martes, 5 de septiembre de 2023

El sentido de Traditionis custodes y la actual ley litúrgica (4/5)

El papa Benedicto XVI, en 2007, en un gesto muy audaz, dijo en Summorum pontificum que algo era blanco. Un par de teólogos en Italia, leyéndolo con cuidado y atención, consideraron que era negro y lo escribieron. Como ellos, también lo hicieron otros teólogos en Estados Unidos, Argentina, Francia, Bélgica, Alemania, etc. Es probable que todos los liturgistas italianos sabían que lo que Summorum pontificum decía que era blanco, en realidad era negro, pero no lo decían, e incluso cuando ellos también decían que era blanco, pocos realmente lo pensaban. El 16 de julio de 2021, el papa Francisco ha dicho que lo que Summorum pontificum decía que era blanco, en realidad es negro. Y el Santo Padre no lo dijo porque alguien se lo sugirió, sino que simplemente expresó lo que todos sabían desde hacía mucho tiempo y sólo esperaban que el Papa lo dijera. [En la imagen: fresco paleocristiano de un banquete, en la Tumba de Vibia, en las Catacumbas de Domitila, en Roma, Italia].

Un mantra para convencerse de estar en el lado correcto
   
----------Entre las numerosas reacciones que salieron a la luz pública inmediatamente a la promulgación del motu proprio Traditionis custodes del papa Francisco, me llamó la atención la particularmente violenta del profesor Roberto de Mattei, con un artículo titulado Traditionis custodes: una guerra sull’orlo dell’abissoun texto publicado en el sitio web Corrispondenza Romana, el 19 de julio de 2021. Con su habitual tono de profeta apocalíptico, el historiador italiano afirmaba que "la intención del motu proprio Traditionis custodes del papa Francisco, del 16 de julio de 2021, es querer reprimir cualquier expresión de fidelidad a la liturgia tradicional, pero el resultado será el de iniciar una guerra que inevitablemente terminará con el triunfo de la Tradición de la Iglesia". Y al final del largo post, De Mattei aumenta la dosis: "Si la violencia es el uso ilegítimo de la fuerza, el Motu Proprio del papa Francisco es un acto objetivamente violento porque es prepotente y abusivo".
----------Resultaba también sorprendente que un destacado profesor de historia del cristianismo afirmara que el ordenamiento litúrgico anterior al Concilio Vaticano II sea la auténtica expresión de la "liturgia tradicional" y, en particular, que el Ordo Missae del Misal de 1962 sea la "Misa tradicional", la "Misa de siempre" que se remonta a la "tradición apostólica" y, por tanto, es expresión de la "lex orandi tradicional", es más, de la "inmutable lex orandi de la Iglesia". Y que, por tanto, "ningún Papa tiene derecho a abrogar o cambiar un rito que se remonta a la Tradición apostólica". Todo nos hace suponer que estas frases sin sentido son el mantra que De Mattei repite y repite cotidianamente, a modo de necesario recurso de auto-convencimiento.
----------La debilidad de estas afirmaciones, que caen por su propio peso, lo absurdo de tales aserciones que llevarían a un aplazo en Historia de la Iglesia a Roberto de Mattei si tuviera que volver a enfrentarse como en su adolescencia a una mesa examinadora en un instituto de enseñanza media, producen vergüenza ajena.
----------No es de extrañar, si el lector tiene la paciencia de continuar con la lectura del texto mántrico del historiador italiano, que al hablar del gesto litúrgico de la comunión en la mano, se la considere una "profanación" o "desacralización", sin que De Mattei parezca haberse dado cuenta que diciendo eso ha faltado al debido a todos aquellos que comulgaron de esta manera durante los primeros ocho siglos.
----------Naturalmente, según el docente italiano, el ordenamiento litúrgico anterior al Concilio Vaticano II "nunca ha sido jurídicamente abrogado". Se trata de afirmaciones serias y gratuitas, todas ellas por demostrar, que los grupos del que se llamaba "usus antiquior" o "forma extraordinaria", han venido repitiendo desde hace tiempo como un mantra para convencerse de que están en el lado correcto.
----------Quienes reaccionan de esta manera "violenta", como lo hizo Roberto de Mattei tres días después de la promulgación de Traditionis custodes, demuestran que no se sienten seguros en su posición y, al mismo tiempo, justifican abundantemente la decidiva intervención del papa Francisco.
   
¿Lo sagrado es inmutable? El presunto principio que Sarah aprendió de Benedicto XVI
   
----------Las citadas frases de Roberto de Mattei, sin ningún peso teológico ni histórico y ni siquiera de buen sentido común, son similares y coextensivas a otras que en estos años de confusión han sido repetidas y siguen repitiendo a diestra y siniestra otros mediáticos exponentes del pasadismo que ha resurgido a impulsos del motu proprio Summorum Pontificum, más allá de las buenas intenciones del motu proprio de 2007 del papa Benedicto XVI. Mantras parecidos vienen repitiendo el ex nuncio fugado a la clandestinidad Carlo Maria Viganò, el obispo auxiliar Athanasius Schneider o el ex prefecto del culto cardenal Robert Sarah.
----------A propósito de la reacción del cardenal Robert Sarah al motu proprio Traditionis custodes, fue publicada un mes después de la promulgación de ese motu proprio, en un artículo del 14 de agosto de 2021. Más allá de sus ideas polémicas y de sus afirmaciones arriesgadas, muestra de modo muy claro cómo todo el razonamiento del Cardenal gira en torno a la supuesta "evidencia de un principio" que aparece muy problemático: en realidad es un principio que no es un principio. Pero vayamos en orden.
----------Resumo brevemente el texto del citado artículo de Sarah, a quien pocos meses antes el papa Francisco le había aceptado su renuncia como Prefecto del Dicasterio del Culto. Para Robert Sarah, la Iglesia católica debe ser un punto de referencia a nivel mundial, como principio de unidad. Para cumplir esto, debe permanecer "en la cadena ininterrumpida que la vincula a Cristo". Este vínculo con Cristo es "desarrollo orgánico, al que llamamos tradición viviente". Hasta aquí, todo muy bien. Pero en el segundo pasaje, Sarah llama a la palestra al papa Benedicto XVI y a su expresión de esta "tradición viviente", tal como había aparecido en la Carta a los Obispos que acompañaba en 2007 a Summorum pontificum.
----------Decía allí Benedicto XVI: "En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser de improviso totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto".
----------Este es el supuesto "principio", que podríamos llamar "principio de inmutabilidad de lo sagrado", con el que ha querido fundamentar de manera teológico-sistemática, en 2007, una construcción jurídica muy audaz, que roza en gran medida la ficción: a partir de este principio se pretendía derivar una vigencia paralela de dos "formas" o "usos" del rito romano, que sin embargo se contradicen, en el sentido de que la segunda ha nacido para enmendar, modificar, corregir, integrar y convertir a la primera.
----------No estoy diciendo, naturalmente, que a nivel doctrinal (lex credendi) la forma anterior del rito romano sea contradictoria con la nueva forma, es decir el Novus Ordo Missae de 1969. Claro que no es así. Vale decir, no son contradictorias diacrónicamente, pues la forma anterior reflejaba la misma lex credendi en su época, y la forma nueva refleja la misma lex credendi en nuestra época, en conformidad al mejor conocimiento que la Iglesia logra progresivamente de la divina Revelación, y a un mejor modo de vivir la fe. Pero está claro que ambas formas del rito romano no pueden dejar de ser incompatibles sincrónicamente.
----------El presunto principio al cual el cardenal Sarah hace referencia, de hecho, reconstruye la "continuidad" como contemporánea o simultánea vigencia de formas que no son coherentes entre sí. Hay aquí un error o vicio lógico, histórico, espiritual y teológico, que invalida tanto la reconstrucción histórica como la solución práctica: ella pretendía instituir, con vistas a una deseada reconciliación, un paralelismo ritual entre las que Summorum pontificum llamaba la "forma ordinaria" y la "forma extraordinaria", lo cual en realidad socavaba la paz eclesial desde sus raíces, como quedó demostrado en los catorce años de vigencia del motu proprio de Benedicto, abrogado por el papa Francisco, precisamente por este motivo.
----------Es necesario que seamos muy claros: la paz en la Iglesia no se logra porque a cada uno le sea accesible la "propia" (subjetiva) forma ritual, sino porque todos y cada uno se reconocen en la única forma vigente. El cardenal Sarah no ha llegado a comprender lo afirmado por el papa Benedicto XVI en Summorum pontificum. Sarah, leyendo de modo superficial las palabras de Benedicto, imagina que la "continuidad" pueda ser garantizada solamente a través de la "multiplicidad paralela de las formas". De hecho, escribe:
----------"Si la Iglesia afirma la continuidad entre aquella que comúnmente viene llamada la Misa de San Pío V y la Misa de Pablo VI, entonces la Iglesia debe ser capaz de organizar su cohabitación pacífica y su recíproco enriquecimiento. Si se debiera excluir radicalmente la una en favor de la otra, si se debiera declararlas inconciliables, se reconocería implícitamente una ruptura y un cambio de orientación. Pero entonces la Iglesia ya no podría ofrecer al mundo esa continuidad sagrada, que es la única que puede darle paz".
----------Según estas palabras, lo que le falta al cardenal Sarah, en comparación con las palabras del papa Benedicto XVI, es la categoría de "hermenéutica de la reforma". Sarah razona según la contraposición entre "continuidad" y "ruptura". Y piensa que no hay otra mediación posible. Sin embargo, en su famoso discurso ante la Curia Romana de diciembre de 2005, Benedicto XVI hablaba de "hermenéutica de la reforma" y en la reforma encontraba la mediación entre absoluta continuidad y absoluta discontinuidad.
----------Ahora bien, es verdad que en el motu proprio Summorum pontificum el papa Benedicto XVI parecía pensar la reforma litúrgica sólo a la manera de una "continuidad de la forma extraordinaria". Pero allí está lo que me parece ser el punto ciego que debilita y desautoriza ese documento, allí está su fragilidad teológico-sistemática, y allí está el riesgo institucional que en su momento ha creado, y que de alguna manera también se ha propagado a nuestro futuro. Con un principio de inmutabilidad de lo sagrado que está lejos de ser evidente, se intentó fundar una paz que en realidad no era más que una "guerra fría".
----------Por otra parte, el cardenal Sarah, en el artículo de agosto de 2021 que aquí estamos examinando, parece ignorar un elemento que sería muy útil para su reflexión. El presunto "principio" enunciado por Benedicto XVI no tiene ningún precedente en la tradición litúrgica, a no ser en las palabras del cardenal Giuseppe Siri, en 1951, y en las de mons. Marcel Lefebvre, en 1968. Ambos habían de algún modo pedido (el primero a Pío XII y el segundo a Paulo VI) el permanecer "inmunes" a las reformas litúrgicas que aquellos Papas habían llevado a cabo. El principio de "inmunización" respecto de las reformas, sin embargo, no puede presentado y vendido como un principio de paz. Es más bien un elemento de conflicto universal, que socava la unidad de cada iglesia particular, porque interrumpe el desarrollo orgánico de la tradición litúrgica, que siempre procede mediante una continuidad que se enriquece con pasajes de parcial discontinuidad.
----------Para aclarar mejor las cosas, quisiera mostrar, a contrario sensu, la impracticabilidad concreta del que he denominado "principio de inmutabilidad de lo sacro". En el momento en que se aceptara que toda "forma sagrada" de la liturgia católica romana sigue siendo válida independientemente de lo que los Concilios, los Papas o los Obispos puedan haber deliberado y decidido al respecto, entonces nos encontraríamos en la imposibilidad concreta de orientar un camino común de desarrollo del culto.
----------El ejemplo más evidente ha surgido precisamente de la "aplicación" que la ya desaparecida Comisión Ecclesia Dei ha hecho del texto de Summorum pontificum. El "principio de inmutabilidad de lo sagrado" se reveló en este caso, precisamente, como un principio anárquico, pues una vez afirmado ese principio, ninguna forma es verdaderamente última y cierta o segura. Esto se ha visto claramente en el Triduo Pascual: la Comisión Ecclesia Dei había recibido de varios Institutos y Obispos (sobre todo norteamericanos) el pedido de que se los facultara para poder celebrar con los ritos no de 1962, sino con los anteriores a las reformas de 1951-1956, realizadas por Pío XII. De por sí, el principio de inmutabilidad de lo sacro permite una regresión sin fin: ¡de hecho, la hace casi normativa! ¡Así, casi cada parroquia, por no hablar de cada sacerdote, podría haber tenido su propio rito diferente y "más sagrado" según su subjetiva necesidad!
----------A la luz de este ejemplo, aparece realmente sorprendente el modo grosero e injustificado con el cual el cardenal Sarah cierra su intervención, alimentando una polémica directa no sólo infundada, sino paradójica, contra el papa Francisco, de quien hacía pocos meses antes era Prefecto del Culto. Dice Sarah: "Un padre no puede introducir desconfianza y división entre sus hijos fieles. No puede humillar a algunos enfrentándolos a otros. No puede condenar al ostracismo a algunos de sus sacerdotes. La paz y la unidad que la Iglesia pretende ofrecer al mundo deben vivirse primero en lo interno de la Iglesia. En materia litúrgica, ni la violencia pastoral ni la ideología partidista han producido jamás frutos de unidad. El sufrimiento de los fieles y las expectativas del mundo son demasiado grandes para comprometerse en estos caminos sin salida".
----------Pero para restituir las cosas a su verdad, es necesario decir, y con gran claridad, que desde siempre el desarrollo orgánico del rito romano ha encontrado continuidad después de una reforma en la asunción común de la nueva forma, no en la conservación de la nueva junto con la vieja. La paz se logra en la común aceptación del recorrido de reforma, no en la contraposición del viejo rito al nuevo.
----------Lo cierto es que con Traditionis custodes nadie ha sido humillado ni rechazado ni condenado al ostracismo. Digamos más bien que algunos se habían engañado e ilusionado pensando que la paz pudiera ser favorecida "hibernando" el Concilio Vaticano II y sus consecuencias. No es como se puede esperar asegurar una paz verdadera garantizando a una parte de la Iglesia el poder ser católica sin entrar en las lógicas, en las nuevas doctrinas y en las directivas pastorales y disciplinares del Concilio Vaticano II. Esto es lo que quiso Lefebvre en 1968, y lo que quieren hoy los Viganò, los Burke, los Schneider, los Sarah, y otros.
----------La actitud verdaderamente católica no puede estar regida por el principio equívoco que aquí he dado en llamar para facilitar la comprensión, el principio de la inmutabilidad de lo sagrado, ni por la ficción jurídica de la "doble forma" inventada por el papa Benedicto XVI, sino el realismo razonable del papa Francisco, que restituye su autoridad al Concilio Vaticano II y también a los Obispos, restablece cuál es la única forma viviente del rito romano y permite así que la Iglesia adquiera autoridad de manera unitaria.
----------La gran tradición litúrgica, que hay que custodiar, preservar y desarrollar hacia mejores estadíos, no es la del "paralelismo entre dos formas" del rito romano (que es una brillante pero frágil invención del papa Benedicto XVI sobre las huellas de Siri y Lefebvre) sino la del desarrollo orgánico que la reforma litúrgica ha asegurado y todavía puede garantizar. ¡Ay de los que al mal llaman bien y al bien mal! No son los teólogos los que quieren alimentar las "guerras litúrgicas", sino aquellos pastores que usan las palabras como mantras, de modo poco responsable, poco fundado y poco ponderado, engañando e ilusionando a los fieles de que se puede lograr la paz "inmunizando" a una parte de la Iglesia de la historia común.
   
Amplio consenso para el Papa y silencio de demasiados teólogos
   
----------Entre las reacciones al motu proprio Traditionis custodes, llamó la atención que inmediatamente a su publicación el 16 de julio de 2021, ante un texto pontificio que el papa Francisco había promulgado tras haberlo elaborado con la colaboración de las oficinas especialmente competentes de la Curia Romana, sin embargo, en muchos ambientes fue casi espontáneo atribuir su "mens" o incluso su texto a un par de conocidos teólogos especializados en la liturgia, que no tenían ni tienen relación directa con la Curia Romana.
----------Me parece que las razones más profundas de ese pequeño y marginal equívoco, radicaban en una condición más delicada, que se refiere, al mismo tiempo, al amplio consenso, aunque poco tenido en cuenta, del que gozaba y goza el papa Francisco en ámbito litúrgico, y al gran silencio que sobre esta cuestión había sido la actitud de la gran mayoría de los teólogos. Aunque, en su descargo, podría argumentarse que el componente teológico, aunque importante, que conlleva Traditionis custodes y Summorum pontificum, es de baja proporción, siendo, en cuanto tales, documentos disciplinares y no doctrinales.
----------Sea como sea, vale en cualquier caso la pregunta: ¿qué ha pasado para que se produjera este silencio de la mayoría de los teólogos durante tantos años? Intento explicarlo con algunos datos. Después de 2007, muchos teólogos, incluso liturgistas, han evitado cuidadosamente tratar la cuestión teológica que implicaba Summorum pontificum. Había un malestar comprensible. Por otra parte, ya he mencionado en una publicación anterior, que la manifestación de un cierto "favor" hacia Summorum pontificum se había convertido, hasta 2013, en un criterio de elección de los candidatos al episcopado. Pero más allá de este condicionamiento, que no es despreciable, era evidente que se prefería pasar por alto el incómodo tema.
----------Pero fue entonces que ocurrió un extraño fenómeno. Mientras que fuera de Italia hubo numerosos teólogos que iban tomando una postura abiertamente crítica sobre Summorum pontificum, no ocurría lo mismo en el país donde el Papa ejerce su primado como Obispo de Roma. La situación era extraña, porque parecía que en Italia sólo hablaban sobre este tema pocos liturgistas, como por ejemplo el doctor Andrea Grillo y el padre Matías Augé. Sin embargo, como cuenta Grillo, algunos de sus colegas docentes, a veces en voz baja, en los pasillos o en los ascensores, le decían: "Mira, pienso como tú, podría suscribirme a todos tus comentarios, pero como sabes, hay algunas dificultades, y luego tú tienes la suerte de ser laico…".
----------Esto creó la extraña percepción, distorsionada y engañosa, de que las ideas que se leen en Traditionis custodes hayan sido, por así decirlo, una "destilación" de lo que habían venido escribiendo Grillo o Augé. Nada más falso. Lo correcto es darle la vuelta a la tortilla. Simplemente Augé y sobre todo Grillo habían escrito lo que la mayoría de los observadores pensaban pero no escribían. Por tanto el contenido de Traditionis custodes es el concentrado de un pensamiento común, ampliamente difundido, profundamente arraigado, que habitaba y habita establemente en las mentes y en los corazones del pueblo de Dios y de sus pastores.
----------Excluyendo las minoritarias burbujas pasadistas, desde 2007 a 2021, en el Pueblo de Dios no había ni hay ningún problema. El problema, en todo caso, ha residido en el obstinado silencio de los teólogos sobre la cuestión planteada por Summorum pontificum. ¿Por qué razón no expresaron ellos todas sus reservas ante una medida tan frágil teológicamente, canónicamente y pastoralmente, y tan mal argumentada y que provocaba tantas divisiones? Es difícil comprender ese silencio de los teólogos.
----------Por supuesto que ahora todo el mundo está dispuesto a hablar. Incluso hablan a favor de Traditionis custodes aquellos que habían exaltado lo dispuesto por Summorum pontificum. Está en la lógica de las cosas: la tendencia de la teología a hacerse cargo, por así decirlo, de las tendencias variables del magisterio es a veces verdaderamente admirable. Pero en ello había un malentendido: no se trataba de magisterio doctrinal, sino de decisión pastoral litúrgica, en la que el Romano Pontífice puede ser falible y, por ende, criticable. Sin embargo, esto ha alterado dos datos fundamentales, que hoy deben ser tenidos en cuenta.
----------1. El papa Francisco gozaba y goza del pleno consenso de toda la Iglesia y de la gran mayoría de los teólogos y de los liturgistas. El Santo Padre no sigue a "teólogos especializados", sino que da voz al "sensus fidei". Lo que está escrito en Traditionis custodes interpreta la "communis opinio" de los mejores lugares de formación italianos y extranjeros y del sensus fidei del pueblo de Dios.
----------2. La función de la teología litúrgica está todavía dominada por un modelo vinculado al silencio. Pero lo cierto es que el teólogo está obligado a no guardar silencio. Que debe decir la verdad y que esa es su función específica. Decir siempre la verdad, incluso cuando sea incómoda. Incluso cuando el Papa dijera, cuando habla fuera del ámbito de la enseñanza de fe y de moral en el cual goza del carisma petrino, que algo blanco es negro, el teólogo tendría que decir, con todo respeto: no, eso es blanco.
----------Con el motu proprio Summorum pontificum pasó algo similar. El papa Benedicto XVI, en 2007, en un gesto muy audaz, dijo en Summorum pontificum que algo era blanco. Un par de teólogos en Italia, leyéndolo con cuidado y atención, consideraron que era negro y lo escribieron. Como ellos, también lo hicieron otros teólogos en Estados Unidos, Argentina, Francia, Bélgica, Alemania, etc. Es probable que todos los liturgistas italianos sabían que lo que Summorum pontificum decía que era blanco, en realidad era negro, pero no lo decían, e incluso cuando ellos también decían que era blanco, pocos realmente lo pensaban. El 16 de julio de 2021, el papa Francisco ha dicho que lo que Summorum pontificum decía que era blanco, en realidad es negro. Y el Santo Padre no lo dijo porque alguien se lo sugirió, sino que simplemente expresó lo que todos sabían desde hacía mucho tiempo y sólo esperaban que otros y el Papa lo dijeran.

78 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    Ud. ha ganado completamente esta batalla... y ahora se enfurece contra los derrotados!
    Creo que la continuidad de la tradición que reivindica en el Novus Ordo es sólo formal… ¡en el papel! ¡Si asistiera a misas scouts, o de la renovación del espíritu, y similares, se daría cuenta de que hay una discontinuidad muy fuerte!
    Por lo tanto, ¡bienvenidos el Vetus Ordo!... Empiezo a pensar que Lefebvre, criticable en muchos aspectos, ha tenido el coraje de un león para defender la liturgia tradicional intuyendo los resultados que iba a tener el Novus Ordo.
    Cordialmente...

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    1. Estimado Fernando,
      debo insistirle en hacerle notar que usted se mantiene en cuestiones secundarias, no primarias. O como decía Hans Urs von Balthasar en los textos que he venido citando en mis artículos: en las cuestiones "penúltimas", no en las cuestiones "últimas".
      Por supuesto que estoy de acuerdo con usted en que existen abusos, deformaciones, mediocridades, imperfecciones, incorrecciones, malas interpretaciones, dejadez, falta de atención, carencia de preocupación por acceder a un mejor "ars celebrandi", en la implementación de la Reforma litúrgica, es decir, en la aplicación práctica del Novus Ordo Missae. En esos aspectos secundarios o penúltimos no hay continuidad evolutiva, sino discontinuidad involutiva. Pero nuestra tarea común, la de todas y cada una de las asambleas celebrantes, en cada parroquia, es la de crecer en el ars celebrandi, pero en el único rito vigente.
      Pero no se equivoque, entonces. Si usted deja de atender a lo superficial, a lo penúltimo, a lo secundario, y vuelve su mirada a lo importante, a las causas últimas que están en la Reforma del Rito Romano, entonces podrá darse cuenta que allí no hay discontinuidad, sino evolución.
      Intento hacer entender a los lectores que detrás de las medidas de disciplina litúrgica (en concreto, en Traditionis custodes, por ejemplo) existen ideas teológico-sistemáticas que pueden ser más o menos convincentes. Sólo considerando este nivel de conocimiento (las causas últimas) se pueden resolver los individuales problemas concretos (pero secundarios).
      Usted continúa mencionando cuestiones secundarias, pero desatiende o ignora la cuestión primaria: ¿cómo se produce una tradición si se paraliza su desarrollo? Y es aquí donde el principio que ha pretendido aplicar Summorum pontificum demuestra su insuficiencia, o su inadecuación, porque no crea desarrollo, sino la yuxtaposición de sistemas cerrados.

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    2. ¡No nos entendemos! El razonamiento que Ud. viene realizando estos años es clarísimo, y puede incluso en principio ser compartido... es decir, ¡de los tejados para arriba!... ¡pero no tienen en cuenta la realidad que va de los tejados para abajo! Es decir, soy yo quien tiene que ir a misa los domingos y, aunque Sacrosanctum Concilium haya definido el gregoriano como el canto propio de la liturgia católica, ¡no encuentro una misa Novus Ordo en toda mi diócesis donde se cante! ¡Y en el 90% de las misas dominicales sólo hay insufribles rasgueos de guitarra! ¿Cuál es la única Misa donde se usa el gregoriano y el órgano? ¡En la Misa Vetus Ordo!
      Si Traditionis Custodes les da a los obispos la responsabilidad sobre el Vetus Ordo y me encuentro con un Obispo que no lo autoriza, me veo obligado a escuchar guitarras, y entonces me refugio en las misas por Internet! Ud. entonces me sermoneará y me dirá que no entiendo nada de la Misa, pero es más fuerte que yo... ¡No voy a Misas donde tocan la guitarra! Por supuesto que están los fanáticos de Vetus Ordo... ¡pero también hay muchas personas que han encontrado en el Vetus Ordo una manera de vivir su espiritualidad! Espero haber sido claro.

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    3. Estimado Fernando,
      pongamos las cosas en claro. Llevo sosteniendo las cosas tal como las digo hoy, no desde hace unos pocos años, sino desde hace dieciseis años, es decir, desde 2007. Pero esto se debe a que la cosa es en sí misma contradictoria.
      Ahora bien, sin embargo, esto no se aplica desde el tejado hacia arriba, sino también hacia abajo. Y permítame explicarle.
      Las "razones segundas" que usted alega, y que son ciertamente respetables, no pueden alterar en modo alguno la única evidencia común: sólo hay un Ordo que está en vigor en la Iglesia católica de rito romano.
      Ahora bien, soy el primero en decir que el canto, el movimiento, el silencio, la forma ritual, deben ser pensados ​​hoy de manera más atenta, sin aproximaciones, sino involucrando a toda la asamblea en un camino de "ars celebrandi" que le concierne directamente.
      Son precisamente las preguntas y cuestiones que usted plantea, así como otras, las que deben abordarse no en una "doble mesa" (Novus Ordo/vetus ordo), sino en una única mesa común.
      Si los entusiastas del gregoriano se refugian en el vetus ordo, el rito común será aún más pobre. Éste es el punto que sólo Traditionis custodes ha adquirido definitivamente.
      En fin, si las sensibilidades personales prevalecen sobre el acto común, por este camino no hay salida. Con el debido respeto, la cuestión no se resuelve en el gueto del pasado, sino en la contribución al crecimiento común.

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    4. Padre Filemón, usted habla de "los entusiastas del gregoriano", es decir, aquellos que toman literalmente Sacrosanctum Concilium, y no pueden encontrar una mesa común en el Novus Ordo (desafortunadamente), porque el Novus Ordo suprime el latín y, en consecuencia, el gregoriano y, en muchos puntos, no sigue lo que dice el Concilio.
      Ahora bien, ¿qué obispo toma en serio lo que dice Sacrosanctum Concilium sobre la música sacra o sobre el hecho de que ningún cambio litúrgico debería haberse hecho a menos que sea estrictamente necesario y sobre la base de un desarrollo orgánico? Por ejemplo, ¿qué obispo argentino permitiría hoy una misa del Novus Ordo con el sacerdote que, humildemente, no es el protagonista, sino que toma la misma dirección que el pueblo de Dios mientras reza en el altar, como se ha hecho durante siglos y durante el cual el Concilio no prescribe ningún cambio.
      El nudo del problema es una cuestión de poder, es decir, que en la Iglesia actual no se permite la crítica constructiva al postconcilio.

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    5. Estimado Carlos,
      el "nudo del problema" que usted menciona, ha sido muy bien clarificado por el papa Benedicto XVI, hablando precisamente con los lefebvrianos. Usted dice que "en la Iglesia actual no se permite la crítica constructiva al postconcilio". Eso no es cierto. Precisamente, el papa Benedicto les ha dicho a los lefebvrianos (y a todos aquellos que de una u otra manera comparten sus posturas), que para estar en plena comunión con la Iglesia, deben aceptar las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II, pero les ha dicho al mismo tiempo que el aspecto pastoral del Concilio (y por ende de lo actuado en el postconcilio) se puede "discutir".
      En segundo lugar, usted se suma a aquellos que "toman literalmente Sacrosanctum Concilium". Pero el problema es precisamente, que aquellos que toman Sacrosanctum concilium ad litteram no están en la verdad. Eso es fundamentalismo conciliar. Y el fundamentalismo conciliar no es en absoluto mejor que el fundamentalismo bíblico.
      No quisiera faltarle al respeto. Pero antes de hablar sobre ciertas cuestiones complejas y no fáciles de comprender, es bueno haber estudiado. Precisamente, en mi blog trato de hacer una labor divulgativa, a nivel general y se podría decir popular, de la filosofía y la teología necesarias si es que queremos comprender de modo culto nuestra fe (lo cual, de por sí, no es algo necesario para todos). Pero, le repito, si se quiere hablar de ciertas cosas, es necesario estudiar.

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    6. Ciertamente es bueno estudiar, pero antes de estudiar las glosas es necesario estudiar los textos originales. Cuando se habla de "liturgia del concilio" debemos partir de SC y utilizar sus artículos como término de comparación para evaluar la liturgia contemporánea. No es culpa mía que a menudo no haya correspondencia, y sería útil no acusar de impiedad y de lesa majestad a quien lo señale.

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    7. Estimado Carlos,
      con todo respecto, pero con mi franqueza: me parece que usted no ve la correspondencia porque no ha estudiado, y de ahí que lee superficialmente los textos de partida y los textos de destino. Pero éste es el problema de antes. Si estudias, lo entiendes.

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    8. Por mucho que uno estudie o se las ingenie, es difícil hacer decir a un texto lo opuesto de lo que significa. Yo me pregunto cómo puede el artículo 36 de SC que comienza con "El uso de la lengua latina, salvo derechos particulares, sea conservado en los ritos latinos", podría significar: "El uso de la lengua latina sea abolido en todas las parroquias argentinas, hacer tabla rasa, borrón y cuenta nueva y reinventarlo todo".
      Lo curioso es que los textos conciliares no han sido descubiertos después de dos mil años en una caverna, y por eso sean difíciles de interpretar, sino que fueron escritos hace sólo unas décadas y con algunos de los más responsables, como Ratzinger, aún viviendo hasta hace poco tiempo atrás, y que nos cuentan cuál era la verdadera intención de esos textos y qué es lo que ha salido mal.

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    9. Estimado Carlos,
      en el tema de nuestro diálogo, lo primero a lo que debemos recurrir es al buen sentido común, y esto sin que necesariamente lo hagamos de modo voluntario y consciente, pues si existe en nosotros buena voluntad y estamos libres de prejuicios (ideología), entonces el sentido común actúa por sí solo, sin que nosotros lo llamemos para actuar.
      Pues bien, le pregunto: ¿cómo hacía usted en su escuela primaria o secundaria, para poder entender bien su manual escolar, o su libro de historia o su libro de botánica, zoología, anatomía o fisiología, merceología, física o química, o contabilidad, o su libro de matemáticas, sino aprendiendo de su maestra de primaria o de cada uno de sus profesores de secundaria?
      Del mismo modo, en la Iglesia usted aprende de esa parte del Pueblo de Dios que es la llamada "Iglesia docente", que nos enseña a todos los que formamos la "Iglesia discente" (aunque tengamos un doctorado en sagrada teología). Sí, porque también el mayor y más sabido de los teólogos católicos se subordina a la labor docente del Magisterio de la Iglesia: el Papa y los Obispos a una con el Papa.
      Por lo tanto, usted parece olvidar que desde hace 60 años (en diciembre se cumplirán sesenta años de la promulgación de la Sacrosanctum Concilium) han sido los Papas quienes nos han enseñado a leer y a interpretar los textos del Concilio Vaticano II (no Rahner, ni Schillebeecks, ni Küng, ni Lefebvre, ni Pagliarini, ni Viganó, ni Burke, ni Schneider...).
      Usted cita a Ratzinger, pues bien, también el papa Benedicto XVI, y sobre todo él, ha sabido enseñarnos la interpretación auténtica del Concilio Vaticano II, ya desde sus tiempos de Prefecto de la Fe, cuando participaba (salvadas las debidas condiciones) del carisma petrino docente de san Juan Pablo II, y mucho más siendo Papa Benedicto XVI. Sobre todo ha sido Benedicto quien, mejor que ningún otro Papa, nos ha enseñado que las doctrinas (incluso las nuevas) del Concilio, deben ser aceptadas como verdades de fe o conexas a la fe; mientras que las directrices pastorales del Concilio pueden ser "discutidas". ¡Luminosa enseñanza de Benedicto!, que la expresó precisamente en diálogo con los lefebvrianos, y asegurándoles que si no aceptaban las doctrinas nuevas del Concilio no podían estar en plena comunión con la Iglesia. Pero todo lo demás, todo lo pastoral, lo disciplinar (incluso lo pastoral y disciplinar litúrgico) se puede discutir.

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    10. No es la ideología lo que me hace decir que el Novus Ordo no está en continuidad con el Vetus Ordo, sino la realidad de las cosas. Si yo comparo los textos de las dos liturgias, no hay casi nada que haya permanecido inalterado. Todas las colectas han sufrido al menos un retoque, pero la mayoría de las veces una renovación total por parte de los liturgistas en la década de 1960. El leccionario ha cambiado. El gradual ha sido abolido. El Ofertorio es completamente nuevo. El canon es completamente nuevo. En años recientes también el Padre Nuestro ha cambiado, y el Papa ha querido hacer "humildemente" obligatoria su interpretación personal del Evangelio. Al fin y al cabo, ¿no es usted quien sostiene que la ruptura es continuidad y que la persecución de los cristianos ligada a la misa antigua es misericordiosa pedagogía?

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    11. Estimado Carlos,
      tal como decía von Balthasar, te quedas en las razones penúltimas, sin llegar a las últimas.
      Si no hay nada que se altere del Ordo anterior, entonces eso quiere decir que no hay reforma, o que no habría necesidad de la reforma. Pero el caso es que siglo y medio antes del Concilio Vaticano II, ya hubo eminentes pensadores católicos (como Guéranger o Rosmini) que comenzaron a advertir la necesidad de cambiar el Ordo que venía observándose en la liturgia romana. Y esa necesidad fue haciéndose más acuciante con el paso de las décadas, y fue advertida por los propios Papas, como Pío X, Pío XII, y Juan XXIII, que convocó un Concilio Ecuménico, precisamente con finalidad prioritariamente litúrgica.
      Por otra parte, yo de ninguna manera sostengo que la ruptura sea continuidad. El propio Benedicto XVI ha dejado en claro un altísimo principio de discernimiento: continuidad en la reforma, pero no ruptura. Ahora bien, la continuidad implica ciertas discontinuidades, pues de lo contrario no habría reforma.

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  2. Usted escribe: "El papa Benedicto XVI... dijo en Summorum pontificum que algo era blanco. ... El 16 de julio de 2021, el papa Francisco ha dicho que lo que Summorum pontificum decía que era blanco, en realidad es negro..."
    Esto demuestra lo lejos que está el papa Francisco de la tradición católica, y de la recta fe católica. Usted mismo afirma que no se ha producido continuidad entre lo que enseña un Papa y lo que enseña su sucesor. ¿Con cuál de los dos Papas nos debemos quedar? ¿Con el que dijo blanco, o con el que dijo negro?
    La respuesta es evidente...

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    1. Estimado Anónimo,
      con el debido respeto, me temo que su comentario da la impresión que lo que usted sólo ha leído es el avance o bajada de título.
      Si usted hubiera leído la serie de notas, o al menos este artículo completo, comprendería que cuando aquí hablado de "blanco" o "negro", como contenido de Summorum pontificum, no me estoy refiriendo a doctrina de fe o de moral, sino a una disposición pastoral-litúrgica-disciplinar (que, obviamente, cuenta con presupuestos teológicos, canónicos y espirituales).
      Lo inmutable en la enseñanza de los Papas es la doctrina de fe y de moral, en la cual siempre ha habido continuidad y fidelidad al depósito de fe consignado por nuestro Señor Jesucristo a Pedro y sus sucesores. Desde Pedro hasta Francisco, no existen rupturas en la línea de continuidad de la enseñanza de la inmutable Palabra de Cristo, y así será hasta el último Papa.
      Por el contrario, en las directrices pontificias pastorales-litúrgicas o de gobierno en la Iglesia, sí existen rupturas, cambios, mutaciones.
      Ahora bien, en lo primero, o sea, en la enseñanza de la doctrina de Fe, los Papas no se equivocan, gozan del carisma de infalibilidad en la enseñanza ("confirma fratres tuos").
      En cambio, en lo segundo ("pasce oves meas"), en las directrices de gobierno o directrices pastorales (incluyendo la liturgia), los Papas son falibles, pueden equivocarse, pueden pecar.
      En conclusión: Benedicto se ha equivocado en Summorum pontificum, no en cuanto a doctrina de fe o moral, sino en una disciplina litúrgica que implicaba una teoría sin fundamento teológico ni prudencia pastoral, como lo explico en esta serie de cinco notas, y en mis series anteriores. Providencialmente, el papa Francisco, mediante Traditionis custodes, ha dado el primer paso para retornar la pastoral litúrgica, consecuente a la Reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, a su debido cauce.

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  3. Estimado Filemón: ¡lo Sagrado es precisamente inmutable!
    Suscribo y confirmo todo lo que dijo en 2021 el cardenal Sarah, ni bien se publicó Traditionis custodes, incluso cómo terminó su pensamiento en aquella entrevista...
    Y mire, no puede usted dejar de reconocerlo: el descontento entre los fieles aumenta cada vez más... las cúpulas de la Iglesia deberían tener esto en cuenta. ¿Dónde está la tan anunciada misericordia? ¿Debería aplicarse sólo a los pecadores impenitentes e hinchados por sus pecados y, en cambio, rechazarse a los fieles anclados en la Tradición?

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    1. Estimada Dulcinea,
      usted puede suscribir y confirmar lo que quiera. Pero los principios, si no son verdaderos principios, no funcionan. El resto son cosas secundarias. La misericordia no tiene nada que ver con el que los fieles católicos de rito romano compartan precisamente el rito romano, que es un criterio de identidad común.

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    2. El cardenal Sarah, de manera muy humilde y correcta, en mi opinión sólo quería subrayar que los dos ritos no están en contraposición, hasta el punto de que ni siquiera el vetus ordo ha sido abrogado y eliminado por los papas anteriores. Y repito, ¿por qué tanta clemencia, y no sólo eso, sino absoluta cercanía hacia las personas que violan la ley de Dios y alardean de su modernismo, y en cambio duras críticas hacia los católicos que encuentran la verdadera espiritualidad en el rito antiguo (que es la Misa de los Apóstoles)? ¡La división ciertamente no la crean los católicos de la antigua Misa!

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    3. Estimada Dulcinea,
      por favor, intente hacer el esfuerzo de reflexionar sobre el buen sentido común: no existe verdadera humildad si se pretende hacer valer como principio lo que no es un principio.
      Si el cardenal Sarah pretende validar su humildad con una mentira, no demuestra ser humilde, sino obstinado (más allá de su buena o mala fe, cuestión en la que no entro).
      En mi artículo he tratado de mostrar, si realmente usted quiere advertirlo y hace el esfuerzo, que el principio no queda verificado por los hechos. Dios es inmutable, pero lo sagrado cambia a lo largo de la historia. La paz se logra aceptando el cambio, no endureciendo el apego a formas obsoletas.

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    4. "Lo sagrado cambia a lo largo de la historia". Es cierto, de hecho, muchos jóvenes, nacidos después del Concilio, encuentran lo sagrado en la antigua Misa. Un Papa dijo: "¿Quién soy yo para juzgar?" ¿Se aplica sólo al pasado de monseñor Ricca? ¿Por qué los fieles que han sabido apreciar una forma legítima de liturgia deberían ser tan despreciados y marginados, para luego ser acusados ​​de estar al margen o fuera de la Iglesia?
      Si el Papa Francisco fuera tan misericordioso como dice ser, debería celebrar solemnemente la antigua misa en San Pedro, tal vez en Navidad. Sólo entonces me sorprendería.

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    5. Estimado Carlos,
      ahora usted habla de "una forma legítima de liturgia" refiriéndose al vetus ordo, es decir, al Misal de 1962 y a los rituales preconciliares.
      ¿Ritos legítimos? ¿Dónde está su licitud, su legitimidad?
      ¿Ve usted cómo con esto entra en contradicción?

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    6. Eran legítimos hasta que el papa Francisco emitió el motu proprio Traditionis Custodes, lleno de rígidas prescripciones y limitaciones burocráticas. Salvo pontificar contra los rígidos y contra las reglamentaciones prescriptivas, no hace otra cosa. Recuerdo que durante la pandemia del covid Bergoglio predicó contra las leyes que hacían que la gente estuviera "como vigilados y encerrados, como en una especie de prisión preventiva". Pues bien, esta es exactamente la condición en la que con Traditionis Custodes colocó a quienes podían disfrutar de la mayor libertad litúrgica ofrecida por Summorum Pontificum. La Iglesia nunca ha estado tan asfixiada e ideológicamente como en estos últimos diez años.

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    7. Estimado Carlos,
      en base a los argumentos sistemáticos y de sana razón, que seguramente ha podido leer en los artículos en los que he tratado de este tema (unos cuantos ya), mi fundamentada opinión es que la "libertad" concedida por Summorum pontificum era una libertad irresponsable: no en las intenciones del papa Benedicto XVI, sino en los resultados. La línea tradicional en la disciplina litúrgica de la Iglesia no es la de Summorum pontificum.

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    8. La línea tradicional es transmitir lo que se ha recibido, en una línea de continuidad y orgánico desarrollo. No demoler el edificio tradicional y construir uno nuevo reutilizando los escombros según las expectativas de una parte del clero de Europa occidental entre los años 60 y 70 del siglo XX.

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    9. Estimado Carlos,
      está claro en su comentario que usted, al referirse a la labor por la cual durante los años 1964 a 1969 los colaboradores del papa san Paulo VI elaboraron el Novus Ordo Missae, calificándola de una labor de "demolición", utiliza el término "demoler" con una mirada suya distorsionada por la ideología.
      Lamentablemente no podemos ponernos de acuerdo en esto, pero no en el sentido de que usted tenga una opinión y yo otra opinión, porque en el punto en cuestión no se trata de libertad de opiniones, sino que en esta cuestión entran en juego principios dogmáticos, como por ejemplo, la autoridad del Sumo Pontífice, como supremo moderador de la liturgia, la inmutabilidad de la lex orandi divina, y la mutabilidad de la lex orandi eclesial, etc.
      De modo que en el surgimiento en 1969 del Novus Ordo Missae, no hay ninguna obra de demolición, sino obra de reforma.
      Ayúdeme a tener otra opinión distinta sobre usted, porque tal como usted me manifiesta su pensamiento, no puedo hacer otra que pensar que usted es de aquellos que piensan que los problemas han surgido con el Concilio Vaticano II, cuando esto no es cierto, y está absolutamente demostrado por la historia. Pobres engañados ilusos son los que piensan que la crisis litúrgica ha nacido a partir del Concilio (o peor aún, a causa del Concilio). Rosmini y Guéranger vieron los problemas 130 o 150 años antes del Concilio Vaticano II, y precisamente en la liturgia eucarística.

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  4. Fernando Peralta, no son los cantos gregorianos el principal elemento que diferencia el nuevo del antiguo ordo litúrgico.

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    1. Estimado Joaquín, lo sé. De hecho, yo no soy un talibán ni del VO ni del NO. Hay cosas que aprecio en el VO (especialmente la orientación del sacerdote) y otras en el NO (la mayor riqueza en las lecturas)... Mi razonamiento es diferente.
      Yo, como muchos, no soporto las guitarras, los tambores y los aplausos que, en mi humilde opinión, no dan idea de lo sagrado, sino que aprecio la música gregoriana, el órgano, el uso del latín, ¡que son cosas conformes con Sacrosanctum Concilium! En mi ciudad, de una treintena de misas dominicales Novus Ordo, ¡no hay ninguna que respete estas características! O misas leídas o guitarras o como mucho algún canto a capela apenas murmurado. ¡Los órganos en las iglesias han quedado mudos! No soy músico ni sé cantar… ¡soy un simple fiel que va a misa! ¡La única misa donde se utilizaba el canto gregoriano y el órgano era la misa VO que había comenzado a celebrase con Summorum Pontificum en un solo templo de mi ciudad! ¡Entonces bienvenido SP! ¡Los obispos, traditionis custodes, moderadores de la liturgia, deben comprender que deben garantizar la variedad litúrgica en su diócesi! ¡Me parece que esta cuestión no les importa, o que incluso se oponen a cierto tipo de liturgia! De ello se deduce que muchas personas "moderadas" se refugian en el VO, que para mí, desde los tejados para abajo, puede muy bien convivir con el NO ofreciendo un tipo diferente de espiritualidad.

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    2. Estimado Joaquín y Fernando,
      efectivamente, y yo diría más, no es el canto gregoriano un elemento que diferencie el nuevo del antiguo ordo litúrgico. No tiene en absoluto nada que ver. El canto gregoriano puede convivir perfectamente en uno u otro Ordo.
      Lamentablemente, Fernando, usted se queda en los motivos penúltimos, como decía von Balthasar.
      Debe entender que la tarea principal, actualmente, en la continuidad de la Reforma litúrgica, es fomentar un correcto uso, impulsar un correcto ars celebrandi (como decía Benedicto XVI, y repite ahora Francisco), en lugar de prioritariamente luchar contra los abusos.

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  5. Ahora todo está permitido, desde las banderas arcoíris ondeando sobre las catedrales o en las puertas de las parroquias, hasta las sonrisas amistosas en la plaza de San Pedro del Papa a una pareja homosexual que recurre al alquiler de vientres para tener hijos... Todo está permitido excepto la Misa in Vetus ordo... En la Iglesia de Bergoglio evidentemente hay algún problema...

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    1. Estimado Dulcinea mendocina,
      si usted pone en el mismo nivel una forma ritual y valores más o menos discutibles, demuestra que todavía no ha comprendido bien la cuestión litúrgica, que no concierne a sentimientos ni valores, sino al lenguaje común de la experiencia y de la expresión del misterio.

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    2. Entonces me inclino ante su inteligencia, ¡contra la que ciertamente no puedo competir!

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    3. Estimado padre Filemón,
      una observación sobre su respuesta a Dulcinea mendocina, donde Ud. dice que la cuestión litúrgica "...concierne al lenguaje común de la experiencia y de la expresión del misterio".
      Tomemos como ejemplo un "pobre cristiano" nacido después de la segunda guerra mundial y criado como católico. Para él la lengua común de experiencia y expresión del misterio era esencialmente el latín, aprendió el Suscipiat y sabía perfectamente responder al Introibo ad altare dei.
      Luego, y con mucha razón, el Concilio cambió mucho la liturgia, y ya era hora. Había quienes querían cambiar muy poco o nada. Pero al final, por desgracia, prevalecieron aquellos que cambiaron todo, cometiendo un error clamoroso. Usted debería citarme un sólo documento conciliar (ya que allí soplaba el Espíritu Santo, según algunos) donde se diga que el latín debiera ser abolido. ¡Ninguno! Sin embargo, fue el latín abolido.
      Frecuento varias iglesias en diferentes partes de Argentina y en países vecinos, para asegurarle que el latín es ya un rari avis, de hecho, rarísima. El latín ha acabado como esos reyes depuestos a quienes se les promete un exilio de lujo pacífico y respetado y luego, en cambio, son encarcelados a pan y agua. Recuerdo con gran placer una misa de Corpus Christi en la catedral de cierta arquidiócesis, hace algunos años, un solo celebrante junto a un clérigo, cuatro coristas, el órgano, todo en español, pero con un Veni Creator al principio y luego todos los cantos en latín y al final el glorioso Ite, Missa est, pero nunca más escuché nada parecido en las últimas décadas. Bueno, en mi opinión fue un rito equilibrado, pero para mí sigue siendo único. Sin embargo, los documentos conciliares decían que el latín debía seguir siendo el símbolo de la unidad de la Iglesia, que debía practicarse dentro de los límites debidos pero que debía ser honrado y transmitido.
      Naturalmente, agrego yo con "discernimiento", allí donde se había arraigado, o "inculturado", como les gusta decir hoy a los liturgistas a la moda. ¿Pero, por qué la "inculturación" fue eliminada de debajo de mis pies como el taburete del verdugo para mí y para muchos como yo? ¿Esperan que guardemos un recuerdo agradecido de Traditionis Custodes?

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    4. El lenguaje no es una fórmula sustituible, no es un hábito, es una patria, querido padre. Más aún cuando es inmutable y limado por el tiempo, y cuando es una lengua muerta. Un espíritu plenamente pre-1968, una reinvención del arte de respirar, ha dado lugar a personajes como Bugnini y otros, y los problemas que han causado parecen hoy irremediables. Su fórmula, querido padre, de la liturgia como "...lenguaje común de la experiencia y de la expresión del misterio" lo explica perfectamente. ¿Por qué en cierto momento alguien quiso decir que el lenguaje de expresión del misterio que me habían obligado a aprender ya no era válido? Permítame: no los perdonaré, y todavía los desprecio por ello.
      En su opinión, querido padre, ¿cuánto tiempo llevará hacer de las fórmulas actuales en lengua vernácula "un lenguaje común de experiencia y expresión del misterio"? Más de medio siglo no ha sido suficiente. ¡Ah!, pero la gente reza en un idioma que entiende. Bueno, había que hacerlo. ¿Pero usted cree que la gente no entendía nada de fórmulas plasmadas por el tiempo, y que sus antepasados ​​habían utilizado durante generaciones y generaciones, y que fueron desechadas con el descuido y la ignorancia de quien no sabe lo que desecha? ¿Cree Ud. que con el uso absoluto y único de la lengua vernácula es más fácil comprender una religión fundada en el misterio de la Trinidad? El daño cultural (y hasta que se demuestre lo contrario, una religión es eminentemente una cultura, entre otras cosas) ha sido enorme, como lo había vaticinado en su momento la flor de la literatura y de la cultura, muchas veces no creyentes, pero admiradores de la belleza artística de los ritos. Y la prueba es que ahora se han visto obligados a promulgar TC. Dicen que los obispos lo querían. Bueno, danos alguna noticia de la encuesta que se hizo en su momento entre los obispos. A los católicos como yo no nos gusta que se burlen de nosotros. Usted acusa a gente como yo de ideología. Me parece que, en materia de ideología, es difícil vencer a gente como usted.
      Sin embargo, me despido cordialmente y no sin simpatía, dada su disposición a dialogar.

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    5. Estimado Hilario,
      en primer lugar, en su comentario, por un lado, advierto un enfoque literalista (fundamentalista) de los textos conciliares (un literalismo conciliar que es similar al literalismo bíblico, de los fundamentalistas). Y en segundo lugar, por otro lado, veo que usted se olvida de distinguir en los textos conciliares aquello que es el aspecto doctrinal, de aquello que es el aspecto pastoral. Una distinción que ningún Papa ha esclarecido de manera más luminosa como lo ha hecho el papa Benedicto XVI.
      Dado que usted cita los documentos conciliares como si fueran el código civil, no puedo negarle que quedo sorprendido de su razonamiento, que oscila entre la nostalgia del latín y el desprecio por las lenguas habladas.
      Usted me recuerdo cierta clase de pasadistas. Es curioso y paradojal cómo algunos pasadistas son literalistas y fundamentalistas con los textos conciliares en ambos sentidos: tanto para aceptar los textos conciliares cuando les agradan, como para rechazar los mismos textos cuando les desagradan. En última instancia: la ideología es precisamente no el fundamentalismo literal para leer los textos conciliares, sino la ideología del subjetivismo interpretativo, similar al "sola scriptura" de Martín Lutero. Aquí modernismo y pasadismo se tocan.
      Debería tomarse su tiempo para reflexionar y darse cuenta de que la fe no se preocupa por los lenguajes, sino que los atraviesa a todos. No sólo los lenguajes verbales, sino también los no verbales (como dicen Benedicto XVI en Sacramentum caritatis y Francisco I en Desiderio desideravi). Y no se necesita un diccionario para entender estos lenguajes. Sino que el lenguaje evoluciona. Y siempre lo ha hecho.
      Usted, tal como piensa (al menos como se pone de manifiesto en su comentario), se habría rasgado las vestiduras en los primeros siglos de la Iglesia, cuando se pasó del griego, que era el establecido lenguaje litúrgico, al latín, que era la lengua en esa época vernácula en el Imperio Romano. Pero la historia avanza y la fe con ella. No es ideología, sino realismo.

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    6. Estimado padre, acabo de leer su respuesta.
      Si citar los documentos conciliares es de leguleyos, ¿con qué propósito fueron escritos estos documentos? ¿Para ser ignorados, dado que así ocurrió en varios aspectos en los años siguientes? ¿De dónde podemos entender la voluntad y la intención del Concilio respecto a la reforma de los ritos si no en la Sacrosantum Concilium? ¿Debería tal vez referirme al "espíritu del Concilio"? Pero ¿quién determina y define este espíritu? ¿Pericle Felici o Tucho Fernández, Rahner o los cardenales De Lubac y von Balthasar, o el cardenal Roche? ¿Usted o yo? O, yendo a la dura verdad sobre el peligroso estado de la Iglesia hoy, ¿Ratzinger o Bergoglio? Si "a la fe no le importan las lenguas", como usted dice, ¿por qué se abolió completamente el latín mientras que la Sacrosanctum Concilium decía exactamente lo contrario? ¿Es lícito ignorar los documentos del Concilio, como si fueran papel higiénico? ¿No podría ser un persistente raptus de incurable novedad? Y no me diga Ud. que el texto de Sacrosanctum Concilium no es claro al respecto.
      "Con las lenguas vulgares las iglesias se volverán a llenar", afirmaba Lercaro. ¿Acaso no están cada vez más vacías? Louis Bouyer, gran teólogo y gran liturgista, amigo de Pablo VI, ya hablaba en 1968 de "una 'reforma' vandálica de la liturgia latina": Y había llegado al Concilio como perito, totalmente progresista y reformador, y salió del Concilio perplejo. Yo, a mi manera, participo de esta perplejidad que desde hace muchos años me hace alejarme no de la Iglesia, sino de lo que dicen a menudo los hombres de Iglesia, incluidos los teólogos. Creo que con demasiada frecuencia no han demostrado sabiduría. No me haga pasar, profesor, por un laudator temporis acti. Esto, permítame, es un golpe bajo, por debajo de la cintura, prohibido en el ring, y no le hace honor. No soy en absoluto un "pasadista" como usted dice. Simplemente sonrío ante la búsqueda continua, espasmódica y obstinada de algo nuevo, cada vez más novedoso y no siempre fácil de identificar. Los idólatras de lo antiguo y los de lo nuevo cometen el mismo error.
      En definitiva, pertenezco a la escuela de W.H.Auden, poeta no católico, maestro de la palabra, según el cual "...lo formal y lo
      ceremonioso es esencial en el lenguaje litúrgico" y quien advirtió que "...una de las grandes funciones de la liturgia es la de mantenernos en contacto con los muertos”, es decir con la Eternidad, es decir con Dios, que también está en medio de nosotros, pero no sólo en medio de nosotros, por supuesto. La comunidad, el pueblo, no es Dios, no en nuestra religión. Por su naturaleza, el latín, una lengua ya inmutable, cumplía bien estas tareas. Conservar algunos pasajes, si fuera posible los más bellos, habría sido prudente y útil, y así lo afirmaba el Concilio. Según otro no católico, al menos no muy católico, Ignazio Silone, el latín era una fortaleza y no una debilidad de la Iglesia, y nunca había alienado a los campesinos analfabetos, "al contrario, siempre ayudó a atraerlos". Entonces, si no es una cuestión de lengua como usted dice, si Sacrosanctum Concilium dijo que se preservara un espacio adecuado para el latín incluso en la amplia reforma de la lengua vernácula, ¿por qué se canceló? Porque el latín es demasiado trascendente, por su carácter intrínseco de lengua antigua y muerta, en una nueva religión de la inmanencia, me parece. Por lo tanto, el latín se ha convertido inevitablemente en un símbolo de mucho más, que va mucho más allá del idioma. Si lo nuevo atrae, entonces nada tengo que decir, o casi. Pero no me lo parece, mirando las constantes estadísticas del catolicismo, que sea un gran éxito. Dadas las iglesias vacías...

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    7. Estimado Hilario,
      el intérprete autorizado de los textos conciliares, como de todo el Magisterio precedente, es siempre el Magisterio actual, en la enseñanza del actual Romano Pontífice. Siempre ha sido así en la Iglesia. El Papa, en cuanto Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro, es el último estadio de la Sagrada Tradición, que sigue viva en la sucesión petrina.
      Y por todos el resto de sus argumentos, por favor, no se quede en los "motivos penúltimos".
      La obstinada ideología no le es a usted buena consejera.

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  6. Padre Filemón, usted ha citado la frase: "Mira, pienso como tú, podría suscribirme a todos tus comentarios, pero como sabes, hay algunas dificultades, y luego tú tienes la suerte de ser laico…".
    Esta frase me recuerda exactamente lo que sentí cuando, hace unos cinco años, informé, como sacerdote, de la actitud de un alto prelado que, finalmente, le llevó a dimitir. Pero supe con certeza que otros Obispos ya conocían todo. Y experimenté lo que ya sabía, es decir, que para ser católico, parece que en cierto modo hay que saber mentir.
    Así le respondió en cierta ocasión André Gide a Jacques Maritain: "A vosotros, los católicos, no os gusta la verdad". André Gide tenía razón y lo demostramos constantemente.
    Una falsa concepción de la caridad nos empuja a no hablar de lo que nos molesta y, sobre todo, a no comprometer nuestra carrera. Sé muy bien que la Iglesia no es una secta pero, lamentablemente, muy a menudo se hace todo lo posible para que otros lo crean.
    ¡Resulta que con usted, querido padre Filemón, somos como aquellos modelos antiguos de coches que no tenían marcha atrás! Cuando nos damos vuelta, después de decir la verdad, pensando que los demás nos siguen, nos damos cuenta que ¡todos han huido y nos encontramos solos!
    El papa Francisco tiene razón al hablar de parresía y sinodalidad, pero esto aún está lejos de ser la regla general en la Iglesia. Sin embargo, así tendrá que ser si queremos seguir adelante como Iglesia.
    La solución: hay que dejar de nombrar obispos sucesores de los apóstoles antes de Pentecostés, cuando todavía tenían miedo y estaban encerrados en el Cenáculo. Se deben nombrar Obispos (al menos algunos) después de Pentecostés, que han recibido lenguas de fuego y que hablan.

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    1. Por supuesto, p.N.C., en la Iglesia faltan el diálogo y la parresía. Por ejemplo, el Papa Francisco se ha negado una y otra vez a responder incluso a los Dubia de algunos cardenales especto a cuestiones importantes, y ha convocado sínodos inútiles para validar decisiones ya tomadas, como admitió el teólogo Forte a propósito de Amoris Laetitia: "Si hablamos explícitamente de comunión para las personas divorciadas y casadas de nuevo, no sabes el lío que hacen con esto. Así que no hablemos de ello directamente, asegúrese de que las premisas estén ahí, luego sacaremos las conclusiones".
      En cuanto a Traditiones Custodes, ¿por qué el Papa no publica los resultados de aquella encuesta que hizo en el 2020 y que supuestamente mostraría que todas las diócesis del mundo estarían a favor de la marginación y posiblemente el aniquilamiento de los fieles vinculados al Vetus Ordo?

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    2. Paracelsomol, tu mensaje es para tí una oportunidad para gritar a voz en cuello que te opones al Concilio Vaticano II. Tendrías que saber que el Espíritu Santo guía a la Iglesia a través de sus pastores legítimos. La parresía que tú quieres es la de poder seguir desobedeciendo con la conciencia tranquila, algo muy habitual en entornos tradicionales donde mantener las apariencias muchas veces cuenta más que la verdad y la justicia. La carta explicativa del Papa Francisco lo decía bien: "Dudar del Concilio significa dudar (...), en definitiva, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia". Tu sentido de la parresía es, por tanto, buscar los piojos en la tonsura del Papa Francisco. ¡Puedo decirte con toda seguridad que ni siquiera con un telescopio potentísimo podrás encontrar uno solo!

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    3. Estimado padre N.C.,
      me parece haber indicado al menos tres puntos que creo particularmente ofensivos para mi conciencia por parte del santo padre de Roma, y ​​los repito rápidamente: 1) iniciar sínodos manipulados para confirmar decisiones ya tomadas, como testimonió en su momento mons. Forte; 2) no responder a los dubia; y 3) prohibir la liturgia antigua con el pretexto de datos estadísticos jamás publicados. Hay también otras cosas que me parecen desagradables en este Papa, por ejemplo el silencio sobre la actuación de algunos obispos sudamericanos amigos suyos, en cuestiones vinculadas con abusos sexuales. ¿Qué piensa usted de todo esto?

      Usted indica la frase del santo padre de que "dudar del Concilio es dudar del Espíritu". Es extraño que una frase tan tonta sea apreciada por usted. Hace tiempo que Descartes nos ha enseñaddo el valor de la duda metódica como primer paso hacia el conocimiento. Si quisiera una religión sin dudas y de fe ciega, iría a combatir por la sharia con los talibanes en el este.

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    4. Querido Paracelsomol, respeto plenamente tu conciencia y tu derecho a expresar tus preocupaciones. Pero creo que es un error afirmar que hubo manipulación de los obispos del Sínodo para llegar al bellísimo documento pontificio "Amoris laetitia".
      Respecto a la falta de respuesta del Santo Padre a los dubia, es perfectamente legítima frente a algunos cardenales que parecían poner en duda la fidelidad del Santo Padre a los "valores no negociables". Estos cardenales sabían perfectamente que no se puede acorralar al sucesor de san Pedro de ese modo y que no se hace lobby para imponerle lo que debe hacer en su ministerio petrino. Los dubia, en todo caso, debían haber sido preguntas por sí o por no, sometidas humildemente a Pedro, para que las aclarara.
      Lo mismo vale para los resultados de la encuesta: una decisión papal, aunque esté basada en información de los Obispos, no puede ser el resultado de una opinión mayoritaria en la Iglesia, sobre todo porque los fundamentalistas son minoría a pesar del ruido que hacen.
      En fin, la duda cartesiana se refiere a cuestiones científicas y no a cuestiones religiosas, perdónenme si se lo recuerdo.
      Si me lo permites, me gustaría que dejáramos las cosas como están en este diálogo, que nos llevaría mucho más tiempo. No es que me niegue a dialogar, pero ¿qué quieres que nos digamos ahora? Aparentemente tienes un modo de pensar poco científico y de temperamento dubitativo que se basa en puntos de detalle, para rechazarlo todo. Discúlpame por decírtelo, pero Jesús ya respondió a esto diciéndoles a sus interlocutores que estaban filtrando el mosquito y tragándose el camello.
      Por mi parte, tengo una fe que no duda, fundada en la roca de Pedro establecida por el mismo Cristo, lo que me deja lugar a la duda legítima en el campo de la ciencia experimental. Como decía San John-Henry Newman, no quiero tener razón contra tí, sino encontrarme contigo en una verdad más alta. Me caes simpático, aunque no te conozca, porque te atreves a decir lo que piensas. Sin embargo, no sufras demasiado por las carencias humanas del Papa, todos los Papas las han tenido, cada uno a su modo, y no te estés lamentando porque el Papa no haya sido otro en lugar de Francisco. Trata de mirar al Papa como lo que es en la fe cristiana católica: quien zanja el debate. Por eso intento, modesta y malamente quizás, defenderlo a mi manera. Después gracias a Dios todo queda con libertad y cortesía. Incluso si no estoy de acuerdo contigo, cree en mi benevolencia.

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    5. Estimado padre N.C. y también estimado Paracelsomol,
      prefiero por el momento no inmiscuirme en el muy interesante diálogo que ustedes intercambian. Los animo a continuarlo. Creo que los lectores podrán sacar buen provecho de las ideas que ustedes comparten, y aliento la esperanza de que todos podamos esclarecer gracias a ustedes el tema que aquí se debate.

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    6. Reverendo p.N.C.,
      Le agradezco por los amables tonos de su respuesta, pero debo confesar que no estoy de acuerdo con prácticamente nada de lo que Ud. ha dicho. Sin embargo, no quiero aburrirlo con una explicación puntual de lo que considero contradicciones e incoherencias en sus puntos de vista. Me limito a observar que en cierta ocasión, en San Pedro, el Papa se preguntaba: "¿Desprecio los mandamientos? No, pero los respeto no de modo absoluto" Ahora bien, si los mandamientos dados por Dios no deben ser respetados en modo absoluto, y por ende son relativos, ¿por qué deberíamos respetar lo decidido por el Papa en TC, que además está expresado con una desagradable modalidad de tirano?

      ¿Los papas resuelven el debate? Los mejores entre ellos lo hicieron, tomando por referencia el depósito de la fe. Ahora bien, sin embargo, el Santo Padre cree que el depósito de la fe sea él mismo y sus prejuicios, tal como un famoso rey de Francia que alguna vez pensó que él era el Estado. Si este ultramontanismo hiperbólico fuera la fe católica, los católicos serían los hombres más infelices, obligados a cambiar de idea con cada muerte de papa o, peor aún, con cada cambio de humor o de idiosincrasia del ocupante temporal de la sede de Pedro. Por suerte este no es el caso. La fe católica no es la adoración del papa, sino el depósito que nos ha sido transmitido por los apóstoles y del cual el obispo de Roma es un humilde servidor.

      Le pregunto algo más. En su comentario inicial usted ha dicho que contribuyó a la dimisión de un alto prelado por su actitud. ¿Pediría usted también la dimisión del obispo de Roma si se encontrara con una actitud similar? Gracias.

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    7. Tus palabras requieren matices. Reaccionas como si hubiera un depósito de fe caído del cielo, formulado de una vez y para siempre, y que no se pueda cambiar. Esto es sólo parcialmente cierto. El depósito de la fe, contenido en la Santa Tradición y la Sagrada Escritura, fue confiado por los Apóstoles a toda la Iglesia. La interpretación auténtica del depósito de la fe está confiada únicamente al Magisterio de la Iglesia, que tiene la tarea de interpretarlo y adaptarlo a cada generación. Este reclamo a los principios hace caer el ejemplo de la catequesis del Papa Francisco del 18 de agosto de 2021 que tú citas. Te invito a releer con calma ese texto porque no creo que lo hayas entendido. Es necesario citar la frase entera, lo que ahora hago: "...¿desprecio los Mandamientos? No. Los observo, pero no como absolutos, porque quien me justifica es Jesucristo". Si eliminas el final de la frase, como lo haces, le haces decir al Papa Francisco lo contrario de lo que ha explicado en su catequesis, donde muestra la importancia de la Ley, y por lo tanto de los mandamientos, pero donde desarrolla la importancia aún mayor de la Salvación. obtenida en Jesucristo. El Papa es cristiano, pero por tu parte, teniendo en cuenta lo que escribes, debes preguntarte personalmente si realmente lo eres. No quiero prejuzgarte, pero el Santo Padre escribe también en esa misma catequesis una pregunta que ilustra el tema que desarrolla: "¿Cómo vivo yo? ¿Con miedo de que si no hago esto iré al infierno? ¿O vivo también con esa esperanza, con esa alegría de la gratuidad de la salvación en Jesucristo?". Esto es lo que debes encontrar en tu camino de fe personal: la gracia gratuita de Cristo que nos salva. Por tanto, el Papa tiene toda la razón, sin que sea necesario exagerar la veneración que tenemos por su rol en la Iglesia, porque nos recuerda con razón que la gracia, sin descuidar la ley, es más importante. En este sentido, los mandamientos no son absolutos porque no traen la salvación que Cristo obtiene para nosotros. El tema podría desarrollarse infinitamente.
      Por mi parte, siendo sacerdote, pido para tí que sientas personalmente el don de esta gracia, para que ya no seas un simple siervo que vive en el temor, sino un hijo y un amigo que ha descubierto el amor del Padre que Cristo ha revelado para nosotros.
      Por favor, no digas más que el Papa ha dicho que los mandamientos no sean cumplidos, porque eso está mal, sino léelo mejor y descubre la superior sabiduría evangélica que el Papa se toma la molestia de explicar bien a los cristianos católicos. Si realmente crees que el Papa enseñó lo que en él entendiste, comprendo tu confusión pero, afortunadamente, esta confusión se disipa cuando se manifiesta la belleza de la luz del Amor. En efecto, no tienes que objetar, porque ya sabes muy bien que toda la ley está contenida sólo en este Amor a Dios y al prójimo. Sinceramente y respetuosamente tuyo.

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    8. Gracias de nuevo por su explicación. Es cierto, habría muchas ideas que desarrollar, pero no es posible hacerlo aquí. Sin embargo, quisiera aclarar que la cita que hice del discurso papal fue para relativizar el lamentable motu proprio Traditionis Custodes, que desespera a miles de católicos vinculados al antiguo rito. Espero que ese motu proprio fracase, como encuentro un fracaso este pontificado, que lamentablemente arrastra consigo a la Iglesia en la que he nacido. Luego de ese motu proprio hubo, por ejemplo, un obispo en Costa Rica que suspendió a uno de sus sacerdotes y lo envió a ser tratado por un psicólogo por haber celebrado una misa Novus Ordo en latín y ad orientem, después de que las misas Vetus Ordo habían sido prohibidas. Lo de ese Obispo no me sorprende en absoluto. Si el Vetus Ordo va contra el Espíritu, quien no lo reconozca o está contra el Espíritu o está loco.

      Mientras ocurría esto en 2021, el papa publicaba anuncios a favor de la vacuna contra el covid. Está bien vacunarse, pero me parece ridículo que el magisterio papal sea de tal manera horizontalizado y achatado a servir de instrumento para estas posiciones. Para eso no necesitamos un Papa, basta con cualquier ministro de salud.

      Le digo esto para expresar el malestar de quienes ahora se dan cuenta de que la Iglesia de Francisco es una secta, no es en nada diferente a un partido político. No resuelve el debate, lo suprime porque los por él llamados "rígidos" molestan al líder máximo que tiene que ocuparse de otras cosas más importantes, el Covid, el calentamiento global, etc. Todo lo que, en mi humilde opinión, pertenece a los laicos. y cosas en las que no existen verdades absolutas, como pontifica falsamente y con gran ignorancia, el actual sucesor de Pedro.

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    9. Querido hijo, no puedo obligarte a amar. Eres libre de no aprobar al Papa pero no eres libre de decirle al Papa lo que él debe hacer o no hacer para cumplir su misión y oficio de Papa. Y el Papa Francisco es quien tiene el carisma petrino para guiar a la Santa Iglesia en las dificultades de hoy. Este Papa es el que nos ha dado el Señor, no el voto democrático de los católicos bautizados. Yo sigo al sucesor de Pedro, que para ello tiene misión y gracia. Te dejo a tu gusto. En mi vida de sacerdote he visto a menudo a personas a quienes su religión les servía para volverse aún más malvadas...
      El Papa Francisco es odiado por los tradicionalistas porque la predicación del Amor en Libertad les hace huir como ratas. Quieren obligar a los demás a seguir sus ideas. Estas ideas, a pesar de las citaciones que ellos hacen del evangelio (en latín), no son cristianas. Para esta gente, el Papa es un argentino despreciable. A mí me gusta, porque hace que los tradicionalistas corran y se espanten como conejos.
      Pondremos punto aquí a nuestro diálogo, si es lo que quieres, manteniéndonos como buenos amigos, con una sonrisa, aunque no estemos de acuerdo. Me temo que tus dificultades serán aún mayores con el próximo Papa: no creo que el que venga sea un Papa fundamentalista que haga levantar plumas de avestruz alrededor de la silla gestatoria. Felicidades.

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    10. Estimado padre N.C.,
      ¡Su forma de expresarse es verdaderamente despectiva hacia los demás! ¡En comparación de tal soberbia, los de la fraternidad San Pío X son como corderitos! Usted habla de los tradicionalistas exactamente como la gente de la FSSPX habla de los modernistas.
      Quisiera señalar que Summorum Pontificum fue promulgado hace 16 años por un Papa que en aquel momento tenía el carisma petrino y que todavía estaba vivo cuando se promulgó Traditionis Custodes. Y yo estoy de acuerdo con el enfoque de Benedicto XVI. Y supongo que Ud. en aquel momento tenía que digerir con dificultad a Summorum Pontificum. Ahora con TC las cosas se han puesto patas arriba y es entonces que Ud. ahora actúa de modo presumido, ¡mientras que los amargados somos los tradicionalistas! Por suerte existe la Fraternidad de San Pío X.
      Le dejo disfrutando de las banderas arcoíris en los altares, las guitarras, los aplausos, los hosannas y las pachamamas (o como carajo se llamen). Nosotros nos mantenemos en el canto gregoriano, el órgano y la tradición cultural bimilenaria! ¡Saludos!

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    11. Concuerdo con lo que dice Fernando, pero agrego una consideración. Cuando el Papa Benedicto liberalizó el Vetus Ordo, no impuso nada a la gran mayoría que seguía legítimamente el Novus Ordo. Sólo aplicó la máxima de Gamaliel. La amargura vino de parte de la facción presa del odio teológico, pero para quienes nada cambió concretamente. Nadie los obligó a volver a colocar los altares en lugar del asiento presidencial, ni a aplicar lo que dice Sacrosanctum Concilium sobre la música sacra.

      En cambio, al Papa Francisco le preocupa perseguir y hacer la vida imposible a una pequeña minoría, y la amargura de los involucrados no es ideológica, sino concreta. Tendrán que recorrer decenas o cientos de kilómetros más para asistir a la Misa Vetus Ordo, y en las diócesis donde se aplica TC como quiere el Santo Padre, seguramente se establecerán campos de reeducación litúrgica.

      Para evitar malentendidos, querido padre N.C., suelo ir a Misa Novus Ordo, y no quiero plumas de avestruz, aunque considero que la silla gestatoria es menos contaminante y más ecológica que el Papamóvil. Y de mis amigos judíos he aprendido a desconfiar de quienes hablan sólo de amor y de paz, sin tener en cuenta la justicia.

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    12. Querido Fernando, yo también estoy a favor del canto gregoriano, que utilizo a menudo para la liturgia de las horas, el órgano y la tradición cultural bimilenaria que paso mi tiempo estudiando. ¿Dónde encuentras un motivo para pensar que el Concilio Vaticano II y el Papa Francisco no pertenecen a esta tradición? Y aquí está el meollo del problema. Bajo la apariencia de defender los valores tradicionales, se esconde la impostura de tomarse a sí mismo como juez único de la evolución de la vida de la Iglesia.
      Tengo dos ideas que considero importantes. Una de André Frossard, amigo de San Juan Pablo II: "¡Los integristas siempre hacen la voluntad de Dios, lo quiera o no lo quiera Dios!" Y también la idea del padre Yves de Montcheuil, exiliado a los 44 años en 1944 en Grenoble por los alemanes por actos de resistencia: "no son los obsesionados por el pasado, sino los seres profundos los que prolongan la tradición".
      Éstos son los motivos por los que estoy, no contra las personas, no contra tí, sino contra las ideas. El fundamentalismo es una impostura y hay que decirlo. El Papa Benedicto XVI promulgó su motu proprio para promover la paz y el Papa Francisco hace otro tanto para salvaguardar la unidad de la Iglesia. Los dos han querido estar en la verdad en el momento en que legislaron. Nada más que esto. No se puede tomar un Papa y oponerlo a otro. Y esto hay que decirlo, te desagrade o no. Exactamente hoy como en la época de la herejía del jansenismo donde obispos, sacerdotes y fieles querían que el Papa los reconociera. Los Papas nunca fueron jansenistas. Nunca han sido ni serán fundamentalistas, porque es esencialmente una herejía antes que un cisma. No soy yo quien lo dice: fue el padre dominico, gran teólogo, el cardenal Yves Congar. Debemos multiplicar los agradecimientos al Espíritu Santo que inspira al Papa Francisco a proteger a la Iglesia del mal del fundamentalismo.
      Querido Fernando, te reconozco lo que me dices, acerca de que tengo el don de hacer enojar a quienes miran hacia atrás, los "indietristas". ¡Son tan predecibles en sus bloques! Deseo para tí la paz, con mis mejores deseos. Mis bendiciones.

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    13. No había leído tu mensaje, querido Paracelsomol. El amor y la paz basados ​​en la justicia, la libertad y la verdad son muy correctos. Imagínate que en esto me guía una encíclica que he leído ni bien fue publicada: la Pacem in terris de San Juan XXIII.
      Me alegra que no te gusten las plumas de avestruz. Y tampoco hay que tener miedo de las alabardas de la guardia suiza porque hoy no hay persecución. Para llegar a ser mártir es necesario estar en el mismo amor que Cristo cuando dio su vida por la salvación del mundo. No nos deben faltar virtudes que a los fundamentalistas siempre les falta: la obediencia, la humildad y muchas veces la caridad. Es una lástima morir por nada en los "campos de reeducación litúrgica". Hoy todos los fundamentalistas lloran. Pero dejo de reírme, porque mi discurso no es contra las personas sino contra las ideas. Pax vobiscum et cum Spiritu meo. He dicho todo lo que quería decir. ¡Ite missa est!

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  7. Estimado padre, cuando se promulgó Summorum pontificum, el director de un importante portal de noticias católicas y de formación católica en español, me pidió un comentario del motu proprio del papa Benedicto en el plano del derecho canónico. Inmediatamente dije que no, pero luego hice como en la parábola evangélica y lo escribí, tal vez subrayando algunos aspectos menos aceptables del texto. El responsable de ese portal me agradeció, pero se disculpó de no poder publicar mi artículo teniendo en cuenta a los lectores del sitio.

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    1. Estimado P.S.M.,
      lo que le ha sucedido a usted es similar a otros casos de mi conocimiento.
      Han sido años confusos y oscuros. No lo son menos los actuales, pero al menos hemos vuelto al correcto camino de la Reforma litúrgica.

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  8. Estimado padre Filemón y padre N.C. (me dirijo a los dos, ya que parece que ahora ustedes forman una pareja indivisible en este blog):
    La mejor respuesta a sus cavilaciones y a las inclusivas reprimendas que nos lanza Traditionis custodes a los fieles de la Misa de siempre, ha venido de parte del hoy encumbrado cardenal Zuppi. Pienso que las enojadas reacciones de ustedes dos, estimados Padres, se deben precisamente a que alguien importante (y que quizás ustedes estimaban cercano a la facción que ustedes representan) está cantando fuera del coro:
    "La tradición litúrgica ha dado una impronta inequívoca a nuestra Iglesia local: es un jardín que hay que cultivar con amor y pasión renovados, sin resignarnos nunca a cansancios y perezas que -cuando no degeneran en abusos- terminan debilitando la fuerza formidable de la liturgia de la que nace y siempre se edifica la Iglesia" (decreto del 25 de julio de 2021, del cardenal Matteo Maria Zuppi, para su arquidiócesis de Bolonia).
    Con el debido respeto a los argumentos últimos y penúltimos de H.U. von Balthasar, Zuppi nos sigue "sorprendiendo". Pero no el padre Filemón.
    ¡Con mis mejores augurios!
    Rubén

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    1. Como dice el dicho, una golondrina no hace verano, y un cardenal, aunque sea de Sant'Egidio, no hace la doctrina de la Iglesia. Querido Rubén, gracias por darnos, al padre Filemón y a mí, a pesar de que somos totalmente independientes y de que sólo me interesan sus magníficas publicaciones, el honor de que nos rechaces junto con el rechazo que manifiestas al Concilio Vaticano II. Creo que la ideología de Sant'Egidio, como la de varios movimientos espirituales, de querer la paz a toda costa, muestra aquí sus serios límites. Aunque a decir verdad, la declaración del cardenal Zuppi a la que tú haces referencia me parece que habla al revés de lo que piensas o de aquello para lo que la usas. Fue un decreto inmediato a Traditionis custodes, precisamente para OBEDECER a lo decidido en el motu proprio del Papa. Sea como sea, y como bien han recordado los Papas desde San Juan XXIII en adelante, la cúpula de la Catedral de la Paz sólo puede sostenerse sobre cuatro pilares, ninguno de los cuales debe faltar: Verdad, Justicia, Libertad y Caridad. Me siendo honrado de poder recordarte esto. Con mis mejores deseos.
      PD: Termino mis "relucubraciones" aquí contigo. Cuando los insultos se convierten en argumentos, la fuerza de los sabios es retirarse al silencio. Como decía Léon Bloy, cuando tiramos basura al cielo lo único que arriesgamos lograr es recibirla en nuestra propio rostro. De ahí la importancia de saber jubilarse a tiempo, ¿no te parece?

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    2. Estoy realmente sorprendido por esta respuesta. ¿Insultos? ¿Rechazo del Vaticano II? ¡Le ruego que lo lea de nuevo y tal vez reflexione!
      ¡Es una señal de que mi comentario dio en el clavo correcto!
      ¡Gracias!

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    3. "Como dice el dicho, una golondrina no hace verano, y un cardenal, aunque sea de Sant'Egidio, no hace la doctrina de la Iglesia".
      ¿Es TC doctrina de la iglesia? Sin embargo, el padre Filemón, en un artículo en este blog donde critica al Abad Dom Pateau, afirma que: "Lo equivocado sigue estando equivocado, incluso cuando es asumido por Obispos y Papas". Obviamente refiriéndose al motu proprio SP, igual y contrario, a lo que dice el Papa Benedicto. Pero, como se sabe, la obediencia al magisterio, como para las leyes, se interpreta para los amigos y se aplica para los enemigos.

      Perdóneme, Pater optime, pero parece que le resulta divertida la desesperación en la cual se ha dejado a los amantes de las plumas de avestruz. Para su facción, de hecho, quienes encuentran a Cristo en la liturgia antigua viven en un espacio de jaula de locos con sus locuras, cuya principal actividad es el disfraz, y cada vez que ellos quieren dar sus razones, simplemente no son escuchados. A los rígidos caras de vinagre, como ustedes los llaman, no hay que escucharlos, sólo hay que aplastarlos.

      Y así lo han hecho.

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    4. Las agitadas polémicas que aquí se han visto (en varios diálogos de este foro), es uno de los resultados no deseados de Summorum pontificum, causado por los defectos de argumentación y de disciplina en el texto de Benedicto XVI, más allá de sus buenas intenciones.
      No hay duda alguna de que Traditionis custodes es tan Magisterio como Summorum pontificum. Y, en cuanto texto legislativo, Traditionis custodes, por ser posterior, deroga lo anterior. En todo esto Francisco ha sido lineal y oportuno, poniendo fin a un doloroso equívoco.
      Queda todavía un espacio de indulto, restringido y progresivamente siempre más pequeño, para el rito tridentino. Es enteramente legítimo que los individuales Obispos puedan aplicar Traditionis custodes de manera diferenciada (aquí viene, por ejemplo, el caso del cardenal Zuppi, con su decreto de 2021, citado en este debate).
      En suma, a mi entender, se ha retornado al correcto cauce para que podamos continuar con la Reforma litúrgica que nos pide el Concilio Vaticano II.

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    5. Estimado padre Filemón: ¡bienvenido en su retorno a casa!
      De hecho, los tonos de este debate son cada vez más acalorados y facciosos. Y el magnífico resultado de Traditionis custodes será provocar un mayor conflicto intraeclesial, especialmente entre el clero y los fieles, donde, paradójicamente, se volverá a experimentar una especie de exacerbación del "síndrome clerical" (y las respuestas desdeñosas del padre N.C. son una clara demostración, si me perdona y me lo permite).
      TC no soluciona nada de nada. Si realmente quisiera resolver el problema, el Papa habría tenido que abrogar "Quo primum tempore", comprometiendo su infalibilidad y su responsabilidad. La impresión es que, una vez más, quieren jugar peligrosamente con la ambigüedad. ¡Y no me diga que, haciéndolo así, el Papa ha demostrado sabiduría pastoral! Los efectos desastrosos ya se están viendo en discusiones como estas.
      ¡Con los mejores deseos!

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    6. Los defectos en la argumentación son precisamente de TC y de la carta adjunta del Papa Francisco a los obispos, que evita cuidadosamente explicar las verdaderas razones por las que el Papa Benedicto considera que el misal antiguo no está abolido, hace declaraciones históricamente infundadas sobre la reforma tridentina, dice querer dar centralidad a los obispos, al tiempo que centraliza en las manos de la Santa Sede el veto a la formación de nuevos grupos, calumnia las motivaciones de los fieles de la tradición refiriéndose a motivos de prestigio personal y carrerismo del clero la formación de parroquias que siguen el rito antiguo.

      Desde hace 11 años el Papa Francisco predica con desprecio contra las leyes y las normas, que considera "rígidas" y contrarias al Espíritu. Sin embargo, las leyes y normas y reglamentos se convierten en buenos y justos cuando se trata de utilizarlos como arma para destruir al enemigo.

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    7. Estimado Rubén,
      los documentos pontificios, sean doctrinales o sólo sean disciplinarios (también en la liturgia) son sólo el primer paso hacia la solución. No solucionan de por sí, y tan sólo por sí mismos, ningún problema en la Iglesia. Pero son, sí, efectivamente, el primer paso hacia la solución correcta de cualquier problema eclesial, porque es el Papa el único ser humano (en la Iglesia y en la humanidad, en un determinado momento de la historia) que tiene la palabra autorizada para confirmarnos en la Fe, y para guiarnos al Reino de los cielos.
      En cuanto a la sabiduría pastoral del Papa, usted tiene razón en afirmar que en ese ámbito puede existir en nosotros, los fieles, un respetuoso disenso (aunque sólo en el plano teórico, y siempre en la obediencia y seguimiento de la línea pastoral pontificia). ¿Mantiene usted esa unidad con el Papa, no sólo en lo doctrinal, sino también en la obediencia que debe ser consecuente a sus directivas pastorales y disciplinares? Sólo así puede usted llamarse católico. No de otro modo.
      ¡Con los mejores deseos!

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    8. Estimado Paracelsomol,
      usted acaba de publicar hace un momento su comentario. Le respondo brevemente.
      Si usted ha encontrado algún defecto argumentativo tanto en Traditionis Custodes como en la Carta adjunta del Papa Francisco a los obispos, le pediría que me los señale puntualmente, y adjunte los razonamientos que usted hace para fundamentar su afirmación y su rechazo impugnativo. En un diálogo serio, como el que pretendemos llevar adelante en este foro, no somos gente ideologizada que repite incesantemente "mantras" para auto-convencernos de no estar en el error; sino que tratamos de que nuestras afirmaciones, aunque sean ellas meras opiniones, estén debidamente acompañadas con los argumentos (buenos o malos) que intentan fundamentarlas.
      Asimismo, si puede hacerme el favor, señáleme cuáles son aquellas leyes y normas que el Papa ha considerado "rígidas" y contrarias al Espíritu, e indícame sus argumentos para no estar de acuerdo con lo afirmado por el Papa. Una vez más: no podemos hablar sin ton ni son, haciendo afirmaciones al aire porque el aire es gratis y tenemos libertad para llenarlo de nuestras tonterías.

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  9. Diógenes de Los Hornos16 de septiembre de 2023, 16:01

    Estimado padre Filemón de la Trinidad:
    No soy un estudioso de la liturgia ni del derecho canónico, soy un pobre y simple cristiano que sólo he asistido al rito tridentino dos o tres veces en mi vida y que frecuento semanalmente con regularidad la llamada misa de Pablo VI, y estoy implicado en el mundo del laicado, a varios niveles.
    Viví esta disposición (Motu Proprio) del Papa Francisco, sobre la Misa Antigua, como un acto profundamente discriminatorio y antidemocrático, y que limita fuertemente la libertad de las conciencias. El Papa Francisco acusa al rito y a los fieles del rito esencialmente de impugnar el Vaticano II y en consecuencia todos guardan silencio... He estudiado leyes y uno de los principios clave del derecho, incluido el canónico, es que la responsabilidad es personal y, en consecuencia, por el error de uno no se puede culpar a todos, y en particular a todo un rito considerado sagrado durante siglos, ¿o no? Quizás hubiera sido más correcto procesar a las personas individuales que cometieron errores y no limitar el culto a todos ¿o no?
    Le saludo.

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    1. Estimado Diógenes,
      me alegra saber que usted es un cristiano comprometido en el mundo propio del laicado, dando su buen testimonio de tal, porque, como bien sabemos, la obra de la evangelización de nuestro mundo no es sólo responsabilidad de los pastores, o del clero, o de los religiosos, sino de todos los fieles bautizados.
      Respecto a su parecer sobre el motu proprio Traditionis custodes, usted debe saber que el gobierno de la Iglesia (y me refiero a su ámbito pastoral o disciplinar) no se rige por los métodos democráticos que son propios de los Estados temporales de este mundo. Puede la Iglesia recurrir (en ámbitos pastorales) a métodos que podrían ser asimilados a las democracias temporales (por ejemplo, el Sínodo del Pueblo de Dios, actualmente en curso), pero en definitiva, y a nivel decisorio, la Iglesia no se gobierna al modo de las democracias de este mundo, sino que nuestro Señor Jesucristo la ha fundado sobre Pedro, cuyo sucesor es el Papa.
      La decisión del Papa de abrogar la libertad concedida por Benedicto XVI, y retornar al sistema jurídico del "indulto" para el VO (como fue elegido por los papas san Paulo VI y san Juan Pablo II), es una decisión pastoral/disciplinar, sobre la cual podemos tener nuestra lícita opinión. Ahora bien, una opinión debe ser fundamentada con argumentos. Espero que usted los aporte. Por mi parte, yo he tratado de fundamentar los buenos motivos por los cuales el Papa ha tomado su decisión, y creo haber demostrado fehacientemente sus razones prudenciales, al haber mostrado las aporías teológicas, doctrinales, espirituales, canónicas y pastorales, que eran claramente defectos del motu proprio Summorum pontificum.

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  10. Estimado padre Filemón de la Trinidad,
    Soy argentino, pero viviendo primero en Francia durante 20 años, y luego 25 entre los Hermanos Menores Renovados, en Italia, de quienes he recibido muchas de las riquezas de San Francisco estudiándolas y viviéndolas, como vivir sin dinero y en vagones de ferrocarril, pero también en la escucha continua de el Magisterio. El Señor me ha hecho salir hacia la atención de las necesidades de la Nueva Evangelización. Entre los FMR he notado un cierto temor hacia el Concilio. Ahora soy sacerdote incardinado a una diócesis en el sur del país.
    Sigo sus artículos. La Providencia quiso que conociera Fontgombault e hiciera allí un retiro cuando la vocación se impuso en mí en 1980, aunque nunca estuve convencido de ese latín que Jesús no usaría y que al final nadie entiende realmente, ni de la persistencia del VO, un verdadero problema que tienen muchos atrapados por una enfermiza nostalgia sin serio sentido. Debo decir que Traditionis Custodes me hizo admirar la valentía del Papa Francisco y su lógica extrema.
    Leyendo sus artículos, ¡me parece que el padre Filemón fuera francés y el Abbé Pateau italiano! Usted razona sobre temas fundamentales, mientras que el Abad de Fontgombault desde motivos de sensibilidad personal.
    Le agradezco mucho su servicio.
    Lo saludo con mi sincera estima.

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    1. Estimado padre,
      me alegra conocer algo de su vida dedicada al servicio del Pueblo de Dios, como sacerdote. Me complace también saber que un sacerdote de su experiencia comparte mis criterios al publicar estos humildes artículos.
      Verdaderamente Traditionis custodes del papa Francisco es un documento de una providencial valentía, una decisión que necesitábamos en la Iglesia.
      Concuerdo con usted acerca de que el abad Pateau manifiesta típicamente aquello que sobre todo caracteriza a los pasadistas: meros motivos de sensibilidad personal. Estoy convencido que la motivación central, de orden psicológico, que embarga cualquier otra motivación manifestada por los pasadistas, es el sentimiento de la nostalgia. De esto ya he hablado en un artículo reciente.
      También yo lo saludo con mi sincera estima.

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  11. 1 Pe 2,23: "[Christus] qui cum malediceretur, non remaledicebat…, commendabat autem iuste iudicanti". Fin del debate, recomendándonos ante Aquel que es el único que juzga con justicia, y también para evitar contaminar el blog del padre Filemón. Atentamente.

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    1. ¡Con la esperanza de que Ud. no se crea Cristo!

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    2. Esta tarde, retornando a casa, veo tu respuesta. Naturalmente, no me considero ni Cristo ni Napoleón. Sin embargo, si no lo tomas de manera trágica, te diría sencilla y amablemente que tampoco deberías tomarlo como "Aquel único que juzga con justicia".
      Con una sonrisa vespertina. Buenas noches.

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    3. Cuando dialogamos entre cristianos, un presupuesto básico para ponernos a reparo de los extremos a los que nos lleva frecuentemente el apasionamiento, es no perder de vista el diferente plano en el que puede moverse nuestro diálogo o sana discusión: uno es el plano de la Fe vinculante, vale decir, el plano del dogma y de la doctrina católica, y otro distinto es el plano de lo libremente opinable. En el primero debe haber unidad, en el segundo, escucha y respeto de la opinión ajena y, en consecuencia, la respetuosa proposición de los argumentos para sustentar la propia opinión y rechazar la opinión ajena, sabiendo que este segundo plano es simplemente el plano de la dialéctica, no el de la ciencia ni de la fe, en el que no tenemos certezas absolutas.

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  12. Debemos dialogar con respeto y en paz, tratando sinceramente de comprender las instancias positivas del otro.

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    1. Querida Herminia,
      tienes razón, escuchar a nuestro interlocutor es una conditio sine qua non para el verdadero diálogo.

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    2. Herminia: "comprender las instancias positivas del otro" está bien, pero el otro debe hacer el esfuerzo de reconocer tu derecho a la existencia. ¿No tienen derecho a existir los católicos que se alimentan de la espiritualidad del misal más antiguo? ¿Usted está a favor de su destrucción o cree que es un enriquecimiento de la Iglesia?

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    3. Lo que dije es que me parece que el camino podría ser el de volver, como en el Evangelio, a las verdades esenciales reveladas por Jesús y hacernos a todos conscientes de que muchas cosas son nuestras opiniones y no las palabras de Jesús. Pero quiero agregar que yo no he estudiado en profundidad la cuestión del misal. Como cristiana, trato de escuchar a todos y de estar siempre bien dispuesta hacia el Papa y obediente a él, que es el representante de Cristo en la tierra.

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  13. Me da mucha tristeza leer los comentarios escritos anteriormente. ¿Cómo podemos llamarnos hermanos si no existe un mínimo de respeto entre nosotros?
    Entiendo las diversas necesidades pero no debemos olvidar que la Misa, cualquiera que sea su forma, es memoria del sacrificio y de la redención de Cristo.
    Muchas mujeres se han sentido y se siguen sintiendo excluidas de la celebración eucarística. Ahora sólo pueden leer pero ni siquiera expresar sus pensamientos y, sin embargo, son la mayoría de los fieles presentes. El Espíritu Santo nos indicará el camino a seguir, pero mantengamos la hermandad entre nosotros.

    Nadia Marquez

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  14. Pongo por delante que no lamento la desaparición de la Iglesia que quemaba a Bruno y ponía en el índice a Croce y a Gentile, mis autores favoritos, y dado que el Concilio Vaticano II es una cosa buena y justa, siempre que sea interpretado iuxta modum, sin embargo, lamento la ausencia hoy de la belleza del VO, que en teología tiene su peso (véase Balthasar). Pero lo que más me enoja es que Bergoglio se ha equivocado con TC: en lugar de golpear a los rebeldes (los de la Fraternidad San Pío X), ha golpeado precisamente contra aquellos que se han sometido y van a la misa "indultada", como solía decirse antes.

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    1. Estimado Marino,
      quien esté fuera de la Iglesia se ha golpeado a sí mismo. No tiene necesidad de ninguna medida disciplinaria del Papa, precisamente porque ya no está en plena comunión con la Iglesia (y lo están quien está con el Papa, sigue sus enseñanzas y obedece sus normas y sus directivas pastorales).
      Pero aquellos que están en la comunión eclesial no podrían estar más engañados si pensaran como usted. Pues un "indulto" puede tener sentido como condición transitoria, no como condición estable.
      Por este motivo, la supuesta "solución" encontrada por el papa Benedicto XVI estaba condenada al fracaso. Porque sólo incitó a pensar que el Concilio podía ser puesto definitivamente en el freezer. La Comisión Ecclesia Dei (hoy felizmente desaparecida) trabajaba en este sentido desde hacía 12 años. Ella, para intentar "hacer volver a los lefebvrianos", había elaborado un protocolo que reducía el Concilio Vaticano II a "fervorines espirituales".
      Por el contrario, Traditionis custodes entendió perfectamente que lo que está en juego no es litúrgico, sino eclesial.
      La creación de una "iglesia paralela" dentro de la comunión eclesial fue el fenómeno que hoy vemos macroscópicamente evidente en diversas expresiones del catolicismo estadounidense. Ninguna misa "indultada" es posible como cosa estable. La única Misa hoy en vigor es el Novus Ordo Missae de 1969 con las revisiones subsecuentes, una Ordo Missae que tiene en sí mismo los criterios de elasticidad, y que no puede existir al mismo tiempo que la forma anterior, aquella que el Concilio explícitamente quiso modificar, corregir y convertir.

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    2. "... aquella que el Concilio explícitamente quiso modificar, corregir y convertir." ... de forma distinta a como luego se hizo finalmente. Es decir, que la misa que hoy tenemos no es la que el Concilio pidió. ¿Para cuándo la reforma de verdad? Pues la que se hizo contradice en varios puntos las formas anteriores, en lugar de derivar orgánicamente de ellas las formas nuevas. A lo mejor no es insensato mantener también la forma antigua del rito, que alimenta las almas de un número (¿creciente?) de católicos, mientras esperamos la liturgia querida por el Concilio.

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    3. Estimado Atanasio,
      es curioso de qué modo tu comentario viene a confirmar, una vez más, lo similares que son las actitudes de modernistas y pasadistas. Así como los modernistas, por ejemplo Rahner y sus seguidores, se han venido considerando hasta ahora los intérpretes auténticos del Concilio Vaticano II, también así lo hacen los atrasistas (indietristas como los llama el Papa) o pasadistas, como a mi me gusta llamarlos.
      Por regla general, los pasadistas suelen compartir con los modernistas la interpretación modernista de los textos conciliares, claro que, a diferencia de los modernistas que alaban al Concilio por ser modernista, los pasadistas lo rechazan, por el mismo motivo.
      Hay otros pasadistas, más raros, que dicen aceptar el Concilio, pero lo interpretan en sentido pasadista, como es tu caso. Por lo general, esta clase de pasadistas son los que toman el hipócrita atajo de considerar al Vaticano II un concilio "pastoral", con lo cual se sienten exentos de aceptar sus doctrinas (aceptación que Benedicto XVI les recordó a los lefebvrianos que es condición sine qua non para que sanen su cisma).
      Pero en cualquiera de los casos que brevemente he señalado, todos ellos, modernistas de todos los colores y pasadistas de todos los pelajes, se consideran los intérpretes auténticos del Concilio.
      En realidad, si eres cristiano (ni siquiera digo católico) sabes que quien está, por voluntad de Cristo, a la cabeza de la Iglesia, es el Papa, y él es el intérprete auténtico de todo el magisterio precedente, pontificio y conciliar. Ergo...

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    4. Atanasio: en la Reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II usted tiene que distinguir término "a quo" y "ad quem". Vale decir: Misal de 1962 y Misal de 1969. Podemos discutir todo lo que quiera acerca de las riquezas y los defectos del Misal de 1969, o sea, si ese término "ad quem" responde más o menos a las intenciones del Concilio en 1963 (¡hace 60 años!). Pero de lo que no podemos discutir es sobre el término "a quo": el Misal de 1962 es el que los Padres conciliares querían corregir, a causa de sus deficiencias. Por eso, tal como lo entiendo yo, el padre Filemón dice que el Misal de 1962 y el Misal de 1969 no pueden coexistir, "no puede existir al mismo tiempo que la forma anterior, aquella que el Concilio explícitamente quiso modificar, corregir y convertir".

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