Para finalizar esta serie de notas, y tras habernos ocupado de algunas cuestiones particulares de la carta apostólica Desiderio desideravi, ahora analizaremos este texto del Romano Pontífice por completo y siguiendo su mismo orden y articulación, de un modo más sistemático. [En la imagen: Santa Misa concelebrada por los Frailes de la Orden de Predicadores, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario (cuya imagen data de 1590), junto al Convento de Santo Domingo, en la Arquidiócesis de Mendoza, ciudad de Mendoza, Argentina].
Análisis y comentario general a la carta apostólica Desiderio desideravi
----------La carta apostólica Desiderio desiravi, firmada por el papa Francisco el día 29 de junio de 2022, es un documento que tiene por propósito tratar, tal como dice su subtítulo, "sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios". Sin embargo, en el primer párrafo de la Carta viene más aclarado el objetivo que el Romano Pontífice se propone con esta publicación: "Quiero ofrecer simplemente algunos elementos de reflexión para contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana" (n.1).
----------No se trata, por lo tanto, de una nueva Instrucción para la implementación de la Reforma conciliar o de un Directorio con normas específicas sobre la formación litúrgica, sino de una meditación espiritual o de una catequesis para comprender la belleza de la celebración litúrgica y su rol en la vida cristiana y en el anuncio del Evangelio. Por otra parte, la Carta se sitúa explícitamente "después de haber escrito a los obispos tras la publicación del Motu Proprio Traditionis custodes" sobre el uso de la liturgia romana con los libros anteriores a la reforma de 1970, motu proprio cuyas decisiones el Papa confirma y profundiza.
----------Los 65 párrafos del documento se subdividen en 8 secciones, además de una breve introducción (n.1) y una larga conclusión (nn.61-65). En las primeras seis secciones predomina la dimensión doctrinal y espiritual de la liturgia (nn.2-26); en las dos últimas secciones, que son más largas, dedicadas a la formación litúrgica y al ars celebrandi, predomina la dimensión práctica o pastoral de la liturgia (nn.27-60). En cualquier caso, sin embargo, doctrina, espiritualidad y práctica, están entrelazadas a lo largo de todo el documento. En la presentación y comentario de la Carta apostólica seguiré el esquema que acabo de proponer, dividido en dos grandes partes, subrayando lo que me parece más importante y comentando algunos puntos que así lo requieran.
La naturaleza de la liturgia vista en el contexto de la historia de la salvación
----------En el discurso del Papa en esta primera parte del documento, se percibe un itinerario que va de Cristo a la Iglesia, para llegar finalmente a la comprensión de la liturgia. Es el mismo método que utiliza la constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II (cf. Sacrosanctum Concilium, nn.5-7). La pregunta clave de esta primera parte podría ser: ¿qué es la liturgia en el contexto de la historia de la salvación?
----------Como primera respuesta, me gustaría definirla diciendo que la liturgia o, si queremos, el año litúrgico, es el Evangelio celebrado. El Evangelio es la "buena noticia" del cumplimiento de las promesas hechas por Dios a Abraham, Isaac y Jacob. Estas promesas encuentran cumplimiento en el Hijo de Dios encarnado, hecho hombre, muerto y resucitado, es decir, en el misterio pascual de Cristo. Y aquí podemos conectarnos con Desiderio desideravi, cuando dice: "Si no hubiéramos tenido la última Cena, es decir, la anticipación ritual de su muerte [la de Jesús], no habríamos podido comprender cómo la ejecución de su sentencia de muerte pudiera ser el acto de culto perfecto y agradable al Padre, el único y verdadero acto de culto" (n.7).
----------En otras palabras: nuestro Señor Jesucristo parte el pan para darnos una clave de lectura para entender lo que habría de suceder luego en la cruz. Cuando Jesús dice: "Esto es mi cuerpo entregado por vosotros", "Esta es mi sangre derramada por vosotros", podemos comprender el significado de su muerte. En esta muerte, acto de perfecta obediencia al Padre y de supremo amor por nosotros, "Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados" (Sacrosanctum concilium, n.7).
----------Esta última e irrepetible Cena está presente en la celebración de la Eucaristía hasta el retorno del Señor al final de los tiempos (cf. n.4). Estamos todos invitados a esta Cena. Pero no todos han recibido todavía la invitación y otros la han olvidado o la han perdido en los tortuosos senderos de la vida (cf. n.5). La Eucaristía, por lo tanto, tiene también una dimensión evangelizadora. "Por eso, la Iglesia siempre ha custodiado, como su tesoro más precioso, el mandato del Señor: haced esto en memoria mía" (n.8).
----------El misterio de la Encarnación nos permite hacernos preguntas como por ejemplo: ¿quién sabe cómo era Jesús? El tono de su voz, su mirada, cómo sonreía, cómo lloraba, cómo hablaba cuando gritaba, cómo hablaba cuando susurraba, cómo se movía, cómo caminaba, cómo se acercaba a los enfermos y los tocaba para curarlos... A este propósito, la Carta cita las palabras de san León Magno, cuando dice: "aquello que era visible de Jesús, lo que se podía ver con los ojos y tocar con las manos, sus palabras y sus gestos, lo concreto del Verbo encarnado, ha pasado a la celebración de los sacramentos" (n.9). Estas palabras nos ayudan a comprender la profundidad de lo que llamamos la presencia sacramental del Señor.
----------En la celebración litúrgica encontramos al Señor Jesús y somos alcanzados por la fuerza de su Pascua (cf. n.11). "La fe cristiana, o es un encuentro vivo con Él, o no es" (n.10). "El poder salvífico del sacrificio de Jesús, de cada una de sus palabras, de cada uno de sus gestos, mirada, sentimiento, nos alcanza en la celebración de los Sacramentos" (n.11). En la celebración litúrgica está el poder de Cristo que continúa llegando hasta nosotros para sanarnos. Nuestro primer encuentro con la Pascua del Señor es el bautismo: "en perfecta continuidad con la Encarnación, se nos da la posibilidad, en virtud de la presencia y la acción del Espíritu, de morir y resucitar en Cristo" (n.12). La Encarnación no es sólo un acontecimiento, es también un método.
----------La breve referencia a la Iglesia comienza con una cita de la constitución Sacrosanctum Concilium, n.5, que, a su vez, cita palabras de san Agustín de Hipona: "del costado de Cristo dormido en la cruz brotó el admirable sacramento de toda la Iglesia" (n.14). "El sujeto que actúa en la Liturgia es siempre y solo Cristo-Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo" (n.15).
----------Y pasemos ahora al significado teológico de la liturgia (nn.16-26). Podemos dividir esta parte en tres temas principales: la belleza de la verdad de la celebración cristiana; los peligros que pueden desfigurarla; y el asombro o estupor ante el misterio. El Papa recuerda una vez más que con esta Carta quiere "invitar a toda la Iglesia a redescubrir, custodiar y vivir la verdad y la fuerza de la celebración cristiana" (n.16). La verdad de la belleza de la celebración cristiana se refiere sobre todo a su significado teológico, tal como se describe en el n.7 de la constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II, que la carta Desiderio desideravi comenta con estas palabras: "la Liturgia es el sacerdocio de Cristo revelado y entregado a nosotros en su Pascua, presente y activo hoy a través de los signos sensibles [...] para que el Espíritu, sumergiéndonos en el misterio pascual, transforme toda nuestra vida, conformándonos cada vez más con Cristo" (n.21).
----------Ésta es la verdad de la celebración cristiana. ¿Cuáles son los peligros que pueden desfigurarla? En primer lugar, "una comprensión superficial y reductiva de su valor o, peor aún, por su instrumentalización al servicio de alguna visión ideológica, sea cual sea" (n.16). En segundo lugar, el Papa cita dos tentaciones de las cuales él ha hablado en varias ocasiones: el gnosticismo, que reduce la fe cristiana a un subjetivismo que encierra al individuo en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos; y el neo-pelagianismo, que anula el valor de la gracia para confiar sólo en las propias fuerzas (n.17).
----------La liturgia puede ser desfigurada si cae en estas tentaciones, pero, bien entendida, ella es en sí misma un antídoto eficaz contra tales tentaciones. Contra el subjetivismo del gnosticismo, la celebración litúrgica, que no pertenece al individuo sino a Cristo-Iglesia, nos libera de la prisión de la auto-referencialidad (n.19). Contra el neo-pelagianismo, que presupone una salvación conquistada con las propias fuerzas, la celebración litúrgica nos purifica proclamando la gratuidad del don de la salvación aceptado en la fe (n.20).
----------Finalmente, otro peligro que puede desfigurar la liturgia es "la búsqueda de un esteticismo ritual, que se complace sólo en el cuidado de la formalidad exterior de un rito, o se satisface con una escrupulosa observancia de las rúbricas" (n.22). Naturalmente, las rúbricas deben ser observadas "para no robar a la asamblea lo que le corresponde, es decir, el misterio pascual celebrado en el modo ritual que la Iglesia establece" (n.23). Las palabras y los gestos de la liturgia nos vienen dados por la Iglesia, no son nuestros.
----------Por último, esta primera parte, según la división que hemos propuesto, se concluye con la invitación a "asombrarse", vale decir, a "dejarse maravillar" ante el misterio pascual celebrado. Este asombro o estupor, como ya lo hemos explicado, no se refiere a la vaga expresión "sentido del misterio", citada por algunos, contra la reforma litúrgica que lo habría eliminado. El asombro o estupor del que habla el Papa no es una especie de desorientación o desconcierto ante una realidad oscura o un rito enigmático, sino que es precisamente todo lo contrario: es la admiración por el hecho de que el plan salvífico de Dios nos fue revelado en la Pascua de Jesús, cuya eficacia sigue llegando hasta nosotros en la celebración de los sacramentos.
----------Podemos, por tanto, afirmar que la liturgia es para nosotros el hoy de la historia de la salvación. Si la reforma hubiera eliminado ese "sentido del misterio", en lugar de una acusación, habría sido un mérito. Cuando el asombro o estupor es verdadero, no hay riesgo de que no se perciba la alteridad de la presencia de Dios. La belleza, como la verdad, genera asombro, estupor, y nos empuja más allá del sentido físico de las cosas, más allá de la estética y, remitiéndonos al misterio de Dios, conduce a la adoración (n.25). Es atribuída a Platón la afirmación, retomada posteriormente por la Escolástica: "pulchritudo est splendor veritatis", la belleza es el esplendor de la verdad. Es en este contexto que debemos comprender la belleza de la liturgia.
La necesidad de la formación litúrgica y el arte de la celebración
----------En esta segunda parte del documento se encuentran dos grandes apartados: la necesidad de una seria y vital formación litúrgica (nn.27-47) y el ars celebrandi (nn.48-60).
----------1. La formación litúrgica. Al inicio de la primera sección, dedicada a la formación, el Papa se pregunta: ¿cómo recuperar la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica? (n.27). Y más adelante en el n.31, citando la Sacrosanctum Concilium n.10, afirma: "si la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza, comprendemos bien lo que está en juego en la cuestión litúrgica". Y aquí vale la pena citar la siguiente parte de este número del documento:
----------"Sería banal leer las tensiones, desgraciadamente presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual. La problemática es, ante todo, una problemática eclesiológica. No veo cómo se puede decir que se reconozca la validez del Concilio -aunque me sorprende un poco que un católico pueda presumir de no hacerlo- y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la constitución Sacrosanctum Concilium, que expresa la realidad de la Liturgia en íntima conexión con la visión de la Iglesia descrita admirablemente por la Lumen Gentium. Por ello -como expliqué en la carta enviada a todos los Obispos- me sentí en el deber de considerar a 'los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano' (motu proprio Traditionis custodes, art.1)".
----------Se trata, por tanto, de un problema eclesiológico. Nos podemos preguntar: ¿qué visión de la Iglesia tiene el Vaticano II? En pocas, escasas y esenciales palabras, podemos afirmar que la Iglesia es misterio de comunión. En este contexto, la celebración litúrgica es un acto comunitario y, al mismo tiempo, personal, que requiere la participación libre y responsable de los bautizados en la acción cultual.
----------Por consiguientye, la no aceptación de la reforma, así como una comprensión superficial de la misma, no favorece la búsqueda de las respuestas adecuadas a la pregunta: ¿cómo crecer en la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica? Tenemos entonces necesidad de una formación litúrgica seria y vital. Desiderio desideravi distingue y analiza dos aspectos estrechamente conectados de esta formación: "la formación para la Liturgia y la formación desde la Liturgia" (n.34).
----------Pues bien, en primer lugar, la formación para la liturgia debe ante todo superar el ámbito académico, floreciente desde hace mucho tiempo, y encontrar formas accesibles a todos los fieles, a fin de que adquieran la capacidad de comprender los textos de las oraciones, el dinamismo ritual y su valor antropológico (n.35). Pero el conocimiento que viene del estudio es sólo el primer paso para poder entrar en el misterio celebrado. Los ministros que presiden las asambleas litúrgicas tienen una particular responsabilidad en esta tarea formativa, que podrán desarrollar adecuadamente si los ministros mismos vivieran la celebración como experiencia de fe y conformaran su vida al misterio que celebran (n.36).
----------Luego, y en este contexto, el Papa subraya la importancia de la formación litúrgica en los seminarios. Además del estudio, los seminaristas deberían tener la oportunidad de xperimentar celebraciones ejemplares también desde un punto de vista ritual, que les permitan a ellos vivir la verdadera comunión con Dios: "Esta experiencia es fundamental para que, una vez sean ministros ordenados, puedan acompañar a las comunidades en el mismo camino de conocimiento del misterio de Dios" (n.39).
----------Y ahora nos referimos al segundo aspecto, a la formación litúrgica desde la liturgia misma o a través de la liturgia, que es la que más espacio ocupa en la carta apostólica Desiderio desideravi. El conocimiento del misterio de Cristo no consiste en la asimilación mental de una idea, sino en un real compromiso o involucramiento existencial con una persona, Cristo (n.41). Esta implicación existencial se produce -en continuidad y coherencia con el método de la Encarnación- a través de la vía sacramental. La liturgia está hecha de cosas, no de abstracciones espirituales: pan, vino, óleo, agua, sonidos, luces, olores, gestos, silencios, etc. Podemos decir que es todo lo creado lo que viene asumido para ser puesto al servicio del encuentro con el Verbo encarnado, crucificado, muerto, resucitado, y ascendido al Padre (nn.42-43).
----------La Reforma litúrgica ha sido necesaria, pero no es suficiente. Es necesario implementar, poner en acto, una formación que eduque para celebrar. En este contexto, se recuerda que Romano Guardini afirmaba que la primera tarea de la formación litúrgica es que el hombre vuelva a ser capaz de símbolos, capaz de leer los símbolos, algo en lo cual el hombre moderno es analfabeto. Es un empeño que concierne a todos, ministros ordenados y fieles. La tarea no es fácil porque el hombre moderno no sólo ya no sabe leer los símbolos, sino que casi ni siquiera sospecha de la existencia de símbolos.
----------Esto también sucede con nuestro propio cuerpo, que es el primero en estar involucrado en la acción simbólica. El cuerpo es símbolo porque precisamente es visibilidad del alma espiritual en el orden de lo corpóreo. Nuestra apertura a lo trascendente, a Dios, es constitutiva: no reconocerla nos conduce inevitablemente a un desconocimiento no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos. Basta ver el modo paradójico con el cual es tratado hoy el cuerpo, ora cuidado de forma casi obsesiva persiguiendo el mito de una eterna juventud, ora reducido a una materialidad a la cual se le niega toda dignidad.
----------El hecho es que no podemos dar valor al cuerpo partiendo sólo desde el cuerpo. Todo símbolo es al mismo tiempo poderoso y frágil: si no viene respetado, si no viene tratado como lo que es, se rompe, pierde fuerza, se vuelve insignificante. No tenemos la mirada de un san Francisco de Asís, quien miraba al sol y lo llamaba "hermano". Se trata de recuperar la capacidad de realizar y comprender los símbolos de la liturgia. El haber perdido la capacidad de comprender el valor simbólico del cuerpo y de cada creatura hace que el lenguaje simbólico de la liturgia sea casi inaccesible para el hombre moderno.
----------Sin embargo, no se trata de renunciar a tal lenguaje: no es posible renunciar a él porque es el que la Santísima Trinidad ha elegido para llegar a nosotros en la carne del Verbo (n.44). La lectura simbólica no es una cuestión de conocimiento mental, sino una experiencia vital (n.45). Si las cosas creadas son parte indispensable de la acción sacramental, debemos situarnos ante ellas con una mirada nueva, no superficial, respetuosa y agradecida (n.46). La liturgia educa para una sana visión ecológica del mundo.
----------Llegados a este punto, quisiera comentar la grave afirmación de Romano Guardini que acabo de citar, según la cual el hombre moderno es "analfabeto" en la lectura de los símbolos. Un filósofo de origen coreano Byung-Chul Han, profesor en una universidad de Berlín, recientemente ha escrito un pequeño libro traducido a varios idiomas, cuyo título en español es La desaparición de los rituales (editorial Herder 2020). Los ritos, dice el autor, son "acciones simbólicas, que transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada a una comunidad. El mundo actual sufre una fuerte escasez de lo simbólico. Y en el vacío simbólico se pierden aquellas imágenes y metáforas generadoras de significado que dan estabilidad a la vida. Son las formas rituales las que, al igual que la cortesía, hacen posible no sólo una hermosa relación interpersonal, sino también una bella y delicada relación con las cosas".
----------Pues bien, el papa Francisco piensa que en la educación para adquirir esta sintonía con los símbolos de la liturgia, los padres, los abuelos, así como los párrocos y los catequistas pueden tener un rol importante en la formación de los menores a su cargo. Muchos de nosotros hemos aprendido de ellos la fuerza de los gestos litúrgicos, como la señal de la cruz, el arrodillarse, o las fórmulas de nuestra fe (n.47).
----------2. El arte de celebrar: ars celebrandi. Se trata, el ars celebrandi, de una manera de salvaguardar y crecer en la comprensión de los símbolos de la liturgia. Siempre nos movemos en el sector de lo simbólico. Y siempre presuponemos lo que hemos dicho sobre la naturaleza teológica de la liturgia. De hecho, el ars celebrandi "no puede reducirse a la mera observancia de un aparato de rúbricas, ni tampoco puede pensarse en una fantasiosa -a veces salvaje- creatividad sin reglas" (n.48).
----------Ahora bien, como todo arte, el ars celebrandi requiere algunos conocimientos: la comprensión del dinamismo descrito por la liturgia (memorial, presencia del misterio, para vivirlo en la vida); la armonía con la acción del Espíritu; el conocimiento de las dinámicas del lenguaje simbólico (n.49). Sin olvidar todos los conocimientos técnicos, que siempre pueden ser útiles, como, por ejemplo, las técnicas de comunicación persuasiva, es necesario sobre todo respetar la naturaleza de la liturgia y la acción del Espíritu en ella. Según Romano Guardini, citado varias veces por el Papa, el arte de celebrar es una "disciplina, la renuncia a un sentimentalismo blando; un trabajo serio, realizado en obediencia a la Iglesia, en relación con nuestro ser y nuestro comportamiento religioso. Así es como se aprende el arte de la celebración" (n.50).
----------El ars celebrandi no concierne sólo a los ministros ordenados que presiden la celebración. Es una realidad a la cual todos los bautizados están llamados. La liturgia nos ofrece gestos y palabras que ponen orden en nuestro mundo interior, haciéndonos experimentar sentimientos, emociones, actitudes y comportamientos. La celebración litúrgica es una acción que involucra al cuerpo en su totalidad (n.51). El Papa recuerda que entre estos gestos rituales que pertenecen a toda la asamblea, el silencio ocupa un lugar muy importante. No es un refugio para esconderse en un íntimo aislamiento, como si la ritualidad fuera una distracción. El silencio litúrgico es el símbolo de la presencia y de la acción del Espíritu Santo, que anima toda acción celebrativa. El silencio nos ayuda a interiorizar el misterio celebrado (n.52). Cada gesto y cada palabra de la celebración expresada con "arte" forma la personalidad cristiana del individuo y de la comunidad (n.53).
----------A este respecto, me complace citar al filósofo francés Paul Ricoeur, quien, hablando de una particular experiencia litúrgica en la cual había participado, afirmaba: "me arranca de mi subjetividad y me ofrece no mis palabras ni mis gestos, sino aquellos de la comunidad"; y continúa: "soy feliz con esta objetivación de mis sentimientos: cuando entro en la expresión cultual [...] entro en la forma que me forma"; y concluye: "sí, gracias a la liturgia estoy fundamentalmente liberado de la preocupación por mí mismo" (cf. La lógica de Jesús). Esta experiencia es posible si la mente concuerda con la voz, si nos dejamos guiar por el rito, las palabras y los gestos, no por nuestras fantasías (cf. Sacrosanctum Concilium, n.90).
----------Es en este momento en que la carta apostólica Desiderio desideravi se concentra en la responsabilidad específica que tienen los ministros ordenados en la implementación del ars celebrandi. Muchas veces, el modo en que la comunidad de fieles vive la celebración litúrgica está condicionado -para bien, y lamentablemente también para mal- por la forma en que los párrocos presiden la celebración: con "rigidez austera o creatividad exagerada; misticismo espiritualizador o funcionalismo práctico; prisa precipitada o lentitud acentuada; descuido desaliñado o refinamiento excesivo; afabilidad sobreabundante o impasibilidad hierática". La insuficiencia de estos y de otros modelos tiene una raíz común: "un exagerado personalismo en el estilo celebrativo que, en ocasiones, expresa una mal disimulada manía de protagonismo" (n.54).
----------Como dice el Concilio Vaticano II, "la liturgia es acción sagrada por excelencia" (Sacrosanctum Concilium, n.7). Si la liturgia es "actio", hace aquello que dice, no dice aquello que hace: por tanto, avanza las intervenciones explicativas. Los intentos de algunos, entonces, de transformar los ritos de la liturgia en ritos "extravagantes" no funcionan: celebrar con vestimentas barrocas en latín o con nariz de payaso y música pop. Se trata de iniciativas rituales opuestas, pero con la misma matriz: la ilusión de que el problema sean "esos" ritos propuestos por el libro litúrgico. La solución cambia según los gustos personales: algunos prefieren las "fugas retro", hacia atrás, y otros los "desfogues de cabaret", pero son sólo dos caras de una misma moneda.
----------En los recientes años de la pandemia del Covid-19 se escribió: "muchos sacerdotes han descubierto la celebración [de la Eucaristía] sin la presencia del pueblo. De este modo, han experimentado que la liturgia es ante todo y sobre todo culto a la majestad divina". [...] Al celebrar solos ya no tenían al pueblo cristiano ante sus ojos, y así pudieron tomar conciencia de que la celebración de la Misa está siempre dirigida a Dios Trinidad". Fueron palabras del cardenal Robert Sarah en un artículo del 8 de mayo de 2020. Esta exaltación de la celebración eucarística sin la presencia del pueblo parece maravillosa.
----------Sin embargo, una observación que se debe hacer al cardenal Sarah: el Catecismo de la Iglesia Católica (n.1329), entre los nombres dados a la Eucaristía, cita el de "Asamblea Eucarística [synaxis], ya que la Eucaristía se celebra en la asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia". El servicio de los ministros no debe entenderse separadamente ni por encima del de toda la asamblea, sino que debe entenderse en una visión unitaria y global: en la Iglesia reunida que celebra, cada uno interviene según roles diferentes (1 Cor 12,4-11, 28-30; Rom 12,6-8). Por tanto, el sacerdote que tiene que celebrar solo para comprender el sentido de la misa probablemente, es que antes no ha comprendido el significado de su sacerdocio que es "ministerial". El ministerio ordenado, en la comunidad y ante la comunidad, no existe como una estructura paralela a la ministerialidad de algunos y a la participación de todos. Es justo, incluso necesario, distinguir las respectivas competencias, pero al mismo tiempo hay que subrayar la unidad de la acción ritual.
----------A este respecto, el Papa dice: "El presbítero vive su participación propia durante la celebración en virtud del don recibido en el sacramento del Orden: esta tipología se expresa precisamente en la presidencia" (n.56). Para que este servicio sea bien hecho -con arte- es de fundamental importancia que el sacerdote sea cuidadosamente consciente de ser una presencia particular del Resucitado (cf. Sacrosanctum Concilium, n.7). El Resucitado es el protagonista y no nuestra inmadurez. Y el Papa añade aquí una bella afirmación: "Presidir la Eucaristía es sumergirse en el horno del amor de Dios. Cuando se comprende o, incluso, se intuye esta realidad, ciertamente ya no necesitamos un directorio que nos dicte el adecuado comportamiento" (n.57).
----------Y ya llegando al final del documento, el Romano Pontífice afirma: "Convertidos en instrumentos para que arda en la tierra el fuego de su amor, custodiados en las entrañas de María, Virgen hecha Iglesia (como cantaba san Francisco), los presbíteros se dejan modelar por el Espíritu que quiere llevar a término la obra que comenzó en su ordenación" (n.59). El sacerdote que preside: no se sienta en un trono; no roba la centralidad del altar, signo de Cristo; no puede jactarse del ministerio que le ha sido confiado; "no puede hablar al Padre de la última cena sin participar en ella. No puede decir: 'Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros', y no vivir el mismo deseo de ofrecer su propio cuerpo, su propia vida por el pueblo a él confiado. Esto es lo que ocurre en el ejercicio de su ministerio" (n.60). Estas del Papa, son palabras fuertes y claras, que nos interpelan y nos hacen comprender que la liturgia bien celebrada es la fuente primaria de la espiritualidad sacerdotal, como lo es de todos los bautizados.
Conclusión
----------En conclusión, podemos decir que el Papa sitúa de alguna manera lo dicho en el texto de la carta apostólica Desiderio desideravi, en el contexto del año litúrgico y de la celebración dominical: "Os invito a redescubrir el sentido del año litúrgico y del día del Señor" (n.63). Y cierra el documento invitándonos también a abandonar las polémicas y mantener la comunión eclesial.
----------Como hemos visto, esta Carta no es un tratado teológico, jurídico o disciplinario, lleno de normas y rúbricas, ni tampoco es un tratado sobre los abusos litúrgicos. Se trata, más bien, de un documento fresco, de tono pastoral y espiritual, incluso meditativo, una síntesis verdadera y adecuada de lo que es la liturgia en la vida de la Iglesia y de cada uno de nosotros. Con este documento estamos invitados a recuperar el gusto de celebrar juntos, dejándonos transformar por el Espíritu Santo que obra en la liturgia. De tal modo seremos capaces de elevar con la voz de Cristo la alabanza, la súplica y la acción de gracias al Padre.
Más allá de Desiderio desideravi y de Traditionis custodes, las celebraciones del vetus ordo continúan y continuarán en todo el mundo con absoluta tranquilidad... El año pasado, un tercio de todas las ordenaciones en Francia provinieron de Institutos fieles a la Tradición.
ResponderEliminarNuestros seminarios, nuestros monasterios, nuestras iglesias están repletos de vocaciones, de fieles, de jóvenes... y los obispos lo saben muy bien.
La realidad es esta... y las ideologías no pueden cambiarla... la fertilidad siempre vence a la esterilidad.
Gracias a la fuerza de los números, gracias a la realidad de los hechos, gracias al favor de la Providencia aún hoy, también mañana, siempre... INTROIBO EN ALTARE DEI...
Si la vitalidad de la Santa Tradición es sólo una moda... desaparecerá por sí sola...
Si la vitalidad de la Santa Tradición viene de Dios... no podréis apagarla...
No dejen que les suceda... hermanos... combatir contra Dios... enseñaba sabiamente un tal Gamaliel.
Estimado Felipe,
Eliminarsus acomodadas lecturas de la Escritura (los dichos de Gamaliel) despiertan ternura.
Amigo Felipe, concuerdo con usted.
ResponderEliminar"Por eso, ahora les digo: No se metan con esos hombres y déjenlos en paz, porque si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios" (Hechos 5,38-39).
Estimado Don Benja,
Eliminarusar la Escritura en modo imprudente y descriteriado es un signo de total separación de la tradición viva. Sólo el Magisterio de la Iglesia, garantizado por Pedro y sus sucesores, nos permite una lectura católica de la Escritura y la Tradición.
Quienes continúan como si Taditionis custodes no existiera se sitúan fuera de la comunión eclesial. Si tienen recta conciencia, tranquilos no pueden estar. Irresponsables es seguramente lo menos que de ellos puede decirse.
Nuestro deber es rezar por todos los hermanos separados, y hacer todos los esfuerzos posibles por acercarlos a la plena comunión católica.
Quienes continúan como si Benedicto XVI y Summorum Pontificum no existieran, y como si la Sede Apostólica no hubiera asumido compromisos vinculantes para con los Institutos "Ecclesia Dei", se sitúan fuera de la Comunión y de la realidad eclesial.
ResponderEliminarNo pueden estar tranquilos... precisamente porque la realidad fáctica de la Iglesia ya supera su visión ideológica.
En el mundo hay miles de sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y millones de fieles que no pretenden ser reeducados por un puñado de ideólogos y que, ejerciendo sus DERECHOS canónicos, hoy y mañana cantarán INTROIBO AD ALTARE DEI .
La realidad gana... siempre gana... porque el tiempo es su aliado.
Que no os suceda... hermanos... combatir contra Dios (Gamaliel).
Estimado Felipe,
Eliminarlos errores del pasado, en la medida de nuestras posibilidades, deben terminar, no los debemos repetir. Por eso es necesario advertir que hoy en la vida de la Iglesia existe una tradición litúrgica sana, y una tradición litúrgica enferma. Los que no saben discernir estas dos liturgias son, y en esto debo ser absolutamente franco, por deber de misericordia hacia usted, "pusilli animi" (entendidos estos términos en su correcto sentido), y deben ser objeto de toda nuestra comprensión y acompañamiento, aunque sin ocultar la verdad de las cosas.
Los que no ven la distinción entre liturgia romana sana y liturgia romana enferma, se engañan irremediablemente pensando que las aporías con las que Benedicto XVI (indudablemente para mí en buena fe) proponía una solución claramente insostenible, podrían justificar los abismos en los que el pasadismo se había encaminado a partir de 2007.
Finalmente, en 2021, con Traditionis custodes, llegó una solución litúrgica respetuosa del Concilio Vaticano II, que restablece no sólo la fe, sino también la razón, incluso en el básico nivel del sentido común, que es patrimonio racional de todos los fieles, incluso de los más simples y sin mayor instrucción. Y los sacerdotes que quieran permanecer como tales, en el "sentire cum Ecclesia", si no son soberbios y ciegos, podrán finalmente entrar en razón.
Estimado padre Filemón, le tengo mucho respeto, pero no estoy de acuerdo con su discurso, lo encuentro sectario e intolerante y sobre todo falto de piedad. Conviene que usted medite en la parábola de la oveja perdida. En mi opinión, y así lo confirma la constitución Dei Verbum, la sagrada escritura es la base de la actividad teológica, pero sobre todo es la estrella a seguir por cada cristiano, incluido el Romano Pontífice, ¿o no?
ResponderEliminarEstimado don Benja,
Eliminarcreo que, en este foro que pretende ser de sana y respetuosa discusión, yo he tratado de mantener paciencia y comprensión hacia todos. Pero ahora me pregunto: ¿está queriendo usted ahora darme un fervorín? Le pido que tenga paciencia y serenidad, porque no es el caso. No tiene sentido.
Caminemos serenos y unidos bajo la guía de Pedro. ¿Qué otra cosa más importante que ésta podría llegar a pedirnos el Sínodo del Pueblo de Dios hoy en curso?