jueves, 26 de agosto de 2021

Los dos señores

Para iluminar lo realizado en las cuatro notas anteriores, puesto a la tarea de dialogar, escuchar y responder a los lectores, de modo particular con el empeño casi imposible de encontrar un modo de comunicación con aquellos afectados por el fanatismo, debemos descubrir que existen un par de enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, Verdad encarnada, especialmente iluminadoras.

----------"No podéis servir a dos señores" (Mt 6,24). ¿Qué quiere en realidad enseñarnos Nuestro Señor Jesucristo al entregarnos este mandamiento? Indudablemente, debe ser coligado con este otro mandamiento: "Tu hablar sea sí sí, no no. El resto pertenece al diablo" (Mt 5,37).
----------Cristo no prohíbe en modo absoluto la oscilación del pensamiento, porque pueden darse circunstancias objetivas en las cuales, con toda la buena voluntad, permanecemos en la duda y en la incerteza: no sabemos qué lado elegir, nos quedamos "sin saber qué pito tocar" para expresarnos en lenguaje popular: por un momento nos parece que la verdad está de aquí, en otro momento nos parece que está de allá, y he aquí que de nuevo al momento siguiente volvemos a creer que está de aquí y así sucesivamente, sin fin.
----------Ciertamente que es un sufrimiento. Quien ama la verdad no disfruta de estas situaciones, sobre todo si está en juego una cuestión de comportamiento moral. El resultado inevitable de nuestra conducta es la incoherencia. ¿Pero qué podemos hacer al respecto? No es culpa nuestra.
----------Cristo, por lo tanto, no puede mandarnos evitar un defecto que no depende de nuestra voluntad.
----------Nuestro Señor Jesucristo, por lo tanto, se refiere a otra cosa: a una oscilación voluntaria y maligna. Es aquella oscilación que se llama ambigüedad, duplicidad, deslealtad y falsedad. Metafóricamente se llama "lengua bífida", y los que la tienen, son parangonados a las serpientes, por la contorsión o sinuosidad infiel, desleal y traidora de su proceder; ciertamente un término usado por Cristo mismo contra sus enemigos y detractores. Es esa hipocresía, de la cual a menudo Nuestro Señor acusa a sus enemigos.
----------Se trata de ese tipo de personas, presuntuosas y envidiosas, que te hacen daño sin querer hacerlo aparecer, haciéndote sentir culpable sin que tú lo seas en realidad, tramando contra ti con aire inocente y bien educado, de hecho, escuchándolos a menudo hablar en nombre de la verdad, de la justicia, del amor, de la obediencia y de valores similares: "veneno de áspid bajo los labios", como dice la Escritura.
----------Insinúan un insulto, pero si pides una aclaración, dan marcha atrás y se ofenden. Te acusan sin decirte de qué y por qué, por lo cual no tienes la posibilidad de defenderte. Parecen angelicales y son diabólicos. Invocan valores aplicándolos al revés, tienen un tono dulce y mientras tanto te apuñalan. Parecen afirmar una cosa, pero dejan entender que quieren decir lo contrario. Te dan la razón pero quieren hacerte entender que estás equivocado. Te proponen una meta correcta junto con la vía incorrecta para alcanzarla. Se consideran prudentes y son astutos, parecen dulces y son crueles. Se insinúan con aparente gentileza y caridad y te toman por sorpresa cuando menos te lo esperas, y a tu reclamo o queja, se asombran como inocentes corderos, de hecho se indignan de tu desconfianza. Te ponen una trampa y se sorprenden si te ofendes.
----------Cristo ha tratado con personas de este tipo, y también nosotros debemos estar preparados para encontrarlas en nuestra vida, si queremos seguir a Nuestro Señor. Con estas personas Jesús es sumamente severo, porque su pecado es consciente, calculado, sistemático, obstinado, determinado. Son precisamente esas personas las que serán los agentes causales de su muerte.
----------Con esos hombres, toda la habilidad pastoral de Nuestro Señor, todo su testimonio, toda su caridad, todos sus milagros, toda su misericordia y toda su apertura al diálogo, no sirvieron para nada. Da que pensar en aquellas personas a las cuales un día Cristo Juez dirá: "¡Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles!". Y esto es así, precisamente porque ellos han querido pertenecer al diablo antes que pertenecer a Dios, como de hecho resulta de las palabras de Cristo citadas anteriormente, por las cuales quien no es leal y límpido en el hablar, pertenece al diablo.
----------¿En qué consiste, entonces, el "servir a dos señores"? Cristo no niega la posibilidad, hablando en general, de orientar nuestra vida a dos fines: vemos cómo Él resume toda la moral en los dos mandamientos del amor a Dios y el amor al prójimo; también vemos cómo Él manda dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Pero debemos advertir que aquí queda un fin supremo, y ese fin supremo es Dios, mientras que el otro es un fin subordinado. Por lo tanto, queda un fin único y último que es Dios, mientras que todo lo demás, por importante que sea, debe ser ordenado a Dios.
----------En cambio, en la prohibición de servir a dos señores, está en juego la cuestión del fin último y absoluto, el cual no puede ser sino absolutamente único: es, al fin y al cabo, una referencia al monoteísmo del Antiguo Testamento: ningún otro Dios puede estar al lado de Yahvé.
----------En definitiva, significa que el puesto de Dios no puede sino ser ocupado por Dios. Desde un punto de vista filosófico podemos decir que efectivamente dos Absolutos no pueden existir y, por lo tanto, es absurdo pensar en servir a ambos. En efecto, para distinguirlos sería necesario que uno no tuviera aquello que tiene el otro. Pero como el Absoluto debe tenerlo todo, entonces el verdadero Absoluto no puede sino ser uno solo. Esto de por sí es perceptible por la sola razón. Si los antiguos sabios hubieran meditado bien sobre esto, incluso sin disponer de la Biblia, habrían evitado vivir en el politeísmo.
----------Aún así, aunque no vivamos en el politeísmo, permanece siempre en el hombre pecador la tentación de servir a dos señores, a dos Absolutos, a dos Dioses: "Dios y Mammón", que es el símbolo de las riquezas, que es sólo un ejemplo para hacer entender la enseñanza fundamental: que no se puede servir al Dios verdadero y a un Dios falso. Sin embargo, no basta con servir al Dios verdadero si luego lo ubicamos al lado de un Dios falso, que puede ser muchas cosas: nuestro yo, algún otro valor, el mundo, el demonio.
----------Todos los hijos del Adán pecador estamos realmente tentados a hacer este juego desafortunado, porque, si por una parte escuchamos el llamado de Dios, por la otra, luego del pecado original, Satanás continúa ejerciendo una maldita atracción sobre nosotros, de la cual no es nada fácil sustraerse.
----------Y como no es fácil sustraerse al "servir a dos señores", incluso existen filosofías que de algún modo justifican esta duplicidad, atenuando la distinción entre ser y no ser, entre verdadero y falso, entre bien y mal, para así poder de alguna manera obtener, si se me permite expresarlo de este modo: las "ventajas" de lo uno y de lo otro, sin reflexionar sobre la infinita necedad de tan condenable operación.
----------La duplicidad, que es precisamente el querer servir a dos señores, también va en contra del principio de no contradicción, que es también un patrimonio fundamental de la razón natural, patrimonio aquí confirmado por el divino Maestro. De hecho, la duplicidad implica la vulneración de ese principio de no contradicción, con la pretensión de dar curso a algo, de querer realizar algo y, al mismo tiempo, a su contrario, como aparece evidente de los ejemplos que he dado anteriormente.
----------¿Y cuál es el remedio para la duplicidad? Lo sabemos: la sinceridad, la linealidad, la limpidez, la franqueza, la claridad, la transparencia, la honestidad, la lealtad. Lo que no significa una imprudente ingenuidad y no excluye el recurso a oportunos expedientes o trucos, como dicen los franceses, escamotages. Es necesario prudencia, circunspección y previsión. Nuestro Señor Jesucristo también menciona a la serpiente como modelo de prudencia, sin embargo la menciona junto a la simplicidad, a la sencillez.
----------Como dice el Salmo 18: "Con el hombre bueno tú eres bueno, con el hombre recto tú eres recto, con el puro tú eres puro, con el perverso tú eres astuto", pero siempre en la franqueza y en la honestidad. Naturalmente, es necesario defendernos. Pero hay que recordar que incluso el combate, la lucha, la buena batalla, aunque sea dura, tiene sus reglas de justicia y de caridad.
----------A veces es necesario esconderse del enemigo, y por eso no está prohibido engañarlo por legítima defensa, pero nuestro objetivo debe ser siempre el de salvar los verdaderos valores y de instar al mismo enemigo, si nos escucha y en la medida de lo posible, a la conversión.

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