Un par de meses atrás se cumplió el segundo aniversario de la carta apostólica en forma de motu proprio Traditionis custodes, publicada por el papa Francisco el 16 de julio de 2021. Ese acontecimiento merece una reflexión un poco más amplia, también a la luz de la carta apostólica Desiderio Desideravi, publicada un año después, el 29 de junio de 2022. [En la imagen: interior del templo de la Parroquia San Vicente Ferrer, de la Arquidiócesis de Mendoza, en la ciudad de Godoy Cruz, provincia de Mendoza, Argentina].
----------Tras las aporías de Summorum pontificum, que había creado casi ex nihilo, la co-presencia o co-vigencia paralela de dos formas rituales del mismo rito romano, una de las cuales era la corrección de la otra, se había creado en la Iglesia una condición similar a aquella de la famosa fábula El traje nuevo del emperador, también conocida como El rey desnudo, un cuento de Hans Christian Andersen, publicado en 1837. Podían ver las nuevas vestimentas rituales, dobles e intercambiables, sólo aquellos que eran fieles, obedientes y confiables. En cambio, a partir de 2007, los supuestamente necios, los estúpidos, los poco fiables, no veían ninguna posible doble forma y estaban muy perplejos. Para algunos, entre ellos figuraba el entonces Cardenal primado de la Argentina, quien no permitía celebrar en su arquidiócesis el vetus ordo.
----------Así, una serie de sujetos, mucho más allá de aquellos que se interesaban por la cuestión litúrgica, pero para no perder el valor simbólico añadido, y para no escapar de las vigentes dinámicas del poder, se habían convertido, hasta el 16 julio de 2021, en fieles admiradores de la "doble forma" del rito romano. Sobre todo en dos casos: por un lado se había convertido en criterio de promoción al episcopado; si te declarabas dispuesto a no obstaculizar la por entonces llamada "forma extraordinaria" e incluso te hacías ver (mediáticamente) en el acto de celebrarla, ascenderías mucho más alto en la consideración eclesial. Por otro lado, se había convertido en un criterio para la formación en el seminario (enseguida diré algo más sobre esto).
----------Pero en todo este alboroto, que duraba desde 2007, no se había en absoluto considerado que, como en la citada fábula, pudiera surgir de entre la multitud un "niño" (un Papa niño), que habría podido siempre decir, aunque con catorce años de retraso, "el rey está desnudo", o de hecho, había dicho: ¡el paralelismo ritual está desnudo y vacío! Es decir, se trataba de una idea teológicamente infundada, eclesiológicamente peligrosa, litúrgicamente no tradicional, y pastoralmente deletérea. Hoy, gracias a Traditionis custodes, podemos disfrutar de la parresía asegurada por este Papa "niño", como en el cuento de Andersen.
----------Y actualmente todavía mucho más, dos años después de Traditionis custodes, sobre todo cuando a mediados de 2022 también hemos contado con un documento que es hijo del de 2021, Desiderio sesideravi, y que aclara su sentido y permite identificar su alcance en una dimensión mucho más amplia que una simple cuestión litúrgica. Por este motivo, el significado del texto publicado hace dos años puede ser interpretado en tres niveles diferentes, en los que, una vez más, me gustaría centrarme brevemente:
----------1. En el plano teológico, Traditionis custodes repristina la lógica elemental y única sana de la vigencia universal de un único rito romano, sin ninguna posibilidad -salvo excepcional o personal- de vigencia paralela de una forma precedente del rito romano. La lógica de este paralelismo universal de dos formas para la Iglesia de rito romano, que Summorum pontificum había pretendido poner a disposición de toda la Iglesia de rito romano, no tiene ningún fundamento ni teológico, ni doctrinal, ni canónico, ni disciplinario, ni pastoral.
----------Era un pasticho y una mistificación que sorprende que haya sido permitido precisamente por un doctísimo teólogo como ha sido el papa Benedicto XVI. El "Papa pastor" parece haber hactuado aquí mucho más como teólogo que su predecesor, el "Papa teólogo". Porque Traditionis custodes no sólo tutela correctamente la liturgia, sino también la correcta eclesiología, las formas del ministerio y las modalidades de la espiritualidad, donde nunca se puede asumir como principio que "lo que ha sido sagrado para las generaciones precedentes, debe seguir siéndolo también para las generaciones posteriores".
----------Ese de Benedicto XVI en su motu proprio, no es un principio teológico, sino un problema de comprensión distorsionada de la tradición litúrgica, que no es ante todo un monumento o una apreciada pieza de museo que hay que preservar, sino un jardín que hay que cultivar. Por consiguiente, Traditionis custodes no es ante todo un documento sobre la liturgia, sino sobre el sentido y sobre el concepto de tradición litúrgica, que es algo demasiado serio para dejarlo en las manos inexpertas de los nostálgicos pasadistas.
----------2. En el plano eclesiológico (es decir, teológico, pero más específicamente eclesiológico), Traditionis custodes repristina la unidad de la Iglesia en el plano de su lenguaje más originario, el simbólico y ritual. Era evidente, desde 2007, que pensar en una Iglesia que pudiera tener, en forma paralela, incluso en la misma parroquia, dos calendarios litúrgicos muy diferentes, dos espacios diferentes, dos tiempos diferentes, ministros diferentes, y textos y gestos de celebración diferentes, era una verdadera locura.
----------Quizás el hecho más grave y ruinoso, ante el cual Traditionis custodes reaccionó con suma y providencial decisión, fue el escándalo público de una formación paralela, de los seminaristas, particularmente en muchos seminarios estadounidenses y también en el North American College de Roma. Sólo los superiores que quisieran futuros sacerdotes sin una clara identidad, podrían haber imaginado darles una formación litúrgica según la forma reformada y, al mismo tiempo, según la forma que el Concilio Vaticano II explícitamente había impulsado para reformar la otra. La unidad de la Iglesia se construye con una enseñanza y una práctica ritual unitaria, no contradictoria y espiritualmente no lacerante.
----------3. En el plano litúrgico, el valor de Traditionis custodes, es hoy más claro gracias a Desiderio desideravi, cuyo primer aniversario se cumplió el pasado 29 de junio, texto del cual tratamos extensamente en artículos recientes. La recuperación del gran valor del Movimiento Litúrgico (no de los reaccionarios "nuevos movimientos litúrgicos", como algunos querían) y de la Reforma Litúrgica (no de las mezquinas "reformas de la reforma" a las que algunos aspiraban) trae de vuelta al centro las dos instancias fundamentales requeridas por el Concilio Vaticano II: la recuperación de la acción litúrgica como acción de toda la comunidad sacerdotal, que exige una transición valiente y verdadera del acto de reforma al acto de formación.
----------La recuperación de algunos textos de Romano Guardini, los cuales sin duda son centrales en el motu proprio Desiderio desideravi, aclaran que éste no es sólo el pensamiento del Concilio Vaticano II o de los reformadores, sino de todo el siglo XX. Se trata de liberar las verdaderas energías del lenguaje ritual (lenguaje verbal y lenguaje no-verbal) como culmen et fons de toda la acción de la Iglesia. Hoy esto ya no ocurre principalmente en latín, una lengua muerta, y en un rito sólo de los sacerdotes y no de la asamblea, sino en muchísimas lenguas habladas, en numerosas y diferentes asambleas, cuyas culturas han entrado, desde hace sesenta años, en el patrimonio común de la gran tradición eclesial.
----------Una Iglesia que quiera de veras "custodiar la tradición" no debe en absoluto tener miedo de las diferentes culturas con las que hoy podemos y debemos hacer experiencia de la fe en nuestro Señor Jesucristo y expresar nuestro Credo. Esta mesa común, que sólo ha sido posible con la abrogación de Summorum pontificum, podrá permitirnos evaluar los límites de lo hecho hasta hoy y emprender con valentía el camino a seguir en el nivel de los lenguajes verbales y no verbales. Se podrá abrir de ahora en más una gran obra: porque la tradición se custodia caminando hacia adelante, no retrocediendo.
----------Un niño que dice "el rey está desnudo" y un Papa "niño" que dice "sólo hay una forma ritual universal en la Iglesia de rito romano" son dos figuras de la "parrhesía" que libera al Espíritu para su acción en la historia. Quien se haya engañado ilusoriamente no debe decir, como alguno ha dicho, "me siento rechazado por el Papa". Digamos más bien que me he ilusionado engañosamente al pretender ser católico sin tener que aceptar la evolución y la reforma de la Iglesia desde los últimos sesenta años, a partir del Concilio Vaticano II. Esta es la ilusión de la que necesitamos liberarnos de una buena vez y por todas.
Realmente no entiendo el odio del padre Filemón de la Trinidad contra la Misa tradicional. ¿Cuáles serían los movimientos litúrgicos reaccionarios? Ejemplifique, gracias. ¿Por qué sería mezquina la reforma de la reforma? ¿Es dogma de fe la reforma de Pablo VI?
ResponderEliminarEstimado Lucas,
Eliminarllevo 16 años expresándome sobre esto, y escribiendo estas mismas cosas desde que comencé con este blog. Quien habita en las nubes no está justificado para hacer esta clase de comentarios.
Por lo demás, ¿por qué motivo (salvo el prejuicio ideológico) hablar de "odio" de mi parte, cuando ofrezco en mis artículos sobradas argumentaciones de fe y de razón, incluso hasta en exceso? ¿Por qué hablar de "Misa tradicional" sólo en referencia al VO, cuando ella sólo ha sido "tradicional" hasta 1969, y ahora la Misa "tradicional" del rito romano es el Novus Ordo Missae? ¿Acaso hace falta indicar por su nombre a los movimientos litúrgicos reaccionarios al Papa y desobedientes a sus enseñanzas y medidas disciplinarias? Respecto al sofisma de la llamada "reforma de la reforma" consulte todo lo que he publicado al respecto. Y respecto a la reforma litúrgica de san Paulo VI, ella es la que nos ha dado el Novus Ordo Missae, que desde 1970 es la única lex orandi para los católicos de rito romano.
Discúlpeme, pero lo suyo es la clásica respuesta infantil de quien dice "Tengo razón pero no te digo por qué, bla bla bla". Le hice algunas preguntas que usted no respondió; sin embargo, me gustaría que me las dé, puesto que en este blog usted es el abanderado de la liturgia fluida y participada por la asamblea celebrante, y el bardo de las glorias de monseñor Bugnini. Absit iniuria verbis: son hechos constatables, sin ánimo de ofender.
EliminarEstimado Lucas,
Eliminarhay decenas de posts en este blog (incluso artículos muy recientes) que le serán de ayuda a sus inquietudes y contestarán de modo completo y articulado a sus preguntas, como ya le adelanté en mi respuesta anterior.
Para obtener las respuestas que busca, basta consultar con mínima paciencia en el buscador de esta misma página.
No puedo repetir aquí en el foro para cada lector lo que ha publicado en mis artículos para todos los lectores.
Yo sigo prefiriendo el vetus ordo, me siento bien con este rito, ¡no me siento ni un engañado ni un marginado! el Papa hace lo que tiene que hacer para tener contentos a los obispos, ¡pero a mí eso me interesa muy poco! ¡Yo voy donde me siento bien! Tengo entendido que en varias diócesis de otros países nada ha cambiado respecto a lo que existía con Summorum Pontificum.
ResponderEliminarEn mi diócesis, que es también la suya, ha cambiado, pero gracias a Dios existe la fraternidad de San Pío X, donde valen las misas, los sacramentos... todo en suma, como lo ha determinado el "Papa niño" (un apelativo que me parece ridículo). Gracias a you tube también se puede seguir todo... como cuando pasó lo del covid. ¡Yo no soy un talibán y reconozco también la validez del Novus Ordo, que a menudo frecuento! Aprecio toda la riqueza de la Iglesia... ¡y no veo en peligro la eclesialidad ni la tradición! ¡Un saludo!
Estimado Rubén,
Eliminarusted dice que "prefiere" el vetus ordo, y que usted se "siente bien" con el vetus ordo.
Ahora bien, si se considera a la cuestión de la relación Vetus Ordo - Novus Ordo como una cuestión "de gustibus", lo entiendo bien.
Sin embargo, tengo la vaga impresión de que la Misa es una cosa bien diferente de un cigarrillo o de una marca de tabaco o de una marca de cerveza. Cada objeto tiene sus propias exigencias. ¿No le parece?
No entiendo por qué, en presencia de un Vetus Ordo perfectamente válido, donde me siento como en casa, debería asistir a Misas scouts o a Misas carismáticas, o a fogones y guitarreadas, en las que me pongo nervioso tan pronto como entro en la iglesia.
ResponderEliminar¡Creo que son muchos los fieles que veo migrando el domingo de una parroquia a otra debido al "de gustibus"!
¡No veo nada malo en eso!
Estimado Rubén,
Eliminarno es difícil de entender. Porque la condición de su "de gustibus" está viciada por dos errores.
Primero: el vetus ordo no es perfectamente válido, pero además ya no está más en vigor.
Segundo: al lado de las carencias y abusos en el vetus ordo, no se puede reducir el Novus Ordo Missae a fogones y guitarreadas.
En resumen: en su postura, dos falsos prejuicios impiden una elección clara.
Mientras el padre Filemón lucha contra los molinos de viento... en cientos de altares... se entona el INTROIBO AD ALTARE DEI... aún hoy, incluso en Roma, incluso a dos pasos de la Basílica de San Pedro. Y no sólo en Roma, sino también en Argentina, y también en España. Y esto con iglesias y capillas llenas de jóvenes, condo yo... con mis 54 años soy uno de los fieles más viejos.
ResponderEliminar… Benedicto XVI nos dejó 2 enseñanzas fundamentales que consideramos dos perlas teológicas de infinito valor:
– la hermenéutica de la continuidad para la interpretación del Concilio;
– lo que era SAGRADO para las generaciones anteriores sigue siéndolo…
TODO MUY SENCILLO.
Estimado Felipe,
Eliminarhay algunos molinos de viento que son arrogantes y de testa dura, que pretenden sustituir la gran tradición litúrgica eclesial romana por su sensibilidad reaccionaria.
El aniversario celebrado en este blog es el aniversario del motu proprio de la intolerancia eclesiástica en materia litúrgica... Yo creo en una Iglesia abierta a todos... ergo: también a los que estiman la antigua misa... ¿O tal vez en la Iglesia de Bergoglio hay tolerancia de serie "A" y tolerancia de serie "B" ???????
ResponderEliminarEstimado Rubén,
Eliminartus comentarios no pueden ser admitidos en un católico que se precie de su nombre.
¿Cómo podemos tolerar lo que contradice el camino común en la tradición litúrgica? ¿Qué es lo que se busca? ¿Una inmunidad para una Iglesia al gusto de uno? ¿Una "iglesia hazla tú mismo"?
Misas y sacramentos (penitencia y matrimonios) de la Fraternidad de San Pío X son perfectamente válidos, ¡tal como ha sido establecido por el propio papa Francisco! La validez, como decimos nosotros los ingenieros, es "on - off", ¡no admite matices ni grises! El proyecto es el de trasladar a todos los fieles del V.O. a la FSSPX, que permanecería mitad dentro y mitad fuera, protegiendo la validez precisamente de misas y sacramentos.
ResponderEliminarEn cuanto a no reducir el N.O. a guitarreadas, le invito a que haga una recorrida el domingo por las parroquias de su ciudad y luego me lo cuente! De los tejados para arriba podría estar de acuerdo con usted, pero desde los tejados para abajo ¡la realidad es diferente!
Estimado Rubén,
Eliminarla superacion de la autosuficiencia de la validez es precisamente la diferencia del Concilio Vaticano II respecto al Concilio de Trento.
Sin embargo, veo que las metáforas, estéticas primero, y luego sacadas de la ingeniería, permanentemente le desvían a Ud. del recto camino de comprensión de la fe y de la vida de la Iglesia.
Lea, por favor, atentamente Desiderio Desideravi, y lo entenderá.
La gran Tradición eclesial a mí me la ha explicado el papa Benedicto XVI... y no un tal Filemón de la Trinidad...
ResponderEliminarEstimado Felipe,
Eliminar¿está usted seguro de lo que está diciendo?
Pero no quisiera apresurarme y eqquivocarme por haberlo entendido mal, por lo cual, antes de darle ningún argumento en contra, comprobemos si estamos entendiendo de la misma manera los términos que usted usa.
Usted acaba de mencionar "la gran Tradición eclesial".
Ahora bien, si por "gran Tradición eclesial" usted se refiere a la Sagrada Tradición, la cual, junto con la Sagrada Escritura es fuente de la divina Revelación, entonces tiene razón: pues es Benedicto XVI, al igual que el papa Francisco, y al igual que todos los Papas que constituyen la cadena de la sucesión petrina, quienes nos enseñan, por su carisma petrino, la Tradición y, más aún, ellos mismos constituyen cada uno en su momento, el último estadío o eslabón de la viviente Tradicion eclesial, viviente desde Pedro hasta Francisco en la actualidad.
Pero, si por "gran Tradición eclesial" usted entiende la tradición litúrgica y, en concreto la tradición litúrgica del rito romano, entonces no estamos de acuerdo.
Si se permite a usted mismo el favor de leer las cartas apostólicas Traditionis custodes y Desiderio desideravi, entonces podrá entender que la reconstrucción histórica de la tradición litúrgica ofrecida por Benedicto XVI en las últimas dos décadas de su vida ha estado basada sobre premisas conjeturales completamente unilaterales. Por supuesto, en tal reconstrucción histórica de la tradición litúrgica, Benedicto XVI no hablaba como Maestro de la Fe, con su carisma petrino, sino como teólogo privado.
Estimado padre Filemón,
ResponderEliminarsi me lo permite, quisiera plantear una cuestión que pretende ir más allá de la controversia que aquí está adquiriendo al parecer tonos demasiados polémicos y partidistas.
Si el rito codificado por San Pío V ya no es válido, ¿por qué entonces no abrogarlo? Si ese rito ha puesto en evidencia defectos que han provocado verdaderas distorsiones en la percepción que la Iglesia tiene de sí misma, ¿por qué no prohibir ese rito taxativamente, declarando al mismo tiempo la superioridad definitiva del Ordo surgido del Concilio Vaticano II?
Le animo a tener el coraje de dar prueba fáctica objetiva de sus argumentos; de lo contrario, todo esto no será más que un modo de hablar inútil, vacío y sofista.
Por supuesto, le digo esto con todo respeto y con mis mejores y habituales deseos (y creo que en verdad lo necesita, porque veo que usted no se está enfrentando simplemente a cuatro gatos "fanáticos tradicionalistas", o a los cuales usted parece considerar como tales)…
Estimado Gustavo,
Eliminarrespecto al problema que usted señala, vale decir, respecto a la cuestión de la abrogación de una ley (en este caso una ley litúrgica) el Código de Derecho Canónico es clarísimo. Cuando se hace una reforma general, la nueva forma sustituye a la precedente. La abrogación se produce de facto.
Pero está visto, y suficientemente comprobado, que los malos liturgistas crean mitos sin fundamento.
¿Por qué entonces el Papa no lo prohíbe abiertamente, apertis verbis, declarando su peligrosidad eclesial?
EliminarLo siento, pero la actitud me parece hipócrita.
Estimado Gustavo,
Eliminar¿por qué motivo pedirle al Papa que haga lo que ya ha hecho? ¿Usted verdaderamente ha leído los textos que dice criticar? ¿Verdaderamente usted ha leído Traditionis custodes?
Usted acusa de hipocresía al Papa, pero, con todo respeto, la que me parece hipócrita es la actitud de quien pretende hablar de Traditionis custodes y Desiderio desideravi sin haber leído estos documentos.
Estimado padre:
EliminarEl Papa aún no ha prohibido nada. Debería tener coraje para hacer el último paso: abolir explícitamente la bula Quo primum tempore de San Pío V, declarando su invalidez perpetua ex origine en nombre del Concilio Vaticano II. Hasta ahora ningún Papa lo ha hecho, y usted, padre Filemón, ha tergiversaro las cosas: ¡concrete!
Estimado Gustavo,
Eliminarel diálogo que mantengo contigo, que hablas idioma español, pero no sé desde donde me escribes, me hace pensar que quizás yo, desde Argentina, estoy, sí, hablando tu mismo idioma, pero en un dialecto o modalidad a través del cual no alcanzas a entenderme o, mejor dicho, yo no alcanzo a explicar las cosas del todo claras como para que me entiendas.
El Papa ha confirmado la prohibición del Misal de 1962, que quedó prohibido a partir de 1970. El Papa ha confirmado (como si aún hiciera falta) al Novus Ordo Missae de 1970, como única lex orandi para la Iglesia de Rito romano. También para Benedicto XVI el Novus Ordo Missae de 1970 era la única lex orandi del rito romano; sin embargo, con Summorum pontificum, al otorgar tan amplios permisos para celebrar el Misal abrogado, causó como consecuencia inevitable, que algunos pudieran considerar que el Rito Romano tuviera dos formas paralelas en vigencia, la de 1962, y la de 1970, que precisamente había abrogado a la de 1962. Una aporía sin verdadero fundamento, que no se sostiene ni teológica, ni canónica, ni espiritual ni pastoralmente.
Lo único que, en definitiva, ha hecho el papa Francisco, frente a las facciones anti-Concilio Vaticano II, que habían tomado fuerza en años recientes, encolumnadas bajo las banderas del Vetus Ordo Missae, ha sido simplemente decir: "fieles católicos: el Concilio Vaticano II aún está por implementarse plenamente, y ante todo, debe llevarse plenamente a cabo la Reforma litúrgica querida por el Concilio". Y al respecto, en el ámbito litúrgico, el Papa ha concedido a grupos minoritarios un "indulto" (bajo ciertas condiciones, obviamente) para seguir transitoriamente celebrando con el Misal abrogado, el de 1962, el cual, en su condición de abrogado, deberá con el tiempo, finalmente desaparecer del uso eclesial.
Todo lo demás son mitos que los pasadistas repiten como mantras de auto-convencimiento.
¡Que desastre! Gracias querido padre Filemón por las reflexiones tan apreciadas y compartidas. El revuelo que levantan es una clara indicación de cómo la desafortunada e inaceptable decisión tomada con Summorum en 2007, ha conducido a una dramática confusión y a tentaciones aislacionistas entre demasiados fieles.
ResponderEliminarNadia Márquez
¡Bellísimo! Es bellísimo que se atreva a calificar de "desastre" y "revuelo" a quien discrepa de lo escrito por el autor de este blog. ¿Por qué le preocupa tanto "la desafortunada e inaceptable decisión tomada con Summorum en 2007"?
EliminarY además, tenga presente que, quizás para escandalizarla aún más, Benedicto XVI ni siquiera tuvo que "permitir" el antiguo rito: pues ese rito estaba, está y estará siempre permitido, piensen lo que piensen los que lo odian.
Estimada Nadia,
Eliminarme alegra que le complazca mi artículo, y le agradezco su consenso.
Efectivamente, las aporías del motu proprio Summorum Pontificum, muy lejos de las rectas intenciones de Benedicto XVI al publicarlo, han llevado a mayor división en la Iglesia.
Estimado Lucas,
Eliminares mi deber decirle que la razón no está de su parte en sus argumentos.
El Misal de 1962 ha sido efectivamente abrogado por el Novus Ordo Missae de 1969, y, por lo tanto, desde ese momento no ha estado permitido, sino prohibido.
El Misal de 1962 había sido permitido sólo a modo de transitoria excepción a travé de indultos particulares, ya sea por el papa san Paulo VI como por el papa san Juan Pablo II. Esta disciplina litúrgica es la que se ha restituído desde el 2021, con Traditionis custodes.
¡Gracias, Filemón!
ResponderEliminarLa tradición, por definición, es algo que es transmitido. No se puede fijar una fecha, especialmente una extremadamente reciente en términos de historia de la Iglesia, alrededor de 1970, y decir que allí comienza la tradición porque fue en esos años cuando todo ha cambiado. Es un diktat ridículo. ¿Y quién lo ha cambiado, la Sacrosanctum Concilium? La SC ha cambiado mucho, pero no todo, en absoluto no todo. Si la reforma hubiera sido más sabia, menos radical y menos diletante y cosa de aficionados, siguiendo con mayor corrección las indicaciones de CS, no estaríamos aquí leyendo un artículo suyo que huele un poco a neolengua orwelliana, donde la tradición es cambio, lo antiguo es lo nuevo, el futuro es el pasado, y la avalancha de comentarios que ha atraído.
ResponderEliminarMe gusta su definición de tradición, "...que no es ante todo un monumento o una apreciada pieza de museo que hay que preservar, sino un jardín que hay que cultivar". Pero ¿qué clase de jardín es?, ¿sólo experimental donde se prueban en rotación semillas provenientes de los cuatro rincones o seleccionadas con grandes estudios genéticos?, ¿o un jardín donde también puedo encontrar los sabrosos duraznos que producía mi abuelo y sus sabrosas ciruelas? ¿O están prohibidos estos últimos frutos por el hecho de que existían antes de 1970 e incluso de 1570? ¿Y prohibidos por quién, dígame, por favor? ¿Prohibido? ¡No me haga morir de risa! Prefiero no ser considerado católico, si ese es el precio (depende de quién exprese este veredicto), sino conservar un poco de cordura mental.
Estimado Mario M.,
Eliminarel contexto en el que nuestro diálogo de hecho se instaura es el de un ambiente eclesial en el que junto a la inmensa mayoría (casi unánime) de los católicos normales, que simple y humildemente confían por su Fe teologal que la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo es guiada por su Vicario o representante en la tierra, el Papa, existen, aparte de ellos, dos facciones minoritarias, los modernistas y los pasadistas, que pretenden que sus ideologías fueran la Verdad católica, los primeros, considerándose la avanzada de la Iglesia, por delante del Papa (supuestamente "retrasado" en el Concilio Vaticano II, ya superado según ellos), y los segundos, considerándose la "Iglesia de siempre" que asisten a "la Misa de siempre", Iglesia y Misa que consideran cristalizadas en el siglo XVI. Son dos ideologías que no responden al Magisterio auténtico.
Lo grave es que me parece que usted esté tan convencido de su ideología (pasadista en su caso), como para pensar que le convendría no ser católico con tal de mantener en su cabeza su idea de liturgia como le gustaría seguir gustando de "los duraznos del abuelo".
Veo en su postura un problema de fe y de identidad eclesial católica, mucho mayor que las "inclinaciones litúrgicas". En definitiva, me parece que usted, frente a la invitación que el Espíritu Santo le está haciendo, de abordar el actual camino eclesial, en sinodalidad, junto a Pedro y a todos los fieles católicos fieles al Papa, en cambio ha vendido este camino y esta invitación, nada más que por un plato de lentejas.
El jardín de la tradición no es en absoluto experimental, sino que es algo vivo. Lo que está muerto ya no florece. Y los pasajes de reforma conducen al discernimiento. Esto es precisamente lo que dicen documentos tan providenciales como Traditionis custodes y Desiderio desideravi, y si usted no lo entiende, el problema se convierte en un problema de fe, no se trata simplemente de un problema litúrgico.
El camino eclesial no se puede reducir a emociones individuales y subjetivas.
Estimado Padre, ¿acaso me está diciendo que creer en Traditionis Custodes y Desiderio Desideravi es una cuestión de fe? Yo pensaba que esto se limitaba al Evangelio y no mucho más. En cuanto a las emociones, ¿está seguro de que usted está a salvo de ellas, de las emotividades progresistas me refiero? ¿O deberíamos decir que hay emociones malas y emociones buenas? ¿Y quién lo decide?
EliminarEstimado Mario,
Eliminara decir verdad, querido hijo, me parece que utilizas argumentos relativistas para ser tan integrista.
¿Acaso me estás diciendo que lo único que importa es "creer en el Evangelio" y todo lo demás es relativo? ¿O que juzgar las emociones es irrelevante?
Aclaremos, entonces, las cosas, en la medida de lo posible, si quieres escucharme.
Yo sólo te estoy diciendo que si un documento oficial, dirigido a toda la comunión católica, te dice a tí, que eres fiel católico romano, que existe un sólo rito vigente en la Iglesia de rito romano, y en cambio tú te obstinas en pensar que puedes celebrar con los ritos que tú quieras, entonces éste es un problema eclesial y teológico no pequeño, que no se puede resolver de modo meramente subjetivo.
Por otro lado, concuerdo contigo en que este es precisamente el enfoque teórico de Summorum Pontificum, que ha terminado, en la práctica, por subjetivizar la tradición litúrgica. Por eso te invito a no seguir a malos maestros.
Sin embargo, has sido tú quien ha dicho en uno de tus comentarios: "...prefiero no ser considerado católico, si ese es el precio...". Por lo tanto, tú mismo reconoces que existe un problema de fe y de identidad en la praxis litúrgica. Lo has dicho tú y lo has dicho perfectamente bien en el fondo. Sólo me gustaría que razones con coherencia y no usando, a veces argumentos fundamentalistas, y otras veces argumentos relativistas.
Querido padre, yo no dije que ya no fuera católico. Dije que si para ser considerado como tal (y depende siempre de quien lo considere) fuera necesario aceptar todos los diktat que se suceden, con un Papa que dice una cosa y el otro que la niega y la prohíbe, prefiero quedarme a un lado y esperar a que pase la tormenta. Aquí hay un fuerte olor a pensamiento único, y pensar que el concepto de "católico" sería en teoría precisamente lo contrario, del pensamiento único. Si la Iglesia (también aquí, léase bien lo que significa esta palabra: fe organizada, con jerarquías o no) no sabe qué hacer con aquellos que tienen alguna modesta objeción, no sé qué vamos a hacer, me parece una situación patológica.
EliminarEstimado Mario,
Eliminarprobablemente no eres consciente de ello, pero en tus palabras "prefiero quedarme a un lado y esperar a que pase la tormenta" (los argentinos usamos una frase con el mismo sentido: "desensillar hasta que aclare") te ubicas fuera de la Iglesia.
Nuestra comunión eclesial tiene su quicio, su eje de movimiento, en dos ámbitos: la fe de Pedro como Maestro, y la obediencia a la guía de Pedro como Pastor. Y esto porque Pedro es Vicario de Cristo en la tierra, sobre quien Nuestro Señor ha fundado su Iglesia, y quiere que sus fieles vivamos unidos a esta Roca hasta que Él vuelva. Si nuestra vida como fieles de Cristo no gira sobre este quicio o gozne, vivimos des-quiciados.
Se trata, entonces, de dos aspectos de nuestra comunión con Pedro:
1) La fe de Pedro Maestro no puede equivocarse, porque así lo ha garantizado Cristo.
2) Y respecto a aquello que Pedro Pastor nos manda, podríamos acaso mantener un razonable disenso teórico, pero ello no nos exhime de obedecerle en lo que es esencial para la comunidad eclesial, y la liturgia es esencial: Ecclesia de Eucaristhia.
Estimado Padre:
ResponderEliminarLa gran intuición de Benedicto XVI (aunque en realidad es evidente para cualquiera que lea serenamente Sacrosanctum Concilium) fue que la reforma litúrgica, incluso en su forma típica y no sólo en sus aberrantes y excéntricas aplicaciones, había "traicionado" ampliamente las directivas de los padres conciliares (no voy a dar aqui la lista de los muchos puntos que fueron ignorados, seguramente los conoce mejor que yo).
Es cierto que la Constitución también pedía una reforma (pero, rectius, instauratio) general del ordenamiento litúrgico; y que SC es ciertamente un documento fruto de compromisos, con indicaciones a menudo ambivalentes; pero es igualmente innegable la distancia entre la visión de una reforma moderada ("Innovationes, demum, ne fiant nisi vera et certa utilitas Ecclesiae id exigat", SC 23) como la que honestamente se puede extraer de SC y el producto de la innovación total elaborada por el Consilium.
Que ese resultado estuviera lejanísimo de todo lo que los padres conciliares habrían podido prever razonablemente está hoy testimoniado por muchísimas fuentes, como lo atestiguan textos publicados en las webs del nuevo movimiento litúrgico. Y le pido, por favor, que contenga su antipatía hacia los "nuevos movimientos litúrgicos", que nunca son pestilentes, y mire más bien el mérito de sus testimonios.
En resumen, y parafraseando la frase de Andersen, que usted suele usar, efectivamente: el rey está desnudo, o sea, la reforma ha traicionado al Concilio.
El "Papa niño" es quien reconoce esta evidentísima realidad. No el que intenta suprimirla por la fuerza escudándose detrás de la hoja de parra de la aprobación de los libros litúrgicos reformados por Pablo VI y Juan Pablo II (DD 61). El invocado principio de autoridad es poco más que un argumento retórico, incluso bastante ridículo en los tiempos actuales (ridiculez acentuada por ese latinismo revivido, "libros litúrgicos reformados ex decreto Sacrosancti Œcumenici Concilii Vaticani II"), y ciertamente no tiene mérito.
Y algo más: de aquella reforma, Pablo VI fue el autor moral; y ni siquiera podía desautorizarla el inmediato sucesor de facto, quien tuvo un poco más de tacto y respeto por su predecesor, que el actual pontífice que, lamento decirlo, no dejó de humillar, en este punto como en muchos otros, al papa Ratzinger, quien aún estaba vivo en el Vaticano, y quien (ni DD ni TC recuerdan convenientemente) permitió un amplio uso de la Liturgia anterior, pidiendo a los obispos hacer generosa concesión de lo él que concedía con su indulto.
Ratzinger vio este profundo hiato y se propuso, con el tiempo, corregirlo.
Usted y los que pertenecen a su corriente litúrgica quieren normalizar e institucionalizar esta reforma, contra las indicaciones evidentes del Concilio que hasta la fecha no se han cumplido.
Por otra parte Ratzinger, a diferencia de este Papa, estuvo presente en el Concilio.
Estimado Don Benja,
Eliminarme parece singular y extraño que Ud. concluya con el argumento de que quien estuviera presente en el Concilio tenga razón y quien no estuviera, esté equivocado. A menudo, como nos atestigua la historia, entienden mucho mejor el sentido de los acontecimientos aquellos que vienen después de sucedidos.
A mi entender, la reconstrucción que usted hace de los hechos que han llevado, tras la crisis litúrgica advertida hace ya dos siglos, y tras el desarrollo del movimiento litúrgico nacido a comienzos del siglo pasado, a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, es totalmente unilateral. Pues usted olvida que el juicio de Ratzinger estuvo marcado desde su origen por una suerte de sentimiento de culpa (he comentado sus expresiones antes y después de llegar a Papa, en diversos artículos de este blog). Como todos los Padres del Concilio, Ratzinger nunca tuvo libertad para juzgar sus resultados. Y dejó que la afectividad hablara mucho más que la razón.
De ese modo, llegó a escribir Summorum pontificum, que, desde un punto de vista teológico, se basa en un falso sofisma, lo que tiene por consecuencia aporías canónicas, espirituales y pastorales, como creo haberlo demostrado en mis artículos.
Por el contrario, el papa Francisco, que no estuvo presente en el Concilio, vio claramente este límite emotivo del motu proprio SP y supo poner fin a la paradoja de una vigencia paralela del mismo rito romano, en formas que se contradicen entre sí.
No es Francisco quien humilla a Benedicto, sino Benedicto quien ha humillado su razón con un apego visceral al pasado (dicho esto objetivamente, y sin derecho yo a juzgar su estado de conciencia).
Créame, su reconstrucción histórica es completamente infundada, porque no deja suficientemente claro el error sistemático de la lectura ratzingeriana de la reforma litúrgica.
Estimado padre, para mí es una evidencia que la reforma Bugnini va más allá de la Sacrosanctum Concilium, es decir, traiciona la constitución conciliar. No creo, a diferencia de lo que Ud. dice, que lo mío sean inferencias ideológicas y subjetivas, "que niegan la tradición litúrgica" como usted repetidamente afirma. ¿Cuál es la tradición que en mi caso niego? Ya conozco lo suficiente sus tesis, para saber que usted tiene un concepto de tradición que identifica esta última con las elecciones del poder papal. Creo que usted es decididamente antihistórico, en plena sintonía con una Iglesia contemporánea que aspira a reinventarse, que va mucho más allá de renovarse y que sólo puede crear cada vez más graves problemas. Puesto que en un momento dado Pablo VI apoyó la reforma Bugnini, a pesar de sus conocidas y considerables dudas, arrepintiéndose muy rápidamente. Pero usted dice que ésta es la "tradición litúrgica". No me parece tan simple. Cualquiera puede leer SC y, sobre todo si tiene buena memoria del VO, o si puede experimentarlo en una de sus manifestaciones ahora semiclandestinas, puede evaluar cuánto se ha simplificado, modernizado, actualizado con notables aportes en lengua vernácula, y cuánto ha cambiado profundamente.
ResponderEliminarEstimado Mario,
Eliminarme sorprende mucho que, con tu afán por demostrar que después del Concilio sólo quedan algo así como delincuentes o malvivientes o gente destructiva y de mala voluntad, o, en el menor de los casos, gente confundida, como Bugnini y el papa Pablo VI, consigas finalmente decir cosas que a un buen entendedor, pero de simple sentido común, son absurdas o arriesgadas y temerarias, sin siquiera una pizca de pudor, al parecer.
Por otra parte, cometes un despropósito hacia el papa Benedicto XVI, porque lo logras presentar como tu buen maestro, considerándolo el único Papa que para ustedes es "traditio", presentándolo como quien ha inaugurado esta cadena de insultos contra el papa san Paulo VI, que supuestamente habría "traicionado al Concilio".
A decir verdad, si bien el Ratzinger teólogo y obispo, hasta los inicios de los años 80s, había cometido injusticias e imprudencias en su modo de expresarse acerca de la liturgia y de la reforma conciliar, sin embargo, luego, en su oficio de Prefecto de la Fe de Juan Pablo II, y luego como papa Benedicto XVI, se cuidó mucho de expresarse clara y explicitamente de ese modo incorrecto, aunque es cierto que conservara siempre un gran apego por la liturgia preconciliar (y lo demostró con Summorum pontificum).
Verás, lo curioso es que me atribuyes un concepto de "tradición litúrgica" reducido a "poder de los Papas", y esto tan sólo porque sé que hay una liturgia que está más allá de Pío V. Pero el hecho es que esta concepción no es sólo mía, sino de toda la Iglesia Romana, desde los Papas pre y post Concilio Vaticano II, hasta el último de los más sencillos y honestos fieles, pre y post Concilio Vaticano II.
Tú razonas como si sólo hubieran dos Papas en la historia: Pío V y Benedicto XVI. ¿Y termino siendo yo el "antihistórico"? ¿Solo porque conozco también a Juan XXIII (pero no sólo al que habla del latín), también a Pablo VI, también a Juan Pablo II y a Francisco?
Me parece que la teoría que has aprendido de Benedicto te ha puesto rodajas de salame en los ojos. Por otra parte, no hay duda que también el obispo Joseph Ratzinger, desde los años 1970, ha sido quien (sin quererlo, por supuesto) tiene buena cuota de responsabilidad personal en haber dado pie a esta serie de insultos hacia san Paulo VI y la denuncia de la traición conciliar.
Creo que la historia ha venido demostrando que, en los hechos concretos, es razonable creer que han sido mucho más fieles al Concilio, san Paulo VI y el papa Francisco, que toda esa pobre cadena de resentidos o en el mejor de los casos confundidos, que hoy vemos destilar su bilis en blogs y entrevistas por internet, obispos y laicos, que no aceptan la historia, la cultura y la forma que la tradición litúrgica ha asumido en los siglos XX y XXI.
El criterio de juicio sobre la tradición litúrgica no se garantiza como correcto si parte del resentimiento y del prejuicio, digan lo que digan Viganó, Sarah, Burke, De Mattei y una nada extensa coletilla.
Desafortunadamente, parece que tú no puedes entenderlo, y tratar de discutirlo sanamente contigo resulta agotador. Mi reacción natural sería cortar de un tajo y no dar ya espacio a esta clase de discusiones tontas con quienes quieren seguir viviendo en una burbuja, buscando inmunizarse de la realidad. Pero no, este espacio sigue también abierto para tí, aunque si sigues en tu ciega obstinación, no te prometo que mis respuestas vayan más allá de una o dos frases, tan sólo como para saludarte con respeto.
Quiero agradecer a Mario M. su buena disposición y la claridad que ha aportado al tema con sus comentarios. No percibo en absoluto, fr. Filemón, la obstinación que usted le atribuye, sino una argumentación sólida que enriquece esta página web, aunque contradiga algunas ideas que usted ha presentado previamente. Algunas objeciones de Mario eran mías también, aunque seguramente no habría sabido expresarlas de manera tan contundente como él ha hecho.
EliminarEstimado padre, su último comentario ha sido duro e incluso algunas de sus palabras pueden sonar ajenas a un diálogo respetuoso, pero alcanzo a ver su propósito y, haciendo un balance, le agradezco su respuesta. Me ha hecho reflexionar. Y he vuelto a leer los varios artículos que usted escribió sobre el tema, y las discusiones que ha querido mantener generosamente conmigo, lo cual agradezco. Lo cierto es que me encuentro ahora en un estado en que no puedo menos que "esperar a que pase la tormenta" (como le dije en un comentario anterior), y reflexionar sobre todas estas cosas. Agradezco a Atanasio su intención, pero lo cierto es que siento que ahora mis argumentos no han sido nada sólidos o que, al menos, me han nacido dudas sobre lo que venía sosteniendo, de modo que, honestamente, son dudas que me obligan a detenerme y distinguir, como usted dice, juicios de prejuicios. Espero llegar a ver claro en todo esto. Gracias, de todos modos.
EliminarEstimado Atanasio,
Eliminarsi usted comparte ad litteram los comentarios hechos por el señor Mario M., no me queda más que remitirle a Ud. también a mis respectivas respuestas.
En cambio, si usted tiene alguna personal instancia o corrección o crítica que hacer a mis artículos, formule libremente sus observaciones fundamentándolas debidamente, y entonces, con gusto trataré de responderle o solucionar sus dudas o continuar un diálogo que procuraremos serio y dignificante de nuestra inteligencia de las cosas.
Estimado Mario,
Eliminarme alegra que se tome su tiempo para reflexionar sobre su postura, y le felicito por ello.
El hombre se diferencia de los animales por ser animal racional: procuremos, entonces, dignificar nuestra razón.
No es lo mismo el juicio que el prejuicio, no es lo mismo la pasión que la voluntad ordenada por la inteligencia. Es lo que estamos reflexionando en los artículos de ayer y hoy (3 y 4 de octubre), si los ha leído.
Lo que intento decir es que no es lo mismo afirmar cosas al vuelo, porque el aire es gratis, o afirmarlas por prejuicios ideológicos infundados, no es lo mismo, digo, que afirmar algo con los debidos fundamentos.
No consideramos ahora aquellas afirmaciones en la que el Romano Pontífice, como Maestro de la Fe, empeña su carisma petrino, explicando la Palabra de Cristo, oficio en el cual es infalible, como sabemos. En ese ámbito nuestro vínculo es de fe (cualquiera sea su grado).
Consideremos, como estamos considerando en estos artículos sobre liturgia, las decisiones disciplinares o de gobierno, del Papa como Pastor Universal. Pues bien, aquí el Papa puede fallar, por imprudencia o injusticia, o bien puede tomar una decisión libre y legítima, pero sobre la cual no estemos teórica y personalmente de acuerdo, vale decir, podemos tener un cierto disenso teórico, aunque debamos obedecer la decisión del Papa. Esto es lo que pasa, por ejemplo, en la disciplina litúrgica o en la disciplina sacramental. Podemos estar en el plano teórico de acuerdo o no con la decisión tomada por un Papa o por un Concilio con y bajo el Papa (por ejemplo, una Reforma litúrgica), aunque en el plano práctico debemos obedecer.
Ahora bien, el Papa, al tomar una decisión disciplinar, suele (y en cierto sentido debe) aportar sus fundamentos teológicos, canóninos, espirituales y pastorales, según los casos de que se trate. Pues bien, precisamente de esto he venido tratando en mis artículos litúrgicos con mi crítica a Summorum pontificum y mi justificación de Traditionis custodes. Lo mismo ocurre si analizamos la disciplina sacramental, por ejemplo en el debatido caso de la comunión a los divorciados vueltos a casar. Se puede tomar la decisión disciplinar de negarles la comunión eucarística, como lo hizo Juan Pablo II, aportando los fundamentos teológicos y pastorales correspondientos, como los aportó el Santo Pontífice en la exhortación Familiaris consortio (argumentos con sus méritos y sus lados débiles). O bien se puede optar por permitirles, bajo ciertas condiciones, la comunión eucarística, una hipótesis que planteó (a nivel hipotético) el papa Francisco en Amoris laetitia, aportando también los argumentos teológicos y pastorales correspondientes.
Espero haberme explicado: se trata de un diálogo teológico en campo opinable. Pero las afirmaciones en un diálogo serio y digno, sobre los temas que estamos tratando, siempre se deben fundamentar en argumentos bíblicos, patrísticos, magisteriales, y de razón natural. Si esto falta, sólo son afirmaciones al vuelo, surgidas de la ideología y del prejuicio.
Permítame, padre Filemón de la Trinidad, decirle que más que nada, leyendo desde fuera las discusiones técnicas sobre cuestiones litúrgicas, noto un cierto resentimiento mal disimulado en usted al referirse a Benedicto XVI.
ResponderEliminarEsto se puede ver en varios de sus posts. Y me pregunto por qué no intenta utilizar términos menos irónicos o despectivos.
Estimado Arturo,
Eliminarme parece que confunde con resentimiento lo que yo en cambio entiendo desde hace al menos dieciseis años como una crítica, en el ámbito de teología sistemática, acerca de la responsabilidad (parcial y relativa, naturalmente) del benemérito papa Benedicto XVI en las dañosas consecuencias teológicas, canónicas, espirituales y pastorales, producidas a consecuencia de su motu proprio Summorum pontificum, del 2007. Naturalmente, los efectos heréticos y cismáticos de quienes han malinterpretado Summorum pontificum (y otros documentos surgidos de la desaparecida Comisión Ecclesia Dei) son responsabilidad de quienes se han apartado de la doctrina y de la ley de la Iglesia, y no del autor de Summorum pontificum.
Sin embargo, en ese motu proprio, Benedicto aportó débiles argumentos, de carácter afectivo, que produjeron soluciones poco equilibradas y grávidas de problemas teológicos, canónicos, espirituales y pastorales. La cuestión se refiere a graves deficiencias y lagunas en teología sistemática, particularmente la eclesiología.
No debemos olvidar que se trata del aspecto humano de Pedro, Vicario de Cristo. Los errores pueden producirse en la teología de un Papa de poca formación teológico-sistemática como Jorge Bergoglio, y también en grandes y meritorios teólogos, como Joseph Ratzinger.
Más allá de esto, creo que su acusación hacia mí es injusta, y como evidencia valen todos los artículos en los que he resaltado la enseñanza y la acción pastoral del papa Benedicto XVI. No guardo hacia él ningún resentimiento, todo lo contrario, pero mi admiración hacia la obra de Benedicto no me ciega los ojos y no me impide reconocer sus errores, no por supuesto en el campo de su enseñanza doctrinal (ámbito en el que gozó de infalibilidad entre 2005 y 2013, e incluso antes, participando del carisma del papa Juan Pablo II), sino en el ámbito de su pastoral y del gobierno de la Iglesia.