martes, 10 de agosto de 2021

La relación del Romano Pontífice con la Tradición (1/2)

Considero que el modo más adecuado de finalizar, aunque sea por el momento, las reflexiones que hemos hecho estas semanas acerca del motu proprio Traditionis custodes, es referirme a la relación que el Romano Pontífice tiene con la Sagrada Tradición, que nos es por él explicada pero a la cual él está siempre sujeto como regla rectora. La presente nota será complementada con la que publicaré mañana.

El Papa nos explica la Tradición, pero está sujeto a la Tradición
   
----------Como bien sabemos, la Revelación de los misterios de la fe de nuestra salvación eterna, nos ha venido de viva voz de Nuestro Señor Jesucristo. Las palabras del Señor han sido religiosamente recopiladas por los apóstoles y por los discípulos en un complejo de proposiciones, las verdades de fe, formalizadas luego en el Símbolo de la Fe, en parte memorizadas y transmitidas oralmente, en parte puestas por escrito para formar el Nuevo Testamento, que se agregó al Antiguo, para formar la Sagrada Escritura.
----------Como también sabemos, Nuestro Señor Jesucristo ha encargado a Pedro, príncipe de los apóstoles, y sus sucesores, los Papas, junto a los demás Apóstoles y a sus sucesores, los Obispos, asistidos por el propio Cristo y por el Espíritu Santo, el compromiso de conservar, enseñar, transmitir, interpretar, defender, explicar y hacer aplicar su doctrina en todo el mundo y toda la historia, hasta el fin de los siglos.
----------Todo esto quiere decir que la doctrina de Cristo nos está mediada por la Tradición Apostólica y por la Sagrada Escritura, que son las dos fuentes de la divina Revelación, cuya interpretación y explicación ha sido confiada por Cristo al magisterio de Pedro, es decir al Papa, quien, por lo tanto, cuando, como sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, maestro de la fe y pastor universal de la Iglesia, trata de materias de fe o conexas con la fe o nos enseña en forma ordinaria o solemne aquellas que son las verdades de fe o conexas con la fe en campo dogmático o moral, las defina o no las defina como tales, las declare o no las declare definitivamente, nos dice siempre la verdad, es decir, no se puede equivocar, no puede engañarse y no puede engañar, porque esto recaería sobre Jesucristo, a quien entonces deberíamos acusar de habernos engañado confiando a Pedro la tarea de transmitirnos el depósito de la divina Revelación.
----------En base a esto, está claro que el patrimonio divino e inmutable de la Palabra de Dios o divina Revelación, contenido en la Sagrada Escritura y en la Sagrada Tradición, ha sido consignado ante todo por Cristo al Papa, quien, en su magisterio, tiene en ellas, la Escritura y la Tradición, la regla según la cual debe regir su enseñanza, y a ellas el Romano Pontífice está sujeto como primer discípulo de Cristo.
----------Las enseñanzas pontificias oficiales, tanto las ordinarias como las solemnes, tanto los dogmas definidos, como los no definidos o definibles, no son más que interpretaciones auténticas, ciertas, inmutables e infalibles de la divina Revelación contenida en la Sagrada Escritura y en la Sagrada Tradición.
----------Por consiguiente, cuando el Romano Pontífice se pronuncia en materia de fe o conexa con la fe, en esa forma, en esas condiciones y en esas circunstancias, es necesario aceptar con fe divina (cuando es doctrina dogmática) o fe eclesial (cuando es doctrina dogmatizable) o religioso obsequio de la inteligencia (cuando es doctrina auténtica) todo cuanto el Papa enseña según los tres grados decrecientes de autoridad respectivamente correspondientes a esos tres grados de asentimiento por parte de los fieles.
----------Ahora bien, si en un documento pontificio oficial, especialmente si es de alto nivel como la encíclica, pero también si es una exhortación apostólica, o una homilía, o una audiencia general o un motu proprio, existen frases ambiguas, es necesario interpretarlas siempre en el buen sentido, es decir, benévolamente. Quien, en cambio, teme encontrar herejías, entonces no ha entendido lo que quiere expresar el Papa, como por ejemplo ha sucedido con el caso de la Amoris laetitiae o de la Fratelli tutti, que tantos han malinterpretado.
----------En estos casos de ambigüedad expresiva o de falta de claridad en los documentos del Romano Pontífice en materia de fe o conexa a la fe, no está nunca permitido juzgar la enseñanza del Papa a la luz de la Sagrada Tradición y de la Sagrada Escritura, porque ocurre en cambio al revés, ya que somos nosotros, los fieles, quienes tenemos que aceptar con confianza la interpretación pontificia del dato bíblico y del dato de la Tradición. Por lo tanto, no nos es lícito apelar directamente a Cristo saltándonos al Papa, porque Cristo nos respondería: "Hijo, si escuchas al Papa, me escuchas a mí: ¿acaso no he nombrado a Pedro mi vicario?".
   
Diferencia entre Sagrada Tradición y usos tradicionales de la Iglesia
   
----------Es necesario distinguir la Sagrada Tradición respecto de los usos y las costumbres eclesiásticas tradicionales; lo cual es como decir que hay que distinguir entre Tradición y tradiciones. Este es un punto sobre el que ya hemos insistido al tratar recientemente del motu proprio Traditionis custodes, de modo particular respecto al rito de la Santa Misa, y hemos distinguido bien los dos sentidos de la lex orandi, en cuanto lex orandi divina, instituida por Nuestro Señor Jesucristo, que es la única lex orandi que es lex credendi (o sea, lugar teológico) y la lex orandi humana, que es la de institución eclesiástica, variable y contingente.
----------1) Sagrada Tradición. El dato de la Sagrada Tradición es de institución divina, porque contiene verdades de fe transmitidas oralmente y subsecuentemente dogmatizadas por la Iglesia, como por ejemplo ha sucedido para el sacramento de la Unción de los Enfermos, para el dogma del Purgatorio, para el sacramento de la Confirmación y para los dogmas marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción.
----------Al respecto de la Sagrada Tradición, el hablar, como suele hacerse con alguna frecuencia, de "desarrollo de la Tradición" es ambiguo. No es el dato de la Tradición el que se desarrolla, porque se trata de un dato inmutable, es Palabra de Dios que no pasa. Lo que se desarrolla, lo que crece, lo que progresa, lo que se profundiza, es el conocimiento del dato de la Tradición. De modo que podemos decir que con las doctrinas del Concilio Vaticano II hemos podido conocer el dato de la Tradición mejor que con el Concilio de Trento. Precisamente, en razón de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo, y siendo el Romano Pontífice, o un Concilio Ecuménico con y bajo el Papa, los que nos explican la Tradición, nunca jamás puede ser el Papa o un Concilio Ecuménico con y bajo el Papa, los que hayan traicionado la Tradición, sino que son los herejes, como por ejemplo Lutero o Lefebvre o los modernistas quienes traicionan la Tradición, o la Escritura, al pretender conocer las fuentes de la Revelación sin la mediación del Magisterio de la Iglesia.
----------2) Usos y costumbres tradicionales. En cambio, los usos y costumbres eclesiásticos tradicionales son instituidos y conservados por los Sumos Pontífices en virtud del poder de las llaves, lo que les permite a su discreción la facultad de abolir tradiciones precedentes, aún cuando sean antiguas.
----------Volvamos al ejemplo del rito de la Santa Misa. Ella en sí misma es un misterio de fe fundado en las palabras de Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena, es decir es una divina lex orandi, como tal inmutable e inabrogable incluso por parte del Papa, quien en cambio sólo tiene la tarea de mantener ese misterio intacto hasta el final de los siglos. En tal sentido está claro que un Papa no puede cambiar ni menos abolir, ya se trata del vetus como del novus ordo, en cuanto entrambos son en su esencia o lex orandi divina, la Misa.
----------En cambio, la reforma de la Misa, promovida por el Concilio Vaticano II y promulgada por el papa san Paulo VI, ha tenido la facultad de instituir un nuevo orden del rito, una nueva lex orandi eclesiástica, precisamente el novus ordo, abandonando los usos del precedente, vetus ordo, que había sido instituido en la reforma litúrgica promovida por el Concilio de Trento y promulgada por el papa san Pío V con varias modificaciones subsiguientes (dieciocho en total) hasta la reforma del papa san Juan XXIII, rito que, sin embargo no ha sido abolido, sino que pasa a ocupar un segundo orden o segundo lugar con respecto al nuevo, juzgado por la Iglesia más adecuado a las exigencias y a los valores de la espiritualidad moderna.
----------Si, por el contrario, sucediera que un Romano Pontífice (por caso el papa Francisco, tan locuaz como es) hablara de temas atinentes a la fe o a la moral de forma improvisada, extemporánea, a modo de broma o de slogan, como doctor privado u opinionista particular o en foro no oficial (por ejemplo una entrevista periodística o en un libro personal) o bien si se le escapa, incluso en una importante circunstancia (como puede ser durante un discurso o la homilía en una Misa) alguna frase ambigua, equívoca, o confundiendo alguna expresión literal de la Biblia, o se le escapara una frase mal expresada, escandalosa, impulsiva, mal sonante, imprudente o incluso aparentemente herética, no hay necesidad de tomar en consideración tales externalizaciones, extrañas a la auténtica autoridad pontificia y de carácter meramente humano o psicológico, aunque eventualmente sea lícito reconvocar respetuosamente al Papa al dato de la Biblia o de la Tradición.

8 comentarios:

  1. Fr. Filemón:
    ¿No le resulta extraño que siempre malinterpreten al Papa Francisco?
    Al parecer, lo malinterpretarían en los aviones, en sus entrevistas, en sus encíclicas, en sus homilías, en sus motus proprio, en sus conferencias...
    ¿No le parece que hay una línea lógica de pensamiento en esas "malinterpretaciones"?
    ¿Por qué cree que siempre hay que estar interpretando lo que Francisco dice?
    ¿No será que justamente nos quiere decir "aquello" que se desprende de sus dichos?
    Se lo pregunto sinceramente porque me resulta poco creíble que el Papa cometa tantas "equivocaciones".
    Hace tiempo vengo pensando que tal vez somos nosotros los que no queremos escuchar lo que él nos comunica.
    Disculpe que plantee tantos interrogantes, pero es algo que vengo meditando.
    Un saldo en Xto y María.

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    1. Estimado Anónimo,
      las frases extrañas del Santo Padre, considerando la cantidad enorme de sus discursos y la gran cantidad de declaraciones informales o no magisteriales, al fin y al cabo, son una mínima cantidad.
      En todo caso, en mi opinión, debería hablar menos, como lo hicieron los Papas del pasado.
      De cualquier modo, dado que no se trata de declaraciones magisteriales, conviene no prestarles atención.
      Muchas expresiones ambivalentes pueden y deben ser interpretadas en el buen sentido. Lo importante es prestar atención a los documentos más importantes, donde encontramos las enseñanzas más vinculantes, que reflejan el carisma petrino.

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    2. Filemón, ud se refiere por ejemplo al documento sobre la Fraternidad Humana que materializó principios masones?
      No hay caso estimado anónimo...Para Fray Filemón el Papa puede decir que el amor de Dios es el mismo para católicos y para ateos, y eso no le parece mal; puede decir que somos libres incluso para no amar a Dios..(Textualmente Francisco afirma estas cosas)
      Ya que estamos, nos podría ilustrar, Fray Filemón, ¿cómo se adecua esto al catalocismo?


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    3. Estimado Anónimo del 11 de agosto de 2021, a las 23:17,
      debo pensar que la intención que a usted le ha movido para escribir su mensaje es ayudarnos entre todos a comprender y vivir la verdad evangélica, lo cual es, al fin de cuentas la intención de este blog.
      Si, por lo tanto, su intención es la clarificación de esa verdad católica, no veo por qué eso le deba impedir cumplir las mínimas reglas del diálogo y de la educación. Una de ellas indica que Ud. fundamente, al menos brevemente, sus críticas al pensamiento de este articulista, citando datos y fuentes. Porque si bien el autor de un artículo tiene libertad para escribirlo citando a discreción datos y fuentes, o no citándolos (de tal modo, su artículo será más o menos valorado), en cambio sus críticos o detractores (como es su caso) no deben eximirse de fundamentar sus críticas, así lo dice el sentido común. De lo contrario serían meras afirmaciones al vuelo, ocurrencias, o incluso meros insultos.
      Dicho eso, y atreviéndome a convocarlo a Ud., no digo ya a la caridad cristiana, sino simplemente al mero respeto humano, me refiero a dos o tres puntos de su breve mensaje que, por su sintaxis y su gramática, juzgo que ha sido escrito a las apuradas, por lo cual no puedo sino responderle con generalidades:
      1) Ud. dice: "documento sobre la Fraternidad Humana que materializó principios masones". Si Ud. se refiere, por ejemplo, a la enciclica "Fratelli tutti" o a la declaración de Abu Dhabi, se trata de documentos de índole sobre todo social que, por lo tanto, hacen referencia a lo que nosotros los católicos compartimos con cristianos no-católicos, con creyentes no-cristianos (aquí se ubica la masonería), o incluso con no-creyentes. Por lo tanto, hacen referencia al Dios Uno, a la divina Mónada, al Dios descubierto por nuestra razón, al Dios de la Teología Natural o del Tratado De Deo Uno. Por ende, a la ley natural y, por ende, a la fraternidad natural o humana, principios que nosotros, los católicos, compartimos con los mencionados no católicos.
      2) Respecto al "amor de Dios" hacia el hombre, lo animo, si Ud. es sacerdote munido de conocimientos filosóficos y teológicos, a repasar lo que ha estudiado en metafísica, en teodicea, y en el tratado de Dios Uno, para advertir que, a nivel del conocimiento de las propiedades de Dios, en cuanto Uno, es a lo que se refiere la unicidad del amor de Dios hacia el hombre. En cambio, si Ud. es alguien que no cuenta con estos conocimientos, puede quizás introducirse en ellos, para darse cuenta de su confusión. Aquí mismo, en este blog, puede encontrar abundante material al respecto.
      3) Por último, en relación a que "somos libres incluso para no amar a Dios", por supuesto, ya que Dios ha dejado al hombre, único ser viviente que dispone de libre albedrío, la responsabilidad de cumplir o no sus mandamientos, amarlo o no. Somos libres de hacerlo o no hacerlo, y de recibir por ello nuestra recompensa o castigo.

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  2. Es evidente que si se le escapa, incluso en una importante circunstancia (como puede ser durante un discurso o la homilía en una Misa) alguna frase ambigua, equívoca, o confundiendo alguna expresión literal de la Biblia, o se le escapara una frase mal expresada, escandalosa, impulsiva, mal sonante, imprudente o incluso aparentemente herética, no está capacitado para el cargo.
    Visto que la gracia supone la naturaleza, lo mejor sería que siga al ejemplo de San Pedro Celestino y se recluya en Fumone, como heróicamente hizo ese santo.

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    1. Estimado Anónimo,
      cuando hablo de todas esas expresiones extrañas o incongruentes, es evidente que en ellas no entra en ejercicio el magisterio oficial del Santo Padre, sino que se trata solo de hechos humanos o psicológicos, los cuales también están presentes en un Papa, porque Dios, aunque dotando al Papa de la infalibilidad en la enseñanza de la doctrina de la fe, no lo sustrae de ciertos momentos de debilidad o de distracción, que terminan teniendo un valor apologético, porque demuestran que en el Papa y a través del Papa actúa un espíritu de verdad, que va mucho más allá de sus posibilidades humanas e intelectuales.

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  3. No será que no quiere publicar...

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    1. Estimado Anónimo:
      su comentario no cumplía las condiciones del foro: "comentario formulado de manera respetuosa hacia las personas y hacia la Fe católica":
      1) Su falta de respeto, es lo menos importante y estoy acostumbrado a sufrir eso; pero no puedo permitir que sea imitado por otros.
      2) Referido a su postura doctrinal, no puedo permitir la difusión de la herejía y el cisma. Este es un blog católico.

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