viernes, 15 de septiembre de 2023

La reacción correcta al mal sufrido (2/2)

Como se habrá dado cuenta el atento lector, una reflexión sobre la correcta reacción al actual problema que plantea el Islamismo a la Iglesia y al mundo, nos lleva, si queremos ir a las raíces, no a "cuestiones penultimas" como diría Von Balthasar, sino a las últimas: los motivos de una guerra justa y, de modo general, la correcta reacción al mal que cotidianamente podemos estar padeciendo en el plano individual. [En la imagen: un detalle del Mihrab de la Mezquita de Córdoba, España, mandado construir por Al-Hakan II en el siglo X].

La justa venganza
   
----------Santo Tomás de Aquino habla de una justa venganza (véase al respecto la Summa Theologiae, II-II, q.108) y de una "justa guerra" (Summa Theologiae, II-II, q.40), animadas por una justa ira (Summa Theologiae, II-II, q.46, a.4; q.123, a.10), como reivindicación y satisfacción, mediante el uso de la fuerza, de los propios o ajenos derechos pisoteados, entre los cuales se encuentra el de libertad religiosa.
----------Es cierto que el término "venganza" no goza actualmente de una buena fama entre nosotros, porque está asociado con el odio y con la violencia. Sin embargo, como hace notar santo Tomás, este término esconde un valor psicológico, que debe ser recuperado, porque corresponde a una inclinación natural del sujeto a rechazar las fuerzas enemigas o a vengarse del mal recibido. Todo está en saber moderar este impulso de por sí natural, según recta razón, por el bien mismo de quien ejercita la venganza y por el bien de quien nos vengamos. De hecho, esta inclinación se ha corrompido a consecuencia del pecado original. De ahí la necesidad no de suprimirla, sino de regularla según derecho y razón. Ser vengativo o ser susceptible no es bueno; pero es un deber ser vengados por los derechos propios y ajenos.
----------La Sagrada Biblia, por su parte, nos presenta, como es sabido, un Dios que "hace venganza de sus adversarios" (Dt 32,41), que "se venga de las naciones" (Mi 5,14). Dios reivindica para sí el derecho-deber de hacer venganza (Rm 12,19; Heb 10,30). Los profetas anuncian un día de la "venganza del Señor" (Is 24,8 y 61,2). Es el "Día de Yahvé". Este día, como anuncia nuestro Señor Jesucristo, es el juicio universal en el fin del mundo (Lc 21,22), anunciado también por san Pablo (2 Tes 1,8).
----------La Biblia no presenta un Dios vengativo, porque Dios no odia nadie, pero odia la injusticia y por eso Él es vengador, precisamente porque ama, es justo y es misericordioso. El término "vengador" corresponde al término hebreo goél, que traducimos como "redentor". Cristo es el Vengador de los oprimidos y de todos los que han padecido injusticia, sin haber obtenido justicia de los hombres.
----------De hecho, el agresor priva al agredido de un determinado bien o pisotea un derecho suyo. La justicia exige entonces que el agredido, si fuera necesario incluso con el uso de la fuerza, reivindique su propio derecho o bien recupere la posesión del bien del que ha sido privado, quitándoselo, si es posible, al agresor, o bien castigándolo o forzándolo a reparar.
----------Éste es el sentido de aquel famoso antiguo dicho moral veterotestamentario: "ojo por ojo, diente por diente" (Ex 21,24), que exige una paridad o correspondencia entre el mal recibido y la reparación del mal: no exigir menos y no exigir más. Es la llamada "represalia". Es una deuda que se debe pagar según la entidad de la deuda. El pecado como "deuda" está presente en la concepción bíblica del pecado. Cristo con su cruz "paga" por nosotros nuestros débitos con Dios.
----------Esta acción, que repele el insulto, que neutraliza la fuerza enemiga o dañosa, en los casos en que está regida por la buena voluntad, en realidad es un acto de la virtud de la justicia. Si es la acción defensiva de una colectividad en armas frente a otra, entonces es la guerra. Si, en cambio, es el castigo irrogado al delincuente por la autoridad judicial por un delito cometido, entonces es la venganza.
----------Cuando Cristo, con referencia a ese pasaje del Éxodo, ordena "no oponerse al malvado" (Mt 5,39), no prohíbe en absoluto la justa venganza o la legítima defensa o la guerra justa o el castigar al malhechor. De hecho, en muchos pasajes del Nuevo Testamento se citan estos derechos-deberes o se permiten estas acciones. Cristo sólo pretende mandar la moderación, el evitar el odio y el estar dispuestos a perdonar.
----------Además, está claro que los clérigos, dedicados a un reino que no es de este mundo, no pueden hacer uso de las armas. Sin embargo, la Iglesia posee un poder judicial y coercitivo, que sirve para vengar o castigar los delitos contra la ley canónica. En cambio, los laicos, católicos y no-católicos, que están en el mundo, están obligados a un uso justo de las armas. Por eso está bien que la Iglesia, si por un lado predica el perdón, la misericordia y la mansedumbre, por el otro sepa animar y motivar a las fuerzas armadas y agradecerles o ser reconocidos por el precioso servicio que prestan a la sociedad y a la Iglesia misma.
----------Por tanto, es necesario recuperar una justa severidad, porque la justa venganza es una expresión de tal justa severidad. Ser pacíficos y abiertos al diálogo no quiere decir ser tímidos o veletas o peor aún oportunistas dispuestos a subirse al carro de los que mandan, a no pronunciarse ante las injusticias o a callar ante quienes hablan alto o aplaudir a quienes que se hallan actualmente en la cresta de a ola.
----------El actual buenismo, con su falso énfasis sobre la "misericordia", sobre el "diálogo", sobre el "pluralismo" y sobre la "acogida", ha olvidado ese ingrediente esencial de la conducta cristiana y de la misma santidad, esa forma de virilidad valiente, que es la severidad en nombre de Dios o por la causa de la justicia, que es lo mismo, salvo para luego arremeter sin misericordia contra quienes no comparten sus errores.
----------El verdadero discípulo de Cristo sabe cuándo es el momento en el que es necesario ser severos y cuando es necesario ser misericordiosos, como dice el sabio Qohélet: "Hay un tiempo para la guerra y hay un tiempo para la paz" (Qo 3,8). A veces la paz se obtiene por medio de la paz, pero otras veces se obtiene por medio de la guerra. Está claro que no todos somos angelitos en el paraíso terrenal, sino que es necesario mantener los ojos abiertos, porque debemos "vencer al mundo" (Jn 16,33).
   
Algunas objeciones
   
----------Por cuanto respecta a la agresividad islámica contra la Iglesia, dado que la cristiandad ya no caracteriza a la sociedad europea, sino que desde el siglo XVIII la sociedad europea es el resultado de una convergencia de concepciones diferentes e incluso opuestas de la sociedad y de diferentes creencias religiosas, la Iglesia ya no posee esa universal autoridad y prestigio políticos, ligados al Sacro Imperio Romano Germánico, que le permitían, en la Edad Media, predicar las Cruzadas entendidas como acciones militares católicas contra los ejércitos islámicos (basta pensar en el hecho de la existencia, en la Edad Media, de Órdenes religiosas militares, como por ejemplo los Templarios, de los que también habla santo Tomás en la Summa Theologiae, II-II, q.188, a.3). Pero esto no quita que la Iglesia deba dar con claridad su aprobación a una resistencia incluso armada contra un Islam que, en nombre del Corán, quiere destruir el cristianismo o el ordenamiento personalista y democrático de las modernas sociedades civiles (el papa san Juan Pablo II calificó la intervención militar de la OTAN en Bosnia contra las masacres comunistas como "intervención humanitaria").
----------La actual reticencia del papa Francisco a reconocer la motivación religiosa de las violencias, de las persecuciones y del terrorismo de los islamistas, es explicada por algunos con el temor del Papa de que la condena de estas acciones y de las ideas que las inspiran provoque represalias contra los cristianos que residen en países islámicos. Y suelen referirse también al hecho de que el Papa ha dicho varias veces que la fe en Dios no puede motivar el odio y la violencia. Algunos entonces quisieran excluir la motivación religiosa y excluir que somos víctimas de una guerra de religión, afirmando que los terroristas son locos criminales y punto. Otros más, siguiendo el análisis marxista, sostienen que las guerras de religión no existen (dado que Dios no existe), sino que siempre son la fachada o cobertura de intereses económicos o de intereses de poder. Otros temen que el uso de las armas contra los Islámicos, en lugar de extinguir el conflicto, lo agrave con el riesgo del surgimiento de una guerra nuclear, que conduciría a la destrucción del mundo.
----------Respondamos a estas opiniones de manera ordenada. En primer lugar, lo primero que, en mi opinión, el Papa debería hacer es denunciar con claridad la efectiva existencia de una guerra de religión del Islam contra la Iglesia y contra Europa, una guerra que, por lo demás, está ante los ojos de todos, y que ha venido existiendo en ocasiones alternas desde después de la captura de Constantinopla en el siglo XV. Por tanto, el Papa debe ayudar tanto a los cristianos como a los musulmanes a distinguir la religión verdadera de la falsa, mostrando las buenas acciones que produce la primera y las malas que son fruto de la segunda, según las palabras de Cristo "el árbol bueno produce buenos frutos y el árbol malo, frutos malos" (Mt 7,17).
----------Respecto a la segunda objeción, decimos que el Papa tiene razón al decir que Dios no puede querer el odio y la violencia. Pero esto no significa que los musulmanes no estén conduciendo o librando una guerra de religión. El Papa, al afirmar que Dios no puede querer el ordio y la violencia les está hablando más bien a aquellos católicos que pretenden llevar a cabo hoy una nueva cruzada "contra-revolucionaria". Sin embargo, y por eso mismo, el Papa debería aclarar que en el hombre religioso, el odio y la violencia por razones religiosas es un defecto o una corrupción de la religión. Por lo tanto, el punto es que en el caso del Islamismo, se trata de una religión defectuosa. El Papa debería precisar que existen lamentablemente también religiones defectuosas, como es precisamente el Islam, las cuales creen rendir culto a Dios obligando a los no-creyentes a creer o matándolos o esclavizándolos. Lo cual no quita que, como ha reconocido el Concilio Vaticano II, el Dios coránico tiene algunos atributos que coinciden con los del Dios bíblico.
----------El papa Francisco también debería precisar claramente que, si bien no pueden ser voluntad de Dios el odio y la violencia, sin embargo, pueden ser voluntad de Dios la lucha armada para la defensa de los derechos humanos, para la liberación de un pueblo, para la defensa de la verdadera religión. Como testimonia la Biblia, Dios mismo hace venganza de sus propios enemigos (Dt 32,35,41: Mi 5,14; Rom 12,19; Heb 10,30; Is 34,8; Lc 21,22). Lo cual es como decir que Dios castiga el pecado. El negarlo, como hacen algunos hoy, esgrimiendo el pretexto de la misericordia, es herejía, porque sería negación de la divina justicia y abierta contradicción con cuanto enseñan la Biblia y la teología natural.
----------En cambio, debemos afirmar que Dios quita la pena o castigo a quien se arrepiente y se libera del pecado. Por tanto, hay que evitar la herejía luterana, según la cual Dios da libertad de pecar a quienes se creen salvos, y la herejía aún peor de Karl Rahner, según la cual Dios no castiga a nadie y salva a todos, porque según Rahner todos poseen al menos "atemáticamente" la sola fides luterana. Estos impíos principios hacen aún peor la condición del pecador, porque él se convence de poder pecar libremente con la certeza de la impunidad.
   
La buena batalla
   
----------Si combatir en nombre de la dignidad humana quiere decir en última instancia combatir por una causa divina, dado que Dios es vengador de la dignidad humana, vemos entonces, aunque esto pueda sorprender y tal vez contrariar o desagradar a los modernos iluministas que hoy conviven con nosotros, cómo, al fin de cuentas, aquí llegamos a comprender incluso al motivo religioso de las Cruzadas, que en el fondo no fueron otra cosa más que esa defensa del honor de Dios, que está implícita en la reivindicación de los derechos humanos, fundados en esa ley natural que Dios mismo ha querido y creado.
----------En cambio, es precisamente cuando se combate y se guerrea en nombre de la absolutización del hombre o del ateísmo, que la guerra, en el desencadenamiento de las pasiones, asume los aspectos más irracionales, bestiales, violentos y horribles de la destrucción del hombre o de la opresión del hombre por el hombre.
----------En cuanto a la tercera objeción, decimos que el hecho de que los terroristas se sirvan de pobres enfermos mentales fanatizados y bien pagados para llevar a cabo sus planes criminales, no debería hacernos desviar nuestra atención de estos planes, para encontrar el modo de frustrarlos.
----------En cuanto a la cuarta objeción, que el Islam también quiera dominar económicamente a Europa, no hay ninguna duda. Pero sería groseramente reduccionista creer que las miras o propósitos de los terroristas islámicos se agotan en la pura y simple caza de dinero, como podría hacer cualquier vulgar asociación de ladrones o, en el mejor de los casos, explotadores capitalistas.
----------Finalmente, respecto a la última objeción, está claro que no se necesita provocar al enemigo, y que no es necesario decir siempre y a todos lo que mayormente les irrita. Y está claro que el Romano Pontífice tiene un especial deber de hacer todo lo posible para salvaguardar la seguridad o incolumidad de los cristianos que viven en países islámicos, a fin de que no sufran represalias.
----------Sin embargo, siempre el Papa, precisamente en cuanto es Vicario de Cristo, tiene el deber de mostrar el Evangelio en su integridad, poniendo en evidencia, por cierto que sí, los puntos de contacto, pero también los de contraste, con el Corán. Si esto debiera suscitar la agresividad islámica, Dios dará a los cristianos oprimidos la fuerza de resistencia para soportarlo, incluso hasta el martirio. Y si se debiera llegar a un choque mundial, el Apocalipsis predice el triunfo final de Cristo (Ap 19,11-21).
----------¿A través de cuáles caminos los cristianos alcanzaremos esta victoria final? No lo sabemos. Debe bastarnos el consuelo que nos proporciona esta certeza. Los enemigos de Cristo, sean quienes sean, creyentes en Dios o ateos, deberán deponer las armas. En cuanto a un avance del islamismo en Europa, no me parece probable ni por conquista militar, como ocurrió en siglos pasados, ni por penetración pacífica, considerando cuántas cosas del islamismo repugnan tanto a los cristianos como al laicismo europeo.
----------Lo que para nosotros los católicos es preocupante, en mi opinión, es más bien la actual crisis de fe interna de la Iglesia. Es en este punto que los católicos debemos trabajar y, sobre todo, orar, para redescubrir nuestra unidad en la fe y, por consiguiente, en la caridad, bajo la guía del Vicario de Cristo.

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