Una absurdidad del paganismo, es la lucha entre los dioses: un dios que castiga a otro dios, como si pudiera haber un dios que tiene razón y otro dios que está equivocado. Aquí vemos de primera mano cuán baja es la concepción pagana de la divinidad. Sin embargo, incluso hoy sucede algo similar cuando, por ejemplo, en la comparación entre Cristianismo e Islam, algunos se preguntan cuál de los dos, si el Dios cristiano o el coránico, tiene razón, o cuál de los dos es el "verdadero" Dios, sin darnos cuenta de que estamos razonando con una mentalidad politeísta. [En la imagen: "Las tres Moiras", relieve en la Tumba del príncipe Alexander von der Mark; elaborado por Johann Gottfried Schadow, a mediados del siglo XIX, conservado en la Alte Nationalgalerie de Berlin, y cedido por la parroquia protestante de Friedrichswerder en Berlín].
El advenimiento del cristianismo
----------Con el advenimiento del cristianismo, la "luz que brilla en las tinieblas" como dice Juan en el prólogo de su Evangelio (Jn 1,5), el mundo y la historia ya no aparecen dominados por el Fatum ciego, despótico y maligno, que descorazona, aterroriza y vuelve esclavos a los hombres, sino por un Dios Providencia, sabio, omnipotente, justo y misericordioso, amigo del hombre, fautor de libertad, un Dios que, con su gracia, toca y mueve el corazón del hombre a la conversión del pecado y a la santidad.
----------Dios castiga a quien lo merece y premia a quien lo merece, no sin criterio como el Fatum. El concepto de mérito supone la existencia del libre albedrío y la posibilidad de obrar libremente y responsablemente el bien y el mal. Lutero fue coherente al rechazar el mérito junto con el concepto de libre albedrío.
----------Dios, por tanto, contrariamente al Fatum, no obliga a ningún ser racional, volens nolens, a hacer su voluntad. Él demuestra a todos su bondad, propone y ofrece a todos la salvación y la bienaventuranza, y ciertamente es Él quien convierte el corazón de los que se salvan.
----------Pero si alguien no quiere obedecerle, en ese caso no le obliga con la fuerza, como lo hace el Fatum, sino que le deja libre en su elección, excepto, por supuesto, para dejarle finalmente sufrir las consecuencias del mal cumplido, que son consecuencias penales (en último caso, el castigo eterno del infierno), que ni siquiera Dios en su justicia puede evitar, dado que Él es el Bien supremo, como ya lo habían entendido Platón y Aristóteles, y ofender el Bien supremo sólo puede ser una desgracia suprema.
----------Por eso, el recuerdo del castigo sufrido o el temor al castigo amenazado, si bien no coarta la voluntad del pecador, es un estímulo útil para que abandone el pecado y se convierta a Dios. Dios nos atrae con los premios, con sus dones, sus beneficios y su misericordia, pero para distraernos del pecado e inducirnos a la penitencia, nos aflige, nos intimida con los castigos y con las desgracias.
----------Es una lección a la que es necesario prestar suma atención, para así extraer las consecuencias prácticas que correspondan. Aquel que no teme los castigos divinos, ya sea porque cree que Dios no castiga o porque odia el castigo o porque le es indiferente o porque es ateo o por protervia o porque es víctima de la errónea concepción luterana de la divina misericordia o porque cree que todos se salvan, es precisamente quien está expuesto a los castigos más severos.
----------El pecador sabe que si peca, el castigo es inevitable y si obedece a Dios, el premio es seguro. Dios es fiel, cumple sus pactos y mantiene sus promesas. Éste es el significado de las "alianzas" bíblicas.
----------En cambio, en la visión fatalista, el premio o el castigo, la suerte o la desgracia, la felicidad o la infelicidad, decretadas por el Fatum se realizan de todos modos, necesariamente e inevitablemente, sin que el Fatum tenga que dar explicación o mostrar la motivación de lo que hace, aunque lo haga incluso en contra de cualquier expectativa razonable o evaluación moral humana.
----------La ley moral no cuenta. De hecho, el Fatum va en contra de la ley moral natural. Como en el voluntarismo ockhamista: sit pro ratione voluntas. El despotismo absoluto. Al Fatum le tiene sin cuidado la ley natural y no debe rendir cuentas ante nadie, ni siquiera ante los dioses, al contrario del Dios bíblico, que, habiendo creado al hombre, respeta su dignidad. Ciertamente, si Dios quiere algo de manera absoluta, eso sucede. Por eso quien se salva, se salva por la voluntad de Dios, que lo ha elegido. Y éste es el misterio de la elección divina de los salvados y de la predestinación a la salvación. Pero teniendo presente que Dios no predestina a nadie al infierno. Quien va allí, lo hace por su propia culpa.
----------Ciertamente no podemos saber hasta el fondo por qué aquel se salva y aquel otro no se salva, de ahí la famosa pregunta de san Agustín de Hipona: "¿cur iste et non ille?", a la cual responde el Santo: "Noli iudicare, si non vis errare". La razón está ahí, pero permanece escondida en el secreto insondable e inescrutable del Fatum divino, si queremos expresarlo así (cabe señalar que santo Tomás de Aquino da al término fatum un sentido positivo, etimológico -el "enunciado divino"-, porque libera a ese concepto del aspecto irracional pagano y lo entiende como decreto de la Razón divina; cf. Summa Theologiae, I, q.115), voluntad santísima y justísima, que nada tiene que ver, por tanto, con las tinieblas absurdas, odiosas y escandalosas del Fatum, sino que es inefable misterio de amor, que trasciende nuestra razón, misterio que hizo decir a Manzoni ante el cuerpo del beato Antonio Rosmini: "Adorar, callar, agradecer".
----------En el cristianismo, como es exigido por una antropología filosófica como la de Aristóteles, el hombre es dueño de su propio actuar mediante la libre voluntad, y puede ser consciente de determinar su propio destino enderezándolo hacia Dios, Quien es el fin último del hombre y del universo, el supremo Bien, como ya en Platón. A diferencia de la necesidad irracional de la Moira, la "necesidad", en el sistema del Estagirita, es sólo la necesidad lógica, que está fundada en la Razón divina.
----------En el cristianismo, con el ejercicio del libre albedrío sostenido por la gracia, el hombre puede darse cuenta de la rectitud de los juicios divinos y alegrarse de ellos, aunque no pueda escrutar el misterio de la divina predestinación (cf. Rm 8,29). Pero el misterio divino, aunque superando la razón, no la contradice, porque tanto la verdad racional, como la sobrenatural provienen de la única verdad subsistente, que es Dios.
----------La divinidad pagana, por el contrario, castiga y penaliza al hombre no tanto porque quiere recordarle que debe respetar la ley moral, que le ha dado para su bien, como sucede con el Dios cristiano, sino porque, limitada como está en su poder, teme que el hombre, rebelándose, quiera, con su poder, prevalecer sobre ella. Por tanto, la divinidad pagana, en su intervención, no está movida por el amor, como el Dios cristiano, sino por la envidia, la fthonos theón, la envidia de los dioses.
----------Esto sucede porque la justicia del dios pagano no puede tener el fundamento del cual dispone el Dios cristiano, el cual deriva su autoridad, que ordena a los hombres ser justos y los castiga por su injusticia, del hecho de que Él es el creador de los mismos hombres, el fundador e instituidor de las leyes de la conducta humana y, por tanto, justo juez de su conducta.
----------Así, el modo de castigar propio del dios pagano parece una victoria precaria, una autodefensa dispuesta contra un enemigo peligroso, que puede tomar represalias, parece una fuerza opuesta a otra fuerza, más o menos como ocurre en las batallas entre creaturas, mientras que, como ocurre con el Dios cristiano, es un acto divino soberano, invencible, inapelable e infalible, con el cual Dios realiza su perfecta justicia. El Dios cristiano triunfa definitivamente sobre sus enemigos y estos ya no pueden levantar la cabeza. El Fatum tendría esta pretensión, pero ello, como hemos visto, es una absurdidad.
----------Otra absurdidad del paganismo, es la lucha entre los dioses: un dios que castiga a otro dios, como si pudiera haber un dios que tiene razón y otro dios que está equivocado. Aquí vemos de primera mano cuán baja es la concepción pagana de la divinidad. Sin embargo, incluso hoy sucede algo similar cuando, por ejemplo, en la comparación entre Cristianismo e Islam, algunos se preguntan cuál de los dos, si el Dios cristiano o el coránico, tiene razón, o cuál de los dos es el "verdadero" Dios, sin darnos cuenta de que estamos razonando con una mentalidad politeísta.
----------En efecto, como enseña la declaración Nostra Aetate (n.3) del Concilio Vaticano II, Dios es uno solo, por lo cual el Dios del Evangelio y el del Corán es el único verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra, conocido en plena verdad por el Evangelio y en verdades mezcladas con errores en el Corán.
----------Pero los musulmanes al menos se plantean el problema de la verdad. En cambio, la concepción ridícula, hilarante si no fuera realmente un trágico retorno del paganismo, es la del relativismo modernista, concepción según la cual, así como no se acepta una verdad objetiva y universal, se promueve una federación de las "diferentes fes", todas opiniones discutibles, según el modelo del Panteón de la antigua Roma, con la diferencia de que aquí ni siquiera está Júpiter para presidir la asamblea, sino que todos los dioses son iguales (la égalité de 1789) y son elegidos para presidir por turno.
----------La rebelión del hombre a Dios también está presente en la religión greco-romana. Se admite la existencia de facto de hombres malvados, pero sin preguntarse de dónde tiene origen esa maldad, a diferencia de la Biblia, que presenta la doctrina del pecado original.
----------En cambio, el castigo divino, según la Sagrada Escritura, rectamente interpretado, no es otra cosa que la consecuencia lógica y necesaria del acto pecaminoso, es una pena que el mismo pecador se atrae hacia sí mismo con su pecado, aunque a veces es presentado como irrogado por Dios mismo, como por ejemplo en el caso de Sodoma y Gomorra. Dios entonces, si cree, puede suspender o anular tales castigos, como en el caso de Nínive o del regreso del hijo pródigo (Lc 11,15-32) o de la prostituta arrepentida (Lc 8,2-3).
----------Esto no impide ver, sin embargo, como la propia Biblia nos enseña, también en las desgracias y en los sufrimientos que no aparecen y no son directa y clara consecuencia de nuestros pecados, que siguen siendo un castigo por los mismos, dirigido, por lo demás, a alejarnos del pecado y a hacer penitencia por él.
----------Cristo señala el hecho de que ciertos trastornos de la naturaleza afectan indiscriminadamente a justos y pecadores, como cuando Él dice: "el Padre celestial hace llover sobre justos e injustos" (Mt 5,45). Si bien aquí parece comprensible que los injustos se vean afectados, uno podría preguntarse qué sentido tiene el hecho de que los justos también se vean involucrados.
----------Podemos responder en tres puntos. Primero, Cristo se refiere a las consecuencias del pecado original, que afectan a todos. Segundo, nadie en esta situación es tan inocente, que no pueda tomar de una desgracia ocasión para expiar sus pecados. Tercero, incluso si el infortunado creyera no merecerse tal desgracia, siempre podría ofrecer su sufrimiento por la conversión de los pecadores.
----------También sucede que ya sea por injusticia de los hombres o por los imprevisibles juegos de la fortuna, que no en vano es llamada "ciega" fortuna, los inocentes son afectados o castigados, mientras que los malvados se salen con la suya o tienen suerte, y "se van de rositas". Pues bien, también este desorden, que viola la justicia, es una consecuencia del pecado original, al cual se añaden eventuales injusticias humanas permitidas por Dios para poner a prueba a los buenos y dar espacio a los malvados para que se arrepientan en espera de su juicio: "la venganza me pertenece" (Heb 10,30).
----------En el hodierno catolicismo buenista, por citar un ejemplo el difundido misericordismo rahneriano, de origen luterano, Dios es bondad infinita, sólo da gracia y misericordia, perdona a todos, salva a todos y no castiga a nadie. Dios es concebido como creador y providente gobernador de la naturaleza, pero no se admite que el pecado original y los pecados actuales sean castigados.
----------Sin embargo, en este punto surgen unas cuantas absurdidades patentes. La existencia de los trastornos de la naturaleza y de su invencible hostilidad hacia el hombre, contradice la misericordia, a menos que concibamos una "misericordia" que envía desgracias; o bien, que admitamlos que las desgracias contradicen la misericordia, pero entonces, en esta segunda opción, tendríamos necesidad de concebir un Dios que da origen tanto al bien como al mal. Y entonces volvemos a caer en la idea del Fatum.
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