Quienes, como el cardenal Kasper, reniegan de la metafísica, rechazando la noción tomista de Dios, por una supuesta noción bíblica de Dios, se engañan dramáticamente a sí mismos. Pues si nosotros no llegamos a abstraer la noción universalísima y analógica del ser de los entes concretos, a partir de la experiencia, entonces nos engañamos al nombrar a Dios del modo correcto y bíblico, Dios creador universal de todos los entes. En tal caso, nuestro dios deviene un ente entre otros entes. Entonces sí que estamos en el paganismo griego y no en la sabiduría hebrea. Entonces nuestro dios, como nos advierte Cristo mismo, se convertirá en el diablo, príncipe de este mundo, que nos engañará haciéndonos creer que nosotros seamos Dios. ¡Otra que Dios bíblico!
Es necesario poseer la noción del ente
----------Para captar la noción del ente primero, sumo y supremo, y superar el historicismo mitológico pseudo-bíblico de Kasper, es necesaria la noción del ente, que espontáneamente todos poseemos, pero en un estado implícito. Es necesario destacarla o ponerla en luz por sí misma. Y ésta es la tarea de la metafísica. Pero esto todavía no es suficiente. La Biblia nos dice que el ente supremo es acto puro de ser (Éxodo 3,14). Es necesario entonces poner en práctica también la noción del ser, que también es implícitamente común a todos porque se expresa en el verbo ser, que todos usamos. La noción del ser está recabada de la del ente, porque el ser es el acto del ente, aquello por lo que el ente existe, o sea es un existente (cf. Cornelio Fabro, Dall’essere all’esistente, Morcelliana, Brescia 1957; Jacques Maritain, Court traité de l’existence et de l’existant, Paul Hartmann Editeur, Paris 1947). Veamos ahora la noción del ente, luego pasaremos a la del ser.
----------Todos, tal vez inconscientemente, poseen espontáneamente y necesariamente la noción del ente en el momento en el cual piensan algo o ejercitan el acto del intelecto, porque todo lo que nosotros pensamos o conocemos suponemos que sea un ente o algo, lo cual es una determinación del ente. De hecho, el ente es la cosa vista como esencia real. Ahora bien, todos poseemos espontáneamente también estas nociones de "cosa", "esencia" y "realidad", aunque sea tarea de la metafísica elucidarlas.
----------De hecho, de toda cosa nos preguntamos qué es, y suponemos que sea una cosa real, vale decir, existente. Lo que no existe no nos interesa. Debe existir al menos idealmente. Así distinguimos espontáneamente lo ideal de lo real. Pero existente quiere decir que tiene el ser. Por lo tanto, vemos el estrecho vínculo que une este complejo de conceptos.
----------Ahora bien, sin embargo, ¿cuántos de nosotros reflexionamos sobre el significado de la palabra ente? ¿Cuántos son aquellos que saben decir qué es el ente? ¿Cuántos son aquellos que se sienten interesados en este tema? ¿Cuántos son los que gustan indagar qué es el ente? ¿Cuántos, en definitiva, aprecian la metafísica o, si no la cultivan, al menos saben qué es, cuál es su dignidad e importancia, y la respetan?
----------Sin embargo, ¿nos damos cuenta del nexo que existe entre el concepto del ente y el concepto de Dios, si algún diccionario, que no es un tratado de filosofía, sino un prontuario o manual hecho también para todos los iletrados, lo presenta como algo que se da por sentado? No nos sorprendamos ante la difusión del indiferentismo o del agnosticismo religioso, de la impiedad o del ateísmo. Y tratemos de comprender cuán necio es el escarnio hacia la metafísica o cuán dañina es la extendida ignorancia o el olvido que vigen acerca de ella.
----------Reconozcamos que es imposible hablar seriamente de Dios, si no tenemos en estima la noción del ente y las nociones con ella conectadas, como la de la esencia, la del ser, la de la cosa, la de algo, la de realidad, la de verdad, la del bien y las nociones de los trascendentales. ¿Con qué sabiduría habla de Dios alguien que desprecia la metafísica? ¿De qué Dios habla?
----------El diccionario define la palabra Dios en conformidad a cuanto la razón puede concebir acerca de Dios, precisamente como Ente supremo. Pero, como bien sabemos, existe un libro, la Biblia, que se presenta como revelación que Dios hace de sí mismo al hombre.
----------Aún así, no se piense que hoy las cosas sean tan diferentes respecto al pasado. Aunque ya no se usa la palabra "Dios", todos nosotros tenemos nuestro propio dios; sin un dios, es decir, sin un punto de referencia, sin una base de apoyo, sin una línea-guía o directriz, sin un centro de orientación, sin una razón para vivir, sin el recurso a un fundamento o sin hacer referencia a un primer principio, sin una meta, sin un valor o una directiva básica o de fondo, sin dar un sentido a la vida, sin la referencia a un absoluto o a un punto fijo, en definitiva, sin algún dios, no se puede vivir. Todo el problema entonces no es el de tener un dios, porque un dios lo tienen todos. El problema planteado por la Biblia es el de la elección del verdadero Dios.
----------La noción del ente es la más universal de todas, dado que se supone que toda cosa, incluso las más diferentes desde el punto de vista de la entidad, sea un ente. Dicha noción por tanto viene formada por medio de un proceso abstractivo, que prescinde de cualquier ente particular o singular, proceso a través del cual captamos la esencia del ente o sabemos qué es el ente: una esencia que tiene el ser. Esto implica a su vez el hecho de que nosotros espontáneamente formamos el concepto de la esencia y del ser.
----------En este proceso abstractivo nosotros captamos lo que es común a todas las cosas, es decir, la entidad precisamente, y expresamos eso común con la palabra "ente" o "cosa". De hecho, ninguna cosa es el ente, sino simplemente un ente. Toda cosa es diferente de la otra; y sin embargo cada una es un ente. Con el concepto de ente y bajo el nombre de "ente" nosotros por tanto abarcamos y significamos, aunque sea de forma confusa e indistinta, todas las cosas, la entera realidad. Dado que cada individual ente es un ente, con el nombre de ente lo significamos a todos. Y con el concepto de ente tenemos el modo de pensarlos a todos en aquello que ellos tienen de común y de diferente, es decir, la entidad precisamente.
----------En efecto, el ente determinado sigue siendo ente; y por eso el ente no es un género, es decir, no puede prescindir totalmente de las diferencias, de los entes más determinados. Lo que quiere decir que no es concepto unívoco sino análogo, porque su concepto es a la vez uno y múltiple, uno y variado. Y por esto Aristóteles decía que el ente se dice de muchos modos y no de un solo modo, como decía Parménides, para el cual el ente es uno y los muchos no existen. Pero por otra parte, el concepto de ente, por una mal entendida necesidad de concreción, no puede ni siquiera ser equívoco, porque entonces se caería en la contradicción, sería imposible la comunicación del pensamiento y por tanto cesaría la función del lenguaje.
----------La preocupación de que el concepto del ente sea un concepto preciso no debe, por tanto, llegar al punto, como hicieron Scoto y Suárez, de negar su analogicidad y de declararlo unívoco. Pero también es necesario evitar el defecto opuesto, que fue el de Ockham, el cual, con el pretexto de que lo existente es el singular ente mutable, impedía al intelecto descubrir lo universal y formar la intención de universalidad, rebajando el conocer al nivel de la imaginación como el conocimiento de los animales.
----------A este respecto, resulta interesante lo que dice Bertrand Russell, aquí perfecto heredero del ockhamismo, cuando afirma que "no hay concepto más equívoco que el de ser". Por fuerza, si todo el ser se reduce al singular ser, y el singular ser puede ser la negación de otro ser, ya no hay modo de tener un concepto común del ser y todo se confunde con todo, excepto los datos de la experiencia animal.
----------El ente es, por tanto, un contenido inteligible abstraído de las cosas o de los entes singulares y determinados. Sin embargo, esta noción no puede abstraer totalmente de los inferiores, como si fuera un género, porque los inferiores son entes y por tanto poseen también ellos la razón de ente.
----------Esto no impide sino más bien permite que el ente pueda ser finito o infinito, espiritual o material, creado o increado, sustancia o accidente, potencia o acto, posible o actual, ideal o real, mutable o inmutable, etc. La unidad del significado del concepto permanece, aunque imperfecta, relativa y no unívoca, sino analógica y proporcional. De tal modo nuestra mente puede unir sin contraponer, distinguir sin dividir, conectar los distintos manteniéndolos unidos, puede pasar de lo finito a lo infinito y atravesar lo infinito, puede pasar de Dios al mundo y del mundo a Dios, porque siempre se trata del ente, aunque diferentemente y proporcionalmente.
----------Sin la noción abstracta del ente, con el nombre "ente" que le corresponde, como por otra parte ocurre con cualquier otro concepto, la predicación y la comunicación por medio del lenguaje se volverían imposibles, porque ya no sería posible la convergencia de dos mentes diferentes, la de la persona hablante y la de la persona oyente, acerca del mismo contenido mental, y por tanto acerca de la misma realidad representada y significada por el contenido y por el nombre correspondientes.
----------Sin embargo, en la actualidad, en un clima que conocemos de extendida desnutrición metafísica, muchos tienen dificultades para comprender qué significa la palabra "ente", o qué es el ente, o bien no se sienten interesados en interrogarse sobre este tema. Decir que con la palabra "Dios" se entiende el ente supremo es algo correctísimo y exactísimo; pero el problema es que muchos actualmente no comprenden qué se entiende por "ente supremo" o entienden la palabra "Dios" de otro modo.
----------En efecto, no está dicho en absoluto, no obstante los diccionarios, que quienquiera usa esta palabra, "Dios", se esté refiriendo al "ente supremo". Los diccionarios expresan aquello que es el significado común y corriente de las palabras. Pero ciertos filósofos presuntuosos, creyendo sobrepasar con su genialidad el sentido común para elevarse a las cumbres de una insuperable sabiduría, se lanzan a elucubraciones extrañas y abstractas, juzgando que Dios como ente supremo es algo demasiado banal y abstracto. Así, la palabra Dios y el concepto de Dios, materia delicadísima y universalmente atractiva a la vez, devienen el campo de ejercicio de su inventiva dialéctica, de la cual ellos esperan una gloria inmortal.
----------Así por ejemplo, para Orígenes Dios es el Uno que se multiplica y retorna a la unidad; para Plotino Dios es el Uno superior al ser, que sale de sí y retorna a sí; para Escoto Eriúgena Dios es el Ser que se vierte en el mundo y se traga el mundo; para Ockham es el puro Querer; para Eckhart Dios es el ser de todas las cosas; para el Cusano Dios es la Coincidentia oppositorum; para Lutero, Dios está dividido entre el Dios severo del Antiguo Testamento y el Dios de Cristo misericordioso; para Descartes la idea de Dios es una Idea innata; para Giordano Bruno Dios es la infinitud del mundo; para Spinoza es la única Sustancia; para Kant es el Ideal de la Razón; para Fichte es la absolutización del yo empírico; para Schelling es el Indiferente a todo; para Hegel es el Concepto absoluto; para Spencer es lo Incognoscible; para James es el Subconsciente; para Husserl es la absolutidad de mi conciencia; para Heidegger es lo Sagrado; para Kasper es el Dios-con-nosotros, el Dios-Historia; para Rahner es lo Indecible; para Barzaghi es el Ser parmenídeo y severiniano, etc.
----------Con la palabra "Dios" se puede entender el yo profundo, la autoconciencia absoluta, el vértice del hombre o la cumbre de la evolución del mundo, el arquitecto del universo, el Inconsciente, lo Innombrable, lo Inconcebible, lo Inefable, el Misterio absoluto y muchas otras cosas.
----------Y sin embargo todos, usando el verbo ser, saben lo que es el ser. En el fondo no es difícil saber qué es el ente: es lo que tiene el ser, lo que existe. De todo lo que pensamos o hablamos suponemos que sea un ente. Sin embargo, a muchos este concepto les parece demasiado abstracto y, por tanto, vacío, carente de interés. No les interesa el ente, sino éste o aquél ente.
Es necesario alcanzar la noción del ser
----------Si nosotros no llegamos a abstraer la noción universalísima y analógica del ser de los entes concretos, a partir de la experiencia, entonces nos engañamos al nombrar a Dios del modo correcto y bíblico, como Dios creador universal de todos los entes. En tal caso, nuestro dios deviene un ente entre otros entes. Entonces sí que estamos en el paganismo griego y no en la sabiduría hebrea. Entonces nuestro dios, como nos advierte Cristo mismo, se convertirá en el diablo, príncipe de este mundo, que nos engañará haciéndonos creer que nosotros seamos Dios. ¡Otra que Dios bíblico!
----------El ser es similar al existir, pero no es exactamente la misma cosa. Ciertamente, al crear, Dios hace ser y hace existir. Al crear, Dios realiza un pensamiento, una idea, un posible. Al crear, Dios hace pasar de la nada al ser, del no-existir al existir. Sin embargo, existen en nuestra mente cosas que no tienen el ser, como por ejemplo la nada, el mal, lo imaginario, el ente de razón, lo absurdo.
----------Por otra parte, debemos tener presente que Dios no es simplemente el ser común o ser en general, el ente en cuanto ente (el On en la traducción de los Setenta no quiere decir evidentemente el simple ente común, sino el Ente por excelencia, aquello que Platón llamaba to pantelós on, ser bajo todo aspecto, ser total y absoluto), de lo contrario todo sería Dios, dado que toda cosa existente tiene el ser. En cambio, Dios, como se dice en el pasaje de Ex 3,14, y expresa muy bien santo Tomás de Aquino, es aquel ente cuya esencia es la de ser o existir. Y aquí Kasper falla completamente concibiendo un Dios funcional al hombre. ¡Esto sí que es un ídolo, este es el dios de la magia y no el ipsum Esse tomista!
----------Por consiguiente, aquí se nota un choque durísimo entre el Dios de Walter Kasper y el Dios de santo Tomás de Aquino. Porque para Kasper es ídolo lo que es Dios para santo Tomás, y para santo Tomás es ídolo lo que es Dios para Kasper. Por lo tanto, ¿acaso Kasper está influenciado por Lutero?
----------Dios ciertamente es un ente o sujeto concreto, vale decir, una individual persona que actúa providencialmente en la historia a favor del hombre. En esto Kasper tiene razón. Ente Supremo quiere decir que a este ente nada se puede agregar porque comprende en sí todas las perfecciones. Él tiene todo y no le falta nada. En efecto, Dios es todo, pero no en el sentido de que sea todas las cosas o el conjunto de las cosas, sino en el sentido de que actúa todas las posibilidades del ser.
----------El ente supremo no tiene en sí nada de potencial, sino que es acto puro de ser. Por tanto es infinito. Es simplicísimo, no está compuesto de acto y potencia. El ente supremo es, como decía en su tiempo el Catecismo de San Pío X, el ser perfectísimo.
----------La Biblia lo llama el "Altísimo". San Anselmo dice que es aquel ente del cual no se puede pensar uno mayor. Está en el vértice supremo de la escala de los seres, insuperable, óptimo, máximo e intrascendible. No existe un más allá del supremo. De hecho, allí donde hay un más o un menos en los grados del ser, es posible medir este más o menos sólo en relación a un máximo absoluto.
----------En efecto, no se trata en los grados de los entes de un más por adición o por aumento, como en la numeración o en la cantidad, donde se puede proceder o progresar al infinito, sino que en los entes se trata de imperfección, la cual dice relación a la perfección. Imperfección dice participación. Entonces, si existe la parte, quiere decir que existe el todo.
----------Si se habla de parte, se habla de ella porque se supone el todo. Y el todo no puede ser más que uno. No pueden existir dos todos, porque ¿cómo se distinguirían? No se puede decir que a uno le falta lo que le falta al otro, porque el todo es aquello a lo que no le falta nada.
----------Por tanto, pueden existir muchos entes imperfectos o más o menos perfectos, pero todos en relación al perfectísimo o al óptimo o al supremo, que no puede ser más que uno solo. Lo relativo es relativo a lo absoluto. Si existe lo relativo, existe lo absoluto. Y el relativo depende del absoluto.
----------El ente supremo es el fin último y el sumo bien de todo ente. En efecto, todo ente actúa por un fin. Si este ente es sano, tiende a un fin, que es su bien. Tiende a su bien y fin propio e inmediato. Pero con esto mismo tiende también, al menos espontáneamente o mecánicamente o instintivamente o inconscientemente, a unirse al bien o ente supremo del cual depende su ser y su bien.
----------Y el bien supremo, que llamamos Dios, no puede más que ser, como hemos visto, puro y simple acto de ser, por tanto simplicísimo y por tanto inmutable y eterno, porque no pasa de la potencia al acto, es impasible, porque no poseyendo potencia, no puede padecer ni recibir, infinito, porque la finitud supone la composición del ente de potencia y acto: finito quiere decir poder ser esto y no aquello. En cambio, el ente supremo es infinito en el sentido de que no es un esto o un aquello, sino que es un ente que es todo en el sentido antes indicado.
----------El ente supremo también debe ser concebido como purísimo espíritu, porque no posee potencialidad ni plasmabilidad, que es propiedad de la materia, que viene actuada e informada por la forma sustancial. Por tanto, el ente supremo es persona, es, como dice el Concilio Vaticano I, "una singularis substantia espiritualis".
----------En cuanto ente simplicísimo, el ente supremo no está compuesto de sustancia y accidentes, sino que es purísima sustancia. El ente supremo no está compuesto de ser y actuar, sino que es pura acción. Ahora está claro que el ser infinito es bondad infinita. En efecto, el ser es bueno en cuanto objeto de la voluntad, ya que la voluntad no puede querer el no-ser. Si el pecado quiere la privación, se supone de todas maneras el sujeto de la privación, que es de por sí bueno. Y por tanto el ente supremo e infinito es bondad infinita, bondad como objeto del querer y bondad como agente bueno.
----------Si el supremo entre los entes es espíritu y persona que piensa la verdad y que quiere el bien y al mismo tiempo es omnipotente, sumo bien y causa primera, entonces significará que es el sapientísimo y providentísimo gobernador y benefactor de todos los entes, que de él dependen y de cuyo ser y de cuya bondad participan.
----------El ente supremo en su simplicidad no está compuesto de pensante y pensamiento, sino que, como había intuido Aristóteles, es puro pensar subsistente, es pura autoconciencia (noesis noeseos). No es una esencia que posee el ser, sino que, como dice santo Tomás, es un ente cuya esencia es la de ser.
----------Error gravísimo es luego el de confundir el ser divino con el ser común o ser en general o en universal, como ocurre en Meister Eckhart. En cambio, Dios no es simplemente el "ser"; Dios es un ente cuya esencia es la de ser; Él, como dice santo Tomás, "es su ser"; por lo cual es "el mismo Ser por sí subsistente". Se puede también decir que Dios es puro ser, en el sentido de ser absoluto y perfectísimo ser; pero si nosotros Lo reducimos al simple ser, que es común a todas las cosas, caemos en el panteísmo.
Estimado Padre Filemón,
ResponderEliminaragradeciéndole por la preciosa reflexión metafísica sobre el ser y el existir en relación al concepto de Dios, permítame pedirle algunas aclaraciones.
1) Usted ha escrito: "[…] existen en nuestra mente cosas que no tienen el ser, como por ejemplo la nada, el mal, lo imaginario, el ente de razón, lo absurdo".
Le pregunto, el mal por ejemplo, ¿no posee el ser en cuanto se manifiesta siempre y sólo como entes maléficos (por ejemplo actos malvados cumplidos por alguien), y nunca genéricamente como "el mal", lo que por tanto sigue siendo una abstracción, un concepto que subsiste sólo en nuestra mente, es decir, un ente que no tiene necesidad de la adición del ser?
En este sentido, afirmar por ejemplo que "el Nazismo ha sido el Mal absoluto" ¿puede ser una hipérbole, una metáfora sugestiva, pero es una expresión metafísicamente incorrecta, en cuanto se debería más propiamente decir "muchos nazis han cometido actos profundamente malvados"?
Padre Filemón: tengo preparadas otras preguntas, pero ahora viendo la continuación de sus notas sobre el mismo tema, me doy cuenta que es mejor esperar a la publicación del resto del artículo. Gracias.
EliminarEstimado padre Serafín,
Eliminarno hay problemas, plantee las preguntas que quiera y cuando quiera. Con gusto intentaré responderle.
Veamos entonces, su primera pregunta.
Aristóteles ya había comprendido que el mal no es una posición del ser, sino una negación del ser, y precisamente una "steresis", que significa falta del ser debido en un sujeto. En este sentido el mal no tiene ser, sino que es un no-ser. ¿Entonces no existe? No, existe, ¡por supuesto, y cómo!, y se hace sentir en la realidad. Aquí se ve la diferencia entre el ser y el existir. El mal existe, pero es una carencia de ser.
Pero ¿cómo hace un no-ser para influir sobre el ser y para quitarle lo que tiene derecho a poseer? Este es precisamente el poder de la creatura intelectual (hombre y ángel), que implica el libre albedrío, que en sí es una cosa buena y creada por Dios. Salvo que el libre albedrío creatural es finito, lo que quiere decir que confina con el no-ser. Entonces esto significa la posibilidad de elegir el mal, es decir, el pecado con el sufrimiento que es su consecuencia. El pecado es la elección de un bien, que sin embargo no es el verdadero bien.
Por cuanto respecta al juicio sobre el nazismo, es necesario recordar que no existe el mal absoluto, sino que sólo existe el bien absoluto. ¿Y por qué es esto? Porque el mal, en cuanto privación, se encuentra siempre en un sujeto que de por sí es bueno. Lo que significa que el mal existe sólo en relación con un sujeto. No existe en sí y por sí, como si fuera una sustancia. Por ejemplo, el cáncer es malo; pero existe mientras el paciente esté allí. Cuando el cáncer vence, es decir, mata al enfermo, ésta es también su derrota: se elimina a sí mismo, porque una persona muerta evidentemente no puede tener cáncer. En el caso del pecado, es decir, del mal moral, el pecado no se vence a sí mismo, sino que debe ser quitado por Dios. De tal modo el pecador se salva. Asimismo no existe error que no contenga una parte de verdad.
En base a este principio, al juzgar la doctrina del nazismo, nosotros debemos condenar, sí, sus errores, pero, por más que nos pueda parecer repugnante, también debemos reconocer esa parte de verdad, que hace posible el mismo error. ¿Cuál es esa parte de la verdad en el nazismo? Ha sido la necesidad del pueblo alemán, demasiado humillado en el Tratado de Versailles, de reivindicar su propia dignidad. El problema ha sido que los alemanes han exagerado en esa reivindicación y han terminado pasando a la parte del error, desencadenando la II guerra mundial.