domingo, 28 de marzo de 2021

A propósito de la Corredentora. ¿Qué ha querido decir el Santo Padre en la Audiencia General del miércoles 24 de marzo? (2)

Daremos hoy algunos pasos más en nuestra reflexión teológica acerca del título de María Santísima como Corredentora, guiándonos también por lo que el Santo Padre ha expresado en la Audiencia General del pasado miércoles 24 de marzo, en la que volvió a manifestar su convicción acerca de la inconveniencia del término o título de Corredentora aplicado a Nuestra Señora.

----------En la nota de ayer hemos dado (ojalá que los lectores lo haya podido dar conmigo) un primer paso en esta breve reflexión teológica acerca de la corredención (no sólo acerca de la Corredentora), y comenzamos a advertir que se trata de algo no sólo aplicable a María Santísima, sino a todos los fieles, mutatis mutandis y en diversos grados, en cuanto por su libre albedrío y ayudados por la gracia devienen colaboradores en la obra redentora del único Redentor, Nuestro Señor Jesucristo. De modo que, podríamos decir, ayer hemos considerado un primer punto, las generalidades del término corredención, que significa lo mismo que el término colaboración, que usa san Pablo. Y también hemos considerado los ilustres precedentes a nivel de enseñanzas pontificias que ha tenido el título de Corredentora aplicado a Nuestra Señora.
----------Un segundo punto a considerar, un nuevo y próximo paso o inferencia teológica que debemos intentar dar, es comprender que la corredención es un rol subordinado a la redención. Para ello, es necesario advertir que con-redimir, redimir-con, es como con-trabajar, trabajar-con, colaborar. Ahora bien, ¿qué significa ese "con" en la cuestión que estamos tratando, la corredención? Por supuesto, no debe entenderse en el sentido de completar el trabajo de aquel con quien se colabora porque él solo no lo pueda hacer, ¡de ninguna manera!, sino en el sentido de participar, de hacer imperfectamente aquello que el otro, con quien se colabora, hace perfectamente y completamente y podría hacer también por sí solo, sin necesidad de colaboración.
----------Cuando san Pablo nos dice que somos colaboradores o cooperadores de Dios (synerguntes: "porque nosotros somos cooperadores de Dios" dice en 1 Cor 3,9; "y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios" dice en 2 Cor 6,1), precisamente entiende referirse a lo que desde el siglo XV se ha empezado a llamar "corredención", refiriéndolo a la Virgen, sin comprenderse o darse cuenta todavía de que eso, aunque en un grado inferior, podía y debía ser atribuido al cristiano como tal.
----------De esto último, de que todos los cristianos podemos ser colaboradores o cooperadores de Dios y, por tanto, también corredentores, nos han hecho conscientes los Papas a partir del beato Pío IX [1846-1878]. A partir de este Papa, los Pontífices nos han explicado (aunque no siempre usaran el término corredención) el concepto de corredención, de modo tal que se comprendía que se podía aplicar muy bien, mutatis mutandis, a todo cristiano. Por consiguiente, el título o término de corredención no nace en absoluto de un maximalismo mariano o incluso de una mariolatría, sino que es una rigurosa afirmación teológica, que deriva o se infiere lógicamente de la plenitud de gracia de María, ya que de esta verdad la Iglesia ha deducido también los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción al Cielo.
----------Y por esto la verdad de la Corredención, rectamente entendida, no en el falso sentido que justamente es el que ha condenado el papa Francisco en su Audiencia General del pasado 24 de marzo, sino en el sentido correcto (que es el que aquí estoy tratando de exponer), podría ser dogmatizada, por lo cual se comprende cómo ha sido posible que bajo el pontificado de san Juan Pablo II, sucedió que un grupo de Cardenales se dirigió a él para pedirle que elevara a dogma el título de Corredentora.
----------Por otra parte, podemos recurrir a otros ejemplos que nos ayuden a comprender qué es la corredención. Los colaboradores del Papa, por ejemplo, ¿qué es lo que hacen? ¿Acaso tienen ellos el mismo poder que el Papa? ¿Lo podrían sustituir? ¡De ninguna manera, ni en sueños! (aunque quizás a algunos le gustaría). Por el contrario, ellos son humildes y leales (así lo esperamos) partícipes de su poder y de su autoridad, son simples ejecutores de su voluntad y transmisores de sus órdenes y de sus enseñanzas al mundo y a la Iglesia. Pues bien, por esta simple comparación que he ofrecido entre la corredención y la colaboración que cumplen al Papa sus asistentes, queda manifiesto que la corredención es un rol subordinado al de la redención.
----------Avancemos en nuestra reflexión, con un tercer punto: en el fondo, básica y fundamentalmente, todo cristiano es un corredentor. Para entenderlo, recurriremos a otra comparación. La actividad del cristiano como tal, y no solo la de María Santísima, se podría comparar a la de la colaboradora doméstica, es decir, de una trabajadora bajo la dirección de la patrona de la casa, posiblemente una generosa "nobildonna" como llamaban los italianos en aquellas antiguas familias nobles a aquella mujer perteneciente a una familia de ascendencia noble, pero sin ningún título nobiliario específico, que realizaba algún trabajo modesto, que la patrona todavía en buen estado de salud muy bien podría hacer sola, pero que se alegra de que lo lleve a cabo la doméstica o criada, como hoy suele decirse, para realzarla, para valorizarla, y darle la satisfacción de recibir una buena paga ¡en pleno acuerdo con los sindicatos por supuesto! Se trata de la colaboración que le aportaba Juanita a doña Petrona C. de Gandulfo (los lectores argentinos que, como yo, fueron niños en los '60 la recordarán) en sus famosas elaboraciones de repostería (¡siempre usando abundante manteca!).
----------Ahora bien, María, como ha dicho el mismo papa Francisco en la Audiencia, realiza en modo "excelente", lo que todo cristiano en gracia realiza en variados grados y diversa medida, según su fuerza, según el número de talentos y de la gracia recibida. María Santísima, siendo la única criatura gratia plena y, por lo tanto, exenta de la culpa original y de la inclinación al pecado que le es consecuente, da claramente el máximo de su fuerza humana sostenida por una gracia, cuya cantidad y cualidad supera la de todos los más grandes santos, tanto que una gracia mayor sería imposible, como cuando un vaso está lleno: no se puede añadir nada. En cambio, todas las demás criaturas humanas somos vasos nunca perfectamente limpios y nunca del todo llenos. Pero esto, naturalmente, no quiere decir que los otros cristianos no podamos contribuir en la obra de la redención, en la medida en que estemos en gracia y libres del pecado.
----------Sin embargo, con todo esto, María Santísima no hace más que hacer perfectísimamente y ejemplarmente por y para toda la humanidad lo que todo cristiano, incluso el más pecador pero arrepentido y dotado de gracia santificante, en el fondo básica y sustancialmente hace: colabora, o sea colabora para hacer su parte en la obra de la redención. Por consiguiente, todo cristiano como tal es sustancialmente un corredentor: en Cristo y gracias a Cristo nos redimimos y nos salvamos unos a otros.
----------¿Nos damos cuenta, entonces, de lo que verdaderamente quiere decir ser cristiano en su sentido pleno? Aún sin ser Dios, colaboramos, en diversos modos y grados, en una obra divina. Los luteranos, que creen salvaguardar la grandeza de Nuestro Señor Jesucristo, negando o malinterpretando la corredención de María, en realidad limitan el poder de Cristo, quien con su poder nos hace sus colaboradores.
----------Un cuarto punto, con algunas aclaraciones y precisiones, es el modo como terminaremos la nota de hoy. En primer lugar, ciertamente, no debemos exagerar en el culto a la Virgen, como hacen hoy algunos que, valiéndose de o recurriendo a supuestas apariciones y mensajes de Nuestra Señora, afirman que la Virgen ocupa el lugar del Papa en la enseñanza de la sana doctrina, en la fidelidad a la Tradición y en el gobierno de la Iglesia, o anuncian como próxima la revelación mariana de supuestos secretos sobrenaturales, cuya revelación debería constituir un llamado milagroso a la humanidad en preparación para una supuesta inminente Venida de Cristo, que apesta a milenarismo, como si los signos de credibilidad del cristianismo no existieran ya desde hace dos mil años, sin necesidad de anunciar otros nuevos, el cual anuncio, por lo demás, para ser creído, a su vez tendría necesidad de hacerse creíble mediante signos de credibilidad, que no existen, lo que por supuesto crea un círculo vicioso, que hace temer en todo esto la impostura.
----------Una segunda precisión temática es que se puede decir, por otra parte, que María como mujer ha completado con sus propias cualidades femeninas, la misma masculinidad de Nuestro Señor Jesucristo, como por lo demás y efectivamente esta masculinidad de Cristo ha completado a su vez la personalidad femenina de María, de modo que entre Jesús y María, en el plano humano, se realiza perfectísimamente esa reciprocidad, que Dios ha querido en el acto de la creación del hombre y de la mujer.
----------Por otra parte -y aquí hago otra aclaración- la misma virginidad milagrosa de María no estuvo motivada por la necesidad de vencer la carne, ya que María estaba libre de la concupiscencia, sino por la excelsa y única relación de cercanía de María como Madre de Dios a su divino Esposo, el Padre celestial, purísimo Espíritu infinito asexuado. Ahora bien, es evidente que también este privilegio de la Virgen entra en su obra corredentora, aunque para el cristiano común el voto religioso de castidad está motivado por la necesidad de un mayor dominio del espíritu sobre la carne y, al mismo tiempo, de mayor libertad de la carne.
----------Finalizo con una aclaración que ya adelanté al inicio: san Pablo no usa el término corredimir, sino el de colaborar, o cooperar, que sin embargo significa lo mismo que corredimir. Así que no hagamos cuestión de palabras: el concepto es el mismo. No litiguemos sobre palabras, sino preocupémonos por compartir el mismo concepto y luego designémoslo con el término preferido. Algunos prefieren, para designar la acción de María Santísima como excelsa colaboradora en la obra divina de la redención humana, la palabra corredentora, otros, como el papa Francisco, ven ese término o palabra, como inconveniente. No es este el problema. El problema, en cambio, es que hoy en día existen conceptos erróneos de la gracia y de la redención, conceptos de la gracia y de la redención que son el fundamento básico para poder comprender el concepto de corredención. Y el problema de mal comprender la gracia y la redención, no lo tienen sólo los luteranos, sino muchos sedicentes católicos extremistas, tanto del campo modernista como del pasadista.

6 comentarios:

  1. Padre Filemón: le transcribo parte de la entrevista de Peter Seewald a Ratzinger pag. 287. No creo que en un período de tiempo previsible se atienda a esa solicitud por la que abogan varios millones de personas.(Se refiere a la pregunta de si accederá la Iglesia al pedido de ser nombrada la Virgen María con el título de Corredentora). La respuesta de la Congragación para la Doctrina de la Fe dice que lo que eso pretende expresar ya está resumido mejor en otros títulos de María, mientras que la fórmula corredentora se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística, y , por lo tanto, provoca malentendidos...etc.

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  2. Fr Filemón,
    Bergoglio no hace del tema de la Corredentora una cuestión de palabras, sino de conceptos, y sus conceptos acerca de la corredención de María son completamente falsos.
    Hay que tener en cuenta que si bien no ha habido hasta el momento una definición dogmática del magisterio, declarando a María Corredentora, la corredención de María forma parte de la revelación divina. Posee un fundamento escriturístico innegable. Negar la corredención de María Santísima es negar un dato de la divina revelación.

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  3. Padre Filemón, gracias por estas notas, las disfruto enormemente. Ha sido muy curioso que usted tratara de María Corredentora el sábado anterior, y luego el Papa se refiriera al mismo tema al miércoles siguiente. Una providencial casualidad que nos ha permitido a sus lectores seguir profundizando en el tema.
    No me ha quedado claro si habrá una tercera parte, supongo que sí. ¡La espero!

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  4. Estimado juanm,
    Su referencia a las palabras del cardenal Ratzinger, en los tiempos en que era prefecto de la CDF, confirma lo que estoy tratando de explicar en mis notas. Una cosa es el concepto de corredención (que puede ser entendido en forma errónea y en forma correcta) y otra cosa es el término corredención, que puede ser suplido por el de colaboración o cooperación en la obra redentora de Cristo, sin que se altere el concepto o idea que la palabra, término o título trata de expresar. El problema de la palabra no tiene importancia, no es un problema, como trato de explicar en la nota. El verdadero problema es el concepto, que no sólo lo entienden mal los luteranos, sino también algunos católicos extremistas.
    El cardenal Ratzinger, en aquellos tiempos en que un grupo de cardenales le había solicitado al papa san Juan Pablo II la dogmatización del título (término, palabra) de María Corredentora, era de la opinión que tal término no era conveniente. Era su opinión personal, que parece ser similar a la del papa Francisco.
    Si llegara un día en que un Papa formule la declaración dogmática de María Corredentora, entonces ya no podrá discutirse sobre ese término (aunque quizás serán un poco más complicados los problemas para hacer entender el verdadero concepto de corredención).

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  5. Querido C.M.Arrocaín,
    el Santo Padre no pone en duda el recto concepto de la corredención de María, solamente rechaza el falso concepto de corredención. Como lo explico en la nota, incluso san Pablo, prefirió no usar el término corredención (quizás ni se le ocurrió tal cosa), sino que usó los términos de cooperación o colaboración en la obra redentora de Cristo, aplicados a todos los cristianos, términos que expresan el mismo concepto de corredención, que no es otro que el de colaboración o cooperación en la redención, aplicado de modo sublime y excelso a María Santísima.
    Recuerde Ud. que el Sumo Pontífice no puede engañarse a sí mismo ni engañar a la Iglesia en materia de fe. Afirmar lo contrario es caer en herejía, evidentemente.

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  6. Mi querido Ernesto,
    me alegra que te sirvan estas constribuciones.
    Y, efectivamente, mañana tendrás una tercera parte, que espero publicar Dios mediante a la hora de siempre.

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