martes, 24 de agosto de 2021

Cabos sueltos sobre liturgia, novus ordo y vetus ordo (3/8)

El buen sentido común indica que en los estudios eclesiásticos el candidato al sacerdocio estudie la Sagrada Liturgia solamente en el último curso, cuando está ya bien formado en la teología dogmática, sobre todo sacramentaria, no a la inversa. Igualmente, insistir, como se advierte en ciertos ambientes tradicionalistas, en la formación litúrgica, acentuando especialmente los aspectos rituales, sin una previa e indispensable formación doctrinal en el dogma y la teología, es causa de equívocos y malentendidos difíciles de desarraigar.

----------Es cierto que lo importante, ya sea en el Novus Ordo como en el Vetus Ordo, es que tanto los fieles como especialmente el celebrante respeten diligentemente las respectivas normas de la celebración. Sin embargo, acerca de este tema, un lector me ha objetado: "también en este punto puedo estar de acuerdo con usted; sin embargo, creo que hay que hacer una distinción. De hecho, una cosa son los cambios arbitrarios en las rúbricas que no afectan la validez del rito. Pero otra cosa bien distinta es cambiar sustancialmente las palabras de la Consagración, como ha ocurrido (y solo puede ocurrir) en el rito reformado, debido al uso de la lengua vernácula, cosa que vuelve la Misa inválida, pero no sucede en el Vetus Ordo".
----------Desafortunadamente, es cierto que ha habido y hay casos de celebrantes del Novus Ordo que cambian las palabras de la Consagración. Sin embargo, debería ser obvio para todos que esas graves profanaciones, fronterizas a sacrilegios, son puras y simples descaradas traiciones del Novus Ordo.
----------Pero, más en la raíz, las Misas profanadas dependen de concepciones heréticas de la Misa, por las cuales se niega su carácter de sacrificio, como en Lutero, o se sostiene con Schillebeeckx que también un laico puede decir Misa o se confunde, con Andrea Grillo, la transubstanciación con la empanación o consubstanciación luterana, o porque se desprecia la adoración eucarística, o porque se compara la Comunión eucarística con cualquier cosa. Está claro que todas estas tesis nada tienen que ver con el Novus Ordo, sino que son, por decirlo así, un Novus Horror, Misas satánicas, dignas del más descarado esoterismo masónico.
----------Una habitual crítica de los tradicionalistas hacia el Novus Ordo suele ser formulada en los siguientes o parecidos términos: "En la Misa tridentina no está permitido a los laicos tocar las Sagradas Especies, ni recibir la Comunión en la mano o estando de pie. A la inversa, esto está admitido, y de hecho ahora ha devenido práctica habitual, en el rito reformado. Pero es evidente que no estamos hablando de diferente sensibilidad litúrgica, ni del ancho de la puntilla de las vestimentas: los respetuosos gestos de adoración expresados por la antigua Misa han sido sustituidos por gestos de irreverencia en la Misa nueva".
----------Aquí debo responder que no estoy de acuerdo en absoluto en calificar los antes mencionados gestos oficialmente permitidos por la Iglesia, como "gestos de irreverencia en la Misa nueva". No niego que arrodillarse y la Comunión en la boca conservan un alto simbolismo religioso. Arrodillarse expresa la súplica y el plegar nuestra voluntad a la santísima voluntad de Dios, es homenaje a su divina majestad. La comunión en la boca quiere decir el acto de recibir al Señor en nosotros en estado de plena sumisión a Él.
----------Pero debe reconocerse que el símbolo del "tocar" es indudablemente significativo. El tocar representa un contacto directo, una comunión, una confianza. Puede ser bueno no tocar lo sagrado, así como puede ser bueno tocarlo. El no tocarlo subraya nuestra indignidad o incapacidad para tocarlo. El tocarlo expresa confianza y comunión. El Vetus Ordo se ubica en la primera línea; el Novus Ordo, en la segunda.
----------En cualquier caso, los diferentes gestos del Novus Ordo también son plenamente ricos de significado. Estar en pie delante de Dios al comulgar es la afirmación consciente de nuestra dignidad, de la cual Él mismo es el creador y el garante; es signo de que somos sus interlocutores. La Comunión en la mano significa el alimento divino a nuestra disposición. Nos viene dado, pero lo podemos tomar. La doble serie de gestos, en el Novus Ordo y en el Vetus Ordo, por lo tanto, sirve claramente para expresar en plenitud, bajo diversos aspectos, nuestra devoción, nuestro homenaje, nuestra adoración, nuestro reconocimiento y nuestra gratitud.
----------Otras habituales críticas del tradicionalismo al Novus Ordo Missae brotan de la frecuente dificultad o incluso negativa de los extremos tradicionalistas en admitir la doctrina del sacerdocio común de los fieles. Se revela aquí, como se ha dicho al principio, las carencias o lagunas dogmáticas y teológicas en toda la apologética tradicionalista del Vetus Ordo: es obvio que medio siglo de alejamiento o minusvaloración o, peor aún, rechazo del Magisterio pontificio cobra su precio. Al respecto, me ha llegado la siguiente objeción: "Las rúbricas del antiguo rito prescriben que las acciones sagradas sean cumplidas por los Sagrados Ministros, mientras que en el nuevo rito los laicos e incluso las mujeres entran y salen del presbiterio -que se llama así porque allí deben estar los presbíteros- y proclaman allí las lecturas, distribuyen la Comunión. No son abusos, eso está claro: son todas cosas previstas por la liturgia reformada, precisamente en nombre de esa actuosa participatio y de ese sacerdocio común de los fieles que está insinuado desde el art. 7 de la Institutio Generalis".
----------Respondo: El Vetus Ordo evidencia o destaca la distinción entre clero y laicos, entre pueblo y pastores; y esto nos hace comprender el oficio propio del sacerdote, que es el de ofrecer el sacrificio y de instruir, guiar y santificar al pueblo, oficio distinto al del laicado en la Misa, que es el de asistir devotamente a la acción litúrgica del celebrante, recibiendo o asumiendo el fruto del sacrificio, que es el cuerpo del Señor.
----------En cambio, el Novus Ordo Missae, sin negar en absoluto la distinción tanto de grado como de esencia entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común de los fieles, tiene en cuenta legítimamente otro elemento dogmático: concibe al pueblo de Dios como pueblo sacerdotal, de modo que el fiel no solo asiste a la acción del celebrante, sino que participa, coopera, y contribuye activamente con la ofrenda de sí mismo.
----------La idea del asistir a la Misa, hoy ya omitida u olvidada, sin embargo, sigue siendo todavía válida, pues asistir y participar en la Misa no se excluyen en absoluto, sino que representan los dos actos esenciales de los fieles presentes en la Misa. En la vida, nosotros asistimos a algo que no podemos hacer. Y en la Misa es precisamente el acto del fiel, que no tiene el poder de consagrar las oblatas: esto es lo que subraya el Vetus Ordo. El participar, en cambio, expresa el sacerdocio común de los fieles, porque es la comunidad la que realiza el sacrificio junto al celebrante: "sacrificio mío y vuestro". Y eso es lo que expresa el Novus Ordo.
----------Una típica postura fundamentalista, que se atiene obstinada y rígidamente a la letra de las definiciones o formulaciones de la disciplina litúrgica, sin llegar a los conceptos que expresan, se manifiesta en la siguiente objeción, en la que otra vez entra en juego la doctrina del sacerdocio común de los fieles: "En la Misa católica se celebra en forma incruenta el Sacrificio de Cristo sobre la cruz, mientras que la Misa conciliar es 'la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo de Dios, presidida por el sacerdote'. Presidida, es decir, en la cual con una visión típica de la mentalidad moderna el celebrante deviene presidente de la asamblea, y su rol de alter Christus es ofuscado por el sacerdocio común de los fieles, sobre el cual el Vaticano II ha insistido demasiado en detrimento del sacerdocio ministerial, para complacer a los protestantes".
----------Lo que sencillamente debe responderse a tal dificultad es que la definición de la Misa como "sagrada sinaxis o asamblea del pueblo de Dios, presidida por el sacerdote" no es una definición incorrecta, sino que es una definición demasiado general y, por tanto, se presta a ser confundida con la Cena luterana. Indudablemente la definición precisa e inequívoca es la tradicional: "celebración en forma incruenta del Sacrificio de Cristo en la cruz". La primera definición ha nacido de un esfuerzo ecuménico. Ha sido criticada por el objetante de un modo exageradamente fundamentalista, pero no es absolutamente incorrecta. En otras palabras: es insuficiente en cuanto es demasiado general. Por eso no me parece una definición aconsejable.
----------Como he dicho anteriormente, uno de los pocos principios que deberían haber regulado la convivencia armónica y mutuamente enriquecedora entre Novus Ordo y Vetus Ordo, y que de haberse cumplido pudo haber evitado el que llegáramos a la situación actual, es que quienes siguen el Vetus Ordo no deben despreciar a quienes eligen el Novus Ordo y viceversa. Actitudes de desprecio, como hay que reconocerlo, ha habido por ambas partes. Ese desprecio se nota en la siguiente objeción que me ha llegado: "Es evidente que el rito reformado ha sido redactado siguiendo las líneas del rito antiguo, pero desprovisto de partes importantísimas. El rito reformado se demuestra lacunoso, incompleto y omisorio respecto al antiguo, y esto lo hace de facto menos bueno que el Vetus Ordo. La liturgia tridentina es mejor que la liturgia conciliar".
----------Respondo: la objeción carece de fundamento. El rito reformado es un desarrollo del antiguo. Ciertamente ha sido obtenido sustituyendo algunas partes obviamente no esenciales para la validez de la Misa, por otras partes, como por ejemplo las oraciones de los fieles o el intercambio del signo de la paz. Por consiguiente, no es correcto hablar con respecto al Novus Ordo, de que es un rito "lacunoso u omisorio", porque el omitir ciertas partes (por ejemplo, las plegarias de solo el sacerdote) se justifica por el hecho de que el Novus Ordo no es un Vetus defectuoso, sino que es simplemente otro rito, con una regla diferente a la del Vetus.
----------Omisiones ilícitas cometería el sacerdote que, celebrando en el Vetus Ordo, omitiera lo que en el Vetus Ordo está prescrito. Así, por ejemplo, no decimos que un automóvil de dos plazas es defectuoso porque le faltan dos plazas, ya que fue construido expresamente de esa manera. De modo similar, el valor del Novus Ordo no debe ser juzgado en referencia al Vetus Ordo, como si fuera una mala copia de él, sino que debe ser juzgado en referencia a la regla propia del Novus Ordo, diferente y tan legítima como la del Vetus Ordo.
----------Pongo aquí punto y aparte, dejando para una cuarta parte, mañana, el final de este elenco de objeciones al que he tratado de responder del modo más breve y claro que me ha sido posible.
----------Para ubicar a los lectores que me han seguido en esta serie, repito lo dicho al principio: sea con mayores o menores libertades, sea con mayores o menores restricciones, la situación de los sanos tradicionalistas, y también la de los sanos progresistas, sigue siendo hoy, como desde 1970, la misma en cuanto se refiere a la disciplina litúrgica, situación que puede resumirse en cuatro puntos: 1) antes que nada, todos los fieles son (al menos teóricamente) libres de elegir entre la Misa Vetus Ordo o la Misa Novus Ordo; 2) lo importante es que tanto los fieles como el celebrante respeten las reglas relativas a la celebración con diligencia, fidelidad a las rúbricas, piedad y dignidad, sin caer en posturas heréticas y cismáticas como las que el Papa ha señalado en su Motu proprio. 3) Por otra parte, quienes siguen arraigados en el Vetus Ordo no deben despreciar a quienes eligen el Novus Ordo (única lex orandi de la Iglesia), y viceversa. Por último, 4) debe estar claro para todos, que la Misa es esencialmente la misma de siempre en ambos casos (en cuanto lex orandi de institución divina), y solo cambian las formas ceremoniales y las rúbricas (lex orandi eclesiástica). A este cuarto punto y a algunas conclusiones finales, nos referiremos en la nota de mañana.

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