martes, 23 de marzo de 2021

Reflexiones y sugerencias sobre el viaje del Papa a Irak (3)

¿Podemos realmente decir que los musulmanes y los católicos adoran al mismo Dios? A una pregunta tan simple como esta, a la que cualquier persona sanae mentis no tendría problema alguno en responder afirmativamente, a partir del simple presupuesto de que Dios es el mismo para todos, pero no todos lo conocen al mismo nivel, ya que una cosa es el concepto de Dios y otra cosa es Dios mismo, hay quienes, sin embargo, responden que no. En la nota de ayer, mencioné entre ellos a mons. Athanasius Schneider, pero podría nombrar a muchos otros conocidos del ámbito pasadista fijista, sobre todo aquellos que, cayendo objetivamente en herejía, también niegan la infalibilidad del Concilio Vaticano II y del Romano Pontífice, los lefebvrianos por ejemplo.

----------Ya lo hemos explicado creo que suficientemente: se debe decir que Dios, en sí mismo, en su realidad, es uno solo y el mismo para nosotros y para los musulmanes, es el mismo Dios. Diversos, en cambio, son los conceptos de Dios que nosotros y ellos tenemos. En tal sentido, pues, se puede decir que nuestro Dios no es el de ellos, pero sólo en el sentido de que lo que nosotros los cristianos sabemos acerca de Dios es infinitamente más de lo que ellos saben, porque el Dios del Islam, como el Dios de todas las religiones monoteístas, Judaísmo incluido, no es otro que Dios conocido por la razón y por lo tanto por la religión natural, fundamento de la fraternidad universal, regulada por la ley moral natural.
----------Por esta fraternidad universal natural somos hijos de un único Dios Padre, no por supuesto en el sentido trinitario, sino en sentido metafórico, mientras que el Dios trinitario, conocido en la fe gracias a la revelación cristiana, es el fundamento de la filiación y fraternidad cristiana sobrenatural, fundadas en el bautismo. No hay duda de que Dios es el Dios trinitario y que Dios es Trinidad y que la Santísima Trinidad es Dios. Pero tampoco existe duda de que es posible, por medio de la simple razón natural, saber que Dios existe, conocer los atributos de su naturaleza (como explica, por ejemplo, el padre Reginald Garrigou-Lagrange, en su libro Dieu, Son existence et sa nature, Beauchesne, Paris 1950) aunque no se tenga (y no por culpa propia) esa fe teologal que hace posible saber que Dios es trino.
----------O bien, es posible saber que Dios existe, como por ejemplo lo sabe el musulmán, y al mismo tiempo rechazar el misterio trinitario (como lo hacen judíos y musulmanes) no por malicia, sino por error o equívoco invencible. Pero Dios es el mismo para los cristianos y para los musulmanes, aún cuando los musulmanes no admitan en buena o mala fe que Dios es Trino. Este Dios, que es el Dios trinitario, es común a los cristianos, a los judíos y a los musulmanes, y a cualquier religión monoteísta, porque es el creador y Salvador de todos, aunque no sea conocido en el mismo nivel de conocimiento por los cristianos y los musulmanes.
----------En definitiva, el Dios de Abraham, reconocido por nosotros los cristianos, y también por los musulmanes, es el verdadero y único Dios de Moisés y de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Si bien el Corán presenta la figura de Abraham con algunos aspectos legendarios, que no coinciden con aquellos presentados por la Sagrada Escritura, es evidente que el Corán y la Biblia se refieren con suma veneración a la misma persona por los caracteres esenciales con los cuales la describen: se trata de Abraham, el profeta, quien fue el primero en la historia de la humanidad en haber abandonado el politeísmo y la idolatría, presentes tanto en su propio país como entre los miembros de su propia familia.
----------Según la Sagrada Escritura, la Biblia, Abraham es quien, en la humanidad caída después del pecado original, fue el primero en haber descubierto con claridad la existencia del único verdadero Dios, un Dios que lo ha fascinado y atraído, un Dios que se le ha revelado en su infinita bondad y generosidad hasta llegar a prometerle ser padre de una infinita multitud de razas.
----------Este Dios, como es sabido, exhorta al patriarca Abraham a dejar su patria, Ur: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición" (Gen 12,1-2).
----------La Sagrada Escritura nos presenta la decisión de Abraham de dejar su tierra como obediencia a un mandato divino. Pero esto no excluye un aspecto humano en tal decisión, es decir, es posible que Abraham sintiera la necesidad de una mejor estructuración humana y económica, para él y los suyos. Como deducimos de la revelación divina hecha a Moisés de la tierra prometida, Dios presenta a Abraham y a sus descendientes la perspectiva de una tierra "en la que mana leche y miel" (Ex 3,8). No es otra, como más tarde Abraham descubrirá, que la Palestina, por entonces llamada "país de Canaán" (Gen 13,12; 16,3).
----------Pero, al mismo tiempo, no hay que dudar de que Abraham, después de haber descubierto al Dios Altísimo, el Dios del cielo, decidió emigrar también para liberarse del ambiente idólatra en el cual vivía y encontrar una tierra donde poder rendir culto libremente a su Dios.
----------La Carta a los Hebreos nos presenta a un Abraham sediento de una patria celestial en el más allá, en la ultratumba. La Carta a los Hebreos dice que Abraham: "vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Hb 11,9-10). Abraham, según la misma Carta, dejó su patria porque aspiraba a "una patria mejor, nada menos que la celestial" (Hb 11,16).
----------Es verdad que Abraham se enamora del "Dios del cielo". Y esto supone ciertamente, al menos en modo implícito, una secreta aspiración al cielo, que sin embargo, a decir verdad, no aparece explícitamente si se siguen los acontecimientos de su vida, ciertamente inspirada en la obediencia a Dios, con episodios de gran piedad religiosa, pero al mismo tiempo signados por grandes negocios y conquistas terrenales, actos bélicos, agitados y tortuosos asuntos maritales, poligamia y polémicas, sin ningún atisbo de ascetismo o de austeridad, que serán el signo de la santidad cristiana sedienta de vida celestial.
----------Sin embargo, sigue siendo cierto que la figura de Abraham es espiritualmente enorme, grandísima, por haber entendido sobre Dios importantes verdades. Recordemos, por ejemplo, las siguientes:
----------1. La verdadera divinidad no puede ser más que una sola, porque ella debe contener todas las perfecciones, que en cambio están dispersas en el politeísmo. Por lo tanto, no es posible que exista un dios que no tenga lo que tiene otro dios. El verdadero Dios debe tener y debe ser todo lo que de verdadero y de bueno puede existir. El politeísmo es, por lo tanto, falso.
----------2. La verdadera divinidad no puede ser un ídolo hecho por el hombre, porque es Dios quien crea al hombre y no al revés. El verdadero Dios protege y ayuda al hombre; pero, ¿cómo hace el hombre para encontrar ayuda y protección en algo que él mismo ha producido, tan frágil como él?
----------3. El verdadero Dios no puede ser un dios entre otros dioses a la par con él, independientemente de él. El verdadero Dios debe dominar todo, debe estar por encima de todo, porque debe contener en sí todas las perfecciones, incluso las más sublimes, debe ser, por decirlo como diría hace mil años san Anselmo, id quo nihil maius cogitari potest. Debe ser el óptimo, el sumo y el máximo.
----------4. Sin embargo, nos preguntamos: ¿cómo podemos representar este concepto? ¿Con qué imágenes? Abraham inventó dos, muy eficaces y muy intuitivas: la de la altura y la del cielo. Se corresponden entre sí, porque el cielo está en lo alto. De ahí el atributo del verdadero Dios: es el "Altísimo", el "Dios de los dioses" (El eliòn), sobre todos los dioses, "creador del cielo y de la tierra" (Gn 14,22). Está en la cúspide de toda la realidad, la cual depende de Él porque él la ha creado.
----------5. Abraham comprendió que, siendo Dios creador del hombre, y siendo el hombre una persona, Dios solo podía ser supremamente un Dios personal, por lo tanto un Dios providente, que le habla al hombre, conversa con él, se intercomunica con el hombre, escucha sus plegarias y sus súplicas, se manifiesta y le muestra su voluntad, lo guía por el camino del bien, lo protege y lo salva.
----------6. Abraham concibió a Dios como un Señor, con quien establecer un pacto o alianza, un contrato de trabajo: el Señor le da al trabajador un trabajo para hacer, protege al trabajador contra los enemigos, lo ayuda en su trabajo, le promete compensarlo cuando haya terminado el trabajo, siempre que el trabajador haya realizado el trabajo en obediencia a sus directivas. Esto es lo que la Biblia llama "alianza" (berìth) entre el hombre y Dios.
----------7. Ahora bien, Abraham, como hombre humilde, honesto y religioso, tiene clara consciencia de ser pecador y de tener el deber de reparar ante Dios, por lo que entendió que es necesario ofrecerle sacrificios para obtener su perdón, su benevolencia y su gracia. Abraham ha entendido también que necesita sacrificar a Dios lo que tiene de más preciado, porque es justo que Dios, de quien nos vienen los bienes más preciados, reciba de nosotros lo que nosotros tenemos de más preciado.
----------8. Abraham sabe que Dios tiene para cada uno de nosotros un maravilloso plan de salvación. Pero este plan para nosotros es misterioso: nos lo debe revelar Él. Y Él no deja de revelárnoslo, y es verdaderamente un plan estupendo, lo cual es increíble, considerando nuestra pequeñez y nuestra miseria.
----------9. Por lo tanto, es necesario que confiemos en aquello que Dios nos manda hacer para que este plan pueda realizarse en nosotros. La paradigmática fe de Abraham.
----------10. Abraham sabe que Dios nos quiere poner a prueba para ver si verdaderamente confiamos en Él. No se trata de una auténtica verificación por parte de Dios, porque Él sabe muy bien por anticipado cuáles son nuestras fuerzas y cuál será nuestra respuesta, sino que se trata de una acción divina con la cual Dios, haciéndonos superar la prueba gracias a su ayuda, quiere darnos la alegría de ser merecedores de haber superado la prueba y de amarlo más que antes.
----------11. Abraham ha entendido que esta puesta a prueba consiste en el hecho que Dios nos manda algo que parece en contradicción con sus promesas o bien consiste en pedirnos que nos pongamos a total disposición de su guía y de su voluntad, momento a momento, prontos y listos para grandes renuncias, sin saber de antemano adónde exactamente nos quiere conducir y cómo nos liberará de los peligros que tememos, con la absoluta confianza de que, obedeciéndole, todo andará bien e incluso mejor de cuanto imaginábamos. Y así, de hecho, sucede. Por esto, habiendo experimentado su lealtad, estamos prontos para afrontar pruebas aún más grandes, ciertos de que incluso en esas circunstancias, si nos mantenemos fieles, su ayuda no faltará.
----------Precisamente, algunas de estas verdades descubiertas por nuestro padre en la fe, Abraham, también fueron puestas de relieve el pasado 6 de marzo, en la llanura de Ur, en aquella Oración de los hijos de Abraham, que el Vicario de Cristo rezó junto a los musulmanes, y que yo ahora invito a los lectores también a rezar, uniéndonos espiritualmente al Santo Padre y a nuestros hermanos, hijos del mismo patriarca Abraham. Nadie, absolutamente nadie, a menos que no se trate de un hombre o mujer de buena voluntad y sana conciencia, puede oponerse a rezar esta plegaria:
   
Oración de los hijos de Abrahám 
----------Dios omnipotente, Creador nuestro que amas a la familia humana y a todo lo que han hecho tus manos, nosotros, los hijos e hijas de Abrahán pertenecientes al judaísmo, al cristianismo y al islam, junto a los otros creyentes y a todas las personas de buena voluntad, te agradecemos por habernos dado como padre común en la fe a Abrahán, hijo insigne de esta noble y amada tierra.
----------Te damos gracias por su ejemplo de hombre de fe que te obedeció hasta el fin, dejando su familia, su tribu y su patria para ir hacia una tierra que no conocía.
----------También te agradecemos por el ejemplo de valentía, resiliencia y fortaleza, de generosidad y hospitalidad que nuestro padre común en la fe nos ha dado.
----------Te damos gracias, en particular, por su fe heroica, demostrada por la disponibilidad para sacrificar a su hijo por obedecer tu mandato. Sabemos que era una prueba muy difícil, de la que, no obstante, salió vencedor, porque sin condiciones confió en Ti, que eres misericordioso y abres siempre nuevas posibilidades para volver a empezar.
----------Te agradecemos porque, bendiciendo a nuestro padre Abrahán, lo has hecho una bendición para todos los pueblos.
----------Te pedimos, Dios de nuestro padre Abrahán y Dios nuestro, que nos concedas una fe fuerte, diligente en el bien, una fe que abra nuestros corazones a Ti y a todos nuestros hermanos y hermanas; y una esperanza invencible, capaz de percibir en todas partes la fidelidad de tus promesas.
----------Haz de cada uno de nosotros un testigo de tu cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y los desplazados, las viudas y los huérfanos, los pobres y los enfermos.
----------Abre nuestros corazones al perdón recíproco y haznos instrumentos de reconciliación, constructores de una sociedad más justa y fraterna.
----------Acoge en tu morada de paz y de luz a todos los difuntos, en particular a las víctimas de la violencia y de las guerras.
----------Asiste a las autoridades civiles en la búsqueda y el rescate de las personas secuestradas, y en la particular protección de las mujeres y los niños.
----------Ayúdanos a cuidar el planeta, la casa común que, en tu bondad y generosidad, nos has dado a todos nosotros.
----------Sostiene nuestras manos en la reconstrucción de este país, y concédenos la fuerza necesaria para ayudar a cuantos han tenido que dejar sus casas y sus tierras con vistas a alcanzar seguridad y dignidad, y a comenzar una vida nueva, serena y próspera. Amén.

----------Y naturalmente, nosotros, los católicos, que sin ningún mérito de nuestra parte, gracias al don maravilloso de la fe teologal que hemos recibido en el bautismo, hemos podido conocer de Dios su plena manifestación en Nuestro Señor Jesucristo y su Santo Espíritu, recemos para que nuestros hermanos, judíos y musulmanes hijos también del mismo padre Abraham, alcancen un día el pleno conocimiento de la Santísima Trinidad y formen parte de su única Iglesia.

19 comentarios:

  1. Todos sus artículos constituyen la prueba irrefutable de los esfuerzos (y forzamientos) lógicos y argumentativos que hay que hacer para demostrar que el CVII y los papas postconciliares conservan la fe católica. Desde hace 60 años les vienen mostrando a diestra y siniestra, con palabras y obras, que su fe ha mutado y ustedes lo único que hacen es seguir justificando lo injustificable. Con sus enredados razonamientos justifican absolutamente todo. Cuando el papa dice una barbaridad, nos dicen que lo hace como doctor privado. Cuando dice algo blasfemo, nos explican que en realidad quiso decir lo contrario a lo que dijo. Cuando pronuncia una herejía, nos dicen que se trata de un error teológico, etc, etc.
    Si los papas quisieran ejercer su función docente, usted tendría razón, ya que ciertamente son infalibles cuando ejercen su Magisterio, sea este ordinario o extraordinario. El problema radica en que ustedes todavía creen que los papas ejercen esta función docente. Pero no entienden que debido al liberalismo que se hizo carne en la jerarquía desde el Vaticano II, los papas y las autoridades no reúnen las condiciones necesarias para comportarse como maestros, por más que a veces (y cuando les conviene para callar a los disidentes) ellos pretendan que sí lo hacen. Es una cuestión objetiva, no importa lo que ellos crean. La realidad demuestra que desde el Concilio los papas dejaron de lado su función de maestros y se pusieron en un pie de igualdad con el mundo. La función magisterial se ejerce desde la autoridad, no en esa pretendida igualdad con el mundo y las demás falsas religiones.
    En un plano ideal y abstracto, usted tiene razón: el papa no se equivoca en cuestiones de fe cuando ejerce su magisterio. En lo que se equivoca, repito, es en pretender que el papa es un robot que ha perdido su libre albedrío y no puede pecar en materia de fe. Ese es el quid de la cuestión. Y usted, con sus razonamientos heterodoxos, le hace creer a sus seguidores que el papa no tiene autonomía como para aceptar o rechazar esa gracia prevista por Nuestro Señor.
    En fin, sé exactamente todo lo que responderá a este comentario; porque debe admitir que repite sus argumentos una y otra vez en los distintos artículos que publica. No veo posible que nos pongamos de acuerdo. Ustedes van a seguir justificando todo: la novedades doctrinales, las medidas despóticas, las reformas litúrgicas, las aberraciones pastorales, etc.
    Y mientras tanto no hacen otra cosa más que acusar de herejes y cismáticos a aquellos que simplemente quieren conservar la fe que le transmitieron sus padres.

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  2. Querido Fr Filemón,
    Acerca de estas notas sobre la visita del papa Francisco a Irak y, en particular, sobre la plegaria interreligiosa, a la vez que aprecio su valiosa y estimulante reflexión, siento un cierto malestar interior.
    Cuando rezamos el "Padre Nuestro", aunque esta oración esté dirigida a Dios Padre, en nuestra íntima participación, en el fondo de nuestro corazón... nosotros los cristianos no excluimos a Aquel que nos la ha enseñado, el Verbo Encarnado, ni al Espíritu Santo, amor increado, que nos han dado el Padre y el Hijo, Espíritu que nos asiste incluso en la misma oración.
    ¿Cómo puedo, entonces, como católico bautizado y confirmado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, durante la oración interreligiosa, dirigirme solo al Dios abrahámico, excluyendo internamente a Nuestro Señor Jesucristo y al Espíritu Santo? Sería como operar una especie de "suspensión" de mi fe por "respeto a la conciencia de los otros", en la espera de poderme reapropiarme plenamente de ella cuando de nuevo me encuentre rezando sólo con mis hermanos en Cristo. Pero, le pregunto, ¿qué pasaje de las Sagradas Escrituras me autorizaría a hacer una tan dolorosa mutilación, aunque más no sea transitoria, de mi credo?
    Francamente, no me es posible. Por lo tanto, poniéndome a recitar la oración interreligiosa, al dirigirme al Dios de Abraham, no he podido evitar reconocer y sentir, en lo profundo de mi corazón, que Él es el Padre que siempre genera el Hijo en el Espíritu Santo.
    Pero en una análoga situación interior debería encontrarse el hermano musulmán que está recitando, a mi lado, la misma oración interreligiosa. Se dirigiría, sí, al Dios abrahámico, pero a su manera "sabiendo" y sintiendo que Él coincide con Allah, absolutamente no trino, que no tiene nada que ver con el Crucificado, en cuanto Hombre en la Cruz, quien para el Islam, ni siquiera era Jesús de Nazaret.
    Y luego, si de veras amo cristianamente a mi prójimo, es decir, si por encima de todo está en mi corazón mi desear su salvación eterna, mientras recito la plegaria interreligiosa o al terminarla, debería, con respecto al hermano islámico, renunciar a pedir por él que pueda encontrar la luz de la verdadera fe trinitaria, o bien rezar: "Señor, hoy, en este momento, no puedo pedirte que ilumines a este hermano mío en Abraham, porque no sería respetuoso con él… pero en la primera ocasión en la que pueda, ciertamente te lo pediré". ¿Qué sentido tendría una actitud semejante? Mientras le manifiesto al Señor una buena intención como oración de intercesión, al mismo tiempo le pido a Dios que espere para escucharla...
    Por supuesto, no es difícil imaginar también en esto una reciprocidad por parte del musulmán, quien, con las mejores intenciones desde su perspectiva, no podrá abstenerse de rezar a Allah, para que ayude al pobre cristiano que está rezando a su lado, para que entienda que Dios no puede tener hijos porque no tiene esposa, etc.
    He aquí que entonces, en la oración interreligiosa, nosotros los cristianos, junto a los musulmanes, mientras pronunciamos juntos las mismas palabras dirigidas al Dios de Abraham, casi inevitablemente, desde nuestro interior, también le comunicaríamos al Señor: pensamientos, devociones, intenciones y pedidos discordantes y contradictorios entre sí.
    Por consiguiente, es lícito preguntarse si una tal oración, más allá de los posibles efectos beneficiosos sobre la paz y la fraternidad humana, sea verdaderamente agradable a Dios.

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  3. Querido padre Filemón,
    aunque podría haber hecho este mismo comentario ya desde la primera de sus tres notas sobre el viaje del Santo Padre a Irak, lo hago ahora mucho más segura de las gracias que el Espíritu Santo ha derramado sobre mí a través de sus notas: ¡Muchas gracias!

    Nadia

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  4. Anónimo de las 12:14,
    Usted dice: "los esfuerzos (y forzamientos) lógicos y argumentativos que hay que hacer para demostrar que el CVII y los papas postconciliares conservan la fe católica. Desde hace 60 años les vienen mostrando a diestra y siniestra, con palabras y obras, que su fe ha mutado"
    Es indudable que quien haya podido escribir eso está del lado de los cismáticos. Nadie que sea católico y respete su nombre de "católico" puede afirmar que los Concilios o los Papas puedan ir contra la Fe. La Fe del Papa y de los Concilios con y bajo el Papa será inconmovible hasta que Cristo vuelva.
    Está claro que usted no comparte la fe católica, ni vive en obediencia al Vicario de Cristo.
    Hoy me acordaré de usted en mis oraciones.

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  5. Anónimo 12:14, si ud. no cree en el Papa, entonces no es católico; y si no s católico, ¿porqué se hace problemas? y, más aún, ¿qué está haciendo en este blog?

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  6. Me pregunto de dónde habrá sacado Herminia que no creo en el Papa. Si eso fue lo único que entendió de mí comentario, le recomiendo que refuerce su comprensión de textos.
    No debería gastarme en contestar respuestas tan absurdas pero es cierto que yo solito me metí en esto. Por eso, y para que quede claro, sí creo en el Papa. Creo firmemente que Jorge Mario Bergoglio es el Vicario de Cristo. La cuestión aquí es otra.
    Por otro lado, respecto al comentario del Sr. Vergara, debería este buen hombre repasar la doctrina sobre la obediencia.
    Tales respuestas me hacen acordar a los argumentos básicos que esgrimen los seguidores del Opus Dei y ese tipo de comunidades.
    Les pido encarecidamente que no sean tan elementales en sus acusaciones porque lo que aquí está en "discusión" no es tan rudimentario.
    Anónimo de las 12:14

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  7. Disculpen que introduzca una pregunta, a partir de lo que veo salir en esta nota y en otras de este blog: ¿desde qué argumentos o fundamentos doctrinales y jurídicos se afirma que los lefebvrianos son herejes y cismáticos?

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  8. Querido Joaquín,
    se puede explicar la plegaria interreligiosa de una manera muy sencilla. Piensa en la relación de una maestra con el niño en el colegio. ¿Qué hace la maestra? Le comunica al escolar una noción, que ella ya conoce, y que el alumno llega a comprender por la acción de la maestra. ¿Qué es lo que ha sucedido? Que ella y él comparten entonces la misma verdad. Sin embargo, la maestra, en su mente, tiene muchas otras nociones, que el pequeño escolar por el momento no podría entender, por lo cual no es oportuno que la maestra se las comunique, sino que ella se las guarda para sí, esperando con paciencia al niño, para saber cuando será el momento de comunicarle algo más. De modo que el pequeño colegial, escuchando enseñar a su maestra lo poco que por el momento ha podido comprender, va aprendiendo a su modo esas nociones que por ahora no podría entender completamente o que podría malinterpretar.
    Espero que logres entender esta metáfora. De hecho, podemos comparar al niño en edad escolar con el musulmán y a la maestra con nosotros, los cristianos. En este punto, comprenderás bien que la maestra, ocultándole al niño las nociones que ella ya posee, ella no niega en absoluto estas nociones, sino que cumple con un acto de caridad y de prudencia hacia el niño, el cual, si llegara a conocer de improviso o repentinamente alguna de aquellas nociones, podría no comprenderla rectamente o malinterpretarla, o podría escandalizarse.
    Jesús también utilizó esta misma metodología, cuando les decía a sus apóstoles: "Tendría que deciros otras cosas, pero por ahora no sois capaces de soportarlas".
    Por otro lado, recordarás que cuando recitamos los Salmos, rezamos a Dios sin mencionar la Santísima Trinidad.
    Por lo tanto, a tu pregunta: ¿Le agrada a Dios esta oración interreligiosa? Ciertamente que sí, porque a Él le agrada que oremos juntos, como hombres razonables de buena voluntad. Por otro lado, Dios ve las buenas intenciones de todos, y por eso excusa la ignorancia invencible de todos, incluso la nuestra, y recibe con agrado ese tipo de oración, de parte de todos, la oración que cada uno de nosotros es capaz de expresar con amor, dentro de los límites de nuestro conocimiento.

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  9. Querida Nadia,
    me complace que hayas sacado tanto fruto de mis modestas reflexiones.
    Gracias por tus palabras y tu aliento. Que Dios te bendiga.

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  10. Estimado Anónimo de ayer a las 12:14,
    me sorprende que alguien como usted, que al parecer se manifiesta tan alejado de la recta comprensión católica de la divina Revelación y de como ella sólo nos es conocida a través de la mediación del Magisterio de la Iglesia, muestre ser (al parecer) habitual lector de este blog. Mi suposición era hasta ahora que aquellos que, manifestando evidentes ideas lefebvrianas, rechazan la autoridad magisterial infalible del Concilio Vaticano II (en sus doctrinas, y no por supuesto en sus directrices pastorales), y que también rechazan el magisterio infalible de los Papas del postconcilio, no se acercaban a leer mis modestísimas reflexiones; al menos después de haber abandonado un anterior blog (Ipsi gloria) y unas cuantas entradas de los inicios del presente, elaborados en conjunción con otro autor, un familiar, con ciertas tendencias algo alejadas de la ortodoxia católica, incluso publicándose bajo mi firma (yo no administraba el blog como ahora, sino que simplemente enviaba las notas, sin mayor control de lo que ocurría después). Ahora, por mi parte un poco más hábil en el manejo técnico del modo de publicar en el blog, y liberado a mi edad de otras responsabilidades pastorales y académicas, me he podido dedicar yo mismo más de lleno y diariamente a esta tarea, por mi propia cuenta, sin recurrir a otros. Creo que esos son los "cambios" a los que Ud. se refiere en otro comentario suyo, comentario que no me pareció adecuado ni oportuno publicar; y que por cierto no deben interpretarse "orwellianamente", como Ud. dice, sino simplemente como eliminación de escritos erróneos algunos, y otros imprudentes (incluso pueden existir todavía algunas de esas notas, que iré eliminando oportunamente).
    Dicho lo cual, me parece que no es cierto lo que Ud. dice, acerca de que lee "todos" mis artículos; al menos no es cierto que los lee serena y objetivamente. Por citar sólo una frase suya, hacia el final de su comentario: "Ustedes van a seguir justificando todo: la novedades doctrinales, las medidas despóticas, las reformas litúrgicas, las aberraciones pastorales, etc." Pues bien, ¿Quién ha afirmado semejante cosa?
    A menos que con su expresión "ustedes" no se refiera al autor de este blog, sino a otros que comentan en este foro.
    Pero volviendo a su frase: "las novedades doctrinales", si se refiere a las del Concilio Vaticano II y a las del postconcilio, por supuesto que se justifican, siendo como son, desarrollos homogéneos en el conocimiento de verdades inmutables, pues es de fe que ni los Papas ni los Concilios ecuménicos se equivocan en cuestiones de fe, aunque no las definan expresamente. En cuanto a "las medidas despóticas", y a "las aberraciones pastorales", está claro que no ha leído mis abundantes referencias a la defectibilidad de los Concilios y de los Papas en cuestiones de gobierno y cuestiones pastorales; y yo mismo soy de la opinión que a sesenta años de haberse venido experimentado las directrices pastorales del Vaticano II, algunas de ellas se han manifestado francamente erróneas; pero esto no atenta en nada con la infalibilidad magisterial en la doctrina dogmática, del Concilio y de los Papas del postconcilio. Finalmente, en lo referente a su expresión "las reformas litúrgicas", puedo comprender su error a partir de sus ideas claramente lefebvrianas, que no distinguen Tradición y tradiciones. Por supuesto, para un católico la liturgia es reformable, pues es competencia pastoral y de gobierno de los Papas. Otra cosa muy distinta son los abusos litúrgicos en el postconcilio, que yo también he denunciado en este blog siempre.
    Sea como sea, me alegra tenerlo como habitual lector; y lo tengo en cuenta en mis oraciones. Suplico a Dios por su conversión a la recta fe.

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    1. Le aclaro que no soy el que escribió sobre su proceder orwelliano.
      Gracias por sus oraciones, pero no son necesarias. Por mí parte, yo sí rezaré por su conversión a la tradición católica.
      Evidentemente no quiere hacer referencia al quid de la cuestión. Se lo repito una vez más a fin de que quede clara la idea: el gran problema actual es que a partir del Concilio Vaticano II, los papas dejaron de comportarse como maestros, dejaron de ejercer su autoridad magisterial. Es lo mismo que hizo el Concilio, y usted, a pesar de lo que el mismo Vaticano II declaró en varias ocasiones, se esfuerza por contradecirlo.
      pd: Debo confesar que antes lo leía más seguido pero se repite tanto sobre los mismos temas que se pone aburrido el asunto.

      Anónimo 12:14

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  11. Querido Fr Filemón,
    La metáfora del maestro que enseña al niño una noción, metáfora por la cual, en la plegaria interreligiosa, el rol de la maestra nos pertenece a los cristianos y el del niño a los islámicos, si como estrategia pastoral puede parecer válida para los fines de la misión cristiana, no podría ciertamente ser compartida por los islámicos si se les revelara, o bien podría ser incluso adoptada por ellos mismos, con inversión de roles.
    Pero en ambos casos, en el espíritu de la amistad social, no sería muy correcta, porque frente a un pacto explícito tendiente a fortalecer una relación dirigida a la fraternidad, escondería un segundo fin, una segunda intención, de uno o de ambos lados, una intención difícilmente confesable...
    Por lo demás, tengo algunas dudas de que el Santo Padre aprobaría esta interpretación de la plegaria interreligiosa, incluso en conversaciones privadas y en presencia solo de católicos.

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  12. Estimado C. Arguiñariz,
    efectivamente, existen evidentes argumentos doctrinales y jurídicos para afirmar lo que por otra parte es obvio: que los lefebvrianos son herejes y cismáticos. Me remito a las múltiples ocasiones en que lo vengo explicando en este blog (es fácil buscar el tema). En todo caso, debe salvarse la rectitud de conciencia de aquellos fieles católicos que asisten a la celebración de los Sacramentos en los locales de la FSSPX, sin comulgar con su herética comprensión de la fe ni con su cismática voluntad de separación de la Iglesia visible.

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  13. Estimado Joaquín,
    te responderé en los siguientes puntos:
    1) Se supone que se trate de musulmanes en buena fe, abiertos a la verdad. Es evidente, de hecho, que aquellos que pretenden tener razón contra nosotros, se mantienen hostiles.
    2) En este método no existe ningún engaño ni ninguna segunda intención, sino que se trata del método pedagógico normal por el cual el docente oculta transitoriamente al alumno las nociones que posteriormente el maestro le enseñará, no porque tales nociones no sean beneficiosas para el alumno, sino simplemente porque por el momento el alumno es incapaz de entenderlas o podría malinterpretarlas, como puede suceder con la Eucaristía y la Santísima Trinidad.
    3) Es comprensible que los musulmanes, si bien han aceptado la plegaria del Papa, sin embargo en su corazón mantengan su contraste con nuestra fe y se propongan secretamente imponernos su fe. Pero tú puedes entender que una tal actitud es bien diferente a la nuestra, porque, mientras en nuestro caso nosotros los cristianos, sin mérito nuestro, conocemos la plenitud de la Verdad, ellos, estén o no estén en buena fe, lamentablemente, como es sabido, rechazan algunos misterios de fe respecto de Dios y que nos han sido revelados por Jesucristo.
    4) Debes considerar la diferencia de método entre nosotros y ellos al proponer los contenidos de la fe. En efecto, como bien sabemos, nosotros los cristianos, al menos en principio, sentimos la obligación de proponer el Evangelio con gradualidad, paulatinamente, en el respeto de la libertad de conciencia de los demás, produciendo pruebas y signos de credibilidad, esperando con paciencia la conversión del hermano, orando por él, dándole ejemplo de obediencia al Evangelio, sabiendo que la gracia, en todo caso, los llama a la conversión. En cambio, sabemos cuán lamentablemente a menudo su método es de un tipo impositivo y fácil de caer en la amenaza, lo que corre el riesgo de conducir no a una fe convencida, sino a una fe basada en el temor. Y eso es precisamente lo que el Papa llama "proselitismo".
    5) Teniendo en cuenta estas cosas, podemos estar muy seguros de que este es el método que está siguiendo el Santo Padre, porque no podemos dejar de estar convencidos de que él, siendo nuestro guía en la predicación del Evangelio, alimenta la firme esperanza de que los musulmanes también se acerquen a Cristo.
    De hecho, Jesucristo también murió en la cruz por ellos.

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  14. Estimado Anónimo de las 12:14 de ayer,
    1) Queda claro, entonces, que no ha leído todas mis notas. De ahí se entiende el desconocimiento de lo que he escrito, atribuyéndome cosas que no he dicho.
    2) No existe una "conversión a la tradición católica" que no sea mediada por el Magisterio vivo de la Iglesia, que llega hasta sus más recientes jalones: el magisterio del Concilio Vaticano II y los Papas hasta Francisco. No podemos tener acceso directo a una supuesta "tradición" sin la mediación de la Iglesia viva y docente (como quieren los lefebvrianos), del mismo modo que no podemos tener acceso directo a una supuesta "escritura" sin la mediación de ese Magisterio de la Iglesia (como quieren Lutero y los protestantes).
    3) Ni el Concilio Vaticano II ni los Papas del postconcilio han dejado de ejercer su oficio magisterial infalible. Ante todo porque eso es imposible: en tal caso, N.S.Jesucristo habría incumplido sus promesas; y en segundo lugar, porque de hecho no dejaron de ejercer su docencia: tanto en el Concilio como en los Papas del postconcilio existen desarrollos doctrinales que son novedades, evidentes progresos en el conocimiento de la divina Revelación, y esto también en cumplimiento de la promesa de Cristo, de que su Espíritu Santo llevará a la Iglesia al conocimiento de la plenitud de la verdad. Ya he indicado repetidas veces en mis notas cuáles son esos desarrollos doctrinales.
    4) Que no existan ni en el Concilio ni en los Papas del postconcilio nuevas definiciones dogmáticas no quiere decir que no existan nuevas doctrinas. Y ambos, el Concilio y los Papas del postconcilio han ejercido este oficio con autoridad, incluso el papa Francisco, a quien ya es hora de que se le reconozca que no es ningún ejemplo de "suspensión de la función docente de la Iglesia", como se podía suponer (yo incluído) dadas las señales que se vienen advirtiendo (y de las cuales yo también he advertido a mis lectores), y son pruebas las enseñanzas del propi Santo Padre (su condena al gnosticismo, por ejemplo) y la labor de esclarecimiento doctrinal desarrollada a través de sus representantes, en la Sagrada Congregación de la Fe (véase los últimos documentos emanados de este dicasterio).
    Gracias de todos modos, si viene a leer el blog de tanto en tanto.

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  15. Querido Fr Filemón,
    Le agradezco el tiempo que insume en responder a mis humildes comentarios, que no tienen más finalidad que manifestarle mis dudas. Gracias en particular sobre su última respuesta, pues no le encuentro ya posible objeción.
    Sin embargo, sobre el hecho de que cuando recitamos los salmos no se menciona (explícitamente) a la Santísima Trinidad, estoy de acuerdo; pero en el plano de una participación interior más profunda, esto sigue siendo válido solamente "antes" del nacimiento, de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
    De modo que, por parte de los que hemos abrazado la fe católica, vale para mí lo que ya he comentado respecto del "Padrenuestro": no puedo ni debo recitar ninguna oración olvidándome o quitando de mi corazón al Hijo y al Espíritu Santo.
    Después de todo, se me ha enseñado que la Sagrada Biblia debe leerse como una única Revelación, el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento... y son por cierto muchas las correspondencias que encontramos entre los Salmos y los mismos Evangelios.

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  16. Querido Joaquín,
    nada tienes que agradecer; complacido estoy de poder responder a tus dudas.
    Por supuesto, también yo leyendo y rezando los Salmos, siempre pienso en la Santísima Trinidad, porque nosotros tenemos el don de la fe católica. Pero el problema del diálogo interreligioso radica precisamente en el hecho de que no todos los seres humanos están iluminados por esta fe, no solo los islámicos, sino también los judíos. Sin embargo, todos aceptamos, a través de la razón, la existencia de Dios, Creador del cielo y de la tierra, Providente, Justo y Misericordioso. Esta conciencia común de nosotros, cristianos, judíos y musulmanes, es la verdad teológica universal conocida por la razón natural, que todos poseemos, verdad sobre la cual más que oportunamente el Papa se ha basado, a sugerencia del Concilio Vaticano II, para la redacción de la plegaria a Dios que ha recitado en Ur.
    Ahora bien, estoy seguro de que el Santo Padre, mientras rezaba esa oración, pensaba en la Santísima Trinidad, pero también pensaba en aquellos que de buena fe no la conocen, pero saben que Dios existe. Este hecho ha sido suficiente para poder orar juntos, con la esperanza de poder ser escuchados y de vivir juntos la fraternidad universal de las criaturas creadas a imagen y semejanza de Dios.
    Es necesario también tener presente lo que Jesús nos ha enseñado con su vida. Él, como judío, ha orado en el templo de Jerusalén y ha llamado a ese templo judío "Casa de Mi Padre".

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  17. Gracias, padre, por su última respuesta. Y aprovecho su disposición para indicarle algo más.
    El hecho es que en la plegaria interreligiosa yo veo dos caminos posibles, y ambos no me agradan o, como decirlo, me incomodan, porque implican no pocos problemas y ambigüedad. Intento explicarme mejor.
    El primer camino lo resumiría como el esfuerzo recíproco y riguroso, entre nosotros los cristianos, los musulmanes y los judíos, por ceñirnos y atenernos al "máximo común condivisible o compartible" a nivel religioso, identificado en la oración al Dios único de Abraham, creador misericordioso, por lo que los hombres que le reconocen, es decir, sus criaturas, debemos sentirnos como hermanos (aunque sea metafóricamente, como Ud. ha explicado).
    Este primer camino, si de verdad fuera perseguido con el máximo rigor y lealtad recíproca entre los participantes de las tres religiones, debería excluir lo que no forma parte del "máximo común compartible". Pero para ser verdaderamente tal, esta exclusión no puede limitarse solo a las palabras que se pronunciamos juntos, sino que debería extenderse también a toda la actitud interior, porque la oración que se eleva al Señor no está puramente constituida por la suma de las palabras expresadas, ni solo por la concentración que intentamos mantener para no distraernos, sino de la participación de la fe con la que acompañamos las palabras, las hacemos resonar en nuestro interior, las sentimos a la luz de la totalidad de nuestro credo... Por lo demás, si las palabras por sí solas fueran suficientes para orar bien, no se entendería la reciente reprimenda del Papa contra quienes repiten las oraciones como loros.
    Si esta premisa es verdadera, se sigue que, mientras se recita juntos la oración interreligiosa, para cumplir lo más fielmente posible con el pacto del "máximo común compartible", los musulmanes deberían tratar de excluir o remover, de su actitud interior, la figura de Mahoma por ejemplo; los judíos, a su vez, el Talmud por ejemplo; los cristianos, el Dios Uno y Trino.
    Pero, ¿es esto realmente, humanamente posible?
    E incluso si así fuera, como ya he escrito, ¿me está permitido como católico bautizado implementar este tipo de "suspensión" de la totalidad de mi fe por "respeto a la conciencia de los demás", casi como si el credo trinitario fuera para mí un vestido que, por regla general, me pongo, pero en determinadas ocasiones también puedo descartar?
    En algún otro momento le indicaré el segundo camino que veo posible para la plegaria interreligiosa, pero... también me deja incómodo.

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  18. Querido Joaquín,
    Estoy de acuerdo contigo en la necesidad de que nosotros y ellos debamos hacer un esfuerzo por buscar un "máximo común denominador".
    Estoy convencido de que el Papa, junto con Al-Sistani, están haciendo este esfuerzo mancomunado, que me parece ha dado buenos resultados en la plegaria común.
    En este punto, ciertamente, se abren nuevos horizontes, que sin duda para nosotros los cristianos crean problemas y preguntas: ¿cuál debe ser el próximo paso a proponer a los musulmanes? Siguiendo lo que está enseñando el papa Francisco, podríamos pedir con más fuerza que se conceda la libertad religiosa a cualquier fiel creyente individual, incluidos los musulmanes (que tampoco tienen libertad religiosa).
    De esta forma, cualquier persona, ateo, musulmán, judío, hindú, etc., tendrá la posibilidad de conocer la verdad y expresarse según su conciencia. Por su parte, no olvidemos que la gracia de Cristo y el Espíritu Santo llevan a cabo su misteriosa obra de salvación para cada hombre en particular y para toda la humanidad.
    Esta oración común, interreligiosa, que hizo el Papa en Irak, no es simplemente un conjunto de palabras, que podría generar el malentendido y el equívoco, sino un conjunto de conceptos. Y que sean compartidos por los musulmanes se debe, hasta donde yo sé, al hecho de que no se han escuchado polémicas ni protestas. Y esto es algo que agrada mucho, que da mucho placer, y es un signo de esperanza en el progreso del diálogo.
    En cuanto a la posibilidad que tienen los musulmanes de suspender las ideas de Mahoma, yo diría que, en cuanto son erróneas, en cada creyente musulmán individualmente se irán gradualmente superando (lentamente claro), se irán corrigiendo y abandonando.
    Los que están de buena fe, en cambio, no tienen en absoluto el deber de dejar esas ideas de lado, del mismo modo como hacemos los cristianos. En todo caso, en lo que respecta a todas estas ideas, las suyas y las nuestras, que por el momento no se ponen sobre la mesa, más bien es necesario que nosotros los cristianos, junto con el Papa, estudiemos el próximo paso a dar.
    Además, el hecho de que el papa Francisco haya ido a Irak con un mensaje de paz y de perdón nos muestra el camino principal, la vía maestra, para proponer a todos el Evangelio.

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