La enfermedad del fijismo pasadista que sufren hoy algunos católicos implica también un desprecio tal por la razón humana (la herejía ante todo es el error de una razón que funciona mal) que llegan a despreciar cualquier certeza alcanzada por las ciencias modernas, considerando que todo en ellas son simples teorías o hipótesis. Por el contrario, el auténtico católico, que vive en el mundo y no en un museo, sabe discernir lo bueno y lo malo del mundo actual y, como sabe que no existen verdades opuestas, se esfuerza por armonizar las verdades (no las hipótesis) alcanzadas por las ciencias modernas con las verdades recibidas de la divina Revelación.
El lugar empírico, el lugar del paraíso edénico, el lugar del paraíso celestial
----------Tanto para el paraíso terrenal o terrestre como para el paraíso celestial o "cielo" se plantea el problema de la noción de lugar, cuestión para cuya solución viene a socorrernos la filosofía. El paraíso terrenal, tal como es presentado por el hagiógrafo, parece ser un lugar de esta tierra. Pero al mismo tiempo aparece como un lugar tan privilegiado y tan en armonía con el hombre en una maravillosa perfección y plenitud de vida, es decir, Adán y Eva, que, después de su pecado y de su expulsión de ese maravilloso lugar, llamado "jardín del Edén", se presenta como un lugar del todo inalcanzable, un lugar completamente inaccesible.
----------Nosotros recabamos la noción de lugar a partir de la más común y elemental experiencia cotidiana: la experiencia de que toda cosa está puesta en un lugar, está circunscrita por un lugar en el espacio, y nos referimos a los cuerpos, a las cosas materiales. Pero cuando la Revelación habla del Edén o paraíso terrenal como de un "lugar", o habla del del paraíso celestial, o habla del infierno y del purgatorio como de "lugares", ¿qué entiende la divina Revelación por lugar? ¿Por qué usa este concepto? Por supuesto (y lo aclaro antes que algún lector me plantee sus problemas) nunca hacemos cuestión de palabras, sino de conceptos: úsese el término "lugar" o el que se desee, no es cuestión de conceptos; aquí me refiero al concepto de lugar, y sobre tal concepto nos preguntamos: ¿qué quiere decir la divina revelación al usar ese concepto?
----------No es posible imaginar de ninguna manera un cuerpo que no esté en un lugar. Por eso, pensando en Nuestro Señor Jesucristo y en la Santísima Virgen, nos viene espontáneamente el preguntarnos: ¿dónde están? La Iglesia responde: en el cielo, en el paraíso del cielo. Entonces, surge la pregunta en estos términos: ¿existe un entorno físico en el cielo? Tenemos que responder que sí.
----------En este punto de nuestra reflexión teológica surge otra pregunta: ¿pero entonces entre nosotros aquí en la tierra y el lugar celestial, existe una determinada distancia? Debemos responder que el lugar terreno y el lugar celestial son incomunicables, porque no están ubicados en el mismo plano ontológico. Por lo tanto, en estos conceptos, entre el lugar terreno presente (me refiero a nuestro lugar actual, aquí en la tierra) y el lugar celestial, el lugar del paraíso celestial, existe sólo analogía, no univocidad.
----------Cuando Nuestro Señor Jesucristo ascendió al cielo, no ha hecho un viaje espacial, sino que su cuerpo glorioso, ya definitivamente perteneciente al cielo, ha trascendido el espacio que nosotros ahora experimentamos para alcanzar un espacio superior, que nosotros aquí abajo no podemos experimentar.
----------Lo mismo vale para la relación entre el lugar edénico y el lugar donde vivimos ahora. Sabemos que el Edén estaba en un lugar de esta tierra, pero era un lugar que trasciende nuestro modo actual, cuantitativo y empírico de concebir el lugar. Al salir del Edén, nuestros primeros progenitores han dejado ese lugar físico, pero trascendente, para entrar en el espacio que nosotros ahora conocemos. Será solo cuando seamos resucitados, y solo entonces, que podremos experimentar el lugar ultraterreno.
----------Admitiendo que Dios haya creado a Adán y Eva, recabando sus cuerpos de los simios (como el mismo papa Pío XII hipotetiza en la encíclica Humani Generis, de 1950) está claro entonces que Dios, en el acto de la creación, ha elevado la corporeidad desde un lugar físico como el que experimentamos ahora, adaptado o adecuado a un cuerpo mortal, a un lugar físico trascendente, que ha sido precisamente el lugar edénico, en el que fueron creados Adán y Eva, un lugar adaptado o adecuado a un cuerpo inmortal.
----------Por lo tanto, debe haber una analogía entre el "lugar" del jardín del Edén, con lo que nosotros, en base al menos a nuestra experiencia, llamamos "lugar". Del mismo modo, también conocemos lugares de llanura y lugares de montaña. ¿Pero qué quieren decir Jeús o san Pablo, cuando ellos hablan de "aquí abajo" y "allá arriba" no en sentido físico, sino espiritual? ¿Por qué Nuestro Señor Jesucristo cuando ora eleva la mirada hacia el cielo? ¿Está su Padre allí arriba? ¿Los espíritus del más allá, los ángeles, habitan en un lugar? ¿Y cómo concebir ese lugar? ¿Qué lugar podría ser ese paraíso terrenal, donde no existía el pecado? ¿Dónde, en qué lugar, estaba la naturaleza en perfecta armonía con el hombre perfectamente feliz?
----------¡Cuántas son las palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan del lugar no como de un simple espacio cósmico, sino como misterioso lugar invisible! Es así que Nuestro Señor Jesucristo dice: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de lo alto" (Jn 8,23) y Pablo nos exhorta: "buscad las cosas de arriba" (Col 3,1) y nos habla del "premio que Dios nos llama a recibir allá arriba". Henoc es trasladado al cielo (Sir 44,16). "El Señor observa desde el cielo" (Sal 33,13). "Elías subió al cielo en el torbellino" (2 Reyes 2,11). Jesús desciende del cielo y asciende al cielo. Jesús habla de "las cosas del cielo" (Jn 3,12). Habla del "Padre que está en los cielos" (Mt 5,16). Nuestra Señora es asunta al cielo en alma y cuerpo. "Nosotros somos ciudadanos del cielo" (Filip 3,20). El cielo tiene habitantes (Ap 13,6). Y así también otros pasajes de la Escritura.
----------Fácil es entender qué cosa sea la "tierra", ya que es nuestro hábitat cotidiano. Más difícil es entender el concepto de "cielo", porque no coincide necesariamente con la sustancia espiritual, aunque de todos modos parece ser el hábitat o el horizonte trascendental de existencia de las sustancias espirituales.
----------De todos modos, también aquí en esta tierra caída y herida por el pecado, podemos encontrar y experimentar algunas huellas de la tierra edénica, que mejor podríamos llamar primicias de la tierra escatológica. Se trata de los lugares sagrados, por ejemplo los templos, los santuarios, los monasterios, los santos lugares de Palestina, Jerusalén. Podemos pensar también en las bellezas de la naturaleza, en los lugares del turismo y de las vacaciones. Estos últimos son huellas o rastros edénicos comprensibles para todos, incluso para los no creyentes; mientras que los primeros son evidentemente solo fruibles por los creyentes.
La creación del hombre ha acaecido en un lugar
----------Comencemos pues, por afirmar, para desarrollar nuestro tema, que la creación del hombre, según el Concilio de Trento (Denz.1511) y como ha sido confirmado por el Catecismo de la Iglesia Católica (n.378), ha acaecido en un misterioso lugar de delicias, llamado tradicionalmente paraíso terrenal o paraíso terrestre o Jardín del Edén o simplemente Edén, ubicado en esta tierra, pero en el plano de una trascendente perfección, correspondiente a una condición del hombre de ejemplar comunión con Dios y de altísima perfección física y espiritual, modelo originario de humanidad personal y asociada, dotado de dones divinos preternaturales, aunque este modelo sería posteriormente superado por aquel propuesto y ofrecido por Cristo con su obra redentora, el modelo de la "filiación divina", no sólo por tanto una humanidad liberada del pecado y devuelta al Edén, sino una humanidad recreada a imagen de Cristo y destinada a una perfección y felicidad superiores a aquellas a las cuales habría estado destinada si no hubiera sucedido el pecado original.
----------Mientras en el paraíso terrenal no aparece la presencia de los ángeles santos, esa presencia nos es obtenida por la Redención. El hombre redimido ya en la vida presente, vive en compañía de los ángeles, en particular del ángel custodio, que lo ayuda a vencer las tentaciones del demonio. Así, por consiguiente, la espiritualidad del cristiano es completamente ignorada por el hombre edénico, por más perfecta e inocente que fuera su naturaleza y no una naturaleza caída como la nuestra. Pero el cristiano, en compensación, goza de una condición de vida sobrenatural, como imagen de Cristo e hijo del Padre, condición de vida que, al fin de cuentas, es superior incluso a aquella condición misma de la pareja originaria antes del pecado.
----------En efecto, el "hombre nuevo" (Ef 4,24) instituido por Cristo es aquel del que nos habla san Pablo: "Porque hay un cuerpo puramente animal (o natural, psychikòn) y hay también un cuerpo espiritual, ya que esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un cuerpo animal (soma psychikòn); el último Adán, en cambio, es un espíritu vivificante (pneuma zoopoiùn). Pero no existió primero el cuerpo espiritual, y luego el animal, sino lo puramente animal; lo espiritual viene después. El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Como el hombre está hecho de tierra, así son los hombres terrenales; pero como los celestiales, también son los celestiales" (1 Cor 15,44-48).
----------Nuestro Señor Jesucristo obtiene para el hombre el comer el "pan de los ángeles" (Sal 78,25), que es el símbolo de la Eucaristía. Naturalmente, la Eucaristía está reservada para el hombre ser corpóreo, y no puede ser asumida por el ángel, ser puramente espiritual. Y, sin embargo, con la venida de Cristo, el hombre también entra más en familiaridad con el mundo del espíritu, porque recibe el don del Espíritu Santo junto con sus dones jerárquicos y carismáticos, ministeriales y santificantes.
----------Obviamente, san Pablo no quiere decir que el hombre nuevo no mantenga su naturaleza de animal racional, de lo contrario ya no sería hombre, tal como Dios lo ha creado. En efecto, la gracia purifica, confirma y eleva la naturaleza y no la cambia ni la destruye. San Pablo, con esta comparación entre los dos estados del hombre, hombre viejo y hombre nuevo, quiere decir dos cosas: 1) la elevación del hombre del estado edénico al estado de hijo de Dios, movido por el Espíritu Santo, y 2) la reconciliación del espíritu con la carne, después de su contraposición ocurrida como consecuencia del pecado original.
----------¿Es la doctrina del paraíso terrenal un dogma? Si por dogma entendemos doctrina de fe enseñada por la Iglesia, no hay duda de que lo es, en cuanto que el paraíso terrenal está presente en la doctrina dogmática del pecado original del Concilio de Trento que he citado anteriormente.
----------Como sabemos, el autor sagrado describe el paraíso terrenal en los siguientes términos: "El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal" (Génesis 2,8-9).
----------¿Por qué el jardín está al oriente? Probablemente sea una referencia a cuanto dice poco después, donde habla de un "río que salía del Edén para regar el jardín" (Gen 2,10), río del cual derivan el Tigris y el Éufrates, ríos de Armenia, que estaban al oriente de Palestina, región en la cual vivía el hagiógrafo. De esto, algunos han deducido que el autor sagrado pensara que el paraíso terrenal se encontrara en Armenia.
----------Sin embargo el hagiógrafo, aunque hable del paraíso terrenal como si fuera un territorio de este mundo, sabe muy bien que se trataba de un mundo trascendente, aunque material. El autor sagrado, sin embargo, concibe el paraíso terrenal como un lugar en la tierra, lugar excelentísimo entre todos por su belleza, habitabilidad, rico en bienes materiales de todo género, provisto de todas las comodidades, con provisión al hombre de todo lo que pueda garantizarle la mejor condición de vida física y espiritual, a total disposición de su poder técnico y laborable, territorio sobre el cual moverse con la máxima facilidad, mundo sin límites conteniendo secretos y energías siempre nuevos para conocer, admirar y disfrutar.
----------Puede plantearse una interesante cuestión. ¿Los primeros progenitores tenían un poder sobre el entero universo, incluso sobre el que se encontraba por fuera del jardín edénico? Esto es posible. Pero el hagiógrafo no tenía absolutamente ningún conocimiento de la vastedad del cosmos que tenemos hoy. Él se imaginaba un universo infinitamente más pequeño. Admite, sí, un pleno dominio de la pareja primitiva sobre todo lo que está presente en el Edén, pero no menciona en absoluto un poder sobre los cuerpos celestes.
----------En efecto, según el hagiógrafo, el paraíso terrenal es un recinto, es decir, un territorio geográfico encerrado por precisos confines o límites, que ocupa un determinado espacio. El autor sagrado no especifica qué cosa existe afuera, pero se supone que son el resto de la tierra y el cielo estrellado. En el interior de este maravilloso jardín, Dios creó al hombre: "El Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente" (Gen 2,7). "El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara" (Gen 2,15).
----------El autor sagrado también narra que, como castigo extrínseco y consecuente al pecado original de los progenitores, Dios "expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado. Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida" (Gn 3,23-24).
----------Surgen de ellos algunas cuestiones conexas. ¿Qué significan estos querubines puestos al oriente? Probablemente el autor sagrado piensa en un eventual intento por parte del hombre de retornar al Edén proviniendo del oriente. Oriente, como sabemos, es patria de milenarias tradiciones de tipo místico-gnóstico-panteísta, que entienden al hombre como espíritu caído de una primitiva condición de vida divina, pero capaz mediante la clarividencia (vidya) y el ejercicio ascético (yoga) de resurgir de las tinieblas de este mundo material a la luz divina espiritual que constituye la sustancia profunda y originaria del yo. No se excluye que algunas de estas ideas hubieran llegado a oídos del autor sagrado.
----------En cuanto al ambiente físico de la pareja edénica, era proporcionadísimo a las exigencias de la primera pareja, que son nuestras mismas exigencias, a nuestra plena disposición, perfectamente habitable y dominable, utilizable y transitable por el hombre, exento por lo tanto de esa ingobernabilidad, extrañeza e inadaptabilidad a nuestros intereses y de esa tendencia hostil hacia nosotros que es propia de la naturaleza, que caracteriza la condición presente (y que la actual pandemia ha puesto aún más en evidencia), universo infinito en el cual nos sentimos una cantidad absolutamente insignificante, a merced de fuerzas cósmicas pavorosas, una parte infinitesimal de las cuales bastaría para destruirnos a todos.
----------El caso es que históricamente ha sucedido que, comenzando desde el conocido episodio de la Torre de Babel, muchas veces en la historia, pero en particular en el siglo XIX, han surgido proyectos utópicos sedicentes científicos, por ejemplo el positivismo, el marxismo y la masonería, para construir un Edén o retornar al Edén, pero un Edén absolutamente secularizado y sin Dios, proyectos obviamente fallidos, al igual que fracasó la Torre de Babel, aunque sus seguidores se obstinan todavía en la actualidad en querer realizarlos con vanas esperanzas, que resultan siempre en catástrofes, como ha sido probado una y otra vez.
----------Estos exaltados, no reconociendo las consecuencias del pecado original y por consiguiente la fragilidad del hombre y la hostilidad de la naturaleza, se imaginan poder edificar dentro de un cierto futuro terreno una humanidad feliz, formada por libres e iguales, plenamente señora y dominadora de una naturaleza perfectamente plasmable, dócil y condescendiente al poder del hombre, de la ciencia, de la técnica y de la política.
----------(Finalizaremos la serie en la próxima nota, dedicada a las consecuencias del pecado original).
Bellísima catequesis sobre el Paraíso. Un tema que me fascina. Siempre he estado convencida de que es un lugar tanto espiritual como físico, pero hasta ahora no había encontrado a nadie expresarse de una manera tan clara y hermosa.
ResponderEliminarGracias padre.
Querida Herminia,
EliminarMe alegra que mi modesta reflexión te haya sido útil.