lunes, 8 de marzo de 2021

Alarde modernista rahneriano de L'Osservatore Romano

Dos semanas atrás tuvimos renovadas pruebas de que el modernismo de perfil rahneriano no ceja en sus intentos de proponer a toda costa su falseada interpretación del cristianismo. En efecto, una engañadora presentación edulcorada del pensamiento de Karl Rahner [1904-1984] ha sido ofrecida nada menos que por L'Osservatore Romano el pasado 22 de febrero. Hoy por hoy, y dadas las necesidades actuales de la Iglesia, es un ineludible deber para todo teólogo católico señalar los errores rahnerianos cada vez que ellos aparecen en la escena pública, y recordar al mismo tiempo la auténtica interpretación de la renovación eclesial impulsada por el Concilio Vaticano II y por los Pontífices del postconcilio.

----------L'Osservatore Romano del pasado 22 de febrero publicó dos artículos sobre Rahner en ocasión del 80° aniversario de la publicación de uno de sus famosos libros: Oyentes de la palabra: Dimensión ignacianade mons. Ignazio Sanna, y Una visión optimista de lo humano, de Giorgia Salatiello.
----------Los dos artículos conforman un breve esbozo del pensamiento rahneriano, describiendo algunos de los aspectos que son indudablemente positivos de la obra del teólogo jesuita alemán, que fuera destacado perito en el Concilio Vaticano II [1962-1965]. Por cierto, se nota en sendos articulistas del periódico vaticano un esfuerzo de interpretación benévola del pensamiento de Rahner, esfuerzo que en sí mismo es bueno, pero que en definitiva resulta infructuoso, porque se pone en evidencia un claro deseo de ocultar a toda costa los puntos negativos del pensamiento rahneriano, y esto no es bueno, porque, por el contrario, sólo el resaltar los errores rahnerianos es lo que realmente sirve para encontrar el modo de corregirlos.
----------El cuidado que los autores de ambos artículos han puesto al comparar el pensamiento de Rahner con el de santo Tomás de Aquino [1225-1274], Doctor Communis Ecclesiae, tiene ciertamente algo de positivo; pero, lamentablemente, es bien conocida la radical oposición del idealismo rahneriano con el realismo tomista, que es bien conocida por todos los filósofos y teólogos tomistas, pues tal oposición ya ha sido destacada irrefutablemente por el padre Cornelio Fabro [1911-1995] en su libro El giro antropológico de Karl Rahner, de 1974, de indispensable lectura. En esa obra, el gran filósofo católico muestra en modo meridianamente claro cómo el libro de Rahner, Oyentes de la palabra, es en realidad el manifiesto programático o lema o estandarte o contraseña, del idealismo rahneriano, idealismo al que Rahner permanecerá apegado durante toda su vida, absolutamente sordo a cualquier reclamo o llamamiento o crítica que se le hiciera.
----------El mencionado libro del padre Fabro, por lo tanto, tiene ciertamente una importancia capital y bien podría merecer con toda justicia ser recordado por L'Osservatore Romano, aunque no con ese tono descaradamente laudatorio de los dos artículos del 22 de febrero ensalzando a Rahner, sino con una seria y documentada evocación crítica, a la cual dedicar mucho más espacio que el que se ha dedicado a estos dos artículos acerca del 80° aniversario de un libro que, al fin de cuentas, no es más que el manifiesto de aquello que ha sido el modernismo postconciliar, con todo los daños que ha producido y que sigue produciendo.
----------Ya que L'Osservatore Romano no ha hecho la tarea, como bien debía hacerlaes justo que nosotros recordemos aquí, y con clara letra, siguiendo precisamente al padre Fabro, que lo que al respecto de este infausto texto rahneriano (Oyentes de la palabra) es más desagradable, consiste en la distorsión en sentido idealista hecha por Rahner de los textos de santo Tomás, con la falaz pretensión de captar en profundidad el significado último de la especulación del Aquinate. El querer hacer pasar el pensamiento de Hegel bajo la apariencia de la doctrina de santo Tomás no ha sido una operación honesta, sino una hipócrita estafa, que, si bien pudo haber engañado a los ingenuos, no ha engañado a los verdaderos tomistas.
----------Es inevitable que nos preguntemos: ¿es posible que entre los verdaderos conocedores del pensamiento y la obra de Rahner, L’Osservatore Romano haya encontrado solo los autores citados y no precisamente a ningún discípulo o continuador del padre Fabro o, en todo caso, que no haya podido encontrar al menos un verdadero tomista? ¿Dónde están los docentes del Angelicum de Roma? ¿Dónde están los miembros de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino (SITA)? ¿Acaso no hemos tenido ya suficiente, después de sesenta años, de la retórica rahneriana? ¿No nos hemos dado cuenta todavía cuáles son sus venenosos frutos?
----------El hecho es que (y los dos mencionados artículos de L’Osservatore Romano constituyen también una prueba) todavía los errores de Rahner seducen a muchos, que no se dan cuenta de los problemas que esos errores han causado y siguen causando en el postconcilio. Otros, en cambio, equivocadamente creen que estos problemas provienen del mismo Concilio Vaticano II, mientras que bien sabemos, en cambio, que está en el rahnerismo el origen de la actual situación de conflictividad irreconciliable en la Iglesia, que sufre de un fuerte y penetrante retorno del modernismo, que quisiera presentarse como continuación y ampliación de las doctrinas del Concilio y promoción de su programa de crecimiento eclesial al servicio de la humanidad de hoy y para un avance de la vida cristiana en un diálogo fructífero con todas las religiones.
----------Sin embargo, bien sabemos que la interpretación rahneriana del Concilio Vaticano II está en realidad irremediablemente infectada, desde sus raíces y estructuralmente, de modernismo, y no está tampoco exenta de influencias masónicas, además de no coincidir con el Magisterio pontificio de los Papas del postconcilio y con la exposición oficial  que de la doctrina católica hace el Catecismo de la Iglesia Católica. Los rahnerianos de hoy, con modales siempre aduladores y desvergonzados, presionan una y otra vez sobre el papa Francisco y tratan de burlarlo, de seducirlo, de engañarlo, para que tome posición abiertamente a favor de Rahner, y puedan ellos llegar así a la desvergüenza de presentar al Papa actual como un rahneriano.
----------Por otra parte, los rahnerianos, al haber difundido y hacer creíble a muchos una falsificación modernista del Concilio, son indudablemente los principales responsables de haber provocado la reacción lefebvriana, desencadenando así una maldita cadena de odio y venganzas recíprocas, que está lacerando a la Iglesia desde hace sesenta años y que, en la actualidad, se ha extendido en manifestaciones filo-lefebvrianas o pasadistas de variado género en muchos y variados ámbitos.
----------Todos los sociólogos saben que, cuando en la sociedad surge un extremismo, inmediatamente surge el opuesto. Y si no se encuentra inmediatamente un punto de encuentro entre ellos eliminando el extremismo que ha provocado su contrario, el mecanismo perverso está destinado a durar sin fin, como efectivamente ha venido sucediendo en la Iglesia desde hace sesenta años. Es necesario entonces hacer todo el esfuerzo posible para eliminar la acción desencadenante, vale decir, corregir a los rahnerianos: corregidos los cuales, los lefebvrianos ya no tendrán excusas para continuar difundiendo sus errores.
----------Naturalmente, es cierto que para la solución de esta crisis y división en la Iglesia, desgarrada por dos posiciones extremistas, ambas erróneas, es indudable la responsabilidad de los Pontífices del postconcilio, cuya acción al respecto debe ser considerada desde variados puntos de vista; aunque para todos debe estar absolutamente claro que, en primer lugar, el rahnerismo ha sido claramente condenado por todos los Papas del postconcilio, como tendré oportunidad de explicar en mi nota de mañana. 

4 comentarios:

  1. Fr Filemón,
    No creo que el movimiento de restauración de la Tradición iniciado por Mons. Marcel Lefebvre tras el Concilio sea una reacción extremista, como dice usted, en sí misma errónea y herética. Considero que es la auténtica defensa, la verdadera resistencia contra el modernismo, o el rahnerismo, como dice Ud. Sin la acción de mons. Lefebvre y sus seguidores hoy ni siquiera tendríamos la Misa de siempre.

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  2. Estimado Padre. Creo que sería bueno que Ud. seleccionara algunos pasajes más discutibles de los dos artículos de L'Osservatore Romano, y nos señalara sus críticas, si fuera posible y lo considerara útil.

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  3. Estimado Ernesto,
    gracias por tu sugerencia, la tendré en cuenta para mi próxima nota.

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  4. Querido C.M.Arrocaín,
    comprendo lo que Ud. comenta, y puedo comprender su estado de ánimo ante el texto de mi publicación. Le respeto, aunque no puedo respetar del mismo modo sus errores.
    Con referencia a la interpretación de las actitudes de mons. Marcel Lefebvre en el período de su ancianidad (sus últimos veinte años), es necesario hacer un esfuerzo por conocer bien su vida al detalle e indagar en las señales de su estructura de pensamiento intelectual (sobre todo político) y de sus presupuestos psicológicos que dan sus libros, conferencias y homilías: en todos ellos es posible descubrir e interpretar esas señales, para comprender las raíces de su reacción paradojalmente extrema tras finalizar el Concilio, con semejante opción de desobediencia al Magisterio del Sumo Pontífice y al Concilio reunido con y bajo el Sumo Pontífice (un Concilio cuyos documentos él firmó y aprobó en su totalidad).
    La cura de la enfermedad producida por el modernismo en el postconcilio, no es el veneno del pasadismo lefebvriano, sino el propio Concilio interpretado auténticamente. Eso implica la obediencia de la fe en la Iglesia y en su Magisterio (que Lefebvre parece haber perdido de vista en su ancianidad, tras una anterior vida virtuosa).
    Respecto a lo que Ud. dice al final de su comentario, debo recordarle que la supuesta "Misa de siempre" nunca ha existido tal como la suponen los que la proclaman. Es sólo un slogan lefebvriano que sólo convence a fieles ingenuos y no suficientemente instruídos en el Catecismo de la Iglesia.

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