viernes, 10 de noviembre de 2023

Sustancia y relación en la filosofía de la persona (3/6)

La reflexión teológica acerca del misterio de la Santísima Trinidad nos hace descubrir una dimensión relacional del ser, que Aristóteles no ha imaginado ni podía imaginar. No se trata, por supuesto bien entendido, de relativismo al estilo de Auguste Comte, que niega lo absoluto, sino del hecho de que el ser es efectivamente relacional, es decir, que lo absoluto no excluye sino que implica la relación recíproca. [En la imagen: detalle del Retablo de San Marcos, temple medio sobre tabla, obra de Fra Angelico, realizada entre 1438 y 1443, conservado en el Museo Nazionale di San Marco, Florencia, Italia].

Es necesario distinguir en la persona la relación de la acción
   
----------La relación es un "esse ad" que no dice necesariamente un ser con o un ser para, y ni siquiera un ser contra. Estas formas de ser son consecuentes al actuar. Sino que la relación se refiere simplemente al ser. La relación de por sí no nos dice si el agente está a favor de otro o en contra de otro, si lo ama o si lo odia, si vive con él en paz o si están en guerra, si están de acuerdo o si están en desacuerdo.
----------La relación, en buena lógica, simplemente pone en juego dos cosas, por lo cual yo sé qué es la una sólo si sé qué es la otra. Nótese bien: no digo que deban existir entrambas, sino que solo hablo de la concebibilidad de esas dos cosas. Para saber, por ejemplo, qué es el bien, es necesario que se sepa qué es el mal; pero el bien, por ejemplo Dios, puede existir perfectamente sin el mal.
----------Ciertamente, cuando hablamos de relaciones entre personas, nosotros suponemos por lo general que se trate de amor o de concordia o armonía. Así, si decimos que dos personas se relacionan, entendemos que se quieren bien o al menos que están de acuerdo o hay un diálogo entre ellas. Y así hablamos de relaciones afectivas o de relaciones de amistad. Si dos personas rompen una amistad, decimos que interrumpen sus relaciones. No hablamos nunca de una relación de odio o de envidia. Así, si dos Estados están en guerra, si dos personas están en conflicto entre sí, si una hace violencia a la otra, si un tirano oprime al pueblo, no decimos que las dos partes están en relación. Como mucho decimos que existen malas relaciones. Así es como distinguimos las buenas de las malas relaciones.
----------Por tanto, no debemos confundir en la persona la relación con la acción. La acción genera una relación, pero el estar en relación o el tener una relación con los otros no significa necesariamente la ejecución de alguna acción hacia ellos.
----------En la persona existen relaciones estables, trascendentales, naturales, necesarias e inevitables, que entran en la constitución misma de la naturaleza humana, de sus facultades, de sus hábitos e inclinaciones naturales, de sus fines intrínsecos y de su fin último que es Dios. De tal modo la persona no puede existir sin estas relaciones que concurren a constituirla como persona.
----------Pero lo que los relacionistas no comprenden es el hecho de que estas relaciones son accidentes realmente distintos de la esencia, del ser y de la subsistencia de la persona misma, la cual es el sujeto de estas relaciones, relaciones necesarias al sujeto, pero que no serían posibles sin este sujeto, que es presupuesto previo a las relaciones.
----------El concepto de sustancia es un concepto inevitable del pensamiento. Sustancia es un ente completo individual que subsiste en sí. Por tanto, querer sustituir el concepto de sustancia con el de relación no conduce a otra cosa que a hipostasiar la relación, transformándola en un ente imaginario que degrada y no sublima ni dignifica en absoluto el concepto de persona. La relación no constituye el ser de la persona, sino un ser accidental, que existe sólo en cuanto inhiere en la persona, y es de valor inferior a la persona.
----------¿Por qué la persona es una sustancia? Tratemos de explicarlo: la persona es una sustancia porque la persona es subsistencia de una naturaleza humana individual, y la sustancia es precisamente la subsistencia de una naturaleza o esencia individual completa, cual es precisamente la naturaleza humana sustentada en el subsistir de la persona. La personalidad, por tanto, dice existir en el sentido de subsistir, incluso antes de hacer referencia a la naturaleza humana que subsiste como persona.
----------La persona, por tanto, no está directamente conectada ni a la esencia ni a la naturaleza (esencialismo) ni a la existencia (existencialismo), sino al subsistir, que es el existir en sí, conjugado con el inherir, que es propio de los accidentes esenciales y contingentes, es decir, de la concreción, de las inclinaciones, del devenir, de las actitudes, de las disposiciones, de las dimensiones, de las modalidades, de las situaciones, de las condiciones, de las propiedades, de las potencias, de las facultades, de los actos, de los hábitos e de la historia de la persona.
----------La persona, por lo tanto, no es la colección o conjunto de un grupo de fenómenos o de apariencias sensibles o psíquicas estables o mutables, que yo reúno en torno a un centro imaginario, que me resulta útil para dar un nombre común al conjunto recolectado: Pablo, Juan, Pedro..., como ocurre en la antropología nominalista empirista o budista. No. La persona es un centro o núcleo o principio subsistente ontológico único con una muy precisa e irrepetible identidad (lo que el beato Duns Scoto llamaba haecceitas), núcleo inmutable y eterno, oculto bajo las apariencias fenoménicas propias de esa persona y no de otras, un sujeto del cual se ramifican o emanan múltiples propiedades o que da impulso a las manifestaciones, a los poderes, a las facultades, a las inclinaciones, a los hábitos y a los actos de esa persona determinada allí y ahora.
----------El citado núcleo ontológico captable por el intelecto y no por el sentido, hace de soporte, sostén, sustrato o sujeto o como se quiera decir, a las propiedades contingentes o esenciales de la persona, que la determinan en su individualidad irrepetible y en su concreción existencial.
   
Diferencia entre la persona humana y la persona divina
  
----------La resolución de la persona en la relación deriva también de una aplicación errónea que se ha hecho a la persona humana de la noción trinitaria de la persona como relación subsistente. En efecto, en la Santísima Trinidad, como sabemos por el dogma de la Iglesia, existe la relación real. Por esto en Dios se distingue la sustancia de la relación, no sin embargo como sustancia de accidente, sino como sustancia de relación subsistente, por lo cual en Dios subsiste tanto la una como la otra, y la una es un solo ser divino con la otra. Esto quiere decir que el Dios cristiano no es sólo absoluto, sino también relativo (como enseña el Concilio de Florencia del año 1442, que dogmatizó: "in Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationis oppositio", Denz.1330), relativo sin embargo no a otro distinto de sí, sino a sí mismo, porque en Él existen tres personas en relación entre ellas, en cuanto tres relaciones subsistentes.
----------Esto significa que en la Santísima Trinidad la relación no dice dependencia, sino que dice origen. El Hijo es llamado Hijo no porque dependa del Padre, sino sólo porque tiene origen del Padre, procede, "sale" del Padre, como dice Jesús mismo. El efecto depende de la causa eficiente y es inferior a la causa. Pero el Hijo no es causado por el Padre y es igual e idéntico al Padre en la divinidad, aunque realmente distinto de Él como Hijo. Al Padre se le puede llamar principio de la Trinidad porque da origen al Hijo y al Espíritu Santo. S puede, por tanto, hablar de la monarquía del Padre como hacen los Ortodoxos orientales, con la condición que se reconozca la igualdad de las Personas que son un solo Dios.
----------Debe notarse, por tanto, que decir que el Hijo es generado no quiere decir que sea causado, sino sólo proveniente del Padre en unidad de naturaleza, por otra parte no especifica cómo sucede en nosotros, sino de naturaleza individual cual es la naturaleza divina. En efecto, en Dios el individuo coincide con la especie, lo concreto coincide con lo abstracto, porque en Dios la esencia coincide con el ser. En nosotros, en cambio, la naturaleza individual del padre es distinta de la naturaleza individual del hijo y son idénticos sólo en la especie humana. En cambio, en Dios, el Padre y el Hijo son idénticos en la misma naturaleza individual divina.
----------Por otra parte, no se debe insistir demasiado en la distinción de las personas, evidenciando diferentes propiedades que en realidad pertenecen todas a la única naturaleza divina, como hacen los Ortodoxos orientales, como si se tratara de un grupo de amigos, cada uno con su propia voluntad y sus propios deberes, aunque de acuerdo entre ellos. Al respecto, la Escritura, efectivamente, habla de las tres Personas, atribuyendo a cada una tareas diferentes como si fueran propias y exclusivas de cada Persona, como ocurre en las personas humanas. Pero en realidad la Escritura, con estas expresiones entiende apropiar en modo eminente a esa determinada Persona atributos operativos que pertenecen a la común naturaleza divina como tal.
----------Ahora bien, sin embargo, la voluntad en Dios no está repartida entre las tres Personas, como si cada una tuviera una voluntad diferente de la de las otras dos y se tratara, como ocurre en una reunión entre nosotros, de hablarnos, discutir y llegar a un acuerdo. Al contrario, la voluntad de cada Persona es numéricamente la misma voluntad divina del único Dios que es cada Persona. Por tanto, no se deben comparar las relaciones entre las Personas divinas a cómo sucederían entre nosotros, en una asamblea de colaboradores para la realización de un fin común o de un mismo proyecto.
----------En la Santísima Trinidad la única distinción real entre dos diferentes voluntades es la que existe entre la voluntad humana del Verbo encarnado y la voluntad divina, única en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. En cambio, entre nosotros cada persona tiene su propia voluntad, tiene sus propias iniciativas, que discute con las otras personas con vistas a llegar a un acuerdo.
----------No así en las Personas divinas: las tres tienen ontológicamente la misma voluntad, han decidido el mismo plan de salvación, lo ejecutan con una única voluntad, a la cual ciertamente obedece la voluntad humana de Cristo. Pero la voluntad de las Personas no es otra cosa que la voluntad de la única naturaleza o sustancia divina, donde además el querer coincide con el ser. Por lo cual el relacionarse de Dios con el mundo es un puro acto libre de su amor por ese mundo que libremente ha creado y tal acto coincide con el mismo ser divino, si bien Dios por esencia no es relativo al mundo, sino que existe por sí  y para sí, incluso si el mundo no existiera.
----------San Agustín de Hipona, basándose en cuanto enseña la Sagrada Escritura a propósito de la diferencia y de la identidad propia de cada una de las tres divinas Personas, hace una referencia metafísica muy interesante, aun cuando nosotros podamos propiamente distinguir a las Personas según su origen. San Agustín ha parangonado la sagrada Tríada a la tríada espiritual esse-nosse-velle (ser, saber, querer). Y efectivamente el ser es principio como el Padre es el Principio, es el Origen de las otras dos Personas, así como el saber y el querer emanan del espíritu como origen de estas dos potencias. Al mismo tiempo podemos decir que el querer (el Espíritu Santo) procede del espíritu (Padre) y del saber (Hijo).
----------Hay quienes desdeñan esta interpretación, definiéndola o calificándola de "psicológica". En realidad el alma humana aquí no tiene nada que ver. Agustín habla del puro espíritu, que es el horizonte del ser precisamente también de los ángeles, puros espíritus.
----------La doctrina de los Latinos, los cuales enseñan el misterio trinitario sobre el presupuesto de la unidad de la naturaleza divina, es más verdadera y mejor fundada que la de los Griegos, que parten de la consideración de las Personas y sobre esta base afirman la unidad de la naturaleza divina. En efecto, en la visión de los Latinos aquí no se corre el riesgo de disminuir la importancia y la autonomía ontológica de las Personas, mientras se hace presente que ellas no son sustancias, como nosotros las personas humanas, sino relaciones. Sé que el concepto de relación puede parecer ontológicamente demasiado pobre y, por tanto, dejarnos insatisfechos; incluso ese concepto puede parecer no bíblico, considerando la diversidad de tareas y oficios que la Escritura asigna a las tres Personas.
----------Sin embargo, la Iglesia ha descubierto que si queremos evitar el triteísmo no hay otro camino que renunciar a concebir a la persona divina como sustancia, y que aún así debemos concebirla como persona. Por otra parte, el término ypóstasis usado por los Griegos para la persona divina es arriesgado, porque hace pensar en la sustancia, sub-stantia (el ypokéimenon de Aristóteles). El nombre latino persona nos mantiene a los Latinos alejados de este riesgo. Los Griegos deberían usar uno equivalente, como por ejemplo prósopon, que significa precisamente máscara. El término latino persona, como se sabe, ha sido introducido por Tertuliano, y ha sido tomado de las representaciones teatrales. Tiene el sentido de per-sonare, sonar fuerte, y era la máscara teatral. Se trata de un concepto útil, porque máscara dice alguna relación al público que escucha.
----------En base a cuanto ha sido dicho, hay que decir que la comunión entre las tres Personas divinas no debe ser entendida como un acuerdo de tres voluntades, sino como relación de origen del Hijo y del Espíritu Santo del Padre y del Espíritu Santo del Hijo. No se debe imaginar en esta comunión de los actos de amor de las Personas entre ellas, algo similar a lo que sucedería entre nosotros o entre amigos, sino que en la Trinidad el Amor, además de ser el mismo ser divino, es la Persona del Espíritu Santo, que es el nexo de amor entre el Padre y el Hijo (Summa Theologiae, I, q.37). La esencia divina es el amor como expresión de la infinita bondad de Dios.
----------En la Santísima Trinidad, el Amor es la persona del Espíritu Santo en cuanto nexo entre Padre e Hijo, distribuidor de todos los dones espirituales de la salvación y de la santificación del mundo, de la Iglesia y de las individuales almas. En Dios, en cambio, y precisamente en la persona trinitaria, lo relativo o bien la relación no es accidental, sino subsistente, y se identifica con la sustancia o bien la naturaleza divina.
----------Esto es exclusivamente propio de la persona divina, mientras que en la persona humana el relacionarse es accidental y facultativo y no constituye en absoluto la esencia de la persona. Una persona humana se relaciona con la otra si quiere, cómo y cuando quiere. Pero sería ridículo, por espontáneo que pueda ser, pensar que una Persona divina se relacione con la otra de este modo. Debemos eliminar absolutamente de la idea de Persona divina cualquier imaginación que pueda hacernos creer que ella actúa usando el libre albedrío.
----------Esto quiere decir que al aplicar al Dios Trinitario el concepto de persona se nos hace necesario obrar las adaptaciones que son requeridas por la necesidad de afirmar tres subsistencias, porque claramente la Escritura habla del Padre, del Hijo y del Espíritu, que son siempre Dios y no pueden ser tres dioses; pero por otra parte, son personas que no podemos concebir sino en analogía con nuestra persona.
----------Y al mismo tiempo se nos hace necesario que quitemos a estas tres divinas Personas la subjetividad, con la consiguiente posesión como en nosotros del entender y del querer, y se nos hace necesario limitarnos a concebir a estas misteriosas Personas sólo en referencia a su origen. El Padre genera al Hijo y expira al Espíritu, el cual es expirado por el Padre y por el Hijo.
----------En definitiva, no tenemos otros elementos para definir a estas divinas Personas, excepto estos. Y por tanto es necesario que nos limitemos a estos elementos, sin añadir nada más, por más que, pensando en la persona humana, nos parecería necesario añadir las potencias espirituales. Naturalmente no es que el Hijo no ame; no es que el Espíritu Santo no sepa; no es que el Padre no sepa y no ame. Sino que estos actos del espíritu pertenecen a la naturaleza divina y no a la Persona divina, excepto en cuanto que es Dios. Las Personas como Personas no se conocen ni se aman recíprocamente, como sucede en nosotros, sino que son un solo intelecto y una sola voluntad: los de la única naturaleza divina.
----------Mientras la relación completa la persona creada (ángel y hombre) en el plano accidental, sobre todo en el actuar, la relación define la Persona divina sin que sea necesario añadir un actuar, que la ponga en relación con los demás y con el mundo. La persona humana, en cambio, en virtud del libre albedrío, puede relacionarse con los otros mediante la voluntad.
----------Ahora bien, la relación es el ser hacia otro (esse ad alterum). Su subsistir, en la sustancia creada, es un ser en (esse in), es decir, es un ser accidental. El ser del accidente es un subsistir en cuanto inherir en la sustancia. En cambio, el ser de la sustancia es el subsistir en sí y para sí (esse in se). El aprendizaje del misterio trinitario nos ha hecho descubrir que el ser hacia, es decir el ser relativo o la relación, no dice necesariamente ser en, sino que también puede decir subsistencia en sí, que en el ente creado es propiedad sólo de la sustancia.
----------Ahora bien, puede sorprender que en la Santísima Trinidad, supremo y perfectísimo Ser, la relación tenga tanta importancia. En efecto, desde el punto de vista metafísico, en los grados del ser, el esse ad, o sea la relación, ocupa el penúltimo escalón hacia abajo. El último escalón es la materia prima, el posse esse. Y, sin embargo, el esse ad puede ser espiritual. Y la fe nos dice que en Dios el esse ad es divino: es la Persona trinitaria. Vemos entonces a ese Dios, de quien María dice: exaltavit humiles. Dios ha elegido unir su ser máximo, el ipsum Esse, al ser mínimo; ciertamente no podía elegir la materia prima, porque Él es Espíritu, aunque sea su creador y la contenga virtualmente y eminentemente en su Esencia.
----------Por lo tanto, el misterio trinitario nos ha hecho descubrir una dimensión relacional del ser, que Aristóteles no ha imaginado ni podía imaginar. No se trata, bien entendido, de relativismo a la Auguste Comte, que niega lo absoluto, sino del hecho de que el ser es efectivamente relacional, es decir, que lo absoluto no excluye sino que implica la relación recíproca.

2 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    usted escribió:
    "[…] en la Trinidad el Amor, además de ser el mismo ser divino, es la Persona del Espíritu Santo, que es el nexo de amor entre el Padre y el Hijo […] Las Personas como Personas no se conocen ni se aman recíprocamente, como sucede en nosotros, sino que son un solo intelecto y una sola voluntad: los de la única naturaleza divina."
    Es comprensible su preocupación a fin de que se tenga siempre presente cómo el Amor divino, atinente eminentemente a la sustancia del Único Dios, supera infinita e inconmensurablemente al amor humano, y no se deba proyectar sobre las Personas/hipóstasis de la Trinidad, modalidades antropomórficas del amarse recíproco.
    Y, sin embargo, no se puede dejar de recordar cómo Cristo ha insistido en comunicarnos, según la letra del Evangelio, en un cierto sentido... más que el amor del Dios Uno, precisamente el amor que existe entre el Padre y el Hijo:
    "El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos" (Jn 3,35).
    "Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace, y aún mayores obras le mostrará, para que vosotros os sorprendáis" (Jn 5,20).
    "Por esto me ama el Padre: porque yo doy mi vida, para tomarla de nuevo" (Jn 10,17).
    "pero el mundo debe saber que yo amo al Padre" (Jn 14,31).
    "Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor" (Jn 15,10).
    "Padre, tú me amaste antes de la creación del mundo" (Jn 17,24).
    San Agustín comentará:
    "El Padre ama al Hijo, pero lo ama como el Padre ama al Hijo, y no como el amo ama al siervo. Lo ama como a Hijo unigénito, no como a Hijo adoptivo. Por eso, le ha dado todo en mano. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el Hijo puede tanto como el Padre... Habiéndose dignado, pues, enviar al Hijo, no se piense que ha sido enviado un inferior al Padre; enviando al Hijo, el Padre nos envió un otro de sí mismo" (Agustín, In Johannem 14,11: PL 35, 1509).

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    Respuestas
    1. Estimado Sergio,
      cuando Jesús habla del amor que él tiene al Padre y del amor que el Padre le tiene, no debemos pensar que el Hijo ame en cuanto Hijo y el Padre ame en cuanto Padre, porque el Hijo, en cuanto Hijo, es relación de filiación hacia el Padre, y el Padre, en cuanto Padre, es relación de paternidad hacia el Hijo.
      En cuanto a la naturaleza divina, que es una individual sustancia espiritual, como dice el Concilio Vaticano I (Denz.3001), podemos recordar que Dios es una Persona en sentido metafísico y, por tanto, entiende y ama.
      En base a esto debemos decir que Dios se ama a Sí Mismo. Este amor divino es idéntico en las Tres Personas divinas. Por tanto, nosotros no podemos utilizar el acto de amor de la naturaleza divina para representar el amor entre el Padre y el Hijo. Por eso, para representar este vínculo de amor es necesario citar al Espíritu Santo.
      Por esto, el amor del cual habla Cristo, amor que proviene del Hijo y del Padre, no es un acto de las Personas distinto de las mismas Personas, como sucede en nosotros, sino que es el mismo Espíritu Santo, que tiene origen del Padre y del Hijo.
      Además, debemos decir que Jesús, cuando habla del amor del Hijo por el Padre, también se refiere a su humanidad, por lo cual aquí el amor es acto de su humanidad. En cambio, el amor con el cual el Padre ama al Hijo es el Espíritu Santo.

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