, efectivamente, es una necedad, y sin embargo... ese es precisamente el disparate con el que sueñan aquellos que copian las herejías de los lefebvrianos, quienes incluso pretenden que la Iglesia abrogue por completo un Concilio Ecuménico que ellos consideran herético, y anule por la misma razón todo el magisterio pontificio de estos cincuenta años. ¿Acaso es necesario dar ulteriores argumentos para poder calificar su situación como cismática? ¿Acaso era necesario que lo dijera también el papa Francisco recientemente?

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