domingo, 3 de septiembre de 2023

El sentido de Traditionis custodes y la actual ley litúrgica (2/5)

Es cierto que "es tiempo de construir puentes", también en liturgia, pero no ya puentes entre "dos formas paralelas del rito romano", sino puentes entre las personas que celebran con el único rito romano vigente: el Novus Ordo Missae de 1969 y sus actualizaciones posteriores. Y es cierto que hay que eliminar las lecturas ideológicas, pero ante todo, aquellas que crean artificialmente un régimen de desleal covigencia entre formas rituales que no han nacido para tal propósito de coexistir o estar a la vez vigentes, y que no pueden convivir si no es sólo excepcionalmente, sólo mediante indulto canónico y, en definitiva, transitoriamente, hasta la extinción de la forma que ya ha sido declarada obsoleta por la Iglesia. [Pez y panes eucarísticos, pintura de inicios del siglo III, sobre la pared de la cripta de Lucina, en las Catacumba de San Calixto, en Roma, Italia].

El giro litúrgico del Concilio Vaticano II: uso a promover, no abuso a obstaculizar
   
----------Las cinco notas que conforman este ensayo acerca del significado de la carta apostólica en forma de motu proprio Traditionis custodes y sus posteriores normativas de aplicación, conformando la actual ley litúrgica establecida autorizadamente por el papa Francisco, está en continuidad con las anteriores notas que sobre liturgia he publicado en este blog en estos últimos meses.
----------A decir verdad, teniendo por finalidad este sitio web la divulgación de la filosofía y la teología católicas, junto al análisis de la actualidad eclesial y de las cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo, no había dedicado en años anteriores tanto espacio a materias litúrgicas, sobre todo porque es bastante limitado el ámbito en que la teología sistemática puede internarse en cuestiones propiamente litúrgicas (más bien lo hace en la sacramentaria, ámbito por supuesto muy ligado al tema litúrgico), cuando más bien lo hacen otras disciplinas, como el derecho canónico (la ley litúrgica), la teología espiritual y la pastoral.
----------Sin embargo, en estos últimos meses, en estos ya avanzados años del pontificado de Francisco, y teniendo en cuenta que en la futura historia de la vida de la Iglesia en estos años se hará destacada mención de sus intervenciones docentes y disciplinares en materia litúrgica, he querido, por así decir, "poner al día" este blog, haciendo un recorrido histórico digamos de esta década y media, sobre todo en relación con la cuestión teológica, canónica y pastoral planteada por los problemas surgidos por el motu proprio Summorum Pontificum, que ha intentado resolver el motu proprio Traditionis custodes, al menos como primer paso en la dirección correcta. De ahí, por tanto, este repaso histórico del período que va del 2007 al 2023 en materia litúrgica, aunque refiriéndome también a problemas que habían surgido en años anteriores.
----------Ahora bien, como primer punto a aclarar, está el subtítulo anterior, conscientemente escrito de modo paradojal, como algunas frases breves con que nos ha acostumbrado el Santo Padre en estos once años de su pontificado. Y lo digo inmediatamente: ¡por supuesto que hay que evitar los abusos litúrgicos! Pero lo que aquí se pretende afirmar es que el giro impulsado por el Concilio Vaticano II en materia litúrgica implica un clarísimo principio de orden pastoral: se debe prioritariamente fomentar el uso del Novus Ordo Missae, y ésta debe ser la prioritaria tarea de quienes en la Iglesia tienen diversos grados de autoridad pastoral, sean presbíteros en sus parroquias, Obispos en sus diócesis, y el Papa en la Iglesia universal. Debe fomentarse ante todo el uso del nuevo Misal, y la tarea del pastor no debe estar enfocada a evitar los abusos, los cuales, naturalmente, deben corregirse y eliminarse, lo cual se logrará mediante el recto desarrollo, la evolución y la perfección del uso que toda la asamblea celebrante haga del Novus Ordo Missae.
----------Pues bien, a propósito de este asunto, las primeras discusiones en torno al motu proprio Traditionis custodes revelaron, sobre todo en lo que respecta al rito según el Misal de 1962, una cierta fragilidad respecto a una de las intenciones fundamentales que han caracterizado al Concilio Vaticano II y su cuidado por la tradición litúrgica. Como hemos visto en la nota anterior, también un doctísimo teólogo como Hans Urs von Balthasar sabía bien que es necesario distinguir entre "cuestiones últimas" y "cuestiones penúltimas". Recuerdo aquí brevemente una de sus declaraciones con la que quisiera iniciar mi reflexión.
   
Razones últimas y razones penúltimas
   
----------En su texto, Hans Urs von Balthasar logra aclarar muy bien un aspecto bastante oculto de la cuestión que nos ocupa: "Toma o da escándalo, como hubo de sentenciar Romano Guardini, quien pretende tener razón aduciendo argumentos 'penúltimos', es decir, no perentorios. Similares razones penúltimas son en este caso el clamoroso abuso del nuevo Ordo litúrgico por parte de un gran número de eclesiásticos, mientras que la razón última habla, a pesar de todo, a favor de la Iglesia del Concilio y contra los tradicionalistas. La Santa Misa tenía urgente necesidad de renovación, sobre todo de esa participación activa de todos los fieles en la acción sacra que en los primeros siglos era algo absolutamente pacífico" (Piccola guida per i cristiani, Jaca Book, Milano 1986, edición originaria de 1980, p.112).
----------Esta diferencia entre argumentos últimos y argumentos penúltimos, merece unas palabras de comentario y de profundización. ¿Que significan esas expresiones, verdaderamente? Intentemos considerar bien la óptica o perspectiva con la cual el Concilio Vaticano II ha entrado en materia litúrgica. Asumiendo en pleno la cuestión litúrgica, el Concilio Vaticano II sale de una perspectiva estrecha o restringida, que consideraba el abuso como el problema central de la liturgia. Esta perspectiva deriva de una serie de premisas que merecen ser abiertamente cuestionadas: a) la liturgia es el lenguaje de los sacerdotes; b) a los sacerdotes les es prescripto un "ritus servandus"; c) si los sacerdotes no observan este rito, cometen un abuso.
----------Frente a este enfoque distorsionado, el Concilio Vaticano II ha reducido este problema (que es un problema que a su manera todavía persiste hoy) a una cuestión penúltima. Porque ha puesto en primer plano una cuestión última, que no se refiere al abuso litúrgico, sino al uso litúrgico.
   
Del abuso al uso: el cambio de paradigma
   
----------Lo que la la constitución Sacrosanctum Concilium enfoca, de manera ejemplar, es precisamente esta recuperación de la liturgia en una perspectiva diferente, cuyos criterios son, a diferencia del modelo precedente: a) la liturgia es lenguaje común, cuya acción es participada o compartida por toda la asamblea; b) no sólo a los sacerdotes, sino a la entera asamblea es prescripto un "ritus celebrandus"; c) el empeño o compromiso fundamental es la promoción del uso de este rito, y sólo subordinadamente la lucha contra el abuso.
----------El resultado de este cambio de paradigma radica en una relectura de la tradición litúrgica del Rito Romano que se alimenta de las tres novedades estructurales mencionadas, cuyas consecuencias en el plano eclesiológico, pastoral y espiritual son de primordial importancia. Promover la participación activa significa, en sustancia, esencialmente, cambiar el uso de la liturgia.
   
El "estado de minoridad" de Summorum pontificum
   
----------Si examinamos las cosas desde esta perspectiva, entonces se nos vuelve prácticamente evidente el hecho de que el motu proprio Summorum pontificum ha tenido dos motivos de grave debilidad, precisamente a causa de esta nada clara comprensión del primado del uso sobre el abuso:
----------Primer motivo. Por un lado, asumiendo como normales "dos usos paralelos", Summorum pontificum oscurecía de modo grave la intención decidida con la cual el Concilio Vaticano II había indicado, con toda su autoridad, hasta siete puntos de no retorno respecto al uso de Misal tridentino: sólo el Novus Ordo Missae, elaborado en cumplimiento del Concilio, ha garantizado mayor riqueza bíblica, oración de los fieles, homilía, lengua vernácula, unidad de las dos mesas, concelebración y comunión bajo las dos especies (Sacrosanctum Concilium, nn. 51-58). Este uso deviene normativo, mientras que persistir en el Misal de 1962 significa inevitablemente desatender o incluso ignorar estos imperativos conciliares. Pues bien, Summorum pontificum había marginado objetivamente la centralidad de estas prioridades.
----------Segundo motivo. Por otro lado, entre sus justificaciones, Summorum pontificum permanecía ligado a la perspectiva del primado del abuso sobre el uso, porque hacía del uso del Misal de 1962 una especie de auditoría o de temperamento corrector de los abusos vinculados al Novus Ordo Missae. En realidad, esta lectura es en gran medida falaz, precisamente porque el Novus Ordo Missae introduce usos más complejos del rito romano, que llaman a la acción, a la responsabilidad y a la palabra, no sólo al sacerdote sino a toda la asamblea celebrante. De aquí se deriva, estructuralmente, la no comparabilidad entre vetus ordo y Novus Ordo Missae. Son dos fases del desarrollo histórico del rito romano, que no pueden darse contemporáneamente si no es en casos excepcionales y destinados a la extinción.
   
La custodia de la tradición litúrgica
   
----------He aquí entonces que aparece bajo una nueva luz la cuestión del uso en relación con el abuso. Para el Concilio Vaticano II es más importante aprender un nuevo uso del rito romano antes que evitar los abusos vinculados a una concepción clerical, formal y separada del acto de culto. Romano Guardini sabía muy bien que el verdadero desafío de la reforma litúrgica era "volver a aprender el acto de culto". Para aprenderlo, ya no basta con la "lucha contra los abusos". Sobre todo es necesario volver a aprender usos: reaprender el uso de la liturgia de la palabra, el uso de la anáfora, el uso del rito de comunión, etc. Aprender usos es mucho más complejo que la lucha contra los abusos, pero también mucho más vital.
----------Por esta razón, la custodia de la tradición litúrgica no puede ni siquiera concebir que los nuevos usos puedan ser custodiados permitiendo que se retorne a los anteriores usos (como pretendía Summorum pontificum). Se trata más bien de entrar con decisión en una nueva perspectiva, que pasa del "ritus servandus" que regía el vetus ordo al "ritus celebrandus" que rige el Novus Ordo Missae.
----------Esta sabiduría celebrativa no puede ser objeto de atención y cuidado, si se mantiene y deja en pie una lectura clerical, separada y formalística de la liturgia. La despedida, el adiós definitivo que hay que dar al vetus ordo es un imperativo del Concilio Vaticano II, para que un nuevo "ars celebrandi", que no concierne sólo a los sacerdotes, involucre desde su raíz a toda la asamblea y configur o plasme de un modo nuevo la oración y la Iglesia: este uso no puede ser objeto de libre opción (sea de libre aceptación o de libre rechazo), ni para ningún presbítero, ni para ningún Obispo, y ni siquiera para el Romano Pontífice. Aquí el verdadero abuso está constituido por los apegos emocionales y por las nostalgias por el pasado.
   
Construyamos puentes entre personas, no entre formas del mismo rito
   
----------Entre las diversas reacciones que se han podido conocer ni bien surgió a la luz pública el motu proprio Traditionis custodes, algunas declaraciones han manifestado un cierto cansancio por la cuestión litúrgica, según me lo parece. Por ejemplo, ese cansancio de la "batalla litúrgica" se desprende claramente de las palabras del abad Jean Pateau OSB, de la abadía francesa de Fontgombault, en una entrevista que publicó Famille Chrétiene el 19 de julio de 2021, o sea, tres días después de la promulgación de Traditionis custodes. Y es muy curioso encontrar, en el mismo texto de esa entrevista, la preocupación más evidente por la paz y por la reconciliación eclesial, profundamente mezclada con los prejuicios más arraigados, que en cambio alimentan la sospecha, la desconfianza y el conflicto. Si bien son justas las preocupaciones de reconciliación litúrgica que manifiesta el entrevistado, no lo son sus comentarios sobre el método y el estilo del proyecto de reconciliación. En sus palabras hubo algunas que convencían y otras que no convencían.
----------En la mencionada entrevista se puede encontrar ante todo un espíritu claramente benedictino de reconciliación y de paz. En esto no podemos estar sino de acuerdo. El tema de la "reconciliación litúrgica" debe ser considerado absolutamente crucial. Las palabras del abad Pareau también son muy claras al indicar la tarea de "no rechazar" el texto del nuevo motu proprio sobre disciplina litúrgica del papa Francisco, que derogó Summorum pontificum. Dom Pateau fue muy valiente al pronunciar esa fuerte declaración, ante todo para su ambiente, y ello debe ser entendido como un signo de la gran tradición benedictina que caracteriza a sus abadías (supongo que a todas, aunque puedo aquí equivocarme).
----------Estoy de acuerdo con lo que decía el abad Pateau acerca de dos necesidades completamente centrales: construir puentes se ha convertido hoy en un imperativo y poner fin a las batallas litúrgicas se ha revelado como una prioridad ineludible para todos. El abad benedictino intentaba en aquella entrevista encontrar los tonos más adecuados para dar a Traditionis custodes una visión no lacerante, no intolerante, no frontal. Esta es una noble intención que honra a este digno hijo de san Benito de Nursia.
----------Al mismo tiempo, sin embargo, las declaraciones del abad de Fontgombault parecen permanecer completamente sordas al contenido de Traditiones custodes, y esto sorprende bastante. Desde el título del motu proprio, que es absolutamente fiel al contenido del documento, la relación entre el texto del papa Francisco y la construcción de puentes según como la entiende el abad Pateau está absolutamente fuera de lugar: lo que el Santo Padre pide con Traditionis custodes, es construir puentes entre las personas en el rito tomano común y ordinario, no puentes entre "dos formas del rito romano". Este equívoco inicial, que encuentra numerosas confirmaciones a lo largo de la entrevista al padre Pateau, manifiesta una especie de punto ciego que debe ser aclarado, en una serie de breves observaciones, que a continuación presento:
----------1. De modo general, la opción del abad Pateau de "no rechazar el texto de Francisco", si se observa atentamente, parece bastante singular. Por el hecho de que, al evaluar el texto de Traditionis custodes, él lo llena continuamente con los contenidos de Summorum pontificum. Pero el caso es que Traditionis custodes ha derogado a Summorum pontificum y con ello ha derogado la pastoral o el método con el que el motu proprio Summorum pontificum pretendía llegar a la "paz litúrgica". Por tanto, si la intención es en verdad la paz o "reconciliación litúrgica", hay que dar a las palabras su verdadero significado.
----------El abad Pateau, en la entrevista, continúa haciendo referencia a "dos formas del mismo rito", a las cuales los bautizados "tienen derecho". Pero ésta es la visión que Summorum pontificum ha intentado introducir de modo no lineal y mediante principios de los cuales la tradición litúrgica nunca ha sabido nada. El juego de palabras sobre el "misal tridentino" (que Pateau no es el primero en repetir, sino que ha tenido su origen en afirmaciones del arzobispo Giuseppe Siri en 1951 y de Marcel Lefebvre después del Concilio Vaticano II) según el cual no habría eliminado "otras formas" del rito romano, es una elucubración infundada.
----------Pateau debería saber que las "otras formas", con las cuales se confronta al rito de Trento, tenían determinaciones, ya sea geográficas o personales, enteramente particulares. Ni el rito ambrosiano ni el rito dominicano son ritos universales, sino que son ordines condicionados por dimensiones geográficas o personales que delimitan estructuralmente su impacto. Trento nunca ha concebido, ni remotamente, "dos formas" del mismo rito vigentes en la misma unidad de espacio, de tiempo y de personas.
----------Sólo ha sido el motu proprio Summorum pontificum el que ha intentado plantear la hipótesis de una contemporánea vigencia de dos formas diferentes y conflictivas del mismo rito romano. Este truco (porque se trata simplemente de un truco teológico sistemático sin fundamento válido) ha provocado durante catorce años una "batalla", y no ha llevado a la "paz", y éste es uno de sus fracasos. Este es uno de los motivos (y además es el motivo explícito) por el que el motu proprio Traditionis custodes ha derogado Summorum pontificum: porque no es posible construir puentes entre diferentes formas del rito romano, sino que sólo se pueden construir puentes entre diferentes personas que usan la misma forma común del rito romano.
----------2. El abad Jean Pateau, sobre todo al inicio de su entrevista, y luego muchas veces en sus respuestas, subraya la "dureza" y la "severidad" del motu proprio Traditionis custodes. Un juicio sobre el documento de disciplina litúrgica del papa Francisco, que se resume en la percepción que él expresa así: "el texto del Papa sugiere que hay que hacer de todo para que la modalidad de celebración en la Forma Extraordinaria desaparezca lo antes posible. Esto, con razón, preocupa a los fieles apegados a este módulo".
----------Con tal afirmación, en cierto sentido, parece que el padre Pateau está valorando esta historia desde un ángulo sumamente privilegiado. Algunos monasterios benedictinos, entre los cuales el suyo, habían anticipado de alguna manera, de una forma particular y no exenta de elementos de rigidez y de obstinación, la solución que en 2007 se había pensado transformar en una "ley general". Dura y severa ha sido en realidad la aceleración querida en 2007, que llegó a crear ilusiones, distorsiones de perspectivas, espejismos y pesadillas. La invención (que raya en la mistificación) de una "forma extraordinaria" que cincuenta años después se unía a la "forma ordinaria", o sea al Novus Ordo Missae, elaborado por indicación del Concilio Vaticano II, y la convertía en opcional, fue una medida demasiado dura y demasiado severa.
----------Frente a esta que podríamos muy bien llamar una dura aceleración de la nostalgia, que comenzó en 2007, el motu proprio Traditionis custodes, de 2021, aparece en cambio como un acto de moderación y de recuperación orgánica de la verdadera historia común de la tradición litúrgica. No es una "pretención absurda de Francisco" que el vetus ordo desaparezca: es toda la tradición litúrgica del Rito Romano la que ha sabido siempre (al menos hasta la amnesia institucional de 2007) que una reforma general del rito romano sustituye mediante el nuevo rito al rito precedente. Y el Rito Romano es el que se encuentra en el resultado de la Reforma. Como siempre ha sido, por los siglos de los siglos.
----------3. El abad Pateau cree que algunos liturgistas "desprecian" la forma extraordinaria del rito romano y que el único camino hacia la paz sería el mutuo reconocimiento entre las dos "formas": aquellos que celebran el Novus Ordo Missae (o sea el Misal de 1970) deberían reconocer el vetus ordo (o sea el Misal de 1962), y quienes celebran el vetus ordo deberían reconocer el Novus Ordo Missae. Sin embargo, también aquí las cosas no pueden funcionar así ni a nivel teológico, ni a nivel espiritual ni a nivel pastoral.
----------En cuanto a los teólogos y liturgistas, francamente sólo puedo hablar respecto a mí, y no me permito expresarme en nombre de terceros. Pero por lo que a mí respecta, no siento ningún desprecio por el Misal de 1962: tengo vagos recuerdos de él que se remontan a mi infancia y adolescencia, digamos hasta el tiempo de mi confirmación, de modo que, hablando simplemente, no lo conozco, y ahora no puedo conocerlo: es el Concilio Vaticano II el que así lo ha querido. Porque es la forma del rito romano que el Concilio de nuestro tiempo ha querido reformar, y su forma reformada ahora es la única forma, la posterior a 1969, que he venido celebrando, primero en mi condición de laico, y años después, como sacerdote.
----------Y me resulta sumamente curioso que yo, que nací en 1949, pueda decir esto con plena conciencia, mientras que el padre Pateau, que nació en 1965, pueda celebrar ordinariamente con la forma extraordinaria. Ciertamente, sé bien que aquí habla su identidad francesa, sus orígenes en la Vendée, la historia de la Iglesia de Francia, que ha recibido la reforma litúrgica de modo mucho más lento y menos extendido y capilar que en la mayoría de los países católicos del mundo. Incluso Francia, si queremos ir mucho más lejos, comenzó a conocer (¡apenas a conocer!) los textos de Trento, más de un siglo después de finalizado ese concilio.
----------En Argentina, con todas nuestras limitaciones (y abusos), realmente hemos recibido y aplicado la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. El acceso al Rito Romano en su nueva forma se ha producido de modo natural, y así se ha convertido rápidamente en ordinaria y única, como ha ocurrido siempre en la historia de la Iglesia. Es mi personal experiencia, actualmente igual a la de prácticamente la totalidad de los católicos argentinos, desde el origen, la que me habla del Rito Romano en la única forma vigente, casi desde que tengo uso de razón. No por desprecio personal, sino por tradicional extrañeza.
----------4. El abad Pateau habla, al mismo tiempo, de "no rechazar el texto de Francisco" y de "apegarse a la forma extraordinaria". Pero lo primero es una norma, lo segundo es un afecto. Aquí creo que está el aspecto más delicado de la cuestión, que no se puede resolver ni con decretos desde arriba ni con populismos desde abajo. Con Traditionis custodes ha cambiado el modo de considerar la cuestión. 
----------Ya no existe una "forma extraordinaria" del rito romano (algo que fue inventado en 2007 por Summorum pontificum y que no tiene ningún fundamento en el pasado eclesial), sino una única forma del rito romano (el Novus Ordo Missae de 1969, llamado en 2007 la forma "ordinaria") y algunas concesiones para el uso del rito no vigente, destinado con el tiempo a quedar reducido a nada. Esta es la fisiología eclesial (no la patología) que ha sido determinada por el poder de las llaves del papa Francisco.
----------De este modo, el desafío de hacer la paz o la reconciliación litúrgica, ha pasado de los puentes entre "dos formas rituales" como ficticiamente se quiso desde 2007 a 2021, a puentes entre fieles que usan la única forma común. Concuerdo en que muchas de las cosas que Pateau señala como "irrenunciables" del vetus ordo deben ser descubiertas, introducidas o reconocidas en el Novus Ordo Missae querido por el Concilio Vaticano II. Y no sería un pequeño signo de paz si alguna abadía benedictina (muy bien podría ser la de Fontgombault, que indudablemente ha alimentado en gran medida la hostilidad hacia el Concilio Vaticano II), se entregara gradualmente al descubrimiento de los tesoros litúrgicos del Novus Ordo Missae y los pusiera en común, en el experiencia monástica y en la experiencia eclesial. Y de ese modo ayudara a toda la Iglesia a vivir la continuidad de la sustancia del depositum fidei en la nueva formulación de su revestimiento.
----------5. Las palabras de los jóvenes que dicen "la reforma no está completa", como señala Pateau, son importantes y completamente verdaderas. La reforma litúrgica está apenas iniciada. Sin embargo, esto no justifica una respuesta decepcionante: ya sea porque les hace ilusionar que pueden permanecer más acá de la reforma, en el antes de la reforma, en un rito ahora artificial, que ya no tiene fundamento; ya sea porque les decepciona por la falta de estilo y por la dejadez de una rutina sin cuidado y sin viva experiencia.
----------La obra litúrgica de todos los católicos de rito romano en la actualidad, el trabajo común, transgeneracional, sobre un único rito común es el horizonte que el papa Francisco, en Traditionis custodes, ha querido autorizadamente volver a poner en el centro de la atención, y ello contra la distracción introducida en la Iglesia por la teoría de la "doble forma", que ha engañado, ilusionado y amargado a todos.
----------Ahora bien, en el plano estrictamente teológico ha habido, en los catorce años de vigencia del motu proprio Summorum pontificum, una especie de locura colectiva de la cual Francisco nos ha despertado, con palabras de gran claridad, con vistas a una verdadera reconciliación litúrgica. A esta obra de reconciliación, no puede contribuir la invención de una concurrencia o coexistencia o covigencia entre "dos formas del mismo rito romano", de las cuales la segunda (la nueva, pero abrevando en fuentes más antiguas) ha nacido para corregir y enmendar la primera (la vieja, pero formada en la tardo modernidad).
   
En conclusión
   
----------El benedictino Pateau dice bien: "es tiempo de construir puentes", eliminando las lecturas ideológicas. Ante todo, aquellas lecturas que crean artificialmente un régimen de "concurrencia desleal" entre formas rituales que no han nacido para tal propósito de coexistir o estar a la vez vigentes, y que no pueden convivir si no es sólo excepcionalmente, sólo mediante indulto y, en definitiva, transitoriamente, hasta la extinción de la forma que ya ha sido declarada obsoleta por la Iglesia.
----------Entiendo la angustia de quienes se engañaban o ilusionaban pensando que podían vivir "universalmente" con esta embarazosa contradicción. Pero para consolar a los decepcionados o engañados e ilusionados, es suficiente con usar las palabras de Traditionis custodes, no las de Summorum pontificum, pues de lo contrario la herida no curará, no se cerrará, y los puentes serán sólo la denominación oportunista con la cual continuaremos convocando y construyendo nuevos muros infranqueables.

28 comentarios:

  1. Estimado Filemón,
    A fuerza de considerarlo todo como "cuestiones penúltimas", hemos llegado a las celebraciones del "Novus Ordo" que se distinguen por:
    1) descuido ritual;
    2) mediocridad de gestos y símbolos;
    3) banalidad de cantos;
    4) usurpaciones del rito en clave socio-política;
    5) cúmulos de palabras y comentarios inútiles;
    6) homilías de avalanchsa retóricas;
    7) desafección de los fieles;
    8) aburrimiento de los sacerdotes…
    ¿Quire realmente que siga con la lista?... ¿Hay todavía algunos ciegos que no son capaces de ver el problema participando en cualquier "asamblea dominical" (a estas alturas... tenemos que llamar así a la Santa Misa para no ser acusados ​​de tridentinismo autonomista)?
    Estoy más que de acuerdo en que la solución no puede ser un bi-ritualismo de ficción. Pero el rito postconciliar también tiene problemas reales.

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    1. Estimado Capitán Hastings,
      no puedo más que reiterarlo lo que ya le dije antes, no hay más alternativa que abordar las individuales cuestiones. Y sigo advirtiendo en su comentario la tendencia a mirar los abusos en el novus ordo en lugar de incentivar o recuperar los usos. Su actitud sigue siendo tentadoramente muy fácil.

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    2. En un comentario anterior ya hice algunas propuestas concretas, por ejemplo sobre la recuperación de los ritos de la Semana Santa. ¡Evidentemente se prefiere el intelectualismo a la concreción!

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    3. Estimado Capitán Hastings,
      lamento que usted haya interpretado mi respuesta su comentario como si se tratara de una actitud intelectualista ajena a los problemas concretos. Me ha entendido mal, o quizás yo no me supe explicar en la brevedad de mi respuesta.
      Usted menciona problemas concretos: "1) descuido ritual; 2) mediocridad de gestos y símbolos; 3) banalidad de cantos; 4) usurpaciones del rito en clave socio-política; 5) cúmulos de palabras y comentarios inútiles; 6) homilías de avalanchas retóricas; 7) desafección de los fieles; 8) aburrimiento de los sacerdotes…". No tenga ninguna duda: yo substancialmente comparto esta, su misma apreciación de la situación actual en la liturgia de la Iglesia, es decir, en el único rito vigente, el Novus Ordo Missae que comenzó a aplicarse en 1970.
      Sin embargo, estos son "cuestiones penúltimas", como decía Von Balthasar, que no pueden solucionarse con la ficción de un retorno al rito anterior que ya desde hace dos siglos viene mostrando sus límites, sus carencia y sus lagunas (denunciadas por eminentes figuras como Rosmini y Guéranger, a principios del siglo XIX).
      Por lo tanto la "cuestión última" es comprender (sí, incluso a nivel intelectual, y esto no es intelectualismo) que el único rito romano vigente es el de 1970, al que debemos dotar de un correcto ars celebrandi, en Obispos, presbíteros, diáconos y fieles laios, hombres y mujeres, vale decir, a la completa "asamblea celebrante".
      Eso llevará tiempo, pues deben corregirse los errores por usted mencionados, y otros que usted no menciona. Esto lo ha dicho claramente no sólo el papa Francisco en su motu proprio Desiderio desideravi, sino también el papa Benedicto XVI en Sacramentum caritatis.
      El empeño y compromiso común en el que todos, conservadores y renovadores, fieles al Papa, debemos trabajar, es en la obra de dotar al Novus Ordo Missae de un correcto ars celebrandi, "per ritus et preces", como dice la Sacrosanctum concilium.

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  2. Recuerdo que a mediados de 2021, en Francia, las reacciones de los obispos al Motu Proprio TC (la mejor declaración fue la del obispo de Fréjus-Toulon) parecen ser las siguientes: tranquilicemos a las comunidades tradicionalistas (que son las que dan en la colecta) y afirmemos que no tenemos ninguno de los problemas señalados por el papa Francisco. El Papa es quien ve las cosas de esta manera, y tiene miedos que no tenemos nosotros.
    Todo esto es una descarada mentira y bien sabemos que la mentira es el pecado de los obispos.
    Gracias, querido padre Filemón, por denunciar esta diferencia esencial entre abuso y uso, y entre temor y confianza.
    El modo de pensar fundamentalista, como bien ha analizado el padre Marc Oraison, es esencialmente una neurosis. El papa Francisco tiene razón: nuestra Iglesia es verdaderamente un hospital de campaña con (hay que decirlo) una sección psiquiátrica bastante desarrollada. La locura de la "misa de siempre" se ha venido desplegando estos últimos años ante nuestros ojos en toda su grandeza.

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    1. Yo creo que las locuras perpetradas a través de las celebraciones novus ordo no son ni remotamente comparables. ¡Manténgase sereno señor Saraniche!

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    2. Estimado Sr. Jorge Saraniche,
      gracias por comentar en este blog, en el cual es bienvenido, pues me parece que es la primera vez que veo en este foro su nombre.
      Concuerdo más o menos substancialmente en sus términos, aunque yo no formularía las cosas como lo hace usted. Creo que son necesarias más matizaciones. Pues en los pasadistas, apegados al rito romano en su forma anterior, hay diferentes casos, de gravedad más acentuada que otros. Y tiendo a pensar que la mayoría de ellos están en buena fe, sin haberse comprometido en las posturas definidamente cismáticas y heréticas de lefebvrianos, viganianos, etc.
      En cuanto a la actitud de ciertos Obispos (se nota bastante en algunos norteamericanos) puede también haber mucha diferencia de un caso a otro. Habría que estar muy en el ambiente para hacer afirmaciones generales como las que usted hace, y que no puedo compartir.

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    3. Estimado capitán Hastings,
      respecto a ésta su nueva intervención, repito los términos de mi comentario anterior, dirigidos a su último comentario, anterior a éste.

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  3. Luego de Traditionis Custodes, ahora los obispos tienen un gran problema que resolver. ¡Porque es una ilusión pensar que los tradicionalistas se den por vencidos! Y por tanto, salvo casos aislados, TC quedará sólo en el papel sin aplicación real, con el agravante de que la autoridad del Papa se verá aún más debilitada. Pero también, con el debido respeto a los progresistas que quieren desmantelarlo! De hecho, y es un tema que merece un examen en profundidad, ¡los progresistas se sirven para esta batalla precisamente de la autoridad absoluta del obispo de Roma, cuyo redimensionamiento y limitación es uno de sus principales objetivos! ¡Creo que pronto volveremos a la situación anterior a este motu proprio! Por ahora, por las noticias que tengo de varios lugares, se sigue celebrando el VO…, con todo respeto a Traditionis Custodes!

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    1. Estimado Fernando,
      se nota una serie de confusiones en lo que usted escribe.
      En primer lugar, los Obispos, desde el 16 de julio de 2021, han vuelto a tener la autoridad que les había negado Summorum pontificum. La de ahora es indudablemente la situación normal, la que debe ser, con sus méritos y debilidades.
      Por otra parte, este pasaje o restitución de autoridad litúrgica a los Obispos, traslada parte de la autoridad del Papa a los Obispos, como es justo en una materia compleja como es la de las formas concretas en que debe desarrollarse la liturgia en las diferentes diócesis de la Iglesia universal.
      Por consiguiente, no me parece que aquí haya que encontrarle la quinta pata al gato, ni puede hablarse de redimensionamiento o limitación de la autoridad pontificia, como usted dice. Sino que se trata simplemente de la normal estructura eclesial, de las normales competencias eclesiales, o como algunos dicen, de simple polaridad constitutiva de la Iglesia, que Summorum pontificum había intentado alterar.
      Por último, acerca de lo que usted menciona al final de su comentario, el hecho de que algunas comunidades sigan haciendo lo que hoy es ilegal, es decir lo que no se les permite, pertenece a la dinámica inevitable de la aplicación de la ley, que nunca jamás es automática en la realidad. Es importante que quienes lo hacen, vale decir, quienes todavía celebran con el Misal de 1962 sin los debidos permisos o indultos, y lo hacen así sin autorización, sepan que están trabajando en contra de la tradición litúrgica.

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  4. Estimado padre Filemón: permítame hacer algunas consideraciones a su artículo, y le estaré agradecido a usted o a algún otro lector que encuentre algún error en lo que diré a continuación.
    ¿Es cierto o no es cierto que el vetus ordo (Pío V) ha sido la lengua franca del rito central católico durante más de 400 años?
    ¿Es cierto o no es cierto que las directrices del Vaticano II en materia de liturgia están claramente contenidas en el Motu Proprio Sacrosantum Concilium?
    ¿Es cierto o no es cierto que la Misa del Novus Ordo (Pablo VI) refleja muy poco, tal como es celebrada en todas o casi todas las parroquias, los principios del Sacrosantum Concilium, sobre todo en lo que respecta a la abolición total del latín y del gregoriano, que no ha sido para nada previsto y mucho menos sancionado por Sacrosanctum Concilium que, en cambio, dictó el amplio uso de las lenguas habladas, pero reservando una presencia importante al latín? Por no hablar de "Veterum Sapientia" del Papa Roncalli.
    ¿Es cierto o no es cierto que Pío V prohibió los ritos desordenados que se usaban en su época, pero permitió la práctica de aquellos suficientemente antiguos, probados y asentados? ¿Y 400 años no es un certificado de antigüedad suficiente?
    Por último, y confirmando el principio de que la Iglesia habría hecho bien en recurrir a las lenguas habladas mucho antes, al menos 70-80 años antes, pero sin prohibir el latín, ¿es cierto o no es cierto que muchos precursores del "vernáculo total" decían que el uso de la lengua iba a volver a llenar las iglesias, mientras que en cambio después de 60 años o más del uso de la lengua hablada en la Misa, las iglesias están cada vez más vacías, al igual que los seminarios, los conventos, las congregaciones, congregaciones religiosas y todo lo demás?

    Hago saber que yo nunca he sentido la necesidad, durante muchos años, de participar en una misa vetus ordo, que he conocido de niño y joven. A decir verdad, en mi opinión, esto tendría un ligero sabor a museo. Pero la total abolición de los antiguos ritos y de la antigu lengua litúrgica ha sido un hecho de increíble y contraproducente superficialidad, que descalifica intelectualmente a toda una clase dirigente eclesial.
    La antigua lengua latina era, y sigue siendo a pesar de todo, de enorme valor cultural e identitario para los católicos de todo el mundo, quienes incluso cuando no entienden (o entendían) el latín de la Iglesia, y reconocen (o reconocían) el sonido y las melodías antiguas, y captan (o captaban) su significado. Así oraron sus padres y esto no puede ser cancelado por obra de la ley. Sólo el tiempo podrá hacerlo, si es que sucede así, no lo sabemos, porque aún no ha sucedido, de lo contrario no estaríamos aquí debatiendo.
    Traditionis Custodes es la apoteosis de este autolesionismo de la Iglesia.

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    1. Estimado Hilario,
      desde las falsas premisas y las falsas previsiones se llega siempre a deducciones desastrosas. Muchas de sus "certezas" son en realidad falsas. Por lo tanto, el profeta de calamidades (como decía Juan XXIII en 1962) sigue en el error.

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    2. Estimado padre Filemón, sin pedirle que me dedique mucho espacio, por favor, dígame en tres líneas cuál de mis premisas es falsa y por qué. Con que lo haga de una, de las tres o cuatro que he esbozado brevemente, es suficiente. De lo contrario, no me queda más remedio que devolver sus atribuciones de falsedad al remitente. ¿Acaso usted me estará diciendo que haber utilizado a Pío V y su prohibición de entonces para justificar la prohibición del vetus ordo del 16 de julio de 2021 es históricamente correcto, jurídicamente apropiado, y se basa en una perfecta analogía de los dos casos? Si es así, desisto, no tengo argumentos contra quien piense que la Luna está hecha de queso.

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    3. Estimado Hilario,
      la tercera de sus premisas distorsiona todas sus deducciones. Lo lamento, pero es necesario salir de los prejuicios para entender.

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    4. Si usted intentara salir de sus prejuicios (por ejemplo, la necesidad de plasmar una nueva liturgia, o plasmar una nueva Iglesia, donde no está claro quién debería plasmarla, o según el mandato de quién y a quién se debería plasmar), yo podría intentar salir de mis prejuicios. En fin, sea como sea, polémicas aparte, le agradezco, y no pretendo aburrirlo más. Les dejo unos versos de Georges Brassens, a modo de saludo: Ils ne savent pas ce qu’ils perdent, Tous che fichus calotins, Sans le latin, sans le latin. (Tempȇte dans un bénitier, 1976).
      Cordialmente

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    5. Estimado Hilario,
      el Novus Ordo Missae de 1970, elaborado tras años de trabajos y esfuerzos mancomunados de gran número de peritos y hombres de un gran amor por la Iglesia y por el culto debido a Dios, no es "una nueva liturgia", y mucho menos la Iglesia que ha sido mejor conocida en su verdad inmutable a través de las enseñanzas del Concilio Vaticano II es "una nueva Iglesia".
      Con todo respeto hacia usted, no puedo menos que decirle que pensar de ese modo es ubicarse muy lejos de la recta fe católica. Si usted piensa que hoy la Iglesia es una "nueva Iglesia", y que hoy la Misa es una "nueva Misa", no hay posibilidad de diálogo católico entre nosotros, por más buena voluntad que yo ponga y estoy dispuesto a poner, si es su deseo continuar nuestro diálogo.
      Respecto a su pasión por el idioma latín, en referencia a su aplicación a la liturgia, me remito a lo que ya he explicado en varios artículos recientes en el blog. Le ruego se tome el trabajo de leerlos, si es que usted aún no los ha leído, y si es de su interés conocer mi opinión al respecto, la cual intenta estar en consonancia con la postura de la Iglesia sobre esta materia.

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  5. Estimado padre Filemón:
    Encuentro muy clara sus observaciones a la entrevista del abad Pateau, en 2021. De hecho, reafirma de modo orgánico lo que usted viene repitiendo desde hace bastante tiempo, a saber, el error en la base de Summorum Pontificum respecto a la abolición del rito de Pío V. Todo parte de ahí.
    No entiendo por qué TC no haya dicho una palabra definitiva sobre este punto. Usted sostiene que la abolición del VO es automática una vez que el NO entra en vigor, pero, dado que un Papa y no cualquier imbécil de este mundo (como yo) ha escrito textualmente que el VO nunca ha sido abolido, ¡el Papa actual hubiera podido arrojar algo de luz sobre este punto! Con todas las cosas que se repiten… ¡aquí hacía falta una repetición! ¡Por la paz de todos! En cambio, no ha habido nada…
    Luego, le hago una segunda observación: usted aún no tiene en claro que de los fieles que practican el VO, ninguno retorna el NO. ¡La hoguera y la inquisición ya no existen! A lo sumo existen pequeños chantajes a los pobres Obispos que se quedan del "lado equivocado". Además, ¡siempre está la fraternidad de San Pío X! De modo que TC seguirá siendo letra muerta y sólo provocará más laceraciones! ¡El Papa Benedicto había entendido todo esto! Usted se está estrellando directamente contra la pared!
    Cordialmente...

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    1. Estimado Fernando,
      no hay necesidad de la Inquisición para ponerse uno mismo fuera de la historia. Simplemente es suficiente con seguir una idea equivocada hasta el final, hasta el fondo, pero entonces es probable que ya sea demasiado tarde. Pero sabemos que nunca es del todo tarde. A nadie se le niega el poder, tarde o temprano, volver a entrar en comunión plena con la Iglesia, abandonando toda actitud o situación explícita o implícitamente cismática (y en ambos casos realmente cismática).
      En cuanto a la idea de la derogación, cualquiera que lea con buen sentido común (no haciendo falta ser en esto competente jurista) puede descubrir que, cuando se hace una reforma orgánica, se "deroga" la forma anterior sin necesidad de decirlo. Esto evidentemente no lo ha entendido el papa Benedicto (en lo cual, antes que me lo pregunte u objete, no ha quedado afectado para nada su infalible carisma petrino).

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  6. Estimado padre Filemón,
    gracias por sus palabras y por su modo de argumentar siempre claro, comprensible y sólido. Me alegra que usted, a diferencia de algunos otros sacerdotes, defienda el Motu Proprio Traditionis custodes del Papa Francisco con convicción y fuerza.

    Saludos cordiales
    Nadia Márquez

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    1. Estimada Nadia,
      gracias por su consenso hacia mis escritos.
      Pero no creo, de ningún modo, ser una excepción entre mis hermanos sacerdotes en la defensa de Traditionis custodes. Todo lo contrario. Este motu proprio del papa Francisco ha sido una medida largamente esperada por la inmensísima mayoría, y el Santo Padre no ha hecho más que ser consecuente con el sensus fidei del Pueblo de Dios (fieles laicos y sacerdotes).

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  7. Estimado Padre Filemón de la Trinidad: valoro sobre todo cuanto usted dice en el pasaje:

    "Pero por lo que a mí respecta, no siento ningún desprecio por el Misal de 1962: tengo vagos recuerdos de él que se remontan a mi infancia y adolescencia, digamos hasta el tiempo de mi confirmación, de modo que, hablando simplemente, no lo conozco, y ahora no puedo conocerlo: es el Concilio Vaticano II el que así lo ha querido. Porque es la forma del rito romano que el Concilio de nuestro tiempo ha querido reformar, y su forma reformada ahora es la única forma, la posterior a 1969, que he venido celebrando, primero en mi condición de laico, y años después, como sacerdote".

    Gracias por confirmarme lo que personalmente ya había tenido la oportunidad de intuir desde hacía mucho tiempo.

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    1. Estimado Anónimo,
      no tiene nada que agradecer. Pues no hay nada que ocultar: es la lógica de la tradición litúrgica, que se renueva, y que de ninguna manera pide a cada fiel individual crear el museo de sus propias experiencias.
      Mi experiencia eclesial conoce el rito romano en la forma elaborada con autoridad por la mediación postconciliar. Y mi experiencia no tiene necesidad ni le está permitido ir en busca de fantasmas del pasado, a no ser como precioso objeto de estudio, un estudio que podría también servir para continuar rectamente con la Reforma litúrgica, pero siempre en el único rito hoy vigente: el Novus Ordo Missae de 1969 con sus actualizaciones posteriores hasta el presente.

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  8. Estimado Padre
    Quien le escribe ha nacido en 1978, ha recibido los sacramentos con el rito de Pablo VI pero ha redescubierto la fe gracias a la Misa de San Pío V. Por eso me casé con este rito y mi hija ha recibido el bautismo con este mismo rito.
    He leído su post con interés y respeto. No soy un liturgista, sólo he leído el libro del padre Cekada, para el cual imagino que usted sería quizás de la idea de reabrir el índice de los libros prohibidos.
    Bromas aparte, como humilde abogado rural que soy, le pido que respete a quienes no están de acuerdo con usted y quieren frecuentar "la Misa de siempre" (para usar la expresión de Mons. Lefebvre), sin terminar en la hoguera como un nuevo Giordano Bruno en nombre de la iglesia de la misericordia.
    Cordialmente
    Juan Mastropierro

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    1. Estimado Juan,
      ya que usted ha recurrido a las bromas, permítame hacer otra por mi parte: como abogado, usted puede dar hábilmente vueltas las cosas.
      Aunque reconozco que en lo que digo, hay sólo mitad de broma.
      Necesitaría conocerlo a usted mejor, personalmente, para comprender con un mejor criterio su posición pasadista. De modo que lo que a continuación diré, sólo lo digo en términos generales, sin hacer referencia concreta a usted, personalmente, sino a lo que me sugiere de lejos (muy de lejos) su comentario.
      Los pasadistas, sobre todo los variopintos lefebvrianos (usted acaba de mencionar a uno de sus cismáticos internos), suelen ser nostálgicos de los incendios y de las batallas a vida o muerte, sin posibilidad de diálogo ni de entendimiento, lo cual es fruto de una cruel obstinación ideológica que los encierra irremediablemente en una burbuja ajena a la realidad.
      Aquí, en los artículos de mi blog, sólo intento corregir expresiones erróneas, y a veces muy erróneas, fabricadas con hipócrito afán proselitista inescrupuloso, como la expresión usada por usted: "la misa de siempre". Esa expresión es un mantra que los pasadistas repiten y repiten sin cesar para auto-convencerse.
      Precisamente, usted, para mantenerse en lo que usted llama "la Misa de siempre", pierde la comunión eclesial.
      A decir verdad, un abogado no debería hablar de este modo, a despropósito.
      Pero no se preocupe, aún hablado de esa manera, usted no será llevado por la Iglesia a la hoguera, como en tiempos de Savonarola o de Giordano Bruno (el primero, un santo, el segundo, propagador de herejías). La Iglesia ya no trata así ni a los sospechosos de errores contra la fe ni a los cismáticos, precisamente porque la Iglesia ha progresado en el entendimiento de la Fe y de la vida de la Gracia, como ha progresado en la comprensión del culto litúrgico que debe dar a Dios, y seguirá progresando, hasta la perfecta liturgia celestial.

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    2. Quizás algún día usted logre hacer las paces con la lógica.

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    3. Estimado Juan,
      lo que intento decir es que el pasadismo al igual que el modernismo, son errores contra la fe y, en muchos de sus aspectos, errores contra la razón natural, y contra el buen sentido común. En ambos casos, tanto en el pasadismo, como en el modernismo, estoy hablando de la "ideología", es decir, de ambas corrientes de pensamiento ideológico, lo cual es una abstracción respecto a los concretos e individuales pasadistas y modernistas, que son hombres y mujeres concretos, fieles cristianos, cuya responsabilidad (pecado) en ese error (pasadista o modernista) será de variado grado y culpa. En algunos casos concretos llega a ser locura o delirio. Lo cual no quita que la abstracción, es decir el pasadismo o el modernismo en cuanto abstracciones de sus concretas realizaciones en hombres y mujeres, son en sí mismos "locuras" o "delirios", precisamente a causa de su ilogicidad.
      Ahora bien, si me he explicado en lo que acabo de decir, entonces podrá entenderme en lo que le digo a continuación:
      Si al delirio pasadista, usted lo llama "lógica", entonces no hay esperanza. En tal caso, siempre estaré del otro lado de su "lógica".

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    4. Filemón: No cabe duda de que Ud. prefiere la afirmación apodíctica en lugar del logos. Es importante tener una alta consideración de uno mismo. Siga así. Pero quizás a veces sería bueno considerar algún tema que no consista sólo en un axioma ideológico… pero, sinceramente, no lo espero de su parte. Por otro lado, parece que alguien en Roma valora este modo de pensar... que al final haya llevado al actual camino del positivismo jurídico aplicado a la liturgia. Reitero de todo corazón el deseo de una buena paz con lógica.

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    5. Estimado Juan,
      en primer lugar, me sorprende que usted tenga de mí la impresión de que prefiero "la afirmación apodíctica en lugar del logos". Cualquiera de mis lectores, si está libre de prejuicios y obstinadas ideologías, puede a simple vista advertir en la lectura de mis artículos mi modo de recurrir al Magisterio de la Iglesia, a la sana teología y a los servicios que presta a nuestra Fe la argumentación lógica a través de la sana filosofía, particularmente aristotélico-tomista.
      ¿O acaso usted no ha leído mis artículos? ¿Acaso sólo se ha dejado llevar por los avances o bajadas de título, o peor aún, no lo quisiera pensar, por la pasionalidad de una mera discusión sin ton ni son, como a veces son habituales en los foros por internet? No quiero pensarlo.
      Prefiero creer que usted ha tenido el sentido común de animarse a escribir sus comentarios sólo a partir de una atenta lectura de mis artículos. De no ser así, no tendrían sentido los comentarios en este foro.
      En segundo lugar no tengo más "alta consideración de mi mismo", de aquella que brota de mi conciencia de pecador redimido por la gracia, y que ha recibido de nuestro Señor Jesucristo la gracia de haber vivido ya cinco décadas en la docencia de la filosofía y de la teología católicas. Esto me habilita, modesta y humildemente, a pensar que puedo decir una palabra con cierta competencia.
      En tercer lugar, ¿podría usted explicitar un poco mejor a qué se refiere con su expresión "positivismo jurídico aplicado a la liturgia"?
      Al respecto, lo único que me corresponde decirle es que en la liturgia debe distinguirse la "ley divina", es decir la "lex orandi" de institución divina y por lo tanto inmutable, y la ley litúrgica eclesial, la cual, efectivmente, es ley positiva, jurídica, contingente, modificable y transitoria, que es la "lex orandi" eclesiástica. Esto lo sabe cualquier católico culto, que sepa distinguir en la liturgia la substancia inmutable y las formas contingentes.

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