sábado, 18 de noviembre de 2023

Reflexiones sobre la visión beatífica (2/2)

Una correcta concepción católica de la visión beatífica, como la del padre Tomáš Týn, fiel a santo Tomás de Aquino y al Magisterio de la Iglesia, merece ser hecha conocer hoy más que nunca, en una atmósdera eclesial y en una situación de la teología, en la cual el supremo bien y el fin último del hombre, es decir, su verdadera beatitud, a menudo se han oscurecido en la niebla de las pasiones y de los intereses terrenos o entre las nubes de un cielo ilusorio donde el hombre, hinchado de sí mismo y ebrio de las palabras altisonantes de los malabaristas, cree poder sustituirse a Dios sólo para encontrarse al final en el desierto de la nada. [En la imagen: fragmento de "Rosa Celestial: Dante y Beatriz contemplan el Cielo más alto, El Empíreo", coloración de un dibujo de Gustave Doré, de 1892, en el Canto XXXI de La Divina Comedia de Dante Alighieri].

Fin objetivo y fin subjetivo
   
----------El padre Tomas Týn, siempre acerca de la visión beatífica, se pregunta también: "¿Cuál es nuestra concepción de la beatitud? No es la de ordenar a Dios, que es el objeto, al alma, que es el sujeto, que disfruta de Él. Sino, por el contrario, es el alma que se subordina a Dios. Y precisamente de esto debemos darnos cuenta. Es decir, no es que nosotros aspiremos a la beatitud como a un acto del alma, sino que aspiramos a la beatitud como a Dios, que es el objeto del acto del alma, al cual el acto del alma se relaciona. Por consiguiente, para nosotros al final no existe un aut-aut, sino que hay un et-et. Primero está Dios y luego, dependiendo de Dios, está este aquietarse subjetivo del apetito en Dios" (Lección VIII).
----------Como ya hemos visto, Dios es el fin objetivo, mientras que el acto con el que el alma se posesiona de Él, es decir, la visión beatífica, es el fin subjetivo. En la beatitud existe, por consiguiente, un aspecto intencional, que es el acto intelectual y cognoscitivo que constituye el acto de la visión, y hay un aspecto ontológico, que es la misma infinita Realidad divina, que es el Objeto de la visión.
----------Dice el Siervo de Dios: "mientras el fin objetivo es Dios como bien increado, el gozar de él por parte del alma es algo en el alma, y siendo un acto del alma, debe ser algo creado. El alma creada no puede actuar, sino en los actos que a su vez son creados, finitos, como entidades. Por lo tanto, la beatitud subjetiva es cumplir un acto finito, en un alma finita, pero con respecto a un objeto infinito. Se ve entonces, cómo se entrelazan la intencionalidad y la realidad ontológica, la entidad real con la entidad intencional" (Lección VIII).
----------La beatitud, observa el padre Týn, es un acto segundo del alma, es decir, el acto de una potencia espiritual, como es el intelecto; siendo el acto primero, el mismo acto de ser del alma. Dice el padre Týn: "la beatitud es un ente creado en el alma, es una creatura; ella consiste en una operación; es algo operativo. Es una acción, un acto en definitiva, es lo que se llama acto segundo, última actuación del alma" (Lección VIII).
   
La visión de Dios sacia la sed de Dios
   
----------En la visión beatífica, explica el padre Tomas, "estamos conectados, intencionalmente, desde el punto de vista del intelecto y de la voluntad, con ese objeto, que es Dios increado. De esta unión, sin embargo, se deriva una elevación también ontológica del alma, a la cual se le llama precisamente gracia y luego gloria. De modo que hay en el alma un derivado creado por el contacto con lo increado; de hecho el mismo contacto es algo creado en el alma, pero tiene por objeto y término algo increado. Esta es toda la dificultad de la teología de la vida sobrenatural. La teología de la gracia reside aquí, es decir, explicar cómo es posible que haya una creatura que eleva el alma a algo increado, a un contacto con lo increado" (Lección VIII).
----------El Siervo de Dios parangona la visión con el abrevarse de una fuente: "Los santos de algún modo beben de esa fuente, que es agua viva, de manera que el que bebe de esa agua nunca más tenga sed, pero no como si se dijera que se cansa de ver a Dios, sino en el sentido de que la visión de Dios en cada momento sazia todo su apetito. Por consiguiente ellos desean siempre, infinitamente lo que ya tienen, o mejor, gozan de lo que tienen para siempre. Ellos desean siempre, infinitamente lo que ya tienen" (Lección VII).
----------A la visión sigue la alegría de la voluntad. Dice el padre Tomas: "El gaudium existe en la patria celestial como algo resultante de la visión beatífica. Sin embargo, es un fin último subjetivo y secundario. Si se quiere, la visión beatífica es la constitución metafísica del fin último subjetivo. De esta constitución metafísica entonces resulta, como haciendo parte de la esencia física, es decir, como propiedad absolutamente necesaria y necesariamente conectada con la visión beatífica, también la alegría, el gaudium" (Lección VIII).
   
La visión beatífica, efecto final de la gracia
   
----------La visión beatífica es efecto final de la gracia infusa por Dios en el alma: "El alma no sólo es vivificante, sino que también necesita ser vivificada. ¿Por quién? Por Dios. Ciertamente, santo Tomás interpretará luego esto con mucha prudencia, diciendo que naturalmente no es que Dios se meta de algún modo en el alma, lo que le convertiría en forma del alma, sino que dice que Dios es la causa eficiente de la beatitud del alma, él es de algún modo también la causa especificante objetiva, en primer lugar en el sentido de que Dios es objeto de la contemplación beatífica" (Lección VIII).
----------Debemos tener presente que en la visión beatífica sigue habiendo siempre una distancia infinita entre creatura y Creador, distancia que sin embargo es de algún modo colmada por la gracia. Dice el padre Týn: "la desproporción es infinita, porque la gracia y la gloria como criaturas son infinitamente inferiores respecto a Dios, que es increado, en cuanto a su status ontológico.
----------Sin embargo, el puente se establece con la quididad divina de alguna manera en la gracia. En efecto, la esencia accidental de la gracia, que es imperfecta en cuanto al modus essendi, es accidente creado en el alma; sin embargo, en su esencia expresa similitud con Dios mismo y conduce al alma a esta adhesión, conduce ontológicamente al alma a la adhesión intencional a Dios increado" (Lección VIII).
----------El padre Tomas dice que Dios mismo tiene la visión beatífica de Sí mismo, pero es claro que mientras en Él este acto es sustancial e infinito, porque coincide con la divina Sustancia, es decir, con Dios mismo, en nosotros este acto es finito y además no es sustancia, sino accidente -aunque permanente- que se añade a la sustancia del alma. Dice el padre Týn  (Lección IX): "sabemos que Dios es visión beatífica, pero sólo en Dios el acto de visión es increado, es decir, es Dios mismo. En cualquier intelecto creado, el acto de visión es obviamente un acto creado, no hay duda. La beatitud subjetiva, el acto beatífico del alma, en cuanto es acto, en cuanto acto, en cuanto es acción, acto segundo distinto del acto primero, es un accidens in anima".
----------La visión beatífica corresponde a la plenitud escatológica de la gracia, que da al intelecto el así llamado lumen gloriae, que consiste en esa luz sobrenatural, que permite ver a Dios, algo propio de los bienaventurados del cielo y ausente en los condenados del infierno, los cuales se encuentran en la condición escatológica de quienes en esta vida son incrédulos o rechazan creer.
----------Dice el Siervo de Dios padre Týn: "a través de la gracia y la gloria no sólo nos es dado un modo de ser real, sino que se nos da un modo de pensar aquello que es la plenitud del ser, de amar lo que es la plenitud del bien, el ser increado, el bien increado" (Lección IX).
   
Visión beatífica y resurrección del cuerpo
   
----------Siguiendo siempre a santo Tomás de Aquino, el padre Tomas enseña que la visión beatífica causa la beatitud del alma separada después de la muerte. Pero el alma permanece en la espera de reasumir el propio cuerpo en el momento del Juicio universal al fin del mundo. Ella, por tanto, antes de este acontecimiento, posee, claro que sí, la beatitud objetiva, es decir, Dios; pero así como el alma por sí sola no es la naturaleza humana completa, a ella le falta todavía la felicidad física que depende del cuerpo.
----------Por eso, en la resurrección, la beatitud alcanzará su plena y definitiva perfección final desde el punto de vista subjetivo, con el hecho de que la visión redundará en beneficio del cuerpo. Por tanto, gozo espiritual y gozo físico, como conviene a una naturaleza formada de alma y cuerpo.
----------Por ello, el padre Týn retoma la doctrina de santo Tomás de Aquino, proveniente de san Agustín de Hipona, doctrina según la cual, la actividad del sentido precede y sigue a la visión beatífica. Aquí citamos un largo pasaje del Siervo de Dios, pero vale la pena.
----------"Es posible -dice entonces el padre Týn (Lección IX)- que la operación sensitiva entre en la beatitud perfecta de dos modos: antecedentemente y consecuentemente. Antecedentemente, en cuanto que el hombre se gana el Paraíso del cielo con la vida sobre esta tierra. Y por tanto, en la espera de la gloriosa visión del Cielo, nosotros efectivamente, revestidos de carne con una intelectualidad que recurre a los sentidos, vivimos esta vida, que es como el mérito de aquel premio, que es luego la visión beatífica.
----------Y entonces, y aquí obviamente sólo se puede hablar como teólogos, sobreviene la parte sensitiva en el momento de la resurrección gloriosa de los cuerpos. Aquí santo Tomás no es ciertamente ni un racionalista ni un modernista, sino que tiene una concepción muy física y concreta de la resurrección. Pero no es banal, obviamente. En la resurrección, el alma, separada del cuerpo subsecuentemente a la muerte, ciertamente no volverá a ser cargada con el peso del cuerpo cuando se lo retomará en la gloria de la resurrección.
----------Por lo tanto, está claro que el conocimiento del alma en el cuerpo resucitado no es un conocimiento mediado por los sentidos, porque de lo contrario el alma volvería a caer en la imperfección de la vida presente y perdería, por así decir, desde el punto de vista cognoscitivo.
----------Por lo tanto, el alma mantendrá su pura espiritualidad, pero ya no recurrirá a la imagen sensible en su conocer. Sin embargo, obviamente el alma estará unida a la parte sensitiva, por lo cual los mismos órganos sensoriales del cuerpo, no quedarán ciertamente privados de una actuación. Por eso dice santo Tomás que los cuerpos de los bienaventurados tendrán la parte sensitiva, incluso los órganos de los sentidos, perfectamente realizados por un objeto sensible perfectamente beatificante".
----------La concepción tyniana de la visión beatífica, fiel a santo Tomás de Aquino y al Magisterio de la Iglesia, merece ser hecha conocer hoy más que nunca en una atmósdera eclesial y en una situación de la teología, en la cual el supremo bien y el fin último del hombre, es decir, su verdadera beatitud, a menudo se han oscurecido en la niebla de las pasiones y de los intereses terrenos o entre las nubes de un cielo ilusorio donde el hombre, hinchado de sí mismo y ebrio de las palabras altisonantes de los malabaristas, cree poder sustituirse a Dios sólo para encontrarse al final en el desierto de la nada.

2 comentarios:

  1. Gracias, padre Filemón, por este aporte, y por brindarnos algunos pasajes de las palabras del Siervo de Dios, padre Týn, sobre la teología de la visión beatífica.
    Me he quedado pensando, acerca de los últimos pasajes citados, un cierto sabor platónico en las afirmaciones de Týn acerca del papel de los sentidos en la visión beatífica tras la resurrección de los cuerpos. Supongo que las palabras de Týn se basan en la teología de santo Tomás de Aquino.
    Es cierto que al final Týn dice algo así como que en la visión beatífica obviamente el alma estará unida a la parte sensitiva, por lo cual los mismos órganos sensoriales del cuerpo, no quedarán ciertamente privados de una actuación. Pero, desde mi ignorancia, me parece una afirmación a la cual no aporta fundamento, porque antes había dicho que el conocimiento humano ya no necesitará de los sentidos. ¿Entonces, qué papel desempeñará el cuerpo, los sentidos, el conocimiento sensible, en la visión beatífica? Vale decir, hay algo que aquí no me cuadra. Pero, es cierto, nuestro esfuerzo intelectual no puede llegar a comprender lo que sucederá allí...

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      sin duda la visión beatífica, como acto del alma separada, antes de la resurrección del cuerpo, otorga al alma la plenitud de la beatitud. Sin embargo, el alma separada es sólo una parte de la naturaleza humana, por lo cual, en la condición del alma separada, todavía falta la felicidad del cuerpo.
      Es cierto que en la visión beatífica virtualmente está ya contenida la felicidad física. Sin embargo, con la resurrección del cuerpo, el gozo de la visión intelectual, propio de la visión beatífica, se extiende también al plano de la sensibilidad, por lo cual el hombre resucitado disfruta de la visión beatífica también con los sentidos, aunque permaneciendo siempre la diferencia entre el sentido y el intelecto, en cuanto que éste continuará gozando de lo inteligible, mientras que el sentido contribuirá a la relación interhumana, como por ejemplo aquella entre varón y mujer, y se ejercerá en el dominio sobre la tierra, por parte de los resucitados.

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