Resulta interesante leer ciertas revistas telemáticas, blogs y otros sitios de internet, los cuales, entre sus formales intenciones, expresan trabajar por la difusión del mensaje y la defensa del papa Francisco, en suma: sostener al Santo Padre en sus variadas iniciativas. Naturalmente, es un propósito loable, además de ser un deber para todo auténtico fiel católico. Sin embargo, se trata de una empresa no fácil y muy delicada, que presupone por una parte un adecuado conocimiento de cuáles son los deberes y el ámbito de autoridad de un Papa y, por otra parte, una información suficiente acerca de los actos magisteriales y pastorales del Papa en consideración.
----------Hace varios meses atrás, la Civiltà Cattolica publicó un artículo que resulta revelador del modo como ciertos sectores al interior de la Iglesia católica juzgan el oficio del Romano Pontífice. El artículo elogia mucho la "elocuencia" del papa Francisco, y el articulista justifica su elogio al decir que el Pontífice actual ama, en las entrevistas y en los diálogos, los discursos "incompletos", que pueden ser completados por el interlocutor, y que, además, huye de las "abstracciones incontrovertibles". Por lo tanto, parece que el Santo Padre, siempre al decir del articulista, pone en segundo orden los discursos "completos" contenidos en sus documentos escritos y oficiales, que no podrían ser completados por sus interlocutores.
----------Por el contrario, a partir de lo que bien sabe desde su catecismo básico cualquier fiel católico bien formado acerca de cuáles son los deberes y el ámbito de autoridad de un Romano Pontífice, deberíamos decir sin ningún tipo de duda, que la más alta y específica elocuencia de un Papa no se debe medir nunca por sus coloquios con los periodistas en los viajes en avión o por las entrevistas con personajes equívocos o de mala fama, o por sus coloquios on line improvisados en estos tiempos de pandemia, sino por su magisterio oficial, en el cual desarrolla su rol propio y específico, o sea, el mismo oficio de Pedro. Y sobre este punto, a decir verdad, no estaríamos tan entusiasmados como el ingenuo o astuto articulista.
----------El papa Francisco, al decir del articulista, escucha las posiciones del otro, su interlocutor, para luego desarrollar su discurso o para dejar que lo desarrolle el interlocutor. Como ejemplo de esta actitud del Santo Padre, el articulista recuerda con simpatía las repetidas conversaciones del Papa con Eugenio Scalfari, quien, sin embargo, ha difundido luego traidora y deslealmente falsas noticias de diverso calibre, como que el Papa niega la existencia del infierno, o niega la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, y cosas por el estilo. Pero el articulista, si bien reconoce las herejías de Scalfari, no parece estar demasiado preocupado por esos hechos, porque esos hechos testimoniarían este gusto del Papa por iniciar en el interlocutor una libre reacción y un "completamiento" de su propio pensamiento. Claro que nosotros tenemos todo el derecho a preguntarnos: ¿en qué aspectos y de qué manera completaría Scalfari los discursos del Papa?
----------Ahora bien, es necesario decir que nosotros los católicos y todos los que nos cuestionamos y buscamos la verdad, la claridad y la certeza sobre los más grandes problemas y valores de la existencia, de la vida y del destino del hombre, conscientes de la misión que Nuestro Señor Jesucristo ha dado a Pedro, no le pedimos en absoluto al papa Francisco este tipo de "elocuencia", que es más adecuada para discusiones en las plazas o en los bares, donde el uno completa, desafía o modifica la opinión del otro.
----------Diálogos de este tipo son ciertamente útiles y simpáticos, y muchos de nosotros los hemos disfrutado con un amigo o no necesariamente con un amigo, sino tal vez con alguna persona muy alejada de nuestras convicciones, de nuestras certezas filosóficas o incluso de nuestra fe, pero somos muy capaces de realizar diálogos de este tipo solos, por nosotros mismos, sin necesidad de que el Papa se moleste en estimularnos a ellos. Por el contrario, sabiendo cuál es la tarea que le ha confiado Nuestro Señor Jesucristo a Pedro y sus sucesores, nosotros no le pedimos en absoluto al papa Francisco este tipo de supuesta "elocuencia", donde lo incierto da lugar a lo incierto y lo discutible a lo discutible y las dudas a más dudas, sino que le pedimos que imite la misma elocuencia de Cristo, vanamente y falsamente citada por el articulista de la Civiltà Cattolica, ya que la elocuencia de Nuestro Señor cuando pasó los días de su vida mortal sobre este mundo no consistía en absoluto en la demanda a su interlocutor de completar aquello que Él decía, como si se tratara de discursos imperfectos, necesitados de una integración o perfeccionamiento humano.
----------Por el contrario, nosotros le pedimos al Papa, en este momento de agobiante confusión y radicales contrastes en el interior de la Iglesia, una elocuencia que nos ayude a descubrir la verdad y a instaurar la paz entre las facciones en lucha; le pedimos más que nunca ilustrarnos con la palabra de Nuestro Señor Jesucristo, se lo pedimos al Papa, que es el único Vicario de Cristo; le pedimos confirmarnos en nuestra fe en esa Palabra, pero con palabras límpidas, claras, inequivocables y coherentes.
----------Porque estamos convencidos que las palabras de un Papa deben explicar las palabras de Cristo, sin tener necesidad a su vez de ulteriores explicaciones. En cambio, lamentablemente, las palabras del papa Francisco se prestan a menudo, por su ambigüedad, a interpretaciones opuestas, sin que aparezca claramente la verdad, lo cual es signo de falta de univocidad. Si la aclaración también necesita ser aclarada, ¿entonces para qué sirve la aclaración? Esto no es elocuencia, sino que es principio de conflictos y de confusión.
----------Un Papa debe resolver los problemas de fe, teológicos y morales y no crear otros nuevos. Si no es así, es mejor que guarde silencio. Ésta es la mejor elocuencia: un hermoso silencio no ha sido jamás escrito. ¿Por qué los Papas santos del pasado hablaban tan poco públicamente? Precisamente porque eran conscientes de su fragilidad humana y sabían bien que "donde abundan las palabras nunca falta el pecado, y el que refrena sus labios es un hombre precavido" (Prov 10,19) y "que debemos estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar" (Stgo 1,19). Entonces, las intervenciones de ellos poseían autoridad, porque se trataba de temas verdaderamente importantes. Pero mezclar los temas más diversos y discutibles con los importantes, como suele hacer este Papa, hace que cuando él, cumpliendo su verdadero oficio divino, trata de temas verdaderamente importantes, lo que dice no sea considerado ni tenido en cuenta.
----------La comunicación humana verdaderamente fructuosa se ve favorecida no por la cantidad, sino por la cualidad de las palabras. ¿Por qué los Padres del desierto siguen todavía haciendo escuela? Porque sabían que la palabra de sabiduría nace y se expresa más en la sobriedad que en la locuacidad.
----------Por otra parte, los santos Papas del pasado sabían que su tarea específica e insustituible no era la de intervenir en todo momento y a cada paso, opportune et importune, en cuestiones de ordinaria pastoral, que pudieran ser resueltas por laicos, políticos, científicos, moralistas, teólogos u obispos, con el riesgo de interferir en ámbitos que no son de su competencia, sino de indicar una respuesta clara, segura y definitiva sobre las cuestiones de moral o de dogmática más difíciles, extendidas, controvertidas y atormentadoras, para indicar claramente y con certeza el camino a seguir o la verdad a guardar, excluyendo los errores contrarios.
----------Por otra parte, si en Nuestro Señor Jesucristo, al ser el Verbo de Dios encarnado en los límites de una naturaleza humana, encontramos la fragilidad de la palabra humana, que por sí misma es siempre limitada, inmersa en el espacio y el tiempo, esto no quita que Él permanezca siendo siempre el Verbo de Dios, la Palabra inmutable, eterna e inviolable del Padre. Porque de otra manera se desvanecería el misterio de la Encarnación y Cristo se reduciría a ser un pobre ser humano como todos los demás, sacudido por las olas de la historia y perdido en los meandros laberínticos de la ignorancia humana.
----------Ciertamente las palabras de Nuestro Señor Jesucristo no son discursos "completos", en el sentido de que sean cosas simples y sencillas, que, una vez comprendidas y puestas en práctica, todo esté acabado y no quede nada más para hacer o para entender, como la indicación de una dirección postal o los pasos que se deben cumplir para arrancar correctamente el motor de un auto.
----------Pero a la vez debe decirse, a clara letra y a voz firme, que la palabra de Nuestro Señor Jesucristo tiene esa divina característica de ser al mismo tiempo completísima, verísima y solidísima, roca inmutable y segura, sobre la cual construir la propia casa, porque es precisamente Palabra de Dios, palabra de vida eterna , que no pasa, y al mismo tiempo Palabra de significado inagotable, no sujeta a privada explicación: "tengan presente, ante todo, que nadie puede interpretar por cuenta propia una profecía de la Escritura" dijo alguna vez el primer Papa (2 Pe 1,20), sino que es Palabra precisamente confiada por Cristo al magisterio de su Vicario en la tierra, con el encargo de custodiarla intacta y de hacer explícitos los significados de esa Palabra a lo largo de todo el curso de la historia hasta el fin del mundo. Si la Palabra es captada por el pensamiento abstracto, ello no quiere decir que la abstracción la falsifique, aunque obviamente la Palabra, en cuanto es necesario ponerla en práctica, no puede permanecer en el cielo de la abstracción, sino que debe encarnarse en lo concreto de la existencia, así como concretísimo es el misterio de la Encarnación.
----------Por otra parte, la verdadera elocuencia de todo apóstol es la elocuencia que anuncia el Evangelio en su integridad, sin disminución ni reducciones. En cambio, si bien debemos reconocer al papa Francisco el empeño personal de una incansable proclamación del Evangelio y del misterio de Cristo, lo que los observadores honestos, informados y agudos han notado desde hace tiempo es que Francisco enseña el Evangelio en modo incompleto y unilateral. En efecto, en el Evangelio existen parejas de valores que deben estar juntos, porque es imposible comprender uno si no se comprende el otro. Parece que el papa Francisco tenga esta reticencia por respeto humano o para no contrariar a los enemigos de la Iglesia.
----------Efectivamente, el Santo Padre, a propósito de estas dualidades, suele insistir mucho en una de las polaridades descuidando la opuesta, como si existiera entre ellas exclusión recíproca, cuando en cambio se reclaman entre sí, ya que la una no se puede entender sin la otra. Por ejemplo, el papa Francisco habla a menudo de la misericordia divina y descuida los castigos de la justicia divina, habla de la salvación, pero no del infierno, de la confianza en Dios, pero no del temor de Dios, de la fe, pero no de la razón, de la caridad, pero no de la ley natural, de la gracia pero no del mérito, del pueblo de Dios, pero no de la jerarquía, de la sinodalidad, pero no de las tareas del Papa, de la filiación divina, pero no de la naturaleza humana, de las cualidades de Lutero, pero no de sus herejías, de las diferentes religiones, pero no de la primacía del cristianismo. Hablando con franqueza: ¿es esto verdadera elocuencia o es oportunismo?
----------Por supuesto, un Papa, todo Papa, es ciertamente muy libre de hablar, cuando quiera y donde quiera, como doctor privado, como opinador particular, sobre cualquier tema, sobre cuestiones teológicas o de moral o de costumbres, es libre de expresar sus personales opiniones sobre los acontecimientos del día o de la Iglesia y de la sociedad o sobre las ideas y los comportamientos que circulan hoy en el mundo acerca de tendencias políticas, culturales o eclesiales, pero cuando así lo hace debe entonces expresarse de manera de hacer entender que no compromete su autoridad pastoral o magisterial.
----------Si no pone en claro estas cosas, muchos fácilmente creerán que él quiere comprometer su autoridad apostólica, con la probable consecuencia de endurecer en certezas algunas simples opiniones discutibles, por no decir erradas. O bien existe el riesgo contrario, de que cuando habla seriamente, no se le tome en consideración. Y tampoco esto es elocuencia, sino desorden.
----------La Civiltà Cattolica, acaso debido a alguna forma de parroquialismo jesuita, le da al Papa el voto de "10 y felicitado". Yo creo al contrario, quizás siendo incluso demasiado benévolo, que basta con el "suficiente", no por celos anti-jesuitas o por celotipias de ningún género, sino por amor a la verdad.
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