martes, 3 de agosto de 2021

El buenismo (4/4) Algunas consideraciones finales

No será ésta la última vez que tratemos acerca del buenismo, o misericordismo, tan extendida está la herejía, al menos de modo inconsciente o, por decir lo mínimo, a modo sociológico (que no metafísico) en la predicación de nuestros pastores, obispos y sacerdotes. Pero finalicemos por ahora con un puñado de conclusiones.

¿Herejes o buenistas sociológicos? En el fondo: una abrumadora carencia de formación
   
----------Al tratar de resumir ahora, en un elenco de tesis brevemente explicadas, lo esencial de la predicación buenista o misericordista, hago la salvedad, una vez más, de que a mi modesto parecer esta actualísima herejía está extendida entre nuestros pastores, tan sólo bajo la forma de herejía material, no formal o explícita, y esto por una sencilla razón, que se me hace cada vez más evidente: una absolutamente abrumadora, desalentadora, desesperanzadora, carencia de formación filosófica y teológica.
----------¿Acaso las predicaciones de perfil buenista y misericordista como las que hemos citado en las dos primeras notas de esta serie, responden a una mezquina preocupación por lo "políticamente correcto"? Quizás en algunos casos haya Obispos y sacerdotes que se avengan conscientemente a lo politically correct: del pecado no se habla, del castigo no se habla, del juicio tras la muerte no se habla, de la condenación eterna no se habla; no hay que disgustar al mundo, no hay que malquistarse la audiencia. Pero los pastores que así se comportan ¿son todos ellos conscientes de estar recortando la verdad del Evangelio y no ser fieles a su deber de predicar la totalidad del anuncio de la salvación en Nuestro Señor Jesucristo?
----------Todo parece quedarse en herejía material, no formal o explícita, no consciente. No, a mi entender no se trata de herejía formal, de pecado contra la fe. Se trata de pecado contra la prudencia, o contra el coraje, o contra la caridad, pero no pecado contra la fe. Se trata de infidelidad a sus deberes de maestros de la fe y de pastores de su grey. Y en la raíz de ello, en su fondo, veo como causa una enorme carencia de formación filosófica y teológica. La recta acción necesita rectas ideas. La pastoral es ciega si no se sabe de qué se trata. Y el caso es que parece que en realidad no se sabe de qué se trata.
----------Al escribir estas líneas, me viene a la mente el lamento de un doctísimo profesor de filosofía del Seminario Mayor de La Plata. No fueron pocos los que se lo escucharon en varias ocasiones, hace unas cuatro décadas, y en un momento paradójicamente feliz de la histórica casa donde se formaba el clero de varias diócesis argentinas, pues un centenar y medio de seminaristas colmaban la manzana, y el claustro de profesores incluía verdaderas glorias de la intelectualidad católica argentina de entonces. Sin embargo, el discernimiento de aquel sabio maestro, de brillante y equilibrada mente, no se dejaba distraer por las apariencias.
----------"Es lamentable que se pretenda ver como posible y razonable la existencia de un doble tipo de clero, de doble standard, uno formado y otro carente de la formación básica. Es imposible que este estado de cosas pueda tener buenas consecuencias". Visto a la luz de lo que ocurre cuarenta años después, aquel lamento suena a profecía. Es que ya en aquellos años era evidente que a nadie se le impedía acceder al sacramento del Orden si no aprobaba el curriculum filosófico o si no alcanzaba la básica comprensión de los principales tratados de teología dogmática. El desprecio por la sistemática y profunda formación metafísica y teológica, en favor de una capacitación pastoral y práctica, se ha profundizado desde entonces hasta la actualidad. Nada bueno podrá esperarse para las próximas décadas, si no se pone urgente remedio a este problema.
   
Consideraciones finales sobre el buenismo
   
----------El buenismo es una visión del cristianismo que considera haber superado el temor a los castigos divinos, el tormento que proviene de los sentimientos de culpa, la división de los hombres entre justos y malvados, la sujeción al diablo y a los poderes de la naturaleza. Dios es bueno y no me castiga; no me impone ninguna ley, ninguna obligación, de cuyo cumplimiento yo deba rendirle cuentas. Me deja libre de actuar a mi voluntad. De hecho, yo soy sustancialmente bueno: si hago el mal, es por debilidad o es por ignorancia, por lo cual no tengo culpa y no merezco castigos, sino en todo caso comprensión y misericordia.
----------Los buenistas constatan la existencia de muchas injusticias personales y sociales, la existencia de diversas formas de opresión de algunos hombres, en posesión del poder económico y político sobre otros hombres, la existencia de muchas divisiones religiosas y de muchos conflictos personales y sociales. Pero consideran que para resolverlos no se debe nunca usar la fuerza, sino siempre y solo el diálogo. No hay que preocuparse de quién tiene razón o quién está equivocado. Basta con poner paz.
----------Nadie está autorizado a querer convertir al otro a sus propias ideas, porque les haría violencia. Es necesario dejar libres a todos para tener su propia concepción del bien y del mal. Lo importante es convivir en la paz y en el diálogo. El acuerdo entre los hombres no se da sobre la base de verdades morales absolutas y universales de carácter especulativo y universales, sino que se basa en la semejanza de principios prácticos y en la convergencia unitaria de la diversidad de las múltiples posiciones.
----------Según los buenistas, dividir la humanidad en buenos y malos, considerándose, claro, del lado de los buenos, como hace el Apocalipsis, quiere decir ignorar la fraternidad humana, dividir la humanidad en dos partidos contrapuestos y crear un muro infranqueable, que es la causa de guerras y conflictos.
----------Claro que no, dice el buenista, porque somos todos buenos, somos todos hombres y mujeres de buena voluntad, todos hermanos, todos en gracia de Dios, todos dignos de compasión, todos excusables, todos salvados. Dios hace misericordia a todos y no condena a nadie. El cristiano no tiene amigos ni enemigos, sino solo amigos. Es amigo de todos y no es enemigo de nadie. No combate a nadie, no se enoja con nadie, no critica a nadie, no condena a nadie, no refuta a nadie, no inculpa a nadie, no excluye a nadie, no presume de tener razón contra otro, sino que respeta las ideas de todos y da la razón a todos, creyendo que cada cual tiene su propia verdad. Cree que lo que a mí me parece verdadero puede parecerte falso a ti. Por consiguiente, estemos tranquilos y dejemos a cada uno pensar como quiera.
----------Según los buenistas, la historia del pecado original por el cual el hombre ha sido castigado por Dios por haber transgredido su mandamiento, por lo cual cada hombre nace con la tendencia a pecar, en conflicto con los otros, en relación conflictiva con un Dios enojado por haber sido ofendido por el pecado, sometido a una naturaleza rebelde a causa del pecado, no es en absoluto una revelación divina, sino que es la miserable invención de una humanidad que se desprecia a sí misma, y que, olvidando su originaria bondad, se culpa a sí misma de la existencia del mal, para no acusar a Dios de ser el origen del mal.
----------Para el buenista, el mal indudablemente existe. Sin embargo, no lo entiende como mal de culpa, el pecado, sino como mal de pena, el sufrimiento. El buenista no reconoce el origen del mal en la desobediencia de la creatura al creador, con su misma naturaleza destructiva y mortífera y sus consecuencias penales en los castigos divinos, en las sanciones de la justicia humana, en la perturbación de la conciencia, en la rebelión de la naturaleza y en todos los sufrimientos de la vida presente.
----------Para el buenista, el mal no es tanto el pecado, que en cualquier caso para él nunca es culpable, no merece castigo, sino que está homologado al error o a la equivocación de buena fe. No, el verdadero mal para él es el sufrimiento, del cual, sin embargo, no puede explicar el por qué y el origen, ya que se niega a considerarlo como castigo divino del pecado, porque en tal caso Dios ya no sería bueno y misericordioso.
----------Por ende, para el buenista, el sufrimiento no es querido por Dios, jamás es enviado por Dios. El sufrimiento actúa por sí mismo, por cuenta propia, y por autónoma e incontenible iniciativa, sin razón alguna. No se trata de un misterio, del cual Dios en su omnisciencia, sabe el porqué. No. Se trata de algo intrínsecamente ininteligible, de modo que ni siquiera un intelecto divino infinito puede comprender la causa.
----------El mal es totalmente repugnante tanto al intelecto humano como divino. Al no tener causa, se asemeja por lo tanto a una divinidad. De hecho, de Dios no nos preguntamos por qué existe y de dónde viene. Existe y punto. Solo tenemos que reconocerlo y no tenemos que preguntarnos por qué existe. Pero he aquí la cuestión: es posible quitar aquello de lo cual se conoce la causa. Veamos las consecuencias.
----------Aristóteles ya había entendido al menos que el mal y el sufrimiento no son sustancias, sino accidentes: la esteresis: privatio boni debiti in subiecto bono. Ahora bien, el accidente de por sí se puede eliminar. Los buenistas, con su irracional substancialización del sufrimiento, ni siquiera comprenden esto.
----------De hecho, para los buenistas, como hemos visto, sucede que ni siquiera Dios conoce la causa del sufrimiento, por la simple razón de que no tiene causa. Pero he aquí la terrible consecuencia que deriva del buenismo: ni siquiera Dios puede remediar el sufrimiento. Y, de hecho, Giuseppe Barzaghi no dice que Dios quita el sufrimiento, sino que vive junto al sufrimiento. Atroz blasfemia.
----------El buenista admite la existencia del sufrimiento, pero, rechazando la idea de que provenga de Dios, y que pueda ser utilizado para un buen propósito, se ve constreñido a plantear el sufrimiento como enemigo absoluto, existente o subsistente en sí absolutamente por cuenta propia independientemente de Dios, aunque en contra de su voluntad, porque Dios es bueno.
----------Dios, entonces, para el buenista, es bueno, pero, en definitiva, no es omnipotente: no puede quitar el sufrimiento y, por lo tanto, no puede liberarnos del sufrimiento. Y, por lo tanto, el sufrimiento no puede servir para quitar el sufrimiento, ni siquiera tratándose del sufrimiento de Cristo. Sin embargo, también en el sufrimiento vale el principio de que es la vida la que elimina el sufrimiento. Solo que aquí es la vida divina que mediante el sufrimiento puede eliminar el sufrimiento.
----------Pedir a Dios que nos libere del mal, es para el buenista pedirle demasiado a Dios. Para el buenista, Dios respondería algo así como: "Hijo, no puedo hacerlo. No está en mi poder. Lo único que puedo hacer es tener compasión por los que sufren, sanarlos, ayudarlos, combatir el sufrimiento, y soportar, como lo ha hecho mi Hijo". Todo lo que Dios puede hacer es sufrir con nosotros. Que es precisamente, como hemos visto, la interpretación que el buenista da de la Encarnación.
----------De ahí otra consecuencia inquietante. ¿Qué pasa con la vida eterna y con la felicidad eterna prometida al cristiano? Tengamos presente que para el buenista el verdadero mal no es el pecado (mal de culpa), sino el sufrimiento (mal de pena). Por lo tanto, para no sufrir puede ser útil o necesario pecar, y entonces: bienvenido el pecado. Y si para no pecar es necesario sufrir, es mejor pecar antes que sufrir. Lo que suscita en nosotros la sospecha de que más allá de todos los discursos místicos rahnerianos o barzaghianos del "hombre en Dios" o del "Dios en el hombre", de la "experiencia de Dios", del "hombre teofanía de Dios", lo que cuenta no es el prepararse mediante el sacrificio de la cruz para un más allá eternamente libre del sufrimiento, sino el asegurarse un lugar bajo el sol aquí abajo, disfrutando tanto como sea posible y sufriendo lo menos posible, sin sentido de culpa, estando ciertos de la misericordia divina y de la salvación futura.
----------Sin embargo, se podría decir: comprendo el buenismo hegeliano historicista e inmanentista de Rahner, que desprecia lo inmutable y lo eterno. Pero, ¿qué decir del buenismo barzaghiano, que exalta la eternidad? ¿Si pero como? ¿No hemos visto que para Barzaghi todo es ahora, todo está bien aquí tal como está? ¿No hemos visto que para Barzaghi todo está cumplido? ¿Que la escatología ya se ha realizado? ¿Que no tenemos nada que esperar porque somos felices ya ahora? Y naturalmente, en el sufrimiento, porque Dios mismo convive con el sufrimiento. ¿O acaso queremos ser más felices que Dios?
----------Por consiguiente, la "eternidad" barzaghiana es una eternidad falsa, falsificada, es una estafa. ¿De dónde lo derivamos? De su axioma de que "todo es eterno". Vale decir, que es eterno no sólo lo Eterno, que es Dios, sino también lo temporal, es decir, el mundo. Después de todo, tal como lo hemos visto, para Barzaghi como para Hegel, el mundo es Dios y Dios es el mundo.
----------Por consiguiente, al fin de cuentas, no existe una substancial diferencia entre la escatología rahneriano-hegeliana y la severiniano-barzaghiana: en uno y en otro caso lo Eterno es confundido con el tiempo: en Hegel, la historia es el devenir de lo Absoluto. Para Barzaghi, lo Eterno se manifiesta como sucesión de instantes temporales, que marcan el aparecer y el desaparecer de lo eterno. En cualquier caso, Todo es ahora y Todo está bien así como está. Los buenistas, si quieren ser conscientes y coherentes con su predicación buenista, pueden elegir su sistema preferido para fundamentar su buenismo: Rahner o Barzaghi, ambos panteístas, en definitiva. O bien, y mejor... podrían hacer lo que les corresponde: convertirse, creer en el Evangelio y predicarlo.

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