El relacionista monista entiende a la persona como totalidad de lo real, sustancia única, infinita, divina y absoluta, unificación de muchos individuos que de ella promanan y hacia ella convergen. Por consiguiente, los individuos humanos no son personas entendidas como sustancias, sino que son accidentes de la Sustancia o Subjetividad o Idea Absoluta o Pensamiento puro o Yo Trascendental o Yo absoluto o Entero o Totalidad o Dasein, según cómo sea llamado por los individuales filósofos. [En la imagen: detalle del rostro de Cristo en "El Juicio Final", pintura al fresco de Michelangelo Buonarroti, obra de 1535-1541, en la Capilla Sixtina, Estado del Vaticano].
Caracteres generales del relacionismo idealista
----------La metafísica relacionista es aquella metafísica que niega el principio de no-contradicción, por lo cual concibe al ente no como unum, sino como una polaridad de positivo-negativo en relación recíproca a la par, o en igualdad de condiciones. En consecuencia, el pensar no es monodireccional hacia el ente, sino que se escinde o desdobla, oscilando entre el ser y el no-ser y poniéndose en medio entre los dos términos sin decidir ni por lo uno ni por lo otro, sino asumiéndolos a entrambos según convenga, vale decir, a veces abrazando la verdad cuando conviene, y a veces abrazando la apariencia cuando conviene.
----------En el idealismo, como aparece claramente en Baruch Spinoza, la relación Dios-mundo y, por tanto, la relación persona divina-persona humana, es concebida en términos de la relación sustancia-accidentes o bien razón-ente-de-razón. Este expediente sirve para concebir lo real como un único Sujeto absoluto y sustancial, que soy yo. El mundo, por tanto, que está ante mí, las otras personas, no es un conjunto de sustancias existentes fuera de mí independientemente de mí, sino que son accidentes de mi existencia y precisamente entes de razón de mi razón en relación de razón entre ellos y conmigo. Así nosotros comprendemos cómo en el idealismo panteísta y monista todo se resuelve en un sistema de relaciones lógicas y desaparece totalmente la idea de la multiplicidad de las personas, entendidas cada una como substancia que se relaciona con las otras según un relacionarse que es accidente de la substancia.
----------El relacionista monista entiende a la persona como totalidad de lo real, sustancia única, infinita, divina y absoluta, unificación de muchos individuos que de ella promanan y hacia ella convergen. Por consiguiente, los individuos humanos no son personas entendidas como sustancias, sino que son accidentes de la Sustancia o Subjetividad o Idea Absoluta o Pensamiento puro o Yo Trascendental o Yo absoluto o Entero o Totalidad o Dasein, según cómo sea llamado por los individuales filósofos.
----------En el lenguaje religioso este Yo absoluto del idealismo es Dios, en el lenguaje antropológico soy yo, en el lenguaje cosmológico es el hombre, en política es el Estado, en el lenguaje de la lógica es el concepto, en filosofía es el espíritu, en lo concreto de la vida es la Historia, en metafísica es el ser, en psicología es el yo.
----------En el idealismo, la persona finita, vale decir, el individual hombre, es considerado desde un doble aspecto: como múltiple yo empírico, es totalmente relativo al Absoluto; mientras que como Yo absoluto pone el múltiple yo empírico. Aquí tenemos el personalismo relacionista. En él el subjetivismo se desposa con el panteísmo, la sujeción absoluta del yo empírico al Todo se conjuga con la libertad absoluta del yo como Todo. Como yo empírico, soy relativo al todo; como Yo Absoluto todo es relativo a mí.
----------En el relacionismo, el pensamiento, si queremos usar el lenguaje de nuestro Señor Jesucristo, no está al servicio de un solo señor, o sea la verdad, sino de dos señores: lo verdadero y lo falso. No es que el sujeto no ame el bien y no evite el mal, sino que se reserva para sí y no para Dios la decisión de lo que está bien y de lo que está mal. En el relacionismo, el ente, por tanto, no es sustancia sino relación recíproca de dos opuestas polaridades: el sí y el no. La certeza del relacionista no es la certeza de saber, sino la certeza de dudar. Él dirige el pensamiento simultáneamente hacia su propio yo y hacia lo real externo. Él pretende así estar a medio camino entre la autoconciencia y la ciencia, la cual conduce a Dios en base al principio de causalidad. Está claro que el relacionismo gnoseológico-metafísico conduce al relativismo moral.
----------El actuar moral no es una relación entre personas y con la persona de Dios, sino, dado que los otros y Dios están puestos por mi pensamiento sobre ellos, el valor moral es la expresión de mi voluntad como Yo absoluto, que es el ensalzamiento último trascendental de mi yo empírico, funcional y relativo a mi Yo absoluto.
----------En el medioevo tenemos un ejemplo de relacionismo en Averroes, el cual, como es sabido, sostiene que existe para todos los individuos un único Intelecto trascendente a los singulares individuos, del cual los individuos inteligentes son una actuación y manifestación particular y empírica. Todos piensan la misma verdad, no en virtud del intelecto de cada uno actuado por la verdad, sino porque en ellos existe el mismo intelecto, uno para todos y en lugar de todos, que piensa la verdad. La verdad es universal no porque todo intelecto sepa conocer lo universal, sino porque existe un único intelecto, para todos, y en tal sentido es universal, única sustancia, una en número, respecto a la cual los individuos son relativos y accidentes de esa sustancia.
----------Lo que haremos ahora será considerar, de modo sucinco, algunos filósofos particularmente significativos en este reduccionismo de la persona a la relación.
René Descartes
----------El cogito cartesiano es la fundación del relacionismo idealista. De hecho, ya en el cogito desaparece la distinción entre alma y facultad. Yo no soy una persona dotada de la facultad de pensar: soy un pensante por esencia (res cogitans), yo no tengo una razón, sino que soy una razón subsistente, por tanto una relación intencional o cognoscitiva subsistente.
----------Descartes, además, retomando la antigua sofística griega, ya refutada por Aristóteles (en el libro IV de la Metafísica), inaugura el pensamiento relacionista en su forma idealista, destinado a tener posteriormente enorme éxito en el pensamiento moderno. Para Descartes la certeza fundamental de partida no es la del saber que hay cosas fuera de nosotros, sino que es la certeza de dudar si existen o no existen, por lo que para Descartes, para estar ciertos de que existen, es necesario demostrarlo.
----------Para Descartes, sin embargo, estoy cierto de poseer ideas innatas. Entonces, para demostrar que existen cosas fuera de mi pensamiento, puedo y debo partir de las ideas innatas, entre las cuales está la idea de Dios. Ahora bien, siendo Dios veraz, Él me asegura que las ideas de las cosas que yo tengo en mí son efectos de cosas externas en mi mente y que por tanto corresponden a cosas fuera de mí.
----------Es clara lo absurdidad de tal razonamiento, que es un círculo vicioso, porque, para hablar de cosas fuera de mí, yo debo saber que existen, de lo contrario, ni siquiera se me ocurriría hipotetizar su existencia. En efecto, si el objeto de mi conocer fueran simplemente mis ideas, yo me contentaría con ellas y no me plantearía ni siquiera la pregunta de si fuera de mi mente existen cosas a las cuales se refieren las ideas.
----------Si me planteo esta pregunta y tengo la preocupación de saber si a mi idea corresponde una realidad externa, esto supone que yo tengo ya una idea de ella por haber contactado con la cosa misma fuera de mí, de la cual he recabado la idea de la cosa. Si yo tengo la idea de la cosa, eso quiere decir que la cosa existe. Efectivamente, puedo tener la idea de una cosa que no existe, pero para estar seguro, no tiene sentido partir de mi idea, sino que debo mirar la realidad y ver qué es lo que me dice ella.
----------Para esto Descartes se embarca en una pseudo-demostración, que por tanto presupone ya dado aquello que debe demostrar, y es su famoso discurso, según el cual yo me adapto a la realidad externa, porque soy yo quien en precedencia ha planteado la idea de la realidad externa. De ahí la doblez del pensar, porque el pensar para Descartes no es construído sobre certeza inicial del saber empírico, sino sobre duda universal querida, lo que implica precisamente la afirmación y la negación simultáneas de la existencia de la realidad externa, por tanto del mundo, de los otros y de Dios, así como de mi propio cuerpo en cuanto externo a mi pensamiento.
----------Con Descartes el pensamiento pierde su linealidad que conduce naturalmente la mente a Dios mediante la idea de las cosas y de la auto-conciencia. El pensamiento se bifurca, se escinde: vale decir, por su inclinación natural va hacia la realidad externa, pero al mismo tiempo, por una torsión de la voluntad, a la cual repugna este realismo y por una falsa exigencia crítica, el pensamiento, haciendo su objeto lo ideal y no lo real, vuelve sobre sí mismo en dirección del yo y se detiene en el yo como si hubiera alcanzado su propósito, propósito que en cambio es realmente el del conocimiento de Dios. Sucede entonces que el yo se diviniza a sí mismo, como en el panteísmo, o bien poniéndose en el lugar de Dios, como en el ateísmo. De la doblez del pensamiento se deriva, por coherente consecuencia, la duplicidad en campo moral, cuando el sujeto se pone a jugar en dos registros, el del idealismo y el del realismo, según como le convenga.
----------El cogito cartesiano asume un desarrollo panteísta en Baruch Spinoza, quien admite la existencia de la sustancia como esencia individual subsistente, pero rechaza la dependencia en el ser, por lo cual Spinoza sostiene la existencia de una sola sustancia, la sustancia divina, que existe en virtud de su misma esencia, por lo cual viene a negar el estatuto de sustancias a las sustancias creadas, las cuales por una parte son degradadas al nivel de entes accidentales relacionales, pero por la otra parte son divinizadas precisamente porque son entendidas como accidentes o modos de la sustancia divina.
Immanuel Kant
----------Un paso adelante en el relacionismo, aunque no en el panteísmo, viene hecho por Immanuel Kant, para quien mi intelecto no es la potencia de mi alma como forma de una sustancia individual, porque yo no puedo demostrar la inmortalidad del alma como sustancia, dado que desde la experiencia no puedo ascender por inducción a lo suprasensible; sino que, según Kant, esto que yo llamo alma es sólo el fenómeno de mi sentido interno como aparecer a mí mismo del yo pienso, el cual es la razón común a todos los hombres, no porque cada uno tenga su propia razón, sino porque los individuos humanos no son más que los fenómenos empíricos de la razón universal en cuanto Yo trascendental.
----------La persona en Kant aparece indudablemente como sujeto espiritual, pero su doctrina del yo trascendental es principio de la forma del fenómeno y, por tanto, principio que asume para sí la función divina de dar forma a la realidad. En efecto, la persona humana individual, para Kant, no es una sustancia psicofísica como cosa en sí, sino que es el individuo empírico auto-consciente; es sólo el fenómeno empírico de la persona entendida como razón universal, del cual los individuos humanos son mera expresión interna fenoménica, y a la cual son relativos como el fenómeno es relativo a la cosa en sí.
----------Sin embargo, para Kant, como es sabido, la persona, si no es sustancia, es sin embargo fin ideal y no medio empírico; lo que quiere decir que, no como individuo empírico, sino como yo trascendental, ella es depositaria de la conciencia moral fundada sobre la razón práctica universalmente legisladora del deber moral.
----------En este sentido, por lo tanto, para Kant el individuo físico no es un todo ontológico subsistente en sí mismo, sino que es sólo funcional al todo social, que es la humanidad como universalidad de la razón. Cuando Kant dice que debemos tratar a la persona como fin y no como medio, no pretende por tanto reconocer a la individual persona como sustancia individual física o cosa en sí, sino como manifestación fenoménica y empírica de la persona como yo pienso cartesiano o razón universal.
Johann Gottlieb Fichte
----------Como sostiene Fichte, en línea con Kant, y también más allá de Kant, mi yo empírico no es una individual sustancia física, que se relaciona con la sociedad como conjunto de individuales personas, existente fuera de mí e independientemente de mí, sino que es mi yo fenoménico como puesto por mi Yo absoluto en el mismo Yo en cuanto Totalidad, por lo cual yo como yo empírico soy totalmente relativo al Yo absoluto.
----------Queriendo expresar la relación social según Fichte con las categorías de yo y del tú, se podría decir esto: Yo te pongo a tí como no-yo en mí; tú como sociedad me pones como yo empírico en mí como Yo absoluto. Por lo tanto, yo soy relativo a ti como yo empírico, pero tú eres relativo a mí como Yo absoluto.
----------En la concepción de Fichte no se dá, por tanto, una relación entre dos sustancias, sino sobre la base dialéctica del yo-no-yo, el yo como esfuerzo infinito (Trieb) y asintótico de adecuación nunca lograda al Yo absoluto, dada la infinita distancia entre el yo humano finito y el Yo absoluto infinito (Dios). Pero esta oposición yo-no-yo está siempre en lo interno del Yo absoluto, desarrollo del cogito cartesiano y del yo pienso kantiano, yo que soy siempre yo pero en la modalidad del absoluto.
----------Por otra parte, es necesario señalar que en el ámbito de la ética social, la concepción de Fichte no implica la relación de la individual persona con la comunidad, como conjunto de personas, sino que todo se realiza en lo interno del Yo absoluto, explicación del yo cartesiano, con la introducción de la dialéctica yo-no-yo, de modo que ahora en Fichte la relación ya no es un accidente que se agrega como acción entre dos personas que entran en relación entre sí; sino que las dos personas (yo y no-yo) son los dos polos de la relación dialéctica yo-no-yo, dentro del Yo absoluto que los sintetiza.
----------Esta oposición dialéctica, por la cual los dos polos se encuentran y se repelen al mismo tiempo, significa que la ética de Fichte no está basada en la relación del yo con el otro, con el diferente o con el similar, sino que tiene un carácter conflictivo, porque en el lugar del otro está la negación del yo. Entonces parece reaparecer el antiguo axioma mors tua vita mea.
----------Surge una especie de aut-aut, de disyuntiva: o existo yo y no existe él, o existe él y no existo yo. El otro, por tanto, deviene constitutivamente un enemigo. De aquí se entiende cómo Hegel, quien asumirá esta concepción de la relación social, entenderá la guerra como factor esencial de la relación social y del progreso histórico. A Hegel le seguirá Marx con la doctrina de la lucha de clases. Nietzsche estará en esta línea con su doctrina de la voluntad de poder como dominio del fuerte sobre el débil, en la cual el nazismo hitleriano tomará inspiración para su proyecto del dominio de Alemania sobre el mundo.
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