miércoles, 26 de mayo de 2021

El paraíso terrenal según el dogma de la Iglesia (3/5)

Con lo que llevamos reflexionando acerca del paraíso edénico y, particularmente del relato genesíaco de la creación del mundo y del hombre, comprobamos como en el autor sagrado se pone de manifiesto por un lado una sublime sabiduría metafísica y teológica, pero por otro lado esa sabiduría se revela a través de instrumentos expresivos primitivos, de los cuales el hagiógrafo se ha servido. Sin embargo, mediante relatos que nos parecen ingenuos, se manifiestan sorprendentes intuiciones cosmológicas, antropológicas, metafísicas y teológicas.

Intuiciones cosmológicas, antropológicas, metafísicas y teológicas sorprendentes
   
----------El autor sagrado ha entendido que Dios es el creador del cielo y de la tierra. Y de hecho esta famosísima declaración son precisamente las palabras con las cuales comienza la Sagrada Escritura. ¿Y cuál ha sido el modo como el hagiógrafo ha comprendido esto? Evidentemente partiendo de la consideración de la insuficiencia de las cosas, del universo y del hombre para justificar la propia existencia, de ahí la necesidad de admitir una causa primera y un fin último del mundo, que es precisamente Dios.
----------Lo que sorprende en el autor sagrado es la profundidad de su inteligencia. El autor del relato genesíaco, a diferencia de todas las otras culturas paganas, que admitían a Dios a lo máximo como plasmador o motor de un mundo existente ab aeterno independientemente de Él, y quizás hostil a Dios, ha comprendido que el verdadero Dios debe poder dar la explicación de la totalidad del mundo y, por lo tanto, no sólo de su forma, orden, estructura y devenir, sino también de su misma existencia.
----------Por lo tanto, Dios no ha producido el mundo desde una materia  preexistente y caótica, sino que ha producido también la materia; no ha tenido que domesticar y someter a Sí una materia de por sí mala, sino que es el plenísimo señor y dominador de la materia, que en sí es buena ("vio que era buena") y querida por él, y por lo tanto no contrasta con el espíritu, sino que está al servicio del espíritu. Es decir, es creada de la nada. Si la carne se rebela contra el espíritu, esto es solo la consecuencia y punición del pecado.
----------El autor sagrado ha entendido que Dios no es una mezcla de espíritu y materia, como los dioses de los paganos, sino que, si debe ser como es el ipsum Esse, Qui Est, es decir, si debe ser uno, necesario, eterno, altísimo, simplicísimo, perfectísimo, inmortal e inmutable, no puede tener en Sí mismo materia, la cual dice contingencia, multiplicidad, bajeza, generabilidad, corrupción, divisibilidad, potencialidad, imperfección y devenir, sino que es purísimo Espíritu (ruach). Y por consiguiente, solo el puro Espíritu puede crear la materia.
----------Por otra parte, con la expresión bíblica "cielo y tierra" se indican todas las cosas (latín: omnia, griego: panta). Es interesante que el idioma hebreo, para decir "cosa" usa el término barè, de barà = hacer, que quiere decir lo-que-está-hecho, por lo cual surge inmediatamente la pregunta: ¿quién lo ha hecho? Y se comprende con cuanta facilidad se puede responder inmediatamente: ¡lo ha hecho Dios! También en latín clásico está la expresión factum, pero con ella se entiende lo que está hecho por el hombre.
----------En castellano está el término "hecho", pero ese término ha perdido el significado original de "lo-que-está-hecho" y ha adquirido el significado de ser un sinónimo de cosa concreta, de evento, es decir, de "un hecho" (es lo mismo que ha ocurrido en italiano con el término "fatto"). El término "dado" (y también "dato" en italiano) es igualmente interesante, porque nos llevaría a preguntarnos: ¿quién nos lo ha dado? Pero, ¿quién se plantea esta pregunta? Lo "dado" (y de ahí, el dato) es simplemente "lo que está frente a mí", el objeto (ob-jectum).
----------En Aristóteles encontramos el "on", es decir, el ente, pero aunque abre el camino a Dios más que el factum, no implica de por sí la percepción del ente creador, del ipsum Esse. El ente puede ser tanto creado como increado. En el puro y simple concepto del ente no se abre todavía un camino hacia el creador, la Causa del ser. Para que esto suceda, es necesario proceder como lo ha hecho santo Tomás de Aquino. Es necesario, en primer lugar, derivar el esse del ens como acto del ens. Y decir: todas las cosas tienen en común el ser. Por lo tanto, la causa del ser será la causa común de todas las cosas, y esta es Dios.
----------Como explica el Símbolo de la Fe, la expresión "creador del cielo y de la tierra" significa "creator omnium visibilium et invisibilium" y, como dice el Concilio Lateranense IV, se trata de las cosas materiales y de las cosas espirituales, "spirualium et corporalium" (Denz.800).
----------"Cielo", por lo tanto, en la Escritura, no significa solo el cielo en el sentido físico, sino también el mundo o ámbito de lo espiritual y de lo trascendente. En el primer sentido, Cristo dice que "el cielo y la tierra pasarán" (Mt 24,35). En el segundo sentido, el cielo es el horizonte de lo sagrado y la morada de Dios: "Padre nuestro, que estás en los cielos"; sin embargo, no es que Él no esté al mismo tiempo también en la tierra y en todo lugar, en cuanto que, siendo la causa de todas las cosas, está junto a cada una de ellas.
----------Que Dios esté en el cielo, significa su altísima espiritualidad, bien representada por el símbolo del cielo con su luminosidad, profundidad, altura, estabilidad, inmensidad, transparencia y claridad. Ciertamente la creación de la luz tiene relación con el cielo y por lo tanto con el espíritu. La luz es la primera cosa en ser creada, porque representa el espíritu, la inteligencia, el pensamiento y la verdad, lo que vuelve visible lo real, lo que, por lo tanto, es necesario para discernir y proceder sabiamente a la acción. La luz es, por lo tanto, el ambiente espiritual en el cual Dios obra, produce y ordena el mundo.
----------El autor sagrado no conoce evidentemente la evolución pasada del universo y en particular de la tierra, pero el sucederse de los "días" con el listado de los diferentes planos de lo real, desde las cosas inanimadas, al mundo de la vida, plantas, animales, peces, reptiles y aves, muestra sensibilidad por el desarrollo histórico y el progresar de lo real hacia el hombre, culmen del mundo visible, que pone término a la obra divina fundacional sin por ello Dios suspenda su actividad creadora, ordenadora y providente.
----------En el hombre, compuesto de espíritu y cuerpo, se conjugan dos fundamentales planos de lo real con propiedades opuestas, pero ambos creados por Dios para formar una única criatura, una única sustancia. Por un lado, el cuerpo, agente en el espacio-tiempo y en el lugar, principio de la sensibilidad, de las emociones y de los afectos, en contacto con la naturaleza física y con otros cuerpos humanos en la relación social, operador de artefactos, a su gusto en lo concreto, en lo particular, en el devenir, en lo múltiple y en la historia; por otro lado, el espíritu que, por el contrario, es trascendente al tiempo, al lugar y al espacio, a su gusto en el horizonte de lo abstracto, de lo universal, de la verdad, de la sabiduría, del intelecto, de la razón, de la voluntad, del amor, de lo absoluto, de lo necesario, de lo eterno, de la libertad, del infinito, de lo divino.
----------Por otra parte, el autor sagrado también tiene muy claro que el monogenismo es la única explicación racional y experimental del origen de la especie humana y de su difusión sobre la tierra, aunque el hagiógrafo no tuviera la ciencia paleo-antropológica de un Pierre Teilhard de Chardin [1881-1955], por lo cual ni siquiera le viene en mente la hipótesis moderna del poligenismo, y si se la hubiéramos propuesto, seguramente la habría rechazado con horror, considerándonos tontos con toda razón.
----------En efecto, el poligenismo es falso e imposible, y con mayor razón es inverificable, no solo porque, como ha explicado el papa Pío XII [1939-1958] en la encíclica Humani Generis (1950) contradice el hecho de que la culpa original se transmite por generación a partir de Adán y Eva, sino más en raíz y fundamentalmente el poligenismo es erróneo porque contradice la ley universal e inmutable de la reproducción de la especie, la cual ocurre a partir de una pareja de individuos de esa especie.
----------Incluso un criador de pollos o un cultivador de kiwis, sin ser un paleo-antropólogo laureado en Harvard o en Oxford, pero con el simple conocimiento de su abuelo granjero, sabe que para multiplicar pollos y kiwis sería inútil contar con el hecho de que ellos surgieran por sí solos, por evolución de especies inferiores en otras partes de la tierra (¡troppa grazia Sant’Antonio! dirían los italianos), sino que es necesario ocuparse de montar una granja de pollos o una plantación de kiwis, y mantenerlas durante años .
----------En cambio, los poligenistas razonan (si es que razonan) como si la humanidad actual fuera el resultado de la confluencia de diferentes líneas generacionales originadas en un lejanísimo pasado (del todo inverificable) de parejas humanas, efecto de la evolución de los simios precedentes, en diferentes tiempos y lugares, independientemente las unas de las otras, de manera similar a como en primavera se abren las rosas y florecen las margaritas en Francia, España e Italia, las unas independientemente de las otras. Y luego llaman "ciencia",  enseñada en cátedras universitarias, a tales delirios y sueños de la fantasía.
----------El autor sagrado ha entendido que el mal no tiene origen en la materia, sino en el pecado, o sea, en un acto voluntario del espíritu creado (hombre o ángel). Ha entendido, pues, que si la materia procura sufrimiento, éste depende radicalmente del pecado, que, por lo demás, causa un daño mucho mayor que una naturaleza hostil, porque el pecador instiga con sofismas a pecar (véase la tentación de la serpiente), algo de lo cual la materia, aunque pueda seducir (véase el fruto prohibido), no es capaz de hacer.
----------En efecto, el fruto prohibido ha sido sí, probablemente, alguna cosa material (un alimento), pero en cuanto signo de un pensamiento prohibido: ser y actuar como Dios. No se ha tratado ni siquiera de un pecado sexual, como algunos han creído, sino de soberbia, que es mucho peor. Cristo remediará con el comer de su carne, omne delectamentun in se habentem, el comer maldito del fruto prohibido.
----------El autor sagrado, por lo tanto, ha comprendido que Dios no existe necesariamente junto con el mundo, sino que ha existido por sí solo ab aeterno sin el mundo y muy bien podría existir y continuar en el existir por sí solo sin el mundo, mundo que, por consiguiente, Dios no ha creado por necesidad de naturaleza o para completar su esencia, o "para alcanzar su fin", como dice Rahner, siendo ya perfectísimo y completísimo por Sí mismo, sino solo por su bondad, "liberrimo consilio", como dice el Concilio Vaticano I, aunque Él ponga sus delicias en estar con los hijos de los hombres (Prov 8,31), no obstante su ingratitud. Sin embargo, y a pesar de ello, Se ha encarnado para recuperar el afecto de estos ingratos.
----------El autor sagrado, por consiguiente, a diferencia de los paganos, ha comprendido que el mundo no existe desde siempre, sino que, retrocediendo en el tiempo, se llega a un inicio temporal absoluto, indicado por la expresión "in principio" (berescit), que es un dato claramente reconocido por el Concilio Lateranense IV de 1215: "ab initio temporis", dato, este, también confirmado por la física moderna, que considera al universo como existente desde hace catorce mil millones de años.
----------En lo cual está implícito aquel concepto de Dios que será explicitado en Ex 3,14 y es que Dios, para poder explicar la existencia del mundo, debe poder existir por cuenta propia, por sí mismo, antes e independientemente del mundo, a menos que se trate de algo que existe en Dios mismo, como aclarará Jesucristo (Jn 17), es decir, el Logos, existente en Dios idéntico a Dios "antes que el mundo fuera".
   
----------(Continuaremos en la cuarta nota, con otros aspectos del paraíso terrenal).

2 comentarios:

  1. Estimado Padre Filemón,
    Tampoco aquí entiendo todo y me gustaría conocer un poco más sobre dos puntos de su reflexión:
    1) "En efecto, el fruto prohibido ha sido sí, probablemente, alguna cosa material (un alimento), pero en cuanto signo de un pensamiento prohibido: ser y actuar como Dios... soberbia". Estoy de acuerdo sobre el pecado de soberbia, pero mi pregunta es: ¿cómo sucede que se ponga un pensamiento en un alimento?
    2) "Dios, para poder explicar la existencia del mundo, debe poder existir por cuenta propia, por sí mismo, antes e independientemente del mundo, a menos que se trate de algo que existe en Dios mismo, como aclarará Jesucristo (Jn 17), es decir, el Logos, existente en Dios idéntico a Dios antes que el mundo fuera". Mi problema es que verdaderamente el logos de Juan me resulta difícil de entender; creo intuir la Verdad, pero realmente estoy en ayunas para darme cuenta de cómo Jesús aclara este punto fundamental...
    Gracias, de todos modos. Respecto al resto de su texto creo que se puede entender muy bien, pero tal vez nunca sepamos realmente cómo Dios ha "creado" al hombre en lo concreto, infundiendo el alma a un ser ya creado ¿o bien creando cuerpo y alma nuevos en un solo momento? Ciertas cosas quizás nos esté prohibido saberlas...
    Gracias por todo.
    Nadia

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    1. Querida Nadia, respondo con mucho gusto a las tres nuevas preguntas que me has hecho:
      1) El fruto prohibido probablemente ha sido un fruto material; pero debe tomarse como símbolo del pecado de soberbia, que los primeros progenitores habrían cometido si lo hubieran comido. Es posible incluso que lo hayan comido físicamente. Pero esto también es símbolo de su desobediencia. Por consiguiente, "comer el fruto" ha simbolizado su malvado pensamiento de querer "ser como Dios".
      2) El Logos divino, o sea, el Hijo, existe en Dios desde la eternidad idéntico a Dios. Por eso el Hijo, antes de encarnarse, existía desde la eternidad en el Padre, antes que el mundo fuera creado. En cambio, después de que el mundo ha sido creado, se ha encarnado y ha venido a este mundo.
      3) Dios no ha creado a Adán de la nada, sino que -según el relato bíblico- ha infundido un alma espiritual por Él creada en un ente material precedente -tal vez el cuerpo de un simio- siempre creado por Él, pero en precedencia a la formación de Adán.

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