domingo, 17 de septiembre de 2023

Desiderio desideravi: un año después (2/4)

Un importante conjunto de ideas ha ido madurando en los sesenta años anteriores al Concilio Vaticano II y han encontrado un primer desarrollo en los sesenta años posteriores al Concilio. La carta apostólica Desiderio desideravi, al relanzar con fuerza este proyecto originario, reabre el espacio para una reforma litúrgica que sepa ser instrumento para una renovación en la experiencia del misterio pascual y de la vida cristiana, vivida en el símbolo por parte de comunidades antes que por individuos, en la profecía de la relación eclesial y del testimonio mundano. Nadie puede cambiar este "asombro por el misterio pascual" con la nostalgia de un formalismo (exterior e interior) sin futuro. [En la imagen: celebración de la Santa Misa en la Parroquia San Miguel Arcángel, de la Arquidiócesis de Mendoza, en la ciudad de Las Heras, Argentina].

Liturgia, estupor y formación en la relectura de Desiderio desiravi
   
----------Uno de los pasajes centrales de la carta apostólica Desiderio desideravi tiene por intención poner en primer plano el "estupor o asombro por el misterio pascual" ("stupore" es el término que usa la versión en lengua italiana), "asombro" que, como tal, constituye el corazón de la experiencia litúrgica de relación con el misterio pascual. El Papa distingue ese "estupor" del "sentido del misterio". El Santo Padre pretende explicarnos con qué sentimientos o actitudes acercarnos como asamblea celebrante al misterio litúrgico.
----------El Romano Pontífice se detiene largamente para recordarnos el valor del estupor o asombro que debe embargarnos frente a los misterios inefables, sagrados y divinos que nos son mediados y presentados por la Sagrada Liturgia. Sin embargo, como ya he dicho en mis primeros comentarios al texto de Desiderio desideravi, me permito hacer una observación, y es que quizás el Papa usa aquí el término "asombro" (en la versión en español, y "stupore" en la versión en italiano, que son términos intercambiables) en un sentido quizás inapropiado, quizás no adecuado al concepto que él pretende expresar.
----------El término español estupor proviene del latín stupor, que, a decir verdad, no tiene un significado estimulante, porque en realidad significa pasmo o aturdimiento. Tengamos también en cuenta, asimismo, la palabra "estúpido", que viene de estupor y los estupefacientes son las drogas. Acaso sería mejor recuperar categorías bíblicas como las del éxtasis y del rapto (Summa Theologiaee, II-II, q.175, a.1), que son tradicionales en la espiritualidad cristiana. Nos hemos habituado a considerar estos actos del espíritu como extraordinarios y propios de los grandes santos y místicos. Pero no hay motivo para hacerlo. El éxtasis, como explica santo Tomás (Sum. Theol., I-II, q.28, a.3), no es más que el efecto de un amor ferviente e intenso.
----------Me permito una breve nota acerca del término éxtasis. La palabra éxtasis proviene del griego ek-stasis, que significa estar fuera de sí. Ahora bien, este salir de sí, como nota ya santo Tomás de Aquino (en el lugar antes señalado), puede tener un sentido positivo y un sentido negativo. En el primer caso, éxtasis es efecto del amor, que nos proyecta en el amado; en el segundo caso es la razón, que en cierto sentido, abandona al sujeto y sale de él. ¿Qué sucede propiamente, más allá de esta metáfora? Que el sujeto pierda el ejercicio normal de la razón. En tal sentido, los psicólogos hablan de alienación mental.
----------Nosotros en cambio, hablando con propiedad, estamos presos de estupor ante hechos insólitos de la vida cotidiana, por ejemplo, al constatar un acto de descuido realizado por una persona muy diligente, por la exhibición extraordinaria de un atleta que sabemos que es de bajo nivel, por la belleza inesperada de un pasaje que nos había sido descrito como trivial. En suma, las cosas por las cuales sentimos estupor o nos asombran son cosas, al fin de cuentas, al alcance de nuestra profanidad y secularidad.
----------Por tanto, no sé si sea suficiente hablar de estupor o asombro ante la experiencia de los misterios divinos y de las realidades sagradas y trascendentes que nos son transmitidas y representadas por la Sagrada Liturgia. Quizá sería mejor hablar de conmoción, maravilla, admiración.
----------Es verdad que las obras de nuestro Señor Jesucristo, tal como son narradas en los Evangelios, suscitan estupor (Mt 8,27; 9,33; Mc 6,2;7,37; Lc 2,33.48; 24,12,37, etc.); pero se trata de sus milagros o cosas imprevistas o se trata de enseñanzas que aparecen extrañas e inauditas. Representan acercamientos sensibles o iniciales o emocionantes, que no representan todavía lo íntimo de su misterio divino, cuyo contacto y cuyo descubrimiento provoca el éxtasis (Hch 10,1, 11,5; 22,17) o el rapto (2 Cor 12,2-4).
----------Cuando el autor sagrado, como por ejemplo el apóstol san Juan, quiere hablarnos de una verdadera experiencia del misterio, y por tanto de nuestro Señor Jesucristo, habla de éxtasis. Y si la liturgia es experiencia del misterio de Cristo, ¿por qué no deberemos usar esa palabra? Es bueno, por lo tanto, quitar de esa palabra las connotaciones de cosa excepcional y extraordinaria, para proponerla de nuevo como efecto psicológico normal de la experiencia y de la actividad litúrgica.
----------Es cierto que el éxtasis todavía en la actualidad es considerado un fenómeno más bien raro y típico de la experiencia mística de poquísimos privilegiados. Pero precisamente la liturgia es el mejor camino hacia la experiencia mística. En tal sentido, la liturgia es verdaderamente "fons et culmen totius vitae christianae" como dice el Vaticano II. La liturgia, como dice y repite el Papa, nos conduce al encuentro místico con Cristo. Es un contacto mediado ciertamente por los conceptos de fe, pero no deja de ser siempre un encuentro interpersonal y no una simple meditación especulativa sobre el misterio de Cristo.
----------Esto está clarísimo en la mente de quienes han hecho la reforma litúrgica y se lo puede ver en la meticulosidad con la cual han establecido los momentos de silencio en el curso de la celebración, enumerados diligentemente por el papa Francisco. ¿Qué significan estos momentos, sino el dar espacio al éxtasis y a la experiencia mística? Es cierto que la experiencia mística es don divino impredecible y no puede ser decidida por nosotros de antemano. Sin embargo, cuando somos tomados y estamos absortos en la celebración litúrgica, somos transportados por el Espíritu Santo, por lo cual podemos estar ciertos de que, si ponemos nuestro ánimo en esta docilidad al Espíritu, en cada Misa, sacerdotes y fieles, podemos hacer una experiencia mística y entrar en éxtasis. En el éxtasis se pregusta el paraíso del cielo. ¿Y para qué está hecha la Misa, sino para ser una pregustación o anticipo del paraíso del cielo y del banquete mesiánico?
----------El famoso análisis que hace Rudolf Otto [1869-1937] acerca de lo sacro, no está privado de valor, pero sin embargo carece de equilibrio, porque está afectado por la emotividad irracional y atormentada de Lutero. Lo sagrado es ciertamente fascinosum. Esto lo experimentamos en la liturgia. Experimentamos la dulzura, la ternura, la conmovedora bondad y la misericordia de Dios.
----------Por otra parte, la Sagrada Escritura no duda en presentar a Dios también como tremendo, terrible y aterrador: "Aparta de mí tus golpes: ¡me consumo bajo el peso de tu mano!" (Sal 39,11). Sin embargo, Dios se aparece así a los impíos. Parece cruel con los rebeldes. Para el justo Dios no es tremendo, sino temible; no es cruel sino justo. Lutero confunde el temor con el terror y Otto se equivoca al seguir a Lutero.
----------El temor de Dios hace evitar el pecado y es escuela de sabiduría. Por el contrario, el terror de Dios nos arroja a la desesperación y es la antesala de la condenación. La liturgia suscita un temor sacro, un temor que es dictado por el amor, un temor benéfico para el espíritu, un temor que induce a la reverencia, a la obediencia, al obsequio, al homenaje, a la adoración, a la glorificación.
----------Otro sentimiento importante para acercarse dignamente a la liturgia es el de la devoción. Así la define Tomás: "La devoción no parece ser otra cosa que una cierta voluntad de dedicarse a las cosas que conciernen a la familiaridad con Dios" (Sum.Theol., II-II, q.82, a.1). "La devoción es un acto especial de la voluntad de hacer con prontitud aquellas cosas que conciernen al servicio divino" (Ibid.).
----------Por otra parte, el papa Francisco subraya en la Desiderio desideravi la importancia del símbolo en la liturgia y exhorta por ello a aprender el significado de los símbolos presentes en la acción litúrgica. Los símbolos tienen una parte esencial, junto con el conocimiento conceptual, para ayudarnos a comprender y a gustar el misterio divino que se celebra, misterio que, por su trascendencia, no se deja incluir o reducir en nuestra limitada comprensión intelectual, sino que la supera infinitamente.
----------Es en esta perspectiva que debemos comprender la polémica del Papa contra lo abstracto a favor de lo concreto. Él sabe muy bien que el pensar implica la abstracción, pero su blanco polémico es el abstraccionismo gnóstico e idealista, que pretende sustituir el ser por el pensamiento o resolver el ser en el pensamiento. Los símbolos litúrgicos son humildes y simples cosas concretas al alcance de toda inteligencia, las cuales cosas sin embargo, debidamente comprendidas en su significado sagrado y religioso, divinamente revelado, elevan la mente y el corazón muy por encima de la más alta actividad teorética o especulativa del intelecto del más docto y genial de los teólogos. El símbolo en la liturgia tiene su parte al lado del signo.
----------El signo es un hecho natural, empírico o mental que representa o remanda o se refiere a la realidad que él significa. El concepto, por ejemplo, es un signo natural mental de la cosa conceptualizada, representativo de la cosa. El símbolo, en cambio, es un artefacto de la inventiva humana o divina, de carácter convencional.
----------En la Sagrada Liturgia, por ejemplo, el agua es a la vez signo y símbolo de la gracia, donde esta doble función ha sido establecida por Dios mismo. Es símbolo, en cuanto el agua es asumida como algo que representa la purificación espiritual a causa de la analogía con la purificación del cuerpo operada por el agua. Pero al mismo tiempo el agua usada por el sacerdote para bautizar es signo sacramental de la gracia, que produce efectivamente aquella gracia que ese signo significa. El símbolo representa; el signo produce. El símbolo hace conocer, el signo aplica prácticamente el conocimiento.
----------La liturgia involucra al hombre en todas sus facultades, alma y cuerpo, sentidos e intelecto, experiencia y conciencia, afectos y voluntad, memoria y proyectos, palabras y silencio, lectura y canto, persona y sociedad, técnica y poesía, sentimientos y pasiones, movimiento y descanso, vestimenta y lugar, temporalidad y eternidad.
----------En definitiva, más allá de estas observaciones acerca de la utilización que hace el Santo Padre de la categoría estupor o asombro, lo importante es que en el contexto que les da sentido en la carta apostólica Desiderio desideravi, el estupor o el asombro se refiere a la actualización del misterio en el aquí y ahora de la celebración. Para entender este pasaje, que cubre los números 24-26, y que abre la parte dedicada a la formación litúrgica, debemos comenzar 1. con una serie de más precisas aclaraciones terminológicas, para luego 2. detenernos en el modo como se presenta el discurso en Desiderio desideravi, y 3. en el modo como actúa de preludio a la referencia a Guardini y al concepto de "formación litúrgica".
   
Algunas aclaraciones terminológicas
   
----------Como ya hemos dicho, la categoría de "estupor" o "asombro" tiene firmes raíces bíblicas. Ya hemos visto que estupor o asombro es lo que suscita la palabra de Jesús, su acción, sus milagros, su final como nuevo comienzo. En particular, en relación con la Eucaristía, se produce el asombro por las palabras de Jesús acerca del "pan de vida" (Jn 6) y en los dos discípulos de Emaús (Lc 24), donde se mezclan la relación con su muerte y resurrección y con la "traditio" del pan y del cáliz, como relación de fe con su muerte y su vida. Este núcleo que asombra o causa estupor, y que concierne al corazón del misterio pascual y frente al cual el asombro o estupor raya en la incapacidad de comprender y en la gracia de la fe, se injerta en el uso de la referencia "asombrosa" o "estupefaciente" a la Sacratísima Eucaristía.
----------1El asombro o estupor como categoría litúrgica. Como término litúrgico, el asombro es categoría bastante reciente. El uso de la expresión "asombro eucarístico" se remonta a Ecclesia de eucharistia del papa san Juan Pablo II (nn.5-6 y 48). Con esta expresión el texto quiere subrayar la correlación entre don eucarístico y experiencia eclesial, entre la dependencia de la Eucaristía para la Iglesia y la dependencia de la Iglesia para la Eucaristía. En el texto de esta encíclica el término aparece cuatro veces, siempre con este significado, más orientado a la adoración que a la celebración. La dinámica ritual, en el "asombro eucarístico", aparece en Ecclesia de eucharistia como un ámbito problemático, del cual deben ser controlados sus abusos: y será precisamente de Ecclesia de eucharistia que nacerá la instrucción Redemptionis sacramentum, ¡en la cual la intención de evitar abusos eucarísticos llegará a configurar como "abuso" incluso el uso de expresiones como "asamblea celebrante" o "comunidad celebrante"!
----------2. La relación del estupor con el misterio. Completamente nuevo, en el uso que Desiderio desideravi introduce del término "asombro" o "estupor", es el subrayado de la diferencia con la expresión "sentido de misterio". Por tanto, la Carta del papa Francisco corrige la imprudente negación del corazón del Concilio Vaticano II provocada primero con la citada instrucción Redemptionis sacramentum del 2004, y luego, mucho más gravemente, con el motu proprio Summorum pontificum del 2007, que habían llevado a confundir "asombro eucarístico" con "sentido de misterio". Y por tanto a reducir la experiencia de la Eucaristía a una rígida forma exterior paralela a una devoción interior sin relación con el rito. Desiderio desideravi nos dice que esta idea de "sentido del misterio" contradice el camino con el cual el Movimiento litúrgico y el Concilio Vaticano II han redescubierto el significado teológico de la Sagrada Liturgia.
----------3. La herencia escolástica. Hay que añadir, como elemento ulterior o adicional, que una larga tradición teológica académica, alimentada por el lenguaje escolástico, había contribuido anteriormente a concentrar no sólo toda la atención "devota" sobre la consagración, sino a percibir todo el "asombro" o "estupor" sólo en la misteriosa Presencia de la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo bajo las especies del pan y del vino. La progresiva concentración de la mirada eclesial en el detalle de las especies ha comprimido o reducido el asombro sobre un solo punto, desviando la vista y la oración de toda la acción de Cristo y de la Iglesia. Precisamente sobre este punto, me parece, el texto de Desiderio desideravi contiene algunos pasajes muy relevantes, que merecen ser considerados de modo específico.
   
El desarrollo del discurso sobre el "asombro" en Desiderio desideravi
   
----------El texto de Desiderio desideravi llega al discurso sobre el "asombro" después de 23 párrafos, en los cuales rastrea el sentido teológico de la liturgia, recuperando su valor cristológico y eclesiológico y mostrándola como "antídoto contra la mundanidad espiritual". Apreciada sólo en esta experiencia de belleza, la liturgia debe asegurar o garantizar la experiencia del "asombro", que es más profundo que la corrección formal y que la elaboración interior. Asombro o estupor es la irrupción del misterio pascual, como síntesis de encarnación y redención. Por tanto, es necesario salvaguardar el asombro litúrgico de las formas exteriores e interiores que tienden a disolverlo en algo distinto de sí mismo.
----------El texto, en el n.25, se detiene con precisión en la diferencia entre "asombro" y "sentido del misterio". El texto, a propósito de este "sentido del misterio", afirma que: "a veces, entre las supuestas acusaciones contra la reforma litúrgica está la de haberlo -se dice- eliminado de la celebración. El asombro del que hablo no es una especie de desorientación ante una realidad oscura o un rito enigmático, sino que es, por el contrario, admiración ante el hecho de que el plan salvífico de Dios nos haya sido revelado en la Pascua de Jesús".
----------En este pasaje de Desiderio desideravi queda claro que el asombro no es un mero no conocimiento o secreto, sino un descubrimiento de la admirable continuidad entre Cuerpo de Cristo y Cuerpo de la Iglesia. Por tanto, diríamos que el "asombro" no es don individual, experiencia subjetiva, sino una forma comunitaria. Lo cual supone una experiencia común en la cual nos reconocemos como "cuerpo de Cristo", como comunidad eclesial y no simplemente como individuos frente al lado incomprensible de un rito secreto. Esto es tan verdadero, que se puede revertir el juicio expresado con ligereza hacia la Reforma litúrgica: "Si la reforma hubiera eliminado ese 'sentido del misterio', más que una acusación sería un mérito" (n.25).
----------Por consiguiente esto implica, como conclusión del razonamiento anterior, un pasaje muy importante, a saber, el pasaje que existe entre "asombro" y "símbolo". He aquí el breve párrafo n.26, que se condensa en tres líneas, que cobran importancia para lo que va a seguir: "El asombro es parte esencial de la acción litúrgica porque es la actitud de quien sabe que está ante la peculiaridad de los gestos simbólicos; es la maravilla de quien experimenta la fuerza del símbolo, que no consiste en referirse a un concepto abstracto, sino en contener y expresar, en su concreción, lo que significa" (n.26).
----------Con esta expresión se completa la distinción entre el "asombro" y el vago "sentido del misterio". El asombro o estupor es simbólico porque forma parte del mismo acto litúrgico. No está frente o delante del acto, sino que está dentro de la acción litúrgica. Por eso, una vez alcanzada esta comprensión simbólica de la acción ritual, el texto debe necesariamente exponer toda la parte larga, en la cual la "formación litúrgica" obtendrá la máxima atención. Sin embargo, para entrar en este campo, Desiderio desideravi vuelve a lo que no es exagerado considerar como el texto institucional del tema formación litúrgica, es decir, el precioso librito que Romano Guardini publicó en 1923, que lleva por título la expresión "Liturgiche Bildung".
   
La referencia a Guardini, maestro del "asombro" simbólico
   
----------Está claro que para cerrar el círculo de la argumentación, la carta apostólica Desiderio desideravi debe volver a los orígenes de la cuestión litúrgica, tal como fue formulada por Romano Guardini en las primeras décadas del siglo XX. Y por ello dedica, de un modo que no tiene precedentes, cinco citaciones importantes a dos textos fundamentales, que se sitúan al inicio y al final de la carrera de Guardini. "Formación litúrgica", de 1923, y la famosa carta al Obispo de Maguncia, de 1964. A la distancia de cuarenta años después, Guardini subraya algunos aspectos decisivos para la recuperación de la experiencia litúrgica:
----------a) La liturgia debe solicitar la integral experiencia del hombre, en su unidad de interioridad y exterioridad.
----------b) Sin esta "formación litúrgica", que no es sólo formación para el acto litúrgico, sino también formación por parte de la acción ritual, de poco servirán las reformas de los textos y de los gestos.
----------c) Se trata de la capacidad simbólica la que debe ser recuperada como el centro de la acción ritual y eclesial. Para esto el cristiano requiere una específica formación litúrgica.
----------d) El arte del celebrar, ars celebrandi, es indudablemente una disciplina integral, no puede reducirse ni a formalismos exteriores, ni a inmediateces siempre nuevas.
----------El conjunto de todas estas ideas han ido madurando en los sesenta años anteriores al Concilio Vaticano II y han encontrado un primer desarrollo en los sesenta años posteriores al Concilio. Al relanzar con fuerza este proyecto originario, la carta apostólica Desiderio desideravi reabre el espacio para una reforma litúrgica que sepa ser instrumento para lo otro: es decir, para una renovación en la experiencia del misterio pascual y de la vida cristiana, vivida en el símbolo por parte de comunidades antes que por individuos, en la profecía de la relación eclesial y del testimonio mundano. Nadie puede cambiar este "asombro por el misterio pascual" con la nostalgia de un formalismo (tanto exterior como interior) sin futuro.

4 comentarios:

  1. Está bien, padre Filemón, entendiendo que Ud. debe señalarnos lo hermoso que es el texto de Desiderio desideravi. ¡Asombroso estupor y asombro! Pero aquí, a fuerza de tenernos que asombrar, en nuestras liturgias parroquiales, y ya desde hace años, si no décadas, hemos terminado por asombrarnos de lo banal.
    ¡Abrirán los ojos demasiado tarde en Casa Santa Marta!
    Con mis mejores y habituales deseos.

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    1. Estimado Rubén,
      para valorizar su propio comentario, intente entonces demostrar que el texto de Desiderio desideravi es malo, mostrándome a mí y a los demás lectores, los errores del Papa, claro que sin recurrir a los prejuicios habituales, sino basándose en el texto. ¡Ánimo, usted puede ser capaz de hacerlo!

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  2. Estimado padre Filemón,
    La sensación de alivio que se sintió en la Iglesia hace dos años con la publicación de Traditionis custodes, un año atrás se vió reforzada con Desiderio desideravi. Admiro la valentía del Papa Francisco. Pero también la luz de claridad que ofrecen sus documentos sobre liturgia.
    Uno de los puntos que inmediatamente me llamó la atención al leer DD fue precisamente eliminar la confusión en torno al "sentido de misterio". Las comunidades parroquiales pueden de hecho encontrar en la Liturgia toda la estructura para una completa catequesis. Mi párroco ha sugerido que cualquiera que desee leer y comentar sobre DD se reúna en la parroquia y lo haga, en las reuniones que semanalmente se realizan. Agradezco al Papa Francisco que ha producido este impulso y renovación litúrgica. Se trata de un modo importante para salvar a quienes están desorientados en esta sociedad y buscan alimentación y educación sólida en sus parroquias.
    Sergio Villaflores (Valencia, España).

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    1. Estimado Sergio,
      como es frecuente, recibo sus comentarios con mucha complacencia. Me alegro de su consenso.
      Ciertamente, tanto Traditionis custodes como Desiderio desideravi, suponen un reencauzamiento correcto de la Reforma litúrgica, según los principios fundamentales señalados por el Concilio Vaticano II, de los cuales el actual Papa ha querido convertirse en una suerte de "profeta", ante las desviaciones y olvidos pastorales de las últimas décadas. En este aspecto, la obra de Francisco es providencial.
      Efectivamente, es una buena decisión la iniciativa de su párroco: profundizar en las enseñanzas de Desiderio desideravi es un buen paso inicial para formar en el ars celebrandi.
      Un punto importante, que ya he mencionado en otras ocasiones, pero que aquí repito: el rito romano de la época tridentina logró formar (a su manera, con sus limitaciones, defectos y lagunas) en el ars celebrandi pese a la ininteligibilidad de una lengua muerta como el latín, precisamente porque supo revalorizar y hasta crear una serie de lenguajes no-verbales apropiados a esa época. Es precisamente la tarea artesanal que hoy nos corresponde llevar a cabo.

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