Hoy propongo a mis lectores una breve nota explicativa acerca de una frase del Santo Padre, expresada días atrás. Y lo que a continuación intentaré explicar viene a ser un complemento de lo redactado en la nota del pasado 1° de marzo, y que titulé: Breve teología sobre el acto de fe: creer lo que Cristo nos dice.
----------Al comienzo de la homilía de la Santa Misa en San Pedro para la Comunidad Filipina del pasado 14 de marzo, el papa Francisco ha afirmado que "el contenido del Evangelio, en efecto, no es una idea o una doctrina, sino que es Jesús". ¿Qué ha intentado decir? es la pregunta que abre esta nota.
----------El pasaje inicial completo de la homilía del Papa es el siguiente: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16) Este es el corazón del Evangelio, este es el fundamento de nuestra alegría. El contenido del Evangelio, en efecto, no es una idea o una doctrina, sino que es Jesús, el Hijo que el Padre nos ha dado para que tengamos vida. Jesús es fundamento de nuestra alegría, y no una bella teoría sobre cómo ser felices, sino experimentar que somos acompañados y amados en el camino de la vida. «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único». Detengámonos, hermanos y hermanas, un momento en estos dos aspectos: "tanto amó" y "dio". Algunas de sus palabras, las que he destacado en letra negrita, son las que aparentemente necesitan alguna explicación. Intentémosla, modestamente, a continuación.
----------A primera vista, en efecto, esta afirmación hecha por el Santo Padre parecería ser la expresión de una gnoseología existencialista más o menos del tipo de la de Guillermo de Ockham [1287-1347] o de Martín Heidegger [1889-1976], para quienes el intelecto no capta lo existente mediante contenidos conceptuales o sea mediante ideas o doctrinas, que expresan en modo abstracto la esencia de este existente, sino que, para este tipo de filosofía, el conocimiento capta o llega a lo existente directamente, experimentalmente o intuitivamente, eventualmente en modo afectivo, en su concreción existencial.
Breve exposición de la gnoseología existencialista
----------En esta concepción gnoseológica o teoría del conocimiento existencialista, el pensamiento no contendría conceptos, juicios o doctrinas mediante los cuales el pensamiento se representa lo real externo, sino que lo real externo se haría presente al pensamiento directamente en su concreción y singularidad existencial. Por eso (siempre según esta gnoseología) si yo pienso en una persona, yo no la capto mediante un concepto mío de esa persona, sino simplemente haciendo experiencia de esa persona.
----------Y si se diera el caso que esta persona no está directamente presente para mí, porque ha vivido en el pasado, yo no tengo (siempre según esta gnoseología) necesidad de conocerla mediante conceptos abstractos y universales, sino que es suficiente que, por ejemplo, yo lea un libro que hable de esa persona, para que el contenido de mi pensamiento sea inmediatamente e intencionalmente esa misma persona.
----------En efecto, según la gnoseología del existencialismo, no es el concepto, sino el lenguaje lo que captura lo real. Por ejemplo, si tomo un libro que habla del general José de San Martín [1778-1850], tal libro ¿se expresa en un lenguaje? Ciertamente, no hay ninguna duda. Pues bien, para que yo sepa quién ha sido don José de San Martín no es necesario que yo me haga un concepto de San Martín, sino que es suficiente que yo lea el libro. Esto es lo que presupone la teoría del conocimiento del existencialismo.
----------De hecho, según el existencialismo, el libro, ese libro sobre el general San Martín, no contiene un pensamiento o una doctrina sobre don José de San Martín, sino que contiene al propio José de San Martín, en el sentido de que, él, José de San Martín, es atemáticamente alcanzado o experimentado en este conocimiento existencial mediante el simple lenguaje, aunque se trate de una realidad del pasado.
----------Esa es, precisamente, la teoría nominalista de Guillermo de Ockham, que asigna a las palabras la función gnoseológica de los conceptos, de los cuales, como se sabe, Ockham niega la universalidad. Ockham explica cómo el intelecto capta lo real sustituyendo la función representativa del concepto por el concepto entendido como término o palabra o nombre con el cual se designa la cosa misma, que ahora no es alcanzada mediante una representación mental abstracta y universal, sino que es inmediatamente intuida en su concreción existencial en el nombre que la designa. El enfoque occamista reaparece en la así llamada "filosofía analítica" de la escuela de Oxford en los años 1960s, con la propuesta de sustituir, en el saber teológico, las nociones de la metafísica con la sistematización lógico-gramatical de los términos del lenguaje religioso.
----------Para expresarme de otra manera, y así explicarme a los lectores, se puede decir que el filósofo existencialista admite, sí, por supuesto, el pensar, pero para el existencialista el pensar no pasa por doctrinas; el pensamiento no contiene conceptos que le permitan tener como contenido lo real, sino que el pensamiento tiene como contenido directamente lo real sin necesidad de la intermediación del contenido conceptual.
Breve crítica a la gnoseología existencialista
----------Ahora bien, debería estar claro que una tal gnoseología es errónea y excesivamente pretenciosa, abusivamente ambiciosa. Porque no es precisamente la mente humana la que tiene por contenido directamente lo real, sino la mente divina, la cual, siendo ideadora y creadora de lo real, hace presente lo real en sí misma inmediatamente y aprioricamente, sin necesidad como nosotros de conocer lo real mediante conceptos obtenidos por abstracción a partir de la experiencia sensible de la realidad externa.
----------Por consiguiente, un libro escrito por un hombre, aunque se trate, como en el caso del Evangelio, de un libro en el que se expresa la divina Revelación, ¿qué hace tal libro? No hace más que tratar, mediante conceptos y doctrinas, de la persona de Nuestro Señor Jesucristo, refiere a esa persona, hace conocer esa persona, pone en contacto con esa persona, pero no contiene la persona en sí misma, a menos que no reduzca esa persona al concepto de esa persona. Pero entonces se caería en la gnoseología idealista, que reduce el ser al pensamiento o la cosa al concepto de la cosa, como hace Georg W.F. Hegel [1770-1831].
¿Qué es el Evangelio? Comparación con la Santísima Eucaristía
----------Entonces, viniendo ahora al Evangelio, que es el tema de esta reflexión, nos preguntamos: ¿qué es el Evangelio? ¿Un libro que contiene inmediatamente a Nuestro Señor Jesucristo? No. Porque un libro, como ya hemos dicho, contiene conceptos, proposiciones y juicios, contiene pensamientos, que pueden ser recuerdos, contiene relatos, teorías, datos científicos, preceptos, enseñanzas o doctrinas, pero no, no contiene, no puede contener, la concreta realidad misma de una concreta persona dada en carne y hueso, así como el vientre de la madre contiene a su propio hijo. Y el Evangelio, que, desde este punto de vista, es un libro como todos los demás, no hace excepción a esta regla del pensar humano y de la comunicación humana.
----------Por lo tanto, el Evangelio, ese libro, cualquiera de los cuatro libros que conocemos, escritos por un hombre llamado Marcos o Mateo o Lucas o Juan, no es una fórmula mágica o espiritista que nos hace aparecer el alma del difunto en cuanto la pronunciamos, sino que es un modestísimo y humilde librito, que contiene una colección de conceptos humanos, los cuales, sin embargo, han sido y son elevados de significado por el Verbo divino e, interpretados por la Iglesia y su Magisterio, si nosotros los ponemos en práctica, nos ponen en contacto existencial y salvífico con nuestro Salvador, Nuestro Señor Jesucristo.
----------El libro del Evangelio, por consiguiente, contiene el mensaje de Cristo, el relato de la vida de Cristo, las enseñanzas y la doctrina de Cristo y sobre Cristo y el recuerdo de Cristo. Pero no contiene a Cristo como un recipiente concreto y subsistente contiene en su interior otra realidad concreta.
----------Desde este punto de vista se puede y se debe decir que el sacramento de la Eucaristía es el que realmente contiene a Nuestro Señor Jesucristo, en su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Por lo cual, quien hace la Comunión, no se hace un concepto de Cristo, no escucha simplemente la Palabra de Dios, sino que se nutre del mismo Cristo y de la Palabra de Dios hecha carne. Por consiguiente, en la Santísima Eucaristía, efecto de la Santa Misa, no solo tenemos una representación conceptual de Cristo como en el Evangelio, sino que tenemos a Cristo realmente presente sobre el altar y entre nosotros.
----------En efecto, por un lado, una cosa es el contener intencional o conceptual, propio de un texto literario, o el contenido de pensamiento expresado en un libro cualquiera, aunque se trate del Evangelio. Y por otro lado, otra cosa bien distinta es el contener realmente a Cristo, por parte de una realidad sacramental concreta como la Eucaristía, del modo como una realidad contiene a otra.
En conclusión: ¿cómo interpretar las palabras del Santo Padre?
----------Por lo tanto, interpretar las palabras del Papa (no sólo este Papa, sino cualquier Papa de la historia) cuando enseña como Maestro de la Fe y en orden a nuestra salvación, como si el Papa fuera un existencialista o un adepto a cualquier filosofía o corriente de pensamiento, sería algo totalmente engañoso y profundamente ofensivo para su inteligencia y para su fe, como si el Papa fuera un tonto que no conoce ni siquiera el funcionamiento normal de la inteligencia humana y su relación con la práctica.
----------Nadie duda que el papa Francisco no es un teólogo del calibre de, por ejemplo, el papa emérito Benedicto XVI u otros Papas que han sido eximios teólogos; y no hay ninguna duda que frecuentemente sus limitaciones intelectuales y expresivas causan problemas para comprender lo que él intenta decir, lo cual si se consideran también sus visiones parcializadas o frecuentemente partidistas en el contexto de las divisiones que hoy laceran la Iglesia, lo vuelven acaso en parte responsable de la confusión y desorientación que hoy los fieles viven en la Iglesia. Pero una cosa es afirmar eso, las limitaciones o debilidades o pecados que, como uno más de los hijos de Adán, puede afectar el oficio pastoral de un Romano Pontífice, en lo cual es pasible de equivocarse y hasta de pecar, y otro cosa bien distinta es olvidar que cuando cumple su oficio magisterial es infalible, pues más allá de sus eventuales limitaciones y ambigüedades expresivas, cuando cumple su oficio de Maestro de la Fe, como Vicario de Cristo, enseña indefectiblemente la Verdad de Cristo.
----------De modo que, entonces, la correcta interpretación de las mencionadas palabras del Papa en la homilía de la Misa del pasado 14 de marzo, es la siguiente: él ha intentado decir que la doctrina evangélica está dirigida al encuentro existencial con Cristo, que no nos debemos encerrar como los gnósticos dentro de los conceptos, aunque fueran verdades de fe, sin un contacto práctico con la realidad de Cristo, a la que ellos representan y que, por tanto, de nada serviría, y de hecho sería condenable, conocer incluso todo el sistema teológico de santo Tomás de Aquino, si luego no se pusiera en práctica el Evangelio en una afectuosa unión con Cristo y en una sincera dedicación a las necesidades del prójimo.
----------Por consiguiente, las palabras del Santo Padre no deben tomarse a la letra, literalmente, sino que es necesario comprender lo que ha intentado decir. Él ha querido decir que el Evangelio, por cuanto su conocimiento es necesario y preliminar a la salvación, no es una simple doctrina sobre Cristo o de Cristo. Por tanto, por más sacrosanta que sea la doctrina de Cristo, ella está sólo dirigida al contacto concreto y a la comunión vital y sacramental con Cristo mismo, vivo y presente.
----------El propósito del Evangelio es conducirnos a la Eucaristía. Esto ha intentado decir el Papa. Él está justamente preocupado que se evite un concepto idealista o gnóstico del Evangelio o del cristianismo, por el cual el pensamiento o la idea, en lugar de proyectarse sobre lo real, gira de manera narcisista sobre sí mismo, un pensamiento o un idea por los cuales la trascendente e infinita realidad de Cristo se reduce y se resuelve en una idea, en un sistema conceptual o en los esquemas abstractos de las ideologías o de las adoctrinamientos y en las imposiciones de los fundamentalismos y de los proselitismos de la soberbia humana.
----------Una vez más: no hace falta gastar muchas palabras para recordar que el Papa, todo Papa, es el supremo maestro, custodio e intérprete en la tierra de la sagrada doctrina de Cristo, que es la doctrina del Evangelio, y por tanto es censor de las falsas doctrinas, a fin de que el pueblo de Dios que le ha confiado Cristo, sea abundantemente nutrido por la Palabra de Dios y pueda alcanzar los verdes pastos de la vida eterna.
Padre Filemón, en esta ocasión estoy de acuerdo con lo que dice el Papa. En cambio, con usted, en parte sí y en parte no.
ResponderEliminarSiempre he creído que al leer el Evangelio, yo escuchaba directamente a Jesús que hablaba. De manera similar, por ejemplo, cuando leo que Moisés habla a Dios frente a la zarza ardiente, para mí el autor no ha estado allí (frente a la zarza), pero está Dios que habla.
Por caso, por ejemplo, para ser honesto, durante años no he sabido quién era el autor o los autores del Antiguo Testamento, aún cuando lo he leído con frecuencia y ha llegado a conocerlo discretamente. Ahora me encuentro que Ud. hace la distinción entre el autor y lo que el autor me refiere. Disculpe la blasfemia, pero en este caso me tienta a decir que la Eucaristía es solo un signo y no el Cuerpo de Cristo.
Por lo demás, con la distinción entre el autor y la obra, surge un problema hermenéutico al que no es fácil dar solución, pues la primera pregunta que me vería obligado a hacerme es: ¿el autor del Evangelio ha informado la verdad o ha trabajado con la fantasía o la imaginación, dado que que a los hombres nos atraen los hermosos cuentos de hadas y las fábulas?
Por supuesto que no quiero poner en duda la Tradición, que es importantísima para integrar lo que no ha sido escrito y sin embargo se ha transmitido de generación en generación cristiana, pero yo, como máximo le concedería que el Cristo, al que se me refiere en el Evangelio, es solo una perspectiva real suya, pero que para su completo conocimiento es necesario también conocer la tradición milenaria también; y añadiría como indispensable también la lectura de lo expresado por los Padres de la Iglesia a lo largo de los siglos. Me adelanto a agradecerle por la amabilidad con la que Ud. seguramente querrá leer este comentario. Me despido hasta la próxima, mientras le expreso mis más sinceros y mejores deseos para la próxima Santa Pascua del Señor.
En la encíclica Redemptoris Missio, del papa San Juan Pablo II leemos:
ResponderEliminar"[...] Jesús mismo es la 'buena noticia', como afirma ya al inicio de la misión en la sinagoga de su patria, aplicándose a sí mismo las palabras de Isaías sobre el Ungido, enviado por el Espíritu del Señor (Lc 4,14). Siendo la 'buena noticia', en Cristo hay una identidad entre mensaje y mensajero, entre decir, actuar y ser. Su fuerza, el secreto de la eficacia de su acción reside en la identificación total con el mensaje que anuncia: proclama la 'buena noticia' no sólo con lo que dice o hace, sino con lo que es".
Quizás con la expresión "el contenido del Evangelio no es una idea ni una doctrina, sino Jesús", el Papa Francisco también quiso resumir, de alguna manera, lo expresado anteriormente por su predecesor polaco.
Estimado Joaquín, respondo a tus objeciones.
ResponderEliminar1. Dices: "Siempre he creído que al leer el Evangelio, yo escuchaba directamente a Jesús que hablaba". Pero ¿quién lo niega? ¡Esto es evidente! Está claro que no has comprendido la dificultad interpretativa que surge o puede surgir de una primera lectura de las palabras del Santo Padre. El Papa, de hecho, dice: "el contenido del Evangelio no es una idea ni una doctrina, es Jesús". Ahora bien, si queremos ser precisos, el contenido de un libro, ¿qué es sino una doctrina, es decir, un conjunto de palabras y de conceptos? Ahora bien, Jesús no es una doctrina, sino una persona de carne y huesos. Y por consiguiente, ¿cómo puede ser Jesús el contenido de un libro como el Evangelio? Entonces, en el Evangelio nosotros leemos de las palabras dichas por Jesús, una doctrina enseñada por Jesús. Por consiguiente, el Evangelio contiene una doctrina enseñada por Jesús, no lo contiene a Jesús, sino que se refiere a Jesús, el cual es el autor de esa doctrina que es enseñada por el Evangelio.
Sin embargo, es posible que el Santo Padre con esas palabras quisiera decir que el Evangelio no expone una doctrina como podría hacerlo un tratado de filosofía o de teología, sino que nos habla de Jesús. Sin embargo, siempre queda que el Evangelio indudablemente contiene la doctrina de Jesús, que nos es enseñada por la doctrina de la Iglesia y de la cual se preocupa en vigilar y cuidar la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe, que es la que ayuda al Papa en su enseñanza como Maestro de la fe.
2. La distinción entre el autor y lo que dice el autor es una distinción de palmaria evidencia, que incluso un niño de escuela primaria puede hacer, cuando distingue al pequeño Pablito del cuaderno escrito por Pablito. Una cosa es Jesús y otra cosa es el contenido del Evangelio. Jesús es Jesús mientras que el Evangelio habla de Jesús- ¿He sido ahora suficientemente claro?
Querido Rubén,
ResponderEliminarno hay duda de que Jesús es Verbo hecho Persona, es decir, subsistente.
Sin embargo, es evidente que el Evangelio es un conjunto de palabras. ¿Qué cosa son estas palabras? Por supuesto, no son Jesús, sino que son palabras humanas en las cuales Jesús expresa su doctrina, se nos manifiesta y al mismo tiempo son palabras que nos hablan de Jesús.
Por lo tanto, en Jesús es necesario distinguir la Palabra, o sea el Verbo, la Persona divina, y las palabras de Jesús, o sea su doctrina, como hombre.
Por consiguiente, está la Palabra y están las palabras, está lo divino y está lo humano.
Jesús, hombre y Dios, es la Palabra, que se expresa en un conjunto de palabras, es decir, en una doctrina, que es la doctrina del Evangelio o doctrina de Jesús.
En este sentido debemos decir que el Evangelio contiene propiamente palabras, que nos hablan de la Palabra.
En este sentido, yo también creo que estamos conectados con lo que dijo san Juan Pablo II, por lo que me parece que tu enfoque es el correcto.