sábado, 25 de noviembre de 2023

¿Qué significa la palabra Dios? (1/6)

¿Cuántos son hoy los que usan la palabra "Dios"? ¿Y quien la usa, la usa siempre en el sentido correcto?¿Por qué muchos de nosotros hoy no usamos esta palabra? ¿Por qué muchos son los que no hablan nunca de Dios? Opuestamente a la Antigüedad, época en la que todos hablaban de Dios, hoy el problema es el de la blasfemia, de la irreligiosidad, de la profanación, de la indiferencia hacia la religión, del secularismo, del sincretismo y del relativismo religiosos, el problema es el de la impiedad y la ausencia del sentido de lo sagrado, salvo después para sacralizar lo profano y para rendir culto supersticioso a los valores de esta tierra.

Una palabra que da sentido a la vida
   
----------Si consultamos un diccionario, veremos que la palabra Dios significa "ente supremo". Es la definición exacta. Sin embargo, ¿qué significa ente supremo? Pero por otra parte: ¿cuántos son hoy los que usan la palabra Dios? ¿Y quien la usa, la usa siempre en el sentido correcto?
----------¿Por qué muchos de nosotros hoy no usamos esta palabra? ¿Por qué muchos son los que no hablan nunca de Dios? Ciertamente porque piensan que a esta palabra no corresponda ninguna realidad, sino que más bien se trate de un concepto antiguo y ya superado hoy por el progreso de la cultura y de la ciencia. Sin embargo, los diccionarios continúan registrándola y dándole su significado, el cual, a decir verdad, es muy comprometedor. ¿Acaso esto quiere decir que el ente supremo no existe? En este artículo intentamos aclararlo.
----------Muchos se refieren a Dios llamándolo con otros nombres, como por ejemplo: justicia, honestidad, verdad, bondad. Ellos, si siguen este ideal de justicia, de bondad o de altruismo, encuentran a Dios sin saberlo y pueden salvarse. Si no hablan de Dios no quiere decir que no tengan con Él una relación positiva.
----------Todos nosotros tenemos un Dios, es decir, nos referimos a un absoluto; el problema es el de saber cuál es el verdadero Dios. Para algunos Dios es el propio yo o bien una creatura.
----------Todos nosotros corremos el riesgo de llamar Dios a lo que no es Dios, de ahí la idolatría y el politeísmo. El ateo es un idólatra, porque en realidad también él tiene su propio dios, que sin embargo no es el verdadero Dios, sino que es un dios que se ha construído por sí mismo para su propia conveniencia.
----------En la Antigüedad los ateos o los agnósticos son casi inexistentes. El uso de la palabra Dios era algo muy común. El problema es de cual dios se trata. En Occidente el panteísmo era raro; es cultivado sólo por los intelectuales, como los gnósticos. En cambio, en India es endémico y siempre ha estado muy difundido, sobre todo entre las clases más cultas. Más bien, en el mundo antiguo son divinizados los soberanos. Los impíos ciertamente existen, pero están contra un cierto dios porque son partidarios de otro dios.
----------El problema de los Antiguos, como bien sabemos, es el de las más desenfrenadas y carnales mitologías, del politeísmo, de las teogonías, de las teomaquias, de los cultos naturalísticos o del culto a los animales, el problema de la superstición, el de la adivinación, el de la magia y el de la idolatría. Existen también en la Antigüedad el fundamentalismo, el fanatismo y las luchas religiosas.
----------Hoy el problema es completamente el opuesto al de la Antigüedad: es el problema de la blasfemia, de la irreligiosidad, de la profanación, de la indiferencia hacia la religión, del secularismo, del sincretismo y del relativismo religiosos, el problema de la impiedad y la ausencia del sentido de lo sagrado, salvo después para sacralizar lo profano y para rendir culto supersticioso a los valores de esta tierra.
----------Para poder nombrar a Dios como ente supremo, es claro que es necesario basarse sobre una práctica realista del conocer, que asegure la objetividad o sea la verdad del conocimiento, porque si se parte de la idea cartesiana de que el objeto del pensamiento no es el ente extramental (extra animam, como dice santo Tomás de Aquino), sino lo pensado o la idea misma (esse est percipi, como decía Berkeley), el sujeto en el conocer no tiene modo de alcanzar la realidad y de reflejar el objeto, tal como es, sino que el objeto deviene un reflejo o una producción o una expansión del sujeto. Está claro que con semejante gnoseología la perspectiva joánica de ver a Dios "tal como Él es" (1 Jn 3,2) no tiene ningún sentido, así como para Kant es imposible conocer la cosa en sí tal como es. Y así tenemos esa desgracia espiritual y moral que se llama subjetivismo, lamentada por la Iglesia desde el siglo XIX hasta nuestros días con el papa Francisco.
----------Ahora bien, la palabra Dios es el término concreto del término abstracto naturaleza divina. Desde el punto de vista lógico, Dios es el individuo; mientras que divinidad es la especie. Dios indica una persona; naturaleza divina indica la divinidad, el ser Dios, la esencia de Dios. Por otra parte, es evidente que en Dios el individuo coincide con la especie: Dios es la naturaleza divina, es la divinidad o deidad. Pero más allá de esto, en Dios la esencia coincide con el ser: Dios es su ser.
----------Por tanto, no tiene sentido la distinción que hace Meister Eckhart entre Dios efable y divinidad inefable, como si esta última estuviera por encima o fuera independiente de la primera. Sin embargo, la divinidad-especie o divinidad en general sirve para establecer cuál es el verdadero Dios, cual es el Dios que tiene en sí todas las propiedades del ser divino, es decir, de la divinidad. El concepto de naturaleza divina sirve en el dogma de la Encarnación (una persona, dos naturalezas) y en el dogma Trinitario (tres personas, una naturaleza).
----------Por otra parte, para poder nombrar a Dios dignamente, es necesaria la honestidad del pensamiento y el evitar la doblez. El lenguaje debe ser límpido, unívoco e inequivocable, sin doble sentido. Puede ser también oscuro, como es lógico para un tema tan sublime y profundo, que supera nuestra comprensión; pero así como está en juego lo inteligible, debe poder ser esclarecido, interpretado y explicado.
----------La palabra Dios no debe tener un doble sentido. No podemos servir a Dios y al Dinero (cf. Mt 6,24). Dios no puede estar sujeto a predicados opuestos: ser y devenir, ser y no-ser, verdadero y falso, bueno y malo, racional e irracional, inmutable y mutable, impasible y pasible, y así diciendo.
   
Walter Kasper nombra el nombre de Dios en vano
   
----------La imagen de un Dios en evolución, tambaleante bajo los golpes del destino, inmerso en la historia como el pez en el agua, cambiante como el clima que pasa del invierno al verano, sufriente como el padre que ha perdido a su hijo, en progreso como del sulky se ha pasado al automóvil, está difundida hoy entre los cristólogos, y la he refutado en estos últimos cuarenta años en muchas de mis publicaciones, conferencias y predicaciones.
----------Se trata de autores que desprecian la metafísica. Tal imagen de Dios se hace pasar por "bíblica", pero en realidad es puramente pagana y ha sido condenada varias veces por la Iglesia desde los primeros siglos. Esta vez he pensado en tomar un solo caso a título de ejemplo: el de Walter Kasper.
----------A este respecto, comienzo por decir que es un error gravísimo sustraer la cuestión del nombre de Dios de la competencia de la metafísica, con el pretexto de que la Escritura refleja la cultura judía y no la cultura griega, como si la metafísica de Aristóteles no contuviera nociones universalmente válidas para interpretar el dato de fe de la Sagrada Escritura, nociones que la Iglesia ha utilizado aprobando y recomendando la teología de santo Tomás de Aquino, notoriamente discípulo de Aristóteles.
----------El desprecio de Walter Kasper hacia la metafísica demuestra sin lugar a dudas que él ha recibido una formación teológica por demás inadecuada, además de haber sufrido una influencia luterana, siendo también víctima de un concepto erróneo de la metafísica, casi como si la metafísica fuera un sistema de vacías abstracciones ideado por un narcisista que se considera un genial teórico muy superior al común de los mortales, enjaulado en la rigidez glacial de un Dios enemigo de la vida, de la historia, de la acción y de lo concreto, cuando en cambio bastaría detenerse a considerar con atención, objetividad sin prejuicios y con apertura de mente la metafísica de santo Tomás para darse perfecta cuenta de la magnanimidad y la ductilidad ilimitadas del esse tomista, luz brillantísima para la penetración de los más arduos misterios, lanzado a las alturas de la teoresis y al mismo tiempo atento a los detalles de situaciones concretas, base solidísima de todas las certezas de la razón, energía inagotable para toda forma de progreso histórico y humano, vínculo de conveniencia entre las diferencias más abismales, principio de armonía en los conflictos más lacerantes.
----------Para Walter Kasper la palabra Dios no significa "ente supremo, absoluto, inmutable, eterno y existente por sí" independientemente del mundo. Dios, así entendido, según él, sería un ídolo, sería el patrono del inmovilismo, ajeno a la historia, enemigo del hombre y enemigo de lo nuevo.
----------En cambio, según él, Dios significaría Dios-con-el-hombre, Dios-para-el-hombre, Dios como Historia, no Aquel que es, en su trascendencia más allá del mundo y más allá del espacio-tiempo, sino Aquel que está aquí y ahora para mí. Aquel que es funcional al hombre y que no puede existir sin el hombre. Está claro que Kasper invierte la relación del hombre con Dios: no el hombre relativo a Dios, sino Dios relativo al hombre. Entonces, el ente supremo ya no es Dios, sino el hombre.
----------Con esto Kasper pretendería dar la verdadera interpretación, según el módulo "hebreo" y no "griego", del famoso pasaje de Ex 3,14, pasaje que en realidad da razón al vocabulario, porque Aquel Que Es no puede no ser el ente supremo. Y éste no puede ser el hombre, sino en las doctrinas panteístas, como por ejemplo las del idealismo alemán, del cual precisamente Kasper hace los elogios, mostrando desprecio por la metafísica, que en cambio está en el fundamento del concepto de Dios como ente supremo creador y no siervo del hombre.
----------Kasper no se da cuenta de que el hombre en realidad no puede no servir a un "señor" (Mt 6,24). En realidad, como bien explica el Evangelio, el hombre que quiere servirse a sí mismo y no a Dios, acaba por servir al diablo, el "príncipe de este mundo" (Jn 12,31).
----------Por lo demás, el Dios-para-el-hombre de Kasper, cambiante e inmerso en la historia, es precisamente ese dios griego, ese ídolo, al que Kasper acusa de ser el ente supremo del diccionario y de la Biblia. En realidad en la concepción bíblica no es Dios quien depende del hombre ni es relativo al hombre, sino que es el hombre quien depende de Dios, así como el ser relativo depende del ser absoluto. El Dios que cambia era ya el dogma de los modernistas. Pero es necesario poseer el concepto de "ente supremo".
----------Para entender el significado del nombre Dios, Kasper es, por tanto, engañoso: no conduce a Dios sino al diablo. Para evitar este riesgo mortal, es necesario una buena metafísica, es necesario tener la noción del ente y del ser. No toda la realidad se resuelve en la historia, sino que la historia es la concreción en el tiempo de lo que el pensamiento capta en la abstracción metafísica.
   
Los presupuestos rahnerianos de la concepción de Kasper
   
----------Ahora bien, esta concepción teológica de Walter Kasper tiene por presupuesto la posición de Karl Rahner de la identidad entre la Trinidad en sí misma y la Trinidad que obra la salvación del hombre. Frente a tal posisión, hay que tener presente, y se lo debe decir a claras letras, que no es verdad que la Trinidad inmanente sea la Trinidad económica, debido al hecho de que la Encarnación no entra en la esencia de la Trinidad, sino que es efecto de la libre voluntad del Padre. Todo lo que se le puede conceder a Rahner es que, de hecho, el Verbo se ha encarnado, pero el Verbo bien habría podido existir sin encarnarse.
----------Ante todo, téngase presente que, para Rahner, Dios no es la primera causa y el creador del mundo desde la nada. Para Rahner, la existencia de Dios no se puede demostrar racionalmente por vía de causalidad, partiendo de los efectos mundanos creados; no es purísimo espíritu inmaterial, trascendente, inmutable e impasible, independiente del mundo, sino que es el vértice espiritual supremo de la evolución de la materia auto-trascendente. De modo que para Rahner Dios existe solo en relación con el mundo y para el mundo. Como el espíritu no existe sin materia, es impensable un Dios que existiera sin el mundo. Por eso, Dios, al igual que el mundo, deviene, cambia, muta, sufre y es historia, deviene en la historia. Dios no trasciende el mundo, sino que está en el mundo. En Dios no hay tres personas, es decir tres subsistencias, las así llamadas "personas" son tres modos de subsistencia del mismo Dios. En definitiva, la Santísima Trinidad es inconcebible sin la relación con el mundo; por eso, dice Rahner, "la Trinidad económica es la Trinidad inmanente".
----------El dogma católico está en las antípodas de la concepción rahneriana y kasperiana. Para la fe católica la divina misericordia salvífica es el efecto de un acto totalmente libre por parte de Dios. Es como decir que, en rigor de justicia, como observa santo Tomás de Aquino, Dios, después del pecado original, hubiera podido dejar a nuestros primeros progenitores y a la entera humanidad en el estado de miseria que se habían merecido por el pecado. Sin embargo, ha sido sumamente conveniente que Dios haya tenido piedad o misericordia de nosotros, en virtud de su infinita bondad, donándonos el divino Redentor, Jesucristo, Nuestro Señor.
----------A partir de lo cual podemos comprender cuán errónea es la doctrina de la creación y de la redención que presenta estos actos divinos no como efecto de una libre elección divina, sino como propiedad de la misma naturaleza divina y, por lo tanto, como algo en cierto modo necesario para que Dios sea Dios. La expresión extrema de esta visión monista y panteísta, como se sabe, es el pensamiento de Hegel. Pero, lamentablemente, algo de este género parece estar presente o al menos presupuesto también en el ya citado famoso axioma (Grundaxiom) rahneriano según el cual "la Trinidad inmanente" (= o sea la Trinidad en Sí Misma) "es la Trinidad económica" (= o sea la Trinidad que pone en acto la obra de la salvación).
----------Ahora bien, es necesario observar que si Karl Rahner intenta decir con el mencionado axioma que la Trinidad en Sí Misma es aquella misma que ha obrado la salvación, el discurso está bien y no hay nada que objetar; pero lamentablemente parece poder encontrarse en este axioma rahneriano una punta o insinuación de hegelianismo, debido a que este axioma también parece identificar la Trinidad en Sí misma con la Trinidad salvadora, lo que evidentemente vendría a negar la libertad de la obra divina de la salvación y vendríamos a concebir la creación y la redención como un elemento intrínseco a la misma divinidad.
----------Sin embargo y lamentablemente, una preocupante confirmación de este erróneo y nefasto enfoque hegeliano en Rahner está dada por la bien conocida doctrina rahneriana según la cual todos los hombres se salvan, la cual es una doctrina que bien se puede relacionar precisamente con esta concepción de un dios que no es Dios sino en la medida en que obra la salvación.
----------Los equívocos, malentendidos, y hasta las heréticas consecuencias, acerca de la relación entre Trinidad inmanente y Trinidad económica, se han multiplicado en muchos teólogos y han llegado a niveles más populares de la predicación y de la pastoral. Equívocas y de confusas consecuencias son, por ejemplo, las afirmaciones de teologos como Gisbert Greshake y Hans Urs von Balthasar (véase al respecto: Pablo Sudar, La persona de Jesús el Cristo, Ediciones Paulinas, Buenos Aires 2010, pp.107-108).
----------Más aceptables, sin embargo, son las explicaciones de otros autores, como monseñor Ricardo Ferrara (fallecido el año pasado), y el cardenal Luis Ladaria. Ambos teólogos coinciden en que la Trinidad inmanente es la condición de posibilidad de la Trinidad económica, vale decir, que la entrega de Jesús en la cruz es posible porque el amor del Padre ha dado desde siempre todo al Hijo. Al respecto, dice Ladaria: "La forma económica que el amor adopta en la kénosis del Hijo, tiene su razón de ser y su condición de posibilidad en la Trinidad misma; pero no es la reproducción temporal de la forma eterna del amor. Es mejor, por tanto, renunciar a esta terminología porque no parece precisa, además que puede dar lugar a graves malentendidos" (cf. La Trinidad. Misterio de Comunión, Ediciones Sígueme, Salamanca 2002, p.169).
----------Por su parte, en la misma línea, Ferrara adhiere plenamente a la formulación que hace otro teólogo, Olegario González de Cardedal, en su cristología. Dice Ferrara: "Hablar sin más de una kénosis intratrinitaria, en sentido estricto carece de fundamento bíblico y es una aplicación indebida del principio de reciprocidad entre la Trinidad inmanente y la Trinidad económica. Dios revela y realiza en el mundo lo que es su vida trinitaria, pero la existencia encarnada del Hijo tiene elementos de novedad, libertad e historia, que son consecuencia del pecado humano, y que no preexisten ni tienen su fundamento en la vida trinitaria" (véase al respecto: El misterio de Dios. Correspondencia y paradojas, Ediciones Sígueme, Salamanca 2005, p.577).
----------Se advierte en estos autores el deseo de apartarse de los errores rahnerianos y kasperianos, pero si bien es seguro afirmar que la Trinidad inmanente no es la Trinidad económica, no por ello el teólogo queda eximido de indagar acerca de cuáles pueden ser los términos de la reciprocidad entre un aspecto y el otro del misterio trinitario. Ciertamente, la relación entre la Trinidad económica y la Trinidad inmanente no es fácil de determinar con exactitud, por eso dice Ladaria que "solamente con sucesivos tanteos nos podemos acercar al equilibrio deseado y podemos hacer justicia a dos exigencia igualmente primarias: Dios se nos revela libremente tal como es y en esa revelación mantiene su misterio" (cf. La Trinidad..., op.cit., p.170).

15 comentarios:

  1. Me ha gustado de modo particular la parte donde habla de la honestidad del pensamiento y la correspondiente simplicidad a la hora de exponer las propias ideas, sin ambigüedades.

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    1. Estimado Matías,
      estoy contento de haberte sido útil. Esforcémonos por poner en práctica estos principios.

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  2. Estimado Filemón,
    haz puesto claramente de relieve las tergiversaciones del concepto de Dios a las que llega Walter Kasper, debido en particular a su falta de preparación, si no desprecio, hacia la metafísica.
    Me gustaría agregar que incluso como biblista, algunas de las afirmaciones de Kasper, contenidas en su libro "Jesús el Cristo", son cuanto menos desconcertantes.
    Por ejemplo, respecto a los milagros de nuestro Señor, escribe: "Se tiene la impresión de que el Nuevo Testamento ha enriquecido la figura de Jesús con elementos narrativos extra-cristianos para subrayar su grandeza y autoridad (p.117). "La conclusión que debemos sacar de todo lo dicho es que muchas historias milagrosas que nos cuentan los Evangelios deben considerarse legendarias. […] Estos relatos no históricos son enunciados de fe sobre el significado salvífico de la persona y del mensaje de Jesús" (p.118).
    Además, según Kasper, los milagros "en sí mismos no son tan claros y no constituyen necesariamente una prueba de la divinidad de Jesús" (p.129). Y aún más: "Por esta razón los milagros nunca pueden constituir una prueba clara de la fe" (p.130).
    Como sabemos, el Concilio Vaticano I afirma: "Si alguno dice que los milagros son imposibles y que, por consiguiente, todos los relatos que se refieren a ellos, incluso los contenidos en la Sagrada Escritura, deben contarse entre las fábulas o los mitos; o que los milagros nunca podrán conocerse con certeza ni servir para probar eficazmente el origen divino de la religión cristiana: sea anatema" (Constitución dogmática Dei Filius sobre la fe católica, anatemas, III, 4).
    Y el Concilio Vaticano II ha reiterado: "La Santa Madre Iglesia ha sostenido y sostiene con firmeza y con la mayor constancia que los cuatro Evangelios antes mencionados, cuya historicidad afirma sin dudar, transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, durante su vida entre los hombres, efectivamente obró y enseñó para su eterna salvación, hasta el día en que fue elevado al cielo (cf. Hch 1,1-2)" (Constitución dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum, 19).
    Kasper llega incluso a negar que a Jesús se le atribuya la filiación divina:
    "Como ya se ha observado, Jesús no se ha arrogado explícitamente ni la cualificación de Mesías ni lade Hijo de Dios" (p.225).
    Sin embargo, tenemos en el Evangelio de Marcos: "Pero él guardaba silencio y no respondía nada. Nuevamente el sumo sacerdote le preguntó: "¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?" Jesús respondió: "Yo lo soy! Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y venir entre las nubes del cielo" (Mc 14,61-63).
    Del Evangelio de Juan: "Así habló Jesús. Luego, alzando los ojos al cielo, dijo: 'Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti' (Jn 17,1).
    Y del Evangelio de Mateo: "Simón Pedro respondió: 'Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo'. Y Jesús le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16,16-17).
    ¡Qué tristeza saber que un teólogo así sea tan influyente en la Iglesia de hoy!

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    1. Estimado Berengario,
      es necesario oponer al cardenal Kasper lo que dice el Concilio Vaticano I sobre los milagros: "para que el obsequio de nuestra fe estuviera en armonía con la razón, Dios quiso combinar las ayudas internas del Espíritu Santo con los argumentos externos de su revelación, es decir, las obras divinas, y sobre todo los milagros y las profecías, los cuales, mientras muestran luminosamente la omnipotencia y la ciencia infinita de Dios, son signos certísimos y adecuados a la inteligencia de todos de la divina revelación" (Denz.3009).
      La concepción de Kasper se encuadra en la 7ma proposición condenada en el Syllabus del beato Pío IX de 1864: "Las profecías y milagros expuestos y narrados en la Sagrada Escritura son ficciones poéticas" (Denz.2907).
      También entra en la 17ma proposición modernista condenada por el Decreto "Lamentabili" del Santo Oficio de 1907: "El cuarto Evangelio exageró los milagros no solamente para que parecieran más extraordinarios, sino también para que fueran más adecuados para significar la obra y la gloria del Verbo Encarnado".
      Kasper es uno de los más poderosos y peligrosos exponentes del actual modernismo, al cual la acción del Papa no puede llegar a poner freno debido a su intrusión invasiva por doquier, pero que ciertamente está en contraste con el Magisterio del papa Francisco, con todo el precedente Magisterio pontificio, la Sagrada Escritura y la Tradición.

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    2. Gracias Padre.
      Puedo confirmar que lamentablemente también en mi diócesis (vivo en Cantabria) altos exponentes (que no sé cómo pueden estar encargados de la formación bíblica, por ejemplo) hablan públicamente de la misma manera que el cardenal Kasper. Pero también en el periódico local el supuesto "experto" en religión sigue la misma ruta: los milagros deben leerse como metáforas poéticas. No sólo eso, también la resurrección es vista como un símbolo, que debe entenderse "fuera de los clichés" del tipo "Cristo ha vencido a la muerte", donde en cambio sería correcto afirmar (así continúan) que es "teológicamente correcto decir que Cristo resucitó, pero hoy debemos decírselo a la gente de otra manera, es decir, en un sentido antropológico, terrenal, íntimo, porque la resurrección debe entenderse en el sentido de que la muerte de Jesús dejó en sus discípulos primero un vacío, luego un recuerdo y un cariño que poco a poco le hacían revivir entre ellos. Los Evangelios naturalmente "exageran" cuando escriben que Jesús se les apareció y comió con ellos de nuevo!
      Al principio pensé que no entendía lo que realmente querían decir estos personajes tan eruditos. Luego tuve que rendirme a la evidencia cuando el papa Benedicto XVI también habló y escribió sobre ello. Me quedo absolutamente asombrado de cómo pudimos llegar a este punto.
      Por eso le agradezco no sólo aclarar cosas obvias, sino también citar otros documentos vaticanos como el de 1907 que desconocía.
      Realmente los sacerdotes, obispos y cardenales deberían leer el catecismo, suponiendo que lo tengan en casa.

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    3. Estimado Gabriel,
      es necesario tener paciencia y tomar nota de la situación con serenidad. Usted se pregunta cómo ha sido posible llegar a este punto. Pues bien, la historia se remonta al inmediato postconcilio, cuando los neo-modernistas lanzaron el asalto contra la Iglesia. El pobre papa san Paulo VI no llegó a dominar completamente el tremendo impacto y tuvo que resignarse a soportar a los mistificadores. Esta situación ha continuado hasta hoy y yo diría que ha empeorado, porque, si la Congregación para la Doctrina de la Fe ha funcionado hasta el papa Benedicto, ha estado casi ausente desde el inicio del pontificado del papa Francisco, tan poderosas son las presiones que provienen del modernismo. Desquitarse con el papa Francisco no es el caso. Por el contrario, debemos ayudarlo en la batalla, también si no nos está prohibido criticarlo en algunos puntos. Mi impresión es que Francisco es demasiado tolerante con los modernistas y demasiado severo con los filo-lefebvrianos.
      Por lo tanto, debemos ayudarlo a adoptar esa posición super partes, que es indispensable para que el juez llegue a un acuerdo entre dos partes en conflicto.

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    4. Con todo mi respeto, y discúlpeme Padre, pero no están sólo el Papa y el Dicasterio de la Fe para los problemas que suceden en las diócesis. ¿Qué hacen los obispos cuando se trata de defender públicamente los fundamentos de la fe católica? En el caso de mi diócesis creo que el obispo es consciente e incluso también está en contra, pero lo deja pasar, no aparece, no dice nada, no interviene, no responde.

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    5. Estimado Gabriel,
      efectivamente, el obispo en su diócesis es el maestro de la fe y posee un carisma específico de discernimiento para distinguir lo ortodoxo de lo herético, sin necesidad de recurrir cada vez al Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
      Por cuanto respecta a su obispo, lamento la situación, pero para poder dar una opinión ponderada y circunstanciada yo necesitaría vivir en su diócesis.
      No es que no crea en la realidad de lo que usted denuncia, pero persisten mis obligadas reservas antes mencionadas. Lo que le sugiero es mantener, ante todo, una plena fidelidad a la doctrina. Si en su Obispo usted nota alguna carencia doctrinal y si él no le escucha, entonces usted debe dar testimonio de la verdad por usted mismo.
      No conozco tanto la situación en España, pero le puedo decir que por cuanto respecta a la situación general de nuestros obispos argentinos, ciertamente considerando las noticias de los periódicos y de la agencia AICA, la situación parece bastante desalentadora. Sin embargo, es válido lo que ya he dicho sobre las relaciones de la Santa Sede con los modernistas, es decir, estamos invadidos por ellos, por lo que no es fácil defendernos, ni siquiera por parte de los obispos.
      Además, es muy posible que haya obispos valientes y celosos, que hablen claro, pero su voz no está difundida debido a la intervención de las fuerzas modernistas, que dominan el campo de los medios de comunicación.
      Por otra parte, para orientarnos en este malestar general debemos recordar algunos puntos de referencia esenciales, que son las encíclicas del papa Francisco, las doctrinas del Concilio y el Catecismo de la Iglesia Católica.

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  3. Habría que añadir que esto se aplica igualmente a Francisco, admirador confeso de Kasper:

    «En estos días, he podido leer un libro de un cardenal -el Cardenal Kasper, un gran teólogo, un buen teólogo-, sobre la misericordia. Y ese libro me ha hecho mucho bien.»

    Angelus del 17 de marzo de 2013: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2013/documents/papa-francesco_angelus_20130317.html

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    1. Estimado alesolap,
      no llego a comprender su intervención.
      Por tanto, le agradecería que me aclarara qué cosa de todo lo que escribí en la parte 1/6 de mi artículo, según su opinión, "se aplica igualmente" al Santo Padre.

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    2. Estimado alesolap,
      seguramente lo que a continuación voy a decir, usted lo tiene perfectamente claro, porque lo bien supongo un católico auténtico, verdaderamente en comunión plena con la Iglesia cuyo principio de unidad es el Vicario de Cristo, Maestro de la Verdad.
      Sin embargo, sus palabras en su breve intervención sorprendentemente se hacen eco de una crítica que se le había dirigido al papa Francisco en los primeros años de su pontificado, hace ya una década, y que sóloun puñado de ideologizados, enfrentados con el Papa y, por tanto, en diverso grado cismáticos, siguen repitiendo como loros sin dar pruebas de que alguna vez sean capaces de hacer uso de su razón.
      A decir verdad, todo comenzó hace diez años con el título coral de "Papa de la misericordia", que es una virtud realmente muy cara al papa Francisco, a tal punto que incluso la inscribió en el lema de su escudo pontificio: "Miserando atque eligendo"​ (Lo miró con misericordia y lo eligió).}Es cierto también que el Papa ha elogiado el libro del cardenal Walter Kasper [1933-....] "La misericordia: clave del Evangelio y de la vida cristiana" (Sal Terrae, Bilbao 2012); pero eso no significa que el Papa apruebe todo lo que dice el autor alemán, porque esa obra contiene graves errores, que evidentemente el Papa no puede aprobar, como usted bien sabe.
      El error más grave de ese libro de Kasper es la idea marcionista (buenista o misericordista) según la cual, con la venida de Cristo, Dios Padre ha dejado de castigar. Bastaría leer el Evangelio para refutar esta herejía. Otro error es el de considerar la misericordia esencial a Dios. No es así, pues si Dios no hubiera creado el mundo, la misericordia divina no habría existido. Por otra parte, el acto más alto del amor divino hacia el hombre no es la misericordia, que supone la miseria del hombre, sino la glorificación celestial del hombre en el paraíso, donde evidentemente el hombre ya no tiene la necesidad de ser compadecido.
      A este respecto, es necesario volver a señalar de inmediato, a fin de frustrar cualquier tipo de confusión relativa a una supuesta defensa del modernismo por parte del Romano Pontífice, que los elogios del papa Francisco ciertamente no se dirigían a la teología de Kasper en su conjunto, ni a los fundamentos trinitarios y cristológicos del libro de Kasper, ni a todas las tesis del libro, y esto es muy importante, ya que lamentablemente Kasper, antes de ser elevado al cardenalato, escribió algunas obras sobre cristología que contenían tesis no conformes a la doctrina de la fe, como ha sido bien demostrado hace ya tiempo.

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    3. No aclare, fr Filemón, que oscurece. Bergoglio, en aquella alocución del angelus, elogió a Kasper como teólogo. Punto.

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    4. Estimado Anónimo,
      para la fe del fiel católico, la autoridad magisterial de las expresiones del Papa, en cuanto Maestro de la Fe, no están en discusión, si bien puede darse el caso de que en sus aspectos humanos, a veces exijan del fiel un sabio discernimiento.
      Respecto al problema planteado por las expresiones del papa Francisco a las que usted se refiere, es suficiente con unas pocas observaciones. El defecto de la cristología de Kasper concierne de manera particular a su concepción de la Redención, en la cual no emerge el tradicional aspecto expiatorio y reparador de la obra de Cristo como satisfacción vicaria dada al Padre por el pecado del hombre y por tanto para la remisión de los pecados, como dice el Concilio de Trento: "satisfecit pro nobis".
      Esta, que es la mayor obra de misericordia que el Padre ha cumplido en el Hijo y en el Espíritu Santo para la salvación del hombre, es interpretada por Kasper, en cambio, con explícita referencia a Hegel, en modo dialéctico, es decir, como retorno de Dios a Dios en la síntesis dialéctica que se opera sobre la base de la auto-alienación de Dios. Traduciendo esto en términos teológicos, la cruz de Cristo aparece, en esta visión, como Dios que se niega a sí mismo, mientras que la aceptación que el Padre hace del sacrificio de Cristo, se presenta siempre en modo dialéctico como la reunión de Dios Hijo con Dios Padre.
      Ahora bien, es evidente que en esta visión kasperiana de la redención no se salva la visión católica de la misericordia divina, que en cambio aparece no como un misterio de fe, sino como el resultado de un proceso dialéctico, a lo máximo basado en una contradicción entre Dios y Dios, que pone en crisis lo que es la simplicidad y la unidad de la naturaleza divina, así como el amor que une al Padre con el Hijo, aunque el Padre ha pedido al Hijo sacrificarse por la salvación del mundo.
      Por lo tanto, frente a la tesis de Kasper sobre la misericordia divina, debemos observar que la verdadera misericordia en el sentido cristiano no es una simple solidaridad con los pobres o una compasión por los que sufren, cosa que también se ve en otras religiones como por ejemplo el budismo.
      Por consiguiente, debemos concluir que, en efecto, al citar las palabras de Kasper, el Papa presentaba en aquella ocasión del 2013, la misericordia como simple sentimiento humano, lo que naturalmente no es equivocado, pero aún así no es suficiente y esto es atestiguado por el hecho de que el Romano Pontífice (vuelva usted a leer toda su intervención en esa alucución del Angelus) retoma por cuenta propia el discurso de Kasper y lo profundiza en un sentido auténticamente cristiano.

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  4. Estimado Padre: Le agradezco su respuesta. El problema es que Kasper es un modernista, en la línea del gnosticismo panteísta hegeliano, al igual que Rahner y tantos otros. No hace falta que lo demuestre, usted ya lo ha hecho con sólido fundamento, acá y en muchas otras de sus publicaciones. Lo que uno esperaría del Vaticano es la condenación de la herejía, no el elogio de quienes la promueven. Esto último, además de ser una falta grave, me parece suficiente para ser sospechado de herejía...

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    1. Estimado alesolap,
      debemos pensar que el Papa ha sabido apreciar el tema de la misericordia, que Kasper en su libro desarrolla muy bien, sobre todo en referencia al estilo pastoral de la Iglesia, consecuente a la reforma del Concilio Vaticano II.
      Indudablemente se mantiene la necesidad de recuperar en el justo sentido el atributo divino de la severidad, que explica la existencia de los castigos divinos y de la pena de los condenados.
      Obviamente el Papa no es contrario a discursos de este tipo, dado que entran en el horizonte de la divina revelación. Sin embargo, él prefiere su actual estilo pastoral, hacia el que no está prohibida una cierta crítica hecha con respeto y espíritu de colaboración.

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