sábado, 15 de mayo de 2021

Encuentros con Jefes de Estado, relaciones internacionales de la Santa Sede, y elementos de juicio del éxito de un Pontificado

El papa Francisco ha concedido el 13 de mayo una audiencia privada al presidente de Argentina, así como el 10 de mayo se la concedió al presidente de Letonia, y el 6 de mayo al presidente de la Confederación Helvética. Este tipo de encuentros con Jefes de Estado es una acostumbrada actividad del Santo Padre. ¿Qué significado tienen estos encuentros? ¿Qué valor o importancia tienen en orden a juzgar el fiel cumplimiento del oficio que desempeña el Vicario de Nuestro Señor Jesucristo y Sucesor de San Pedro? ¿Y qué peso juegan las relaciones internacionales de la Santa Sede para juzgar el grado de éxito o fracaso de un pontificado?...

----------Ante todo aclaro que uso con mucho disgusto estas expresiones de "éxito de un pontificado" o de "fracaso de un pontificado": considero que son términos excesivamente humanos, mundanos, superficiales, demasiado seculares como para llegar a afectar lo que es esencial a un pontificado o tocar el corazón y el núcleo de lo que significa la divina institución del primado petrino en la estructura de la Iglesia. Sin embargo, hoy suele hablarse constantemente del "éxito" o el "fracaso" del pontificado del papa Francisco.
----------Cuando nos encontramos con tales expresiones, es seguro que estamos ante representantes extremistas de las dos corrientes sedicentes católicas que hoy laceran y dividen la Iglesia en su faz humana y pecadora, Iglesia que, sin embargo, sigue siendo una y santa en aquellos auténticos católicos que, aún como hijos también del Adán pecador, se mantienen fieles al Papa en su verdadera condición de Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro, Maestro de la Fe y Supremo Pastor de la Iglesia, mucho más allá de los aparentes éxitos y fracasos humanos, que sólo sabrá juzgar al final de los tiempos el Supremo Juez de la historia.
----------La corriente modernista (dejemos ya de usar el equívoco término de "progresismo" que genera tanta confusión, al poder ser entendido correcta o incorrectamente), los modernistas, digo, que todavía pretenden seguir instrumentalizando las palabras y las acciones del Papa para sus oscuros fines, enclavados como están muchos de ellos en puestos de poder en la estructura eclesial, seguirán en general hablando como hablan del "éxito" de este pontificado, que ha vuelto a acercar a la Iglesia católica con un mundo moderno del cual, dicen, se había alejado con las "constantinianas ideas" de los pontificados precedentes. Claro que tampoco faltan otro tipo de representantes de esta corriente modernista que hablan de "fracaso" del pontificado de Francisco: se trata de aquellos más extremistas de sus exponentes, que consideran no cumplidas sus esperanzas de ver a la Iglesia católica seguir el mismo camino de corrupción y decadencia que, por ejemplo, experimentan hoy las confesiones anglicana o luterana del protestantismo, al menos en sus sectores más liberales.
----------La corriente pasadista (lefebvriana o filolefebvriana), por el contrario, hablará del "fracaso" de este pontificado en otro sentido, o de "pontificado clínicamente acabado" o "pontificado desastroso que ha llegado a su fin", todas expresiones del profesor Roberto de Mattei, por mencionar a uno de los todavía más activos paladines de esta ala ultraconservadora, quien, con devoción y nostalgia histéricas por un pasado que no volverá, ha perdido el sereno y equilibrado juicio que le correspondería tener como profesional de la historia. Este tipo de corriente pasadista, que alterna su psicosis bien con nostalgias restauracionistas o bien con profecías apocalípticas de apostasía universal inminente, tiene sus más chabacanos representantes también entre nosotros, clero y laicado argentinos, aunque usando términos muchísimo menos civilizados, y manifestando mucho menor vuelo conceptual y discursivo que el historiador romano metido a apologeta del pasado.
   
Las relaciones internacionales de la Santa Sede
   
----------Tanto la corriente modernista como la pasadista, incapaces ambas de considerar la Cátedra y Primado Petrino con una mirada de fe, quedan sometidas a criterios meramente humanos para hablar de ese éxito o fracaso del pontificado de Francisco. E incapaces de hacer ese acto de fe, incapaces de ver el "tesoro" en la "vasija de barro", como dice san Pablo y como recordábamos en algunos de nuestros artículos recientes, uno de los aspectos a los que suelen recurrir con más frecuencia para juzgar de ese éxito o fracaso es el que corresponde a las relaciones internacionales que lleva a cabo el Papa como Jefe del Estado del Vaticano. Claro que, y debemos decirlo con franqueza, lamentablemente el Santo Padre, con las limitaciones de la "vasija de barro" en la que porta su divino "tesoro", no les hace faltar motivos para que lo hagan así.
----------De modo que un día será la reanudación de las relaciones diplomáticas con China la que esté en el ojo de la tormenta, y otro será el vínculo del Papa con el gobierno italiano o las supuestas maniobras para la formación de un partido católico o nueva "democracia cristiana" en Italia; otro día será la supuesta participación del Papa en los procesos electorales en Estados Unidos, su enemistad con Trump o su cercanía a Biden, y otro día será su indiferencia hacia el ruso Putin, y al día siguiente lo será su visceral supuesto "peronismo" y su campaña en pro de algún gobierno argentino, así como otro día lo será su modo de relacionarse con Israel o con los Estados islámicos, y otro lo será su apoyo o no a las iniciativas de la Organización de las Naciones Unidas. Todo será motivo para juzgar del supuesto "éxito" o "fracaso" el actual pontificado.
----------Ahora bien, uno de los aspectos manifestativos de esta realidad divina y humana que constituye esencialmente a la Iglesia, es el doble aspecto, espiritual y temporal, del Papado. El aspecto espiritual y divino es el que sustenta la vida de la Iglesia católica por derecho divino en su realidad radical, más profunda, pues Pedro es la "roca" sobre la que la Iglesia está edificada. El aspecto temporal del Papado es el gobierno del Estado Vaticano que garantiza la independencia de la cabeza visible de la misma Iglesia, aunque en este caso eso no esté determinado por derecho divino, sino por derecho eclesiástico, es decir, histórico, contingente. Así, el Papa, en cuanto Vicario de Cristo, gobierna su Iglesia como Jefe y cabeza visible, y no puede ser de otra manera; pero el Papa podría no ser Jefe de Estado, como lo es actualmente en virtud del Tratado de Letrán de 1929. Podría residir en Roma, su diócesis, siendo ciudadano y súbdito del Estado de Italia, como el cardenal de Buenos Aires gobierna su arquidiócesis siendo ciudadano y súbdito del Estado de Argentina. Sin embargo, actualmente el Papa es soberano y no súbdito y así ha sido sin duda al menos desde el 756 hasta la actualidad, con el intervalo de 1870 a 1929, período en el que fue soberano cautivo del Rey de Italia, invasor que había anexionado los territorios pontificios suscitando así la llamada "cuestión romana".
----------En consideración a lo dicho, podrá juzgarse el diverso valor y la diferente importancia de todo aquello que se refiera o bien al aspecto espiritual y divino del Papado o bien a su aspecto temporal. Que no se me malentienda: ambos aspectos son importantes, pero en diverso grado de importancia, y con diversas consecuencias respecto a la finalidad de la Iglesia: conducir a los hombres, a todos los hombres, creyentes y no creyentes, a la salvación, por la fe en Nuestro Señor Jesucristo y por la participación en su misma vida divina.
----------Para valorar lo que suele llamarse el éxito o fracaso de un pontificado (al menos en su aspecto temporal), un signo más evidente, más revelador que las audiencias privadas del Santo Padre como Jefe del Estado del Vaticano, como las de estos días con el Jefe de Estado de Argentina o de Letonia o de Suiza, vale mucho más o es un dato más significativo, el tener en cuenta la cantidad y la calidad de la actividad de la Santa Sede (y el Papa en primer lugar) con las representaciones diplomáticas ante ella acreditadas.
----------A este propósito, los encuentros del Romano Pontífice con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede ofrecen un importante punto de partida para algunas consideraciones. El año pasado 2020, en plena pandemia, el tradicional encuentro del Papa con las delegaciones diplomáticas tuvo características un tanto más reducidas, debido a las restricciones sanitarias. De modo que un ejemplo más acabado de la realidad sobre este tema lo da el encuentro del 2019, en el cual se verificó la presencia de casi todos los Estados del mundo. Naturalmente, esto ciertamente suscita satisfacción en todo católico, porque es un signo de la estima y de la consideración, de las que goza la Santa Sede con casi todas las potencias mundiales.
----------Al respecto, es necesario recordar que la Santa Sede en varias ocasiones se ha mostrado juez imparcial y válido mediador de paz entre las naciones del mundo, evitando el riesgo de conflictos inminentes, y resolviendo las disputas según justicia. Los argentinos, sin ir más lejos, recordamos muy bien la actuación de la Santa Sede en ocasiones críticas de este tipo, por ejemplo en 1978, a través del cardenal Antonio Samoré, representante papal para la resolución pacífica del conflicto limítrofe con Chile, o en 1982, con la actuación del propio papa san Juan Pablo II, durante el conflicto bélico con Gran Bretaña por las Islas Malvinas. Pero hay que reconocer que este tradicional prestigio de la Santa Sede, hoy es también la señal de que el papa Francisco ha sido en estos ocho años capaz de conquistarse esta misma estima y consideración.
----------En efecto, debe considerarse que la ausencia o la ruptura de las relaciones diplomáticas entre los Estados implican frecuentemente grandes distancias entre ellos o fuertes conflictos, los cuales incluso pueden desembocar en la guerra. Pero consideremos este mismo tema desde el punto de vista del Estado del Vaticano como uno más de los Estados reconocidos soberanos e independientes en el actual concierto de naciones. Y, por ende, preguntémonos: ¿qué es lo que a los ojos de un Estado puede hacer del Vaticano un término de relación poco apetecible, o incluso inconveniente o desaconsejable por no decir odioso?
----------Ciertamente no es el factor o peso territorial, político, militar o económico, sino que es el factor moral, religioso y espiritual. Por lo general, las relaciones diplomáticas con un Estado se vuelven apetecibles porque ese Estado ofrece importantes ayudas o colaboraciones o ventajas económicas, políticas y militares.
----------¿Pero, por qué razón o motivo las relaciones diplomáticas con el Estado del Vaticano pueden ser atrayentes y apetecibles si no es por su prestigio moral, por su ascendiente religioso, por su autoridad espiritual, mediadora de diálogo, de conciliación, de justicia, de concordia y de paz?
----------Por el contrario, un Romano Pontífice que denunciara hostilidad a la Iglesia, persecución al cristianismo y a la religión, que denunciara injusticias, opresiones, ofensas a los derechos humanos, violencias, agresividad, fundamentalismos, expansionismos, nacionalismos, fanatismos religiosos o ideológicos o políticos, represión de las libertades individuales, dictaduras, totalitarismos, sería un Papa que disuadiría de iniciar o mantener relaciones con él a aquellos Estados que presentan defectos en esos puntos.
----------Por otra parte, es necesario considerar que el gran número de relaciones diplomáticas mantenidas por un Papa no es necesariamente signo de la santidad de ese mismo Papa, de su sabiduría pastoral o de su plena fidelidad al mandato petrino. Para poner un solo ejemplo, el papa san Pío X [1903-1914] tenía relaciones solo con una veintena de Estados. Si un Papa se opone a una fuerza determinada, es comprensible que esa fuerza no tenga interés en las relaciones diplomáticas con el Vaticano.
----------Los Estados protestantes no estaban interesados ​​en mantener relaciones diplomáticas con los Papas de la Reforma Tridentina. Los Estados masónicos veían las relaciones con el Vaticano en la época de León XIII [1878-1903] como humo en los ojos. El bloque comunista de la época del venerable papa Pío XII [1939-1958] no estaba interesado en tener relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Ha sido solo después del Concilio Vaticano II que las representaciones diplomáticas en la Santa Sede han venido aumentando gradualmente hasta llegar a las actuales (si no me equivoco) 183 del papa Francisco.
----------¿Pero, qué significa este aumento? ¿Quiere decir que el Papa ha aumentado su prestigio espiritual en el mundo, entre las grandes potencias terrenas, poderes de los Estados y poderes supranacionales? Creo que en parte sea así y en parte no. En parte es así, porque el papa Francisco, y lo demuestra una vez más en los discursos que ha pronunciado ante el Cuerpo Diplomático, es hábil en el invitar a volver a la humanidad a los valores humanos, comúnmente aceptados y, de hecho, descartados no sobre la base de una determinada fe religiosa, sino sobre la base de la razón, y a volver a los intereses comunes de la paz y de la subsistencia vital, si queremos sobrevivir y evitar una guerra atómica.
----------Sin embargo, hay que decir con absoluta franqueza que, al mismo tiempo, parece que el papa Francisco no denunciara suficientemente las actitudes anticristianas de los grandes poderes tanto intra-eclesiales como extra-eclesiales: la prepotencia hipócrita del modernismo, el fideísmo irracionalista protestante, el gnosticismo masónico, el fanatismo islámico, el comunismo ateo, el hedonismo liberal. Y en verdad pienso que, si así lo hiciera, las representaciones diplomáticas disminuirían drásticamente hasta retornar a los números de los tiempos de san Pío X o de León XIII o del beato Pío IX.
   
El Papa y sus encuentros con las representaciones diplomáticas
   
----------De modo que me pregunto, a la vista de estas grandiosas y numerosas asambleas de estos encuentros anuales del Papa con todos los Estados del mundo, sabiendo cuánto poder e influencia tienen las grandes potencias mundiales, en particular la masonería y el islam, si por casualidad no habrá un poder oculto que gobierna secretamente las filas de estas grandiosas iniciativas. ¿Y a quién corresponde la dirección? La Santa Sede debería ser la que los dirigiera oficialmente. Pero el papa Francisco ¿es efectivamente, como exteriormente parecería y debería ser, el director, o bien de alguna manera su autoridad y, por lo tanto, su influjo está no digo falsificado, porque esto es imposible gracias al carisma petrino, pero, sin embargo, limitado consciente o no consciente el Papa, para que él no haga nada que disguste a las grandes potencias?
----------Es una pregunta ciertamente terrible. La cual podemos formular con otras palabras: ¿Francisco es libre o está manipulado? De sus reticencias no parece estar del todo libre. ¿Por qué no dice lo que es desagradable al mundo? ¿Por qué no habla de aquellas partes del Evangelio que al mundo no le complacen, como han hecho otros Papas Santos del pasado reciente? ¿El motivo es acaso porque no sería entendido? ¿El motivo es porque no se da la circunstancia adecuada? ¿O bien el motivo es porque tiene temor del mundo y poco temor de Dios? No lo sé. Aquí quiero expresar solo mi temor o sospecha, no una certeza.
----------Sobre este tema de las oportunidades y de las conveniencias, podemos por otra parte hacernos otra pregunta: ¿qué debe ser verdaderamente importante para la Santa Sede: tener muchas representaciones diplomáticas, guardando silencio sobre los defectos, los abusos y el espíritu anticristiano de las grandes potencias, o bien hablar a costa de recibir fuertes oposiciones de parte de los Estados? Algunos Papas de los primeros siglos se enfrentaron al martirio, por no renunciar al mandato de proclamar integralmente el Evangelio ante el mundo. Pero incluso sin llegar a estos extremos, un san Pablo VI y un san Juan Pablo II han podido salvar la vida, ciertamente no sin graves riesgos, como bien sabemos, a pesar de tener relaciones con un número de Estados un poco inferior al del actual pontificado, sin dejar de dirigirse a los Estados sobre el modelo del anuncio de los apóstoles a la multitud en el día de Pentecostés, por lo cual la gente asombrada y complacida decía: "Los oímos proclamar en nuestras lenguas las grandes obras de Dios" (Hch 2,11).
----------Creo que el papa Francisco debería aprovechar más estas extraordinarias ocasiones de tener ante sí un auditorio internacional tan cualificado, en sus encuentros anuales con todas las representaciones diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede, o los encuentros y audiencias privadas con los individuales Jefes de Estado, para recordarle a ellos, y a través de ellos a las naciones a las que ellos representan, y asi a la humanidad entera, sí, por supuesto, la necesidad de la fraternidad universal y de un trabajo común de educación de los jóvenes, pero debería también recordar que esta fraternidad estaría sin fundamento, si no fuera fraternidad de hijos del mismo padre, lo que le daría la ocasión de anunciar la vocación de todos los hombres a ser en Cristo hijos del mismo Padre que está en los cielos. ¿Lo hace así en sus audiencias privadas con cada Jefe de Estado? Quizás sí, quizás no, no lo sabemos. Pero ciertamente no lo ha hecho estos ocho años de su pontificado en sus encuentros generales con las delegaciones diplomáticas.
----------Todos los hombres de buena voluntad escucharían al Papa y no serían pocos, mientras que los creyentes serían confortados y animados en su fe. Que los hombres deben esforzarse por vivir en paz entre sí, que es necesario respetar la diversidad, hacer todos los esfuerzos para evitar la guerra, respetar las minorías y los derechos humanos, promover la reciprocidad entre hombres y mujeres, socorrer a los inmigrantes, evitar el tráfico ilícito, practicar una ecología integral, combatir el odio, el espíritu de venganza, el hambre, las desigualdades, las enfermedades, la miseria y la degradación moral, todas estas cosas ya están escritas en la conciencia de los pueblos civilizados y en las Constituciones de todos los Estados democráticos.
----------Pero aquello que los hombres que aman la verdad, los hombres de buena voluntad y que aspiran a la salvación, cualquiera que sea su religión o su cultura, esperan de un Papa es que les indique "el camino de la verdad y de la vida" (Jn 14,6), el camino de Dios. ¿Y quién en toda la humanidad, más y mejor que un Papa sabe estas cosas, está autorizado a proclamarlas a todos y tiene derecho a ser escuchado por todos?

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