viernes, 17 de noviembre de 2023

Reflexiones sobre la visión beatífica (1/2)

La visión beatífica, aún con la gran claridad con la que santo Tomás de Aquino trata de ella en la Suma de Teología, es una cuestión de no fácil comprensión, tanto es así que sobre este delicado tema, de suma importancia para dar sentido a nuestra vida cristiana, existe también un muy conocido pronunciamiento dogmático del papa Benedicto XII en el año 1336, que define en qué consiste la visión beatífica. [En la imagen: fragmento de "La Escalera del Ascenso Divino" o "La Escalera del Paraíso", icono del siglo XII descrito por san Juan Clímaco como una escalera de treinta peldaños que simboliza la vida cristiana. Los monjes son tentados por los demonios y alentados por los ángeles, mientras Cristo les da la bienvenida en la cumbre. El ícono es conservado en el Monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí, Egipto].

Premisa
   
----------Actualmente se habla mucho de salvación, pero se dice poco de en qué consiste. La salvación consiste esencialmente en la salvación del pecado que nos es obtenida por la redención de nuestro Señor Jesucristo, a fin de que todos nosotros podamos "ir a la casa del Padre", como lo expresa Jesús. ¿Qué quiere decir Jesús aquí? Él mismo lo dice: encontrar y "ver al Padre".
----------Ahora bien, el papa Benedicto XII en 1332 definió este encuentro amoroso con el Padre como una "visión beatífica e inmediata de la Esencia divina", esencia naturalmente trinitaria.
----------¿Por qué se trata de un "ver"? Porque san Juan se expresa así: "Lo veremos tal como Él es" (1 Jn 3,2).
----------Esta destinación es deseada y querida por Dios Padre para todos los hombres, cualquiera que sea la religión a la que ellos pertenezcan, siempre a condición de que su conciencia esté en buena fe y sólo padezca una ignorancia no culpable.
----------La visión beatífica está garantizada también para aquellos que no han nacido o que han sido asesinados en el vientre de su madre. ¿Qué les sucede a estos niños, todavía incapaces de razonar? Que su alma es iluminada por Dios directamente e inmediatamente después de la muerte.
   
El fin último del hombre
   
----------Ante todo consideraremos aquí la visión beatífica según el Siervo de Dios padre Tomáš Týn, OP [1950-1990], quien ha hablado de la visión beatífica en varias ocasiones. Me refiero aquí al curso escolástico de 1986, en el Estudio Académico Teológico Dominico de Bologna. El padre Týn, en ocasión de desarrollar un curso sobre el fin último, y ocupándose de las primeras cinco cuestiones de la Prima Secundae de la Summa Theologiae de santo Tomás de Aquino, ha comentado, en las lecciones VIII, IX y X, al respecto de la visión beatífica, las cuestiones tercera, cuarta y quinta, con plena fidelidad a la doctrina del Aquinate. Se trata de cuestiones que no son de fácil comprensión, y a tal punto es así que sobre este delicado tema, de suma importancia para la vida del cristiano (al respecto, recomiendo leer el valioso estudio de Andrea Vaccaro, Il dogma del paradiso, Lateran University Press, Roma 2006), existe también muy conocido el pronunciamiento dogmático del papa Benedicto XII de 1336 (Denz.1000), que define en qué consiste la visión beatífica.
----------El Siervo de Dios no se queda en un mero comentario del texto de Tomás, sino que también expone sus opiniones y desarrollos, ya sean personales o tomados de la Escolástica posterior, discutiendo también la famosa controversia entre Dominicos y Franciscanos sobre la esencia y sobre las causas de la visión beatífica. Pero no nos detendremos sobre esa polémica, que nos podría llevar más allá de los límites de este artículo.
----------El padre Týn, siguiendo a santo Tomás de Aquino y al mencionado dogma del papa Benedicto XII, define la esencia de la visión beatífica de la siguiente manera: visión intelectual intuitiva e inmediata de la Esencia divina; beatífica porque tal visión nos vuelve beatos.
----------Týn llega a esta definición después de haber cumplido dos pasos. En primer lugar, demuestra, siguiendo fielmente a santo Tomás, que existe un fin último del actuar humano (q.1, a.2). El hombre, sin embargo, no se dirige hacia este fin por inclinación natural en modo determinista, como todos los agentes infrahumanos, sino guiado por el libre albedrío.
----------Ahora bien, Dios como fin último, observa el padre Týn, se presenta bajo dos aspectos: un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo. Dios fin objetivo es Dios en sí mismo, en cuanto precisamente fin, finis qui. Dios como fin subjetivo es Dios en relación con el alma que de Él goza; es la misma visión beatífica como fin, medio y modo de gozar de Dios, el llamado finis quo.
----------Dice el Siervo de Dios: "Respecto al fin último objetivo del hombre, no hay duda: ni el alma, ni sus perfecciones son fin. Sin embargo, el fin último subjetivo es efectivamente algo que está en el alma. Aquí santo Tomás se detiene a precisar que ex parte subjecti, existe el finis quo; existe el fin a través del cual se toma posesión del objeto beatificante. Ahora bien, el finis quo es algo en el alma, en suma, es el alma la que es beata. Por tanto es el alma la que entra en la posesión del fin último objetivo" (Lección VIII).
----------Dado que el hombre no es dirigido por Dios por esencia al fin último como los otros entes infrahumanos, sino que, proponiéndose Dios como Fin por la libre voluntad del hombre, éste por tanto tiene el deber o la obligación moral de actuar por este Fin, que es su supremo bien. En esta vida Dios, aunque sea en Sí mismo el supremo bien del hombre, se le ofrece como posible objeto de elección.
----------Si Dios, sin embargo, Se propone al hombre como objeto de elección, Él no es un bien facultativo u opcional entre los otros, cuya ausencia estaría privada de consecuencias; al contrario, el eventual rechazo de Dios por parte del hombre comportaría su perdición eterna. El hombre no puede no actuar por un fin último; a él le corresponde hacer o no hacer de Dios este fin.
----------En cualquier caso, el hombre no puede no actuar por un fin último (a.6), porque, si éste no existiera, la acción sería imposible, así como, si no existiera la causa primera, no existirían las causas segundas.
----------Por otra parte, y este es el segundo paso, el hombre, como hace notar el Siervo de Dios, desea espontáneamente y necesariamente la beatitud, porque ella coincide con el fin último hacia el cual, como habíamos dicho, no puede no dirigirse. Ahora bien, como él puede constituir fin último lo que no lo es, así también puede creer puede encontrar la beatitud en lo que no es verdadera beatitud.
----------El actuar humano, de hecho, tiene un aspecto de necesidad y un aspecto que es de libre elección. Al actuar, el hombre no puede no buscar un fin último y una beatitud, pero está en su libre querer elegir el bien a considerar como fin último y beatificante.
----------Siguiendo a Tomás, el padre Týn concibe la beatitud en general como la afluencia, la posesión y el goce de aquel bien que sacia totalmente el apetito, de modo que el sujeto se siente totalmente satisfecho y no siente la necesidad de desear o buscar otra cosa (q.4, a.1).
----------Por eso, el padre Tomas, siguiendo al Aquinate, pasa revista a una serie de bienes o de fines, indagando para cada uno si en ellos se encuentra la beatitud, como para decir cuál de ellos es el verdadero fin último: las riquezas, los honores, la fama, la gloria, el poder, la salud, el placer, la virtud, la ciencia, la creatura. Y fundándose sobre el principio de que la beatitud debe dar todo bien y excluir todo mal, el padre Tomas, con santo Tomás, demuestra que ninguno de estos bienes posee, por diversas razones, estos requisitos.
   
Esencia de la beatitud
   
----------Llegados a este punto, cumpliendo el tercer paso, el padre Tomas, con santo Tomás, se pregunta en qué consiste la verdadera beatitud del hombre. Y responde: la visión beatífica, es decir, la visión intelectual inmediata, por parte del alma separada en gracia, después de la muerte, sin representaciones intermedias, de la Esencia divina, con el consiguiente gozo y la fruición de la voluntad, se sacia eternamente por el Bien poseído y amado. Como dice el padre Týn: "Dios visto facialmente, es decir, visto con evidencia, la visión quidditativa de Dios". Es la "posesión de Dios" estable, definitiva, perfecta e inamisible.
----------Visión beatífica, dice el padre Týn (Lección IX), quiere decir "contemplar la esencia de Dios, ese misterio escondido desde los siglos eternos en Dios, como dice san Pablo, tener la visión esencial de Dios, de la esencia precisamente misteriosa de Dios, no de Dios en cuanto aparece como autor de la naturaleza, sino de Dios en cuanto está escondido en Sí en el misterio de su esencia".
----------El padre Týn distingue una esencia metafísica de la beatitud, de una esencia física. La primera es el constitutivo formal en su pureza y especificidad. La segunda es lo que entra en la primera como consecuencia inmediata y necesaria, a tal punto que sin ella la beatitud no existiría.
----------Pues bien, con santo Tomás de Aquino, Týn considera que para constituir la beatitud según la esencia metafísica, es decir, la visión beatífica, sea suficiente el acto intelectivo; mientras que el acto del querer, el gozar, el disfrutar, el acto de amar, entra en la definición física. Es el intelecto el que consigue el fin. La voluntad goza de él una vez que el intelecto ha alcanzado la visión.
   
Intelecto y voluntad en la beatitud
   
----------Dice el Siervo de Dios: "por cuanto respecta a la propiedad constitutiva de la beatitud formal, ella es el acto de la inteligencia, el acto de visión, no ya el acto de amor o de gozo de Dios, no un acto de voluntad, sino un acto del intelecto. Por eso santo Tomás dice claramente que la beatitud no consiste metafísicamente y primariamente en un acto de la voluntad, entendiendo el consistir como constitutivo metafísico" (Lección IX).
----------Týn, siguiendo al Aquinate, hace notar cómo en la visión beatífica la voluntad, precisamente porque es la facultad por la cual obramos el bien o actuamos bien, no puede tener por objeto el bien de la voluntad, es decir, la buena voluntad, sino otro bien; "por tanto -nota el padre Týn- un bien subjetivamente distinto del acto de la voluntad, por tanto un acto, que no es de la facultad volitiva, sino un acto del intelecto" (Lección IX).
----------La voluntad del hombre ciertamente aspira al bien, y está claro que la visión es el supremo bien. Nadie niega que Dios sea fin último y supremo Bien objetivo para la voluntad, merecedor de inmenso amor. Pero la visión en sí misma, como se desprende claramente de su concepto, es el bien del intelecto, el cual bien y objeto es precisamente lo que es verdadero, la verdad.
----------La voluntad ciertamente consigue y aferra el bien objetivo, en este caso Dios, se apodera de él y lo posee. Pero sigue siendo siempre cierto que el bien objetivo y subjetivo de la voluntad en la visión beatífica no es el ver, sino de hecho el gozar de la misma visión, voluntad unida a Dios en el amor. Por lo tanto, si el fin de nuestra vida es ver a Dios, y si ver a Dios es conocimiento de la verdad, y si el fin del intelecto es el conocimiento de la verdad, está claro que la facultad que consigue el fin es el intelecto.
----------"Por consiguiente -observa el padre Tomas (Lección IX)- santo Tomás no devalúa en absoluto el aspecto volitivo, sino que lo hace una perfección, si se quiere. ¿Por qué? Porque el constitutivo metafísico determina la esencia, pero la perfección de la esencia comporta todas sus propiedades, incluso aquellas añadidas. Por tanto, bajo un cierto aspecto existe un secundario primado de la voluntad también en santo Tomás de Aquino, en el sentido de que el gaudium es el complemento de la visión beatífica".

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