lunes, 1 de mayo de 2023

Fragilidad del fundamento teológico de Summorum pontificum

Repetidamente he hablado de la incoherencia y fragilidad teológica y jurídica implícitas en los dictados de la carta apostólica Summorum pontificum, publicada por el papa Benedicto XVI en julio de 2007. En el presente artículo me enfoco precisamente en el análisis de aquel motu proprio en el plano de la teología sistemática, con la esperanza de que el lector tenga más en claro los precisos motivos, y la necesidad, de la nueva disciplina litúrgica establecida en 2021 por el papa Francisco, mediante la carta apostólica Traditionis custodes.

Anarquía desde arriba: el motivo sistemático de la abrogación de Summorum pontificum
   
----------Con una definición fulminante, en 2007, el conocido escritor italiano Gianfranco Zizola [1936-2011], quien fuera por muchos años periodista especializado en temas vaticanos y autor de varios libros de gran interés, había captado con singular lucidez el efecto que la carta apostólica Summorum pontificum habría de producir en el cuerpo eclesial. Identificó ese efecto como: "anarquía desde arriba".
----------El caso es que en el momento en el cual una institución absolutiza la relación subjetiva con lo sacro (algo muy propio de la modernidad), poniendo esa relación fuera de la historia, termina por disgregarse a sí misma. Si esa institución es la Iglesia católica, aún cuando ella siga existiendo, sin embargo va perdiendo cada vez más su unidad visible. No es difícil identificar el principio sistemático de esta decisión: ese principio aparece claramente no en el famoso motu proprio de 2007, sino en la Carta a los Obispos que lo acompañaba. De hecho, decía: "lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente prohibido por completo o incluso juzgado perjudicial".
----------Quisiera en este artículo intentar aclarar la fragilidad teológico-sistemática de este principio, que algunos invocan hoy para criticar la sabia decisión con la que el papa Francisco ha puesto fin a esa tendencia anárquica. Procedo en tres pasos: 1. aclaro brevemente lo sucedido, 2. ilustro algunos efectos imprevistos (que fueron previsto por algunos), y 3. saco algunas conclusiones sistemáticas en prospectiva.
   
Lo sucedido: el equívoco o malentendido entre rito y forma
   
----------Intentando resumir los puntos esenciales de la reciente historia de peripecias del rito romano, hay que decir, en primer lugar, que el papa Juan XXIII, en 1960, evaluando lo que debía hacerse, había dudado: ¿debía dar curso a las reformas que Pío XII ya había preparado, o debía esperar a que se realizara el Concilio, que ya había convocado? Decidió proceder a la revisión del Misal tridentino, pero de forma provisoria. Juan XXIII decidió que sería luego el Concilio el que estableciera los altiora principia sobre la base de los cuales se habría de hacer la reforma. Y así nació el Misal Romano de 1962, o sea la VII editio typica del Misal de san Pío V, que Juan XXIII, como he subrayado en repetidas ocasiones, consideraba provisorio.
----------En segundo lugar, el Concilio Vaticano II, en los nn.47-58 de la constitución Sacrosanctum concilium, fija explícitamente las líneas fundamentales sobre las cuales debía desarrollarse la reforma del ordo missae, que será implementada y aprobada luego de clausurado el Concilio, recién en 1969. Y para ello, por lo tanto, los Padres conciliares piden modificaciones profundas, para integrar en gran medida, para implementar y para enriquecer estructuralmente el rito modificado provisoriamente en 1962.
----------En tercer lugar, el papa san Paulo VI, al entrar en vigor el novus ordo missae, reitera lo que habían dicho tanto su predecesor como el Concilio: el nuevo texto del Misal romano sustituye al anterior, a causa de las limitaciones rituales, teológicas, pastorales y espirituales del texto precedente.
----------El cuarto momento lo podemos fijar en 2007, cuando con el motu proprio Summorum pontificum, Benedicto XVI intenta favorecer la "reconciliación" en la Iglesia, y concede un uso más amplio del Misal de 1962, construyendo una hipótesis sistemáticamente muy discutible a nivel teológico, y argumentada con el sofisma de la co-vigencia en el mismo rito de una "forma ordinaria" y de una "forma extraordinaria". Como dijo el cardenal Camillo Ruini, al día siguiente de promulgarse Summorum pontificum: "esperemos que un gesto de reconciliación no se convierta en un principio de división" (Avvenire, 8 de julio de 2007, p.1).
----------En quinto lugar, debemos considerar atenta y objetivamente, libres de prejuicios, los catorce años que transcurren desde julio de 2007 a julio de 2021, cuando la presencia oficial de una "forma extraordinaria", con su equívoca oficialidad, ha dado fuerza a una variedad de formas de Iglesia anti-conciliar. Naturalmente, ésta no ha sido por cierto la intención del papa Benedicto XVI, pero ha sido uno de sus principales efectos. Ese rito "antiquior" (impropiamente llamado más antiguo) ha coagulado en torno a sí mismo, junto a apegos convencidos y a sinceras intenciones de conservar la tradición, también intereses de reacción eclesial y civil, pasadistas de diversa índole, aristócratas venidos a menos, junto a ciertos sujetos desequilibrados. Mientras tanto, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei negociaba un acuerdo con los lefebvrianos en el que nunca se entendió del todo de qué lado de la mesa estaban los enemigos del Concilio Vaticano II. Para decir francamente la verdad, en esa mesa de tratativas, verdaderos amigos del Concilio, siempre hubo pocos.
----------Finalmente, como sexto y último momento de esta historia, la Comisión, habiendo excedido gravemente en muchos casos los límites de sus competencias, fue suprimida por el papa Francisco. Sin embargo, sus competencias fueron, en un principio, transferidas a una sección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para pasar actualmente al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
   
El efecto: el exceso anárquico radica en el principio
   
----------Detengámonos brevemente en lo dicho en el párrafo anterior. ¿Por qué motivo la hoy desaparecida Comisión Ecclesia Dei a menudo había ido más allá de lo previsto por Benedicto XVI en Summorum pontificum? Porque esa Comisión aplicó con celo no sólo los dictados del motu proprio, sino también el principio radical, es decir, la supuesta autoridad intocable de toda forma histórica del rito romano.
----------En particular, eso ha sucedido a propósito del Triduo Pascual, que es un ámbito sobre el cual la reforma litúrgica se puso en movimiento antes de 1962. Esto ha generado una situación paradójica. En efecto, si por cuanto respecta al Misal en su generalidad, el texto de 1962 resulta "más viejo" en comparación con el texto del Misal de 1969, por cuanto respecta al Triduo, el texto de 1962 ya recibe e incorpora las reformas realizadas por Pío XII en 1951 y en 1958 sobre la Vigilia Pascual y sobre la Semana Santa.
----------Si hipotéticamente pudiera ser válido el principio "lo que ha sido sagrado para las generaciones anteriores...", entonces se convertiría en posible, por no decir necesario, conceder la facultad de celebrar el Triduo con las formas "precedentes" a las reformas de Pío XII. Pero esto, como es evidente, puede no tener nunca fin; o sea, esta vuelta atrás puede no terminar nunca jamás. Porque siempre hay una "forma precedente", que ha sido "considerada sacra" y que como tal se impone como alternativa a la forma subsiguiente. De este modo, toda la entera tradición católica se convierte en el banco o proveeduría de un incontrolable autoservicio litúrgico, un "self-service" a disposición de cualquier individual sacerdote.
----------Por consiguiente, es evidente que de esta manera el principio de Summorum pontificum que justificaba en el período 2007-2021 la "doble forma" del rito romano, introducía en realidad una multiplicación infinita de formas posibles, y por tanto una deformación del rito romano, es decir de la tradición litúrgica del rito romano, porque todo lo que históricamente fue antes en el rito romano se impondría sobre lo vigente, y en tal caso el pasado vendría a ejercer un paternalismo a ultranza sobre el presente y sobre el futuro.
   
Conclusiones: la laceración de la "doble forma"
   
----------Analizando esta cuestión en el plano de la teología sistemática, este enfoque de la llamada "reconciliación litúrgica" que asumía el motu proprio Summorum pontificum, introducía algunas peligrosas abstracciones, que de hecho amplificaban el conflicto en lugar de reducirlo. Decir que están vigentes contemporáneamente dos formas de un mismo rito, de las cuales la segunda ha nacido para corregir, enmendar y renovar la primera, es una argumentación débil, o más bien falaz, o para decirlo con franqueza: un sofisma, que desde su inicio en 2007 ha alterado gravemente las competencias litúrgicas en la Iglesia católica.
----------Tanto es así que, desde 2007, no sólo cada uno de los obispos en su respectiva diócesis no podía supervisar la liturgia en su propio ámbito de jurisdicción, sino que la Congregación para el Culto Divino no podía ejercer su propio discernimiento en materia litúrgica, porque una "forma extraordinaria" del rito romano venía controlada y modificada antes por la Comisión Ecclesia Dei y luego por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Este "estado de excepción" (en una sociedad civil hablaríamos de un "estado de sitio") no fue en ningún momento causa de reconciliación, sino de laceración. Si el lector me permite seguir con el parangón, un estado de sitio o un golpe de estado, sólo puede ser útil, en la medida que es de brevísima existencia, pues de lo contrario, su prolongación en el tiempo, como si se tratara de un estado normal, sería absolutamente perjudicial (y esto lo sabemos muy bien los cascoteados argentinos que llevamos muchas décadas a cuestas).
----------La invención de esa "doble forma del rito romano", introducida por el motu proprio Summorum pontificum, estaba orientada hacia una reconciliación: una reconciliación con el llamado "tradicionalismo", ya sea el externo a la Iglesia católica (cismático), como el interno a la comunión católica (que, benévolamente, podríamos hipotetizar de "sano tradicionalismo", respetuoso del Concilio). Pero el noble fin de una Iglesia litúrgicamente reconciliada ha sido perseguido por Benedicto XVI mediante un instrumento demasiado frágil, demasiado abstracto y no poco insidioso: o sea, mediante un paralelismo ritual generalizado. 
----------De modo que a partir del año 2007, Roma parecía estar convencida de que la presencia paralela de una "forma extraordinaria" junto a la normal "forma ordinaria" del rito romano, devolvería la paz a la Iglesia. Sin embargo, el resultado del experimento de aquellos catorce años ha demostrado ampliamente que el medio o instrumento de la "doble forma del único rito romano" no era solo una construcción teológicamente abstracta sin un sólido fundamento teórico (lo cual sorprende que haya sido siquiera pensado por el gran teólogo que ha sido Benedicto XVI), sino que también era un remedio institucionalmente incontrolable, eclesialmente algo lacerante, desgarrador y espiritualmente insidioso (lo cual es menos sorprendente que le haya sucedido a Benedicto, con autoconfesadas carencias para el gobierno de la Iglesia).
----------El medio o instrumento que había sido elegido no alimentaba una verdadera reconciliación, sino la división y la sedición, de ambos lados de la grieta: hacía que el rito más viejo fuera cada vez más oscurantista y que el rito reformado fuera cada vez más intelectualista. Y es extraño que, en el plano estrictamente teológico, no pocos teólogos (empezando por el propio Ratzinger, como he dicho) simplemente se hayan "adaptado" a la medida (con poca responsabilidad intelectual y pastoral) para sostener en modo acrítico una tesis tan débil en el plano teológico, como peligrosa en el plano práctico. No han faltado incluso imprudentes evaluaciones sobre la cualidad de "estilo católico" de la medida litúrgica de Benedicto en 2007.
----------Al identificar la imposible coexistencia de dos formas diferentes del mismo rito romano, el camino de la reconciliación (vale decir, esta especie de ecumenismo intracatólico) no debe ser pensada ya en absoluto de ahora en más al nivel de "formas paralelas", sino como evolución de la única forma celebratoria, que debe ser asumida precisamente en la seriedad de su naturaleza de "forma ritual".
----------La necesidad de una reconciliación litúrgica, introducida poderosamente en la conciencia y en el cuerpo eclesial por el Concilio Vaticano II, debe abandonar definitivamente la estrategia del "estado de excepción", del "estado de sitio" (para reiterar el parangón con una sociedad civil), que ha caracterizado a la Iglesia desde 2007 hasta el 2021, y debe emprender, o más bien retomar, el camino de una única forma ritual, que asuma en pleno todos los lenguajes de la celebración. Precisamente este definido camino está claramente señalado por la carta apostólica Traditionis custodes así como por las claras palabras con las que la Carta a los Obispos, del papa Francisco, en julio de 2021, hace las debidas precisiones acerca de las intenciones y motivaciones, para superar cualquier tentación de aquella "anarquía desde arriba", que decía Zizola, y restituir la experiencia litúrgica a la riqueza de su tradición común y popular, tal como lo desea el Concilio Vaticano II.

7 comentarios:

  1. Una exposición equilibrada y sensata, expresando sentido común y sentido de fe en la Iglesia.
    Ni bien apareció SP, escuché a muchos en las reuniones del clero de mi diócesis expresar su sorpresa o su incomprensibilidad o su consternación. Los pocos que no expresaban opinión alguna, quizás en alguna medida inclinados a actitudes conservadoras, creo que también estaban temerosos por los efectos disgregadores del documento.
    Creo que en la totalidad de las diócesis argentinas, como en la diócesis a la que pertenezco, se ha contado con Obispos sensatos, que supieron mantener la pastoral litúrgica en el camino correcto.
    Lo que se dice en este artículo expresa una interpretación convincente de las incoherencias del texto. Y está muy bien dicho: se trata de contradicciones tanto teológicas, como jurídicas, como también pastorales.
    Agradezco a su autor, por haber arrojado luz sobre estos asuntos, para que esta clase de disputas puedan quedar para siempre en el olvido.

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    1. Estimado padre D.B.
      le agradezco su consenso hacia mi artículo.
      Comparto su apreciación sobre los Obispos argentinos. En general puede aplicarse a ellos lo que suele decirse sobre el Papa actual en referencia a temas pastorales. Al fin y al cabo, Bergoglio fue uno de ellos durante mucho tiempo. Quiero decir: suelen manifestar carencias teológicas, e incluso en ocasiones ciertas confusiones doctrinales; pero en compensación, suelen estar atentos a las necesidades pastorales. Probablemente por esta última característica es que, en general, no han dudado acerca de qué actitud tomar hacia SP.
      Dicho eso, sin embargo, vale aclarar que lo pastoral, en teoría y en cierto modo, es aplicación de la doctrina. Por lo cual, en ocasiones el celo pastoral no siempre va de la mano con claridad doctrinal y teológica, por lo que no faltan a veces serios desvíos pastorales.

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  2. Serafín Savelloni2 de mayo de 2023, 6:11

    Viendo las ilustraciones que figuran en varios posts de este blog, que muestran la ridícula capa magna llevada por algunos prelados como una cortina desenganchada, me ha hecho pensar que en el "autoservicio litúrgico" de los años 2007-2021, denunciado muy correctamente por el padre Filemón, se pueden clasificar esos dudosos "sacerdotes católicos" o hasta "monseñores", fundadores o superiores de ciertos institutos (o debería llamarlos sectas) con sede en algunos pocos lugares o capillitas de Argentina o de Italia y de otros lugares del mundo, que en aquellos años han aprovechado la "anarquía desde arriba" para establecer una liturgia parecida a una opereta que presenta a sus benefactores como la tradición de la Iglesia para obtener de ellos su apoyo financiero. Es que cierta "contra-revolución" esconde vergonzosamente los peores y más mezquinos intereses, como bien dicen los historiadores acerca de la "revolución religiosa" iniciada por Luteo cinco siglos atrás. Y lo grave del caso es que estas comunidades o institutos nacidos bajo la protección de aquella capa magna de la "anarquía desde arriba" ha sido escandalosamente protegida por la mismísima Pontificia Comisión Ecclesia Dei, que debió haber sido la correcta (¿o correctora, quizás?) interpretación del texto del recordado papa Benedicto, más allá de sus correctísimas intenciones, pero puestas en práctica por métodos equivocados. Ha llegado el momento, especialmente para la Iglesia (y en concreto para esos pocos grupos que aún quedan en Argentina), de aplicarles el derecho consuetudinario y de llamar a estos practicantes de locuras litúrgicas a la sobriedad de la fe católica.

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    1. Señor Serafín, para su disgusto, la capa magna sigue vigente en el actual ceremonial de los obispos Nº 64; 1200

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    2. Estimado Serafín,
      con respecto a lo que debe hacerse en el alto gobierno de la Iglesia, o incluso a nivel de diócesis, yo no siempre puedo ni siquiera balbucear palabra alguna. No soy competente.
      Por ejemplo, esta a la vista que no ha sido nada fácil para los Papas del postconcilio luchar contra las herejías, particularmente las rahnerianas. Algo ya he comentado al respecto. ¿Acaso era posible iniciar procesos canónicos a nivel del Dicasterio de la Fe con centenares y centenares de teólogos católicos y hasta con Obispos y Cardenales? Parece evidente que es fácticamente imposible. Y los Papas no han tenido más salida que dejar la cuestión a la divina Providencia, claro que sin dejar de cumplir con su misión de enseñar la recta Fe y doctrina católica.
      Algo más fácil es la tarea de auditar y corregir el rumbo de un instituto u orden religiosa, o auditar o vigilar o intervenir o hasta cerrar un seminario o casa religiosa. Esto se ha hecho y se sigue haciendo. Es en la práctica más fácil, y resulta eficaz.

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  3. Querido Filemón!... tiene usted razón, es la "anarquía desde arriba", pero estoy hablando de la del papa Francisco. ¡La unidad ya no se impone desde arriba!
    Por supuesto, están los lefebvianos, que desde que apareció Traditionis custodes se están frotando las manos de regocijo… Se pueden ver las Misas en las que parecen estar sonriendo de todo lo que está pasando con la abolición de Summorum pontificum. El "negocio" de los lefebvrianos está en alza desde Traditionis custodes.
    Creo que el papa no es tonto y que sabe muy bien que de los que siguen al VO ninguno vuelve al NO; entonces una de dos:
    1) o Tratidionis custodes quedará solamente en los papeles, y cada uno seguirá haciendo lo que le dé la real gana,
    2) o bien el papa quiere que los que siguen al VO se vayan con la fraternidad de san pío x….¡no me sorprendería si también estuvieran de acuerdo en esto los lefebvrianos!
    Lo repito. ¡La unidad ya no se impone desde arriba!
    Cordialmente...

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    1. Estimado fabián,
      los lefebvrianos lo decían desde hace mucho tiempo. No existe en su caso comunión con la Iglesia católica y por eso el vetus ordo es la bandera de su carencia de comunión con la Iglesia católica. Por eso no es posible que en la comunión eclesial se pueda celebrar con dos ritos que son fases de un desarrollo que no es reversible. Esa "sonrisa", que tú dices que se advierte en muchos lefebvrianos es su excomunión, excomunión de hecho. Y lo es para todos aquellos que rechazan el Concilio Vaticano II. Como creo que tú estarás en esto de acuerdo conmigo.

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