domingo, 7 de marzo de 2021

La crisis del intelectual en nuestros tiempos (3/)

Invito este domingo a mis benévolos lectores a retomar nuestra serie de temas de perfil sociológico-teológico acerca de la que hemos descripto como crisis del intelectual en nuestros tiempos. Ya he dicho que creo que esta serie de notas será larga, y que no me he puesto plazos para la tarea de repasar mis viejos borradores, corregirlos, actualizarlos y publicarlos; pero, a fin de que no nos olvidemos de esta tarea, he aquí la tercera entrega (y cito aquí los enlaces de las dos anteriores: el de la primera, y el de la segunda).

----------El sentido común nos dice que, tras la introducción (en las dos primeras notas) de presentación del tema de esta serie, corresponde ahora que entremos directamente en materia, y como primer paso el recto orden expositivo nos indica que respondamos a la simple pero fundamental pregunta: ¿Quién es el intelectual? La respuesta la daremos en varias notas, comenzando por esta primera, en la que examinaremos el problema, a través de una breve reseña de las concepciones corrientes acerca del ser del intelectual.
----------Pues bien, mi impresión es que en la sociedad contemporánea, tanto la figura como la esencia del intelectual no son, con tanta frecuencia, concebidas y presentadas (y en consecuencia ni siquiera actuadas o implementadas) de una manera satisfactoria, sea que se tenga la intención de aprobar la figura y la esencia del intelectual, sea que se tenga la intención de rechazarlas.
----------En efecto, quien está inclinado a la simpatía hacia el intelectual, hoy por hoy termina por concebirlo como un elemento social aséptico, o por decir mejor, ácido, corrosivo, e incapaz por lo tanto de seria contribución a la verdad y a la sociedad. Quienes ven así al intelectual, son los herederos del "criticismo" kantiano, los cuales, al poner en discusión o al "criticar" los mismos principios que hacen posible toda crítica (cfr. por ejemplo el problematicismo), terminan por ser a-críticos o abúlicos, agitados hacia aquí o hacia allá como veletas esclavas del viento, según las modas del momento. Se trata de personas, como dije, ácidas, corrosivas, pero que se corroen a sí mismas antes de corroer a los demás, y de las cuales por consiguiente es mejor estar alejados. El propio idealismo, en el que la gran mayoría de estos críticos termina cayendo, los vuelve soberbios e intolerantes, incapaces de escuchar a otro que no sea a sí mismo, desde el momento que para ellos la realidad no es más que pensamiento (sobre todo el propio pensamiento), por lo cual no solo no escuchan a los demás, sino que no reconocen ni siquiera la existencia de los otros.
----------Otros en cambio, como es el caso de los marxistas, son más realistas, más generosos y menos dotados de la acrimonia de los anteriores, pero no saben reconocer al intelectual toda aquella libertad e independencia que, en cuanto intelectual, le compete. Digamos mejor que los marxistas no son coherentes en ese reconocimiento, porque mientras por una parte lo presuponen implícitamente como razón de fondo de su lucha anti-capitalista y anti-burguesa, por otra parte, en sus afirmaciones explícitas, lo niegan. Así, en el marxismo, el intelectual tiende a ser concebido como alguien al servicio de ideales (ideales solo humanos por supuesto), que, aunque elevados, no agotan ciertamente sus más profundas aspiraciones y posibilidades.
----------Además de los anteriores, que intentan asignar un rol positivo al intelectual, y que por lo tanto simpatizan con él, nos encontramos con los que desconfían del intelectual, o incluso lo desprecian o lo ignoran. Se trata respectivamente de: 1) los falsos místicos, 2) los reaccionarios y 3) los neopositivistas. Consideremos a continuación cada una de estas tres categorías de anti-intelectuales, aunque, por supuesto, lo haremos de modo muy breve y en reseña (pues de cada una podrían escribirse libros).
----------La hostilidad de los falsos místicos contra el intelectual y contra su oficio, es más insidiosa que las otras, porque se reviste de pretextos nobilísimos, tomados prestados de la teología o incluso precisamente de la mística, e implementados por lo tanto para seducir también a los espíritus mejor intencionados.
----------Al contrario de lo que ocurre con los marxistas, que sobre la huella del antropocentrismo renacentista sobrevaloran y absolutizan los valores humanos, los falsos místicos combaten exageradamente dichos valores, identificándolos con el pecado, con las ilusiones, o con la caída del ser. Son los herederos del pesimismo luterano, entre los cuales, en el siglo XIX, podemos citar a Arthur Schopenhauer [1788-1860]. De tal manera, estos falsos místicos se la agarran contra la razón humana, que es precisamente el órgano natural del intelectual, en cuanto representa un valor humano. En nombre de la Gracia, de la santidad, de la salvación, de la conciencia, de la unión con Dios, estos falsos místicos de torcida mística, quisieran destruir la razón natural y la misma naturaleza humana, mientras que, en realidad, la vida divina y espiritual-sobrehumana no puede injertarse sino sobre una naturaleza que tenga un mínimo de vitalidad racional.
----------En segundo lugar, los reaccionarios odian al intelectual, porque son obscuramente conscientes del hecho de que los intelectuales pueden hacer luz sobre sus injusticias y, por lo tanto, demostrar la necesidad de cambiar un estado de cosas, que ellos, los reaccionarios, intentan en cambio absolutamente conservar; por lo tanto ellos reaccionan violentamente a la obra del intelectual, obra de apariencia tan escasamente material, pero que en realidad, transmite su influencia educativa en beneficio del pueblo, de los pobres y de los explotados, pone las bases de una revolución espiritual y material, contra la cual los reaccionarios, temerosos de ser privados de aquel poder que injustamente detentan, empeñan todas sus fuerzas. Es difícil (dado lo evidentemente odioso de una conducta como ésta) que los reaccionarios jueguen a cartas descubiertas, pero en los contados casos que lo hacen entonces tenemos a un Nicolás Maquiavelo [1469-1527] y en general a los exaltadores de la violencia y de la prepotencia, como Friedrich Nietzsche [1844-1900]. Sin embargo, por lo general se enmascaran detrás de etiquetas insospechables, y entonces tenemos los "católicos de vanguardia", o detrás de otras etiquetas no tan insospechables, porque no están del todo privadas de un alma reaccionaria, como el marxismo.
----------En tercer lugar, los neopositivistas ignoran quien es realmente el intelectual. Dado de hecho que el término "intelectual" deriva de "intelecto", y ya que el intelecto se vincula a una actividad no empírica, que para los neopositivistas no tiene ningún significado, viene a suceder que para ellos el término "intelecto" y, en consecuencia, el término "intelectual", están privados de real significado.
----------Los neopositivistas representan por consiguiente, entre todas estas categorías de pensadores, los más intelectualmente carentes y aquellos que menos podrán apreciar el tema que aquí tratamos. Son ellos los que, por lo tanto, desde el inicio de esta serie de notas, están implícitamente invitados, repitiendo el pensamiento de san Pablo, a ni siquiera intentar entender, salvo que renuncien a sus prevenciones.
----------Con los otros pensadores es más fácil discutir, porque, aun con sus defectos, conceden algo a la dignidad espiritual del intelectual. Sin embargo, también ellos, si no en manera tan grave como los neopositivistas, tienden en variada medida a perder de vista, la genuina espiritualidad del intelectual.
----------Para ir finalizando esta breve nota, diremos que la primera categoría, aquella de los hipercríticos, deberían darse cuenta que el intelectual, para poder salvar el sentido crítico, debe salvar aquellos principios metafísicos que lo vuelven posible, y el primero de todos es el principio de identidad.
----------A los falsos místicos es necesario hacerles comprender que el significado humano del intelectual no solo no se opone al verdadero misticismo, sino que es la condición normal, querida por Dios mismo.
----------Por último, respecto a los reaccionarios, que son los más rústicos, burdos, y los más cercanos a los neopositivistas, hay que reconocer que son aquellos con los cuales el diálogo es más difícil. Pero el camino para conducirlos a la comprensión de la espiritualidad del intelectual es probablemente el de hacerles comprender que la verdadera felicidad humana no está en las riquezas o en el poder, sino en la actividad intelectual, vinculada con el amor al prójimo y a Dios. Es necesario demostrarles la inmaterialidad y al mismo tiempo la eminente dignidad de la inteligencia por sobre los valores materiales.
----------Después de haber repasado brevemente y a modo de reseña las concepciones corrientes acerca del ser del intelectual y haber observado su insuficiencia, debemos intentar hacernos una idea más verdadera del intelectual y de su tarea específica, que es un oficio de vital importancia para la subsistencia misma de nuestra sociedad. Pero de esto nos ocuparemos en la nota siguiente de esta serie.
----------Si entre los amables lectores existen quienes quisieran profundizar en estas (insuficientes) concepciones del intelectual en la sociedad que hoy vivimos, recomiendo un puñado de libros, aunque sólo para aquellos que ya tengan su pensamiento bien formado en filosofía: Herbert Marcuse, El hombre unidimensional; Max Weber, El trabajo intelectual como profesión; Antonio Gramsci, Los intelectuales y la organización de la cultura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En ciertas horas del días se permitirán comentarios sin moderación. Los comentarios no cónsonos con el blog serán removidos. Igualmente los que falten a las normas del respeto personal.