sábado, 20 de marzo de 2021

María Corredentora

Me complace poder tratar nuevamente este sábado acerca de Teología Mariana, o Mariología. La ocasión para hacerlo ha brotado de un comentario de un lector en referencia a mi nota sobre la Santísima Virgen María del pasado sábado. El lector planteó en el foro una cuestión a la que conviene volver a responder (aunque ya lo hice un año atrás). En alguna parte recordó el padre Leonardo Castellani que Godofredo de Fontaines [h.1250-h.1306] "dijo que peca mortalmente el doctor en teología que consultado por un pobrete no responde; porque para eso le paga la Sorbona si es catedrático, o le dan limosnas si es religioso". Y que se entienda bien: lo de "pobrete" como calificativo para mi interlocutor del foro es porque mostró cierta pobreza de información catequética, al ignorar una sencilla distinción. Por otra parte, y en todo caso, la presente nota viene mandada por la tercera de las obras de misericordia espirituales: corregir a quien está equivocado.

----------El destemplado comentario del lector a mi nota del pasado sábado se refería a cuando el Santo Padre, el 12 de diciembre de 2019, en la homilía de la Misa para la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, hablando de María, y de aquellos que insisten en peticionar la definición de un nuevo dogma, referido a María bajo el título de "Corredentora", calificó tal petición de "tonteras". En realidad, el papa Francisco dijo en aquella oportunidad: "Fiel a su Maestro, que es su Hijo, el único Redentor, jamás quiso para sí tomar algo de su Hijo. Jamás se presentó como co-redentora. No, discípula (...) Cuando nos vengan con historias de que había que declararla esto, o hacer este otro dogma o esto, no nos perdamos en tonteras...".
----------En mi nota del pasado sábado hice referencia a ciertas expresiones mariológicas del papa Francisco, un tanto ambiguas o aparentemente inexplicables, que necesitan ser interpretadas en el sentido correcto y católico. Y en el foro de este blog se me acusaba de mala intención, por no referirme a lo expresado por el Santo Padre aquel 12 de diciembre de 2019, como si yo pretendiera ocultarlo, cual si fuera algo inexplicable. En realidad, el mencionado lector, mostraba no haber leído mis notas anteriores sobre el tema (claro que ni obligación tenía) además de manifestar ignorancia del Catecismo (lo que sí es, en verdad, importante). Todo lo cual me lleva, como digo, a intentar cumplir aquí, con la mejor de mis disposiciones, hacia él (y hacia todos los lectores a quienes esta nota les sea de utilidad) la tercera de las obras de misericordia espirituales.
----------Y entrando, pues, en materia, lo primero que me parece hay que decir, es que esta negación del título de corredentora a la Santísima Virgen produce mucha sorpresa, porque, si bien no se trata de un título dogmático como la inmaculada concepción o la asunción al cielo, el término o cuanto menos el concepto, aunque si bien no expresado con ese término, tiene una sólida base bíblica y en la Tradición occidental y oriental desde los primeros siglos, como lo demuestra abundantemente el famoso y docto mariólogo padre Gabriele Roschini (véase la Enciclopedia Católica, en el término Corredentrice y su importante tratado de tres volúmenes: Mariologia, vol.II, pars secunda, Editrice Ancora, Milano 1942, pp.297-479). Para mencionar al menos una obra que pueda acaso ser más conocida en nuestro medio, menciono el manual de Mariología que era más popular cuando cursé mi seminario, el del padre Gregorio Alastruey (cf. Tratado de la Virgen Santísima, BAC, Madrid 1945, pp.723-737), sin detenerme ahora a citar los tratados mariológicos más actuales.
----------Me basta aquí con volver a la mencionada obra de Roschini, quien cita declaraciones de numerosos Papas, desde Pío IX hasta Pío XI, favorables a la corredención, (tengamos en cuenta que su Mariología es de 1942) aunque no siempre los Papas utilicen el preciso término "corredención".
----------Digamos inmediatamente que el término corredentora, si es rectamente entendido, no presenta ninguna dificultad por el simple hecho de que todo cristiano es al fin de cuentas un corredentor, un colaborador o imitador de Cristo redentor, o sea, participa en la obra de la redención, la hace suya, se hace instrumento de redención, deja que sea Cristo mismo quien redima y actúe en él. Y así como Cristo redime y salva a los hombres, así el cristiano en Cristo o Cristo en el cristiano se hace redentor y salvador de los hermanos. De hecho, como dice San Pablo: "Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a ofrecer vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y grato a Dios; este es vuestro culto razonable" (Rom 1,2).
----------Ahora bien, el término "corredentora" nació en el siglo XIV, por iniciativa de un teólogo franciscano anónimo, y desde entonces siempre ha gozado del favor de los teólogos católicos. Un Papa que ha apoyado fuertemente este título mariano ha sido san Pío X, quien llegó a decir que si Cristo ha merecido la redención en un modo proporcionado (de condigno), Nuestra Señora la ha merecido en modo conveniente (de congruo), en la encíclica Ad diem illum, del 2 de febrero de 1904; mientras que a principios del siglo pasado tenemos algunos documentos del Santo Oficio, que hablan explícitamente de "corredentora".
----------En efecto, se puede decir que, con toda verdad, la vida cristiana se resume en una participación en la obra de la Redención. La vida de la gracia, como participación en la vida divina (2 Pe 1,4) no es otra cosa que participación en la obra redentora de Nuestro Señor Jesucristo. Naturalmente, este participar debe entenderse bien. No es que el cristiano complete con su parte la obra de Cristo o, como dice el Papa, "tome para sí" parte de la obra de Cristo poniéndose en el lugar que le corresponde sólo a Nuestro Señor.
----------Nada de todo eso. A ningún católico jamás le ha venido en mente una cosa de tal género; esa ocurrencia sería un disparate. Esa es una calumnia luterana. Está claro que la obra de Cristo está perfecta y completa, y el cristiano no puede hacer en lugar de Cristo nada de lo que Cristo ha hecho o debe hacer. ¿Acaso puede una creatura completar la obra de un Dios? Participar en la obra de la Redención quiere decir vivir imperfectamente, pero con sinceridad y fervor, dentro de los límites de las propias fuerzas, aquello que en Cristo es perfecto; quiere decir vivir en gracia; quiere decir hacer propias las intenciones redentoras de Cristo, actuar y sufrir con Él, para Él y a causa de Él, llevar cada día la propia cruz, unirse a su sufrimiento redentor.
----------Ahora bien, María ha realizado de modo único, excelentísimo e inimitable esa participación en la obra redentora, que es propia del cristiano como tal. Nuestra Señora, en efecto, añade a tal participación común del fiel cristiano, su propia privilegiada y sublime participación, consistente en el hecho de haber vuelto posible con su asentimiento al ángel la obra misma de la Redención, de haber sido asociada a esa obra en una condición moral de absoluta inocencia y de altísima santidad, de haber sido, como Madre de Cristo, la criatura más cercana a Él, aquella que más ha comprendido y compartido la vida del Hijo en su intimidad, en su amor por la humanidad, en su obediencia al Padre, en su predicación, en la escucha del Espíritu Santo, en sus intenciones, en la lucha contra el mal, en sus secretos, en sus sentimientos, en sus pensamientos, en sus proyectos, en sus acciones, en sus alegrías y en sus sufrimientos, en el momento supremo de la Cruz.
----------El Concilio Vaticano II, tras amplia discusión, no aceptó el término "corredentora", sin embargo el Concilio expresa exactamente su concepto cuando dice: "La Santísima Virgen (...) concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia" (Constitución dogmática Lumen gentium, n.61).
----------Los Padres del Concilio, junto y bajo el Romano Pontífice, papa san Pablo VI, al decidirlo así, han contentado o complacido a aquellos que no querían la palabra, el término "corredención", pero han podido contentarlos porque han podido salvar el concepto. Que se hable de "corredención", de "cooperación" o de "colaboración", en realidad interesa poco. Lo esencial, entonces, aquello que verdaderamente cuenta, es que el Concilio Vaticano II aprobó el concepto de "corredención". De modo que, en este punto, es necesario tener en claro que hablar utilizando el término de "corredención" es del todo lícito y correcto, dado que ha sido aprobado por el Concilio el concepto correspondiente. No nos aferremos a las palabras (como abusivamente hacen tantos fundamentalistas en otras cuestiones), dejemos libre a cada uno, incluidos los Papas desde Pío IX hasta Juan Pablo II, y hasta el papa Francisco, dejemos que sean libres para expresarse como prefieran, siempre que, sin embargo, la palabra, el término "corredención", no sea rechazado, como si escondiera quién sabe qué herejía clandestina, mientras que bien sabemos que la herejía es de los luteranos, que no admiten ninguna participación en la obra redentora de Nuestro Señor Jesucristo, ninguna participación, no sólo la más sublime, inocente y santa participación, la de María, sino incluso la participación de cualquier cristiano en la obra redentora.
----------La preocupación por salvaguardar la función única de Cristo como Hijo de Dios en la obra de la redención no debe ser un pretexto para rechazar la redención participada, desde aquella participación de Nuestra Señora hasta aquella participación del último de los fieles. El rechazo del término "corredentora" por parte del Papa refleja una opinión privada suya, que no invalida ni el concepto, que también ha sido declarado por el Concilio Vaticano II, ni invalida toda la tradición magisterial precedente, tanto es así que hay teólogos que han argumentado y siguen hoy argumentando con sólidas razones que, ya que el concepto ha sido desde siglos enseñado por la Iglesia, el título podría ser dogmatizado.
----------Repito, entonces, lo que le respondí en particular al lector de mi nota del pasado sábado: en el campo teológico, un Papa no es infalible y puede expresar sus opiniones, opiniones que, sin embargo, no constituyen magisterio pontificio. Una cosa es la Fe y la doctrina de Fe de la Iglesia, y otra cosa es la teología, que es reflexión sobre la fe, sirviéndose de la filosofía. Por lo tanto, cuando un Papa se expresa en el ámbito teológico no es infalible, y al expresarse el Papa en ese ámbito, el fiel católico no está obligado a seguir sus opiniones, que eventualmente pueden estar equivocadas, sin peligro para la fe, ni daño para la infalibilidad pontificia. Por ejemplo, el creer, como enseña el beato Juan Duns Escoto, que el atributo divino fundamental sea la infinitud y no el ipsum Esse, como enseña santo Tomás de Aquino, es un error teológico, que sin embargo no provoca daño a la fe. Y otro ejemplo es el tema que hemos abordado en la presente reflexión: negar que la Santísima Virgen sea corredentora, ¡pero cuidado! me estoy refiriendo a negar el concepto de corredención es un error teológico, que sin embargo no compromete los dogmas marianos. Un Papa puede no ser un teólogo, y no por esto compromete la infalibilidad pontificia. Se sabe que Joseph Ratzinger, papa emérito Benedicto XVI, es un teólogo muy superior a Jorge Bergoglio, pero esto no disminuye en nada a la infalibilidad doctrinal del papa Francisco. Porque error en teología no es igual a error en doctrina de fe: el papa Francisco puede cometer errores teológicos, pero no errores doctrinales.

8 comentarios:

  1. No entiendo esta absurda negativa a reconocer la obra corredentora de la Santísima Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Ella colabora con su Hijo porque como Madre lleva a los hijos suyos y hermanos de Jesús, al Señor. Es lógico que los Luteranos, por las opciones de fe que han hecho, no reconozcan ningún rol a la Virgen María. ¿¿Pero nosotros?? Yo desde el principio he acudido a la Madre celestial para que me ayude a salir del pecado, y he podido salir de él!!! Y estoy sumamente agradecida, y trato de vivir mi vida de cristiana en constante agradecimiento. Y además, ¿no es cierto que cada uno de nosotros cuando amonesta y aconseja a un pecador, se convierte en colaborador de Jesús en la corredención?

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  2. Si el título "Corredentora" es entendido correctamente no existen problemas. Pero precisamente la cuestión puede dar lugar a malentendidos que no necesariamente caen en la hostilidad luterana.
    Benedicto XVI, en los tiempos en que era cardenal Ratzinger afirmaba que: "No creo que se dé vía libre a esta petición, que entre tanto ha obtenido el consenso de millones de personas, en tiempos previsibles. Según la Congregación para la Doctrina de la Fe, aquellas características de María que la propuesta quisiera poner en primer plano pueden ser mejor expresadas con otros títulos de María, mientras que la fórmula 'Corredentora' se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de los Padres de la Iglesia, y puede por tanto producir equívocos".

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  3. Querido padre Filemón:
    ¿Es María Madre de Dios?
    Si es así, en mi opinión, no hay problema en llamarla corredentora. Basta solo con entenderse. Así como María no ha nacido antes Dios y no existió antes que Dios, tampoco María redime independientemente (más allá) de Jesucristo ni a la manera de Cristo. Por el momento, el Papa (este Papa y los anteriores) no ha declarado herejes a quienes dicen que María es corredentora, sino que solo ha expresado su opinión sobre un eventual dogma. Eso significa principalmente solo que quizás el papa Francisco no hará un dogma al respecto y tiene derecho a decidir no hacerlo y a encontrar razones para no hacerlo. Sin embargo, creo que las palabras del Papa no son tan rígidas como para detener cualquier nueva reflexión sobre el título de corredentora aplicado a María, o sobre la utilidad del término corredentora.
    El sentido de las palabras del Papa me parece que es el siguiente: es inútil romperse o romperme la cabeza acerca de un título de corredentora si luego (o antes) no consideramos a María nuestra tierna Madre. A María se le pueden agregar títulos, sin embargo, de nada sirve gastar muchas palabras si luego no existe verdadera devoción.
    En mi opinión, no se excluye que en el designio divino algún día también será definido el dogma de María corredentora.
    María es el "refugio de los pecadores"; pero, a decir verdad, ese título también podría ser malentendido. Porque María no es refugio de todos los pecadores, sino de aquellos que se vuelven a Dios arrepentidos, y se vuelven a ella, a pedir el verdadero arrepentimiento, la misericordia de Dios, su perdón, etc.
    Los términos son equívocos pero la sustancia, es decir, el concepto, es lo fundamental.

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  4. Querida Belén,
    ciertamente!
    Como ya he escrito en mi artículo, la corredención en el fondo, y básicamente, no es otra cosa que la participación en la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, y por lo tanto todo cristiano es, en definitiva, un corredentor. Ahora bien, dado el hecho de que en toda la humanidad la criatura que más ha colaborado ​​en la obra de Redención cumplida (en su plenitud) por Cristo es Nuestra Señora, está claro que a ella le conviene en modo excelente el título de Corredentora.

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  5. Estimado Cristero Argentino,
    ¿Cuántos son los términos teológicos que no se encuentran en la Escritura o en los Padres, que existen en los teólogos escolásticos y en el Magisterio de la Iglesia? ¿Y entonces qué? ¿Acaso queremos tener los escrúpulos de los luteranos que no aceptan ni la teología escolástica ni el Magisterio de la Iglesia? ¿Y, al fin de cuentas, para qué sirven esos términos, sino para explicar la Sagrada Escritura? Por supuesto, el término puede dar lugar a equívocos y malentendidos; pero si debiéramos quitar hoy de la teología todos los términos que pueden dar lugar a equívocos y malos entendidos, ¿qué es lo que nos quedaría? Lo importante es no prohibir el uso de los términos, y explicarlos (sabiendo que lo importante son los conceptos, que son lo que quiere enseñarse con los términos). El término "corredención" tiene la ventaja de poner claramente en juego la REDENCIÓN, que es el acto salvífico fundamental de Nuestro Señor Jesucristo, y en consecuencia de todo cristiano, claro que, se entiende por supuesto, POR PARTICIPACIÓN (porque la obra de la Redención ha sido cumplida por entero por Cristo).

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  6. Querido Ernesto,
    agradezco tus equilibradas consideraciones.
    Yo considero que un mañana quizás no tan lejano este título de María Corredentora podría ser dogmatizado.

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  7. Querido padre Filemón. Ayer miércoles, en su catequesis, el papa Francisco ha vuelto a negar el título de "corredentora" a la Virgen. Sus frases han sido: "la Virgen que, como Madre a la cual Jesús nos ha encomendado, envuelve a todos nosotros; pero como Madre, no como diosa, no como corredentora: como Madre. Es verdad que la piedad cristiana siempre le da bonitos títulos, como un hijo a la madre: ¡cuántas cosas bonitas dice un hijo a la madre a la que quiere! Pero estemos atentos: las cosas bonitas que la Iglesia y los Santos dicen de María no quita nada a la unicidad redentora de Cristo. Él es el único Redentor. Son expresiones de amor como la de un hijo a su madre –algunas veces exageradas–. Pero el amor, nosotros lo sabemos, siempre nos hace hacer cosas exageradas, pero con amor".

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  8. Querida Belén,
    efectivamente, el Santo Padre repite el argumento teológico fundamental: el único Redentor es N.S. Jesucristo, y en cierto modo repite el criterio manifestado por el papa Benedicto XVI desde sus tiempos de cardenal. El Papa comprende todos los títulos de amor, incluso los excesivos, con los que el pueblo fiel se dirige a la Madre del Cielo, pero él (en su opinión teológica personal) no considera adecuado el título de Corredentora, tal cual como lo estimaba Ratzinger.
    De todos modos, insisto en mi opinión teológica personal: quizás llegue el día, y es probable que yo no lo vea en esta tierra, que el título de Corredentora será dogmatizado. Y allí se acabarán las discusiones teológicas.

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