miércoles, 20 de septiembre de 2023

Qué es la sinodalidad de la Iglesia

Sabemos cómo recientemente, y desde diversos sectores, se han venido expresando temores e incluso fuertes preocupaciones sobre los resultados del Sínodo del Pueblo de Dios 2021-2024, el cual ha sido comparado por algunos desorientados con realidades humanas que nada tienen que ver con la naturaleza propia de la Iglesia fundada por nuestro Señor Jesucristo. Pero imaginarse cosas de tal género significa no saber cuál es el poder de la Iglesia contra las fuerzas de Satanás. Si Jesús ha dicho "non praevalebunt", ¿queremos creerlo sí o no?...

Algunos datos terminológicos e históricos
   
----------En los años que lleva preparándose el Sínodo del Pueblo de Dios cuya Asamblea General se reunirá en octubre de 2023 y octubre de 2024, el término "sínodo" ha venido manejándose a nivel general y popular con el significado de "caminar juntos" (syn-odos). En tal sentido, la Iglesia es un pueblo en camino, semejante a Israel en el desierto en camino hacia la tierra prometida y donde nuestro Moisés es el Papa.
----------Tal significado inicial es indudablemente correcto, pero seguramente algunos de nuestros lectores con tendencias más académicas se sentirán más a gusto si hiciéramos algunas precisiones en el plano etimológico y en el plano histórico, que muestran no pocos matices en el significado de la palabra.
----------A nivel etimológico, la palabra sínodo todavía produce discusiones. La interpretación más frecuente hoy en día es que viene, efectivamente, del griego σύν - ὁδός (sun-odos), tal como hemos dicho, "caminar juntos", o bien "viaje en compañía", básicamente del término griego ὁδός (odós), que significa "camino" o "ruta". Pero otros lingüistas señalan una etimología algo diferente: el término provendría del griego antiguo σύνοδος compuesto de σύν, que significa como hemos dicho "juntos", y de ὀδός pero del dialecto ático, que significa "límite o umbral de la casa" (en griego antiguo οὐδός, oudos). En esta segunda etimología la palabra sínodo designaría literalmente, más bien el hecho de cruzar el mismo umbral, de permanecer juntos. Sin embargo, cualquiera sea de las dos la etimología aceptada, en los dos casos, su significado es el de: reunión.
----------La versión del griego al latín ha producido trasvases terminológicos, y así la palabra griega sínodo originalmente se ha entendido como equivalente al latín concilium (concilio), que designa una asamblea de obispos. Como resulta claro, en este trasvase se han producido al menos dos efectos reductivos: la palabra ha quedado constreñida al ámbito eclesial y, dentro del ámbito eclesial, reducida al ámbito de los obispos. Pero este significado solo se encuentra en traducciones de textos griegos que buscan enfatizar las diferencias entre los usos y costumbres orientales y occidentales. De hecho, se comenzó a utilizar en la Iglesia la palabra "conciliar" para designar las asambleas de obispos, ya sean locales o regionales o ecuménicas. Así, todas las asambleas de obispos de la Iglesia primitiva o medieval se solían denominar "concilios".
----------A nivel histórico, las cuestiones sobre el significado del término sínodo se complican, pues en el curso de los siglos, en el mismo seno del cristianismo, la palabra no ha tenido el mismo significado en la Iglesia católica y en las comunidades separadas de Roma.
----------En la Iglesia católica los términos "sínodo" y "concilio" han sido usados durante mucho tiempo como sinónimos, habiendo sido palabras intercambiables, excepto a nivel local, donde siempre se ha utilizado la designación de sínodo diocesano (y nunca concilio diocesano). Ahora bien, desde finales del siglo XX, la Iglesia tiende a reservar el término "concilio" para las asambleas de Obispos denominadas "ecuménicas", vale decir, asambleas mundiales o universales, aunque siempre de Obispos católicos (y no como se expresó hace poco un joven sacerdote argentino, de gran popularidad mediática en internet, quien reveló grave desconocimiento de la cuestión, afirmando que el concilio ecuménico era una reunión en la que participan confesiones separadas de Roma, como las confesiones protestantes o las iglesias orientales​ llamadas "ortodoxas").
----------En el ámbito del protestantismo, en cambio, el término sínodo se refiere a la asamblea responsable del gobierno de una determinada iglesia, en la medida que en esa determinada confesión se haya adoptado el sistema presbiteriano sinodal, teniendo en cuenta que los laicos son parte de los sínodos protestantes junto con los pastores. Así formulada, la realidad protestante parece sencilla, aunque en realidad no lo es, dada la diversificada organización que tienen sus muchas confesiones.
----------Por su parte, en las diversas Iglesias ordotoxas orientales, el significado del sínodo adquiere una característica particular: el llamado Santo Sínodo es la asamblea permanente de obispos que, bajo la presidencia de un primado, gobierna una determinada Iglesia católica oriental o encabeza una de las Iglesias ortodoxas orientales o una de las Iglesias auto-céfalas de la comunión ortodoxa.
   
El papa Francisco y un modo nuevo de entender un sínodo
   
----------El Concilio Vaticano II ha desarrollado mucho la doctrina del pueblo de Dios y la doctrina del laicado, y por lo tanto, del hecho que seamos todos, en cuanto bautizados, hermanos discípulos de un solo Maestro, en la diversidad y variedad de los dones y de las cualidades propias de cada uno. A tal propósito, el Concilio también ha desarrollado mucho la doctrina en otras materias conexas, como la del sacerdocio común de los fieles, de la función profética laical y de la espiritualidad de los laicos, de las asociaciones y de los movimientos laicales, de los ministerios laicales, de la llamada universal a la santidad, de los dones carismáticos concedidos a los laicos, del espacio de la iniciativa laical, de la misión del laico en la Iglesia y en la sociedad, de la responsabilidad de todos los bautizados de anunciar el Evangelio, de la facultad que tienen los laicos de dirigir observaciones filiales a los pastores para ayudarlos a servir mejor al rebaño a ellos confiado.
----------En la base y fundamento de toda esta temática desarrollada por el Concilio Vaticano II, debemos tener presente que en la Iglesia existe un doble movimiento del Espíritu Santo: el Espíritu jerárquico desciende desde lo alto de los pastores hasta lo más bajo del pueblo; desde lo alto del supremo pontificado desciende sobre el pueblo la doctrina saludable proclamada por el Vicario de Cristo, mientras que el Espíritu carismático asciende desde el pueblo hasta las alturas de los pastores.
----------Esto también quiere decir que, desde lo alto de la Jerarquía de los pastores descienden sobre los laicos las gracias contenidas en los sacramentos administrados por los pastores; y que del pueblo ascienden las peticiones y las súplicas, los lamentos y los deseos, se propone y sube benéfica, cual generosa colaboración, para beneficio y consuelo de los pastores y del Papa mismo, la iniciativa cultural, política, educativa, caritativa, innovadora, profética, devocional y reformadora de la vida cristiana y eclesial.
----------En la primera frase de este artículo he usado conscientemente la expresión Sínodo del Pueblo de Dios. Precisamente en esa expresión se podría resumir la nueva significación dada por el papa Francisco a la realidad del sínodo en la Iglesia. El sínodo es la realización y el testimonio de la unidad comunional de la Iglesia. Ella se manifiesta como un solo cuerpo, el cuerpo místico de Cristo, cuerpo compuesto de miembros y de órganos, cada uno con su propia función al servicio del todo y beneficiario de la vida del todo. Unidad en la multiplicidad. Unidad en la diversidad. Unidad en la variedad. Unidad en la libertad. Unidad ordenada y armoniosa.
----------El Sínodo del Pueblo de Dios 2021-2024, de obispos, sacerdotes, laicos y religiosos, actualmente en curso, es sobre todo una valorización de la dignidad y actividad laicales, como nunca antes se había verificado en la historia de la Iglesia. El poder de dirección y de gobierno naturalmente permanece en el Papa y en el Episcopado, pero nunca hasta ahora la Iglesia había aclarado tanto y promovido la entidad, el alcance y la cualidad de la participación de los laicos en el gobierno de la Iglesia y nunca había aparecido tanto el aspecto del auto-gobierno del pueblo de Dios, algo similar a la democracia de los regímenes políticos de esta tierra, con la diferencia de que mientras en estos el auto-gobierno es suficiente para el gobierno de la comunidad y del Estado, el auto-gobierno laical eclesial sólo toca al plano humano y popular de la vida eclesial y deja el plano superior escatológico relativo al Reino de Dios a la superior guía o dirección de la jerarquía y del Papa. El sacerdocio ministerial sigue siendo siempre supra-ordenado al sacerdocio común de los fieles.
----------El Sínodo del Pueblo de Dios sobre la Sinodalidad, ha sido convocado por el Romano Pontífice no sólo para expresar y manifestar la unidad de la Iglesia y dar de ella testimonio al mundo, sino también para favorecer, alentar e incrementar el proceso de pacificación y reconciliación entre lefebvrianos y modernistas. Los unos y los otros tienen plena libertad para expresar sus ideas, para manifestar sus propuestas, sus insatisfacciones, sus necesidades en un clima deseable de diálogo constructivo, de mutua comprensión, de recíproca corrección fraterna, terminándola de una vez por todas de insultarse y denigrarse recíprocamente, haciendo honor los unos y los otros a ese nombre "católico", que los unos y los otros se jactan de llevar, hasta el punto de considerarse -y esto es demasiado- modelos en esto para toda la Iglesia.
----------Al respecto de estas dos facciones de pasadistas y modernistas (que a sus diferentes modos y en sus diferentes y complejos grados son indudablemente partidos cismáticos y heréticos), puede resultar significativo hacer aquí una graciosa relación con una particular y específica etimología del latín tardío synŏdus, y este del griego bizantino σύνοδος (sýnodos), aunque con el significado astronómico de "conjunción de dos planetas", un significado ya atestiguado en Aristóteles y en Plutarco. De hecho, en astronomía todavía se sigue hablando de "sínodo" como la conjunción de dos planetas en el mismo grado de la eclíptica o en el mismo círculo de posición. Pues bien, es intención también del papa Francisco, quien explícitamente ha señalado (cito de memoria) "la naturaleza ecuménica del sínodo, y la naturaleza sinodal del ecumenismo", que este Sínodo 2021-2024 pueda servir también para la conjunción, de una vez por todas, de estos dos planetas que desde hace sesenta años giran en eclípticas distantes, los modernistas y los pasadistas.
   
Implicancias pastorales de la novedad del papa Francisco sobre el sínodo
   
----------El sínodo no es sólo caminar juntos, sino también un combatir y un sufrir juntos. No debemos olvidar el carácter militante de la Iglesia terrena, que aparece clarísimo en los combates escatológicos descriptos por el libro del Apocalipsis (Ap 19,12-21; 20,7-10). El carácter triunfante es sólo el celestial.
----------Hoy, en lugar de la expresión Iglesia militante, prevalece la expresión Iglesia peregrinante, lo cual está muy bien. Sin embargo, recordemos que peregrinante está asociado a purgante, referido al purgatorio, que también es un dogma hoy archivado en el rincón de las cosas olvidadas, y ello es bastante comprensible porque los sacrificios pesan a todos. Sin embargo, debemos recordar que no podemos entrar en el Reino de los cielos sin pasar a través de muchas tribulaciones (cf. Hch 14,22).
----------De modo que, a partir de lo que brevemente hemos considerado, en un sentido general, el sínodo puede indicar diferentes modos de reunión: antaño los sínodos eran los Concilios Ecuménicos, asambleas de Obispos convocadas por el Papa o en todo caso autorizadas o aprobadas por el Papa, bajo la presidencia del Papa, para decidir acerca de graves cuestiones doctrinales, pastorales o disciplinarias.
----------San Paulo VI, como es sabido, ha instituído el Sínodo de los Obispos, teniendo el propósito y la función de expresarse sobre grandes cuestiones morales o pastorales de competencia propia del gobierno de la Iglesia, formulando votaciones, soluciones y propuestas, que normalmente vienen hechas propias o adoptadas por el Papa, que frecuentemente las convalida con un documento posterior, reservándose siempre obviamente el derecho de modificar, acentuar, mitigar, añadir, eliminar a su exclusivo criterio y decisión.
----------Desarrollando la idea de san Paulo VI, pero también diferenciándose en parte de ella, una novedad instituida por el actual Pontífice es el Sínodo del Pueblo de Dios, que es el que actualmente está en curso. Aquí los Obispos siguen siendo los guías que recogen las voces de los laicos y de los religiosos, del pueblo de Dios, de las organizaciones y asociaciones laicales, los cuales formulan votos y propuestas, plantean peticiones, expresan anhelos y esperanzas, temores y preocupaciones, formulan preguntas a los Obispos y al Papa. Está claro que también aquí la última palabra le compete al Papa, quien sigue las labores sinodales manteniéndose al margen y, una vez terminados los trabajos y leídos los documentos finales, asume, acepta, confirma, aprueba, desarrolla, desaprueba, corrige, excluye, como mejor lo considere y le parezca.
----------Sabemos cómo recientemente, y desde diversos sectores, se han venido expresando temores e incluso fuertes preocupaciones sobre los resultados de este Sínodo 2021-2024, el cual ha sido comparado por el historiador Roberto de Mattei con la Asamblea constituyente francesa de 1789, que condujo a la Revolución Francesa. Ahora bien, sin embargo, es grave confundir como lo hace De Mattei a la Iglesia con el Ancien Régime y al puñado de los modernistas con los autores de la Revolución Francesa. Cosas peores a las del profesor De Mattei han dicho sobre este Sínodo otros católicos, incluso cardenales, obispos y sacerdotes (también algún obispo emérito argentino y el mismo mediático sacerdote al que me referí líneas arriba). Pero imaginarse cosas de tal género significa no saber cuál es el poder de la Iglesia contra las fuerzas de Satanás. Si Jesús ha dicho "non praevalebunt", ¿queremos creerlo sí o no?

22 comentarios:

  1. "El sínodo ha sido convocado por el Papa [...] también para favorecer, alentar e incrementar el proceso de pacificación y reconciliación entre lefebvrianos y modernistas".
    Entiendo que usted se refiere a "indietristas" (como dice el Papa) y modernistas. Pero no los lefebvrianos, porque formalmente son cismáticos. Tanto los indietristas como los modernistas pueden ser material o virtualmente cismáticos, pero al menos permanecen dentro de la estructura eclesial. No así los lefebvrianos, que están separados de la estructura canónica de la Iglesia.
    Saludos.

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    1. Estimado Anónimo,
      yo pienso que a este Sínodo del Pueblo de Dios, con las particulares características que tiene tal como lo ha establecido el Papa, también están invitados aquellos católicos que no están en plena comunión con la Iglesia.
      Por otra parte, no podemos olvidar que en la actualidad muchos se consideran a si mismos católicos e incluso son considerados como tales, cuando luego en realidad, a la prueba de los hechos, podemos notar que son víctimas de teorías no católicas o de modos de pensamiento que contrastan o directamente se oponen a los dogmas católicos y a la doctrina católica. Además, estos tales, efectivamente, se pueden considear cismáticos de hecho, incluso si no están reconocidos como tales desde el punto de vista jurídico.
      Yo creo que lo que es especialmente importante para el papa Francisco en este sinodo, no es tanto prestar atención a estos aspectos jurídicos, sino convocar al mayor número posible de hermanos que dispongan de ánimo abierto al diálogo y estén dispuestos al perdón y a la reconciliación. Usted hace referencia a los lefebvrianos, pero lo triste del caso es que probablemente serán los propios lefebvrianos o filo-lefebvrianos quienes se nieguen a participar.
      En cuanto a los modernistas, considerando el prestigio del que ellos gozan, ciertamente nadie los excluye. Ellos mismos se consideran la punta de avanzada de la Iglesia, y nosotros, los católicos normales, tendremos que tolerarlos con caridad, con la esperanza de que se conviertan.

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    2. Estimado padre,
      tiene usted razón, este sínodo tiene caracteristicas particulares, y no es como los anteriores sínodos de Obispos. El Papa incluso ha puesto en relación el ecumenismo con la sinodalidad, hablando de algo así como del "carácter ecuménico del sínodo, y el carácter sinodal del ecumenismo". Tiene usted razón. Gracias por su respuesta.

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    3. Estimado Anónimo,
      el Sínodo 2021-2024 no es un Sínodo de Obispos, sino un Sínodo del Pueblo de Dios, idea del papa Francisco, quien incluso ha querido darle un carácter amplio, en el sentido de que también los demás cristianos no-católicos, forman de alguna manera el Pueblo de Dios, aunque no estén en plena comunión con el Vicarrio de Cristo.

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  2. Estimado Padre Filemón,
    a la vista de la relativa brevedad de su artículo, supongo que no ha querido profundizar en la teología eclesial, o más bien en la doctrina sobre la Iglesia, con ecos en la estructura canónica eclesial actual.
    Supongo que, más allá de la novedad de este "sínodo del pueblo de Dios", como usted lo llama, la diferencia entre el Concilio Ecuménico (en total han sido 21 en lo que va de la historia de la Iglesia) y cualquier otra reunión de Obispos con o sin laicos y participantes religiosos, debe ser identificada.
    Y entiendo que la diferencia fundamental entre ambas instituciones es que el Concilio Ecuménico, además del propósito de reforma eclesial (que se refiere a la vida, a las costumbres, de la Iglesia) puede referirse a cuestiones doctrinales o incluso dogmáticas, cum et sub. Petro. Mientras que cualquier sínodo de obispos (me refiero a la institución creada por san Paulo VI) nunca aborda el aspecto doctrinal (aunque esté basado en dogmas y doctrinas), sino que siempre y sólo se refiere a cuestiones pastorales o disciplinarias. ¿Cae en esta última categoría lo que usted llama el “Sínodo del Pueblo de Dios”?
    Gracias.

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    1. Estimado Ernesto,
      el elemento diferencial entre Concilio Ecuménico y Sínodo se refiere a las definiciones doctrinales o dogmáticas.
      Es decir, un Concilio Ecuménico tiene la facultad de hacer tales definiciones (sometidas, por supuesto, a la promulgación del Sumo Pontífice), mientras que un Sínodo, ya se trate del Sínodo de los Obispos o del actual Sínodo del Pueblo de Dios, como máximo tiene la facultad de proponer al Papa una nueva definición doctrinal, a fin de aclarar u obtener una definitiva certeza sobre una verdad en torno a la cual se discute.
      Sin embargo, aquí es necesario prestar atención: el error del sínodo alemán ha sido el de proponer al Papa el sacerdocio de la mujer. ¿Por qué error? Porque, sobre este punto, la Iglesia ya se ha pronunciado en sentido dogmático, con la exclusión de la mujer del sacramento del Orden.
      En cambio, una propuesta sabia entre otras, que se podría hacer, podría ser la iniciativa de alguna teóloga encaminada a aclarar el lugar de la mujer en la Iglesia. Es un campo que se puede considerar como doctrinal y no sólo pastoral, en cuanto que está en juego la naturaleza propia del alma femenina. Por consiguiente, se trata de una cuestión antropológica, que como tal también podría ser resuelta con una sentencia dogmática.
      Otras temáticas que, por su naturaleza ontológica, podrían ser abordadas con propuestas afines de dogmatización o de magisterio, son por ejemplo la relación hombre-naturaleza, que constituye el campo de la ecología.

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    2. Gracias, padre Filemón, por su amable respuesta. Veo, entonces, que yo no estaba tan descaminado, aunque admito su corrección. Pues si bien el Sínodo trata usualmente cuestiones pastorales o disciplinares, nada obsta a que trate cuestiones doctrinales, con posteriores eventuales pedidos de clarificación al Papa, que es el único que puede sentar doctrina o definir dogmáticamente. Al respecto, ahora me doy cuenta de ello, tanto a nivel pastoral como a nivel doctrinal, un Sínodo siempre se limita al plano de lo deliberativo, pero no de lo resolutivo, pues el que resuelve, tanto a nivel de pastoral como de doctrina, es el Papa.

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    3. Estimado Ernesto,
      sólo quisiera señalar una cuestión terminológica referente a los diferentes poderes del Sínodo y del Papa.
      Respecto a los Sínodos, hablaría de poder consultivo, más que de poder deliberativo, porque la verdadera y propia deliberación es una decisión, en el sentido de decir "se hace así", lo cual evidentemente corresponde al Superior, en este caso al Romano Pontífice.
      Y por cuanto respecta al poder del Papa, yo hablaría ciertamente de poder decisional, el cual fácilmente resuelve las cuestiones, pero en el lenguaje jurídico y moral el acto conclusivo del Superior es llamado decisión o deliberación.

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  3. Estimado Filemón,
    quizás lo que diré a continuación pueda sonar demasiado vago y en el aire, pero creo que mi forma de hablar estaría un tanto justificada por el carácter genérico y también un tanto vago del tema -la "sinodalidad"- elegido por el papa Francisco para este Sínodo 2021-2024.
    Lo que digo es lo siguiente: teniendo en cuenta el doble aspecto divino y humano de la Iglesia, o sea, el aspecto de institución divina y el aspecto de legislación humana, de la Iglesia, quizás podría decirse que, mientras el "Sínodo" (cualquiera sea, si Sínodo de Obispos o Sínodo del Pueblo de Dios) es una institución humana, en cambio, la "sinodalidad" pertenece a las propiedades divinamente fundacionales de la Iglesia, ¿ligada quizás a su nota de "unicidad", Iglesia Una? ¿Qué piensas de lo que digo?

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    1. Estimado Berengario,
      el problema que podríamos plantearnos es si el Concilio sea de derecho divino.
      De cuanto se desprende de las narraciones neo-testamentarias, no se dice nunca que Jesús haya convocado un Concilio, que entonces sólo podría haber tenido la forma de una reunión de los Apóstoles.
      Los Evangelios nos hablan de diversos contactos de Jesús con los Apóstoles, de lo cual, si bien no deriva nunca por parte de Jesús una institución formal del Concilio, los Apóstoles, después de la ascensión de Jesús al cielo y de la experiencia de Pentecostés, han comprendido que esta institución estaba implícita en la conducta que Jesús había tenido con ellos durante su vida terrena. Así se explica la convocatoria del primer Concilio de Jerusalén.
      Entonces, ¿está en juego el derecho divino? Podemos decir que en forma implícita. Sin embargo, una cosa esencial a tener en cuenta es que los Concilios sólo pueden ser convocados por el Papa, porque Pedro es el Vicario de Cristo.
      Por cuanto respecta en cambio al Sínodo de los Obispos, sabemos que es de derecho eclesiástico, porque fue instituido solamente a partir de san Paulo VI en 1965, en la carta apostólica Apostolica sollicitudo (https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/motu_proprio/documents/hf_p-vi_motu-proprio_19650915_apostolica-sollicitudo.html).
      Por cuanto respecta al actual Sínodo del Pueblo de Dios, fue en cambio querido por el papa Francisco para los años 2021-2024 (https://www.synod.va/es.html).
      Por cuanto respecta a la sinodalidad de la Iglesia, ella deriva de la nota de la universalidad y de la santidad, por lo cual, si bien tal sinodalidad en su máxima extensión ha llegado a la conciencia de la Iglesia sólo gracias a la intuición del papa Francisco, el cual ha desarrollado la eclesiología conciliar del Pueblo de Dios, se puede decir, sin embargo, que la sinodalidad está implícita desde el principio en la nota de la universalidad y en la nota de la santidad.
      Se podría señalar que esta instancia de la santidad del Pueblo de Dios, como Pueblo sacerdotal, ya estaba presente en la reforma propuesta por Lutero, sin embargo con el defecto de que Lutero no distinguía el sacerdocio común de los fieles del sacerdocio ministerial.
      Por otra parte, el concepto de sinodalidad permanece vivo en la Iglesia ortodoxa oriental (Sobornost). Desafortunadamente, existe el límite de que la Ortodoxia oriental, al no ser una Iglesia Universal en torno al Papa y bajo el Papa, es un conjunto de Iglesias locales, por lo cual la sinodalidad es propiedad únicamente de cada Iglesia local o nacional. A estas Iglesias no les queda más que el Sínodo Panortodoxo, el cual, sin embargo, dado que apunta o se centra más en el conjunto que en la unidad, ha registrado a lo largo de su larga historia una serie interminable de conflictos internos.
      Por lo que respecta a los Protestantes, ellos se parecen en esto a los Ortodoxos, con el agravante de que al menos los Ortodoxos conservan la apostolicidad de la Iglesia, mientras que desgraciadamente los Protestantes no tienen otro medio de unidad más que el Bautismo. De ahí que en el mundo protestante una conflictualidad a nivel doctrinal sea mucho más grave que el conflicto que se verifica en el ámbito doctrinal de la Ortodoxia.

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    2. Te agradezco, Filemón, lo detallado y articulado de tu respuesta a mi vaga y humilde pregunta. La cual, por lo visto, parece tener mucha savia, como para poder ser desarrollada en ulteriores reflexiones teológicas.
      Por ejemplo, veo, por tu respuesta, las relaciones del tema de la sinodalidad con la teología del Pueblo de Dios, la teología del Laicado, y la teología del Sacerdocio común de los fieles, que el Concilio Vaticano II ha desarrollado mucho y clarificado en gran medida.
      Lamentablemente a casi sesenta años de finalizado el Concilio estas doctrinas teológicas no parece que se hayan establecido con firmeza todavía en la conciencia de los fieles (clero y laicos)y me refiero al ámbito del "indietrismo" como lo llama el Papa.
      Seis décadas parece mucho tiempo, aunque para el curso de la historia de la Iglesia no lo es: basta tener presente que a 100 años de finalizado el Concilio de Trento, ni siquiera sus textos finales habían podido ingresar a Francia (¡la otrora "católica" Francia!).
      Días atrás, un joven sacerdote argentino, muy mediático en internet, con miles y miles de seguidores en su canal de youtube, hablando del Sínodo 2021-2024, hablaba en tono despectivo de la categoría de "Pueblo de Dios". ¡Y se trata de un sacerdote ordenado a principios de este milenio!
      De modo que el pasadismo tiene sus exponentes en quienes debieran haberse formado plenamente en las doctrinas del Concilio Vaticano II, y desgraciadamente no ha sido así.
      Gracias, nuevamente, padre, por tu solícita ayuda y servicio.

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    3. Estimado Berengario,
      concuerdo con tu análisis de la actual situación de la Iglesia en relación al Concilio Vaticano II.
      Como sabemos, el Concilio ciertamente ha dado buenos frutos, pero ciertos documentos cuestan ser puestos en práctica, pero lo que es aún más triste es que algunos documentos son mal entendidos y confundidos por textos modernistas. Ésta es la opinión de los indietristas.
      En cambio, la corriente modernista ha interpretado el impulso progresista del Concilio, el cual asume los aspectos positivos de la modernidad, como si el Concilio jugara a su favor.
      A nosotros, católicos normales, ni indietristas ​​ni modernistas, nos compete la tarea de llevar adelante la reforma conciliar rectamente entendida en comunión con el Papa, aunque sea en una legítima y libre crítica constructiva y filial.

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  4. En una reciente entrevista el cardenal Muller, que fue Prefecto del dicasterio de la Fe, a quien el papa Francisco no renovó su mandato hace años, ha criticado duramente el próximo Sínodo sobre la Sinodalidad de octubre, afirmando que «Si los laicos participan en él con derecho a voto, entonces ya no se trata de un sínodo de obispos».
    La respuesta completa del cardenal Muller a la pregunta acerca de si los laicos debían participar y votar en el sínodo, ha sido ésta: "Los obispos participan en su cargo ejerciendo la responsabilidad colegiada sobre toda la Iglesia junto con el Papa. Si los laicos participan en él con derecho a voto, entonces ya no se trata de un sínodo de obispos o una conferencia eclesiástica que no tiene la autoridad docente apostólica del colegio episcopal. Hablar de un Concilio Vaticano III sólo se le puede ocurrir a una persona ignorante, porque un sínodo romano de obispos no es desde el principio un concilio ecuménico, que el Papa no podría declarar posteriormente sin ignorar el derecho divino de los obispos a un Concilio Vaticano III, que podría fundar una nueva Iglesia superando o completando la supuestamente estancada en el Concilio Vaticano II. Cada vez que los efectos populistas inclinan la balanza hacia decisiones tan espontáneas, se oscurece la naturaleza sacramental de la Iglesia y su misión, incluso si posteriormente se intenta justificarla con el sacerdocio común de todos los creyentes y se intenta nivelar la diferencia en esencia con respecto a el sacerdocio de ordenación sacramental (Lumen Gentium 10)".

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    1. Estimado Fernando,
      gracias por la información. No conozco la entrevista donde el cardenal Muller se ha expresado con el texto del cual me informas.
      Doy por supuesto que tu referencia es fidedigna.
      Pues bien, no veo, en principio, nada objetable, al menos substancialmente, a las afirmaciones de Müller. Efectivamente, la participación de los laicos y el voto de los laicos en el Sínodo en curso, indica que éste no es un Sínodo de Obispos, sino, como lo ha establecido el Papa, un Sínodo del Pueblo de Dios.
      Probablemente Müller esperaba otra cosa, no lo sé, o quizás sus expectativas no iban más allá que las previsibles en los anteriores Sinodos de Obispos. Pero un teólogo del calibre del cardenal alemán no puede sino darse cuenta de que está en la competencia del Romano Pontífice establecer este Sínodo del Pueblo de Dios, así como san Paulo VI estableció en 1965 el Sínodo de Obispos, que nunca antes había existido en la Iglesia con las características instituídas por el Santo pontífice.
      Por lo demás, advierto razonables temores de Müller respecto a los modernistas y su acción deletérea en la Iglesia. Sin embargo, también percibo en Müller cierta carencia de la necesaria confianza en el divino poder de la Iglesia, ante cuya autoridad las potencias de la muerte "non praevalebunt". Dudar de esto sería afirmar que Nuestro Señor nos ha mentido. Y no es posible, nuevamente, que un teólogo del valor de Müller piense esto.

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  5. Gracias, padre Filemón, por esclarecer elementos que son básicos para comprender lo que está sucediendo hoy con el Sínodo 2021-2024.

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      gracias por tu consenso, y me alegro que mi artículo te haya sido de utilidad.

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  6. Excelente, padre Filemón. Me parece que Ud. se mantiene apartado, a la manera de los desertores, pero no pretendo ofender. Usted entiende. Déjeme explicar: "Non praevalebunt", excelente, ciertamente que así será: pero ¿significa esto consecuentemente que para Dios debemos contar tanto como moscas? ¿Acaso no hemos sido dotados de albedrío-voluntad? ¿A lo largo de los siglos siempre apóstoles pero mudos? Combatamos-oremos, combatamos-oremos, sin parar, ayudémonos que Dios nos ayuda. ¿He entendido mal? Gracias por adelantado por su respuesta.

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    1. Estimado Pius Otto,
      ha comprendido perfectamente mi pensamiento cuando subrayo nuestra responsabilidad como creyentes en el combatir, como dice san Pablo, la buena batalla.
      Ciertamente, como también dice san Pablo, debemos ponernos a disposición del Señor y asegurarnos de ser sus instrumentos en la obra de la salvación.
      De tal modo actúa en nosotros la gracia, la cual, si no ponemos obstáculo, mueve nuestro libre albedrío hacia el cumplimiento del bien. Esto quiere decir que en nuestro camino hacia la salvación y en la obra que debemos realizar para el advenimiento del reino de Dios, existen dos factores que deben concurrir de modo sinérgico para alcanzar la meta que Dios ha trazado para nuestra bienaventuranza.
      Estos dos factores son la gracia santificante, que nos precede, nos acompaña y completa nuestra obra, y nuestra buena voluntad, que encuentra en Dios el principio de su actuación.

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  7. Sergio Villaflores9 de octubre de 2023, 15:53

    Estimado padre Filemón: valoro su esfuerzo por tratar de entender el modo como el papa Francisco ha querido que se celebrara este Sínodo, con la participación no sólo de Obispos, sino de presbíteros, de religiosos no obispos, de religiosas, y de laicos, incluyendo el voto de todos ellos. En tal sentido, también me parece muy elogiable su idea de denominar a este tipo de Sínodo inaugurado por Francisco como "Sínodo del Pueblo de Dios". Muy hermoso. Pero sólo en las intenciones. Porque esto que hoy se celebra en Roma se llama la: "XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos".
    Entiendo que el Papa tenga derecho a convocar esta particular forma de encuentro eclesial. Pero... ¿por qué motivo llamarlo "XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos"? ¿No crea confusión? ¿No quedan así motivadas las sospechas de aquellos tradicionalistas extremos, como Roberto de Mattei, Ureta, el cardenal Burke, y otros, que ven en esto un intento de cambiar la estructura eclesial, entendiéndo el proyecto como una "revolución"?
    Yo creo en el Papa, creo que él no tiene ni puede tener esta intención. Pero, entonces, ¿por qué esta voluntad de insistir en la confusión? ¿Por qué no decir que este no es un Sínodo como los anteriores? ¿Por qué no decir que no se trata esta vez de un Sínodo de Obispos?...
    ¿Por qué seguir dando argumentos a los "pasadistas", como los llama usted?
    Gracias
    Sergio Villaflores (Valencia)

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    1. Estimado Sergio,
      hago una aclaración: la denominación oficial de este Sínodo es XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
      Yo, con mi denominación de "Sínodo del Pueblo de Dios", simplemente he querido aclarar que esta Asamblea de Obispos no es como las precedentes, que incluían sólo a los Obispos, sino que se ha extendido, con derecho a voto, a algunos representantes, elegidos por los Obispos y por el Papa, del Pueblo de Dios en todos sus grupos, presbíteros, teólogos, religiosos, laicos hombres y mujeres, y también observadores no católicos.
      Este Sínodo resume el trabajo de tres años de las Diócesis de todo el mundo. Se trata del "Sínodo 2021-2024", como se puede ver en el sitio web de la Santa Sede: https://www.synod.va/es.html

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  8. Padre Filemón: ¿se puede hablar de una "naturaleza sinodal" de la Iglesia, como hoy se escucha decir a muchos?
    Yo sé bien que las notas "esenciales" de la Iglesia es ser Una, Santa, Católica y Apostólica. ¿Donde entraría, entonces, eso de la "naturaleza sinodal" de la Iglesia?
    Gracias por su ayuda.

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    1. Estimado Silvio,
      la sinodalidad se vincula inmediatamente con la catolicidad. En efecto, sinodalidad quiere decir caminar juntos. Por lo tanto implica la idea del todo o del conjunto. ¿Cuándo es que estamos juntos o en conjunto? ¿Cuáles son las condiciones para estar juntos? El compartir los mismos valores.
      Entonces esto quiere decir que debe tratarse de valores universales. He aquí la universalidad. Por lo demás, ¿qué significa caminar juntos? Avanzar y progresar, tanto en el conocimiento como en la acción. Esto quiere decir que un Sínodo desarrolla el conocimiento de fe y hace progresar la conducta moral.
      Veamos ahora la vinculación con las otras tres notas. Lo universal es una unidad, que es siempre la misma en una multiplicidad. Por ejemplo, el ser católico es la misma cosa en todos los católicos. En la Iglesia, todos son católicos, aun cuando cada uno lo es de manera diferente al otro. Por eso, el ser católico tiene un valor universal respecto a la constitución de la Iglesia. He aquí que aparece la nota de la unidad.
      Pero esta unidad también se puede entender como unión y comunión, en el sentido de que nosotros los católicos estamos todos unidos en la caridad entre nosotros, en torno a un principio de unidad. ¿Cuál es este principio de unidad? Nuestra fe, como dice san Pablo: "Una sola fe" (Ef 4,5).
      ¿Quién es el que custodia esta fe? El Papa, como Jefe del Colegio Apostólico, representado en nuestros Obispos. He aquí la nota de la apostolicidad.
      Sin embargo, nuestra unidad no es sólo teórica, sino también práctica. Nuestros Pastores, bajo la guía del Papa, no se limitan a enunciar las teorías, sino que también nos dan las orientaciones prácticas; la Iglesia no es una sociedad filosófica y teológica, sino que es una comunión de amor entre muchos hermanos, que se aman bajo la guía de Cristo y del Espíritu Santo.
      Ahora bien, ¿cuál es la función del Espíritu Santo? Producir la santidad en los corazones de los creyentes. He aquí, por consiguiente, la nota de la santidad.

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