martes, 25 de mayo de 2021

El paraíso terrenal según el dogma de la Iglesia (2/5)

A partir de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, único intérprete auténtico de la Sagrada Escritura y de la Tradición, derivemos algunas conclusiones teológicas y conjeturas sobre lo que pudo haber sido aquel paraíso terrenal habitado por nuestros primeros progenitores.

¿Qué era el paraíso terrenal?
   
----------La palabra paraíso proviene del idioma iraní pairi-deiza, que significa "lugar cerrado" a modo de recinto, de ahí la idea y la expresión de "jardín". Por su parte, la palabra hebrea edén evoca la idea de la abundancia, del disfrute, de la satisfacción, del placer. En el Evangelio, Jesús utiliza sólo una vez el término "paraíso" (griego paràdeisos, Lc 23,43: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso"). En Jesús se trata del premio o recompensa celestial de los justos, después de la muerte, que contemplan eternamente cara a cara el rostro del Padre. Pero Jesús llama a este premio eterno sobre todo con otros nombres: "vida eterna", "reino de los cielos" o "reino de Dios", "visión del Padre", "casa del Padre", "bienaventuranza", "cielo".
----------El autor sagrado sitúa el paraíso terrenal dentro del universo creado por Dios. El paraíso terrenal, por consiguiente, ocupa un espacio geográfico finito. Está claro que el hagiógrafo rechaza netamente aquella que será la idea de un Giordano Bruno [1548-1600] de un mundo infinito o de infinitos mundos. Y por lo tanto, también rechaza la que será, tiempo después, la idea de Isaac Newton [1643-1727] de un espacio infinito, que no coincide en absoluto con el espacio real, sino que es pura imaginación.
----------Sobre las huellas de esta imaginación, el conde Giacomo Leopardi [1798-1837], erudito italiano, exponente del romanticismo, tiene aquellas famosas palabras en su célebre poema L'Infinito:  "interminati spazi... nel pensier mi fingo" (infinitos espacios en el pensamiento me finjo), pero precisamente, notemos que el poeta dice "me finjo", es decir, me imagino. Sin embargo la experiencia, y a partir de ella, la razón filosófica, nos dice que el espacio es finito, porque, como justamente intuyó Aristóteles [384-322 a.C], aquí en perfecta armonía con la Sagrada Biblia, el espacio no es un presupuesto contenedor vacío, en el interior del cual Dios posteriormente introduce y coloca los cuerpos, sino que el espacio no es más que un accidente externo de los cuerpos extensos. Por consiguiente es el espacio el que depende de los cuerpos y no al revés.
----------Tampoco pueden existir una cantidad o un número infinitos, porque la una y el otro son por esencia y para nuestra experiencia determinados, la primera por el contorno o figura, y el segundo por la unidad o por la decena. Por lo tanto, por más extensos y por más numerosos que puedan ser de hecho los cuerpos del universo, el hombre, si no hubiera pecado, pronto se hubiera apoderado de todos los cuerpos del universo, alcanzando sus más extremos confines. Habría tenido a disposición medios de transporte tan eficientes y veloces, que para él atravesar distancias de miles de años luz habría sido cosa de poca monta.
----------Y, por tanto, también la tierra y el cielo, por fuera del paraíso terrenal, son espacial y cuantitativamente finitos. El hombre, por consiguiente, si no hubiera pecado, habría podido ensanchar los confines del jardín hasta hacerlos coincidir con los confines o límites mismos del universo.
----------La Sagrada Escritura distingue, por una parte, 1) un paraíso terrenal, o Edén, que fue el lugar donde Dios creó a Adán y Eva, y por otra parte, 2) precisamente un paraíso celestial, también llamado simplemente "paraíso" o "cielo", que es precisamente la meta final del camino cristiano, meta instituida por Nuestro Señor Jesucristo, por mandato del Padre y con el poder del Espíritu Santo.
----------Esto supone la fundamental distinción bíblica, aunque se trata de una distinción también presente en otras religiones, como por ejemplo la religión islámica, entre tierra y cielo, distinción en la que no se trata tanto de una distinción cosmológica, cuanto ante todo de una distinción metafísica, donde la tierra son las cosas materiales, mientras que el cielo es el mundo del espíritu y de lo divino.
----------El paraíso terrenal fue un ambiente o entorno de esta tierra, pero libre de las condiciones por las cuales ella, la tierra, contrasta actualmente con la vida humana. El paraíso terrenal fue creado por Dios para albergar al hombre. Por lo tanto, si el hombre, como parece, según los últimos datos de la ciencia paleontológica, existe desde hace alrededor de 300.000 años, el paraíso terrenal fue creado en aquella fecha, teniendo presente que el universo, de cuya creación habla el autor sagrado, existía, según los datos de la física moderna, ya desde hace catorce mil millones de años y, por otra parte, también hay que tener presente el hecho de que los animales prehistóricos ya habían existido y ya se habían extinguido, mientras que la evolución de los simios había alcanzado un nivel de gran semejanza con el hombre. Sin embargo, los restos fósiles humanos que poseemos son ciertamente posteriores en mucho al Edén, porque ellos testimonian la existencia de una vasta comunidad humana, que evidentemente se ha formado mucho tiempo después del Edén.
----------Por otra parte, el paraíso terrenal es presentado por el hagiógrafo como un recinto, un jardín cercado, es decir, como un territorio bien delimitado y diferente con respecto al resto de la tierra, y además, resto de la tierra de cuya larguísima historia precedente el autor sagrado no sabe nada, si no brevemente y por sus más gruesos rasgos según lo que aparece en la obra de los "seis días" (hexamerón). En efecto, es evidente que el hagiógrafo carece del conocimiento que la humanidad ha llegado a adquirir en los últimos siglos.
----------De cualquier modo, es muy probable que el hagiógrafo haya concebido el poder edénico del hombre sobre la naturaleza como extensible incluso más allá de los límites del Edén, es decir, sobre el entero universo, de cuya ilimitada vastedad, sin embargo, el hagiógrafo no tenía la más mínima idea. Y por otra parte, no le pasa por la mente ni siquiera imaginar habitantes de otros planetas, que es una fantasía típicamente moderna, fruto de las fotografías de platillos voladores y de los OVNIs o UFO.
----------Y esto porque el autor sagrado, aunque ayunando de astronomía moderna, sabe muy bien, en base al monogenismo, que es absurdo sustentar la hipótesis de la presencia de personas humanas en otros mundos. La absurdidad de dicha hipótesis aparece aún más evidente hoy, que se han descubierto planetas habitables a cien años luz de la tierra, aunque algunos quisieran plantear la hipótesis de que tales extraterrestres en el pasado habrían emigrado allí o bien desde allí habrían venido aquí.
----------A estos tales se les deberia preguntar cómo ha hecho el hombre de Neanderthal para construir una nave espacial capaz de atravesar la distancia de cien años luz, o dónde ha visto él los benéficos salvadores extraterrestres fuera de los films estadounidenses de ciencia ficción.
----------Y por otra parte, para el hagiógrafo, Dios no anula nunca nada, aunque de por sí podría hacerlo. En tal sentido, Antoine-Laurent de Lavoisier [1743-1794] dice que "nada se destruye". Por consiguiente, para el autor sagrado, toda la cantidad de materia que Dios ha creado en el principio, Él la conserva en la misma cantidad, sin aumentarla y sin disminuirla por la eternidad.
----------En la historia de la humanidad, Dios crea continuamente solo nuevas almas humanas, las cuales sin embargo utilizan para su cuerpo materia ya existente. Solo en la resurrección final, en la cual deberá reunirse toda la legión de los elegidos desde Adán y Eva hasta el último hombre en la Venida de Cristo, Dios creará toda la enorme cantidad de materia necesaria para dar a cada alma su propio cuerpo.
----------Una dificultad suscitada por algunos que se muestran preocupados por la existencia de la muerte en el mundo pre-edénico es: si la muerte es consecuencia del pecado de los primeros progenitores, ¿cómo es posible la existencia de la muerte en un mundo precedente al pecado original?
----------Respondemos diciendo que una cosa es la muerte del hombre y otra cosa es la muerte de los vivientes infrahumanos, plantas y animales. La muerte de los vivientes infrahumanos está presente en el mismo Edén, porque estos vivientes son el alimento del hombre (Gén 3,16). Por otra parte, es necesario tener presente que antes del pecado del hombre se ha dado el pecado del ángel al inicio del mundo (2 Pe 2,4; Jud 6; Ap 12,7-9). Al respecto, es útil citar el libro de Charles Journet, Jacques Maritain, y Philippe de la Trinité, Le péché de l’ange. Peccabilité, nature et surnature, Beauchesne, París 1961. En esta obra se explica bien que el ángel ha pecado porque ha rehusado su fin sobrenatural; pero si hubiera sido constituido en un estado de pura naturaleza, podría ser impecable con las solas fuerzas de su naturaleza. En cambio, Adán habría sido pecable también si hubiera sido constituido en un estado de pura naturaleza.
----------Por eso la muerte ha entrado en el mundo antes del pecado del hombre y no está excluido que, cayendo el hombre en este mundo corrupto a causa de su pecado, Dios haya dispuesto la acción de Satanás en la naturaleza como integración de la pena del pecado original (recuérdese la historia de Job). Sin embargo, es un hecho de todos modos que el demonio puede dañar al hombre también por medio de perturbaciones y trastornos de la naturaleza procurados ​​por los maleficios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n.2117) o por la brujería (cf. la Bula de Inocencio VIII Summis desiderantes del 1484).
----------Tratemos de imaginar lo que habría sido la humanidad si no se hubiera dado el pecado original. Los sujetos humanos inmortales se habrían multiplicado indefinidamente, sin que por lo tanto los nuevos generados debieran sustituir a los muertos. El universo tan vasto y que nos parece ilimitado (tan solo digo que nos parece), el universo que existe ahora, es el mismo que existía entonces. Ahora, fuera de nuestra tierra, nos parece deshabitado; pero Dios la había creado como inmensa morada habitable, que debía albergar a esa numerosísima y fecundísima humanidad indefinidamente en aumento por toda la eternidad.
----------Desde los presupuestos doctrinales señalados, es de imaginar entonces, a la sociedad humana del todo floreciente, próspera y feliz, que habría estado en perfecta unidad y armonía, en la plena libertad de las individuales personas, en la paz y en la concordia, en la justicia y el amor fraterno de todos por todos, uno para todos y todos para uno. No habría desgracias ni sufrimientos de ningún tipo en nadie. El hombre, en plena comunión con Dios, con medios técnicos potentísimos siempre más avanzados, medios de transporte y medios de comunicación, habría tenido pleno dominio del universo y lo habría hecho totalmente habitable.
----------En nuestra tercera nota, mañana, profundizaremos el examen de las sorprendentes intuiciones cosmológicas, antropológicas, metafísicas y teológicas, del relato de la creación.

3 comentarios:

  1. Padre, en esta segunda nota, ya no lo entiendo todo y me gustaría conocer un poco más:
    No entiendo su frase: "... el espacio no es más que un accidente externo de los cuerpos extensos. Por consiguiente es el espacio el que depende de los cuerpos y no al revés".
    Me gustaría que me lo aclarara, si fuera posible.
    Nadia

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    1. Querida Nadia,
      nosotros tenemos experiencia del espacio considerando la distancia entre dos cuerpos. Esta distancia mide el espacio que se interpone entre ellos. ¿En qué sentido el espacio es su accidente? Pues bien: el accidente es algo que supone una sustancia, a la cual el accidente se suma y se adhiere o es inherente o en la cual viene sujetado o a la cual ese accidente es relativo o que de ella depende. Pues bien, el espacio es un accidente que cubre la superficie de dos cuerpos a una cierta distancia entre ellos. Por lo tanto, el espacio es un accidente que presupone esos cuerpos y a ellos es relativo, porque su amplitud depende de la distancia a la que se encuentren.

      Son estas, simples nociones de filosofía natural, incluso de las clases de introducción a la filosofía. Pero, por supuesto, es probable que tú no tengas ninguna obligación de saberlas. Sin embargo, es un mínimo conocimiento filosófico que nos ayuda a pensar cosas importantes. Hubo otros tiempos en que esto también se enseñaba en las escuelas secundarias. Ahora... no sé lo que allí se enseña...

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    2. Gracias, Padre, por esta aclaración. Y no, no he cursado filosofía en mi secundaria.

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