domingo, 30 de abril de 2023

Las peripecias del rito romano

Summorum pontificum fue una pifia en "forma extraordinaria", fue un espejismo, un encandilamiento, un error provocado por un grueso equívoco, que tendremos que atesorar para el futuro. En cambio, el papa Francisco, hijo del Concilio, ha tenido el buen sentido común y la sabiduría de decir: ya basta.

De Summorum pontificum a Traditionis custodes
   
----------Con la carta apostólica Traditionis custodes (del 16 de julio de 2021), han sucedido varias cosas, las cuales se pueden comprender si se pone ese texto del papa Francisco en comparación con el texto de Summorum pontificum (del 7 de julio de 2007). Por lo tanto, tratemos de hacer ese parangón, liberados de prejuicios, procurando la mayor objetividad, tal como si estuviéramos leyendo el nuevo documento disciplinar litúrgico por vez primera, como lo hicimos hace casi dos años atrás.
----------1. Ante todo, comparemos el título: el sujeto o tema del discurso de Traditionis custodes son los Obispos, no los Papas. Y esa cuestión es decisiva. Con Summorum pontificum, hace 16 años, un acto papal relevaba a los Obispos de algunas incumbencias que les son siempre propias: sobre todo del ejercicio de la autoridad sobre la liturgia en su respectiva diócesis. Mientras que con Traditionis custodes esta autoridad episcopal viene restituida a quienes son sus legítimos titulares. Se trata de un principio eclesiológico y estructural, que el Concilio Vaticano II ha restablecido y que merece ser defendido como un bien precioso.
----------2. Si el sujeto episcopal es restaurado de lo que había sido una deminutio capitis, también el "tema" vuelve a su plena evidencia. Como dice Traditionis custodes en su artículo 1: "Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano". Esta afirmación del papa Francisco suplanta radicalmente el atrevido sofisma sobre el cual se regía Summorum pontificum: a saber, la co-vigencia paralela de dos formas rituales, una de las cuales contradecía a la otra. El restablecimiento de una sola forma vigente del rito romano es el único horizonte sobre el cual es posible construir la paz. Cualquier otra hipótesis, por más bien intencionada que sea, crea divisiones y incomprensiones crecientes.
----------3. En Summorum pontificum el punto de mayor ruptura con la tradición había sido el art. 2, que establecía la irresponsabilidad pastoral de cualquier ministro ordenado. El individual presbítero podía desde 2007 elegir celebrar con la forma ordinaria o con la forma extraordinaria, en las misas sin pueblo, sin responder de su elección a nadie. Como ya era evidente hace dieciseis años y como poquísimos lo habían querido señalar, este es un principio no de conciliación, sino de disgregación de la Iglesia. Hoy, con Traditionis custodes, si Dios quiere, se superan los sofismas y se vuelve al buen sentido común. Se celebra con el rito común a todos, salvo específica autorización episcopal. No puede existir una concurrencia originaria entre dos formas rituales, de las cuales una ha nacido para enmendar la precedente.
----------4. El teorema abstracto que regía la hipótesis de Summorum pontificum era que las dos formas rituales habrían generado un nuevo equilibrio y juntas habrían de aprender algo la una de la otra. Pero no ha sido así. De hecho, a partir del 2007 fue siendo cada vez más evidente que la polarización había crecido en desmedida, precisamente a causa del paralelismo ritual que había sido bendecido desde lo alto. Ahora, con Traditionis custodes, debemos reconocer que sólo existe una única Misa en la Iglesia del rito romano: la del rito reformado según las indicaciones del Concilio Vaticano II. La tradición del rito romano se encuentra allí, y en ningún otro lugar. Y ya no será posible que todos los funcionarios de una entera Congregación o Dicasterio romano pierdan el tiempo reformando una forma del rito romano que ya no está vigente.
----------5. El efecto de soslayar o de pasar por alto o de desviar o puentear, que había determinado Summorum pontificum, no era sólo el que sufrían los Obispos, sino también el que sufría la Congregación para el Culto Divino (hoy Dicasterio), que se había visto soslayada o puenteada tanto por la Comisión Ecclesia Dei como por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ahora en cambio, con Traditionis custodes, la competencia retorna a los sujetos naturales: los Obispos y el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Ya no existe una competencia o jurisdicción separada para la "forma extraordinaria" del rito romano, que ya no tiene una existencia autónoma o, para ser más precisos, ya no existe tal "forma extraordinaria".
----------6. Como dice el papa Francisco, en la Carta a los Obispos que acompaña a Traditionis custodes, "es precisamente el Concilio Vaticano II el que ilumina el sentido de la decisión de revisar la concesión permitida por mis Predecesores". Esta evidencia es central: el rito romano gracias al Concilio ha superado esos límites que no pueden permanecer, en paralelo, como otra liturgia, sin determinar con ello la presencia de otra Iglesia. Había, en los efectos de aquellas "concesiones" dadas por los anteriores Pontífices, la posibilidad de alimentar a una Iglesia que se inmunizaba del Concilio Vaticano II y que se contraponía al camino común. El vetus ordo se había convertido, también gracias a Summorum pontificum, casi en el símbolo del anti-Concilio: por eso los criterios de acceso al mismo debían ser cuidadosamente revisados. Para no generar monstruos.
----------Lo verdaderamente extraordinario, en todo esto, no es tanto el restablecimiento de la normal relación entre lex orandi y lex credendi, que es asegurada por Traditionis custodes. Lo que entiendo que debe parecernos extraordinario, es que durante catorce años, desde 2007 hasta 2021, se haya justificado frecuentemente lo injustificable, que no pocos canonistas se hayan plegado al positivismo de la ley, que no pocos liturgistas hayan atado la burra donde mandaba el amo, que se hayan escrito artículos y hasta volúmenes enteros en los cuales se ha llegado a justificar una doble formación ritual para los futuros sacerdotes, y que todo ello haya sido sostenido, avalado, a veces solicitado por pastores y por presuntos competentes y especialistas.
----------Parecía que Summorum pontificum se hubiera convertido durante catorce años, incluso para variados y diferentes teólogos, en una especie de destino con el cual convivir. Fue una pifia en "forma extraordinaria", fue un espejismo, un encandilamiento, un error provocado por un grueso equívoco, que tendremos que atesorar para el futuro. En cambio, el papa Francisco, hijo del Concilio, ha tenido el buen sentido común y la sabiduría de decir: ya es hora de decir basta. Y abrir una fase nueva, en la cual la cualidad del acto ritual se juega sobre una única mesa, una única Misa, un único nivel, un plano común y normal y ordinario, un plano precisamente eclesial y popular. Se trata, el del 16 de julio de 2021, de un pequeño y gran signo de que la reforma conciliar no se puede detener, ni inventándose un lenguaje que no existe, ni resucitando una forma ritual que ya no existe. Sólo se puede acompañar la forma común, con cuidado y con disponibilidad, sin reservas y a cartas descubiertas, en esa "escuela de oración" que son los nuevos ritos.
   
Lo que abrogó Summorum pontificum fue la "actuosa participatio"
   
----------No cabe duda de que el texto de la carta apostólica Traditionis custodes, junto con la Carta a los Obispos que la interpreta autorizadamente, tienen un centro sistemático muy sólido, que encuentra en el Concilio Vaticano II el motivo fundamental para considerar que no sea posible configurar una Iglesia con dos formas paralelas del mismo rito romano, por un lado una ordinaria y por otro lado otra extraordinaria, que pudieran actuar simultánea y contemporáneamente dentro de la misma Iglesia de rito romano.
----------Este punto es clarísimo tanto en Traditionis custodes como en la Carta a los Obispos, y es el verdadero motivo del cambio deseado por la nueva disposición disciplinar litúrgica. De este modo, surge en modo límpido y claro el hecho de que ha sido el Concilio Vaticano II el que exigió la reforma del rito romano. ¿Cómo se puede todavía, a sesenta años, tener alguna duda de ello? El acceso a la tradición litúrgica del rito romano solamente puede tener lugar a través de la forma del rito romano que el Concilio ha pedido que sea revisada. Por tanto, sólo existe una forma del rito romano vigente. Precisamente en este pasaje Francisco cita el texto más famoso, que es el que da la justificación de la reforma litúrgica.
----------Creo que conviene reproducir a continuación el pasaje íntegro de la Carta, que restablece la única forma vigente en razón de la unidad de la Iglesia, y destaco en negrita el pasaje problemático:
----------"Respondiendo a vuestras peticiones, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores al presente Motu Proprio, y de considerar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano. Me reconforta en esta decisión el hecho de que, tras el Concilio de Trento, san Pío V también derogó todos los ritos que no podían presumir de una antigüedad probada, estableciendo un único Missale Romanum para toda la Iglesia latina. Durante cuatro siglos, este Missale Romanum promulgado por san Pío V fue, pues, la principal expresión de la lex orandi del Rito Romano, cumpliendo una función unificadora en la Iglesia. Sin ánimo de contradecir la dignidad y la grandeza de ese Rito, los Obispos reunidos en concilio ecuménico pidieron su reforma; su intención era que los fieles 'no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada' (SC n.48). San Pablo VI, recordando que la obra de adaptación del Misal Romano ya había sido iniciada por Pío XII, declaró que la revisión del Misal Romano, realizada a la luz de las fuentes litúrgicas más antiguas, tenía como objetivo el de permitir a la Iglesia elevar, en la variedad de lenguas, «una misma oración» que expresara su unidad. Esta unidad debe restablecerse en toda la Iglesia de rito romano".
----------El razonamiento es impecable y supera la teoría, falaz, por la cual lo que ha sido santo en el pasado también debe serlo hoy, argumento central del pretendido paralelismo entre diferentes formas rituales. Aquí, sin embargo, se abre una cuestión delicada. De hecho, me pregunto por qué en el punto más decisivo de la argumentación de Francisco se recurre a una versión del texto del n.48 de la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium que es incorrecta. Ciertamente, incorrecta. Porque reproduce en traducción italiana (y también en traducción inglesa) el texto que precede al aprobado, que ha sido modificado y que ha sido sustituido, en latín, por la conocida (y mal entendida) expresión: "per ritus et preces id bene intelligentes", a la que correctamente se refiere la nota 28 del texto. El caso es que siguen circulando en la web vaticana versiones erróneas del texto de Sacrosanctum Concilium n.48, que no traducen el texto aprobado por el Concilio, sino un texto precedente, texto menos exigente, menos comprometedor, más clásico. Así encontramos en la nota al pie la referencia al texto latino publicado en AAS en 1964, pero en el texto de la Carta viene traducida una versión anterior, no oficial! Y esto sucede tanto para la traducción italiana como para la inglesa.
----------¿Dónde está la diferencia? Creo que es un detalle decisivo, sobre todo para resolver la cuestión del motu proprio Summorum pontificum. Y es la función de mediación de los ritos respecto a la inteligencia del misterio. No se trata de "comprender bien los ritos y las oraciones" (como decía el texto antes de ser enmendado por el cardenal Bea) sino de "comprender bien el misterio a través de los ritos y las oraciones". Para esto sólo puede haber una sola "forma ritual": porque los ritos son la mediación originaria de la identidad eclesial. Es por tanto paradójico que, de manera totalmente inesperada, encontremos en el centro de la argumentación de Francisco una cita del texto de la Sacrosanctum Concilium n.48 que no es el aprobado por el Concilio Vaticano II, sino el texto anterior, todavía necesitado de corrección y aclaración (por supuesto, en la versión en español, dada líneas arriba, hemos dado la traducción correcta del texto oficial).
----------¿Cómo ha sido posible semejante descuido por parte de los compiladores del texto? Los motivos son al menos dos. Por un lado, circulan  no solo en italiano, sino también en inglés y en portugués, versiones de Sacrosanctum Concilium que ignoran, en la traducción, el texto aprobado como definitivo. También en el sitio web vatican.va encontramos traducciones oficiales de Sacrosanctum Concilium n.48 incorrectas.
----------Pero quizás el motivo más decisivo sea de carácter teológico: seguimos todavía atados a una visión intelectualista de los ritos. Que tratamos de ennoblecer atribuyéndoles un significado. Por eso, "comprender bien los ritos y las oraciones" parece ser el camino de la participación activa. Pero si ese fuera el caso, las dos formas rituales, la anterior y la nueva, podrían tranquilamente convivir.
----------En la raíz de Summorum pontificum está precisamente esta irrelevancia formal del rito en cuanto tal. Por el contrario, podemos superar la lógica de Summorum pontificum solamente si entramos del todo y de lleno en el desafío de una liturgia que tiene el carácter no sólo de "culmen et fons", sino de mediación simbólico-ritual de la relación con Cristo y con la Iglesia. Recuperar cuanto antes el texto correcto y eliminar el incorrecto, es un deber de verdad, para que la bondad de argumentación de un texto tan importante no sea manchada por la incorrecta citación de un texto tan decisivo para la "mens" de la disposición.

23 comentarios:

  1. Estimado Fray Filemón,
    agradezco puntualmente este post.
    Hacía tiempo que distraídamente no hacía mi recorrida por su blog, pero este artículo suyo de hoy domingo causa en mí grata sorpresa.
    Breve, claro, lúcido, respetuoso y a la vez valiente, discernimiento sobre las luces y sombras (más sombras que luces, que se ven pocas) en aquel texto de 2007, que se nos hacía tan difícil de digerir por sus obvias incoherencias para quienes venimos formándonos desde hace décadas en los nuevos modos eclesiales inaugurados por el Concilio Vaticano II.

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    1. Estimado M. Argerami,
      me pone contento que este post haya sido de su agrado. Sin embargo, no me desagrada que corrijan mis argumentos, cuando son débiles o están mal fundados. Hágalo sin vacilar, llegado el caso, pues aprendo de mis errores.
      Estoy de acuerdo con Ud. cuando dice que en SP había más sombras que luces, pero en todo este análisis que hacemos del motu proprio del 2007, va de suyo que debemos reconocer plenamente el recto propósito del benemérito Benedicto XVI al emanarlo. Su intención era correctísima: la paz en la Iglesia, pero el modo para intentar lograrlo ha sido el incorrecto. Lamentablemente, a las falencias de aquel texto, se le unió una extralimitación en su interpretación por parte de aquellos cuyo deber era guiar su aplicación, o sea, los funcionarios de la Comisión Ecclesia Dei, varios de ellos dando la apariencia de haber estado desde hacía tiempo inmunizados contra el Concilio Vaticano II y la Reforma litúrgica.

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  2. Aquel 16 de julio de 2021, el Sumo Pontífice mostraba pontificalmente y magistralmente quién es el verdadero custodio de la Tradición. Mandaba el coche fúnebre de los tradicionalistas, cubierto de vestiduras negras con lágrimas de plata, de regreso al pasado. ¡Era la primera vez que me reía en un funeral!

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    1. Estimado Anónimo,
      más bien el Papa, en TC, mostraba, entre otras cosas, que los "custodios de la tradición" son sus hermanos Obispos, cuya autoridad había sido puenteada por la anterior disciplina litúrgica.

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  3. "El restablecimiento de una sola forma vigente del rito romano es el único horizonte sobre el cual es posible construir la paz".

    Desertum fecerunt et eum pacem appellaverunt.

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    1. Estimado Davide,
      la Reforma litúrgica a la que dió renovado impulso el Concilio Vaticano II, y que todavía hoy se sigue desarrollando, es el único modo para el católico romano de encontrarse con la Tradición, viva en la Iglesia. Cualquier otro modo de pretender encontrarse con la Tradición, conlleva el terminar encontrándose con un desierto.

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  4. Me pasaré a la fraternidad San Pío X… ¡ningún problema!

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    1. Estimado Anónimo,
      creo que hay un problema, y ​​uno que también es grande. Si me lo permite, el decir "no hay ningún problema" es precisamente su problema.

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  5. Serafín Savelloni1 de mayo de 2023, 5:13

    Gracias p.Filemón por la diaconía atenta y delicada con la cual acompañas los documentos que emanan de la Santa Sede y los debates que surgen a partir de ellos. Por si puede ser útil, me tomo la libertad de ofrecer dos comentarios:

    1) Contrariamente a lo que uno se inclinaría a pensar, la tradición viva de la Iglesia es concretamente el conjunto de las transformaciones que la Iglesia ha vivido por motivos históricos, culturales, políticos, "ambientales", etc... y que ella ha considerado compatibles con su identidad ¡semper reformanda! Transformaciones también notables. Basta pensar en los desarrollos del Credo en los primeros Concilios, la revolución cultural de la escolástica en el siglo XIII, o del barroco, y así sucesivamente. Y esto porque la historia con sus signos de los tiempos y sus desafíos puede convertirse en un kairós permanente para incrementar el conocimiento/experiencia del misterio de Dios-con-nosotros. Toda aceptación de las adquisiciones del pasado, por tanto, debe ser vivida en su apertura hacia adelante, hacia el Señor que viene, y siempre sorprende. A menudo, la mayor fidelidad a la tradición debe ser ejercida en el enriquecerla de otras transformaciones. En nuestro caso, la reforma de la liturgia fue deseada por un gran Concilio, que se expresó como intérprete también de la gran expectativa del pueblo cristiano a sentirse plenamente "celebrante" del misterio de la salvación precisamente en el acto mismo y en las formas adecuadas de celebrarlo.

    2) Por otra parte, ¿el misal del Concilio de Trento, no había sido a su vez una expresión vinculante de reforma respecto a las expresiones rituales anteriores? Si no fuera así, en el siglo XVI o XVII ¡alguien hubiera podido apelar a un misal medieval! Sin embargo, tengamos en cuenta que muchas veces el simple querer volver a lo viejo, coincide de hecho con el retorno al simple pasado reciente, que ha sido nuevo con respecto al pasado remoto y más aún con respecto... al pasado traspasado, etc... (¡sin pretender ofender a ninguno de nuestros seres queridos fallecidos!).
    Esto no excluye que también se puedan tener en cuenta (a nivel psicológico) los lazos personales con el pasado y ciertas atmósferas del mismo. Pero una vez identificados los límites del pasado (expropiación del pueblo cristiano de la participación en el rito en la expresividad de su forma, no realización de la eclesialidad en el rito, separación clero-laicos...), ¿por qué no dejar que se vuelva a plasmar la nueva forma que la Iglesia, a través de la autoridad de su ministerio conciliar y papal, ofrece? Poco a poco, con el paso de los años, notaremos también nuevas limitaciones de la actual reforma litúrgica; pero esto es parte del camino de la Iglesia. Ciertamente, la solución no será simplemente mirar hacia atrás, sino llevar el pasado (incluso el personal) continuamente hacia adelante y hacia arriba para acoger, de manera cada vez menos limitada, esperamos, el "Novum" de Dios.

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    1. Estimado Serafín,
      agradezco su consenso y sus reflexiones, que pueden muy bien interpretar el principio de la continuidad en la reforma, o de la reforma en la continuidad del benemérito Benedicto XVI. Por supuesto que debemos indicar que la continuidad que implica la reforma se contrapone con la ruptura, pero no con la discontinuidad necesaria que implica la Reforma. Para poder entendernos bien, es necesario distinguir esos dos conceptos: discontinuidad y ruptura. La continuidad de la la tradición litúrgica implica siempre alguna discontinuidad para que exista Reforma, de lo contrario, si no hubiera cambios no existiría reforma. Claro que, al hablar de reforma no estamos hablando del ámbito doctrinal, sino del ámbito de los usos, de las costumbres, de la disciplina, del derecho, en la Iglesia. El dogma y la doctrina permanecen en contínua inmutabilidad. Si en este ámbito pudiera hablarse también de discontinuidad ella implicaría el concepto de explicitación cada vez mejor de la doctrina, lo cual, implica el progreso doctrinal en la Iglesia, progreso en la comprensión cada vez mejor de la misma verdad de la Palabra de Cristo.
      Nuevamente, le agradezco sus aportes.

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  6. Lo único que parece evidente a partir de Traditionis custodes, es que la "maravillosa" liturgia reformada (rectius construida y no formada), necesita de un "acto positivo" severo y autoritario para ser acatada. Negro sobre blanco: es el fracaso de la Reforma. Pero todo esto, junto con las iglesias vacías y los seminarios vacíos, ciertamente no será suficiente para mostrar la realidad a aquellos que tienen los ojos tapados por jamón ideológico. La burda retórica con la que se ha puesto en tela de juicio lo establecido por san Pío V, es inadmisible y ofensiva a la inteligencia. Digamos que en todo el texto de TC existe lo suficiente para avergonzarse de él. Pero también en este caso el prejuicio teológico es premisa y causa de ceguera.

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    1. Estimado padre Jorge H.,
      francamente hablando, no creo que el suyo sea un juicio serio. Aquí se toma la defensa por ofensa. La reforma había sido puesta en cuestión en 2007 por Summorum pontificum, y ahora, con Traditionis custodes, simplemente viene restablecida la verdad de sesenta años de historia. Más allá de que a usted le guste o no le guste, la Tradición pasa por el Novus Ordo Missae de 1969 y actualizaciones posteriores. El Misal de 1962 ya no está en vigor. Quienquiera que quiera nutrirse de la Tradición sabe lo que tiene que hacer. Cualquiera que solo quiera causar controversia o polémica o mantenerse alejado de la comunión con la Sede Apostólica, puede correr tras los Burke, los Viganó o los Schneider. Nadie lo detendrá. Así es posible que el buen sentido común sea considerado locura y la locura sentido común. No es la primera ni será la última vez. Pero no caigamos en la trampa de aquellos que quieren hacernos creer que debemos dejar la historia para seguir siendo Iglesia. Esa que señalan hacia el pasado, es una calle sin salida.

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    2. Pues de la misma manera que, según usted, la Tradición pasa por el misal de 1969, la tradición pasa por Summorum Pontificum. El Papa ha derogado éste motu proprio mediante Traditiones Custodes, dando un salto atrás en la Tradición, volviendo a la situación de 1969. Entonces, siguiendo el ejemplo del Papa Francisco, sería factible en el futuro volver a la situación anterior a TC.

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    3. Estimado Atinasio,
      tener las ideas claras en esta cuestión es, por un lado, bastante simple y fácil, porque estamos en ámbito de mera disciplina litúrgica, es decir, de pastoral litúrgica, contingente, obra humana de la Iglesia. Sin embargo, por otro lado, la dificultad radica en que, naturalmente, existen fundamentos dogmáticos, vale decir, doctrina de verdades inmutables que deben ser respetadas. Y el problema es que, no pocas veces, en el calor de la polémica, confundimos ambos planos, el disciplinar con el doctrinal.
      Precisamente, en el presente caso, al parecer usted los confunde al confundir Tradición (fuente de la Revelación) con tradición ritual o litúrgica.
      Por supuesto, la tradición ritual pasa por el misal de 1969, como antes había pasado por el misal de 1962 y por todas las disposiciones de disciplina o pastoral litúrgica emanadas por la Autoridad eclesial. También, por supuesto, por Summorum Pontificum, aunque no en el sentido en que usted lo interpreta (al respecto, me remito a todo lo que vengo explicando acerca de los problemas teológicos y jurídicos del motu proprio de Benedicto XVI).
      La tradición litúrgica va hacia adelante, progresa, y si se produce un "salto atrás" como usted dice, eso es debido por puntuales motivos. Por supuesto, como usted dice, nada impide que un futuro Papa produzca un nuevo "salto atrás", pero esto debe ser bien entendido. De hecho, la Reforma litúrgica fruto del Concilio Vaticano II ha significado, en ciertos aspectos, un "salto atrás" (respecto a la misa tardo-moderna, posterior al Tridentino) para que la tradición ritual pueda retomar su ritmo de vida hacia adelante, para que la tradición ritual pueda seguir su curso. Esto, precisamente, está en la base de Traditionis custodes, que es tan solo una medida disciplinar instrumental, una herramienta, perfectible y corregible, al servicio del movimiento litúrgico en función del progreso de la tradición ritual.

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  7. Yo no tengo problemas con la aceptación del Concilio Vaticano II, con la validez del novus ordo, etc.
    Ni siquiera soy de derechas, ni reaccionario, etc.
    Simplemente me siento en sintonía con la espiritualidad del vetus ordo, y no soporto los abusos del novus ordo (abusos que, por otra parte, han sido subrayados por el papa Francisco, que en la Carta invitaba a los obispos a intervenir contra ellos) y por eso yo no soy de esos que necesitan de tiempo para volver al novus ordo. Mientras haya alguien que celebre el vetus ordo, allí seguiré yo... en forma presencial o en youtube...
    Cuando no puedo seguir al vetus ordo, sigo el novus ordo, como lo he estado haciendo durante mucho tiempo. ¡Para mi no hay problema, pues no tengo que defender nada, ni dinero, ni ideologías, ni privilegios, ni posiciones! Sigo mis personales inclinaciones. No estoy de acuerdo con todo lo que predica la FSPX. Estoy interesado en el vetus ordo... ¡el evangelio es el mismo! ¡La religión debe encarnarse en las personas, no puede imponerse a fuerza de motus proprios! Los motus proprios son para aquellos que deben responder ante la jerarquía... ¡Yo soy libre!
    ¡No le voy a ocultar que la Iglesia democrática que usted defiende no me fascina! Pero le agradezco por este espacio para el debate y la oportunidad que nos da de expresar nuestras ideas!

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    1. Estimado Fernando,
      podría decirle que quien de MP es herido, de MP perece. Asi es la vida de la Iglesia. Pero entiendo bien las sensibilidades, los gustos y las inclinaciones.
      Recorro un camino opuesto al suyo. Pero esto no nos debería sorprender. Si bien he asistido en mi niñez a la Misa anterior, mis primeros serios recuerdos de tener verdadera conciencia del Misterio celebrado en la Misa, son de la Misa actualmente vigente.
      Por supuesto, también me doy cuenta de todo aquello que todavía es pesado, redundante y poco emocionante en el Novus Ordo Missae. Pero no hay alternativa. La tradición pasa por ahí. El resto es museo. Tal vez interesante, pero ya no vivo.
      Lo saludo con cordialidad.

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  8. Serafín:
    en su 2) plantea algo que no hubiera podido darse en el modo en que lo expresa. Creo que la razón es la siguiente: Pío V en Quo primum tempore puso expresamente "prohibimos que se canten o se reciten otras fórmulas que aquéllas conformes al Misal editado por Nos... Salvo que en tales Iglesias, a partir precisamente de una institución inicial aprobada por la Sede Apostólica o a raíz una costumbre, esta última o la propia institución hayan sido observadas ininterrumpidamente en la celebración de Misas por más de doscientos años. A esas Iglesias, de ninguna manera les suprimimos la celebración instituida o acostumbrada".
    El problema de Pío V no era el pasado sino, muy por el contrario, las posibles reformas introducidas en el "pasado reciente" sin supervisión de la Sede Apostólica. O sea, los ritos verdaderamente antiguos quedaban a salvo. De hecho el Misal de 1570 es casi idéntico a la edición de 1474, no se crearon ritos. El problema era la protestantización de la liturgia. Y con los 200 años, era pureza ritual quedaba resuelta.
    De hecho hubo otros ritos latinos que se mantuvieron en diversas diócesis y en órdenes religiosas. Algunos subsistieron hasta nuestros días.

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  9. El Concilio Vaticano II fue un concilio canónicamente válido pero al mismo tiempo nefasto. Como se trató de un Concilio pastoral, y no dogmático, se pueden abrogar todas sus disposiciones y consecuencias. Le sucede lo mismo al papa Francisco. Es un Pontífice legítimo: su elección fue válida desde el punto de vista del Derecho Canónico. Pero Francisco es un Papa tan nefasto como los peores Papas de la Edad de Hierro de la Iglesia o del Renacimiento.

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    1. Estimado Rubén,
      el Concilio Vaticano II ha sido, como todos los Concilios Ecuménicos en la Iglesia, un concilio providencial. Ha sido un concilio con una intención pastoral, que cuenta con doctrinas nuevas, en orden a la reforma de la Iglesia, y, en tal sentido, también un concilio dogmático, como bien ha sido establecido en la interpretación de los propios Papas del Concilio y del postconcilio.
      Hacer las afirmaciones que usted hace acerca del Vaticano II, podía ser comprendido (aunque no justificado y menos aceptado) en los años inmediatamente posteriores a la finalización del Concilio, pero hacerlas hoy, sesenta años después, ya es anacrónico para un católico, y sólo pueden hablar así quienes se han alejado de la comunión eclesial.
      Respecto a su valoración histórica del pontificado del papa Francisco, es algo que corre por su exclusiva cuenta y responsabilidad, pero es comprensible, teniendo en cuenta lo que usted piensa acerca del Concilio.

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  10. Con excepción de algunos sacerdotes y fieles, la mayoría seguimos la liturgia como la propone la Iglesia.
    Los abusos litúrgicos a los que aquí aluden están mal. Y, como bien se afirma Francisco lo denuncia. Pero también existe un ínfimo número de sacerdotes que quieren adaptar el Misal según formas antiguas. Eso era lógico a principios de los años 70, porque esos mismos celebrantes venías de esas formas antiguas. Hoy no tiene ningún sentido y contradice también la reforma litúrgica.
    La contestación al Concilio... se pudo entender apenas desarrollado el Concilio. Se entiende la dificultad de estar acostumbrados a perseguir a protestantes y prenderles fuego la carpa, para luego a pasar a considerarlos cristianos. Eso hecho puntual lo relató el Papa en uno de los reportajes en torno a los 10 años de su pontificado.
    Pero hoy en día, intentar contestar el Concilio está hasta pasado de moda.

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    1. Estimado padre Ramón,
      le agradezco su intervención, la cual comparto plenamente. Siempre serán bienvenidos sus comentarios.
      Es interesante lo que usted dice acerca de que existen ciertos sacerdotes que quieren adaptar el Misal según formas antiguas. Entiendo que esa modalidad de usar el Misal de 1969 bajo formas o estilos de la anterior disciplina litúrgica, también es una forma de abuso, que hay que corregir.
      Decir, como usted dice, que "contestar el Concilio está hasta pasado de moda" es cierto, aunque es decir poco. Si se lo dice a algún anti-conciliar, simplemente usted podría recibir como respuesta algo así: "pero yo no sigo las modas!".
      De modo que a los sedicentes católicos que aún luego de sesenta años se obstinan en rechazar al Concilio (y que son, como mínimo, virtuales cismáticos), lo que cabe es comprenderlos, escucharlos para darse uno cuenta de lo positivo que puedan estar afirmando, para, a partir de allí, hacerles descubrir a Cristo presente en la Iglesia de hoy, y lo que el Espíritu de Cristo ha querido para la Iglesia de este tiempo.

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    2. Las dos situaciones que referí tenían una explicación vivencial a principios de los años 70. No estaban bien, pero era entendible que en algunos casos particulares hubiera dificultades en adaptarse a los cambios.
      Hoy ya pasaron más de 50 años. Esa dificultad que podríamos llamar de adaptación se acabó hace muchos años. No muestra sinceridad ni amor a la Iglesia que sacerdotes quieran recrear la situación vivida por gente entrada en años en esa época.
      Hoy somos todos producto del Concilio.

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    3. Estimado padre Ramón,
      concuerdo con lo que usted comenta.
      Naturalmente, dejando el juicio de conciencia a Dios, parece estar claro, como usted dice, que mantener una actitud pasadista anti-conciliar, a tantas décadas de terminado el Vaticano II, no puede indicar sino obstinación cismática. Esto mirando los hechos en su objetividad y, repito, sin entrar a juzgar la concreta situación psicológica y espiritual de cada sujeto afectado.

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