El seno de la mujer encuentra su supremo modelo de perfección espiritual en el seno virginal purísimo de la Santísima Virgen María, esposa de San José, fecundado por el Espíritu Santo, porque en su seno ha sido concebido y se ha formado biológicamente, sin concurso de semen masculino, el Hijo del Padre, el Verbo encarnado. [En la imagen: un fragmento de "Virgen del parto", fresco pintado probablemente en 1467, por Piero della Francesca, conservado y expuesto en el Museo de la Madonna del Parto, Monterchi, Italia].
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
sábado, 9 de septiembre de 2023
El destino del hombre en el seno de la mujer
----------Dios ha creado al hombre varón y mujer para una finalidad biológica y para una finalidad eterna. La finalidad biológica es expresasa en el c.1 del Génesis y tiene validez hasta el fin del mundo, y es la reproducción de la especie en el matrimonio. La finalidad eterna es la realización del amor ("serán una sola carne"), expresada en el c.2, cuya realización concierne al mundo de la futura resurrección.
----------La mujer atrae al varón precisamente en vista de la realización de esta doble finalidad: generar en esta vida, ser una sola cosa en el paraíso del cielo. El hombre es concebido en el seno de la mujer. Es concebido infectado de la culpa original. Pero inmediatamente la gracia de nuestro Señor Jesucristo viene a purificar del pecado al embrión, porque Dios quiere salvar a todos. La gracia del bautismo, incluso antes de la recepción del sacramento, actúa de tal manera que si el embrión es abortado, el niño va de todos modos al paraíso del cielo, víctima inocente para la salvación del mundo en Cristo.
----------Desde la eternidad, Dios ha establecido en su infinita misericordia el número de los elegidos, por lo cual la cantidad numérica de los individuos humanos crece durante el curso de la historia hasta que, en el fin del mundo, es alcanzado el número de los elegidos. En ese momento el seno femenino cesa de generar y deviene simplemente la expresión de la unión de amor de la mujer con el varón.
----------La separación del varón respecto de la mujer en el voto de castidad, es una medida de emergencia en el presente estado de naturaleza caída, para aquellos que sienten la necesidad de una mayor libertad espiritual, dado el conflicto carne-espíritu resultante del pecado original, mientras que la voluntad originaria y escatológica de Dios es la síntesis carne-espíritu y la unión varón-mujer.
----------La enorme difusión actual del vicio de la lujuria y de la idolatría del placer, vicios legitimados por falsos moralistas, ha provocado, entre otras cosas, además de numerosos otros problemas, como bien sabemos, la inmensa tragedia del aborto, que tiene más víctimas que las dos guerras mundiales juntas.
----------Muchas personas de consciencia, angustiadas por esta monstruosa y cruel matanza, que parece no querer cesar, en una Iglesia que predica la misericordia, se preguntan qué será de las almas de estas decenas de millones de inocentes, cuando Dios quiere que todos sean salvos y ha derramado la sangre de su Hijo para nuestra salvación. El nuevo Catecismo, como bien sabemos, ha abandonado la dura teoría del limbo, expresando "la esperanza de que haya un camino de salvación también para los niños que mueren sin el bautismo" (n.1261). ¿Pero cómo se produciría esta salvación? ¿Cómo imaginarla?
----------Podemos pensar que Cristo mismo, que ha descendido a los infiernos para salvar a los antiguos Padres y a la humanidad que lo ha ignorado sin culpa, no deja de hacer llegar su gracia bautismal redentora tan pronto como el nuevo individuo humano entra a la existencia, liberándolo de la culpa original y de la esclavitud de Satanás. Si luego el niño viene a la luz, es claro que tendrá que ser bautizado, pero el Bautismo no hará más que confirmar un estado de gracia en el cual el niño ya se encontraba.
----------Los bebés abortados son, por lo tanto, Santos en el cielo que también interceden por nosotros ayudándonos a llevar aquella cruz que ellos ya han cargado con su propio martirio. De hecho, no es necesario que el mártir haya alcanzado la edad del uso de la razón. El martirio, en su esencia, es el morir por causa de Cristo. Que el sujeto sea consciente o no sea consciente de ello, no importa: de todos modos él recibe la gracia porque Dios quiere salvar a todos, por lo cual Dios no espera a que el sujeto haya alcanzado la edad de la razón para dársela. El embrión obviamente posee el intelecto y la voluntad, pero carece de las condiciones cerebrales para poder ejercer estas facultades. Dios entonces le dispensa de hacer uso de ellas, y en cualquier caso lo eleva al estado de gracia, necesario y suficiente para la salvación.
----------Estos sujetos se salvan, por tanto, sin que Dios les exija actos meritorios, porque no son todavía capaces de cumplirlos. Ellos, por lo tanto, van al cielo no por efecto de una elección deliberada, sino porque, incluso antes de tener la posibilidad de elegir, son elegidos y predestinados por Dios a la salvación. A diferencia del adulto, en el cual la voluntad divina actúa junto con la voluntad humana, ya sea de acuerdo con ella, y entonces el hombre va al cielo, ya sea en desacuerdo, y entonces va al infierno, los embriones abortados van todos al paraíso del cielo porque Dios quiere salvar a todos. Ellos no cumplen un acto de su voluntad antes de morir, sino que Dios hace buena su voluntad en el momento de la muerte, de modo tal que vale también para ellos el hecho de que ellos están en el paraíso del cielo porque así lo han querido.
----------Dios, si quiere, puede impedir que el hombre peque. Y este es precisamente el caso de los embriones abortados. Ellos son, por tanto, los predilectos de la misericordia de Dios. A ellos se abren invariablemente las puertas del paraíso del cielo sin haber tenido que vivir entre las miserias y los riesgos de la vida terrena. Es cierto, sin embargo, que no han podido acumular méritos. Pero nada impide a Dios colmarles de una gracia superior a aquella obtenida con sus méritos por los más grandes Santos de esta tierra. En cualquier caso, los méritos de Cristo y de la Virgen siguen siendo inalcanzables.
----------El seno de la mujer es, por lo tanto, el mundo en el cual se juega el destino eterno de una infinidad de seres humanos que son muertos antes de haber nacido. Y en cualquier caso, también ocurre lo mismo con todos aquellos que han salido a la luz, que han podido nacer, y que han vivido una larga vida, en cuanto que ellos también, en el momento en el cual han sido concebidos y en el cual se ha formado el cigoto, síntesis de los gametos de los genitores, Dios ha creado inmediatamente el alma y la ha purificado con la gracia bautismal de Cristo, liberándola de la esclavitud de Satanás, contra la cual en cualquier caso el sujeto, incluso bautizado sacramentalmente, tendrá que luchar durante toda su vida.
----------El seno o vientre de la mujer es el ambiente biológico nutriente, protector y formador en el cual la fuerza biológica de la madre forma biológicamente la persona humana concebida por el ingreso del semen masculino que se ha unido al óvulo femenino. De tal modo el hijo, formándose adecuadamente durante nueve meses hasta el punto de poder vivir por cuenta propia, sale del seno de la madre y afronta la vida con sus propias fuerzas, siempre sostenido por su madre y siempre necesitado para todo el resto de su vida, de ser alimentado, educado, potenciado y defendido contra el mal, sanado, purificado, fortalecido y sostenido por la gracia.
----------El seno de la mujer es el templo en el cual la persona humana es consagrada a Dios, comienza, aunque sea inconscientemente, a celebrar el culto divino, goza de los beneficios de la sangre de Cristo, recibe la asistencia del ángel custodio, la persona es purificada del pecado, se llena de los dones de la gracia, liberada de la culpa original, elevada al estado de hija de Dios, miembro de la Iglesia y heredera de la vida eterna.
----------El seno de la mujer no está privado de significado en la resurrección por el simple hecho de haber dejado de generar, sino que sigue siendo siempre el testimonio del amor materno, aun cuando en vida la mujer haya sido una persona consagrada. En la unión escatológica del hombre con la mujer, el seno femenino expresa más que nunca el amor que ha alcanzado para siempre la cima de su expresión.
----------El seno de la mujer encuentra su supremo modelo de perfección espiritual en el seno virginal purísimo de la Santísima Virgen María, esposa de San José, fecundada por el Espíritu Santo, porque en su purísimo seno ha sido concebido y se ha formado biológicamente, sin concurso de semen masculino, el Hijo del Padre, el Verbo encarnado, el Redentor del hombre.
----------Esto quiere decir, en definitiva, que en el seno de María Santísima ha estado contenida virtualmente la salvación del mundo entero en la Persona de su Hijo, por el hecho de que de su Hijo habría de provenir la gracia salvífica para toda la humanidad, y por tanto también la gracia que salva a todos los embriones asesinados convirtiéndolos en almas bienaventuradas que también interceden por las madres asesinas, a fin de que, arrepentidas, reciban el perdón de su pecado.
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Estimado Filemón,
ResponderEliminarComo siempre, leo tus reflexiones con interés. Una frase me da algo para reflexionar. Dices: "Podemos pensar que Cristo mismo, [...] no deja de hacer llegar su gracia bautismal redentora tan pronto como el nuevo individuo humano entra a la existencia, liberándolo de la culpa original y de la esclavitud de Satanás. Si luego el niño viene a la luz, es claro que tendrá que ser bautizado, pero el Bautismo no hará más que confirmar un estado de gracia en el cual el niño ya se encontraba".
No entiendo si se está habando de algo que sucede sistemáticamente para toda alma humana, o, por sapientísima disposición de la Providencia, sólo para aquellos embriones de los cuales Ella ya sabe que serán abortados o que de todas formas morirán antes de nacer. En el primer caso, imaginando esta purificación del pecado original y esta elevación a la gracia antes del nacimiento para todas las almas, no veo cómo se podría evitar caer en el error (rahneriano, y que tú combates mucho) de pensar que la gracia sea de algún modo un componente irrenunciable del ser humano en cuanto tal. Si el bautismo "no hará más que confirmar un estado de gracia en el cual el niño ya se encontraba", ¿cómo se evitará la acusación de haber reducido el sacramento a un mero signo de una gracia ya dada (trascendentalmente, como diría Rahner), en lugar de ser la causa instrumental de la gracia misma? Dado que la tradición de la Iglesia, si no me equivoco, generalmente sostiene que algunas almas determinadas fueron purificadas por la gracia de Cristo antes de nacer (y presumiblemente sin bautismo sacramental), como en el caso de Juan Bautista, parece más prudente creer que esta dispensación pueda actuarse eventualmente "ante praevisum praenatalem obitum", por libérrima y sabia disposición de Dios, en lugar de creer que se trate de un suceso común que pertenece constitutivamente al alma humana. ¿Qué piensas de esto?
Estimado Berengario,
Eliminarmi posición no es la de Rahner, porque, mientras Rahner sostiene que la gracia es necesaria para hacer alcanzar a la naturaleza el vértice de su perfección, yo, con la doctrina de la Iglesia, sostengo que la naturaleza de por sí tiene una perfección inferior a aquella que le es conferida por la gracia.
Por cuanto respecta al estado de gracia del recién nacido, yo haría una comparación con el sacramento de la penitencia. Usted sabrá bien que si alguien comete un pecado mortal e inmediatamente después se arrepiente, es inmediatamente perdonado y vuelve a la gracia con la reserva de que lo antes posible, si le es posible, acceda a un confesor.
Por cuanto respecta a la condición limitante según la cual la gracia sería dada sólo a aquellos embriones, los cuales, según la previsión divina, morirán antes de nacer no me parece necesaria, porque me parece limitar de un modo no necesario la generosidad de la misericordia divina, la cual quiere salvar a todos, y me parece que esta premura divina llega efectivamente a todos, desde el primer instante de la concepción, independientemente del hecho de que el embrión muera o no muera antes de nacer.
En este caso me parece que se pueda hablar de una voluntad divina absoluta y no de la antecedente, es decir, de aquella que tiene en cuenta la elección del sujeto. En efecto, evidentemente el embrión todavía no es capaz de elegir.
Así como en el momento de la concepción, a cada individuo humano, por vía de generación, viene transmitida la culpa del pecado original, así viene transmitida inmediatamente, después de la concepción, la gracia de Cristo, Único Salvador de todo el género humano.
Querido Filemón,
EliminarNi que decir tiene que tus posiciones no son las de Rahner, ni yo nunca he pensado lo contrario. Gracias por haberte tomado el tiempo de responderme.
Entiendo la comparación con la remisión del pecado y la justificación del impío tras un acto de contrición precedente a la confesión sacramental. Pero en tal caso se infunde en el alma la gracia santificante, no la gracia sacramental, ¿verdad? En el fondo, es un ejemplo de esa libertad de Dios respecto de los sacramentos que le permite infundir Su gracia en quien quiere, incluso fuera de la economía sacramental.
En este sentido, al decir que "Cristo mismo, [...] no deja de hacer llegar su gracia bautismal redentora tan pronto como el nuevo individuo humano entra a la existencia", me parece que se presume que es precisamente la gracia sacramental (tú dices "bautismal") a ser infundida, de modo que, me parece, se crea una suerte de economía concurrente, a medio camino entre la economía sacramental y la libre iniciativa divina. Me parece que esto, en última instancia, no lleva a conclusiones sustancialmente diferentes de la opinión de quienes ven en los sacramentos la confirmación o la explicitación (categorial) de una gracia que al final ya está dada. Tal posición, si bien no implica la "exigencia" y la "inamisibilidad" de la gracia, parece implicar sin embargo un cierto automatismo, tal que por el cual cada alma después de la concepción viene invariablemente elevada a la gracia y recibe la purificación del pecado original. En otras palabras, ¿cómo se salvaría la necesidad del bautismo para la salvación, entendido como causa instrumental de ésta? Me parece que limitarse a hablar de las "vías que sólo Dios conoce" para la economía extra-sacramental sea, al fin de cuentas, más prudente que tratar de comprender cómo estas vías se actúan.
Naturalmente, estas son sólo opiniones de alguien que, como yo, no es un especialista. Sin embargo, ¡me interesa mucho tu punto de vista cualificado!
Estimado Berengario,
Eliminarreafirmo el principio de que la naturaleza humana no tiene una exigencia de recibir la gracia, porque ella podría ser feliz simplemente alcanzando su fin natural. Éste era el principio que justificaba la teoría del limbo.
Ahora bien, el hecho de que el embrión reciba la gracia inmediatamente después de la concepción no debe ser entendido como la satisfacción de una exigencia natural del embrión, sino como un puro efecto de la misericordia divina, que a todos ofrece la gracia.
Ahora bien, el embrión, tan pronto como es concebido, tiene inmediatamente necesidad de la gracia de Cristo, porque se encuentra en una situación de culpa consecuente al pecado original. Por tanto podemos pensar que Dios, en su bondad, venga inmediatamente en ayuda del embrión.
Por cuanto respecta al bautismo, yo tomo el concepto en un sentido del todo general como purificación del pecado. Así, por ejemplo, se habla del bautismo de Juan, del bautismo de deseo, del bautismo de sangre. Como usted bien sabe, Dios da la gracia también sin los sacramentos.
Esto no significa que el Sacramento no tenga su valor. Al contrario, el Sacramento, como signo sensible de la gracia, santifica también el cuerpo, además de santificar el alma. Por esto, el niño después del nacimiento, debe ser bautizado cuanto antes.
Además, debe considerarse que el Sacramento hace que el sujeto se convierta en miembro de la Iglesia de modo de poder recibir los demás Sacramentos.
A medida que el niño crece, en el momento del ejercicio del primer acto de libre albedrío, elegirá libremente su fin último y, si conoce a Cristo y a su Iglesia, podrá convertirse en un miembro consciente y activo poniendo en práctica los talentos recibidos en cuyo descubrimiento y valorización la labor educativa tiene una función esencial.
Quienes nacen en otras religiones o culturas, si no conocen a Cristo y a su Iglesia, pueden ser parte de la Iglesia de manera invisible o inconsciente.
Todo esto porque Cristo es el único Salvador de todo el género humano, y todos los hombres están llamados a la salvación. Se condenan libremente todos aquellos que rechazan la gracia, ya sea eligiendo el mal y rechazando el bien, ya sea rechazando la salvación ofrecida por Cristo.