miércoles, 8 de noviembre de 2023

Sustancia y relación en la filosofía de la persona (1/6)

Para entender qué es la persona no basta la psicología, no basta el derecho, no basta la biología, no basta la política, sino que se vuelve necesario recurrir a la metafísica. [En la imagen: fragmento de "La Trinidad" o "Troitsa", también llamada "La Hospitalidad de Abraham", famoso icono a la témpera creado por Andrei Rublev en el siglo xv, conservado y expuesto en la Galería Tretiakov, Moscú, Rusia].

¿Qué es la persona?
   
----------El concepto de persona en los últimos siglos ha ido evolucionando en dos direcciones: una dirección introversa y otra dirección extrovesa. Con diversos pretextos (ya sea porque se ha juzgado un inútil sostén de los accidentes o porque se ha visto como inadecuado para representar la autoconciencia o el devenir del espíritu) se ha abandonado el concepto de sustancia como categoría de la persona y ha habido quienes se han concentrado sobre el actuar de la persona: el actuar de la persona sobre sí misma y el actuar hacia la otra persona.
----------Por una parte, en la línea agustiniano-cartesiana, se ha llegado a concebir a la persona como auto-conciencia. Por la otra, en la corriente del realismo aristotélico-tomista, la persona ha seguido siendo concebida como una sustancia, profundizando la importancia de la relación social de la persona.
----------Sin embargo, como es sabido, en el siglo XIX, con el surgir del socialismo, consecuencia del iluminismo del siglo XVIII, con Hegel y Marx aparece un concepto de persona que excede en la subordinación del individuo al todo social, privándolo de la dignidad espiritual de persona y agotando el ser del individuo en su ser social. Se pierde la trascendencia de la persona sobre el bien común temporal, por lo cual el individuo viene a ser puramente funcional a la colectividad entendida como totalidad. Ya Hegel había resuelto al individuo en su absoluta sujeción al Estado visto como "Espíritu ético". Así, la filosofía moderna ha pasado de una concepción sustancialista a una concepción relacionista de la persona.
----------Este hecho es el efecto de un cambio en la concepción de lo absoluto, que ya no ha sido visto como uno y simple, sino como dual, por lo cual lo absoluto ya no ha sido concebido como no relacionado, sino como relación de lo relativo con lo absoluto o absoluto relativo a lo relativo.
----------Es decir, se ha perdido la verdadera noción de lo absoluto y se ha pretendido hacer entrar lo relativo en el concepto de lo absoluto, de modo que se ha comenzado a creer que lo absoluto no se deba definir como algo que existe por sí y en sí, autosuficiente y sin relación a otro, sino al contrario, se ha comenzado a concebirlo como relación a otro, como reciprocidad de polaridades opuestas. Se ha perdido la percepción de que lo relativo depende de lo absoluto, el cual puede existir sin él, mientras que lo relativo no puede existir sin lo absoluto y se ha puesto lo relativo a la par de lo absoluto, de modo que lo uno no puede existir sin lo otro.
----------De aquí la idea de la inseparabilidad entre ser y nada, entre verdadero y falso, entre bien y mal, entre vida y muerte, entre sustancia y accidente, entre finito e infinito, entre materia y espíritu, entre pensamiento y ser, entre hombre y Dios. De aquí el principio del relativismo de Comte, según el cual "todo es relativo, y éste es el único principio absoluto": ya no existe lo relativo a lo absoluto, sino que lo absoluto es interrelación entre dos relativos, el uno opuesto al otro. Está claro que en esta metafísica desaparece el verdadero absoluto, que no puede ser un relativo que remita a otro relativo, de lo contrario lo relativo ya no es relativo a nada y se anula como relativo. El relativismo conduce al nihilismo.
----------Además, con el advenimiento del relacionismo idealista cartesiano, también ha venido a menos o ha desaparecido la concepción analógica de la persona, según la cual la persona es la persona creada, que es la existencia de una  sustancia espiritual individual con accidentes, entre los cuales destacan las relaciones con otras personas creadas y la persona divina, pero similarmente la persona es también la persona divina, subsistencia de la sustancia divina exenta de accidentes, con relaciones de razón con las creaturas.
----------También es necesario tener presente que el relacionismo quita a la persona humana su carácter absoluto y degrada su condición de sustancia a la condición de relación, transformando la sustancia en un accidente. Algunos, haciendo referencia al hecho de que la persona divina trinitaria no es sustancia, sino que es relación subsistente, han creído poder considerar de manera similar a la persona humana como relación subsistente en el sentido de resolver su ser en su actuar.
----------Pero aquí existe un doble error. El primer error, es que sólo en Dios el ser se identifica con el actuar. Y el segundo error, es que en la persona humana la relación se añade a la persona y no la constituye. El hecho, por ejemplo, de que Pedro sea el padre de Pablo no define la esencia de la persona de Pedro, que es la subsistencia de la individual sustancia de Pedro, sino que presupone la persona ya existente y es una relación que Pedro ha adquirido al engendrar a Pablo.
----------Pedro era Pedro también antes de engendrar a Pablo. En cambio, la persona del Padre celestial no ha precedido en el tiempo, ni ha estado presupuesta a la generación del Hijo, sino que su mismo ser Padre, su relacionarse con el Hijo constituye y agota su esencia de persona y se identifica con la sustancia de la naturaleza divina. El Padre es realmente distinto del Hijo, pero el Padre es Dios y el Hijo es Dios: su sustancia no es distinta como en el caso de Pedro y Pablo, sino que es la misma del mismísimo y único Dios.
----------La relación de paternidad en Dios es el Padre y es la misma esencia de Dios, a diferencia de Pedro, en el cual su ser Pedro es realmente distinto de su ser padre. En nosotros, personas humanas, a cada persona corresponde una diferente individual naturaleza humana y viceversa. En cambio, en Dios no es así, sino que a la individual naturaleza divina corresponden tres personas, porque ellas no son tres sustancias, sino tres relaciones que pueden coexistir en una sola sustancia.
----------Agregamos que el relacionismo absoluto, expresión propia del panteísmo, sustituye la creación con la emanación o la manifestación múltiple del Uno. El uno, es decir, Dios o Yo absoluto, no causa ni crea de la nada los muchos entes distintos de él como lo contingente difiere de lo necesario, sino que emana de sí a los entes, que son de su misma sustancia, como el sol emana sus rayos, o bien se particulariza o finitiza en los muchos, como el mar se actúa en las olas, o bien se manifiesta a los muchos como limitado, así como yo veo el mar sólo hasta el horizonte; se manifiesta a los muchos yo, otros de Mí en Mí (Fichte), relativos a Mí como Yo absoluto, mientras que yo como yo empírico y múltiple soy relativo al Mi absoluto.
----------Otra causa de la vanificación o desaparición o eliminacion de la persona, reducida a sierva del poder o a mero engranaje de la máquina social o a un mero accidente del Todo sustancial, es el oscurecimiento de la distinción entre el alma y las facultades del intelecto y de la voluntad. Ahora bien, es necesario decir que la persona humana no es una razón y una voluntad subsistentes, no es una res cogitans, como decía Descartes, sino una res spiritualis quae potest cogitare et non cogitare. Es decir, el pensar y el querer no constituyen la esencia de la persona, sino que son dos actos que la persona puede cumplir o puede no cumplir en virtud de su libre voluntad, o que incluso puede no cumplir a causa de impedimentos psicofísicos.
----------Por consiguiente, el pensar, el conocer, el intuir, el reflexionar, el razonar, el querer, el decidir, el elegir, el hablar, todos ellos son actos espirituales que alternativamente y de diversos modos emanan no de la esencia, sino de facultades de la persona, facultades que se añaden a la esencia o sustancia de la persona como accidentes, aunque sean accidentes necesarios a la esencia de la persona. Si estos actos, como sucede en la naturaleza divina, se identificaran con la persona, serían un único acto de ser y de actuar, y no se distinguirían entre ellos en el espacio y en el tiempo, como en cambio de hecho sucede en nosotros. Por tanto, este es el signo de que entre el alma y sus facultades existe una distinción real, porque el alma siempre permanece la misma, mientras que los actos de la persona varían y están en contínuo cambio.
----------La distinción entre la persona y sus relaciones debería resultarnos evidente por el hecho de que mientras la persona no cambia, cambián y varían diacrónicamente y sincrónicamente sus relaciones. Supongamos un difunto llamado Carlos: Carlos siempre ha sido Carlos, a los cuatro años, a los cuarenta años y a los ochenta años. En cambio, han sido múltiples las relaciones voluntarias o naturales, estables o pasajeras, que Carlos ha tenido a lo largo del tiempo, junto con la evolución de su organismo físico, de los procesos psicológicos de su mente, de sus convicciones y de su conducta moral.
----------Ciertamente es cosa buena distinguir entre el concepto de persona y el concepto de personalidad, pero entendiendo este segundo no como concepto abstracto de persona, sino como categoría psicológico-moral, por lo cual se habla, por ejemplo, de la personalidad de un determinado artista o de la personalidad de un determinado político o de la personalidad de un determinado hombre de negocios, etc. En tal sentido podemos decir que un embrión es una persona, pero no tiene una personalidad.
----------En efecto, la personalidad es un ser persona en el sentido del relacionarse personal con las otras personas, en la relación interpersonal. La personalidad depende de múltiples factores, algunos innatos, otros adquiridos, algunos dependientes, otros independientes de su voluntad: de sus notas individuantes, de sus disposiciones físico-neurovegativas, de su carácter, de sus inclinaciones o hábitos psicológicos o naturales o adquiridos, de sucesos accidentales favorables o desfavorables, del contexto histórico-social en el cual vive, de la educación recibida, de la cultura adquirida, de su aptitud para expresarse o comunicarse, de la consideración o no consideración en la cual es tenido por el ambiente humano en el cual vive, de sus disposiciones morales, de las influencias conscientes e inconscientes del entorno.
   
Para entender qué es la persona no basta la psicología, no basta el derecho,
no basta la biología, no basta la política, sino que hay que recurrir a la metafísica
   
----------Definir a la persona con la categoría de la autoconciencia (Descartes) o como sujeto capaz de entender y de querer (Cicerón) o como cumbre de la evolución animal (Darwin) o como ser social (Marx) no es incorrecto, pero es insuficiente: se captan aspectos importantes pero secundarios de la persona. No se capta la sustancia.
----------Para definir en el sentido más amplio, o sea metafísico, la esencia propia y específica de la persona, prescindiendo de que se trate de una persona corpórea o incorpórea, aproximable por analogía, como veremos, a la persona divina ontológica o trinitaria, es necesario el uso de la categoría de ente, pero no para detenernos y restringirnos en el ente humano individual y temporal en relación al ser, como en la antropología de Heidegger y de Rahner, confundiendo la antropología con la metafísica, sino que es necesario hacer referencia al ente sustancial revestido de accidentes, precisando ulteriormente la espiritualidad de esta sustancia.
----------Ahora bien, no está dicho que persona sea sólo el individuo humano en el espacio y en el tiempo, en su concreción existencial auto-consciente, el yo aquí y ahora, a la manera cartesiana o luterana. Persona es sí, por cierto, un individual sujeto, un subsistente, pero también puede ser un universal, una esencia subsistente, como en el caso del ángel (cf. Summa Theologiae, I, q.50) y de Dios.
----------Por lo tanto, para desbrozar el terreno para una definición verdaderamente comprensiva de la persona, no restringida al solo individul hombre en relación consigo mismo o con la realidad, debemos comenzar por recordar que el ente se distingue en sustancia y accidente. La sustancia es la esencia individual completa que subsiste; el accidente es una esencia que se añade e inhiere en la sustancia, la perfecciona de diversos modos. Por tanto, hay que decir que el existir implica el existir en sí y el existir en. El primero es el subsistir, el segundo es el inherir. El primero pertenece a la sustancia y el segundo pertenece al accidente.
----------Decimos que la sustancia es la esencia individual completa que subsiste. El griego synbebekós tiene el sentido de algo que sobreviene, llega luego, sucede, ad-ventus, un suceso respecto de algo que ya existe, precisamente la sustancia, y que la completa, la enriquece y la perfecciona, pero que en ciertos casos puede faltar sin perjuicio para la integridad de la sustancia. Que yo tenga un pañuelo blanco o gris en el bolsillo no incide en mi personalidad. Que yo tenga o no relaciones con el presidente Fernández no es decisivo para mi destino eterno. Diferente es en cambio el caso de mi relación con Dios. Y sin embargo también aquí depende de mi voluntad de relacionarme o no relacionarme con Él.
----------Además, una cosa importante respecto a la sustancia es que ella no es, como pretenderían algunos, objeto de los sentidos, así como se habla de sustancia química. Si alguien, al plantearnos el problema de la sustancia, pretende basarse sólo sobre la experiencia sensible sin hacer uso de la inteligencia, como los empiristas y los budistas, entonces no encontrará la sustancia. Se detiene en un conjunto de datos empíricos y piensa que la sustancia no sea otra cosa más que esta colección de datos empíricos. De tal modo ya no logra captarla y la confunde con lo accidental.
----------La sustancia ciertamente está oculta detrás de los accidentes, es su sostén, sin ser ninguno de ellos; sin embargo, si no se la mira con el intelecto en la categoría del ente, excluyendo los accidentes, la sustancia se desvanece. Y sin embargo, en cierto modo, también los animales, privados de intelecto, la captan. Cuando un perro reconoce a su dueño, capta una sustancia, aunque no pueda captar la persona, porque carece de intelecto. Lo que quiere decir que la sustancia no es del todo ignorada por los sentidos, y muestra cuánta capacidad cognoscitiva tienen ellos, hasta el punto de rozar el poder del intelecto. Los empiristas, con sus sofismas, dicen falsedades, que incluso un animal es capaz de denunciar con su comportamiento.
----------Por otra parte, el ente se distingue en relativo y absoluto. El primero es el ente que tiene relación con lo absoluto. En cambio, el ente absoluto de por sí no se relaciona con nada ni nadie. Lo absoluto, sin embargo, es principio, causa y regla de lo relativo, por lo cual, si produce lo relativo, adquiere con él una relación, si no real, al menos de razón. Este último es el caso de Dios, que no tiene una relación real con la creatura, sino sólo de razón, porque relación indica dependencia y Dios no depende de nadie.
----------Por consiguiente, absoluto (ab-solutus) quiere decir: suelto, libre, independiente, autónomo, perfecto, completo, incondicionado, que está por sí. El existir relativo es propio del ente relativo, que viceversa es relativo al absoluto. Por esto, mientras que puede existir lo absoluto sin lo relativo, no puede existir lo relativo sin lo absoluto respecto al cual lo relativo es relativo.
----------Así, al menos hasta lo dicho hasta aquí, tenemos que la sustancia es el ente absoluto, el ente en sentido absoluto, esencia individual apta para subsistir o de hecho subsistente. El subsistir es el acto propio de la sustancia; pero el dogma trinitario nos enseña que el subsistir puede pertenecer también a aquel ser que en la sustancia creada tiene como acto de ser el inherir, es decir, el accidente.

4 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    usted, retomando lo dicho por Santo Tomás (Summa Th. I q.6 a.2 ad 1), escribió:
    "[…] Dios, que no tiene una relación real con la creatura, sino sólo de razón, porque relación indica dependencia y Dios no depende de nadie".
    Ahora bien, está claro que Dios no dependa de nadie, pero que la relación entre Dios y los hombres sea "real" sólo en los hombres pero no en Dios presenta algunos problemas de comprensión para aquellos que no están suficientemente familiarizados con el tomismo, y tal vez pueda ser útil alguna explicación más detallada.
    En particular le pregunto:
    1) ¿Cómo definir e interpretar la relación que el Verbo de Dios encarnándose en Jesucristo tiene con los hombres?
    2) En el Evangelio de Juan (17,22-24) está escrito: "Y la gloria que tú me diste, yo se la he dado a ellos, para que sean una sola cosa, así como nosotros somos una sola cosa. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad y el mundo sepa que tú me enviaste y que los amaste como a mí. Padre, quiero que los que me has dado, donde yo estoy, estén también conmigo, para que contemplen mi gloria que me has dado; porque me amaste antes de la creación del mundo."
    Parece que Cristo pida al Padre que se permita a los elegidos gozar, de alguna manera, de la misma relación trinitaria entre el Padre y el Hijo. Pero entonces, en la bienaventuranza de la vida eterna, ¿seguirá siendo cierto que la relación entre Dios y las almas creadas será real sólo en ellas?

    Sergio Villaflores (Valencia)

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    1. Estimado Sergio,
      en santo Tomás la relación de razón es una relación verdadera, que refleja la realidad, es decir entre dos términos reales: Dios y la creatura, pero que es puramente pensada o sea inmanente en nuestra mente, de modo tal que nosotros podamos hablar de relación sin que con esto se ponga una dependencia de Dios respecto de la creatura.
      En efecto, como he dicho, la relación real es una relación de dependencia. Pero Dios no depende de la creatura; sin embargo no podemos evitar hablar de una relación entre Dios y la creatura. Entonces, para afirmar esta relación y al mismo tiempo para reconocer la dependencia real de la creatura respecto de Dios, estamos obligados a concebir una relación que permanezca como un simple concepto de nuestra mente.
      Lo cual no quiere decir una relación imaginaria o que no existe o una relación falsa. Se trata de una verdadera relación, porque tenemos dos términos que entran en relación, es decir, Dios y la creatura. Simplemente nos valemos de la noción de relación.
      Traigo otro ejemplo de relación de razón: la relación que existe entre el género y la diferencia. Está claro que se trata de una relación verdadera, pero sólo de razón, en cuanto que sólo es inmanente a nuestra mente. Es una relación verdadera, porque es verdadero que la adición de la diferencia al género produce la especie; sin embargo, la diferencia, el género y la especie no están fuera de nuestra mente, como si fueran tres cosas reales, sino que existen sólo en nuestra mente.
      Cuando decimos que Cristo tiene una relación con nosotros, queremos referirnos a las acciones que Cristo realiza en nuestra vida y no a la relación que Cristo, como Dios, tiene con nosotros. Ésta es una relación de razón; las otras son relaciones reales entendidas como acciones reales que Cristo cumple hacia nosotros, como la de conferirnos su gracia.
      Los elegidos son admitidos a gozar de la visión de la Santísima Trinidad. En este sentido son admitidos a gozar de la relación trinitaria en cuanto que esta relación es la misma Persona divina, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Entre las Personas divinas no vige una relación como la que ocurre entre nosotros, personas humanas, personas con quienes nosotros tenemos relaciones recíprocas. Entonces, no se dice que una divina Persona tenga una relación con la otra divina Persona, porque, según el dogma, la Persona misma es Relación con la Otra. Por ejemplo, el Hijo no es un hijo que tiene una relación con el padre, sino que Él mismo es relación de filiación con el Padre.
      En la vida eterna, la relación de Dios con las almas sigue siendo una relación de razón, siempre por el motivo obvio de que no es Dios quien depende de la creatura, sino que es la creatura la que depende de Dios. De hecho, si la relación fuera real, se vendría a decir que Dios depende de la creatura. Real, en cambio, es la relación de la creatura con el Creador.

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    2. Quizás, en gran medida, la dificultad para aceptar la terminología de Santo Tomás en este caso, resida en el hecho de que, en el sentir común, se supone erróneamente que una "relación no real" es puramente imaginaria (por parte del hombre), y por tanto en definitiva inconsistente, inexistente... pero ciertamente no es éste el sentido que pretende el tomismo cuando afirma que la relación entre Dios y las criaturas no es real en Dios, sino de razón.
      Además, a menudo no nos damos cuenta de que utilizamos categorías antropomórficas cuando hablamos de la Trinidad infinita, lo que, desde Rahner en adelante, se ha llamado popularmente la "Trinidad inmanente".

      Sergio Villaflores (Valencia)

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    3. Estimado Sergio,
      por cuanto respecta a la posición de Rahner, hay que tener presente que no es cierto que la Trinidad inmanente es la Trinidad económica, debido al hecho de que la Encarnación no entra en la esencia de la Trinidad, sino que es efecto de la libre voluntad del Padre. Todo lo que se le puede conceder a Rahner es que, de hecho, el Verbo se ha encarnado, pero el Verbo bien habría podido existir sin encarnarse.

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