Juan Bautista es el gozne, el punto de pasaje, de conciliación y de continuidad entre lo antiguo y lo nuevo, y por eso es hoy más actual que nunca. Juan Bautista nos enseña ese dinamismo del Espíritu que nos permite pasar de lo antiguo a lo nuevo sin abandonar cuanto de actual existe en lo antiguo.
El Espíritu Santo santifica a Juan y desciende sobre Cristo
----------Es necesario distinguir la acción del Espíritu Santo enviado por el Padre al alma de Juan Bautista, de la acción del Espíritu Santo enviado por Nuestro Señor Jesucristo sobre el cristiano y sobre la Iglesia. La acción del Espíritu Santo que desciende sobre Cristo al momento de su bautismo administrado por Juan consigue y sobrepasa la acción del Espíritu Santo operante en Juan desde el seno materno. Esta acción del Espíritu Santo prepara el descenso del mismo Espíritu sobre Cristo al momento de su bautismo. Cuando Cristo haya completado su obra en la tierra, he aquí que se produce un nuevo envío del Espíritu Santo: esta vez el Espíritu enviado por Cristo a la Iglesia y al corazón del cristiano.
----------En la santificación de Juan Bautista en el vientre de su madre, santa Isabel, se trata de la acción del Espíritu Santo que procede del Padre; el Espíritu Santo procede del Padre también cuando desciende sobre el Hijo en su bautismo. En cambio, para la santificación de la Iglesia y para la santificación del cristiano obra el Espíritu Santo que procede del Hijo. Este es el Espíritu que conduce al Padre.
----------La condición de Juan Bautista, habitado por el Espíritu Santo, aunque en sí misma es excelentísima, a tal punto que Nuestro Señor lo considera el más grande entre los que han nacido de mujer, es sin embargo inferior a la condición del cristiano hijo de Dios habitado por el Espíritu Santo enviado por Cristo en Pentecostés a la Iglesia. En este sentido, Nuestro Señor Jesucristo dice que Juan Bautista es "mínimo", "el menor", en el reino de los cielos, es decir, en el régimen de la Nueva Alianza.
----------Desde este punto de vista, por consiguiente, la condición espiritual de Juan Bautista es inferior a la del cristiano. En efecto, el cristiano está habitado por el Espíritu de Cristo y movido por el Espíritu que ha recibido de Cristo en el bautismo. En cambio, Juan está movido únicamente por el Espíritu del Padre y prepara, con el bautismo de agua, el bautismo del Espíritu de Cristo.
----------El plan divino de la salvación ha previsto que el hombre, al iniciar el camino de la salvación, no debía encontrarse inmediatamente con Cristo, sino que este encuentro fuera preparado por Juan Bautista, el Precursor. Y esto no es válido solo para la generación de aquellos que han vivido en el tiempo de Juan, sino que vale también para todo hombre destinado a la salvación.
----------Así como para llegar a Cristo se debe pasar por María, también se debe pasar por Juan, porque él no sólo ha desempeñado un rol histórico de introducción al encuentro con el Cristo histórico, sino que también desempeña una misión universal en el encuentro de todo hombre con Cristo. De ello proviene la grandeza de este Santo excelente entre todos e inferior sólo a Nuestra Señora.
----------¿Y por qué motivo Juan es un pasaje obligado? Porque el hombre, así como de hecho viene al mundo, se encuentra existiendo en una condición de espíritu consecuente al pecado original, por la cual él, aunque creado para encontrar en Dios su felicidad es sordo a los reclamos o llamadas del espíritu, ciego a las verdades de las cosas espirituales, esclavo de las pasiones, inclinado al pecado, frágil y voluble en la voluntad, débil en el razonar, instigado por el demonio a rebelarse contra Dios.
----------Por eso la venida de Cristo no solo ha sido preparada por Juan Bautista, sino por todo el Antiguo Testamento y es preparada por todas las religiones naturales, las cuales sin embargo necesitan ser liberadas de esos defectos y de esas supersticiones, que les impiden acercar al hombre a Dios.
----------Pues bien, entonces Dios ha querido dotar a Juan de una extraordinaria y ejemplar capacidad para sacudir la conciencia humana adormecida por el pecado, para despertar a los que duermen, para excitar a los perezosos, para atemorizar a los atrevidos, para iluminar a los ciegos, para inducir al arrepentimiento, a la conversión y a la penitencia, en la esperanza de obtener el perdón divino y en la voluntad de reformar la propia vida. Fue así como las almas pecadoras pero honestas fueron sacudidas y convertidas por la predicación de Juan, mientras que aquellos que se consideraban justos y despreciaban a los pecadores, permanecieron cerrados en su orgullo, sordos a las palabras del Bautista y por lo tanto impulsados a la perdición.
Juan es el paradigma de la relación conservación-progreso
----------Antiguo y Nuevo Testamento no son dos categorías teológicas que conciernen solo a Israel, sino a la entera humanidad. Todo hombre, para llegar a Dios, debe saber conjugar fidelidad y novedad, debe saber pasar del momento del deber al del amor, del momento de la Ley, que representa lo humano, al momento de la Gracia, que representa lo divino, como se expresa Juan Evangelista: "La ley fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo" (Jn 1,17).
----------Todo hombre comienza su camino hacia Dios reconociendo con la razón la existencia de Dios por medio de las obras por Dios realizadas; todo hombre toma conciencia de su pecaminosidad y de su separación de Dios a causa de sus propios pecados; todo hombre experimenta el castigo divino, se arrepiente, le ofrece sacrificios de expiación, y por fin, le obedece como a su Creador y Señor.
----------Pero no se contenta con eso, no le es suficiente: habiendo obtenido el perdón divino y habiendo cumplido la expiación, vale decir, habiendo cumplido con las obligaciones de la ley, el hombre siente la necesidad de algo más, la necesidad de entrar en intimidad con Dios, de modo similar a como el hombre desea entrar en intimidad con la mujer. Desea ver su Rostro y gozar de su inmensa bondad.
----------Lo cual quiere decir que cuando el hombre tiene la antes mencionada reverencia hacia Dios, el temor de su inmensa Majestad y le obedece como a Legislador y Señor de su vida, Dios, que ya desde un principio lo había movido a esta devoción con su gracia perdonadora, entonces le acrecienta el amor por Él y la vida de gracia revelándole en Nuestro Señor Jesucristo el misterio amabilísimo de su divina esencia trinitaria y elevándolo a la condición de hijo de Dios, heredero de la vida eterna.
----------Pues bien, Juan Bautista es la guía para todo hombre desde la incredulidad hacia la fe en Dios y desde la fe en Dios hacia la fe en Cristo. En ese sentido, él es el Precursor. Juan estimula a lo nuevo a quien se instala en lo viejo y recuerda la necesidad de permanecer fiel a lo viejo si se desea verdaderamente lo nuevo, porque lo nuevo no es negación sino desarrollo de lo antiguo.
----------El pasaje de lo antiguo a lo nuevo es una ley esencial del espíritu; nosotros estamos siempre tentados o por la rigidez, que nos bloquea en el pasado con el pretexto de la fidelidad a lo inmutable; o por la infidelidad y por la traición, con el pretexto de la acogida de lo nuevo.
----------Pero el caso es que quien no sabe conciliar la conservación con el progreso no sabe incluso ni qué conservar ni qué renovar. Quien no edifica lo mutable sobre la base de lo inmutable, no sabe incluso ni qué es lo inmutable ni qué es lo mutable. Quien no concibe lo inmutable en vista de la renovación, no sabe qué es lo inmutable y lo confunde con lo superado o lo ya obsoleto.
----------Quien no alcanza a darse cuenta que la vida es el cambiar de lo idéntico que permanece idéntico en el cambiar, o reduce lo idéntico a lo mutable, o fosiliza lo idéntico, en realidad no sabe qué es la vida y por eso precisamente confunde el cambio con la disolución, y la estabilidad con la rigidez de la muerte.
----------¿Se advierte entonces, ahora, al final de nuestra reflexión, lo que Juan Bautista también significa precisamente para nosotros? El acontecimiento epocal, trascendental, del Concilio Vaticano II nos ha puesto a todos en esta prueba dolorosa pero estimulante, similar a un parto, de saber pasar de lo viejo a lo nuevo, evitando tanto el conservadurismo como el modernismo, evitando tanto inútiles nostalgias como peligrosos utopismos, distinguiendo aquello que está superado de aquello que es insuperable, distinguiendo aquello que está acabado de aquello que está comenzando, aquello que se debe abandonar de aquello que se debe adquirir, aquello que puede y debe cambiar de aquello que no puede y no debe cambiar, reconociendo la continuidad de una inmutable fidelidad a Cristo, en el progreso hacia lo nuevo inspirado por el Espíritu Santo.
----------Poner a Nuestro Señor Jesucristo en contra del Espíritu Santo es precisamente la blasfemia más grande que se pueda imaginar. Sin embargo, es en este pecado en el que caen todos aquellos que no saben ver la continuidad de las doctrinas del Concilio Vaticano II con las doctrinas de la Tradición. Pero no olvidemos que también blasfeman contra el Espíritu Santo aquellos que, con el pretexto de lo nuevo, traicionan la fidelidad al dogma y a la Palabra de Cristo que no pasa.
----------En el tiempo que nos ha tocado vivir, hoy por hoy, la Iglesia está más lacerada que nunca entre estos dos partidos contrapuestos, el de los ultraconservadores y el de los modernistas, que es una cosa del todo antinatural para un organismo viviente hecho de continuidad y progreso, y cosa que en cambio lamentablemente demuestra cuánto daño puede hacer el demonio en el interior de la Iglesia.
----------Oremos por el papa Francisco, odiado por los unos e instrumentalizado por los otros, oremos por él, que posee de Cristo el encargo de edificar y custodiar la unidad, a fin de que pueda estar a la altura de esta ardua tarea, sin parcialidad, sin propender o inclinarse hacia una sola parte, sino por encima de las partes, capaz de ver y promover la complementariedad recíproca y de reprochar los errores de los unos y de los otros, como verdadero Padre común de todos, que sabe crear el acuerdo entre los hermanos.
----------En definitiva, Juan Bautista, con su carisma de conciliación entre lo antiguo con lo nuevo, es hoy de más actualidad que nunca. Él también enseña a la humanidad de hoy, y nos enseña a nosotros, este dinamismo del Espíritu, cómo pasar de lo antiguo a lo nuevo sin abandonar cuanto de actual existe en lo antiguo. He aquí por qué Cristo le da tanta importancia a Juan Bautista. He aquí por qué ha querido hacerse preceder por Juan, por qué ha querido que no un simple hombre, sino el hombre de Dios, anticipara, anunciara y preparara la venida del hombre-Dios. Tomemos, entonces, a Juan Bautista como Patrono de la renovación conciliar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.