martes, 28 de noviembre de 2023

¿Qué significa la palabra Dios? (4/6)

Una cosa es lo actual, otra cosa es lo existente. Actual o real no significa aún existente, si no tiene acto de ser. También el mal, el ente de razón lógico, la nada, el número, lo imaginario, existen, son actuales, son reales. Sin embargo, no tienen el acto de ser. Son esencias, a las cuales no se añade el ser, sino que existen ya por cuenta propia en la razón, al modo del ente. Son entes de razón, hechos por nosotros, que no tienen necesidad de la adición del ser. El ser, entonces, no coincide exactamente con el existir. Los entes de razón existen, pero no tienen el ser. [En la imagen: fragmento de "La creación de Adán", uno de los famosos mosaicos normandos del siglo XII de la Catedral de Monreale, en Sicilia, Italia].

El sincretismo de Francisco Suárez
   
----------Una figura de teólogo que merece ser tomada en consideración para desarrollar nuestro tema es Francisco Suárez [1548-1617], quien, después del Concilio de Trento, que tanto se había inspirado en la teología de santo Tomás, se embarca en una empresa teológica que lo lleva, por así decir, a dar el paso más largo de lo que le da su pierna, no contentándose con seguir a santo Tomás, sino también recurriendo al beato Duns Scoto y a Ockham, con el resultado de realizar una obra enorme, pero incoherente, contradictoria y sincretista, que por una parte tendrá el sabor del ockhamismo luterano y por la otra preparará a Descartes y el posterior idealismo alemán hasta Rahner. Suárez quisiera dar razón a todos, y no molestar a ninguno, pero de este modo corre el riesgo de la doblez, que es mal vicio sobre todo en el teólogo.
----------Como es sabido, el jesuita Suárez rechaza la distinción tomista entre esencia y ser en el ente creado, mientras que santo Tomás de Aquino identifica en Dios esencia y ser, en esta diferencia situando precisamente la diferencia entre el creador y la creatura.
----------Suárez cree que esta diferencia que santo Tomás considera real, sea la diferencia entre dos cosas, malinterpretando lo que Tomás quiere decir. En efecto, la diferencia real no es necesariamente aquella entre dos cosas o dos sustancias, sino que también puede ser aquella entre dos componentes de lo real, como es precisamente el caso de la esencia-potencia y del acto-ser.
----------Yo puedo considerar la naturaleza humana por sí misma, incluso si no existiera un solo hombre sobre la tierra. Dios habría podido mantener para sí la idea del hombre, incluso si no lo hubiera creado. La esencia del hombre es real también si no es actuada en la existencia. La realidad no está hecha sólo de existencia, sino que también existen esencias que, si no son reales, al menos son realizables. Pero la realidad no está hecha ni siquiera de esencias realizadas, sino que se trata de esencias en las cuales la esencia-potencia permanece siempre distinta y realmente separable de su acto de ser, porque el ente creado no tiene el existir por esencia, sino que es añadido por Dios a su esencia.
----------¿Pero el acto de ser que adquiere la esencia posible al ser creada, no es acaso una realidad también él? ¿Y no tenemos entonces una distinción entre realidad y realidad? Es esto lo que Tomás quiere decir mostrando una distinción real, expresión por otra parte que no se encuentra en Tomás sino en sus discípulos, pero que, si se entiende en este sentido, refleja bien el pensamiento del Aquinate.
----------Quien, en cambio, como es el caso de Francisco Suárez, no se da cuenta de la distinción real entre esencia y ser, sino que la hace una simple distinción conceptual o de razón, afirmando que el ente actual ya tiene el existir por cuenta suya y no tiene necesidad de agregar el existir (véase al respecto: E.Gilson, L’Être et l’essence, Librairie philosophique Vrin, Paris 1981; pp.148-158), no se da cuenta de excluir la acción divina creadora, que da el ser a la esencia; no se da cuenta de que no basta con concebir el ente como esencia real actuada (esse in actu), porque ella ya tiene su ser, sino que es necesario percibir el ser como acto de la esencia (esse ut actus), porque el acto de ser es el efecto del acto creativo, sin el cual ser el ente es nada. El acto creativo no obra simplemente el pasaje de la esencia posible a la esencia real. De eso somos capaces también nosotros, utilizando una materia presupuesta. Sino que el acto creativo obra un pasaje del ser posible, o bien del no-ser, al ser. Y de ello es capaz sólo Dios, productor del ser.
----------Ciertamente, también Suárez habla de esencia y existencia. Lo posible es una esencia que no tiene la existencia; lo actual es la "esencia real", es decir, existente. Sin embargo, para Suárez el ser no es realmente distinto de la esencia, porque él, al considerar la esencia existente, la ve ya por sí dotada de su existir, que para él no es acto respecto a la esencia-potencia, sino que es simplemente un modo de ser de la esencia que la pone fuera de su causa, en la realidad.
----------Para Suárez todo se resuelve en un pasaje de lo posible a lo actual, pero para él la actualidad no añade nada a la esencia, que ella no tenga ya en cuanto existente en la realidad. Para él el existir no es una perfección ontológica meta-esencial, como para Tomás, sino que es un simple modo de ser de la esencia en la realidad. Así, en la incapacidad de separar el ser de la esencia, corre el riesgo de concebir la esencia existente como si fuera Dios. O al menos, menospreciando o eliminando la realidad del ser, menosprecia o elimina la potencia creativa de Dios y la asimila al hacer humano.
----------Y en cambio debemos decir que la actuación de una esencia posible no es todavía el ente singular existente en la realidad, si Dios no añadiera a esa esencia el acto de ser, porque la esencia sería sólo una potencia de ser aún no actuada en su acto de ser. El pasaje de lo posible a lo actual no coincide con la actuación de la potencia-esencia en su acto de ser.
----------La actuación de una posibilidad no es necesariamente la adquisición de la existencia, sino que también puede ser la pérdida de la existencia, la corrupción y la muerte. Por contra, el ente contingente como tal está compuesto de potencia-esencia y acto-ser, no sólo el existente, sino también el posible.
----------Lo posible, por tanto, no es una simple esencia a la cual le falta el ser, sino que es un compuesto de esencia y ser (esse ut actus), al cual le falta el existir (esse in actu). Es aquí que Suárez no distingue. Suárez corre el riesgo de perder de vista el ser como acto del ente o de reducirlo a un simple modo de ser de la esencia. De la reducción del ser a la esencia surgirá el esencialismo abstractista de Wolff. De la reducción de la esencia al existir surgirá el existencialismo concretista de Kierkegaard.
----------Lo que quiere decir que debemos distinguir no sólo una esencia posible de una esencia real (Suárez), sino también un ser posible de un ser real (Tomás de Aquino). Por lo tanto, el ser no coincide simplemente con lo actualmente o realmente existente, porque también puede ser un no-ser, como por ejemplo el mal.
----------Adquirir el existir, es decir, actuarse en la realidad, no quiere decir necesariamente adquirir el ser, sino que significa que el ser deviene actual. Cuando Dios crea, no da simplemente la existencia a una esencia, sino que crea de la nada tanto la esencia como la existencia. El compuesto de esencia y ser, de posible deviene real.
----------Por lo tanto, el existir en acto no es todavía el acto de existir o el acto de ser. Una cosa es el existir en acto y otra cosa es el existir como acto. Nosotros podemos realizar una idea; podemos a nuestra voluntad hacer actual lo que es posible; pero sólo Dios puede dar el ser, sólo Dios puede hacer pasar una esencia del ser potencia de ser a potencia actuada por su ser.
----------Crear no es sólo cuestión de voluntad; es cuestión de pasaje del no-ser al ser. Para explicar el acto creativo no basta decir que Dios crea de la nada, si no reconocemos luego que Dios añade el ser a la esencia del existente creado. Y si una esencia puede existir in mente Dei et hominis sin su ser, quiere decir que entre una esencia y su ser hay una distinción real.
----------Una cosa es lo actual, otra cosa es lo existente. Actual o real no significa aún existente, si no tiene acto de ser. También el mal, el ente de razón lógico, la nada, el número, lo imaginario, existen, son actuales, son reales. Sin embargo, no tienen el acto de ser. Son esencias, a las cuales no se añade el ser, sino que existen ya por cuenta propia en la razón, ad instar entis. Son entes de razón, hechos por nosotros, que no tienen necesidad de la adición del ser. El ser (esse ut actus), entonces, no coincide exactamente con el existir (esse in actu). Los entes de razón existen, pero no tienen el ser. Es aquí que Suárez parece haberse confundido.
   
Para entender la creación es necesario el esse tomista
   
----------Obviamente Francisco Suárez admite al Dios creador; sin embargo, él toma el ente finito como un simple dato de hecho y no se da cuenta, como Tomás de Aquino, de que es finito no simplemente porque Dios así lo ha querido, sino porque está compuesto de potencia-esencia y de acto-ser. Para Suárez el ente es de por sí simple, por lo cual nadie se da cuenta de que sólo Dios es absolutamente simple, porque no está compuesto de potencia y acto (para estas posiciones de Suárez, véanse los pasajes citados por Cornelio Fabro en su libro Breve introduzione al tomismo, Desclé&C., Roma 1960, pp.81-82).
----------Para Suárez el acto de ser en el ente creado no es finito como para santo Tomás porque es recibido en una potencia finita, sino que es finito por voluntad de Dios (cf. C.Fabro, ibid., p.81, tesis II), porque quiere que sea finito. Aquí aparece evidentemente una intrusión voluntarista en la noción misma del ser. Es evidente que si el ente creado existe, es porque lo ha querido Dios; pero el error de Suárez radica en el concebir el ser no por sí mismo como  acto de ser, sino como simple efecto de la voluntad de Dios.
----------En Suárez el ser es degradado a existir y la esencia devora al ser. Tenemos aquí una evidente y peligrosa doble influencia: el abstractismo esencialista idealista se conecta con Platón y el concretismo existencialista-voluntarista se conecta con Guillermo de Ockham, doble nefasta influencia, que en los siglos siguientes conducirá a la confusión del ser con el saber y con el querer.
----------Está claro, ciertamente, que lo que existe es querido por Dios, Quien ab aeterno lo ha ideado, pensado y proyectado en su intelecto, idéntico a la Esencia divina. Esto lo admite también Suárez, y es cierto que en Dios voluntad e intelecto se identifican, pero esto no quita la mencionada distinción nocional -y aquí Suárez falla junto con Ockham y con Scoto-, de lo contrario se termina confundiendo el saber con el querer, lo verdadero con lo querido, el ser con lo pensado.
----------Objeto del intelecto es la esencia del ente, en cuanto verdadero; objeto del querer es el ente concreto, en cuanto bueno. Esta distinción vale analógicamente tanto para el espíritu creado como para el espíritu increado.
----------Por lo tanto, la actuación en la realidad de una esencia como potencia de ser-esto no coincide con la simple actuación de una esencia posible, si esta esencia no tiene el acto de ser. Y la esencia no tiene el acto de ser por el simple hecho de ser una esencia actuada en la realidad (aquella que Suárez llama "esencia real", véase al respecto lo que dice Gilson, op.cit.), sino que necesita que esta esencia, potencia de ser-esto, tenga en la realidad su acto de ser-esto creado por Dios, de lo contrario ella queda un puro posible, un puro poder-ser-esto, sin el acto de ser que la hace existente.
----------Quien, como Suárez, afirme que esencia y acto de ser no son más que dos aspectos inteligibles del mismo ente contingente, es decir, que la esencia es el ente en cuanto esencial y la existencia el mismo ente en cuanto existencial, como hace Suárez, termina por reducir el ser a la esencia (Ibid.), como tiende a hacer Scoto, y viceversa, reduciendo la esencia al singular, como hacía Ockham. En el primer caso el ente deviene unívoco; en el segundo caso el ente deviene equívoco.
   
El ser supremo para san Buenaventura
   
----------Para san Buenaventura de Bagnoregio [1221-1274] la palabra Dios significa, sí, ente supremo, pero sólo por una simple ampliación o elevación de la idea del ser, no siguiendo una prueba racional por causalidad partiendo desde el ente contingente y móvil. Así, san Buenaventura entiende la palabra Dios como "ser purísimo y perfectísimo", que él recaba de la distinción puramente conceptual entre ser perfecto y ser imperfecto, ser puro y ser mixto, mientras que para él la noción del ser es la más general de todas, sin la cual "no se puede saber completamente la definición de ninguna sustancia particular".
----------Para san Buenaventura, por tanto, nuestro intelecto no parte de la consideración del ente sensible para elevarse desde allí, como del efecto a la causa, al descubrimiento del ente supremo, Dios, sino que, poseyendo por cuenta propia "la idea del ser purísimo, actualísimo, completísimo y absoluto, simplicísimo y eterno, es capaz de comprender al ente creado".
----------También para santo Tomás el concepto del ens o del esse es el más común de todos; salvo que mientras Tomás parte de la experiencia del ente imperfecto para demostrar por causalidad la existencia del ente perfecto y supremo, Buenaventura invierte el razonamiento metafísico a la manera de Platón y se pregunta: "¿cómo podría nuestro intelecto saber que un ente es defectuoso e incompleto si no poseyera la idea del ser perfecto?", confundiendo el juicio por invención con el juicio valorativo.
----------Está claro que para juzgar si una cosa es bella o fea, debemos basarnos en un ideal de belleza. Y este es el juicio valorativo. Pero para saber que Dios existe, el concepto común del ser no basta, sino que es necesario demostrar que el ente contingente es causado por un ente necesario, que el ente graduado está finalizado por un ente supremo. Y este es el juicio inventivo o especulativo o por inducción.
----------El simple concepto del ser común por sí solo no nos da la demostración de la existencia del ipsum Esse subsistens, del ente cuya esencia es la de ser, en definitiva del ser purísimo, perfectísimo, acto puro, absoluto y eterno. La certeza de la existencia del ser divino no se obtiene mediante un simple proceso mental de ampliación de la idea del ser hasta hacerle alcanzar las proporciones del ser divino. Sino que la noción del ser divino sólo la alcanzamos mediante la demostración racional de la existencia de Dios.
----------Una cosa es el ser como tal, el ens qua tale, y otra cosa es el ser purísimo. Esto es lo que no puede no ser, esto es precisamente lo que es Dios. Pero el ser como tal también puede ser el ser contingente. De hecho, ser, de por sí, no dice ni ser contingente ni ser necesario, porque puede ser tanto lo uno como lo otro. Existe el ser contingente y existe el ser necesario. Dios es el ser que no puede no ser, el ser absolutamente necesario, porque su esencia es la de ser (como se expresa en Ex 3,14).
----------Para Buenaventura, el ser que como primero se presenta a nuestra mente es "el acto puro" y observa: "esto no es un ser particular que esté siempre limitado en cuanto unido a la potencia: ni un ser análogo que no participa del acto precisamente porque no es real. Y entonces este ser es el ser divino".
----------San Buenaventura reconoce, ciertamente, que la palabra Dios significa "ser por excelencia, ser necesariamente y simplemente primero"; pero siempre estamos ahí: él no afirma este ser excelentísimo porque haya demostrado inductivamente su existencia, sino simplemente porque, para Buenaventura, la mente humana puede concebirlo partiendo de la idea común del ser.
----------Tomás, por su parte, hace notar que el ser divino es aquel simple ser, al cual nada se le añade, sino por motivo de perfección, no de imperfección. Dice el Aquinate: "algo a lo cual no se le añade nada puede entenderse en dos sentidos: de tal modo que le pertenezca esencialmente que no se le añade nada. Así, a la animalidad irracional en general pertenece que esté privada de razón; de otro modo se entiende algo a lo cual no se le añade nada, en el sentido de que no está en su esencia que se le añada nada, pero ni siquiera que en su razón esté privado de razón. El ser sin adición en el primer modo es el ser divino; el ser sin adición en el segundo modo es el ser común" (Summa Theologiae, I, q.3, a.4, 1m).

8 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    sigo con mis pedidos de aclaraciones:
    4) Posteriormente Ud. ha escrito: "Por lo tanto, el ser no coincide simplemente con lo actualmente o realmente existente, porque también puede ser un no-ser, como por ejemplo el mal".
    Esta frase parece contener una contradicción: que el ser... también puede ser un no-ser, como el mal. ¿Quizás ha querido decir que el "existir" no coincide sólo con los actualmente o realmente existentes, sino que también puede comprender los no-ser como el mal?

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    1. Estimado padre Serafín,
      que el ser pueda ser un no-ser es falso y contradictorio, aún cuando se trate del principio de la dialéctica hegeliana. Pero lo que quise decir es que el existir no siempre significa ser, porque el mal existe aún cuanto se trate de un no-ser.

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  2. 5) Si de un concepto como el mal podemos decir que existe sólo en nuestra mente, pero no posee el ser en acto en la realidad concreta, ¿qué significado asume el verbo "ser" en el intento de definir el mal? Por ejemplo, en la afirmación: "el mal es lo contrario del bien", notamos que "lo contrario del bien" es el predicado que se atribuye al sujeto "el mal", mediante el inevitable uso del verbo "ser", como cópula. ¿Podemos decir que, en este caso, el uso exquisitamente definitorio del verbo "ser", relativo a un concepto abstracto existente sólo a nivel de razón, no implica la atribución del esse in actu a tal sujeto?
    Atte, p.Serafín

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    1. Estimado padre Serafín,
      cuando decimos que el mal es un ente de razón, no queremos decir que existe sólo en nuestra mente, como si fuera una ficción de nuestra mente. Lamentablemente, el mal también existe en la realidad (¡y vaya si existe!). Ente de razón quiere decir que nosotros concebimos el mal como si fuera un ente (ad instar entis), aunque no sea un ente, sino una carencia de entidad o de ser. Por ejemplo, cuando pensamos en un pecado, ¿en qué cosa pensamos? ¿En un ente sustancial? No, pensamos en un defecto, en una carencia, en una enfermedad, en una destrucción, en una privación, en un desorden. En este sentido, el pecado es un ente de razón. Pero esto no quiere decir que el pecado no pueda existir, o sea, no pueda ser puesto en práctica y no causar daño, a nosotros y a los otros. Ahora bien, sin embargo, todas esas cosas que he elencado antes, es decir, el pecado, ¿qué son? ¿Sustancias? ¿Tienen el ser? No. Ellas existen, pero están privadas del acto de ser (actus essendi).

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  3. 6) Estimado padre Filemón, sigo con mis preguntas. Usted escribió: "Dios habría podido mantener para sí la idea del hombre, incluso si no lo hubiera creado".
    Esta frase, si se interpreta literalmente, hipotetiza una posibilidad que parece en contraste con la afirmación anterior de que "el ente supremo no tiene nada potencial en sí mismo, sino que es acto puro de ser". En otras palabras, si el hombre puede concebir proyectos que luego no realizará, se trata de la imperfección humana, pero ¿cómo podría existir esto en Dios, que no tiene nada potencial en sí?
    Le agradezco de antemano, padre Filemón, la paciencia que pueda dedicarme.

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    1. Estimado padre Serafín,
      debemos distinguir lo posible de lo potencial. En Dios existe lo posible, pero no lo potencial, es decir, en Dios no hay potencia, sino que están las esencias pensadas por Él como potencias de ser, y son las esencias pensadas por Dios. Existe en Dios lo posible, en cuanto están todos los posibles pensados ​​por su Mente. Algunos de ellos se realizan. Otros, y éstos son infinitos, nunca jamás se realizarán.
      Así, el hombre, en la mente divina, habría podido permanecer en las simples condiciones de una esencia posible o ideal. De hecho, Dios ha decidido libremente dar esencia, ser y existencia al hombre, creándolo de la nada, de tal manera que el hombre deviene un ente real fuera de Dios (opus ad extra).
      Todo esto no tiene nada que ver con una eventual potencialidad existente en Dios, porque Dios es acto puro. La esencia de las cosas, en cambio, ya en la mente de Dios, no es sólo una posibilidad, sino que es una potencia de ser, es un poder ser tal o tal otro, pensado por Dios, de tal manera que si Dios decide darle el ser a esta esencia, es decir, crearla, esta potencia de ser adquiere el acto de ser, ser que en la mente divina es sólo posible, es sólo pensado. De esta manera Dios crea tanto la esencia como el ser de una cosa.

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    2. Y respecto a esos posibles, a esas esencias pensadas por Dios como potencias de ser, pero destinadas a no realizarse nunca, ¿podemos decir algo más?
      ¿Por qué Dios las ha querido?
      ¿Qué podríamos replicar al necio que, con mentalidad utilitarista, los definiría inútiles, desperdicios...?

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    3. Estimado Anónimo,
      la mente divina tiene una imaginación y un poder creativos infinitos. Al mismo tiempo, Dios se regocija en el idear y en el crear. ¿Qué sucede entonces? Que en su mente existe una infinidad de criaturas posibles, que nunca serán realizadas.
      Dios es como un gran artista, que tiene una fantasía prodigiosa y tiene la mente llena de proyectos, uno más bello que el otro. Considero que cuando, lleguemos al cielo, Dios podrá hacernos conocer alguno de estos proyectos no realizados.
      Creo que podría ser una experiencia similar a la de un coloquio con un artista, que nos revela alguno de sus proyectos, que por el momento no ha realizado o que nunca realizará.
      Otra cosa que podemos notar es que todas las creaturas son fruto del amor que Dios tiene por ellas, ya se trate de las creaturas sólo proyectadas o ya sea que se trate de las creaturas realizadas.
      Otra cosa a tener en cuenta es que Dios crea libremente. Entonces, tanto los reales como los posibles pueden ser objeto de nuestra contemplación, con la cual nosotros podemos admirar el amor y la libertad con los cuales Dios crea a sus creaturas, reales y posibles.

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