sábado, 16 de septiembre de 2023

Desiderio desideravi: un año después (1/4)

La liturgia, gracias al Movimiento Litúrgico y al Concilio Vaticano II, ha podido volver a ser el lenguaje elemental de una comunidad sacerdotal. Con Desiderio desideravi, el Papa muestra que no puede escapar de esta línea de redescubrimiento del valor teológico de la liturgia, que implica la aceptación de los ritos que son fruto de la reforma como lenguaje común para toda la Iglesia. [En la imagen: la celebración de la Santa Misa en la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, de la Arquidiócesis de Mendoza, en la ciudad de Mendoza, Argentina].

Una primera rápida lectura a Desiderio desideravi
   
----------Para ir finalizando la última serie de notas sobre la Sagrada Liturgia, en la que hemos venido considerando el magisterio en materia litúrgica del papa Francisco, y sus directivas disciplinares y pastorales en ese ámbito, debemos ahora considerar con algún detalle la carta apostólica Desiderio desideravi, del 29 de junio de 2022, documento que, ni bien fue publicado hemos ya considerado en una serie de tres notas en julio de 2022, bajo el título de Desiderio desideravi: un llamado a la unidad.
----------Ciertamente, con su carta apostólica Desiderio desideravi sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios, el papa Francisco nos ha ofrecido un documento de profunda doctrina y espiritualidad, al cual hay que volver una y otra vez. A más de un año de su publicación, me gustaría compartir con los lectores del blog algunas de mis impresiones recorriendo las diferentes partes del texto. Recordemos, ante todo, a modo de vuelo de pájaro, las principales ideas transmitidas por el Santo Padre.
----------Basta mirar las 24 notas citadas a lo largo del texto para comprender el estilo de este documento. La fuente más citada es el Misal Romano, luego el autor más citado es Romano Guardini y, finalmente, los grandes Padres de la Iglesia latina: san Agustín de Hipona, san León Magno, san Ireneo de Lyon. Como muchos esperaban luego del motu proprio Traditionis custodes, el Santo Padre nos introduce en el uso de la liturgia, que es la única manera razonable de evitar los abusos litúrgicos. La Carta del Papa pretende ofrecer algunos elementos de reflexión para contemplar la belleza y la verdad del celebrar cristiano.
----------Una primera tesis que me parece deja entender este texto del Romano Pontífice es que la liturgia es el "hoy" de la historia de la salvación, cuyo centro es la Pascua de muerte y resurrección. En la Sacratísima Eucaristía y en todos los sacramentos nos viene garantizada la posibilidad de encontrar a nuestro Señor Jesucristo y ser a la vez alcanzados por el poder de su Pascua redentora. Nuestro primer encuentro con su Pascua es nuestro Bautismo: en él, en perfecta continuidad con la encarnación, se nos da la posibilidad, en virtud de la presencia y de la acción del Espíritu, de morir y de resucitar en Cristo. Sin la incorporación a Cristo no hay posibilidad de vivir en plenitud la experiencia del culto a Dios.
----------El Papa nos dice que la liturgia es el antídoto contra el veneno de la mundanidad espiritual. La liturgia nos toma de la mano, juntos, como asamblea, para conducirnos al misterio que la Palabra y los signos sacramentales nos revelan. La liturgia no tiene nada que ver con un moralismo ascético: es el don de la Pascua del Señor que, acogido con docilidad, hace nueva nuestra vida.
----------El continuo redescubrimiento de la belleza de la liturgia no es la búsqueda de un esteticismo ritual. El encuentro con Dios no es fruto de una individual búsqueda interior de Él, sino que es un acontecimiento donado. La belleza, como la verdad, genera siempre estupor o asombro, y cuando esa belleza y verdad se refieren al misterio de Dios, llevan a la adoración.
----------Una cuestión fundamental señalada po el Romano Pontífice en Desiderio desideravi es cómo recuperar la capacidad de vivir en plenitud la acción litúrgica. El hombre moderno ha perdido la capacidad de confrontarse con el actuar simbólico que es un rasgo esencial del acto litúrgico. Sería banal leer las tensiones, lamentablemente hoy presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades hacia una forma ritual. La problemática es ante todo eclesiológica. Es sorprendente, dice el Papa, que un católico no acoja con agrado la reforma litúrgica que expresa la realidad de la liturgia en íntima conexión con la visión de la Iglesia descrita por la constitución Lumen Gentium. La no acogida, así como una superficial comprensión, hacen urgente una formación litúrgica seria y vital. Como afirmó Guardini, sin formación litúrgica "las reformas en el rito y en el texto no sirven de mucho".
----------Debemos distinguir dos aspectos: la formación en la liturgia y la formación desde la liturgia. El primer aspecto es funcional al segundo, que es esencial. Recordemos siempre que es la Iglesia, Cuerpo de Cristo, el sujeto celebrante, no sólo el sacerdote. Un enfoque de litúrgico-sapiencial de la formación teológica en los seminarios ciertamente también tendría efectos positivos en la acción pastoral.
----------Según Guardini, la primera tarea de la formación litúrgica es lograr que "el hombre vuelva a ser capaz de símbolos". El Romano Pontífice señala que esta tarea no es fácil porque el hombre moderno se ha vuelto analfabeto y ya no sabe leer los símbolos. Todo símbolo es al mismo tiempo poderoso y frágil: si no es respetado, si no es tratado como aquello que es, se rompe, pierde su fuerza, se vuelve insignificante. La lectura simbólica no es un hecho de conocimiento mental sino que es una experiencia vital.
----------Otra idea importante subrayada por el Papa en Desiderio desideravi, es que un modo de crecer en la comprensión vital de los símbolos de la liturgia es cultivar el arte de celebrar. El rito es por sí mismo norma y la norma nunca es un fin en sí misma, sino siempre está al servicio de la realidad más alta que quiere custodiar. Como todo arte, requiere diferentes conocimientos: la comprensión del dinamismo que describe la liturgia para no caer en el exteriorismo y en el rubricismo; conocer cómo actúa el Espíritu en cada celebración, para no caer en el subjetivismo; conocer las dinámicas del lenguaje simbólico.
----------Son muchos los modos con los cuales la asamblea participa en la celebración. No se trata de tener que seguir un ceremonial litúrgico: se trata ante todo de una "disciplina" (en el sentido usado por Romano Guardini) que, si es observada con autenticidad, nos moldea o nos forma. Entre los gestos rituales, el silencio litúrgico ocupa un lugar importante: es el símbolo de la presencia y de la acción del Espíritu Santo que anima toda la acción celebrativa. Mucho se podría decir sobre la importancia y la delicadeza del presidir: presidir la Eucaristía es sumergirse, estar inmersos, en el horno del amor de Dios.Quien preside no se sienta en un trono; no roba la centralidad del altar; no puede presumir de sí mismo por el ministerio que le ha sido confiado; no puede decir "tomad y comed todos: esto es mi cuerpo ofrecido en sacrificio por vosotros", y no vivir el mismo deseo de ofrecer su propio cuerpo, su propia vida, por el pueblo que le ha sido confiado.
----------Finalmente, el Papa destaca que estamos llamados a redescubrir la riqueza de los principios generales expuestos en los primeros números de la constitución Sacrosanctum Concilium. No podemos volver a esa forma ritual que los Padres Conciliares, cum Petro y sub Petro, sintieron la necesidad de reformar, aprobando bajo la guía del Espíritu y según su conciencia de pastores, los principios de los que ha nacido la reforma.
----------Hagamos aquí un primer paréntesis. Lo que hemos hecho hasta ahora es solamente una lectura muy veloz y tan sólo en la superfice del texto liturgico del Papa del 29 de junio de 2022. Esta lectura apenas nos sirve para entrar en su clima, y para sentirnos invitados a profundizar sobre ideas que, en la mayoría de los casos, el Santo Padre sólo bosqueja a grandes rasgos. Intentemos, a partir de ahora, dar algunos pasos hacia una mayor profundización, para terminar con un análisis sistemático y articulado.
   
La liturgia y el deseo de comunión
   
----------Ahora bien, ¿cómo debe ser interpretada, en su significado general, la carta apostólica que el Santo Padre dedicó el 29 de junio de 2022 a la "formación litúrgica del pueblo de Dios"?
----------Pues bien, esta carta apostólica, a le vez sencilla y profunda, nos ofrece un primer nivel de intención pontificia, sobre el cual ahora me centraré, que se trasluce desde las primeras líneas y que se repite de modo poderoso en los últimos números del texto (compuesto en su totalidad por 65 breves números).
----------Está claro que Desiderio desideravi declara surgir, con la pretensión de ser una ampliación de la Carta a los Obispos que había acompañado un año antes al motu proprio Traditionis custodes. ¿De qué se trata? Del texto con el cual, en razón de la Reforma litúrgica, se había superado hacía ya un año el régimen de "paralelismo entre dos formas" del mismo rito romano. En Desiderio desideravi n.1, el papa Francisco primero sigue el texto del año anterior, y luego aclara mejor su intención (en el n.61):
----------"Estamos continuamente llamados a redescubrir la riqueza de los principios generales expuestos en los primeros números de la  Sacrosanctum Concilium, comprendiendo el íntimo vínculo entre la primera Constitución conciliar y todas las demás. Por eso, no podemos volver a esa forma ritual que los Padres Conciliares,  cum Petro y sub Petro, sintieron la necesidad de reformar, aprobando, bajo la guía del Espíritu y según su conciencia de pastores, los principios de los que nació la reforma. Los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, al aprobar los libros litúrgicos reformados  ex decreto Sacrosancti Œcumenici Concilii Vaticani II, garantizaron la fidelidad de la reforma al Concilio. Por eso, escribí  Traditionis custodes, para que la Iglesia pueda elevar, en la variedad de lenguas, una única e idéntica oración capaz de expresar su unidad. Esta unidad que, como ya he escrito, pretendo ver restablecida en toda la Iglesia de Rito Romano."
----------Esta frase indica de qué modo el texto de Desiderio desideravi se sitúa explícitamente en la reanudación del proyecto litúrgico conciliar y supera de manera clara la larga fase de vacilación, que había sufrido la Iglesia católica durante la fase final del pontificado de san Juan Pablo II y más claramente durante el pontificado de Benedicto XVI. Ahora bien, ¿qué es necesario volver a poner en el centro de nuestra atención? El texto lo dice con una expresión clásica ya en su mismo subtítulo: la "formación litúrgica".
----------Con esta expresión el Romano Pontífice quiere volver al carácter común del acto litúrgico, ante todo del acto eucarístico, cuyos sujetos son Cristo y la Iglesia. Si se reconoce la cualidad de "celebrantes" de todos los bautizados, como lo hace clarísimo el Papa en Desiderio desideravi, entonces es evidente que la doble formación (formación en la liturgia y formación desde la liturgia) sólo puede realizarse gracias a los ritos resultantes de la reforma, que han restablecido de modo claro esta antigua verdad: "Recordemos siempre que es la Iglesia, Cuerpo de Cristo, el sujeto celebrante, no sólo el sacerdote" (n.36).
----------Este principio deriva del valor teológico de la liturgia y permite asumir la celebración común como fuente y culminación de toda la acción de la Iglesia. Por tanto no tiene sentido fundar una ciencia litúrgica como temor de los abusos que hay que evitar, sino más bien como un deseo de los usos que hay que aprender. Este giro hacia el aprender el uso es verdaderamente un gran acontecimiento de gracia. Después que, a partir de la instrucción Redemptionis Sacramentum del año 2004, nos habíamos habituado a escuchar intervenciones magisteriales sobre la liturgia ricas sólo en preocupaciones, en limitaciones, en vacilaciones, en temores, en advertencias. En lugar de eso, tenemos ahora un texto orientado a retomar el camino de la reforma litúrgica, que supone un único ámbito común que debemos abordar y que elimina, estructuralmente, el gusano de una "segunda mesa" sobre el cual poder hacer la "verdadera experiencia litúrgica", es un gran acontecimiento. Su horizonte es el Concilio Vaticano II y su precioso legado.
----------Un legado que Desiderio desideravi n.31 resume así:"Si la Liturgia es 'la cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza' (Sacrosanctum Concilium, n. 10), comprendemos bien lo que está en juego en la cuestión litúrgica. Sería banal leer las tensiones, por desgracia presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual. La problemática es, ante todo, eclesiológica. No veo cómo se puede decir que se reconoce la validez del Concilio -aunque me sorprende un poco que un católico pueda presumir de no hacerlo- y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la Sacrosanctum Concilium, que expresa la realidad de la Liturgia en íntima conexión con la visión de la Iglesia descrita admirablemente por la Lumen Gentium."
----------La liturgia, gracias al Movimiento Litúrgico y al Concilio Vaticano II, ha podido volver a ser el lenguaje elemental de una comunidad sacerdotal. Con Desiderio desideravi, el papa Francisco muestra que no puede escapar de esta línea de redescubrimiento del valor teológico de la liturgia, que implica la aceptación de los ritos que son fruto de la reforma como lenguaje común para toda la Iglesia. Liturgia que así, en todos sus componentes, puede estar formada por los ritos que celebra. Cualquier tipo de desviaciones, como las que en recientes años se han escuchado, como es el caso de quienes hablaban de los "nuevos movimientos litúrgicos" y de las "reformas de la reforma", no son más que una forma de rechazo del Concilio Vaticano II y de sus irrenunciables evidencias teológicas eclesiales.

12 comentarios:

  1. Estimado Filemón,
    El texto de Desiderio desideravi es interesante desde un doble punto de vista: temporal y estructural.
    De hecho, incluso al lector incauto no se le escapa que esta carta "magisterial" sobre la liturgia llegaba esencialmente después de nueve años de evidente desinterés por parte del Pontífice hacia el tema en cuestión. Las intervenciones litúrgicas anteriores se habían reducido a ocasionales motu proprio (magnificados en este blog como iluminadísimas medidas, que de hecho sólo aumentaron la confusión litúrgica a nivel católico) o a exteriorizaciones verbales más que cuestionables (como los "encajes de la abuela", y otras por el estilo). El 29 de junio de 2022 el Papa publica una carta apostólica, con una serie de meditaciones-recomendaciones. ¿Pero por qué no escribió una encíclica más vinculante y fundacional desde el punto de vista magisterial?
    Quizás la respuesta esté en la estructura. Evidentemente, el Papa escribió (o mejor dicho, dictó) espontáneamente sólo los últimos 5 números (61-65), más algunas otras expresiones nerviosas insertadas (esto se puede entender por ciertas fricciones expresivas) dentro de un texto melifluo, preparado en ambientes que no es difícil de identificar como aquellos de alguna noble universidad pontificia, que repite la farsa de la aceptación acrítica del Concilio y sus reformas para ser "buenos y valientes católicos" (el respetable buenismo que existe desde hace 60 años en nuestra ahora ruinosa Iglesia). Y es en estos últimos puntos donde debería centrarse la atención de un buen analista como usted, Filemón.
    Desiderio desideravi, más allá de sus explícitas declaraciones, surge precisamente de la polémica cada vez más acalorada entre sectores de la Iglesia que ya no se reconocen entre sí. Un cuerpo de Cristo que a veces parece alocado y dividido y que se aferra a cuestiones de ritual y de (falsa) formación litúrgica, sólo para mantenerse en torno a una pregunta inquietante: ¿somos quizás los últimos cristianos? Ésta es la pregunta que se hizo recientemente el ex prior Enzo Bianchi. Una Iglesia que no reconoce una pluralidad de carismas y ritos y no admite la persistencia de una tradición ritual milenaria, anulándolo todo (porque esto es lo que está sucediendo y si Ud. lo niega, querido Filemón, es sólo en mala fe) antes de 1962, es una iglesia (con "i" minúscula deliberadamente) al final de su historia. Lo cual no puede ser malo.
    Con los mejores deseos,
    RPR

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    1. Estimado Rubén,
      en primer lugar, respecto al tenor "magisterial", o digamos, al perfil docente de Desiderio desideravi, le pediría por favor que tenga en cuenta la 4° parte de esta serie, donde me refiero al carácter meditativo espiritual, aunque no carente de docencia teológica de este documento del papa Francisco. Por lo tanto, a mis explicaciones me remito.
      En segundo lugar, solamente quien se haya quedado en la pasada concepción pastoral de la Misa, la pastoral tridentina, puede juzgar de intrascendente la docencia litúrgica del papa Francisco. En realidad, la Liturgia es un tema fundamental en este Papa, como lo ha sido para el Concilio Vaticano II y para Juan XXIII. Ya he explicado en anteriores artículos la primaria intención litúrgica del Concilio, y el Santo Padre no hace más que volver a esa intención primaria ¡pero! sólo comprensible si si comprende la indisoluble unidad entre liturgia y evangelización, que ha sido esbozada en Evangelii gaudium, y explicada con más desarrollos en Desiderio desideravi.
      En tercer lugar, su pretensión de descalificar el carácter autoritativo de Desiderio desideravi con el pretexto de identificar a sus originales redactores en algún/algunos colaboradores del Papa, sería lo mismo que descalificar la encíclica Pascendi del papa san Pío X por haber identificado a su conocido más importante redactor original. Por supuesto que el Romano Pontífice tiene colaboradores: he ahí la entera Curia Romana. Pero el resultado de esa obra mancomunada, es finalmente manifiesto en un texto de absoluta y plena responsabilidad del Pontífice.
      En cuarto lugar, me da la impresión que su actitud de "aceptación crítica" del Concilio Vaticano II, se asemeja mucho a la de aquellos pasadistas lefebvrianos que pretenden que se trate sólo de un texto pastoral, o bien que por carecer de solemnes definicione dogmáticas no posea carácter infalible en sus doctrinas. Corríjame si me equivoco en esta mi impresión.
      En quinto lugar, hoy en la Iglesia hay, como dice usted, "sectores de la Iglesia que ya no se reconocen entre sí". Son precisamente los partidos pasadistas y modernistas, que viven y desfogan sus maneras cismáticas y heréticas a la vista asombrada y escandalizada de la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, que simplemente reconoce al Vicario de Cristo tal como es.

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  2. Creo que hace falta mucha fantasía para sostener que la liturgia católica de hoy es la deseada por la Sacrosantum Concilium. De buena fuente se me ha informado que en Francia, ahora sucede a menudo en el campo que el (raro) sacerdote que celebra la Misa mirando ad populum, lo hace delante de una o dos personas. Me temo que dentro de 5 o 10 años eso mismo sucederá también en Argentina. Y si no hay populus, asamblea, entonces eso es signo de fracaso de toda la nueva liturgia. ¿O me equivoco?

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    1. Estimado Mario M.,
      a su comentario no encuentro ninguna manera más caritativa que volver a preguntarle a mi vez, alzando un poco mi voz: ¿Fantasía? ¿Será tal vez que la actual Reforma litúrgica sea el resultado de un "golpe de Estado" contra la Sacrosanctum Concilium cuyo 60° aniversario vamos a celebrar a finales de año? ¿O acaso usted quiere seguir repitiendo las palabras tan delirantes que ha venido pronunciando hasta ahora en este foro? Su modo de ver las cosas no es una buena manera de leer la historia de la Iglesia.
      Por lo demás, yo no puedo confirmar ni negar lo que usted afirma que sucede en las misas de Francia. En lo que a mí respecta, a mi edad, ya visito poco o casi nada otras iglesias en sus misas dominicales. En la que celebré el pasado domingo no quedaban bancos disponibles, y había fieles de pie en los pasillos laterales. Y no es un templo para nada pequeño. Por cierto, esto no es un indicativo ni del éxito ni del fracaso de la Reforma litúrgica, sino que sólo intenta ser una respuesta ad hominem.

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    2. Estimado padre Filemón, si usted define como delirante a quien expresa opiniones diferentes a las suyas, corre el riesgo de recibir juicios análogos, es decir, que le digan que usted también es víctima de otros engaños diferentes. Conviene que mantengamos un tono más digno, ¿no? Un blog como el suyo, por su naturaleza, nunca es una enseñanza ex cathedra. En cuanto a la Sacrosanctum Concilium, le hago una pregunta. ¿Puede decirme en qué momento ese documento litúrgico, y por tanto teológico, tan importante, ordenó la abolición del latín? Digo abolición, no reducción, que es lo que hace SC, dado que ha sido abolido, de la Misa y de todo. ¿Solamente hay que rezar en latín?, me dirá usted. Lo entiendo bien, yo también creo que podemos orar en todos los idiomas humanos. Pero sucede que el latín, como dijo el Papa Roncalli, era el idioma custodio de 2000 años de cristianismo, para los católicos, y perderlo por completo ha sido una gran tontería y un suicidio cultural y teológico. Cosa que la SC no ha decidido en absoluto. Fueron otros lo que lo decidieron. Pero entonces ¿cuánto vale un documento conciliar en la Iglesia del último medio siglo? Yo diría que el indescifrable e inefable "espíritu del Concilio" ciertamente vale más, y sirve como una buena infusión para cualquier ocasión oportuna. Puedo y debo seguir el "espíritu" sólo si coincide con la "letra", de lo contrario estamos en Babel. Y en Babel estamos, créame.

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    3. Estimado Mario M.,
      resulta demasiado cómodo y conveniente pensar que yo defino "delirante" lo que es "diferente". No, yo defino como delirante un juicio fundado únicamente sobre prejuicios.
      Si alguien me dice que la liturgia reformada subsecuentemente al Concilio Vaticano II no tiene nada que ver con el Concilio, suena muy parecido a alguien que insiste en el hecho de que la Tierra, más allá de todos los científicos ateos, es fundamentalmente plana. Se trata, entonces, de delirios en los que no se debe perder mucho tiempo.
      Me pide que demos un "tono más digno" a este diálogo. Es lo que trato, porque la dignidad de un diálogo depende de su referencia a la verdad, no a la ideología.
      Para dar digno tono a nuestro diálogo necesitamos llamar a las cosas por su nombre y no engañarse y engañar a los demás con los mismos mantras de siempre para auto-convencerse de no estar en el error.
      Su pregunta es capciosa, engañosa, porque pretende derivar (de iure o de facto, no importa) del Concilio todo lo que se hizo después del Concilio. Pero la historia no funciona así. Le devuelvo la pregunta. Dígame Ud en qué momento Jesús ha permitido a Pedro y a Pablo decidir que se pueda ser "cristianos" incluso sin estar antes circuncidados. La tradición no se puede deducir sólo del pasado, sino que es también fruto del don del Espíritu, que es don de libertad.
      Por cuanto respecta al latín, usted parece confundir al latín con algo mítico, sacro "per se". En realidad, el latín es una de las lenguas de Babel. ¿Cree Ud. que el latín salva a la Iglesia? En el latín tenemos 1800 años de experiencia, experiencia expresada ​​en un idioma que tiene méritos y defectos. Y en comparación con el latín, la más reciente de las lenguas africanas o asiáticas o americanas, acaso podría decir algo de lo que el latín es de por sí incapaz. Esto es Babel. Usted debe comprender que toda lengua es ciega. Y el latín también. Por otra parte, todo el patrimonio cristiano siempre ha estado y está en lenguas "de traducción", también llamadas "lenguas habladas", o "lenguas de transmisión", o "lenguas vernáculas", y el latín (hoy lengua muerta) ha sido en cierta época "lengua hablada" o "lengua vernácula", pero hoy ya no lo es, pues es lengua muerta. El griego, el latín y el francés están (diacrónicamente) al mismo nivel, aunque con siglos de experiencia diferentes, con siglos de distancia histórica. Pero confiar únicamente en el régimen literal, como dijeron san Jerónimo y santo Tomás de Aquino, a menudo garantiza sólo una cosa: equivocarse con mayor facilidad.

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    4. Admito mi insuficiencia, pero de su razonamiento no entendí mucho. Pero sí, para ganarme el sustento me he pasado la vida leyendo textos e intentando explicarlos. ¿Respecto al latín? Era el vínculo más sólido y tangible con el pasado. Me parece que al suprimirlo hemos ido mucho más allá de lo que estableció Sacrosanctum Concilium. Y el hecho de que haya sido abolido desde hace 50 años no significa que la decisión no haya sido un disparate. Ha sido una tontería. Si la Iglesia -o mejor dicho, los hombres de iglesia, los clérigos- han decidido que el pasado no cuenta para el futuro, eso es asunto de ellos. En el libro 1984 de George Orwell, se lee que en el mundo de la neolengua "quien controla el pasado controla el futuro". Y quien cancela el pasado, agrego yo, acaba en un laberinto. Para mí, que soy un observador con pocos conocimientos de teología, el laberinto eclesiástico parece hoy evidente.

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    5. Estimado Mario M.,
      a lo que Ud. llama "abolido", la tradición litúrgica de la Iglesia lo llama "traducido". Y este es el modo como sigue su curso aquello que llamamos "tradición liturgica del rito romano", que es de lo que aquí estamos hablando. Vale decir, del mismo modo como el latín ha traducido al griego, el griego había antes traducido al hebreo o al arameo; y hoy las lenguas vernáculas que conforman la actual Babel lingüistica en la Iglesia de rito romano, han venido traduciendo y siguen traduciendo del latín a cada una de las lenguas nacionales (por supuesto, traducción con los correctos parámetros indicados en años recientes por el Santo Padre). Las palabras, no sólo en latín, son importantes, aunque sean siempre ciegas. Pero son útiles en cuanto son instrumentos para transmitirnos (traditio) la Fe.
      De todos modos, buena suerte en su propio laberinto.

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    6. Padre Filemón: ante todo, suerte también a Ud. en el laberinto, de verdad. Respecto a lo último que ha escrito, entonces agregaría que traducir y traicionar tienen el mismo origen, como Ud. bien debe saber. Algunas cosas son verdaderamente traducibles, otras es muy confuso y difícil, o hasta imposible. El latín también ofrece algunas soluciones efectivas que pocas lenguas modernas pueden igualar, excepto a veces el alemán (afirmaba W.H.Auden). No entiendo por qué todo el patrimonio artístico de himnos y música fue arrojado al mar desde hace 50 años, cosa que en ningún momento SC dijo que se hiciera. Se hizo de una manera y con una velocidad que me recordó el celo del más jacobino de los jacobinos que suprimió el calendario tradicional para pasar a Brumario, Pluvioso y Germinal. La SC invitaba a modernizar a través de una lengua más vernácula, por lo tanto a reducir el latín, pero siempre mantenerlo en gran honor. Una lengua muerta ayuda, y no perjudica, los ritos de una religión llena de misterios, como todas las religiones verdaderas. ¿Ha entendido Ud. alguna vez el misterio de la Trinidad? Yo no, y aún así...

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    7. Estimado Mario,
      todas las lenguas tienen sus méritos y sus defectos, sus posibilidades y sus límites: el hebreo, el arameo, el griego, el latín, las lenguas romances, y todas las lenguas actuales.
      El latín como "lengua sagrada" tal cual lo concibes, es otro de tus mitos. ¿Adviertes la condición de "mantra" de sus frases, que repites una y otra vez para autoconvencerte, sin el más mínimo sentido común? ¿Adviertes el veneno ideológico con el que se ha impregnado tu pensamiento?
      Tienes que distinguir la Tradición, en cuanto fuente de la divina Revelación (junto con la Escritura) de las tradiciones humanas, incluídas la tradición litúrgica, la tradición artística, musical, pictórica, verbal y no-verbal de la Iglesia. Tradiciones humanas que son todas valiosas, sí, pero históricas, caducas, contingentes, suprimibles, corregibles, y superables.

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  3. ¿Por qué buscar piojos en la tonsura del papa Francisco? En DD desarrolla lo que dijo al inicio de su pontificado en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium. Leemos en el número 24: "La evangelización gozosa se hace belleza en la liturgia en medio de la necesidad diaria de progresar en el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la Liturgia, la cual es también celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un impulso renovado a la entrega de sí". En el número 95, también llama la atención sobre el tema que desarrolla en DD, aquello que ha llamado restauracionismo en su entrevista con los editores de los periódicos jesuitas el 19 de mayo de 2022: "Esta oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes aparentemente opuestas pero con la misma pretensión de dominar el espacio de la Iglesia. En algunos vemos un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparse por la inserción real del Evangelio en el Pueblo de Dios y en las necesidades concretas de la historia. De esta manera la vida de la Iglesia se transforma en una pieza de museo o en una posesión de unos pocos". Creo que es útil citar el pasaje de la entrevista del 19 de mayo de 2022: "El restauracionismo ha venido a amordazar al Concilio"; "hay ideas y comportamientos que surgen de un restauracionismo que en el fondo no ha aceptado el Concilio. El problema es precisamente este: que en algunos contextos el Concilio aún no ha sido aceptado". Por lo tanto, podemos ver que Desiderio desideravi no es una fantasía del Papa "malo" que atacaría a los tradicionalistas "buenos", sino el desarrollo de un pensamiento profundo que se deriva de su oficio como sucesor de San Pedro en la dirección de la Iglesia (con "i" mayúscula). Esta carta, Desiderio desideravi, también contiene verdaderas perlas espirituales. Por citar sólo una: "Presidir la Eucaristía es sumergirse en el horno del amor de Dios". Por tanto, está claro que los restauradores (o "integristas", como los llaman otros, como nuestro Obispo) están dispuestos a procesar al Papa Francisco por brujería o por comunismo o por cómplice del globalismo masónico de la ONU, o por otras miles de razones, en lugar de aceptar de una buena vez y por todas al Concilio Vaticano II.

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    1. Estimado padre N.C.,
      usted ha venido teniendo sus particularísimas intervenciones en este foro, de las que le estoy agradecido, aunque, naturalmente, sin hacerlas mías "ad litteram", las comparto en su substancia.
      Tiene usted razón en ver la relación entre Evangelii gaudium y Desiderio desideravi: liturgia y evangelización son pastoralmente indisolubles en el perfil pastoral de la Iglesia actual (un enfoque que no existía, o al menos no existía de este modo, en la misa del Misal de 1962).

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