martes, 14 de noviembre de 2023

El Papa impulsa y guía la tarea de los teólogos

El papa Francisco ha emanado un nuevo documento, la Carta apostólica Ad theologiam promovendam, en la que impulsa la labor de los teólogos y los guía señalando pautas para su insustituible oficio. El teólogo, en el timbre pastoral de su tarea, enciende en los fieles el interés teológico y los estimula a tener sed de un conocimiento de Dios cada vez más profundo. Ayuda a los fieles a liberarse del error y les asiste para que puedan difundir el saber teológico y volverse a su vez capaces de liberar a sus hermanos del error. [En la imagen: frente del Palazzo della Cancelleria, antiguo Palacio Riario, actual sede de la Pontificia Academia de Teología. La puerta más pequeña a la derecha es la entrada a la basílica de San Lorenzo in Damaso].

Un documento estimulante y alentador
   
----------El Santo Padre ha emanado el pasado 1° de noviembre, una Carta apostólica en forma de motu proprio, Ad theologiam promovendam, con la cual confirma, reforma, anima y da nuevo incremento a las actividades de la Pontificia Academia de Teología, un organismo cultural de la Santa Sede, que reúne a un restringido grupo de teólogos de toda la Iglesia que se han destacado por su competencia y su fidelidad a la Iglesia en las diversas disciplinas que abarca la ciencia teológica.
----------Dado que diez días después de su promulgación (redacto este artículo el día 11 de noviembre), este breve aunque importante documento extrañamente todavía no ha sido vertido al español, y sólo está publicado en el idioma italiano, considero que podría ser de alguna utilidad a los lectores ofrecer una traducción personal de la Carta, que se compone de diez puntos, para luego comentarla.
   
Una traducción al español de la carta Ad theologiam promovendam
   
----------Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio" del Sumo Pontífice Francisco Ad theologiam promovendam con la cual se aprueban nuevos estatutos de la Pontificia Academia de Teología.
----------1. Para promover la teología en el futuro, no podemos limitarnos a volver a proponer abstractamente fórmulas y esquemas del pasado. Llamada a interpretar proféticamente el presente y a vislumbrar nuevos itinerarios con vistas al futuro, a la luz de la Revelación, la teología deberá confrontarse con las profundas transformaciones culturales, consciente de que: "Lo que estamos viviendo no es simplemente una época de cambios, sino que es un cambio de época" (Discurso a la Curia Romana del 21 de diciembre de 2013).
----------2. La Academia Pontificia de Teología, surgida en los inicios del siglo XVIII bajo los auspicios de Clemente Décimo XI, mi Predecesor, y por él instituida canónicamente con el breve Inscrutabili el 23 de abril de 1718, en todo el curso de su secular existencia constantemente ha encarnado la exigencia de poner la teología al servicio de la Iglesia y del mundo, modificando cuando fuera necesario su propia estructura y ampliando sus propias finalidades: desde ser inicial lugar de formación teológica de los eclesiásticos en un contexto en el cual otras instituciones resultaban carentes e inadecuadas para tal propósito, hasta llegar a ser grupo de estudiosos llamados a indagar y profundizar temas teológicos de particular relevancia. La actualización de los Estatutos, querida por mis predecesores, ha marcado y promovido tal proceso: piénsese en los Estatutos aprobados por Gregorio XVI el 26 de agosto de 1838 y en los aprobados por san Juan Pablo II con la Carta Apostólica Inter munera Academiarum del 28 de enero de 1999.
----------3. Después de casi cinco lustros, ha llegado el momento de revisar estas normas, para hacerlas más adecuadas a la misión que nuestro tiempo impone a la teología. A una Iglesia sinodal, misionera y "en salida" no puede más que corresponder una teología "en salida". Como he escrito en la Carta al Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina, dirigiéndome a profesores y estudiantes de teología: "No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. […] También los buenos teólogos, al igual que los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres". Sin embargo, la apertura al mundo, al hombre en la concreción de su situación existencial, con sus problemáticas, sus heridas, sus desafíos, sus potencialidades, no puede reducirse a mera actitud "táctica", adaptando extrínsecamente contenidos ya cristalizados a nuevas situaciones, sino que debe instar a la teología a un repensamiento epistemológico y metodológico, como está indicado en el Proemio de la constitución apostólica Veritatis gaudium.
----------4. La reflexión teológica está llamada, por lo tanto, a dar un giro o punto de inflexión, está llamada a un cambio de paradigma, a una "valiente revolución cultural" (Carta Encíclica Laudato si', n.114), que la empeñe, en primer lugar, a ser una teología fundamentalmente contextual, capaz de leer e interpretar el Evangelio en las condiciones en las cuales los hombres y las mujeres cotidianamente viven, en los diversos ambientes geográficos, sociales y culturales, y teniendo como arquetipo la Encarnación del Logos eterno, su entrar en la cultura, en la visión del mundo, en la tradición religiosa de un pueblo. A partir de aquí, la teología no puede más que desarrollarse en una cultura del diálogo y del encuentro entre las diversas tradiciones y los diversos saberes, entre las diferentes confesiones cristianas y las diferentes religiones, confrontándose abiertamente con todos, creyentes y no creyentes. La exigencia del diálogo es, en efecto, intrínseca al ser humano y a toda la creación y es tarea peculiar de la teología descubrir "la huella trinitaria que hace que el cosmos en el que vivimos sea una trama de relaciones, y en el que es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa" (Constitución Apostólica Veritatis gaudium, Proem, 4a).
----------5. Esta dimensión relacional connota y define, desde un punto de vista epistémico, el estatuto de la teología, que se ve así impulsada a no cerrarse en la auto-referencialidad, que conduce al aislamiento y a la insignificancia, sino a percibirse como inserta en una trama de relaciones, en primer lugar con las otras disciplinas y los otros saberes. Se trata del enfoque de la transdisciplinariedad, es decir, una interdisciplinariedad en sentido fuerte, distinta de la multidisciplinariedad, entendida como interdisciplinariedad en sentido débil. Esta última favorece, seguramente, una mejor comprensión de su objeto de estudio, considerándolo desde más puntos de vista, los cuales sin embargo siguen siendo complementarios y separados. En cambio, la transdisciplinariedad debe ser pensada "como ubicación y maduración de todo el saber en el espacio de Luz y de Vida ofrecido por la Sabiduría que brota de la Revelación de Dios" (Constitución Apostólica Veritatis gaudium, Proem, 4c). De ello deriva la ardua tarea para la teología de ser capaz de servirse de categorías nuevas elaboradas por otros saberes, para penetrar y comunicar las verdades de la fe y transmitir la enseñanza de Jesús en los lenguajes hodiernos, con originalidad y con conciencia crítica.
----------6. El diálogo con los otros saberes presupone evidentemente el diálogo en lo interno de la comunidad eclesial y la conciencia de la esencial dimensión sinodal y comunional del hacer teología: el teólogo no puede más que vivir en primera persona la fraternidad y la comunión, al servicio de la evangelización y para llegar al corazón de todos. Como he dicho a los teólogos en el Discurso a los Miembros de la Comisión Teológica Internacional, el 24 de noviembre de 2022: "La sinodalidad eclesial empeña, por tanto, a los teólogos a hacer teología en forma sinodal, promoviendo entre ellos la capacidad de escuchar, dialogar, discernir e integrar los multiplicidad y variedad de las instancias y de los aportes". Por eso es importante que existan lugares, también institucionales, en los cuales vivir y hacer experiencia de colegialidad y fraternidad teológica.
----------7. Finalmente, la necesaria atención al estatuto científico de la teología no debe oscurecer su dimensión sapiencial, como ya claramente ha sido afirmado por santo Tomás de Aquino (cf. Summa theologiae I, q.1, a.6). Por eso el beato Antonio Rosmini consideraba la teología una expresión sublime de la "caridad intelectual", al tiempo que pedía que la razón crítica de todos los saberes se orientara hacia la Idea de Sabiduría. Ahora bien, la Idea de Sabiduría estrecha interiormente en un "círculo sólido" juntas la Verdad y la Caridad, de modo que es imposible conocer la verdad sin practicar la caridad: "porque la una está en la otra y ninguna de las dos se encuentra fuera de la otra. De donde, quien tiene esta Verdad tiene con ella la Caridad que la cumple, y quien tiene esta Caridad tiene la Verdad cumplida" (cf. De los estudios del Autor, nn.100-111). La razón científica debe ampliar sus confines en la dirección de la sabiduría, para no deshumanizarse y empobrecerse. Por este camino, la teología puede contribuir al actual debate de "repensar el pensamiento", mostrando ser un verdadero saber crítico en cuanto saber sapiencial, no abstracto e ideológico, sino espiritual, elaborado de rodillas, grávido de adoración y de plegaria; un saber trascendente y, al mismo tiempo, atento a la voz del pueblo, por tanto teología "popular", vuelta misericordiosamente hacia las heridas abiertas de la humanidad y de la creación y dentro de los pliegues de la historia humana, a la cual profetiza la esperanza de un cumplimiento último.
----------8. Se trata del "timbre" pastoral que la teología en su conjunto, y no sólo en su ámbito peculiar, debe asumir: sin contraponer la teoría y la práctica, la reflexión teológica está llamada a desarrollarse con un método inductivo, que parta de los diferentes contextos y de las concretas situaciones en las cuales los pueblos están insertos, dejándose interpelar seriamente por la realidad, para así convertirse en discernimiento de los "signos de los tiempos" en el anuncio del acontecimiento salvífico del Dios-ágape, que se ha comunicado en Jesucristo. Por tanto, es necesario que sea ante todo privilegiado el saber del sentido común de la gente, que es de hecho lugar teológico en el cual habitan muchas imágenes de Dios, frecuentemente no correspondientes al rostro cristiano de Dios, sólo y siempre amor. La teología se pone al servicio de la evangelización de la Iglesia y de la transmisión de la fe, para que la fe devenga cultura, es decir, ethos sapiente del pueblo de Dios, propuesta de belleza humana y humanizadora para todos.
----------9. Frente a esta renovada misión de la teología, la Pontificia Academia de Teología hoy está llamada a desarrollar, en la constante atención a la cientificidad de la reflexión teológica, el diálogo transdisciplinar con los otros saberes científicos, filosóficos, humanísticos y artísticos, con creyentes y no creyentes, con hombres y mujeres de diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones. Esto podrá suceder creando una comunidad académica de intercambio de fe y de estudio, que teja una red de relaciones con otras instituciones formativas, educativas y culturales y que sepa penetrar, con originalidad y con espíritu de imaginación, en los lugares existenciales de la elaboración del saber, de las profesiones y de las comunidades cristianas.
----------10. Gracias a los nuevos Estatutos, la Pontificia Academia de Teología podrá así más fácilmente perseguir las finalidades que el tiempo presente requiere. Acogiendo favorablemente los votos que me han sido dirigidos para aprobar estas nuevas normas, y secundándolas, deseo que esta egregia sede de estudios crezca en calidad y por ello apruebo, en virtud de esta Carta Apostólica, y a perpetuidad, los Estatutos de la Pontificia Academia de Teología, legítimamente elaborados y de nuevo revisados y les confiero la fuerza de la Apostólica aprobación.
----------Todo lo que he decretado en esta Carta Apostólica dada en motu proprio, ordeno que tenga valor estable y duradero, no obstante cualquier disposición en contrario.
----------Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 1 de noviembre del año 2023, solemnidad de Todos los Santos, undécimo de mi Pontificado.
----------Francisco
   
Consideraciones generales
   
----------El documento del Santo Padre está marcado y guiado, al referirse al ámbito de competencia propia del saber teológico, por la categoría de la novedad y, por tanto, por la referencia al Espíritu Santo, que en el bautismo nos ha hecho renacer con Cristo y nos ha convertido en nuevas creaturas a imagen de Cristo. Todavía está en curso y aún no está completo ese giro o punto de inflexión epocal, que fue inaugurado hace sesenta años por el Concilio Vaticano II al cerrar definitivamente un precedente tiempo de la Iglesia en el cual se había insistido demasiado sobre la severidad y no lo suficiente sobre la misericordia.
----------Indudablemente, como fue señalado por los Papas del postconcilio, sobre todo por san Paulo VI y por Benedicto XVI, la reforma conciliar ha sido mal interpretada y falsificada por un resucitado modernismo (el así llamado neo-modernismo) que se jacta fraudulentamente del título de "progresismo", cuando en cambio esa tendencia deja pasar bajo ese honorable título (porque de hecho existe un sano progresismo, ya que ¿quién podría negar el valor del progreso?) la voluntad de cambiar y relativizar el significado de los dogmas y de los artículos de fe, de corromper la Tradición, de subvertir las costumbres cristianas, de alejar a la Iglesia de la fidelidad a su divino Esposo, con el pretexto de la necesaria búsqueda de un lenguaje teológico y pastoral comprensibles a los hombres de nuestro tiempo y del deber ya inaplazable de asumir en el patrimonio de la doctrina católica todo cuanto en la modernidad se encuentra compatible con el Evangelio.
----------De esta manera, la teología, en escucha de las inspiraciones del Espíritu Santo, está ciertamente llamada a ser profética, es decir, a elaborar hipótesis y posibles prefiguraciones, proyectos y realizaciones iniciales, ya desde ahora, de lo que será la humanidad futura, unión del varón y de la mujer, tal como resulta de la divina Revelación de y las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
----------Tarea del teólogo, nos dice el Santo Padre, es la de ser, a la luz de la Palabra de Dios, de la Tradición y del magisterio de la Iglesia y en comunión con la Iglesia, un precursor, un hombre de vanguardia, un estimulador del progreso doctrinal, espiritual y moral, por tanto la tarea de hacer avanzar la historia hacia Cristo Resucitado, que desde la diestra del Padre guía a la humanidad al encuentro escatológico con Él en los cielos, sosteniendo y defendiendo a la Iglesia su esposa, en la lucha contra el Dragón infernal hasta que ella lo haya vencido en el último día al final de los tiempos y se haya completado el número de los elegidos.
----------En efecto, en Cristo el "hombre nuevo" de paulina memoria puede experimentar ya desde ahora la caparra, las primicias, la pregustación de la futura resurrección, de los cielos nuevos y de la tierra nueva donde habita la justicia. Es cierto que las consecuencias del pecado original permanecen (e incluso crecen, y he aquí el mysterium iniquitatis), pero a medida que a lo largo de los siglos y de los milenios Dios en Cristo nos hace sentir el poder y la vastedad de su misericordia y de su gracia, aumenta también nuestro conocimiento y la experiencia de esta misericordia, por lo cual gradualmente (he aquí el mysterium salutis) disminuyen las desagradables consecuencias del pecado original, y el hombre logra redescubrir la perfección originaria del estado edénico enriquecido por la futura gloria escatológica de los hijos de Dios, movidos por el Espíritu Santo, que renueva todas las cosas, nuevas creaturas modeladas por el Padre a imagen del Hijo.
----------El Romano Pontífice nos hace notar que el proyecto reformador del Concilio Vaticano II, entendido en su sentido correcto, sigue siendo todavía de extrema actualidad. Después de sesenta años, la obra proyectada y promovida por el Concilio no se ha completado en absoluto, o sólo se ha completado en parte. El Papa denuncia adolorado el hecho de que, después de sesenta años, todavía hay católicos que no saben apreciar el valor de las nuevas doctrinas conciliares, confundiéndolas por modernistas o filo-protestantes, así como lamentablemente persisten las cerradas resistencias de un conservadurismo, que no es verdadera conservación del depósito inmutable de la fe, sino apego estéril a cosas, ideas y prácticas que hoy la Iglesia ha superado y corregido, así como existe un tradicionalismo que no es verdadera fidelidad a la Tradición tal como ella es interpretada y vivida en el actual Magisterio de la Iglesia, sino obstinado apego, irrazonable y nocivo, a palabras, fórmulas, ritos, usos, costumbres y mentalidades que la Iglesia misma ha abandonado.
----------Es interesante la referencia del Santo Padre al deber del teólogo de tener en cuenta el "sentido común de la gente", que es la metafísica espontánea del corazón humano o de la ratio naturalis, para decirlo con santo Tomás de Aquino. Es sobre la base de estas intuiciones espontáneas y universales de la razón natural y de la conciencia moral, la así llamada "sindéresis", que el teólogo construye su obra educativa, iniciando y dirigiendo eventualmente a estudios superiores de filosofía o de teología a los jóvenes que encuentra aptos y deseosos de emprender un camino tan útil para el bien de la humanidad y de la Iglesia.
----------También es muy importante el discurso del Papa sobre la necesidad de que el teólogo tome a su cuidado la relación de su disciplina con las demás que constituyen la universidad de los estudios y de las ciencias.
----------Naturalmente, cada teólogo no podrá abarcar todas las ciencias, pero entre ellas elegirá aquella o aquellas con las cuales se sienta en mayor sintonía y capaz de entrar en relación. En cualquier caso, es bueno que todo teólogo tenga clara percepción de los grados del saber (al respecto, véase de Jacques Maritain, Les degrés di savoir, Desclée de Brouwer, Bruges 1959), porque tal jerarquización muestra cómo de la experiencia de las cosas cotidianas y del mundo físico, nuestra inteligencia, pasando a través de los grados de las ciencias, de la matemática, de la filosofía, de la teología y de la mística se prepara para la visión beatífica de la Esencia divina en el paraíso del cielo, un itinerario que ya san Buenaventura había descrito precisamente con su famoso Itinerarium mentis in Deum y la Reductio artium in theologiam.
----------Ahora bien, para interpretar correctamente, es decir, contextualmente, el documento del Papa y verlo en la correcta luz, es absolutamente claro que es necesario ponerlo en relación con las enseñanzas anteriores más importantes del propio Romano Pontífice atinentes a la teología y a la doctrina católica, que, a decir verdad, no son numerosas, pero sí son extremadamente significativas.
----------De ellas sólo mencionaré cuatro. En primer lugar, la necesidad, repetida en muchos de sus discursos como ningún Papa lo había hecho antes de él, de que nos cuidemos de las insidias, de los engaños y de las seducciones del demonio, que intenta falsear o distorsionar la Palabra de Dios y alejarnos de Cristo.
----------En segundo lugar, el peligro del gnosticismo (véase la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, del 19 marzo de 2018, nn.36-42) como pretendido saber teológico omnicomprensivo o totalizador, exhaustivo y supremo, por encima de la Palabra del Evangelio. Está claro que la polémica antignóstica del Papa debe ser relacionada con su condena del idealismo en favor del realismo, donde el Papa ha llamado repetidamente al primado de la realidad sobre la idea (véase la Evangelii gaudium). Ahora bien, ¿qué es el gnosticismo sino la presunción de la razón humana de dominar lo real, como  el Papa mismo ha dicho, con la idea?
----------En tercer lugar, la condena del neopelagianismo contemporáneo (Gaudete et exsultate, nn.47-51), como pretensión del hombre de elevarse por sí con la sola razón al nivel divino y, por tanto, de salvarse con sus propias fuerzas. Aquí podemos ver la condena del humanismo rahneriano caracterizado por la gracia concebida como cumplimiento de la naturaleza y de Dios como vértice de la autotrascendencia humana ilimitada.
----------En cuarto lugar, la recomendación del pensamiento de santo Tomás de Aquino como Doctor Común de la Iglesia (vale decir, como guía y maestro para los estudios filosóficos y teológicos), publicada el 18 de julio de este año con motivo de la conmemoración del VII centenario de la canonización del Santo Doctor.
   
Observaciones críticas y sugerencias integrativas
   
----------Si se me permite alguna observación crítica (salvo meliori judicio) al documento del Papa, diría que, a mi modo de ver, el Santo Padre habría debido agregar al fuerte llamamiento al progreso y a la implementación del Concilio Vaticano II, retomando un llamamiento siempre actual de los Papas precedentes, una necesidad urgente para la teología y para la Iglesia de hoy de revisar, repristinar y recuperar los valores olvidados, sobre todo los relativos a lo doctrinal, a lo permanente, a lo absoluto, a lo inmutable, a lo universal.
----------Es verdad que ciertos teólogos del preconcilio, incluso algunos teólogos tomistas, practicaban un teologar demasiado abstracto, intelectualista, inmovilista, repetitivo, alejado del contexto histórico, demasiado polemista contra la modernidad. Sin embargo, claro que no es con el modernismo voluntarista, cualunquista, indiferentista, historicista, evolucionista, laxista, oportunista, dialéctico y relativista, que podría ponerse remedio el abstractismo, el fijismo, el indietrismo y la rigidez, denunciados por el Papa.
----------En el deseo y la voluntad de remediar un extremo rigorismo, ahistórico y abstractista, denunciado por el Concilio Vaticano II, muchos teólogos impulsivos, imprudentes y precipitados, sin una seria preparación escolástica, sin un verdadero amor por las almas y ni siquiera por la propia alma, pero con un enharinado o rebozado de teología alemana, casi como si ella fuera el paradigma de la teología, en busca de notoriedad como "progresistas", perseguidores de los "conservadores", amantes del mundo y de sí mismos más que de Cristo, se han pasado al extremo opuesto a causa de una reacción evidentemente no razonada sino sólo emotiva y acomodaticia, al modo como sucede en los movimientos pendulares.
----------Estos teólogos extremistas y falsos renovadores no se han dado cuenta de que, ya sea de derecha o ya sea de izquierda, el extremismo sigue siendo siempre extremismo, mientras que los deberes del buen teólogo son la imparcialidad y el espíritu de síntesis, el evitar la unilateralidad y el partidismo, el saber deducir las consecuencias de las premisas, el aplicar los principios en los casos concretos, el saber sufrir por la verdad, el evitar servilismos y prepotencias, el captar lo idéntico en lo diverso, el no confundir la diversidad con la ilicitud, el evitar el doble juego, el unir lo abstracto a lo concreto, el bajar lo ideal a lo concreto y elevarse de lo factual a lo ideal, el ver lo particular bajo lo universal, el saber mediar entre posiciones recíprocamente complementarias, el desenmascarar los engaños del demonio, el excluir los extremismos heréticos, el saber unir la audacia con la moderación, el dar prueba de amplitud de miras, la atención a lo concreto, las nobles intenciones, el gran equilibrio y la magnanimidad, el saber reconciliar los opuestos eliminando los conflictos.
----------Por otra parte, el buenismo no es la bondad, el misericordismo no es la misericordia, el perdonismo no es el perdón, sino que, como lo vengo demostrando desde hace muchos años de palabra y por escrito, se trata de astucias y de hipocresías, son discursos de cómodo, acomodaticios, que esconden falsedad, maldad, impiedad, violencia y crueldad. A la inversa, la firmeza no es rigidez, la austeridad no es rigorismo, el sacrificio no es autolesionismo, el mérito no excluye la gracia sino que la supone.
----------Además, no debemos tener miedo, sugestionados por el nominalismo y concretismo ockhamistas, de afirmar la importancia de las ideas abstractas. Las palabras de Cristo, los dogmas, los artículos de fe, son evidentemente expresiones de ideas abstractas. Y no hay nada de malo en ello, más bien es la necesidad del pensar. Abstrahentium non est mendacium. Ciertamente es necesario saber abstraer, no hacer como Platón, que hipostasiaba y reificaba lo ideal y lo universal. ¿Acaso queremos pensar que Cristo y la Iglesia carezcan de ese poder abstractivo del intelecto, mediante el cual se abstrae la esencia universal del dato particular?
----------Son los animales los que no saben concebir la esencia universal. La superioridad del hombre sobre ellos reside precisamente aquí: en el saber pensar, y no existe pensamiento sin actividad abstractiva. Por lo tanto, digámoslo francamente: los modernistas están exagerando en el reaccionar a la teología abstractista preconciliar y se ha caído en el exceso opuesto. Hoy existe una excesiva necesidad de concreción, que no es signo de realismo ni de prudencia pastoral, sino que no es más que sensismo materialista.
----------En segundo lugar es necesario observar que, si bien es correcto y debido el llamamiento a la importancia del método inductivo, también se necesitaba citar y explicar el método deductivo. Lo uno no puede estar sin lo otro porque, mientras el método inductivo sirve al conocimiento especulativo (vía inventionis), el cual, partiendo de la experiencia sensible, extrae la causa del efecto y se eleva a Dios como causa primera, que resulta como fundamento y legislador del orden moral, la deducción parte de lo abstracto del principio moral, de la ley divina (via iudicii) y desciende en lo concreto aplicando la ley en el caso individual, aún cuando es cierto que también el juicio moral o prudencial se sirve de la inducción, no sin embargo para establecer la ley, sino para comprender las circunstancias en las cuales la ley debe ser aplicada.
----------En tercer lugar, hay que reconocer que es estimulante la invitación del Papa a continuar el diálogo con los teólogos orientales ortodoxos. Al respecto, es muy importante el recuerdo del Papa acerca del valor sapiencial de la teología y, en particular, de la teología mística, fruto de la caridad y de la unión con Dios. Pero el defecto de la teología oriental es el de enfatizar de tal modo las tinieblas divinas, que se llega a olvidar que Dios es luz, de modo que con esta exagerada acentuación de las tinieblas, con el negar todos los atributos conceptualizables divinos, todos los dogmas, como hace Dionisio el Areopagita en la conclusión de su Teología mística, al final la mente permanece en la oscuridad y ya no ve nada.
----------A propósito de esto, este enfoque de Dionisio se convirtió en oficial en la Iglesia de Oriente después de que fuera adoptado por san Gregorio Palamas. La ausencia del Filioque rompe la relación del logos (Hijo) con el pneuma (Espíritu), de modo que surge una mística anticonceptual que crea dudas sobre su autenticidad. Además, Gregorio confunde la gracia de la gloria celestial con la visión beatífica y así como la gracia es una participación de la naturaleza divina, sostiene que en el paraíso del cielo el intelecto no ve la esencia divina sino una participación suya en ella, que sería la "energía" divina.
----------A este respecto cabe señalar que los conceptos siguen siendo necesarios en la vida presente, donde vemos, como dice san Pablo, "como en un espejo" (1 Cor 13,12). Sólo en el paraíso del cielo podremos prescindir de los conceptos, dado que veremos a Dios cara a cara. Por otra parte, ¿dónde iría a parar la revelación de Dios que Cristo nos da? ¿Por qué motivo la Iglesia siempre se ha preocupado y ha luchado, a costa de grandes sufrimientos y de oposiciones, para proporcionarnos los artículos de fe y los dogmas? ¿Son estas las tinieblas divinas o no corren el riesgo de ser las tinieblas del diablo? (cf. 1 Sam 2,9; Job 15,30; 20,26; Sab 17,2; 18,4; Sir 11,16; Jer 23,12; Mt 8,12; 22,13; 25,30; Rm 13,12; Ef 5,8; 6,12; 2 Pe 2,17; Jd 6; Ap 16,10). La verdadera experiencia mística no suprime en absoluto y no supera los dogmas, sino que, por el contrario, en el fuego de la caridad, los vuelve ardientes y aún más luminosos.
----------En cuarto lugar, el papa Francisco insiste en el impulsar a los teólogos al progreso. A este fin el Santo Padre usa algunas expresiones que parecen demasiado enfáticas como "cambio epocal", "cambio de paradigma", "revolución cultural". Más allá de estas imágenes que no son demasiado felices, se trata ciertamente de ver el actual período histórico que encuentra a la Iglesia todavía comprometida en la reforma conciliar.
----------Para atenuar cuanto de aparentemente grandilocuente o desproporcionado se puede escuchar en las expresiones antes mencionadas, el Papa habría podido recordarnos, a nosotros los teólogos, nuestro grave deber, que hemos sentido ya antes del Concilio, pero hoy a menudo descuidado, de aclarar siempre las cosas o los valores que en la Iglesia no cambian y no pueden cambiar, y aquellos que, a la inversa, pueden y deben cambiar, explicando el por qué, y no por tanto deteniendo el progreso con decir "desde hace dos mil años se ha hecho y se piensa así", o bien a causa de un falso progreso, cancelando o borrando tranquilamente de un golpe de puño venerables tradiciones que en el pasado han producido inmensos frutos de santidad.
----------De hecho, en estos casos, para estar a la altura de nuestra tarea, los teólogos debemos saber sostener lo inmutable, pero aduciendo razones teóricas incontrovertibles, es decir, basadas no en una duración temporal, sino en la inteligencia de la fe.
----------En quinto lugar, el Papa presenta correctamente la teología como saber crítico. Esta afirmación merecía un amplio desarrollo. El teólogo está llamado a conocer la temática teológica debatida en su tiempo, debe hacer un cribado de las diversas y contrastantes opiniones, discernir cuanto es útil para el progreso de la teología y para el bien de las almas y cuanto en cambio es perjudicial e induce a la desobediencia a las leyes divinas o aleja de Dios o crea enemigos de Dios.
----------El teólogo, en el timbre pastoral de su tarea, enciende en los fieles el interés teológico y los estimula a tener sed de un conocimiento de Dios cada vez más profundo. Ayuda a los fieles a liberarse del error y les asiste para que puedan difundir el saber teológico y volverse a su vez capaces de liberar a sus hermanos del error.

8 comentarios:

  1. Con toda la buena voluntad y nuestros límites, Reverendo Padre, no se puede digerir este último arrebato papal destinado a invertir (de nuevo) el rol de la Iglesia "docente" en favor de una ambigua "socioteología" (según la definición de Stefano Fontana). La referencia a Santo Tomás por el "sentido común de la gente" parece ser el expediente habitual para hacer parecer "tradicional" una elección que en cambio es revolucionaria. El horizonte bergogliano no es "la metafísica espontánea del corazón humano", sino el pueblo mismo en cuanto "lugar teológico" (Lucio Gera, etc.).
    Escribe luego Fontana: la teología "en salida" ya no partirá de la dogmática, sino de la antropología o de las ciencias sociales. Ya no admitirá la primacía de la razón sino que también lo hará con las emociones y los sentimientos.
    Leemos en cambio en el documento: "No os conforméis con una teología de escritorio. Que vuestro lugar de reflexión sean las fronteras. […] También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, vierten óleo y vino sobre las heridas de los hombres".
    Es el leitmotiv con el cual ha sido construido (¿impuesto?) todo el pontificado. El cura de calle que va en el subte con cara afligida a causa de la 'impúdica dogmática' que aún no se puede erradicar de la Iglesia, de suyo insensible al sufrimiento de los hombres.
    Es una imagen grotesca que ya ni siquiera los Testigos de Jehová sueñan con utilizar, pero que reina en cambio en las redacciones complacientes. (Ya está listo un nuevo libro sobre la vida del Papa...). Es evidente que del catolicismo y de la historia de la Iglesia no existe la más mínima comprensión y es este aspecto y ningún otro el que recibe el aplauso del mundo.

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    1. Estimado Fernando,
      ante todo, le hago presente que también cuando se habla del pueblo como lugar teológico se viene a decir lo mismo que he dicho yo, porque la metafísica no es otra cosa originariamente más que la expresión espontánea de la razón natural, que todos nosotros poseemos, incluso antes de acceder a los estudios escolásticos, involucrando palabras elementales como los términos: "cosa", "ser", "por qué", "verdadero", "bueno", "bello", "quiero", "yo sé", "sí y no".
      Ahora bien, ¿por qué la mente de un niño puede ser un "lugar teológico"? ¿Qué es un lugar teológico, un locus theologicus? (recordemos del dominico Melchor Cano, su obra famosa: De Locis Theologicis, Salamanca 1563). Pues bien, la mente del niño como lugar teológico, es precisamente esa condición de la mente humana de honestidad y de limpidez o claridad, que permite al teólogo ver en ella el lugar de la revelación divina.
      Por tanto el Papa, con la apelación al sentido común de la gente, simplemente quiere recordarnos nuestro deber de honestidad y de sinceridad en el pensar, en el hablar y en el actuar, fuera de toda doblez y falsedad.
      En estas condiciones nos convertimos en lugares teológicos, es decir, espacios que se abren al descenso de la gracia.

      Si hay una cosa que el Papa repite continuamente es la necesidad de atenerse a la Palabra de Dios, al Evangelio, a las doctrinas del Concilio, a las enseñanzas de la Iglesia y al Catecismo de la Iglesia Católica.
      ¿Y qué es todo esto, sino la dogmática de la Iglesia?

      Estas palabras del Papa, expresadas en términos quizás un tanto inadecuados, deben ser rectamente interpretadas. No es que Francisco invite al teólogo a vagar entre los vagabundos de los suburbios y las periferias. Su exhortación a ir a las calles y a las fronteras se refiere al deber del teólogo de viajar con el espíritu y con gran apertura de mente, ciertamente sobre la base de informaciones fiables y seguras, que sin embargo no tiene necesidad de recabar de contactos empíricos, sino que puede muy bien inferir de noticias recibidas también de la prensa o los medios de comunicación.
      El olfato del teólogo no es ese oler que posee en mucha mayor medida el perro, sino que es un olfato, una intuición y un discernimiento espiritual, que le permite reconocer a fondo a las almas y sus necesidades, tribulaciones, dramas, sufrimientos y alegrías en su camino espiritual y en su relación con Dios.
      El olor que el teólogo percibe es aquello que Catalina de Siena llamaba "el hedor del pecado mortal", mientras que el perfume que el teólogo huele es el "buen perfume de Cristo" (2 Cor 2,15).

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    2. Gracias por la respuesta.
      Usted dice: "En estas condiciones nos convertimos en lugares teológicos, es decir, espacios que se abren al descenso de la gracia."
      Esta es la visión clásica, a la que nada puede ser antepuesto (el Espíritu sopla donde quiere). Mi impresión es que la 'Teología del pueblo', de la cual Bergoglio si no hijo es directo ejecutor (me atrevería a decir testamentario), prescinde de la condición del sujeto. La instancia es la misma que la de la Teología de la liberación, aunque privada de la lucha de clases.
      El "pueblo" como "figura poliédrica" en la cual cada cultura tiene algo que aportar a la humanidad y donde las diferencias son respetadas (Scannone).
      La opción preferencial por los pobres debe ser expresada como "opción preferencial por los excluidos", prescindiendo -y este es el punto central revolucionario- de su status, credo, religión, etc.
      Una semana después del motu proprio y he aquí la bomba mediática gracias a la respuesta del neo prefecto del Dicasterio de la Fe. El documento no ha sido publicado hasta el 9 de noviembre, pero la firma señala el día de Todos los Santos, es decir, contemporáneamente con la publicación del motu proprio. Siempre con la cita de Santo Tomás, por supuesto...
      Los titulares de la noticia son algo así como: "El Vaticano se abre a las personas trans y gays: pueden ser testigos de bodas, madrinas y padrinos". Siempre en el mismo horizonte de la ficción del "Papa bueno, Iglesia mala".

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    3. Estimado Fernando,
      sus observaciones acerca de la concepción que el Papa tiene del pueblo me parecen sobre todo genéricas, de modo que no se entiende ni queda claro a qué discurso del Papa se está refiriendo usted.
      Para que yo pueda expresar una opinión, tendría necesidad de tener ante mis ojos alguna declaración del Papa.
      He leído el comunicado del Dicasterio. La declaración no hace más que recordarnos principios que deberían ser ya conocidos y también el documento da disposiciones que encuentro prudentes y equilibradas.
      Cf. https://www.vatican.va/content/romancuria/es/dicasteri/dicastero-dottrina-fede.index.html y https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_ddf_20231031-documento-mons-negri.pdf

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  2. En las respuestas del Dicasterio de la Fe a mons. Negri se dice que: "Le seguenti risposte ripropongono, in buona sostanza, i contenuti fondamentali di quanto, già in passato, è stato affermato in materia da questo Dicastero".

    Oímos repetir este "incipit" en muchos documentos, ¿pero es realmente así?
    No faltan las dudas expresadas incluso en periódicos italianos que ciertamente no son hostiles hacia Francisco.
    Además, ¿por qué hacer "desaparecer" el documento de 2015 de la lista oficial de textos del Dicasterio?

    (Mientras tanto saludamos el torpedeo al obispo de Tyler, alcanzado también por la misericordia bergogliana).

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    1. Estimado Fernando,
      la cuestión acerca de si los sujetos homo-afectivos pueden recibir lícitamente el Sacramento del Bautismo, o ser padrinos en el Bautismo, es una cuestión exquisitamente pastoral, que concierne a la disciplina de la administración de los Sacramentos, un ámbito del gobierno de la Iglesia acerca del cual el Sumo Pontífice actúa a su discreción, teniendo la facultad, si él lo juzga necesario y oportuno, de modificar la disciplina precedente.
      Por tanto, el hecho de que el actual Pontífice haya autorizado un documento del Dicasterio de la Fe, que modifica cuando había sido dispuesto por un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2015, no debería suscitar ninguna sorpresa, porque es algo que entra dentro en las normales competencias del Papa.
      Estos cambios están justificados por el hecho de que la Iglesia a lo largo de la historia mejora el ejercicio de la misericordia, por lo cual una disposición dada en el pasado, a medida que se progresa en el ejercicio de la misericordia, aparece superada y necesitada de una mejora.
      Diferente es la materia doctrinal, en cuanto el dogma católico es inmutable. Aquello que, por lo tanto, suscita escándalo y una necesaria protesta es, lamentablemente, el hecho de que los teólogos cambien el significado de los dogmas, cayendo así en la herejía.

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  3. Queridísimo padre Filemón:
    He leído el documento y, como estamos habituados desde hace casi once años, creo que debemos hacer un enorme esfuerzo para tratar de descubrir, en las palabras del Papa Francisco, el magisterio de siempre y su impulso hacia una mejor explicación de las verdades inmutables. Pero, desgraciadamente, todo esto implica un gran esfuerzo, a veces desalentador, ya que acabamos por descubrir siempre la parcialidad, los límites y las restricciones de las concepciones pontificias.
    Usted ya ha mencionado el reduccionismo de considerar el método inductivo, sin siquiera citar el método deductivo. Sabemos que la teología no puede vivir sin el método deductivo. ¿Pero todos lo entenderán así? ¿Lo entenderán así todos los profesores de seminarios y de las casas de formación?
    Cito otra afirmación, en el n.8: "el rostro cristiano de Dios, sólo y siempre amor".
    ¿No se lee aquí una vez más la reducción de la acción de Dios hacia el hombre vista sólo como misericordia, y no también como justicia? Sí, ciertamente, usted y yo entendemos que es verdad eso del "rostro cristiano de Dios, sólo y siempre amor", porque sabemos que la justicia y la severidad de Dios es también amor y misericordia. Pero, ¿todos lo entienden así en este contexto de brutal buenismo y misericordismo? Creo que ese es otra parcialidad de este documento.

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    1. Estimado Ernesto,
      tus observaciones son correctas y realmente entristecen. Esperemos que este Motu Proprio estimule a los teólogos a alcanzar esas metas que el Papa les propone.
      Por cuanto respecta al concepto del amor divino, está fuera de toda duda de que también la severidad e incluso la pena infernal, por más paradójica que pueda parecer, es fruto del divino amor.
      Y esto se debe a que los condenados al infierno, en cuanto mantenidos en la existencia, continúan siendo amados por Dios, porque Dios no ama sino lo que es bueno, al menos desde el punto de vista ontológico. Está claro, sin embargo, que Él no ama ese pecado que los ha condenado, al rechazar su amor.
      La pena misma que les aflige a los condenados del infierno debe, por tanto, ser reconducida al divino amor, traicionado por su rechazo, por lo cual tal rechazo, siendo el rechazo de un supremo bien, no puede dejar de implicar esa pena eterna que surge de la falta de este supremo bien, pena que Jesucristo llama "fuego eterno".

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